Pica-pica

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Dudley Dursley, era un tipo rubio, gordo y grande. Había crecido inmensamente, se había vuelto el doble de grande. De su yo adolescente: tres veces más grande. Hasta más grande que su padre Vernon. Y bueno, puede ser que sea necesario volver a mencionar el adjetivo grande, ya que él era, en verdad, muy muy grande.


Pero al parecer, con él, también habían crecido sus remordimientos. Luego de aquella vez en Privet Drive, supo que nunca más iba a ver a su primo. Pensó que iba a morir. Y, por el resto de los días hasta la vez que Harry fue a buscarlos personalmente a su nuevo hogar para llevarlos de nuevo al barrio de Surrey, Dudley no había dejado de comerse la cabeza, pensando si estaba bien o no el pedir perdón a su primo. Con los años, el hijo único de los Dursley fue madurando, y solo en ese momento, decidió que era hora de hablar con Harry. Porque puede que Dudley lo detestara, que lo haya golpeado más de miles de veces con su grupo de amigos, en sus años de "Big D"... pero esa era la di referencia: que él ya no era un adolescente patético y que todos esos años que había pasado con su primo lo habían ayudado a desarrollar algún tipo de cariño hacia él. Algún tipo de cariño al flacucho miope que lo había salvado de los dementores.


El corazón de Dudley también había crecido, tanto, que desde los 18 años nunca había dejado de pensar que Harry no ocupaba espacios molestos en su vida. Había aprendido a quererlo y valorarlo.


La primera vez que Dudley Dursley visito Grimmauld Place 12, supo que no iba a querer aparecerse nunca más por allí. La simple razón es que aún no había superado su miedo por los magos y, en aquella visita, había tenido la mala suerte de presenciar los primeros indicios de magia del pequeño y revoltoso James, quien había hecho volar, accidentalmente, un inmenso jarrón de porcelana a la cabeza de su tío, dejándolo inconsciente para que luego despertar en San Mungo, con aun más magos a su alrededor.


A final de cuentas puede que Dudley fuese bastante estúpido, pero aun así había conseguido una esposa. Que lo amaba y lo quería, también muggle, pero era bastante carismática y graciosa, no seguía los ejemplos de su suegra, siempre estaba en contra de ella. Y así de alegres, ambos se casaron y tuvieron un hijo, Tommy, como ellos lo llamaban, el cual actualmente tenía tres años y estaba presentando leves indicios de magia, bajo los atónitos ojos de Dudley Dursley.


Durante toda la semana, los familiares y amigos de Harry Potter se fueron acercando a Grimmauld Place 12, con la intención de saludarlo por su cumpleaños. Fueron en momentos separados, nunca coincidían. Percy Weasley junto sus hijas Lucy y Molly se acercaron el primer día, luego les siguieron Bill Weasley, con Fleur, Dominique y Louis. Por otro lado, Charlie Weasley había venido directo de Rumania, con el único propósito de saludar a su cuñado, al igual que Luna Lovegood, la famosa mazizoologa, quien abandono temporalmente su búsqueda de Colacuernos Arrugados en Albania solo para poder pasar a visitar a su amigo con sus hijos.


El único día que Amelie había detestado fue el miércoles, cuando al estar un paso de subir las escaleras, escucho, probablemente, el saludo que más extrañaba:


-¡Eh, futura cuñada!


Por más que desde muy chiquita había aprendido a molestarse frente a tal apodo, esta vez no pudo evitar darse media vuelta con una sonrisita. Hacía mucho que no veía a Teddy, como tres meses, luego de que él se tomara unos días por el nacimiento de su hija.

Amelie Moore y la maldición de los PotterWhere stories live. Discover now