Transformers: Exodus (Traducc...

By starcrash_zp

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En Cybertron, un planeta liderado por las castas, Megatron, un guerrero invicto, da voz a los anhelos silenci... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Del Pacto de Primus

Capítulo 8

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By starcrash_zp

“Esto provocará una guerra,” dijo Alpha Trion.

Orion Pax asintió. Él ya lo sabía.

“Además,” dijo Alpha Trion mientras colocaba su Pluma sobre su escritorio, tal y como hacía cuando estaba a punto de decir algo que lo molestaba, “ya no tienes otra opción más que la de ir directo hasta el centro de ella.”

Considerando esto, Orion Pax lo encontró imposible. Era un recolector de datos. Jamás había peleado con nadie además de Jazz en las pequeñas sesiones de entrenamiento luego de escuchar por primera vez sobre Megatron. ¿Qué utilidad tendría él en una guerra?

¿Era una guerra el único posible resultado de la cadena de eventos que habían empezado gracias a los bombardeos?

Reconsiderándolo, Orion Pax se dio cuenta de que la cadena de eventos había comenzado mucho antes que eso. Se podría decir que había empezado desde la primera vez que tuvo contacto con Megatron. Si Orion Pax no hubiera hecho nada de esto, quizás alguien más lo hubiera hecho. Quizás el desarrollo de los eventos se volvió inevitable desde el momento en el que Megatron asumió su nombre.

Pero, ¿por qué detenerse allí? Si vas a hablar de inevitabilidad, entonces la elección de Megatron había sido predeterminada por la existencia y las acciones del Caído en la era de los Primes. ¿Y qué era lo que había predeterminado aquel asesinato fatídico? ¿Qué tan atrás quieres llegar con la causa y el efecto antes de darte cuenta de que ciertos efectos tienen causas desconocidas?

“Es difícil asimilar esta idea de que tienes un rol al que no estás acostumbrado,” dijo Alpha Trion.

“Sí,” respondió Orion Pax.

“De igual manera, puede que Megatron no esté llevando a cabo el papel que esperaba,” continuó Alpha Trion. “¿Qué piensas de él?”

“¿Por qué me lo preguntas? Has visto todo lo que tengo.”

“No lo he conocido. No pretendamos que tu encuentro cara a cara con él jamás sucedió.”

Orion Pax estaba desconcertado. Jamás había pensado en engañar a Alpha Trion, pero tampoco le hubiese importado que el tema de su encuentro con Megatron jamás hubiese sido tocado. “No,” dijo él. “No tiene sentido pretender eso. No me arrepiento de haberlo conocido.”

“Entonces repetiré mi pregunta. ¿Qué piensas de él?”

“Él es un líder, y tiene muchos seguidores,” dijo Orion Pax. “Más de los que cualquiera pudiera imaginar, supongo. Él cree en cosas en las que yo creo también. Tiene las mejores intenciones para los cybertronianos. Eso es lo que pienso de Megatron.” Luego de una pausa, esperando una respuesta que jamás llegó, agregó, “¿Qué piensas tú de él?”

“Lo que pienso sobre Megatron es esto.” Alpha Trion hojeó las páginas del inmenso libro sobre su escritorio, pero lo cerró sin mirar ninguna. “Él cree en lo que dice creer. Puedes estar seguro de eso. Lo que debes considerar es si sus métodos van acorde con sus ideales.”

Orion Pax se mantuvo en silencio por un momento. Alpha Trion lo dejó pensar. Eventualmente, preguntó, “¿Has llegado a alguna conclusión?”

“Sean cuales sean las creencias de Megatron,” dijo Orion Pax, “creo que yo debo estar a su lado para comprobar sus métodos.”

“¿Crees que él ordenó poner esas bombas?”

Orion Pax sacudió su cabeza. “No.”

“¿Qué te hace pensar de esta forma?”

“Desearía poder discutir con más eficiencia,” dijo Orion Pax, “pero mi única razón al final es esta: si Megatron hubiese ordenado algo como eso, querría que todos los cybertronianos supieran que él lo hizo.”

Alpha Trion asintió. “Exacto. Si Megatron llegara a arruinarse, no sería por una falla en sus ideales, sino por una falla en su ego.”

Orion Pax se preguntó, ¿pero quién lideraría sin ego?

“Escucha esto, Orion Pax,” dijo Alpha Trion. “En tiempos de guerra, muchas cosas sobre la verdadera naturaleza de los luchadores se demuestran. Quizás tú no aprendas la verdad sobre –“

“Sí,” interrumpió Orion Pax. “Sobre Megatron.”

Alpha Trion lo miró fijamente hasta que Orion Pax se avergonzó extremadamente de su interjección. Cuando el Archivista habló de nuevo, su tono de voz era agudo. “Sólo un necio interrumpe a sus mayores. La guerra que se acerca, si se lleva a cabo, te enseñará una verdad definitiva sobre ti mismo.”

Salió de su audiencia con Alpha Trion para encontrar – sorprendentemente – a Shockwave esperándolo en el área de acceso público del Salón de Registros. “Bibliotecario,” dijo el mecanocirujano. “Quizás puedas concederme el honor de acompañarme en un viaje turístico. Sé muy poco sobre Iacon, habiendo ocupado la mayoría de mi tiempo en circunstancias menos agradables.”

Orion Pax no tardó mucho en entender a lo que se refería. “¿Qué estás buscando?”

Mientras caminaban juntos hacia la puerta principal, Shockwave le mostró una ubicación en una pequeña pantalla que se desplegó de su brazo.

“Creo que sé dónde se encuentra ese lugar,” dijo Orion Pax.

El observatorio de Iacon era la mejor facilidad astronómica en el planeta Cybertron. Era uno de los lugares favoritos de Orion Pax, y siempre lo visitaba cada vez que podía para recordarse a sí mismo sobre el destino que les esperaba a los valientes cybertronianos que se atrevieran a representar a su planeta más allá de las estrellas. Y fue allí hasta donde llevó a Shockwave, y donde se reunió con Megatron; en la sombra del gran telescopio solar.

Orion Pax estaba nervioso y un poco molesto. “Las cosas se están saliendo de control,” dijo.

“La clase de cosa que tiene que suceder no es la clase de cosa que puede ser controlada,” dijo Megatron. “Todos debemos saber esto. No todos los cybertronianos van a esperar y hablar para siempre. Algunos actuarán.”

Algo en el tono de voz de Megatron alarmaba a Orion Pax. Habló lentamente, sabiendo que Shockwave distorsionaría cualquier cosa que dijera si no tenía cuidado. “¿Estás diciendo que sabías que esto iba a pasar?”

Igualmente, Megatron escogió sus palabras con cuidado. “Estoy diciendo que escuché que algo iba a pasar.”

La conmoción inundó a Orion Pax. En ese momento se dio cuenta de que habían muchas menos cosas en común entre él y Megatron de las que él hubiera pensado. Compartían sus ambiciones, sí; pero se estaba volviendo demasiado obvio que no compartían sus métodos. Quizás nunca lo harían.

“¡Yo siempre te defendí!” dijo Orion Pax.

“Escucha, hermano,” dijo Megatron. “Sabía que esto iba a pasar. Sí. No traté de detenerlo. ¿Por qué no? Porque no hubiese podido hacerlo. No tenía control. ¿Por qué estamos luchando, si no es por la idea de que no tenemos control sobre las vidas de nuestros compañeros cybertronianos? Yo no quiero que realicen ataques terroristas. No quiero que chispas inocentes se extingan. Pero te diré una verdad difícil.” Megatron se dio la vuelta y le hizo una seña a Orion Pax para que se acercara junto a él a un muro de pantallas que mostraban las matanzas en los sitios de las explosiones. “La verdad es esta: puedo distanciarme de todo esto, y así volverme más creíble. Si estos grupos, quien quiera que sean, continúan siendo más extremos que yo, comenzaré a verme racional y tolerante en comparación. Esto nos guiará hacia adelante, hermano. ¿No lo entiendes?”

Orion Pax lo entendía. Pero no le gustaba.

“¿Te gustaría saber algo más que probablemente nunca consideraste?”

“Tengo el presentimiento de que encontrarás una forma de decírmelo,” respondió Orion Pax.

Megatron caminó hacia la puerta. “Es mi turno de ser el guía,” dijo. Algunos ciclos después, Orion Pax permanecía asombrado en la primera fila de un pozo gladiatorio en el corazón subterráneo del mismísimo Iacon.

“¿Pensabas que sólo los ciudadanos de Kaon disfrutaban de estos deportes? ¿O sólo los de las castas más bajas?” Megatron le preguntó.

En el pozo, dos cybertronianos rechinantes – claramente desechados de alguna empresa industrial – peleaban contra un enjambre de minicons. Más minicons de los que Orion Pax podía contar ya estaban aplastados y rotos en el suelo del pozo, que a diferencia de los pozos de Kaon, estaban hechos de hierro soldado. El cybertroniano más grande, quien tenía el nombre Hydrau pintado en su espalda, estaba herido y goteando energon desde docenas de pequeñas heridas. El otro estaba en mejor forma debido a que peleaban juntos, espalda contra espalda, con armas cortantes; cuyas hojas habían sido claramente personalizadas en un depósito de chatarra. Orion Pax miró hacia otro lado. De nuevo, la presencia de Megatron le había enseñado algo sobre Cybertron que no estaba buscando saber.

“No hace falta que me hables sobre las injusticias de tu casta”, dijo. “El sistema de castas no me ha ayudado más de lo que te ha ayudado a ti.”

“De nuevo, allí es donde te equivocas.” Uno de los grandes gladiadores cayó cuando los minicons cercenaron las conexiones de su pierna izquierda. Se lanzaron sobre él mientras el otro, Hydrau, los alejó con fuertes manotazos. “Tu casta es segura. Tú sólo observas. Recolectas la información y la pones en donde tú decidas que sea más adecuado.” Megatron golpeó un puño contra su propio pecho. “Mi casta muere. Morimos en accidentes industriales, cuando las aleaciones fundidas se derriten sobre nosotros, o cuando hay fugas de energía en los conductos que vaporizan nuestros procesadores, cuando el nitrógeno líquido destroza nuestras extremidades o cuando una grúa deja caer una kilounidad cúbica de minerales crudos y nos aplasta hasta volvernos chatarra. Nosotros morimos. Tú observas. No compares nuestras castas.”

Continuó observando la pelea. “¡Hydrau!” gritó, levantando uno de sus brazos. El otro gran gladiador estaba muerto, pero los minicons estaban demasiado ansiosos por acabarlo; mientras se concentraban en hacerlo, Hydrau destruyó gran parte de ellos. Ahora estaba peleando contra menos de la mitad de ellos, con su espalda apoyada contra uno de los muros del pozo. Uno de los minicons batallaba debajo de su pie, hasta que se inclinó sobre él y su cráneo explotó, formando una lluvia de chispas.

¡HYDRAU! La multitud comenzó a cantar. ¡HYDRAU! ¡HYDRAU! ¡HYDRAU!

E increíblemente, del otro lado del pozo, gritando y lanzando golpes al aire junto al resto de la audiencia, Orion Pax logró ver a Jazz.

Estaba con otros dos cybertronianos que Orion Pax no conocía. Uno negro y amarillo y el otro, claramente un buscador, rojo y plateado con todos sus ángulos afilados. ¿Jazz? Orion Pax no podía creerlo.

“¿Es tu amigo?” preguntó Megatron, siguiendo la línea visual de Orion Pax.

Él asintió. “Su nombre es Jazz.”

“Nunca se sabe a quién encontrarás en los pozos,” dijo Megatron. Rió y estrechó su hombro. “Vamos, amigo. Una de las cosas sobre estar libre de castas es que logras ver el mundo tal y como es. A veces eso significa ver cosas que desearías que no existieran.”

La multitud se estremeció en un grito estruendoso mientras Hydrau terminaba con el último de los minicons, alzándolo y arrancando partes de él hasta que cayera con su propio peso. Lanzándolo lejos, saltó hasta la cima de la barrera que separaba a la muchedumbre de la arena y se mantuvo de pie allí, meciéndose de adelante hacia atrás.

¡HYDRAU! ¡HYDRAU! ¡HYDRAU!

“Parece que tenemos competencia,” dijo Megatron con una sonrisa burlona.

“¿Competencia contra un duro sobreviviente de Kaon?” Orion Pax dijo con gran sarcasmo. “Seguro ninguno de nosotros, débiles y delicados iaconianos, tendríamos oportunidad alguna contra la escoria de los páramos subterráneos.”

“Oh ho, ¡tu sentido del humor regresa!” Megatron estaba encantado. En las pantallas holográficas que colgaban sobre el pozo, Hydrau se inundaba en la admiración de su audiencia… hasta que las imágenes desaparecieron, siendo reemplazadas por múltiples vistas de fuego y destrucción.

El público enmudeció, y los murmullos de confusión comenzaron a difundirse a través de ellos. Orion Pax miró a los hologramas. Una fábrica había explotado. Grupos de cybertronianos corrieron en formación a través de una intersección, y cuatro de ellos fueron lacerados por el disparo de un cañón de energía pesada desde fuera del marco. El resto continuó.

“Eso es Altihex,” dijo alguien cerca.

“Pero, ¿qué está pasando?

En una de las pantallas, Orion Pax pudo ver que las milicias de Altihex habían respondido. Batallas brutales se llevaban a cabo en toda la ciudad. Otras grabaciones aparecieron en cada porción de pared disponible, y centenares de diferentes perspectivas sobre los eventos se mostraron. Desde su posición en el muro del pozo, Hydrau primero se veía molesto, y luego sorprendido.

“Parece una guerra civil, ¿verdad?” dijo Megatron.

Orion Pax se giró para verlo de frente, enfurecido. “Pareces feliz.”

“No. Lamento a los muertos justo como cualquier otro cybertroniano haría.” Megatron apuntó a una de las pantallas, donde fuerzas de defensa civil concentraban sus ataques en un par de cybertronianos. Les dispararon en un destello de descarga de iones, con las reservas de sus armas detonándose en el aire como un fantasma. “Esos dos. Yo lloraré por ellos. Tú sólo estás impresionado por sus muertes. Esa es una diferencia entre nosotros, Orion Pax.”

Orion Pax se dio cuenta de que esto era verdad. Había visto imágenes de destrucción, pero aun así no se sentía identificado con ellas emocionalmente… porque aún estaba reclamando libertad como un recolector de datos. Estaba analizando, porque por fin tenía la oportunidad de hacerlo, pero nunca había tenido la oportunidad de sentir.

“Megatron, ¿hasta dónde vamos a llegar?” preguntó, mientras Altihex comenzaba a arder.

“Hasta el sitio al que siempre estuvimos destinados, amigo mío,” dijo Megatron. “Uno jamás se rinde al poder. Debe ser tomado. Y nosotros vamos a hacerlo nuestro.”

Comenzó a caminar hacia la puerta. Reflexivamente, Orion Pax lo siguió. “Ahora es el momento de unirnos a ellos,” dijo Megatron.

“¿Unirnos a la batalla? ¿Por qué?” preguntó Orion Pax.

“No, no unirnos a la batalla. Todavía no.” Megatron hizo una pausa para que Orion Pax lo alcanzara. “Pero debemos ir a Altihex, porque Altihex fue una de las últimas ubicaciones conocidas de la matriz del liderazgo.”

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