Batterer 『TaeKook』

By Laughlotx

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Jeon Jungkook era feliz. Tenía una familia unida, una buena situación económica, buenos amigos y un futuro pr... More

INTRO
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FINAL
OUTRO

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By Laughlotx

Por lo que les dijo un orgulloso Yoongi que se encontraba sacando café de la máquina expendedora cuando llegaron, el bebé pesaba tres kilos con doscientos gramos y medía cincuenta centímetros. Estaba sano, recién bañado, y el parto había sido largo y tedioso, pero todo un éxito.

Por la cantidad de azúcar que estaba echándole al café y sus ojeras, Jungkook supuso que Jimin y él habían estado allí desde que el hermano de este había comenzado con las contracciones.

Lo cual le hizo pensar que habían estado juntos antes de eso.

No pudo preguntar al respecto, porque Yoongi les guió hasta la habitación doscientos diez y abrió la puerta, permitiéndoles el ingreso a una estancia completamente blanca e iluminada.

—Y así es como consigues escaparte por la ventana de tu habitación. —decía una voz. —Pero no intentes sujetarte del árbol o las ramas se romperán. No es divertido. Lo sé por experiencia. Te haces heridas, duelen y...

—Jimin. —reprochó Yoongi, cruzándose de brazos, y le lanzó una mirada al chico que yacía tumbado en la única camilla de la pequeña sala. A pesar de sonreír, parecía exhausto. —Deberías prohibirle que le enseñe esas cosas a tu hijo.

Jimin abandonó su puesto junto a pequeña cuna en cuanto los vio y prácticamente se abalanzó sobre el café que Yoongi le tendía. El hombre desconocido, quien Jungkook supuso que era el padre que recién había dado a luz al niño, le quitó importancia con un gesto de la mano y amplió su sonrisa, pequeños hoyuelos marcándose en sus mejillas.

—De todas formas voy a poner barrotes en esa ventana. —dijo.

Taehyung se rió en voz alta, diciendo algo como "eso si no los rompes antes" que hizo al aludido reír, dándose cuenta de su presencia.

—Acabo de salir de un parto de cinco horas, Taehyung, no te atrevas a meterte conmigo.

—Tengo que aprovechar que no puedes golpearme. —Se acercó a él y le dio un abrazo amistoso, palmeándole el hombro. —¿Cómo estás, Nam?

—Como es normal, supongo. Como si un camión me hubiera atropellado. —El tal "Nam" le devolvió las palmadas con algo de debilidad, evidenciando su cansancio, y luego su mirada se dirigió hacia Jungkook con un deje de sorpresa. —Oh, tú debes de ser el chico embarazado del que tanto me habla mi hermano.

Jimin asintió efusivamente desde la derecha de Yoongi, sin dejar de sorber su café escandalosamente ante la mirada resignada y enternecida del psicólogo.

—Soy Namjoon. —se presentó el hombre, sus hoyuelos de nuevo a la vista. —Aunque supongo que me conocerás como el hermano de Jimin.

—Sí. —Jungkook se acercó a él y le dio la mano. —Jeon Jungkook, soy amigo de tu hermano. Felicidades.

El hombre asintió.

—Gracias. Lo sé. Me gustaría poder darte consejos de paternidad como hacen todos los que han tenido hijos, pero... —Se encogió de hombros, señalando la bolsa intravenosa colgada a un lado de la camilla y a su propio cuerpo vestido con una bata de hospital. —Acabo de parir y la verdad es que no sé muy bien qué hacer. Jin sí que ha investigado, si tienes alguna pregunta deberías decírselo a él.

Jungkook le agradeció con una sonrisa, aunque realmente no pretendía preguntarle nada a ese Jin. Por ahora, no tenía dudas, y estaba seguro que cualquier cosa que ese hombre hubiera podido investigar él ya la habría leído y releído.

Sí, había tenido mucho tiempo libre.

Jimin, Yoongi y Namjoon se enfrascaron en una conversación sobre los cuidados de los recién nacidos, y él aprovechó para acercarse a la cuna despacio. El bebé consistía en un bulto enredado en ropitas blancas del que sobresalía una cabeza pequeñita y con un poco de pelusa. Tenía los ojos cerrados, las manos hechas puñitos a ambos lados de su cabeza y Jungkook deseó comprobar si tenía la piel tan suave como parecía.

Era minúsculo en la paz de su sueño. Totalmente vulnerable ante cualquier peligro. Totalmente... precioso.

—¿Dónde está Jin, por cierto? —preguntó Taehyung, y sólo cuando su aliento le rozó la oreja Jungkook se dio cuenta de que estaba justo detrás de él. Sonrió.

—Ha ido a pedirle al enfermero una manta más. Hace un poco de frío y se ha puesto paranoico porque he estornudado. —La voz de Namjoon sonó tal y como sonaba la de Sooyoung cuando rodaba los ojos. —Basta con que digan que mis defensas estarán bajas unos días para que se vuelva loco.

Jungkook escuchó el bufido burlón de Taehyung y se rió, porque ese era exactamente su comportamiento con respecto a la salud. Irónico. El bebé se removió y él se giró hacia Namjoon antes de correr el riesgo de despertarlo, pero este le sonrió, señalando la cuna.

—¿Quieres cargarlo, Jungkook?

—¿En serio?

—Pues claro que sí. —Se adelantó Jimin, y Namjoon asintió. —¿Para qué otra cosa crees que os he invitado? Vas a tener un bebé igualito, necesitas práctica.

Jungkook quiso rechazar la propuesta amablemente, pero se encontró con que tenía ganas reales de cargar al niño. Miró a Taehyung y este se encogió de hombros hacia él, sonriendo.

Vale.

Se acercó a la cuna de nuevo y vio que el bebé ya estaba despierto, devolviéndole la mirada con ojos grandes y curiosos, profundamente azules. Casi como si le retara a hacerlo. Tras repasar internamente la información aprendida sobre el manejo de los recién nacidos, metió las manos y lo sacó.

Era más sencillo de lo que imaginaba. El niño era ligero y se acoplaba bien contra su pecho, acurrucado y calentito entre sus brazos. Además estaba tranquilo, lo cual fue un punto a su favor. No estaba seguro de cómo habría reaccionado si se hubiera puesto a llorar por su culpa.

—Es precioso, Namjoon. —No pudo evitar comentarlo cuando el bebé gorjeó suavemente, apretándose contra él.

¿Estaba mal si lo robaba?

Taehyung se acercó y le tocó la mejilla al niño.

—¿Cómo se llama? —preguntó.

—Doyoung. —dijo Namjoon, sonando lleno de orgullo.

—Hola, Doyoungie. —Taehyung le picó la nariz. —Hola, bebé.

Como si reconociera su propio nombre, el niño enrolló los deditos de su mano alrededor de su pulgar, con los ojos apenas abiertos. Jungkook sonrió, enternecido, y lo meció un poco para que se durmiera del todo.

—¿Por qué interactúa más con vosotros que conmigo? —Se quejó Jimin en voz alta. —Se supone que yo soy su tío.

Cuatro claros "shh" le hicieron callar.

Lo mejor de los bebés recién nacidos, a su manera de ver, era la facilidad que tenían para dormirse en cualquier situación. En apenas unos segundos, estaba completamente inconsciente, aún aferrado con todas sus escasas fuerzas al dedo de Taehyung, que parecía hipnotizado. No podía culparle. Él también lo estaba.

—Ya estoy aquí. —anunció una voz. Un hombre cargado con mantas entró en la estancia, depositándolas a los pies de Namjoon antes de darle un beso en la mejilla. Luego les miró y sonrió. —Taehyung, hace meses que no te veo.

—Hola, Jin.

—¡Oh, y seguro que tú eres Jungkook! —El hombre aplaudió cuando Jungkook asintió, procurando no moverse mucho. —Soy Seokjin, el esposo de Nam. Jimin nos ha hablado muchísimo de ti y...

—¿Podéis dejar de avergonzarme frente a las personas que me caen bien? —preguntó Jimin. Se había sentado en una silla y tenía los brazos cruzados, una mueca molesta en la cara. Seokjin lanzó un cariñoso "te quiero, cuñado" y luego se volvió hacia ellos de nuevo.

—¿Os gusta Doyoung? —inquirió, señalando al bebé durmiente. —Ha nacido hace unas horas y lo único que ha hecho ha sido comer y dormir.

Y, así de fácil, Jungkook estaba totalmente incluido en una conversación familiar y amistosa. Namjoon era agradable a pesar de estar cansado, ofreciéndoles más y más temas para hablar a pesar de que probablemente deseaba dormir, y su esposo no se quedaba atrás. En ese sentido, se parecía más a Jimin que su propio hermano, parloteando sin parar.

En algún momento de la mañana le dio el bebé a Taehyung. No quería acapararlo y sus brazos estaban cansados, así que dejó que él lo cargara, y entonces... la imagen le golpeó.

Fue extraño. Había algo en ello, no sabría cómo explicarlo. No era sólo que el hombre le estaba haciendo carantoñas y mimándole en voz bajita, era todo. La suavidad con la que lo sostenía, la dulzura con la que lo trataba. Taehyung con un bebé era algo bonito que le provocó algo en lo que no quiso indagar.

No podía permitírselo.

Por eso, cuando Seokjin captó su mirada y preguntó si estaban juntos con la más pura de las inocencias, Jungkook no quiso dejar nada en el aire.

—O-Oh, ¿Taehyung y yo? —El hombre asintió y él negó con la cabeza. —No, por supuesto que no. Nosotros, ah... Él y yo no estamos... No. No.

No.

Taehyung se mordió el labio y rió un poco entre dientes, sin gracia.

Ninguno de ellos vio la mirada tierna de Namjoon.

.


—Así que tú eres el famoso Taehyung. —dijo Yoongi mientras salían del hospital. Namjoon necesitaba dormir y Seokjin se había quedado con él y con el bebé, así que ellos habían decidido salir a comer antes de que Jimin tuviera que volver con su hermano.

Jungkook miró al psicólogo extrañado. Hacía una semana había salido con Sooyoung y con él (porque Jimin debía terminar papeleo en el hospital) y juraría haberles hablado sobre que estaba viviendo con Taehyung temporalmente y sobre el estado de su relación, a pesar de que ella ya lo sabía.

—¿Te has dado cuenta ahora? —preguntó Jimin, soltando una risita. —¿No cuando entraron en el hospital juntos ni nada de eso?

Yoongi encogió un hombro.

—No lo pensé. —dijo. —Creí que era cualquier amigo tuyo o de tu hermano y que habían venido juntos.

Jungkook pestañeó, mirando hacia el frente para no chocar con las personas de los pasillos a pesar de que lo único que quería era mirar a su amigo como si se hubiera vuelto loco. En su lugar, dijo:

—Sois el uno para el otro.

Jimin se sonrojó y Yoongi giró la cabeza hacia un lado con rapidez.

Jungkook se mordió el labio para no sonreír.

Pillados.

.


—No me puedo creer que esos dos estén juntos. —soltó Taehyung, dejándose caer en el sofá en cuanto puso un pie dentro de casa. Jungkook rió, cerrando la puerta a su espalda. —Jimin lleva años detrás de él. Me llamaba cada día para decirme lo amable que había sido Yoongi con él, lo bonita que era su sonrisa, el número de palabras que le había dirigido, lo dulce que había sido con su paciente, bla, bla, bla. Me siento como si estuviera viéndolo crecer.

—Eso es porque le estás viendo crecer.

Taehyung hizo un puchero.

—Va demasiado rápido.

—Eso no importa, se quieren. —Jungkook se encogió de hombros, dejó su chaqueta sobre el armario y se sentó junto al hombre, que se cruzó de brazos.

—No tiene edad para querer a alguien. —dijo.

—Es mayor que tú.

—¡No mentalmente! —Se giró hacia él con los ojos entrecerrados. —¿De qué lado estás?

—Del correcto. —Taehyung abrió la boca, pero la cerró al ver su mueca de incomodidad al cruzar las piernas. Le pasó un cojín y Jungkook le sonrió, acomodándolo tras su espalda. Cada vez aguantaba menos tiempo en la misma posición antes de sentir la necesidad de disipar la tensión en sus músculos. —De todas formas, ya has oído lo que dijo. Aún no están juntos oficialmente.

Pero ambos pensaban lo mismo: aún.

No habían conseguido demasiada información, pero daban por hecho que la cita que habían tenido había ido bien. Muy bien. Tan bien, que se había repetido. Jungkook nunca había visto a Jimin sonreír tan grande como lo hizo esa tarde al convencer a Yoongi para cargar a Doyoung, y definitivamente había que estar ciego para no ver que no era algo unilateral.

Taehyung y él habían apostado. Si esa pareja era oficial para antes del nacimiento del bebé de Jungkook, Taehyung aceptaría cocinar con él uno de sus platos más complicados. En cambio, si lo era antes de un mes, Jungkook... Bueno, él se teñiría el pelo.

Le echó un vistazo al cabello azul del hombre mientras este ahuecaba el cojín y sonrió un poco cuando él le miró, recibiendo una sonrisa dulce a cambio.

—¿Qué? —preguntó Taehyung, su voz suave y sus ojos mansos. Jungkook negó con la cabeza.

—Nada.

—No, en serio, ¿qué? —Jungkook negó otra vez, riendo, y Taehyung se inclinó hacia él. —¿Por qué me miras así?

—No me puedo creer que Jimin no se diera cuenta de que tú eras... tú. —Se encogió de hombros, como si no tuviera verdadera importancia. —Podríamos habernos visto mucho antes.

Los hombros de Taehyung bajaron un poco y Jungkook no tuvo duda alguna de que había entendido por dónde quería ir.

—Kook, yo...

—No estoy enfadado. —Le cortó. Y era cierto. No estaba enfadado, ni molesto, ni siquiera un poco herido porque Taehyung no hubiera intentado contactar con él o porque hubiera ido al juicio sin decirle nada y se hubiera marchado de la misma forma. No podía encontrar en sí mismo ni un poco de quemazón al respecto, todo lo contrario: Estaba agradecido.

Si Taehyung hubiera cedido ante sí mismo y hubiera contactado con él, Jungkook probablemente no hubiera terminado su terapia. Por lo menos no de la manera en la que lo hizo, la correcta.

—Fue... difícil. —musitó Taehyung, lanzándole una sonrisa fugaz y amarga. Sus ojos eran sinceros. —Yo también quería llamarte a todas horas.

Pero no lo habían hecho. Ninguno.

Habían sido fuertes y superado la tentación que los carcomía.

Y su recompensa era aquella conversación.

De modo que indagaron en ello a modo de catarsis.

—Siempre estuvimos centrados en mí. —susurró Jungkook. —No digo que eso no esté bien, porque yo era el que necesitaba ayuda y tú el que querías dármela, pero nunca llegué a preguntarte cómo te sentías. Sólo lo daba por hecho.

Hablaron durante horas, sincerándose sobre lo ocurrido ahora que no había una presión llamada Yugyeom detrás de ellos, acechándolos como una sombra. Hablaron sobre lo que pasó esa noche, sobre los errores que habían cometido durante toda su relación, sobre los buenos momentos, los malos, sobre el punto de vista que el otro había tenido en todo momento y sobre todo sobre esos cuatro meses separados. La conclusión era obvia desde el principio: habían sido necesarios.

Pero ya no más.

Jungkook lloró, lloró mucho, y lloró más todavía cuando Taehyung lloró también, y más aún cuando se abrazaron y pudo olerle y sentirle bajo la yema de los dedos.

Dios, no sabía cómo había podido sobrevivir esas tres semanas a su lado sin un abrazo así.

Y ahora se sentía incluso mejor. Como si se lo mereciera. Como si esa felicidad fuera su recompensa.

Ya no más.

Ahora Jungkook escuchaba con atención lo que Taehyung tenía que decir sobre cómo se sentía cada vez que lo veía marchar, esas veces en las que pensó en él, en las que quiso pedirle a Sooyoung el horario de sus sesiones, lo mucho que le costó dejarle a pesar de saber que era lo correcto, y podía sonreír entre lágrimas sabiendo que el camino duro había terminado. Que hablar de todo ello como las personas adultas que eran cerraba el ciclo.

Ahora Jungkook podía sonreír entre lágrimas sabiendo que, aunque Taehyung nunca fuera a comprender del todo cómo se había sentido, aunque él nunca hubiera tenido la fuerza de voluntad para hacer lo que ese hombre hizo por él, lo estaban intentando con todas sus fuerzas. Eso era más que suficiente.

Y, mientras Taehyung se sentaba a su lado, esta vez con una caja de pañuelos en la mano, Jungkook no tuvo miedo de inclinarse hacia él y dejar reposar la cabeza en su hombro.

Él sonrió.

.


Al abrir los ojos, Jungkook experimentó durante un mínimo instante esa sensación de confusión y miedo cuando no sabes dónde estás. Al segundo siguiente, se ubicó en la habitación de invitados de Taehyung, su habitación, y supuso que el hombre le había llevado hasta allí después de quedarse dormido contra él esa noche.

Inconscientemente, sus mejillas se calentaron.

Estaba más gordito. ¿Cómo había podido cargarle? ¿Lo habrá notado?

Giró perezosamente para mirar la hora en el reloj de la mesita, que marcaba las 03:29, y luego volvió a...

Espera, ¿las 03:29?

Jungkook frunció el ceño, frotándose los ojos. ¿Por qué se había despertado en mitad de la noche? No era nada tan raro, pero no era una persona que sufriese de insomnio o de algún otro trastorno del sueño. Él nunca se despertaba de madrugada sin una razón y mucho menos desde que estaba...

...embarazado.

Movió las piernas, sintiéndolas entumecidas, y lo notó.

Lo notó y el mundo paró por un instante.

Prácticamente voló de la cama al suelo y salió disparado hasta la habitación de Taehyung, en pánico interior, sin parar para encender las luces e importándole poco si chocaba contra algo en su camino porque Dios, oh, Dios, Dios.

—Taehyung. —Casi chilló, zarandeándole. —Taehyung, Taehyung.

Él murmuró y entreabrió los ojos, descolocado.

—¿Kook...?

—Taehyung, estoy sangrando.

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