Batterer 『TaeKook』

By Laughlotx

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Jeon Jungkook era feliz. Tenía una familia unida, una buena situación económica, buenos amigos y un futuro pr... More

INTRO
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FINAL
OUTRO

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By Laughlotx

Un calambre le estrujó las entrañas y boqueó. Antes de abrir los ojos ya estaba corriendo hacia el baño, agachándose frente a la tapa abierta del inodoro y echándolo todo dentro.

Maldita sea. Las náuseas y vómitos habían disminuido hasta casi desaparecer por completo, pero todavía recibía agradables sorpresas como esa, que le había obligado a levantarse de la cama cuando dormía plácidamente.

Se intentó tranquilizar, a pesar de que el sabor que ahora predominaba en su boca era insoportable, y cuando pudo respirar con normalidad se levantó, tiró de la cisterna para no tener que aguantar el olor, limpió lo poco que había manchado con algunas toallas húmedas y se lavó los dientes y la boca en profundidad.

Desde la habitación, como una cruel ironía, llegó el irritante sonido de la alarma del despertador.

Jungkook rebufó frente al espejo con la boca llena de espuma blanca.

Se duchó, se vistió y cuando quiso desayunar se encontró sin hambre.

Salió de casa con un par de galletas en los bolsillos, por si acaso luego se le apetecían. Se metió en el autobús y revisó algunos emails en el móvil mientras esperaba.

Kuyng le había enviado una fotocopia digital de su contrato firmado y el director de la organización para personas maltratadas con la que estaba cooperando le mandaba saludos y le daba las gracias por su última donación. A parte de eso, no había nada más interesante que un poco de publicidad.

Como siempre, escrutó cada rostro por los pasillos. Como siempre, nada.

Esta vez, Sooyoung le esperaba en la puerta del ala reservada para las salas de psicología. Estaba vestida de un traje que estaba entre lo formal y lo divertido, grisáceo, un poco holgado por las mangas pero ceñido en los lugares que debía apretar. Era una clase de vestido que a poca gente le quedaría bien.

Obviamente, a ella le quedaba de infarto.

—Buenos días, Jungkook. —Sonrió al verle.

Era más que obvio con quién compartía los benditos genes.

Se dirigieron hacia la consulta en silencio, lo cual era extraño. Normalmente ella le hacía algunas preguntas cordiales para romper el hielo antes de comenzar con la sesión, le preguntaba cómo se encontraba y esa clase de formalidades. No eran tan cercanos como para haber dejado de necesitar eso.

Jungkook la miró, esperando encontrarla escrutándole con la mirada, tratando de dilucidar en lo que pensaba, pero ella miraba al frente con una expresión ausente.

—¿Ocurre algo? —le preguntó al final, incapaz de seguir con el silencio.

—¿Por qué lo dices?

—De todas las veces que he venido nunca te he visto fuera de tu consulta. —Cruzaron el pasillo que conectaba con el ascensor y se tensó. Quizás hoy... Pero pronto relajó los músculos, al darse cuenta de que no había razón alguna por la que un cirujano subiría al ala psicológica y psiquiátrica. Sooyoung respetó su pausa momentánea y él se aclaró la garganta antes de continuar. —Tampoco he llegado tarde, ¿me estabas esperando?

—No. Bueno, sí. —Sacudió la cabeza. —La verdad es que nuestras sesiones también me están afectando. A su manera, por supuesto, pero quería hablar contigo sobre eso antes de empezar hoy porque habrá algunos cambios y quiero que lo sepas por adelantado.

Jungkook la miró sin entender nada.

—Le he pedido a un amigo que nos ayude a partir de ahora con las sesiones. Es un psicólogo realmente bueno y estoy segura de que te ayudará mucho mejor de lo que yo puedo ahora mismo.

—O-Oh. —musitó. La mirada de Sooyoung pasó de la incertidumbre a una pesarosa.

—Lo siento. —dijo. —Pero comprenderás... Espero que comprendas que a medida que te acercas más a todo lo que pasó... Yo también me lo imagino. Y no es que no esté de tu lado, se supone que soy imparcial, pero le hiciste mucho daño y aunque quiera no puedo ignorarlo.

Jungkook no dijo nada, así que simplemente siguieron caminando.

A decir verdad, lo había sabido desde el principio. Era obvio que a ella, tarde o temprano, también le afectaría. Lo que él contaba no eran cosas agradables de escuchar en su mayoría y mucho menos para alguien a quien le pillara tan cerca como a ella. Agradecía su profesionalidad al cederle el trabajo a otra persona en cuanto se dio cuenta de que era algo que le afectaba personalmente y no un paciente más, pero...

Si había decidido hacer un esfuerzo y obligarse a ir al psicólogo era porque había decidido confiar en ella. No en ninguna otra persona. No en ningún otro psicólogo.

Sooyoung se echó la melena hacia atrás y le sonrió a través del falso cristal de sus gafas negras.

—Te prometo que te caerá bien, ya lo verás. —dijo, persuasiva, antes de abrir la puerta.

Con un sonido resignado que ni siquiera él supo muy bien de dónde vino, entró y se sentó en su silla de siempre. Sooyoung entró después de él y tomó asiento al otro lado de la mesa, junto a un hombre vestido de negro que parecía de todo menos un psicólogo.

Era muy pálido, tenía el cabello decolorado en un blanco casi reflectante y sus ojos, pequeños y vivos, denotaban pasión y cansancio.

Jungkook no quería estar ahí.

—Basándome tan sólo en la primera impresión, diré que es un hueso duro de roer. —le dijo el extraño a Sooyoung, quien se rió un poco.

—Te costará sacarle información al principio, pero estoy segura de que os vais a llevar bien.

—Bien, tendremos que conseguir que desembuche. —bromeó el hombre, pero a Jungkook no le hizo ni la más mínima gracia.

—¿Hay algún problema con que me guste mi privacidad? —espetó, harto de que hablasen de él como si no estuviera delante, como si fuera un espécimen de alguna clase extraña y reservada.

Sooyoung se tensó ante su tono, como si temiera un choque, pero el hombre abrió de par en par sus ojos de gato y sonrió.

—Tienes suerte de que me gusten los retos, chico. —dijo, parecía complacido. —¿Jeon Jungkook?

—Sí.

—Encantado, yo soy Min Yoongi. Bueno, Jeon No-quiero-que-todo-el-gremio-de-psicología-esté-al-tanto-de-mi-vida Jungkook, ¿qué te trae por aquí?

—Juraría que eso me lo preguntó Sooyoung en nuestra primera sesión, hace tres meses y medio. —Jungkook rehusó, señalándola con la cabeza e ignorando deliberadamente la burla del hombre, que negó con la cabeza.

—Escucha; ella ya no es capaz de ser objetiva en esto, así que me lo ha delegado. Si no te parece bien llamaremos a otra persona, pero como su sucesor ya he tenido acceso a todas sus notas y, si lo que buscas es que se entere el menor número de personas posible, ir dándoles trozos de información a varias, aunque no sea toda, no es una buena táctica.

Jungkook se lo pensó un momento. No quería que todos lo supieran, ni siquiera con la seguridad del secreto profesional. Ese tal Min Yoongi no le inspiraba confianza, pero si Sooyoung confiaba en él... Entonces podía intentarlo.

Negó con la cabeza y se sentó correctamente, dispuesto.

—Intentémoslo. —anunció.

Sooyoung le sonrió aliviada. Fue casi como un déjà vu ver al hombre sacar una libreta y un bolígrafo de la mesa. No era la misma que la de ella, pero se sintió de alguna forma más familiarizado.

—En la última sesión le dijiste a Sooyoung que te peleaste con Taehyung, una pequeña discusión, nada destacable, sobre si le importabas. ¿Podrías explicármelo?

Jungkook ya conocía el modus operandi psicológico en esos casos, era siempre el mismo. Esperar una sesión después de conseguir información crucial para obtener aclaraciones. Estaba más acostumbrado a hacer todo aquello con Sooyoung, pero asintió.

—Cuando decidí mudarme con Yugyeom lo dejé todo. —dijo, mientras Yoongi sacaba una grabadora y la encendía. —A mis padres, a mi familia y a mis amigos. Pensé que sólo él me quería. Él me lo repetía muchas veces, decía que daba asco como persona, que no era nadie. Y me lo creí. Se lo di todo y me convertí en nada, ¿quién más que él podría quererme así?

Sooyoung se inclinó hacia delante y preguntó:

—¿No has vuelto a hablar con tu familia?

Jungkook sonrió amargamente y eso sirvió como respuesta.

¿Su familia? Su familia no quería verle ni en pintura, estaba seguro.

Su padre enfermó y, meses después de su marcha, su madre le rogó para que fuese a visitarlo. Le llamó incontables veces, pidiéndole que olvidase todos los gritos de la noche en la que los dejó, que olvidara los "si te vas no vuelvas", los "tú no eres mi hijo" y los "si me quisierais lo entenderíais", que no importaba, que su padre necesitaba verle y las disputas... quedaban en un segundo plano frente a eso. Incluso su hermano, con diez años en ese entonces, le llamó a escondidas para pedírselo entre lágrimas.

Yugyeom se lo prohibió terminantemente y, de alguna forma, le convenció de que esas personas no merecían su perdón. Jungkook, que realmente nunca había estado enfadado con ellos, se encontró odiándolos, casi deseando que su padre les dejase de una vez para dejar de recibir las llamadas de su madre llorando, que no hacían más que enfadar a Yugyeom.

Su padre murió sin que él fuera a verle y su madre nunca volvió a llamar.

—Yo sin él no era nada, —dijo cuando ambos se quedaron en silencio. —no podía dejarle. Hacerlo sería como dejar de existir. Él tenía su vida, pero la mía giraba en torno a él y se basaba en complacerle. Si terminaba con él... ¿qué sería de mí?

Yoongi respiró hondo.

—Creo que necesitamos a Jimin. —dijo, lanzándole una mirada a Sooyoung.

—¿Jimin?

—Park Jimin. Es otro psicólogo del centro. —le explicó Sooyoung. —Todavía está en prácticas, pero es como un rayito de sol para el hospital.

—¿Un psicólogo en prácticas...?

—No pasa nada, Jungkook. —Yoongi le sonrió, quitándole importancia. —Si piensas en alguien que pueda hacer ligero el ambiente más cargado, piensas en él.

—A Yoongi le gusta.

—¡Eso no es verdad! —Pero enrojeció. —No molestes a Jungkook con tonterías sin importancia, ¿está bien? —Le miró a él y rodó los ojos, como diciéndole que no le hiciera caso. —¿Te parece bien? Puedo pedirle que nos acompañe en la próxima sesión. Créeme que es la persona idónea para ayudarte.

Jungkook quería decir que no, que no quería un público al otro lado de la mesa mientras hablaba, pero se encontró a sí mismo asintiendo antes de poder decir nada.

—Bien. Entonces... podemos retomar la historia donde la dejamos, ¿verdad? En, hum... —Sacó la libreta de Sooyoung y la revisó. —Cuando Taehyung casi te besa.

Era increíble que él pudiera decirlo con tanta tranquilidad, como si no fuera para tanto, y que su corazón reaccionase como el de un loco ante la mención de "Taehyung" y "beso" en la misma frase.

Se humedeció los labios antes de hablar.

—Volví a casa y comí las sobras del día anterior. —dijo. —Como me había ido bastante antes de lo normal de casa de Tae decidí distraerme hasta que fuera la hora de hacerle la cena a Yugyeom, y luego...

Corea del Sur, 20 de Septiembre del 2019, 19:57 p.m. Ocho meses antes.

El timbre sonó una vez detrás de otra, el sonido superponiéndose una y otra vez. Jungkook se quitó corriendo el delantal y lo dejó sobre el sillón, apresurándose a abrir la puerta.

—Hola, Yugy, te había dejado otra copia de las llaves en el abrigo después de que perdieras las últimas, pero no importa, ¿qué tal te ha ido en...?

Pero Yugyeom entró en la casa como alma que lleva el diablo sin siquiera dirigirle la palabra. Estaba de mal humor y eso no era bueno.

Jungkook le siguió por el pasillo, recogiendo y doblando la ropa según el hombre la tiraba. La dejó toda sobre la mesa y se asomó tras él a la habitación.

—¿Tienes hambre? —preguntó, un poco emocionado porque se había esforzado mucho con la sopa de esa noche, era una nueva receta de su autoría, incluso se había quemado un par de veces, y quizá eso consiguiera levantarle el ánimo a su novio.

Yugyeom gruñó, poniéndose la vieja camiseta y pantalones holgados que utilizaba para dormir.

—¿No? —insistió. —Puedo traerte además un vaso de leche, si quieres. Dicen que ayuda a conciliar el sueño.

—No tengo hambre.

—Aún así, deberías comer algo. —Inevitablemente pensó en los platos llenos de humeante sopa que les esperaban en la cocina. —Hace tiempo que no cenamos juntos. Ni desayunamos, ni comemos...

Yugyeom suspiró, pasándose una mano por el pelo.

—No sabes lo estresado que estoy por el trabajo. —dijo.

Jungkook se esforzaba por ser comprensivo, pero tenía la sensación de que si Yugyeom volvía a ser el del principio, el de cuando se conocieron, el de antes de mudarse juntos... Sus sentimientos por Taehyung desaparecerían.

Oh, Taehyung...

Jungkook sacudió la cabeza.

—¿Ha sido un mal día? —preguntó. Yugyeom silbó, sentándose en la cama.

—Ni te lo imaginas. El jefe me ha llamado la atención por distraerme, fui a por comida para llevar porque ni Dahyun ni yo teníamos tiempo que perder y cuando volví no nos habían dado lo que pedimos. Además la empresa está teniendo un bajón y, para ahorrar gastos, han decidido que cada uno se hará cargo de los suyos en el viaje del que te hablé.

—¿El de un fin de semana?

Yugyeom asintió, compungido.

—Oh, Yugy, lo siento mucho. —Se acercó a él para arrodillarse entre sus piernas y poder mirarle al cabizbajo rostro. —Te hacía mucha ilusión.

Era cierto. Yugyeom tendía a exagerar las cosas, así que lo de la comida con su secretaria no habría sido para tanto, y lo del bajón de la empresa probablemente sólo sería una decaída mínima y puntual en las ventas. Lo del viaje era lo único destacable.

Yugyeom le acarició la mejilla con los ojos entrecerrados.

—Aún así, he pensado que puedo ir igualmente. —dijo.

A Jungkook se le iluminó la cara.

Como buen novio, ansiaba lo mejor para la vida profesional de Yugyeom. Además, si se iba... Aunque no se quedara a dormir en casa de Taehyung, podría pasar más tiempo con él.

Quizás dar un paseo sin miedo a que Yugyeom les viera por casualidad.

—¿Cómo? —preguntó realmente interesado.

—Podemos permitírnoslo.

—Yugy...

—Podemos permitírnoslo sin siquiera tener que recurrir a los ahorros para ocasiones especiales. —Su voz sonaba tan emocionada, como si se estuviera dando cuenta sobre la marcha.

—Lo sé, pero...

—Sería una oportunidad enorme, cosita.

Jungkook apretó los labios.

Tal y como estaban las cosas sí, podían permitírselo, pero no dejaba de ser un gasto innecesario que tal vez en un futuro echarían de menos. Si Yugyeom no iba, algunos de sus compañeros lo harían igualmente, por lo que su falta no significaba perder lo que el viaje podía darle a su empresa. 

—Yugy... —susurró, queriendo explicarle que no había mucha diferencia entre su presencia y su ausencia más que para él mismo, pero el hombre se levantó de golpe. —Yugyeom.

Se levantó también, acercándose a su espalda para tratar de hacerle entrar en razón, pero el hombre se dio la vuelta de golpe y Jungkook retrocedió un paso.

—No necesito tu aprobación. —decidió Yugyeom, firme. —Yo te mantengo, yo soy el que trabaja, todo el dinero es mío. Puedo decidir en qué quiero invertirlo.

—Yugyeom...

—Voy a hacerlo.

—Pero a mí no me parece una buena idea.

Supo que había dicho algo terriblemente malo cuando a Yugyeom le ardieron los ojos. Le ardieron, literalmente, como si las llamas se levantaran para consumir el negro carbón de su pupila.

—¿Qué? —preguntó.

—¿N-No tendríamos que estar de acuerdo... antes de tomar una decisión así? —balbuceó Jungkook, evitando dar un paso hacia atrás por puro orgullo.

—Pero es que esta decisión la tomo yo, no tú. Me influye a mí, no a ti.

Jungkook intentó tranquilizarle mostrándose arrepentido cuando su novio se acercó a él, pero Yugyeom solo le tomó de la nuca y le besó. Fuerte, rápido... agresivo. Su boca se abrió paso en la suya antes de que pudiera reaccionar y, cuando quiso darse cuenta, el hombre tenía las manos en su espalda, apretándole contra él.

Cuando levantó las manos para sujetarse a él, Yugyeom se separó, dejándole desorientado.

Una mano se estampó contra su mejilla y Jungkook trastabilló, apoyándose en la pared con un jadeo sorprendido.

—¿Eres mío, Jungkook? ¿O necesito escribir mi puto nombre en tu espalda para que te des cuenta?

Jungkook bajó la cabeza, apretando la cara para contener las lágrimas.

—Contéstame.

Y sabía que el próximo aviso sería un golpe.

—Sí. —dijo en voz baja.

Yugyeom chasqueó la lengua.

—Mírame cuando te hablo. ¿Sí qué?

Se sentía humillado, pero era algo totalmente distinto a lo que sintió con Taehyung. Una humillación diferente y más profunda, más permanente y desgarradora, que le deslizó las lágrimas por la cara. Sus ojos se quedaron secos y rojizos, mirando al impasible rostro de Yugyeom fijamente.

—Sí. —musitó. —Soy tuyo.

Yugyeom se acercó y le tomó de la nuca otra vez, pero no tiró. Simplemente le sostuvo la mirada hasta que Jungkook se vio obligado a bajarla, con el estómago revuelto.

Y entonces un empujón le envió al suelo.

Cayó más o menos bien, pero se golpeó en el brazo. Se giró con rapidez para mirar a Yugyeom con una mueca de sorpresa y dolor inconsciente en la cara que no provocó nada en el hombre. Nada visible, por lo menos.

—¿Necesito tu aprobación? —le preguntó Yugyeom con voz firme, acercándose.

—No, pero... —Jungkook reculó un poco desde el suelo, hablando con un hilo de voz temblorosa.  —Quizá podrías tener en cuenta que yo también estoy aquí.

Y ese fue su fallo.

Una patada en el vientre le estrelló la espalda contra la pared y gritó, más por la sorpresa que por el dolor, sus ojos llenándose de lágrimas de nuevo. Sintiendo con antelación el golpe de la patada siguiente, aguantó las ganas de vomitar y se cubrió el estómago con las manos.

Sabía lo que iba a pasar a continuación. Sabía que no había opción a pararlo.

La patada hizo que la cabeza le diera vueltas en el peor sentido posible.

Acababa de empezar y ya le dolía todo el cuerpo.

Sollozó en silencio y se encogió ante los golpes que siguieron, tratando de pararlos. Pero no podía cubrirse el vientre, la cara y la espalda a la vez y las patadas parecían llegar desde todas partes, férreas.

Una mano se cerró en torno a sus cabellos y le hizo levantar la cara hasta estar a centímetros de la de Yugyeom. Jungkook jadeó entre bocanadas de aire.

—Podría matarte ahora mismo, ¿lo sabes? —gruñó, asestándole sin piedad un golpe en el estómago con la rodilla que le hizo ahogarse con la nada durante unos agonizantes segundos. —Y no lo hago. Podría dejarte en la calle mucho más tiempo y morirías de hambre, ¿por qué crees que no lo hago?

Jungkook negó con la cabeza, desesperado, y Yugyeom le zarandeó.

—Porque te quiero. —casi exclamó. —Hago muchas cosas por ti. Te protejo. ¡¿Por qué eres tan jodidamente desagradecido?!

—No, yo... —Jungkook tosió y cayó al suelo sin oponer resistencia al golpe cuando el hombre le soltó. Sollozó y, lloriqueando, farfulló: —Lo siento, te lo agradezco.

Yugyeom soltó una risotada macabra que le puso los pelos de punta. Estaba desatado, como una bestia sin control. La vena de su cuello palpitaba peligrosamente y la piel alrededor de su cuello estaba enrojecida.

Continuó golpeándolo hasta que Jungkook casi perdió el conocimiento, hasta que juraría casi no sentir cada golpe.

Pero los sentía. Sentía todos y cada uno de ellos. En el estómago, en la cara, en las piernas... Ya ni siquiera estaba oponiendo resistencia. ¿Para qué, si sólo conseguiría enfadar más a su novio?

—¡Basta! —gritó desgarrándose la garganta cuando un golpe en su rostro desató un líquido caliente y denso que sabía a metal. Metal y sal, aunque no sabía si eso último era la sangre o sus lágrimas. —¡Basta, estoy sangrando! ¡He aprendido la lección, basta! ¡Por favor...!

—¡Ya sé que estás sangrando, maldito idiota, ¿por qué crees que hago esto?!

Jungkook gritó cuando Yugyeom levantó el pie frente a sus ojos, llorando, dolor profundo en todas partes y sabía que, hiciera lo que hiciera, no podría esquivarlo.

Pero, al cabo de unos segundos, no sintió ningún golpe. Extrañado, pero con miedo a abrir los ojos, se descubrió la cara lentamente sólo para ver que Yugyeom le miraba desde arriba con una expresión suave, casi amorosa.

Era terroríficamente impredecible.

Jungkook se arrastró hacia atrás en un estado de pánico puro cuando su novio se acercó con parsimonia, pero no pudo evitar que esas manos le acorralaran contra la pared. Temblando cerró los ojos de nuevo, abandonándose a la espera de una continuación tras la tregua, pero lo único que recibió fue una caricia en la mejilla.

Yugyeom estaba acuclillado frente a él, mirándole con una pequeña sonrisa de desaprobación. Jungkook estaba muerto de miedo. Sabía que en cualquier momento, si se le cruzaban los cables, esa caricia se tornaría un puñetazo.

Para su suerte, la mano se posicionó entre sus omóplatos para masajearle la nuca que antes había agarrado con fuerza y Jungkook no pudo evitar suspirar ante la sensación de alivio que le recorrió el cuerpo, haciéndolo ligero.

—Siento hacerte daño, Jungkook, cosita, —susurró Yugyeom con voz dulce, como si le hablara a un niño pequeño y no al chico al que acababa de destrozar. —pero debo hacer que aprendas para que sepas lo horrible que puede ser el resto de la gente, ¿comprendes? Es por tu bien. —No esperó a que respondiera; le levantó con cuidado, ignorando su quejido de dolor, y esperó un momento para que recuperara el equilibro antes de soltarle. —Lo entiendes, ¿verdad?

Jungkook no contestó. Sentía que si abría la boca comenzaría a llorar o a toser, y que probablemente se caería.

Mierda, él no era así. Él no era tan débil, no era tan permisivo.

¿Quién era ese chico que asentía y bajaba la cabeza, entonces?

Yugyeom sonrió complacido y se inclinó, parecía que con la intención de darle un beso, pero se echó hacia atrás al verle la cara ensangrentada. Al final, se lo dio en la cabeza y, marchándose a la cocina, dijo:

—Ve a que te curen y no vuelvas hasta mañana.

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