Batterer 『TaeKook』

By Laughlotx

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Jeon Jungkook era feliz. Tenía una familia unida, una buena situación económica, buenos amigos y un futuro pr... More

INTRO
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FINAL
OUTRO

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By Laughlotx

—Ow. —Jimin chilló. —¿Hicisteis el amor?

Obviamente había dejado la historia tras el beso, no iba a dar detalles de su vida íntima con ellos por más psicólogos que fueran. Sin embargo, su vergüenza palpable fue tan visible que no hizo falta que lo dijera.

Jungkook, rojo como un tomate desde el cuello hasta el nacimiento del cabello, asintió.

—Yoonie, ¿has oído eso? Hicieron el amor... —Yoongi rodó los ojos y miró a Sooyoung, quien se mordía el labio, sonrojada.

—¿Tan celoso te pusiste al verme? —preguntó.

Jungkook asintió, con una pequeña mueca en los labios.

No estaba muy seguro de lo que había sentido en ese momento, porque estaba seguro de que Taehyung no era el tipo de persona que juega con los sentimientos de los demás, pero por otro lado él le había rechazado el día anterior, por lo que era comprensible si decidía pasar página. Tenía todo el derecho a hacerlo.

Solo que eso le habría destrozado.

—¿Entonces? —Jimin parecía un niño pequeño escuchando su cuento favorito. —¿Qué pasó después?

—Me quedé con Taehyung todo el día. Vimos una película, comimos, hablamos...

—¿Sobre vosotros? —inquirió Yoongi, casi arrancándole la libreta de las manos a Jimin.

—Sí, entre otras cosas. —Se encogió de hombros, con una sonrisa tirando de sus labios.

—¿Y bien...?

Bufó ante la insistencia de Jimin, pero en realidad estaba sonriendo.

—Era real. —dijo. —No sé cuándo me enamoré de él, si fue antes de estar juntos, después o si ya lo estaba desde el principio, pero era... —Tragó saliva, apretando los labios. —No me sentía en la tierra cuando estaba con él y no sé qué había hecho para merecerlo.

Jungkook no recordaba haber tenido nada asegurado en su vida. Sabía que todo lo bueno que pudiera experimentar se iba a terminar con el tiempo, pero con Taehyung fue distinto. Se sentía tan liviano, tan feliz. Pasara lo que pasara en casa, tenía la seguridad de que Taehyung, sus besos, sus abrazos y sus palabras bonitas le estarían esperando a la mañana siguiente. Taehyung era lo único que consideraba como objetivamente bello. Eso era poesía.

Eso era más de lo que había tenido nunca.

Los tres psicólogos (o los dos psicólogos y el practicante) sonrieron.

—¿Yugyeom se enfadó contigo por irte sin avisar? —preguntó de nuevo Yoongi, y Jungkook negó, sintiendo la garganta seca ante los recuerdos de esa época con Taehyung.

—Él ni siquiera lo notó. —masculló con la cabeza en otra parte. —Estaba muy ocupado. Supongo que se marchó sin despedirse, como solía hacer si no era yo el que me acercaba, así que no se dio cuenta de nada.

—¿Nunca supo de vuestra aventura? —Esta vez Jimin hizo la pregunta, recibiendo una sonrisa de aprobación por parte de Sooyoung. A Jungkook debería haberle parecido mal por acabar de ser utilizado como una práctica, o por la utilización de ese término que tan poco le gustaba, pero de alguna forma las mejillas alzadas por la sonrisa en el rostro de Jimin le causaron demasiada ternura como para hacerlas desaparecer.

Negó con la cabeza, verbalizándolo cuando Yoongi hizo un gesto hacia la grabadora. Siempre se le olvidaba.

—Deberíamos terminar ya. —señaló Sooyoung. —Se nos está haciendo tarde, estamos cansados y mañana es el juicio de Yugyeom.

Jungkook suspiró cuando los otros dos le miraron con curiosidad. Sabía que en algún punto iban a tocar ese tema, pero no por ello estaba más preparado.

—Estoy todo lo bien que puedo estar. —repuso antes de que preguntaran. —No quiero verle, pero es un mal trago que tengo que soportar para poder pasar página. Si quiero que pague por lo que me ha hecho y que no se lo haga a nadie más, entonces debo hacerlo.

Todos asintieron, Yoongi apagó la grabadora y establecieron la siguiente sesión para el día siguiente al juicio. Jungkook salió de la sala algo más tranquilo, a pesar de que la cercanía de ese acontecimiento le ponía la piel de gallina, y con la sensación de que ya quedaba poco para terminar con esas sesiones.

Cada vez quedaba menos que contar.

Jungkook se asustó al ver el enorme reloj de la fachada del edificio de delante del hospital. ¡El tiempo le había pasado volando! No tuvo que esperar ni dos segundos para que llegara el autobús, como solía hacer, sentándose en el banco frente a la carretera y pensando en lo que había contado, preguntándose si había dado demasiados detalles, felicitándose a sí mismo por el esfuerzo que hacía al hablar mientras se martirizaba con recuerdos tan dulces como amargos.

Bueno, eso último lo hizo en cuanto encontró un asiento libre en el autobús y sus ojos se perdieron en el paisaje a través de la ventana.

Corea del Sur, 26 de Noviembre del 2019, 11:34. Seis meses antes.

Jungkook frunció el ceño, su sonrisa resbalando cuando encontró una nota pegada a la puerta de la casa de Taehyung.

"Hola, bonito.

Ayer me asignaron un turno de noche otra vez, así que si lees esto es porque aún estoy durmiendo. Hay cerveza en la nevera y he comprado tus galletas favoritas, están en el primer cajón a la derecha.

Te quiero."

Esta última frase estaba escrita con trazos ligeramente irregulares, como si la persona que la escribió hubiera estado nerviosa a la hora de hacerlo. Jungkook podía imaginárselo haciendo siete notas diferentes para ver cuál estaba mejor, y estaba seguro al noventa y nueve por ciento de que lo había hecho como mínimo dos.

Entró en la casa, dejó los zapatos y la chaqueta en la entrada sin hacer ruido y fue directo a la habitación de Taehyung.

Allí, en la oscuridad del lugar, a duras penas era visible un bulto bajo las mantas.

Jungkook sonrió.

—Taetae... —canturreó en voz bajita, tumbándose sobre él con cuidado. —Buenos días, dormilón.

Taehyung no se movió, así que Jungkook comenzó a presionar los labios contra su nuca cálida, mimándolo un poco.

—Buenos días... —repitió.

Le abrazó y pegó la mejilla en el espacio entre sus omóplatos, disfrutando de lo calentito que estaba.

El bulto envuelto en mantas se retorció, gruñendo.

—Todavía no. —protestó con voz somnolienta, y Jungkook se rió contra su hombro.

—Eres un oso perezoso.

—Mh, ¿te quedas conmigo? —Taehyung rodó sobre su hombro izquierdo a modo de invitación y Jungkook, tras resoplar con una sonrisa, se introdujo en el lío de sábanas junto a su cuerpo. —Estoy tan cansado.

—Duerme. —Jungkook le besó el cabello.

—Ojalá pudiera...

Eso lo hizo sentir un poco culpable por haber interrumpido su descanso, ya que sabía que al hombre le costaba mucho volver a dormirse una vez se despertaba. Y estaba visiblemente agotado, con las ojeras oscuras y extendidas y la sonrisa caída, los ojos cerrados como si abrirlos fuera una tortura.

Jungkook lo atrajo hacia sí.

—Duerme, cariño. —insistió, encontrándose a sí mismo contagiado por el ambiente hogareño cuando los pulmones se le llenaron de su olor, tan suave y masculino.

Taehyung giró para tumbarse hacia arriba y Jungkook se acopló con rapidez a su movimiento, girando para quedar contra su costado. Se apoyó en su pecho con naturalidad y un brazo le rodeó la espalda.

Pasaron unos momentos así, sin decir nada y sin prestar atención a nada más que sus respiraciones profundas en el silencio de la habitación. Él se entretuvo dibujando figuras imaginarias en la camiseta de dormir del hombre, con el palpitar de su corazón contra el oído y su calor alrededor.

Sabía que así no tardaría mucho en dormirse.

—¿No es genial? —escuchó decir a Taehyung un rato más tarde, sacándolo de su estado ya no despierto pero todavía no dormido.

—¿El qué?

—Esto. —Hizo un esfuerzo para ver a qué se refería, abriendo los ojos con dificultad y mirando, pero sólo vio oscuridad. Hizo un ruido confundido, demasiado adormilado como para preguntar en voz alta. —¿No es esta la forma perfecta de despertarse todos los días?

Jungkook sonrió y apretó su sonrisa contra el cuerpo del hombre como si este pudiera verla. Taehyung era tan cursi a veces. No tenía filtro. Jungkook tenía la teoría de que, a base de leer y recitar poesía, había alimentado su lado tierno. Este último empujón sumado a que ya era apasionado de por sí, lo habían terminado transformado en un romántico empedernido.

El hombre llevó la mano a su cabello e introdujo los dedos, masajeándole el cuero cabelludo.

Jungkook quería ronronear.

Aunque la finalidad de acurrucarse con Taehyung fuera en un principio ayudarle a descansar, su cadencia grave, su calor, sus caricias perezosas y la mínima vibración de su pecho al hablar le estaban acunando como a un bebé.

—Mientras estaba de guardia leí algo... Un poema. —continuó el hombre. Su voz era pausada y densa, ocupaba todo el espacio de la habitación sin necesidad de alzarla. Era como si todos sus músculos se relajasen al escucharle. —Estaba buscando uno para la próxima vez que vinieras, y encontré algo fantástico.

—¿Mh?

—"Detente, instante, eres tan hermoso".

Jungkook respiró hondo, con un cosquilleo en el vientre. Se estiró un poco, en parte para desperezarse y en parte para alcanzar el mentón de Taehyung, donde dejó un beso antes de volver a tumbarse con los ojos cerrados. Pudo escuchar su sonrisa.

—Duerme, Taehyung. —musitó.

Sorprendentemente, obedeció. O al menos eso quiso hacerle creer, porque cuando Jungkook se irguió para besar su sien despacio, para apartar el cabello ya más corto de su frente e inclinarse para susurrar su primer "yo también te quiero", aún pudo sentir cómo su pecho colapsaba durante un instante.

Un instante hermoso.

Actualidad.

—¡Jungkook!

Esa voz lo sacó de sus pensamientos y paró justo cuando ya tenía un pie en su puerta, a punto de entrar en casa. Acababa de bajar del autobús y, como llovía un poco, había corrido los escasos cien metros que separaban la parada de su hogar.

Poco le costó darse cuenta de que Jimin le había seguido en coche y ahora correteaba por su jardín usando las manos para cubrirse.

—Menos mal que me has oído. —soltó al llegar, jadeando, apoyado en sus rodillas. —Llevo llamándote un buen rato.

—¿Me has seguido desde el hospital?

Jimin asintió como si fuera lo más natural del mundo.

—Quería hablar contigo. —dijo. —Pero cuando salí a buscarte ya habías subido al autobús, así que me subí al coche y lo seguí. Pensé que ibas a bajarte en la primera parada pero... bueno, aquí estamos. Una vez comenzada la persecución no iba a darme la vuelta, ¿verdad?

Jungkook pestañeó.

—Quería hablar contigo. —añadió Jimin tras unos segundos de silencio.

Bueno, por extraño y ligeramente perturbador que fuera, técnicamente no había nada de malo en... hablar con alguien que te ha seguido durante veinte minutos.

—Vale... —aceptó, aún reticente a creer que algo tan surrealista estaba ocurriendo. Jimin sonrió.

—Bien, uh... Había pensado en ir de compras hoy, pero he perdido un poco de tiempo al venir a hablar contigo y... además... no sé cómo comenzar con esta conversación, así que... ¿Vamos al centro comercial?

.

Jungkook no sabía cómo, pero el hecho es que sólo había pasado dos horas con Jimin y ya se encontraba encerrado en un probador, desnudo, mirándose al espejo y observando indeciso los diferentes tipos de lencería que el chico había escogido para él.

Increíble.

—¿Jimin? —le llamó en voz alta, observando cómo la suave tela de un salto de cama se deslizaba entre sus dedos. El chico respondió desde los sofás de fuera. —¿Puedes recordarme por qué estoy haciendo esto?

Todo lo que recibió como respuesta fue una carcajada.

Suspiró y se puso a rebuscar entre la ropa. Quería ponerse algo que le tapara lo máximo posible, pero todo lo que encontró fueron corsés lenceros, pantis translúcidos, braguitas que no dejaban nada a la imaginación...

Al final, se decidió por lo primero en lo que se había fijado. Lo levantó y lo apoyó sobre su cuerpo, suspirando otra vez cuando la piel se le erizó al contacto de la tela fría.

Se trataba de un salto de cama azul bastante largo, comparado con las otras piezas de lencería que había desparramadas por el suelo, y estaba en un término medio entre lo translúcido y lo opaco. Era bonito, elegante y amplio, como si se tratara de una bata que le llegaba a medio muslo. Al no tener botones, sino una larga cinta para cerrarlo sobre la cintura, se le hacía más cómodo.

Jungkook se mordió el labio y, sin darse tiempo a pensar, se lo puso.

Era muy, muy suave.

Se dio la vuelta y se miró al espejo.

Bufó como acto reflejo.

Su piel clara resaltaba frente al color oscuro de la pieza, y la longitud hacía sus piernas más largas, más atractivas. Había una franja horizontal que no era de la misma tela homogénea en la que consistía el salto de cama; sino que, rodeando la curva de su cintura, justo encima de las caderas, un delicado encaje azul más suave cubría la zona.

Probablemente era la prenda de más buen gusto que había visto en mucho tiempo.

Y le gustaba.

—¿Sigues vivo?

Jungkook se sobresaltó, dándose cuenta de que llevaba más tiempo del necesario admirando su figura curvilínea en el espejo.

—Dame un segundo, Jimin, ahora salgo. —dijo, distraído.

Le quedaba bien y le hacía sentirse bien, pero había algo que no le convencía del todo.

Jungkook chilló cuando la cortina del probador se abrió de golpe, dejando ver a un Jimin con una gran sonrisa que se desvaneció al verle.

—Oh, Dios mío. —murmuró, sin aliento. —Si ese Taehyung viera esto le daría un infarto.

Jungkook se rió, con las mejillas coloradas, pero cuando la mirada del chico cayó sobre su barriga sintió la necesidad de cubrirse. Se cerró la "bata".

—No creo. —dijo, y realmente no se dio cuenta de la expresión enternecida en la cara de Jimin cuando se posó una mano en el vientre y se miró de perfil en el espejo. —He engordado un poco últimamente.

—Sería preocupante que un embarazado no engordase.

¿Qué?

Jungkook no supo si palideció o si, al contrario, se le subieron todos los colores a la cara, pero algo debió de ver Jimin en su cara a través del espejo que le hizo dar un paso hacia atrás, cohibido, y juntar las manos tras su espalda.

—¿Cómo...? —Jungkook tragó saliva con fuerza para encontrar las palabras. —¿Cómo lo sabes?

El chico se encogió de hombros.

—Mi hermano está embarazado de ocho meses, supongo que pasar tanto tiempo con él me ha hecho experto en estas cosas. —Rió un poco y luego le miró, bajando la mirada. —Pensé que lo sabían todos, lo siento.

—No, no, está bien. Sooyoung lo sabe.

—¿Y Taehyung?

Jungkook se mordió el labio.

—Él también.

El hecho de que no había otra persona lo suficientemente cercana a él como para tener que saberlo era un poco patético.

Jimin sonrió con alivio.

—Deberías comprarlo. —dijo, señalando el salto de cama. —Te queda bien.

—No lo sé. —masculló Jungkook, mirándose aún más a fondo en el espejo. Cuanto más se miraba, más imperfecciones se veía. Hizo un mohín. —No me gusta.

—Eres tan tierno, tonto. —Jimin le dio un golpe en el hombro y señaló su cuerpo en el reflejo. —Y eso es muy sexi.

Tierno y sexi.

Jungkook apretó la boca, su mente traicionera enviándole a donde no debía.

—¿Tú crees? —preguntó, dubitativo.

Jimin sonrió con amplitud.

—Estoy seguro.

.

Si hace unos meses alguien se hubiera acercado a Jungkook y le hubiera dicho que ahora estaría allí, caminando por la calle para acompañar a un amigo a su casa y con una bolsa con lencería recién comprada en la mano, se habría reído.

Se habría reído mucho.

Pero allí estaba, riéndose a carcajadas por la última tontería que Jimin había hecho y por la que había terminado con helado de chocolate esparcido por toda la cara.

Y se sentía ligero.

—No me puedo creer que le hayan puesto tu nombre al hecho de llegar tarde. —se mofó, viendo cómo Jimin se reía mientras se limpiaba el helado con la servilleta que envolvía el cono.

—¡No es culpa mía! Mi jefe me utiliza como chico de los recados sólo por estar de prácticas. No entiende que estoy igual de cualificado que los demás, me trata... como si no sirviera para nada. Que llegue tarde a todas partes es culpa de todo el trabajo innecesario que me obliga a hacer.

Jungkook le miró al escuchar el leve matiz disgustado en su voz.

—Parece insoportable. —accedió, comprensivo. Jimin asintió vigorosamente. —Siempre puedes pedirle ayuda a Sooyoung o a Yoongi, ellos te adoran.

Jimin sonrió, pero no era su sonrisa. Era más amarga, tirante.

—Pero si Yoongi no me soporta. —dijo y Jungkook se giró para mirarle, sorprendido.

—¿Por qué crees eso?

—¿Has visto cómo me trata? Es obvio que está harto de mí.

Jungkook se mordió el labio, sin responder, pero sólo pudo pensar en la forma en la que los ojos felinos de Yoongi observaban con atención la torpeza del practicante, la manera en la que cubría su sonrisa enternecida con palabras hoscas, quizás sin darse cuenta de lo que provocaban.

No quería interferir en su relación de colegas de trabajo, sea como sea eso, pero tampoco le gustaba ver cómo ese chico tan agradable se sentía mal, sobre todo cuando sus sospechas eran falsas.

—Si así es como te sientes quizás deberías hablar con él. —sugirió. —Puede que no se de cuenta de que te influye tanto.

Jimin negó con la cabeza.

—Si le molesto hablar no servirá de nada, pero si no lo hago sólo conseguiré parecerle extraño.

Visto desde su punto de vista, era cierto, pero...

—Quizás si se lo explicas lo entienda.

Jimin negó automáticamente, como si lo hubiera pensado y descartado un millón de veces ya.

Jungkook miró a su alrededor algo turbado, pensando en qué otra cosa decir para cambiar de tema y no incomodarle, pero no hizo falta. Al cabo de unos segundos Jimin le miró y, con voz bajita, cuestionó:

—¿Tú crees que funcionaría?

Él sonrió.

—Estoy seguro.

Ese día Jungkook volvió a su casa cansado, pero con un buen sentimiento floreciendo en su pecho. Ni siquiera se preparó la cena, sino que sacó las sobras de la sopa del día anterior y comió viendo un programa de televisión aburrido mientras pensaba en los acontecimientos del día. Sobre todo lo más importante.

Tenía... un amigo.

¿Tenía un amigo?

Tenía a una persona divertida a la que le caía bien y a la que le gustaba pasar tiempo con él, que le había pedido su número de teléfono y ya le había llenado la galería de fotos de gatos haciendo cosas extrañas.

No se dio cuenta de que estaba sonriendo hasta que se golpeó los dientes con la cuchara.

Levantó la vista justo antes de irse a dormir y vio su nueva adquisición de ropa colgada de la puerta del armario, impoluta. Sin querer, se imaginó a Taehyung viéndole así vestido y se sonrojó violentamente solo de pensarlo, saltando de entre las sábanas inmediatamente para guardar el salto de cama en lo más profundo de su cajón de ropa interior.

Cuando volvió a tumbarse, sonrió.

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