El secreto de tus besos

CAPITULO 2

Presente...

El amor es incomprensible, algunas veces agotador y otras maravilloso, pero lo único cierto es que no se puede escapar de él, tal vez fue esa la razón por la que yo no pude escapar de ti.

Tarde me di cuenta de que estaba perdidamente enamorada.

-¿No es un tanto extraño que Isabel teniendo 21 años nunca haya presentado un novio de forma oficial? Es una joven muy hermosa y exitosa, seguro que muchos hombres se mueren por ella –comentó su tía a su madre, ese día estaba en un almuerzo familiar y por alguna razón sus tíos y primos parecían muy interesados en su vida sentimental. Ella suspiró, estaba acostada en la habitación que daba a la sala, la puerta abierta y con la voz fuerte de sus familiares era imposible no haberlo escuchado.

-No tengo la respuesta a esa pregunta, Isabel ha tenido sus novios, pero no ha presentado a ninguno, tal vez no han sido importantes para ella, siempre dice que no esta en un momento en su vida en el que quiera preocuparse por un novio, dice que tiene cosas mas importantes en las que pensar –respondió su madre, ella nunca le hizo ningun tipo de comentario acerca de los novios que pudo o no haber tenido, siempre le dieron mucha libertad por lo que sus padres no controlaban sus movimientos o actos, aseguraban haberle enseñado valores y principios por lo que no tenían razones para desconfiar de ella y esperar que haga algo malo, era una mujer inteligente que sabía comportarse.

-¿Y usted que dice, será que tiene algún enamorado escondido? –no pudo ver que gesto con el que respondió su madre aunque podía imaginarla encogiéndose de hombros.

-Yo creo que sí, siempre esta hablando con alguien por teléfono y a veces se desaparece por varias horas o llega tarde a casa –Isabel sintió como sus mejillas empezaban a arder y se tornaban rosadas.

La joven no tenía una relación especial con su madre, su progenitora no era especialmente cariñosa y dedicaba mucho mas tiempo del que debería al trabajo por lo que entre ellas no se creo la usual confianza de madre e hija que muchas mujeres si tenían, aunque ello no implicaba que su amor fuese mas pequeño, se amaban con locura. Isabel no era muy comunicativa con nadie en especial, era muy reservada con sus cosas porque a pesar de haberlo tenido todo siempre se sintió muy sola por lo que no era muy dada a hablar de sí misma, entre menos sepan de ella mucho mejor.

Con su padre todo era diferente pues, aunque él siempre fue muy protector y consentidor con ella su trabajo lo obligaba a permanecer mucho tiempo fuera de casa por lo que hacía que su relación fuese un tanto difícil, aunque cada momento vivido a su lado lo atesoraba en su corazón como un gran tesoro, todos y cada uno de sus recuerdos eran hermosos y especiales.

Sus dos hermanos eran muy protectores y diferentes, el mayor, Carlos, era muy cariñoso, ella era la niña de sus ojos, la apoyaba en todo aun sin importar si era una completa locura, su único interés era verla feliz; Fernando no eran tan expresivo, demostraba sus sentimientos a su manera y aunque no eran tan cercanos era inevitable no preocuparse por el otro, por su bienestar y tranquilidad.

Su tía y su madre estaban en lo cierto, hasta el momento no había presentado a ningun novio de forma oficial porque no había conocido a un hombre que de verdad considerase especial y digno de ser presentado a las personas mas importantes de su vida, aunque eso no implicaba que no haya tenido sus novios; si los había tenido, fueron relaciones mas bien cortas y casi que fugases, todas excepto una, el problema es que no estaba segura de poner llamar "relación" a lo que sea que la una con ese hombre que se empeña en turbar su corazón, acelera su respiración, hacer temblar su cuerpo y enloquecer su cabeza de una forma inexplicable.

Su teléfono vibro así que ella lo tomo y leyó el mensaje que acababa de llegar.

"Mi dulce dama, ¿qué haces bonita? Me muero por verte, extraño tus besos... tu piel... la dulzura de tus labios..."