CAPITULO 4

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Es difícil decidir entre el amor o la tranquilidad, cada uno tiene sus pros y sus contras; en la mayoría de las ocasiones son palabras contrarias, pues si tienes amor no tienes tranquilidad y si tienes tranquilidad puede que no tengas amor, pero entonces ¿por cuál debemos luchar si lo que buscamos es nunca experimentar el dolor? Después de todo, ambas nos hacer sufrir... a su manera.

Y de repente pienso en todo el placer y alegría que cada una me dio y entiendo que poco importa cual tenga, solo me interesa si tú estás a mi lado.

Días después

-Necesito que hablemos –dijo Isabel a Gabriela tras encontrarse con ella en un centro comercial, todo lo que estaba sucediendo la estaba superando y se sentía morir, necesitaba escuchar a su gran amiga.

-¿Qué te pasó? ¿Estás bien? –la aludida soltó un suspiro.

-No, ahora empiezo a comprender que nada está bien, siento que me estoy hundiendo cada vez más en un hoyo oscuro del que nunca encontrare salida –su gran amiga frunció el ceño, la llevo hasta una de las mesas en donde tomaron asiento una frente a la otra y la tomo de la mano, la conocía y sabia que ese pequeño gesto la ayudaría a sentirse en confianza, en familia, le daría la fuerza necesaria para hablar.

-Cuéntamelo todo –le pidió.

-¿Tienes tiempo? –preguntó Isabel porque la historia era mucho mas larga de lo que le gustaría aceptar.

-Todo el que necesites amiga.

-Me enamore y me entregue al hombre menos indicado Gaby, aun sabiendo que mi relación con él no era mas que sexo y que debía tener una fecha de caducidad muy clara, mi corazón no lo entendió y se unió a el de él en un solo latido, y es que cuando me toco siento que puedo tocar las estrellas, es como si nada importara mas que nosotros dos, pero cuando todo termina y el orgasmo queda en el pasado vuelve era horrible sensación que me oprime el pecho, esa que me dice que nada de eso esta bien, que no merezco un amor a escondidas ni ser una mujer más en su lista –Gabriela soltó un suspiro y cambiándose de silla se sentó a su lado y la abrazó, la joven se aferró a ella con fuerza y se negó a llorar.

Amiga, no sabes como lamento que tengas que pasar por algo así –Isabel se alejó, estar abrazada a ella no hacia mas que provocarle unas inmensas ganas de llorar y eso era lo que menos queria, odiaba llorar, la hacía sentir débil, insegura.

-Es que ¿sabes cual es el problema? Que es como si yo de verdad quisiera quedarme ahí sufriendo como una estúpida, porque se que esta mal, se que tengo que alejarme y lo entiendo, pero el problema comienza cuando después de decidir que lo dejare aparece, me besa y entonces a pesar de todo caigo y aun así sigo buscándolo y yendo tras él –Gabriela lo pensó por un momento antes de atreverse a darle otro consejo a su amiga, a pesar de lucir como una mujer dura y poco sentimental era una romántica empedernida y algo le decía que su relación con el susodicho no era mas que su deseo por vivir una historia como la de los libros.

-Lo que más me temo es que por estar detrás de un hombre como él que te vas a terminar perdiendo la oportunidad de conocer a alguien más, alguien que si este dispuesto a dártelo todo sin reservas, sin importar quien sea tu familia, ese hombre se parece a Romeo, mejor aún, de ahora en adelante le diremos Romeo así solo tu y yo sabemos de quien estamos hablando, uno nunca sabe quien puede estar escuchando –Isabel rio y frunció el ceño, eso era lo mejor de cuando se veían, siempre encontraba la forma para subirle el animo sin importar que tan baja de tono estaba, tenía una gran facilidad para sorprenderla, hacia y decía cosas que a ella nunca se le abrían ocurrido.

-¿Cómo que Romeo? –preguntó.

-Pues sí, él es Romeo y tu Julieta, después de todo según él lo que los separa es la familia lo que por si no lo recuerdas también sucede en la tragedia que nos relata Shakespeare –su amiga analizo sus palabras.

El secreto de tus besosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora