Batterer 『TaeKook』

By Laughlotx

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Jeon Jungkook era feliz. Tenía una familia unida, una buena situación económica, buenos amigos y un futuro pr... More

INTRO
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FINAL
OUTRO

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By Laughlotx

La puerta se abrió y sólo un jadeo salió de la boca contraria.

Jungkook sintió su labio inferior temblar de vergüenza.

—Sé que dijiste... —murmuró en una voz tan baja que le costó oírse a sí mismo, casi podría considerarse rota. —Sé que dijiste que no me quedara aquí a dormir ese fin de semana, pero, ¿puedo quedarme esta noche, por favor? No quiero molestar, y-yo, no es por... E-Es que no tengo otro sitio...

Taehyung le miraba con los ojos muy abiertos desde el quicio de la puerta, sin saber qué contestar. No le culpaba, él también necesitaría unos segundos para procesar si alguien apareciera a las nueve de la noche en su casa pidiendo asilo y con el aspecto de quien acaba de librar una batalla.

Y no la había ganado exactamente.

Ahora que el momento de adrenalina había pasado y sus niveles en sangre disminuido era más consciente del daño físico: Tenía las manos llenas de heridas de defensa que picaban, por meterlas en la trayectoria de algunos golpes. Sentía una capa de sangre seca alrededor de su boca y mentón, naciendo como una cascada macabra desde su nariz, que dolía, y no hacía falta ser un genio para saber que su cuerpo estaba magullado sin necesidad de verlo.

Todo le dolía.

Taehyung reaccionó por fin, tomándolo del brazo para introducirle en el hogar.

Le dio un pañuelo húmedo, le limpió la cara y le echó un vistazo rápido a su nariz para cerciorarse de que no estaba rota.

Y, de pronto, Jungkook se encontró sentado en el sofá con un tazón de leche caliente en las manos y una manta sobre las piernas mientras esperaba a que Taehyung volviera con su botiquín.

Había calor en esa casa, un calor suave y distinto. Era una calidez que hacía eco en forma de protección y, aunque se sentía mal por aparecer así como así y desbaratarle cualquier plan que tuviera para esa noche, su cuerpo adoraba la sensación.

Le dio tiempo a tomar un sorbo revitalizador antes de que el hombre le quitara el recipiente de las manos para poder arrodillarse entre sus piernas con libertad de movimientos, confirmando antes de nada que no había nada tan grave como para tener que ir al hospital. Cuando se dio cuenta de que en su mayoría eran hematomas y algunas heridas, sacó algunas cosas del botiquín y comenzó con su tarea.

La expresión de Taehyung era la misma de cada vez que le curaba: severa, segura y experta, así que no quiso interrumpirle con explicaciones innecesarias mientras le quitaba la camiseta y le untaba cada marca oscura con alguna clase de fría crema transparente, masajeándole con suavidad hasta que la piel la absorbía.

En lugar de eso, se dedicó a observarle en detalle.

Estaba vestido formalmente, como si acabara de volver del trabajo, lo que hizo que se sintiera incluso más culpable por darle más cosas por las que preocuparse cuando lo que probablemente quería era irse a dormir pronto. Tenía la boca fruncida, al igual que la frente, concentrado. Era esa clase de concentración que nadie se atrevería a perturbar. Sus ojos viajaban sin descanso de un lado a otro, sin posarse en los suyos, y sus manos trabajaban de forma sistemática, como si hubiera hecho aquello un millón de veces y se lo supiera de memoria.

Cuando el hombre le puso la camiseta y pasó a examinar su rostro, se dio cuenta de que las manos le temblaban.

—Tae. —protestó en un susurro, pero él continuó pasando los dedos suavemente sobre su mejilla, tratando de girarle el rostro. —Taehyung.

El hombre negó con la cabeza, de pronto más serio de lo que nunca le había visto. Su ceño fruncido se incrementó y pestañeó con rapidez, emitiendo alguna clase de suspiro lastimero que le partió el alma. Jungkook atrapó su mirada justo a tiempo para poder ver sus ojos cristalizándose.

Y se le encogió el corazón.

¿Cómo...?

Abrió la boca, pero no fue capaz de decir nada.

—Joder... —soltó Taehyung. Estaba visiblemente frustrado. Le quitó las manos de la cara y, tomando distancia, miró al techo y respiró hondo.

Jungkook se alarmó. Su piel se sentía vacía sin el tacto de esas manos, aunque solo fuera para curarle, aunque no tuviera ningún matiz de cualquier otro tipo, pero Taehyung se levantó demasiado rápido como para siquiera intentar detenerle en su estado.

—¿A dónde vas? —preguntó aun así, fallando al intentar levantarse. La cabeza le dio vueltas y tuvo que sentarse otra vez.

Él no contestó. Se metió en el baño y se apoyó sobre el lavabo, respirando profundamente.

Jungkook se quedó ahí, inseguro de qué hacer a continuación. De si decirle algo y, a juzgar por lo enfadado que parecía de repente, arriesgarse a un grito, o de si abstenerse a hacer nada. Teniendo en cuenta que el enfado era culpa suya, la última opción tampoco le gustaba.

Jungkook tragó saliva. Intentó levantarse otra vez, pero se mareó. Exasperado, comprendió que la preocupación por Taehyung sumada a la paliza y a lo mucho que le abrumaba la situación le estaba pasando factura demasiado rápido. Pestañeó, momentáneamente con la vista ennegrecida, y se tumbó en el sofá.

El pinchazo disminuyó un poco.

—¿Te duele la cabeza?

Cuando miró, Taehyung le observaba a través del espejo.

—Un poco. —respondió. Su voz apenas fue audible, así que se aclaró la garganta antes de repetirlo, sintiendo su cara enrojecer.

Taehyung chasqueó la lengua.

—Espera. —dijo.

Se acercó a él y Jungkook sintió el roce de su aliento un segundo antes de que presionara los labios contra su frente. Se congeló. Se estremeció y la piel se le erizó al completo.

Fue un tacto suave y efímero, tibio.

Jungkook cerró los ojos.

Cuando quiso darse cuenta, tenía las manos en los antebrazos de Taehyung, sujetándole con suavidad. Él se apartó al instante.

—Sí. —dijo resuelto. —Tienes algo de fiebre.

Le ayudó a incorporarse y le empujó el tazón de leche en el regazo. Jungkook agradeció el calor que emanaba la cerámica entre sus manos. Levantó la mirada a tiempo para ver al hombre perderse en la cocina.

—Bébete eso y ve a mi habitación, ahora te llevo un par de pastillas.

Jungkook obedeció sin rechistar, sintiendo una rara opresión en el pecho que le empapó las mejillas mientras dormía.

Actualidad.

Yoongi silbó de admiración, con la cabeza apoyada en las manos.

—¿Y Yugyeom hacía eso muy a menudo? Pegarte, me refiero. —preguntó.

—No tanto. Lo usual era que las discusiones acabaran con una bofetada o algunos insultos, él me pedía perdón al día siguiente, más o menos, teníamos sexo y luego todo estaba bien hasta la siguiente discusión.

—Menudo gilipollas. —comentó.

—Sí. —Rió un poco. Yoongi alcanzó la libreta y le miró con el bolígrafo en la mano, así que Jungkook se apresuró a dar más detalles. —Esa fue la segunda peor paliza que me dio, la más agresiva después de la que me hizo conocer a Taehyung. No sé por qué, ya que habíamos tenido peleas más fuertes que no tuvieron repercusiones en lo que a mi salud se refiere, pero Yugyeom siempre fue impredecible, sus cambios de humor eran drásticos, así que supongo que no era necesaria una razón de peso para hacerlo.

—Cariño... —Devolvió su atención a Sooyoung, que le miraba con sospecha. —El sexo del que hablas, ¿era consentido?

Jungkook se tensó.

De todas las preguntas posibles, esa era la que menos le apetecía contestar.

¿Qué importancia tenía eso? Hubiera sido consentido o no. No cambiaba nada. No tenía nada que ver con todo lo que había pasado, no era la razón por la que estaba allí. Eso no... No...

Apretó los puños.

—Oye... Recuerda que solo podremos ayudarte si te abres. La última vez lo hiciste muy bien, ¿recuerdas? —Sooyoung le sonrió con amabilidad. — Estamos avanzando un montón, Jungkook, estoy segura de que terminaremos con esto muy pronto, pero para eso tienes que esforzarte. Sé que no quieres estar aquí, pero nadie te está obligando. Queremos ayudarte, cariño, y para eso necesitamos saber lo que te ha pasado.

—Todo. —añadió Yoongi. —Todo lo que te ha pasado.

Odiaba ser débil.

Lo odiaba, Dios. Lo odiaba.

Odiaba haber sido débil cuando se fue de casa. Odiaba haberlo sido cuando cedió a no visitar a su padre, cuando la actitud de Yugyeom cambió y se negó a darse cuenta. Odiaba todas y cada una de las veces en las que su novio le tocó sin dulzura, sin amor, sin todas aquellas cosas que hacían falta para tocarle de las formas en las que lo hizo. Odiaba no haber hecho nada para pararlo.

Y ahora tenía la oportunidad de arreglar eso.

Ahora podía ser fuerte.

Podía aprender a serlo para siempre.

—¿Jungkook...?

—Dependiendo de la discusión y de lo que me hubiera hecho, él tardaba más o menos tiempo en disculparse. —dijo tras tomar aire. —Yugyeom solía decir que "una pareja sana tiene sexo una vez a la semana", así que estuviéramos reconciliados o no, lo teníamos.

—¿Pero tú estabas de acuerdo con ello?

Yoongi le dio un golpe disimulado a Sooyoung, mandándola callar entre dientes para no atosigarle.

—Yo... Es complicado, ¿sabes? Pocas veces dije que no, pero que no lo hiciera no significaba que quisiera. —Ambos asintieron. —El par de veces que dije que no, al principio de nuestra relación, él no me obligó, pero se comportaba tan mal conmigo durante los días siguientes que terminé aceptando que tener sexo con él era mi deber como su pareja. Tarde o temprano él se dio cuenta de eso, y a partir de ahí simplemente me lo decía y lo hacíamos. Y yo no me negaba.

Era escueto, pero era lo mejor que podía darles.

Sooyoung se masajeó las sienes.

—¿Cuántas de esas veces...? —preguntó. —¿Cuántas de esas veces tú realmente querías?

Jungkook apartó la mirada.

—No recuerdo ninguna. —musitó.

Yoongi maldijo entre dientes y, cuando le miraron, farfulló unas disculpas mientras escribía con furia sobre el papel de la libreta.

—Vale, eh... Sólo por asegurarnos, Jungkook: ¿No hubo ninguna vez en la que dijeras "no" y él te obligara? Confía en nosotros.

Tener los recuerdos de todas esas veces en las que Yugyeom se le acercaba, le susurraba asquerosidades al oído y se lo llevaba a la cama le provocaba náuseas, pero a su vez era agradable ver desde esa perspectiva cómo las cosas habían cambiado, la diferencia entre la forma en la que lo veía antes y en la que lo veía ahora.

Por ese entonces le dejaba hacer lo que quisiera con su cuerpo porque técnicamente... era suyo. O al menos creía serlo. O él le había obligado a creerlo. Eso era lo de menos. Ahora se valoraba, ahora veía con claridad que el sexo no era una obligación, sino algo que las dos partes debían disfrutar por igual, algo agradable que les uniera y les ayudara a enamorarse más y más a medida que pasaba el tiempo.

El problema yacía justo ahí, en la parte de enamorarse.

Desde que lo conoció, sus padres vieron algo horrible en él, en cómo le trataba, pero Jungkook no les creyó. En su ignorancia adolescente con tan sólo dieciséis años pensó que lo único que buscaban era alejarle de Yugyeom.

Él sólo amaba que Yugyeom le prestara atención cuando sus padres no lo hacían por el trabajo o por su hermano de diez años, que le considerara algo intocable para nadie más que él. Él sólo... perdió el amor de su familia al comenzar a estar con Yugyeom y buscó sentirse apreciado en alguien. No era amor, no era amor... sano.

Quizás lo había comprendido tarde.

—Un par de veces. —respondió al cabo. —Pero, cuando comenzaba sin mi consentimiento, yo terminaba cediendo para no sentir... que no me respetaba. Era como un mecanismo de defensa para no darme cuenta de lo que de verdad estaba ocurriendo.

Yoongi maldijo de nuevo, pero esta vez ninguno le miró mal.

—Está bien. —Sooyoung tomó la iniciativa. —Y... ¿qué pasó después de que fueras a casa de Taehyung?

Jungkook sintió un gran peso menos sobre los hombros. Sus comisuras se levantaron, casi como si fuera a sonreír.

Por dentro... se sentía un poco mejor.

—Yo me fui por la mañana, antes de que se despertara, y me fui a mi casa para no causarle más problemas. A partir de ese día apareció una tensión extraña entre nosotros. Yo notaba que él se estaba aguantando algo dentro, eso me puso nervioso, y Taehyung... No sabía cómo estaba y él no me lo decía, lo cual me molestó aún más.

—Esa es una mezcla muy inestable. —dijo Yoongi, aún con muestras de su mal humor, pero con una media sonrisa en la boca.

—Sí. —Sonrió, pero luego recordó lo que venía a continuación. —Como supondréis, no tardó en estallar.

Corea del Sur, 2 de Octubre del 2019, 12:36 a.m. Siete meses antes.

Jungkook estaba harto. Estaba harto. Llevaba dos semanas intentando por todos los medios penetrar en la extraña coraza que Taehyung llevaba desde el día en el que se quedó a dormir en su casa, pero él no estaba por la labor.

En realidad su actitud hacia él no había cambiado tanto, eran más bien matices, pequeños detalles que marcaban la diferencia. Hablaban y conversaban como antes, pero Taehyung ya no se esforzaba por debatir los temas en los que no coincidían. Si Jungkook intentaba jugar, ser divertido o hacerle reír, la forma en la que el hombre le seguía el juego era totalmente desinteresada. Simplemente Taehyung estaba siendo tan... condescendiente con todo. Era desquiciante.

Ya no le recitaba poemas al llegar, ya no buscaba pretextos para abrazarle, para piropearle con su habitual actitud juguetona y arriesgada que le hacía sentir tan bien aunque estuviera tan mal y ya ni siquiera parecía que hubieran sido así de cercanos alguna vez. Se comportaba de manera distante, pasiva y totalmente desmoralizante.

Y estaba harto.

Ese día, cuando Taehyung le abrió la puerta y le miró sin expresión, como últimamente hacía cada vez que le veía, Jungkook entró sin decir una sola palabra.

Rodó los ojos tras escucharle vociferar un "Adelante, por supuesto, no hay problema" desde la entrada, pero se contuvo antes de contestar con más sarcasmo aún.

—Tenemos que hablar. —dijo cuando el hombre llegó.

—¿Vas a romper conmigo?

—No estoy jugando, Taehyung.

Y él debió de notarlo, porque se acomodó en el sofá suspirando pesadamente.

—¿Qué ocurre? —preguntó con algo más de seriedad.

Jungkook se relajó.

Bien, vale. Eso era más de lo que esperaba conseguir.

—¿He hecho algo malo?

Taehyung le miró con expresión neutra unos segundos, pero luego su boca se rompió en una pequeña carcajada incrédula.

—¿Qué? —graznó. Jungkook, sintiendo una pequeña oleada de indecisión ante ello, cruzó los brazos frente al pecho.

—No veo otra razón por la que debieras tratarme así. —dijo. Y, si lo hubiera pensado, se habría dado cuenta de la diferencia obvia que había en sí mismo cuando se trataba de enfrentarse a Yugyeom y cuando se trataba de Taehyung. —¿Qué he hecho para que seas tan... así?

—¿Así?

—Sí, así, es... Frustrante. No entiendo qué te pasa. Sería más fácil si me ignoraras, pero ni siquiera lo haces. No me gusta. No lo entiendo.

Taehyung le escrutó con la mirada desde su posición y Jungkook se sintió expuesto desde la suya, que se suponía que era superior. Se abrazó a sí mismo y miró hacia otra parte, haciendo un puchero involuntario, porque si seguía viendo cómo la luz hacía que el pelo del hombre rasgara reflejos dorados sobre sus ojos perdería el hilo de la conversación.

Se sobresaltó al sentir la suavidad de la yema de unos dedos acariciándole el brazo, haciéndole estremecerse cuando el hombre le rodeó y, escrutándole con cautela, deslizó los dedos hacia abajo, hacia su vientre.

Quiso decir algo, pero Taehyung se acercó un paso y las palabras murieron en su garganta.

—No sabía que te estaba afectando. —dijo Taehyung, acariciándole tentativamente sobre la camiseta en aquel lugar en las costillas en el que, hacía semanas, el moretón más grande le surcaba la piel. —Lo siento, Kook, yo... Yo tampoco sé muy bien por qué.

Jungkook tembló.

—¿A-Ah?

Taehyung se puso frente a él, levantó la mirada un segundo, evaluándole, y luego se mordió el labio por dentro como si intentara decidirse entre hablar o no.

Por suerte, lo hizo.

—La noche que te conocí, cuando abrí la puerta y te desmayaste, me asusté. Antes de que te despertaras y me lo explicaras llegué a pensar que había habido un ataque y que tenía a un prisionero de guerra refugiado en mi casa o algo así. —Rió un poco, pero de pronto se amargó hasta ponerse serio. —Estabas muy herido. Incluso peor que hace unas semanas, ¿recuerdas? —Jungkook asintió espasmódicamente, sintiendo la cálida y reconfortante mano del hombre desprenderse de su cuerpo. —Creí que, al haberte visto en esa situación, una parecida no supondría ningún problema. Y sin embargo, cuando llegaste así... Perdí el control.

—Lo siento. —Y esta vez fue él quien se acercó un paso.

Taehyung negó, su rictus tenso.

—Siempre mantengo la calma con todo tipo de pacientes, y créeme si digo que he visto cosas mucho peores, pero de pronto... Nunca me había pasado nada parecido. Y no sabía qué hacer.

Jungkook odiaba que se sintiera así. Le daba rabia. Taehyung era un médico fantástico, una persona con el corazón de oro que no merecía tener esa clase de inseguridades, y mucho menos por culpa de alguien como él.

Se acercó otro paso, casi rozándole la base del cuello con la nariz al estar cabizbajo.

—Lo siento. —repitió, y quizás agradeció el nudo en su garganta porque realmente no sabía qué más decir.

—Fue horrible. Fue jodidamente horrible y eso me dio mucho en lo que pensar, porque cuando me desperté y no estabas...

—No sigas por ahí, por favor. —Taehyung le miró y entonces Jungkook cayó en la cuenta de lo cerca que estaban: si se inclinaba hacia delante y estiraba el cuello, sus narices se acariciarían.

El solo pensamiento le provocó una tensión lenta y burbujeante en el abdomen.

—¿Y por dónde sigo, entonces? —rebatió el hombre con voz suave, profunda. — ¿Qué es lo que no quieres que diga? Porque en realidad tengo muchas cosas que creo que deberías oír, Kook.

Pero él no quería escucharlas.

Solo se dio cuenta de que se había alejado un paso de Taehyung cuando los hombros de este bajaron, cuando dejó de sentir su aliento contra los labios y su calor contra la piel.

—No voy a hablar de mí ni de nada de lo que siento, si eso es lo que te preocupa. —dijo Taehyung de nuevo. Su voz sonó apagada. —Esto es sólo por y para ti.

—Pero yo no necesito tu ayuda. Si no finges que te importa todos estaremos más felices, juraría habértelo dejado claro.

—Jungkook, no...

—Mi vida está bien como está, ¿entiendes? —Y si en lugar de ponerse a la defensiva se hubiera fijado bien, habría visto cómo los ojos de Taehyung se apagaban más.

—No te creo.

—¡Pues créeme!

—¡Pues deja de mentir!

Nuevo descubrimientio: odiaba cuando Taehyung levantaba la voz. A juzgar por la expresión del hombre en ese momento, era algo en lo que estaban de acuerdo.

—Joder, es que... —Se frotó la cara por la zona de los ojos, girándose hacia la puerta para coger aire un momento antes de volver a mirarle. —No soporto pensar que un día puedas no volver y tener que imaginarme lo que ha pasado. No quiero tener que leer una esquela que ponga "Jeon Jungkook; la belleza del arte es subjetiva"

Y eso, contra todo pronóstico, le sacó una pequeña sonrisa que ocultó con un bufido. Taehyung sonrió un poco también, tomándola como un permiso para acercarse otra vez, no tanto como antes, sin peligro a ser rechazado y Jungkook se lo permitió en silencio, no sin antes reclamarse mentalmente por ser tan blando con él.

—Eso es absurdo. —dijo, pero estaba seguro de que una sonrisa le delataba. —Pondría algo como "Jeon Jungkook; el alcohol es para beber, no para las heridas"

—Ese es un buen epitafio.

Jungkook rió.

—Lo es, ¿verdad?

En los llamativos ojos castaños de Taehyung, que le miraban con calidez cariñosa, se persiguieron el dolor y la indecisión hasta enredarse como uno en su iris, oscureciendo su mirada.

—De verdad. —susurró suavemente. —No quiero tener que leer algo así. Nunca.

—Eso no va a pasar. —Intentó sonreír, pero la inseguridad del hombre era tan densa que sólo consiguió hacer una mueca temblorosa.

—¿Puedes prometérmelo?

Jungkook no contestó. En lugar de eso, cerró los ojos y cabeceó como toda respuesta.

Los abrió al sentir cómo su camiseta se levantaba.

—Mira esto. —dijo Taehyung, que señalaba con la cabeza la débil marca que aún perduraba como testigo del moretón más grave que la paliza le había dejado. Ya no dolía cada vez que se movía, pero seguía siendo visible. Doloroso no físicamente. —Él no te quiere.

—Pues claro que me quiere. —Se bajó la camiseta, incómodo. —Lo hace por mi bien, para que aprenda cuando cometo errores.

Taehyung enarcó las cejas con incredulidad hasta que se perdieron bajo su flequillo.

—Todo lo que hace es usarte. —dijo, prefiriendo no decir nada con respecto a lo anterior. —¿Por qué no ves eso?

—¿Utilizarme para qué? No es cierto, Taehyung, deja de... decir tonterías.

—Mírame. —pidió Taehyung. —Mírame a los ojos y dime que crees que te ama incondicionalmente.

Y Jungkook no fue capaz de, frente a esos ojos tan puros que le observaban como si preguntar fuera sólo un trámite innecesario, como si en realidad supiera todo lo que se le pasaba por la mente incluso antes de que lo hiciera, tragarse el nudo en la garganta y mentir.

No fue capaz de mentir.

—¿Por qué estás tan celoso? —contraatacó en cambio, pero la voz le falló en la última sílaba. —Tú y yo solo somos amigos.

—No somos solo amigos y tú lo sabes, Jungkook. —Su tono era aterciopelado, pero estaba en el límite entre algo torturado y algo rígido, doloroso, como si estuviera a punto de ponerse a llorar.

Jungkook tragó saliva, inhalando con fuerza.

—Él... me quiere.

—Tú no crees eso. Es una mentira que te repites a ti mismo para no ver que vives en una realidad en la que tu novio no te quiere. —Jungkook quiso interrumpirle, pero el hombre había cogido carrerilla. —Vives en una realidad en la que él, el que se supone que debería cuidarte y quererte como si su vida dependiera de ello -porque se supone que su vida eres tú- es el mismo hombre que te da pesadillas. Es el mismo hombre que te golpea, que te maltrata, que te da miedo y que no te deja vivir como mereces, como sé que quieres. ¿Y dice que es por tu bien? ¿Dices que eres feliz? No soy un experto en el tema, pero las palizas y llorar durante toda la noche no son indicativo de una vida llena de felicidad y amor.

Jungkook se quedó mudo, con la mirada clavada en el suelo.

—Kook, yo... —La voz de Taehyung temblaba cuando habló de nuevo. —Lo siento, ¿vale? Es sólo que...

—Deja de hablar, Taehyung, cállate. —le interrumpió con la voz tirante, su garganta contrayéndose. Sabía que al llegar a casa se arrepentiría de aquello, pero si se miraban a los ojos caería, sin más. Y en un momento así no podía permitirse caer. —Todo está bien en mi vida. No insistas en meterte en ella si no hay un sitio para ti, ¿lo he dejado lo suficientemente claro? Si me interesara algo más de ti que tus conocimientos médicos... E-Es que esa posibilidad ni siquiera existe. Me buscaría a otro. Joder.

Y, dicho esto, salió de allí.

Actualidad.

Sooyoung se echó hacia atrás en su asiento cuando Yoongi la miró, cediéndole a él la palabra. Estaba incómoda.

—¿Cómo... te sentiste? —preguntó Yoongi.

—¿Cuándo? —Cruzó las piernas bajo la mesa, algo incómodo tras llevar mucho tiempo en la misma posición. —¿Durante la discusión o después?

—Ya sabes cómo es esto: quiero que me lo cuentes todo, Jungkook.

Jungkook asintió y se relamió los labios resecos de tanto hablar, frotándose las manos contra los muslos. Juntarlas era una de sus manías más recurrentes cuando estaba nervioso, últimamente sobre todo cuando le tocaba narrar algo malo a Sooyoung, y en consecuencia las tenía algo sudadas.

—Estábamos hablando de Yugyeom. —explicó. —Y él estaba atacándolo todo. Mi relación, mi amor, mi vida... No importa si tenía razón o no, yo me sentí atacado, pero no quería explotar con él porque sabía que en el fondo sólo quería ayudarme. Fue un reflejo, nada más, pero al ponerme a la defensiva... le herí. Y me sentí fatal por ello. Quise volver a entrar ahí y disculparme nada más poner un pie fuera de su casa, pero no me atreví a hacerlo. Tampoco sentía que tuviera derecho justo después de ningunear sus esfuerzos y todo lo que había hecho por mí.

—¿Crees que el hecho de que él estuviera enamorado de ti influyó en el desarrollo de vuestra discusión? —preguntó Sooyoung mientras Yoongi hacía derrapar el bolígrafo sobre el papel.

—Soo, ¿cómo va él a saber eso? —le dijo este sin despegar la mirada de sus apuntes, y ella se colocó bien las gafas y murmuró un "cierto, perdón" algo deshinchado.  Yoongi dejó caer la libreta sobre la mesa y, con un dedo triunfante, apagó la grabadora. —Muchas gracias, Jungkook. Seguiremos en la próxima sesión.

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