El secreto de tus besos

Por FernandaST15

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-¡No! ¡No más Eduardo! Estoy cansada de esto, no sabes lo mal que me siento siempre que me veo obligada a men... Más

PROLOGO
CAPITULO 1
CAPITULO 2
CAPITULO 3
CAPITULO 4
CAPITULO 5
CAPITULO 6
CAPITULO 7
CAPITULO 8
CAPITULO 9

CAPITULO 10

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Por FernandaST15


Amigos.

Se pueden llegar a tener muchos o no tener más de uno,

pero es que cuando se trata de compañeros de vida, cómplices de aventuras y confidentes,

ellos son los mejores,

y es que no cualquiera esta cuando se necesita un abrazo o una palabra de aliento,

tal vez por eso terminan siendo familia.

-¿Me puedo sentar? –preguntó con cortesía Francis el primer día de clases haciendo alusión a la silla vacía a su izquierda, a la derecha estaba Gaby organizando los marcadores de diferentes colores que usaba para tomar los apuntes.

-¡Por supuesto! Ni siquiera era necesario que me pidieras permiso –comentó ella divertida.

-Bueno... lo cierto es que queria sentarme al lado de alguien conocido y teniendo en cuenta que eres la única con quien he intercambiado un par de palabras me atreví a acercarme, me temo que soy muy malo haciendo nuevos amigos –ella sonrió con dulzura mientras él tomaba asiento a su lado. Lo entendía a la perfección, de no ser por Gabriela lo más probable es que ella se estuviese sintiendo de la misma manera.

-Tranquilo, eres bienvenido a compartir con nosotras –llamó a su amiga quien de inmediato se giró hacia ella– los presentó. Gaby, él es Francis Cavendish; Francis, ella es mi mejor amiga Gabriela Claybourn –dijo haciendo las debidas presentaciones. Los aludidos se saludaron con un apretón de manos. El hombre parecía ser muy agradable por lo que disfrutaría de su compañía si a Gaby no le molestaba.

-Un placer –respondió su amiga con una sonrisa para luego centrarse una vez más en organizar todo para la clase. Gaby era la típica chica con miles de marcadores, resaltadores y esferos de diferentes colores que toma los mejores apuntes del mundo, en varias ocasiones esas anotaciones la habían salvado a ella y a muchos de sus compañeros a la hora de estudiar para un examen.

-El placer es mío.

En ese momento llegó la profesora dando por finalizada la conversación para centrarse en las palabras de la mujer. La clase era sobre la introducción a los Derechos Humanos, uno de los temas que mas le gustaban por lo que esas dos horas pasaron volando y cuando menos lo imagino ya estaba anotando el trabajo que debía entregar al siguiente día.

Ese fue el inicio de una excelente amistad que con el paso del tiempo solo mejoro, entre ellos se apoyaban y ayudaban mutuamente para juntos tener no solo el mejor promedio posible, sino también algo de compañía porque para nadie era fácil llegar a un país desconocido sin tener nada seguro, estando allí no podían correr para buscar la protección de sus padres cuando así lo desearan, no sin implicar un vuelo de varias horas lo que implicaría tiempo y dinero, cosas que no se podían dar el lujo de malgastar.

Cuatro meses después cada uno de sus días era más emocionante que el anterior. Era difícil explicar cual era la razón de ello, lo cierto era que aunque pocos disfrutaban del estudio y las clases como ella lo hacía, no era eso lo que mas la emocionaba; era la perspectiva de todo lo que estaba por venir, porque si algo tenia claro era que su paso por España era solo el principio de todos los logros que le quedaban por alcanzar. Llegaría muy lejos.

Extrañaba mucho a sus padres y acostumbraba a llamarlos al menos una vez al día para preguntarles como estaban; tal vez la llamada no duraba mas de 5 minutos, pero eran suficientes para llenarla de energía.

Era difícil decidir entre si había logrado o no olvidar a Eduardo, varias noches había terminado sumida en los recuerdos que tanto atesoraba en su corazón de todas las noches en que se amaron el uno al otro, momentos especiales que le recordaban que el amor si existe, después de todo, cada beso, cada roce, cada caricia y cada palabra a pesar de estar llena de secretos y silencios, eran completamente sinceras. Una noche incluso revivió el primer recuerdo que tenia junto a él cuando ambos no eran mas que un par de niños.

Años atrás en su barrio se solían hacer pequeñas fiestas para celebrar fechas especiales como el día de los niños y la navidad. Esa tarde celebraban el nacimiento del niño Jesús y la llegada de Papa Noel. Isabel estaba estrenando un precioso vestido color verde estilo princesa que le llegaba a la rodilla con falda ancha y flores amarillas y blancas bordadas; su cabello lo recogió en una moña alta con pequeños adornos de colores, medias blancas, zapatos a juego y estaba preciosa, siempre le había fascinado usar prendas tan elegantes como así, un detalle que a sus padres les encantaba ver, después de todo era la niña de la casa, la princesa. Mientras que Eduard tenía un simple jean negó con una camisa de BEN 10 y tenis negros.

-¡Hola Isabel! –la saludó con entusiasmo al verla llegar al salón de juego que habían organizado en compañía de sus padres– mi nombre es Eduardo –tomó su mano y le dio un fuerte apretón como si de un hombre adulto se tratara.

-Hola –respondió la pequeña con timidez sosteniendo con fuerza la Barbie que le habían regalado sus tíos.

-No te acuerdas de mí, ¿verdad? –inquirió él al ver la confusión en su mirada.

-No, lo siento –si algo le habían enseñado a ella era que en todo momento debía ser educada, respetuosa y elegante por lo que sonriendo dijo– pero espero poder conocerte, prometo no volver a olvidarme de ti nunca más.

-¡Bien! Mi nombre es Eduardo y a veces suelo salir a junto con tus hermanos al parque, tal vez algun día puedas venir –comentó con alegría, le emocionaba conocer a una niña tan hermosa y dulce como lo era Isabel, lo cierto es que incluso le gustaba verla jugar con sus amigas e intentaba cuidarla desde la distancia porque jamás permitiría que le pasara algo, nunca querría verla llorar y no lo haría mientras él tenga la posibilidad de evitarlo.

La aludida hizo una mueca

–La verdad es que no creo que pueda salir con ustedes porque solo juego con mis muñecas y mis hermanos las odian, además que no creo que te guste jugar a la princesa –el pequeño caballero lo pensó por un momento al imaginarse haciendo tal cosa en vez de practicar futbol.

-Yo jugaría si tu eres la princesa y yo el príncipe –dijo de repente dejándola sorprendida y emocionada. Un príncipe, tendría un príncipe.

Isabel no supo que responder así que sus mejillas se hicieron rosadas y terminó bajando la mirada hacia su Barbie, en su corta edad ningun niño le había dicho algo tan bonito. En el colegio muchas niñas tenían novio, sin embargo, ella era de las que no solían llamar la atención de los niños; tal vez porque no hacia parte del grupo de porristas ni era muy dada a llamar la atención de los demás.

-¿Quieres venir conmigo a jugar en los columbios? –preguntó señalando los dos espacios vacíos en la atracción.

-Pero ¿no quieres jugar futbol? –todos los niños jugaban día y noche con la esperanza de convertirse en futuro en uno de los mejores futbolistas, a esa edad todos parecían querer dedicarse a ello.

-No, prefiero conversar un poco contigo –la tomo de la mano y la llevo hasta la silla que una vez se acomodó empujo con delicadeza para que ella empezara a mecerse, mientras que él al subirse se impulsaba con los pies. Estuvieron varios minutos jugando allí hasta que sus padres los llamaron a comer. Antes de que Isabel saliera corriendo en busca de su madre él la detuvo al tomarla de la mano, tenia una duda y solo podía hacérsela a ella.

- ¿Sabes que es el amor? –preguntó el pequeño niño de 10 años a su acompañante de 8 años; la pequeña lo pensó por un instante antes de responder.

-No, la verdad es que no, aunque supongo que es cuando los adultos se dan besos y dicen "te amo", eso es lo que le dice mi mama a mi papa; ¿tú si sabes qué es el amor? –el niño movió su cabeza de forma negativa, pero entonces se acercó a ella, tomo su mano derecha y dejo un beso sobre el dorso de esta tal como lo había hecho el príncipe de la película que había visto.

-No, tampoco sé que es el amor, pero algo me dice que encontrare la respuesta a esa pregunta estando a tu lado. No sé qué es el amor y aun así estoy seguro de que tú eres el amor de mi vida –se acercó, su mano derecha subió hasta acariciar la mejilla de la niña y dejo un casto e inocente beso sobre sus labios, una pequeña y sutil promesa de amor eterno que los acompañaría, inspiraría y uniría por el resto de sus vidas. Nunca se está preparado para la crueldad de la realidad, pero los niños y los borrachos siempre dicen la verdad.

No tenia la certeza de que Eduardo hubiese encontrado el significado del amor con ella tal como le prometió que sucedería, lo único seguro es que ella si lo había hecho y nunca se arrepentiría de nada.

Después de lo sucedido no se negaba a la posibilidad del amor, aunque para ese entonces si se había vuelto mucho más selectiva. Con Eduardo aprendió muchas cosas, en especial una: no le entregues tu corazón a alguien que no lo merezca, por lo que evitaba dejarse llevar por un par de palabras bonitas que el viento no tardaba en llevarse y flores cerca de marchitarse, se valoraba demasiado a si misma como para volver a caer en un juego tan toxico y con tendencia dañina como el que había mantenido. Seguía una idea de todo o nada, ya no soportaría recibir las cosas a medias.

-¿Qué tomas? –Preguntó Gabriela sacándola de sus pensamientos y trayéndola de vuelta a la realidad. La aludida miro el vaso y volvió la vista a su amiga.

-Una aromática, aun siento muy hinchado el estómago, es de lo peor –llevaba ya varios días con la horrible sensación de tener el abdomen mucho mas grande de lo que debería, y en definitiva no era por la comida.

-Deberías ir al médico, Isi –le aconsejo. La joven soltó un suspiro y le dio otro sorbo a su bebida, también lo había pensado.

-Lo sé; si sigo sintiéndome así iré lo antes posible, te lo prometo, pero la verdad es que espero mejorar con esto porque odio estar tomando medicamentos.

-Bien. Francis dice que si quieres ir a tomar una copa de vino aprovechando que por fin tenemos un poco de tiempo libre antes de empezar el mes de exámenes finales –no le agradaba mucho la idea de beber vino cuando no se sentía del todo bien, aunque la verdad era que estaba cansada de las largas horas de estudio y ansiaba un poco de descanso, una distracción que sus amigos le ofrecían por ende solo una tonta lo rechazaría, además, una pequeña copa no le puede hacer mal a nadie, ¿no?

-Si, iré.

-¡Grandioso! Iré a mi habitación a prepararme, Francis quedo en venir por nosotras a las 7 así que por favor que no se te haga tarde, tiendes a tardar demasiado arreglándote –Isabel sonrió con inocencia y fingida indignación obteniendo risas de su amiga.

-Tranquila, a las 7 estaré lista –le lanzo un beso a su gran amiga y tras terminarse su aromática se levantó, fue hasta su armario y saco un jean sencillo de un azul oscuro, una blusa de tirantes color azul claro, botines altos a juego y chaqueta de cuero negra. Se habría puesto un vestido si hubiese tenido ánimos para ello, pero de igual manera le encantaba el resultado obtenido. Poco antes de la hora indicada se maquillo de forma muy sencilla remarcando sus ojos tal como tanto le gustaba y recogió su cabello en una moña alta lo que hacia ver su cuello mucho más largo y esbelto al combinarse con el escote de la blusa.

Cuando Gabriela y Francis tocaron a su puerta solo tomo su bolso y teléfono para luego seguirlos al exterior del edificio y de allí hasta el vehículo que ya los esperaba.

-Chicas, en definitiva, tiene que ir a conocer mi hogar y a mi familia, les aseguro que les encantará y ellos les darán la bienvenida con los brazos abiertos. Todavía no puedo creer que estemos tan cerca de terminar y volver a casa, porque ya decidí que de hay manera alguna en que yo prefiera quedarme en España por mas tiempo del debido –comentó Francis con aquella alegría y entusiasmo que tanto lo había caracterizado desde el primer momento en que lo conocieron; él era como una brisa fresca en medio del caos que podían generar tantas culturas juntas en un lugar tan reducido.

-¡Eso sería maravilloso! Lo cierto es que disfruto demasiado de viajar y conocer tantos lugares del mundo como me sea posible, eso sí, siempre con un buen libro acompañándome porque no hay placer más grande que sentarte frente a un paisaje hermoso y leer una maravillosa historia. Estoy segura de que Isabel piensa igual –su gran amiga miro a la aludida quien sonrió como respuesta.

-Sabes que sí.

Ambas eran fieles amantes de los libros ya fuesen románticos, de fantasía o lo que fuera, poco les importaba el género mientras las palabras allí escritas las llevaran a un nuevo mundo en el que bien podían ser princesas, dragones o adolescentes que viven en el cliché de enamorarse del chico malo.

Su amigo las llevo a un hermoso restaurante en el que toda su decoración estaba inspirada en Italia, incluso, en medio del lugar había pequeña fuente en la que varias edificaciones se alzaban sobre el agua recordándole Venecia, pero un espacio tan cómodo y confortable que no era necesario ir vestido de etiqueta, el propósito del establecimiento era simple: que sus clientes disfrutaran de un rato ameno, para ello no era necesario usar zapatos de charol, tacones y trajes elegantes. Empezó a amarlo desde el primer momento en que puso un pie en el interior.

Gaby la tomo del brazo y acercó para hablar con un poco más de intimidad.

-¿Quién iba a decir que España nos iba a permitir conocer tantas cosas? Yo jamás me imaginé viviendo una aventura como esta mientras íbamos en bus a casa –Isabel sintió que la molesta presión en el vientre se hacia aun menos tolerable, pero se negaba a volver a casa así que solo se centro en olvidarse de ello y disfrutar de la noche tanto como le sea posible.

-Lo sé, me siento exactamente igual, todo es demasiado maravilloso y nuevo. Puedo asegurarte que esta no será la ultima aventura que vivamos –Gabriela estaba segura de que así seria.

Tomaron asiento en la mesa reservada para ellos y ya que ellas tenían pocos conocimientos sobre vinos, fue Francis quien hizo el pedido conociendo muy bien los gustos de sus amigas. Mantuvieron una conversación sencilla mientras llegaba el pedido recordando los diferentes momentos que habían compartido, en su mayoría llenos de risas y algunas estupideces; era difícil decidir quién era el más despistado de los 3.

Cuando el vino llego el mesero sirvió las 3 copas y ellos poniéndose en pie se dispusieron a hacer el brindis. Habían acordado que cada uno de ellos tenia que proponer un brindis para que todos tuvieran la oportunidad de celebrar lo que sea que desearan, y el primero en empezar fue Francis.

-¡Salud! Amigas mías, salud por haberlas conocido –se chocaron las copas creando un delicioso sonido. La siguiente fue Isabel.

-¡Brindemos por nuestros sueños! Por todos esos anhelos que guardamos en lo mas profundo de nuestro corazón y que estoy segura de que son la gasolina y el impulso que necesitamos para continuar, porque cada día estamos un paso mas cerca de lograr todo lo que tanto deseamos y soñamos –las copas chocaron.

Isabel por un momento sintió que sus ojos se nublaban, pero fue tan rápido y efímero que supuso que había sido producto de su imaginación debido al dolor de su vientre, así que continuó como si nada.

-La verdad es que hay tanto por lo que me gustaría brindar. Por tenerlos a ustedes en mi camino, por mis padres, por la oportunidad que me dio la vida de llegar hasta acá, por todo lo que he logrado que aunque para algunos puede que sea poco para mi es demasiado. Isi –miró a su amiga con aquellos ojos llenos de cariño– gracias por tanto, Isi, te has convertido en mi hermana y fue gracias a tu apoyo y compañía que he logrado tantas cosas, porque siempre has estado ahí cuando te necesito. ¡Salud! –con el paso del tiempo, entre ellas creció una amistad tan especial que en definitiva se habían terminado convirtiendo en familia. La joven se acercó a su amiga y le dio un tierno abrazo.

-Te adoro –dijo con una sonrisa.

Las copas chocaron y todos bebieron el contenido disfrutando del sabor y la sensación que les dejó, pero para Isabel fue diferente, todo a su alrededor se torno borroso, sus piernas empezaron a temblar y aunque intento sostenerse de la mesa para tomar asiento, su cuerpo no le respondió y antes de poder evitarlo cayó inconsciente al suelo.

***

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FER :D

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