Canela ©

By Karo_lovegood

33.7K 6.1K 17.6K

[COMPLETA]. La conocida teoría de los polos opuestos atrayéndose cierta vez toma poder en las relaciones, pe... More

Sinopsis
1. Un gran día
2. Es tu día
3. Piojo
4. No quiero un castigo
5. El idiota que ella dice que soy
6. Mi esencia favorita
7. No quiero ser más una niña herida
8. Ya no me odies
9. Cálmate, piojo
10. No puedo verla en todas partes
11. Estar enamorada de ese imbécil
12. No soy como él
13. No se trata de un juego
14. Es nuestra mesa
15. ¿Bailamos?
16. Está llena de sorpresas
17. Algo imposible
18. Pausa a tu juego
19. Canela
20. No gracias, Hestia
21. No es mi chica
22. ¿Nos llevamos bien?
23. Preocupada por la cuerda
24. Lo que sea por ti
25. Marcando territorio
26. Carterista
27. Esa cita
28. Tic-toc, linda
29. Hay otro chico
30. Lo admito
31. Yo siempre gano
32. Es fácil confiar cuando se trata de ti
33. Siempre vuelvo a pensar en él
34. Alguien se ha enamorado
35. Feliz navidad, Bonetti
36. Es la chica de la fiesta
37. Aida
38. Parte de la rutina
39. Eres la novia de mi hermano
40. Idioma Miller
41. "Quiero hablarte de algo"
42. Un fracaso
43. Naranja entera
44. Es su canción
45. Caramelo de ajo
46. No volveré a cruzarme en tu camino
47. ¿Mi novio?
48. Aliens, por favor, abdúzcanme
49. La copia exacta de James
50. Orgullo personificado
51. Maltrato animal
52. Supersticiones de abuela
53. Lunática
54. Ya tenías uno
55. Solo... un pedacito
56. Eres un osito panda
57. ¿Está soltero?
58. ¿Puedes abrazarme?
59. Es un mal chiste
60. Orangutanes cínicos
61. Te prometo que te quiero
62. No todo podía ser perfecto
63. ¿Mis ojos mienten?
64. Los planes para mi muerte
65. No puedo seguir engañando a ambos
66. Jugar a la casita
67. Su humor, mi enemigo
68. Su enamorado es Liam
69. Lo que ambos sentimos
70. Hay muchas formas de amar
71. Nuevamente lo detesto
Extra: Chrisand
72. Me haces daño
73. Jodidamente manipulable
74. Soy un títere
75. Sinónimo de dolor
76. No conozco de razones
77. Te quiero conmigo
78. Eres más que eso
80. Huele a canela, así como tú
81. Piezas similares de un puzzle
82. No estoy enamorado de ti
83. No pienses que te esperaré toda la vida
84. Un panda colgando de tus llaves
85. También el mar es muy cambiante
86. Que me pruebe lo que quiera
87. El final de nuestra canción
88. Tu apodo en mi café
89. Aún no termina tu día
90. Espinas en tu corazón
91. Será un reto
92. Ahora soy un egoísta decepcionado
93. Déjà vu
94. Uno, sin dejar de ser dos
Epílogo
Agradecimientos
Extra 1: Como el resto de tu vida
Anuncio

79. Criadero de anfibios

189 36 151
By Karo_lovegood

—Ese salvaje casi mata a mi Mateo —se apresura a explicar Vanessa, en un grito que deja oír bastante mal su voz rasposa, consecuencia del llanto que todavía no cesa.

Después de responder a la pregunta de Ruggero y lanzarme una mirada de furia con esos ojos que dan rienda suelta a las lágrimas, la morena regresa su atención al rostro ensangrentado del italiano, al cual sujeta en un intento de sostenerle de algún modo, cosa que no resulta y que a mí me agrada.

Verla a ella llorar con desesperación y a Mateo hecho mierda, no me remueve ningún sentimiento negativo o de culpa. Me satisface ver que han recibido un poco de lo que realmente merecen y creo que esto es nada en comparación con lo que me gustaría hacerle al chico.

Jamás me metería con Vanessa, porque a pesar de que actuó con mala intención hacia alguien que fue su amiga, no tengo derecho de meterme con su vida de ningún modo y tampoco intensiones, pese a que Ian y yo también fuimos un daño colateral de su perturbación emocional.

Ahora, si hablo del italiano, allí si no puedo mentir. A ese quería partirle la cara hace mucho tiempo y me he estado conteniendo por mucho. Creo que ese deseo surgió incluso antes de conocerlo, cuando supe que él era el novio de Arya. No me agradó desde ese instante, y el sentimiento creció más cuando supe por boca de ella lo que él le había hecho.

La lastimó, y aunque podría sonar un poco ridículo que yo lo diga, siento que lo que hizo supera en cierto grado mis límites. Él pudo conquistar a Arya y sabiendo toda la dificultad que eso conlleva, nunca la valoró. Al contrario, jugó con ella como solo un cobarde con el cerebro en escaso funcionamiento lo haría, y afectó su capacidad de confiar en los demás.

La convirtió en una persona insegura, temerosa y desconfiada, y creo que no hay peor daño que ese.

Hoy, al inició de la discusión, también pude controlarme tal como lo hizo Arya, pero cuando se alejó de mí, me fue fácil caer a sus provocaciones. Cuando él me habló de ella, no fui capaz de soportarlo más y actué como un ser que no hace uso de su raciocinio lo haría. Lo golpeé, y aunque también salí lastimado en el proceso, sigo sintiéndome bien, porque descargué la aversión que le venía guardando desde hace tiempo, sumado a la que surgió cuando el infeliz abrió la boca para escupir veneno, tan impío como me deja su actual condición.

Me contuve y por un rato no hice más que gritarle que se callara en medio de sus palabras, pero tuve un límite y aunque sabía que todo aquello era una mentira, no podía dejar de lado la molestia que me causaba oír la manera en la que él se refería a ella, con ese matiz desbordante de deseo. Me causaba una repulsión que solo un depravado transmitiría.

Y no pude más.

La idea de pensar en que él se atreva a tocarla sin su permiso, me enervó, y verlo en esa condición, tan seguro de su apetencia, no mejoró la situación, al contrario. Y lo peor del caso, fue cuando vi su puño estamparse en su rostro.

La adrenalina se activó y se hizo cargo de mis acciones; me invadía con mayor intensidad tras cada golpe. Yo no pensaba con claridad, solo quería desquitarme de algún modo con esa persona a quien considero basura, pero eso acabó cuando vi a Arya retroceder hacia atrás con su mano en la mejilla porque él la había lastimado.

Todo pasó a segundo lugar en ese instante, la adrenalina y noradrenalima me hicieron desquitarme con más furia y solo pensé en desahogarme. No era capaz de razonar para entonces, pero ahora solo me siento culpable. Hacía minutos yo le había pedido a Arya que se calmara y yo no fui capaz de hacerlo, al contrario, yo inicié esa pelea física, y por eso me atribuyo la responsabilidad de que ella también haya sido salpicada de mi odio hacia el chico, porque no lo merece.

Aun así, aunque yo sabía que era también mi culpa y pese a que pudo verse como un accidente, no me importó. No me interesó entender si él lo había hecho o no con intención y quizá solo era una excusa para desquitarme con saña, pero no me arrepiento.

—¿Cómo que casi lo mata? ¿Por qué? —habla esta vez Caleb, con una mezcla de confusión, sorpresa y decepción en su voz—. ¿Qué es lo que les pasa? Los dejamos solos un par de horas y... ¿Qué habría pasado si demoramos el tiempo estipulado, los encontraríamos a los cuatro despedazados en la sala? —inquiere en un tono elevado que jamás le oí soltar. Está enojado y no puedo culparlo.

Todavía rodeando a Arya con mi brazo, bajo la cabeza con vergüenza y sin decir nada, aunque habría muchas cosas que querría decir con respecto a las actitudes del chico. Pero entiendo que eso me dejaría como a un cobarde y me abstengo de contestar, solo veo que Amy y Ruggero caminan hacia nosotros con apremio y examinan a la castaña, que todavía tiembla alterada por la escena que acaba de presenciar y aún sostiene su mejilla lastimada, taciturna.

Caleb me lanza una mirada inquisidora y todavía serio, deja caer las bolsas del mercado al suelo para caminar en dirección a su hija.

Me aparto con disimulo y todavía pasmado, me permito pensar en que nuevamente la he cagado con Arya, pero esa actividad no dura mucho, porque Amy se angustia por la situación de su hija e insiste en llevarla al hospital casi a gritos y bastante alterada, lo cual me extrae de mis cavilaciones para ahora preocuparme. Arya se niega perseverante y sus padres tampoco insisten más al comprender que su condición no es grave, tranquilizándonos de cierto modo.

Ambos dejan a su hija junto a Ruggero tras asegurarse de que ella está bien y la mujer se acerca hasta mí para dedicarse a examinar con excesivo cuidado las heridas de mi rostro, mientras Caleb lo hace con Mateo.

—¿Qué fue lo que pasó, Liam? —pregunta apenada y con esa habitual candidez, luego de escudriñarme con una expresión que me da a entender que estoy hecho mierda.

La verdad no me sorprende, porque tengo un poco de ardor en la ceja izquierda, los pálpitos en el pómulo derecho ya han empezado a molestar al igual que el dolor en los costados de mi torso y el asqueroso sabor a metal aún se hace sentir en la boca que sé, tengo rota, pero ni siquiera tengo ganas de lamentarme ahora, porque todavía sigo enojado. Y aunque sé que en un rato el dolor en cada zona golpeada aumentará, no le pongo mucha atención.

Ahora solo puedo pensar en que de algún modo me descargué al ver que la situación del italiano está peor que la mía y regodearme de complacencia.

Él no solo tiene la nariz, la boca o las cejas rotas, sus pómulos también recibieron las descargas de mi ira y sé que se pondrán bastante mal. Además, recuerdo que yo no recibí ningún golpe directo en el abdomen y costillas a diferencia de él, y sé que le di con fuerza, porque lo vi retorcerse como rata envenenada.

Y no me importa.

Suspiro con pesadez y regreso mi atención a Amy, que me mira preocupada.

—Diferencias de opinión —me limito a contestar, con cero intenciones de explicar el verdadero motivo de mi salvajismo y falta de control propio.

Amy me observa reticente, ladeando la cabeza.

—¿Esperas que crea eso? No es excusa suficiente y no soy estúpida —dice con raposería—. Tenía entendido que no eres así y me decepciona bastante, Liam. ¿Con qué cara le explico a tu madre lo que pasó? —inquiere y aunque su voz muestra un indicio de desilusión, parece comprensiva, aun cuando sabe que lo que hemos hecho no tiene justificación. 

—Yo hablaré con ellos, este es mi problema y no tienes que preocuparte. Yo solo... quiero hablar con Arya, ¿puedo? —solicito, ahora viendo a la castaña.

Veo que Arya asiente ante la seria expresión de su primo, el cual le hace presión en la mejilla golpeada con una bolsa de hielo médica.

—Claro, pero déjame limpiarte eso antes. Estás realmente horrible —exclama con una mezcla de horror y gracia que me provoca reír, pero me esfuerzo por no hacerlo cuando los espasmos causados por esta me lastiman los costados.

—Estoy bien —digo con una leve sonrisa, intentando sonar convincente. Amy niega con la cabeza—. De verdad, estoy bien y...

—¡Arya, amor! —comunica, elevando la voz e interrumpiéndome cuando mira a su hija—. Limpia las heridas de este terco, por favor, ya sabes cómo. No pretendo que Anna lo vea tan mal.

Arya me mira inexpresiva y sonrío sintiéndome culpable. Seguro está preparando mi reprimenda en su mente.

—Vamos, Liam —señala ella, asintiendo. Vuelve a ver a su primo que le susurra algo al oído antes de besar su frente y Arya se encamina hacia la cocina.

—Aplica tu ungüento para la mejilla, toma ibuprofen y dale a Liam Naprosyn, también sabes cómo. Voy a revisar a Mateo y tenemos una conversación pendiente los cuatro —indica la mujer antes de que su hija desaparezca, con ese tono de voz serio y profesional que suelen usar los médicos. Me mira inquisitiva y luego da media vuelta para caminar hacia el sofá, donde Caleb y Vanessa han ayudado a ubicar al chico.

Veo la escena unos segundos y cuando escucho que Vanessa empieza a quejarse, volteo para caminar en busca de Arya, pero una mano me frena en medio del camino.

—Lo que sea que haya pasado, me lo vas a explicar, porque creo conocerte un poco y también conozco a mi amigo. Sabes que Arya no me va a decir nada, Liam, y te agradeceré que seas sincero conmigo porque hay muchas cosas que no entiendo —pide Ruggero con calma, pero preocupado.

Afirmo con la cabeza para tranquilizarlo y sin perder más tiempo, sigo a Arya, que sale de la cocina con una pequeña bandeja en la que lleva un vaso de agua junto a otra bolsa de hielo, y me pide con la mirada que vaya con ella.

Nos adentramos de vuelta a su habitación en silencio y con aprobio, me ubico en el sofá, mientras ella camina en dirección al baño después de dejar la bandeja en la pequeña mesa, supongo que para buscar nuevamente el botiquín de primeros auxilios. Regresa conmigo tras unos segundos e igual que hace algunas horas, me examina seria, luego baja la mirada para no verme a los ojos.

—Ve a lavarte un poco, por favor —indica con suavidad, pero no viéndome. Su atención se la ha llevado la caja blanca.

Obedezco sin rechistar para no hacerla enojar más y antes de lavarme, observo el desastre que ahora tengo por rostro. Me veo bastante mal y ni siquiera soy capaz de sonreír sin provocarme molestia, porque ya empieza a dolerme todo.

Pese a eso, niego con la cabeza y restándole peso al asunto, me lavo la cara y finjo que no duele para volver con Arya, que moja con alcohol y muy concentrada un trozo de gasa.

Me siento de nuevo frente a ella y tomo la pastilla y el vaso de agua que me extiende sin decir nada, porque evidentemente está decepcionada y molesta. Trago la píldora y luego de devolverle el recipiente de vidrio vacío, permanezco en silencio para que ella haga su trabajo, hasta que no puedo más. 

—¿Estás muy enojada conmigo, bonita? —pregunto en un susurro, intentando transmitir un poco de ternura con mi voz para hacer reducir el enojo que debe sentir ella ahora.

Arya me mira con una expresión cargada de reproche y cansancio, frenando a su vez la mano derecha con la que pretendía acercar la gasa en dirección a mi rostro.

—Estoy muy enojada contigo, feo —contesta seria, yo solo querría reír, pero lo evito con esfuerzo. Ella ladea la cabeza, suspira, y ahora viéndome, deja las gasas para tomar mis manos—. Es que... ¿cómo se te ocurre pelearte con él, Liam? Hacía minutos me habías dicho que ellos no valían nuestras energías, y tenías razón. Tuvimos un perfecto amanecer juntos y eso pudo haberse extendido hasta un día maravilloso si los dos fuésemos sido capaces de controlarnos. No podemos seguir permitiendo que nadie más interfiera hasta hacernos perder los cabales, ¿no lo entiendes?

—Claro que entiendo, Arya, pero es que...

—¿No te dolieron las manos para golpearlo? —inquiere seca, interrumpiéndome.

—Creéme que con la antipatía que siento hacia él, cualquier dolor pasaría a segundo lugar. No me duele nada —miento.

—No soy tonta y tú no sabes mentirme —exclama con razón—. De todos modos, a mí sí me duele...

—Y precisamente por eso continué... —la interrumpo, pero tampoco me deja continuar.

—No me refiero a que me duela físicamente. Lo que intento decir que es odio verte mal a ti. Hace apenas unas horas estuve curando tus manos y ahora estoy por curar tu rostro destrozado, y ya me gustaba antes, ¿sabes? —murmura con inocencia y voy reír, pero la verdad es que me duelen hasta los dientes y el intento de risa sale como una mueca que es una alerta para ella—. ¿Lo ves? Te duele todo. No podemos seguir en esto.

—Sé que me pasé e intenté contenerme, pero te juro que en cuanto escuché la forma en la que me habló de ti, toda mi paciencia se fue al carajo...

—¿Y qué fue lo que te dijo? —curiosea, pero con molestia. Intenta decirme sin hablar que nada de lo que yo le diga justifica mi comportamiento, ya la conozco demasiado bien.

—Un montón de mierdas que sé que son falsas, pero me enojé, ¿sí? Y no puedes culparme por eso. No me pidas que me calme ante situaciones similares porque estás perdiendo el tiempo. Yo no...

—¿Qué te dijo, Liam? —insiste, todavía seria.

—Que yo solo te hacía daño, y lo sé, pero estoy trabajando en eso. Me dijo que perdía el tiempo intentando tener algo contigo porque jamás me pondrías atención, que...

—Por favor. ¿Crees que estás perdiendo el tiempo? Yo ya no puedo quererte más de lo que lo hago, Bonetti, no seas tonto.

—Es que no es solo eso, Arya —explico seguro, intentando ocultar la sonrisa que me provocan sus palabras—. Yo creo en ti, no dudo de tus sentimientos. Lo que me jodió, fue la forma en la que habló de tenerte en sus manos de formas específicas que yo no quiero ni imaginar, me habló de que es capaz de hacerte caer en él nuevamente porque según cree, no sabes el valor que tienes. Además, insinuó filtrarse en tu habitación con una facilidad que tú...

—Eso ya no va a pasar más, yo ya tomé medidas al respecto —intenta tranquilizarme, pero eso me deja peor.

—Es decir, que ya lo ha hecho antes. ¿Qué te hizo?

—Lo hizo un par de veces y luego empecé a cerrar la puerta con seguro, no tienes que preocuparte por eso.

—¿Que te hizo? —persisto. Su tranquilidad no me transmite nada de calma.

—Nada, yo no le iba a permitir que me hiciera nada. Solo vino a vanagloriarse de lo que él es y lo que podría ofrecerme si yo lo perdonaba y le daba otra oportunidad, intentó besarme y no se lo permití, pero nada más. Eso no es lo importante ahora, Liam.

—¿No es lo importante? Mierda, Arya, ese tipo ha entrado a tu habitación sin tu permiso, habla de una manera nada sana de lo que quiere hacerte y se ha atrevido a tocarte, ¿y dices que no pasa nada? Él no puede seguir viviendo tan tranquilo en tu casa y creyéndose el rey. No puedes permitir que él siga aquí porque aunque cierres tu puerta, no deja de ser un riesgo. ¿Por qué nunca me dijiste nada? —interrogo extenuado, soltando su mano derecha para subir mi izquierda a su mejilla. Realmente me preocupa esto—. Me enoja que no puedas estar tranquila en tu propia casa.

—Yo lo tenía bajo control —musita paciente—. No iba a pasar nada que yo no quisiera y ya él se iría pronto de casa porque se lo comenté a Rugge, te juro que lo hice porque ya esto me está molestando demasiado. Sé que debí hacerlo antes y me arrepiento de no actuar en su momento.

—No es hora de lamentos, mucho menos cuando a tu primo tampoco le diste detalles, ¿o me equivoco? —Niega, mordiendo su labio inferior—. ¿Y cómo pretendías conseguir ayuda sin ser explícita con lo que estaba pasando? Yo voy a hablar con él, le diré todo y no habrá nada que puedas hacer para que me calle. Puedes acompañarme si quieres, pero no me pidas que no haga nada porque si me lo prohíbes, iré directamente con tus padres y sabes que a ese imbécil no le irá bien.

—Está bien. Quiero que estés ahí, pero yo seré quien hable con Ru —pide con una débil sonrisa que le devuelvo y asiento. No pretendo discutir más con ella y de cualquier modo, hará lo que es mejor—. Jamás vuelvas a pelearte por nada del mundo, tuve mucho miedo por ti y es lo que he deseado evitar todo este tiempo.

—Y tú jamás vuelvas a interferir —reprendo con suavidad—, fue descabellado lo que hiciste y sentí que perdía el control. Ya era demasiado con todo lo que había dicho y...

—No importa ya —me corta—, no me duele demasiado y se me pasará pronto a diferencia de ti. Lo único de lo que me interesa hablar ahora es de... No, mejor dicho, lo único que quiero que me expliques ahora, es cómo se supone que voy besar tus labios rotos —consulta inocente, con esa candidez en su voz que me encanta, porque ya no parece enojada.

Esta vez, sin importarme ningún dolor, río con ganas, aunque luego me arrepiento.

El sonido de la puerta abrirse, aunque lo hace con suavidad, logra despertame. Todavía considero que es temprano para levantarme aunque sé que tengo clases, y en un intento de evitar que mi madre me despierte al ingresar a la habitación, giro rápidamente para quedar boca abajo, cubro mi cuerpo entero con la sábana hasta taparme la cabeza y además, coloco encima de esta una almohada.

Anna jamás me despierta para ir al colegio y con esos gestos ella comprende que quiero seguir durmiendo. No se quejará porque no suelo faltar a clases y solo se llevará la ropa para lavar sin decirme nada, ambos nos conocemos perfectamente.

En ningún momento abro los ojos y sé que de cualquier modo me costará dormir otra vez, pero me esforzaré hoy porque apenas pegué ojo hace horas y tengo sueño.

No sé qué hora es, pero al sentir que no dormí nada, intuyo que aún es muy temprano.

La puerta de la habitación se cierra con suavidad nuevamente tras unos segundos y al no oír ningún otro ruido, celebro que Anna me haya dejado solo, pero maldigo al universo cuando un peso se hace sentir al costado izquierdo de la cama, hundiendo levemente ese espacio del colchón.

No creo en los fantasmas y jamás vi algo extraño en esta casa, por lo tanto, sé que solo puede tratarse de una persona.

La protección que cubría mi cabeza desaparece de un momento a otro y me siento expuesto, pero finjo que estoy durmiendo cuando también una parte de la sábana deja de cubrir mi rostro y ahora un dedo se hace sentir en mi mejilla con suavidad. No quiero que me molesten, y sé que este es el único aspecto negativo que le veo a tener una hermana con energía inagotable.

—Ann, por favor... —me quejo en un murmullo, todavía adormilado—. Me dormí hace poco preparando algo bonito y estoy cansado para ir a clases, déjame seguir durmiendo solo un rato más. Yo te amo, ¿sabes? Te prometo que jugaré al té contigo y hasta me pondré ese ridículo vestido otra vez, pero déjame —suplico arrastrando las palabras, porque la niña no deja de insistir con las leves caricias que hace en mi mejilla derecha en movimientos circulares, eso hasta que ese mismo dedo que hacía los pausados recorridos, se mueve con lentitud hacia mi nariz con una intención que comprendo perfectamente al instante.

No es Ann. 

Sonrío al percatarme de quién se trata todavía sin moverme ni abrir los ojos, y ahora solo disfruto de ese gesto que antes me estaba molestando.

—Feliz cumpleaños, piojoso —susurra Arya al acercarse a mi oído, provocándome una sonrisa más amplia, luego deja dos besos en mi mejilla y se separa un poco—. Perdón por despertarte, tenía muchas ganas de verte —admite, yo abro los ojos y giro para verla a la cara.

Ya no me molesta que me haya despertado.

—Buenos días, bonita —contesto sonriente, aún con la espalda pegada al colchón.

—Hola, bonito. Vine a buscarte para ir a pasear. Hoy me encargaré de tu día al completo, ¿me aceptas? —inquiere con inocencia, ilusionada.

Esa pregunta tiene una única respuesta, y yo solo me incorporo un poco para besar sonoramente su mejilla.

—Incluso si me llevas al fin del mundo —aseguro, beso su frente y me dispongo a levantarme, pero recuerdo que estoy en boxer y me detengo a tiempo para no incomodarla—. ¿Qué hora es?

—Hora de desayunar fuera de casa. Son las nueve, flojo. Estuve esperándote una hora en la sala y al ver que no bajabas, tu mamá me envió a despertarte.

—Tuve una noche de trabajo pesada, pero ya estoy casi recompuesto, solo necesito kilos de besos de Arya y estaré perfecto para llevarte a las nubes —comento bromista, ella suelta una carcajada y después de besar mi mejilla de nuevo, se levanta de la cama para caminar hacia la puerta, movimientos que aprovecho para examinar su atuendo a la perfección.

—Te esperaré abajo. Date prisa o invito a alguien más que esté de cumpleaños hoy, seguro que cualquiera querría desayunar conmigo.

Suelto una risotada ante su espontáneo, pretencioso y nada propio comentario que viene acompañado de un guiño, pero le envío un beso al aire de todos modos.

—Yo soy tu fan número uno, nadie me tumbará el puesto. ¿No quieres ducharte conmigo?

—No traje más ropa y no me gusta repetir —argumenta formando una mueca, vuelve a guiñar y gira para tomar la manija—. Te espero abajo, ponte más guapo y abrígate bien, hace frío afuera. 

Sonrío tontamente al verla partir de la habitación y con un entusiasmo que acaba de surgir en mi interior, me levanto para darme un buen baño. Es cierto que anoche no dormí mucho, pero no moriré por un día en el que no lo haga y por eso me apresuro a estar listo.

Estoy dispuesto a disfrutar de este día como hace años no lo hacía.

Luego de ducharme, hago uso de mi memoria fotográfica para vestirme igual que Arya. No tengo prendas exactamente iguales, pero me esfuerzo un poco. Recuerdo que ella lleva un pantalón negro que sí tengo y que utilizo, también se colocó una camiseta con estampado militar y una chaqueta negra que yo solo puedo usar en lo opuesto. Es decir, la camiseta negra y la chaqueta con el estampado. Y para terminar, los mismos vans blancos con negro.

Observo en el espejo que la mancha verdosa de mi mejilla se va aclarando y maldigo nuevamente al italiano, pero dejo de lamentarme porque al menos el pequeño golpe de Arya ha desaparecido con rapidez y los rasgos pueden ser cubiertos. Por suerte el asunto no pasó a mayores, ahora solo me importa que ella esté bien.

Aplico un poco de perfume al estar satisfecho, tomo mi billetera y bajo para esperar su reacción. Siempre me reclama juguetona por esto que en ocasiones surge de forma inconsciente, pero hoy que lo hice con intención, seguro que algo tendrá por decirme.

Camino con premura hacia la cocina, desde donde escucho que provienen las voces, y me adentro a ver a toda mi familia allí junto a Arya, riendo y comentando cómodamente.

—¡Liam! —exclama Ann, corriendo con ilusión hacia mí para abrazarme, gesto al que correspondo sin quejarme y poniéndome a su altura—. Feliz cumpleaños, sapito, te amo.

Me río ante el nuevo apodo que me colocó hace un par de meses, cuando descubrió la repulsión que le tengo a los animales.

Hablar dormido a veces no resulta fascinante.

—Gracias, renacuajo. Te amo mucho más —digo al alzarla en el aire, antes de besar su rostro en repetidas ocasiones.

—Ahora resulta que yo tengo un criadero de anfibios en esta casa —comenta Anna con gracia, en tanto bajo a Arianna—. ¿Qué soy yo, mamá sapo?

—La reina rana, amor —responde papá, mientras se levanta de su asiento y camina hacia mí, todos soltamos una carcajada—. Feliz cumpleaños, hijo —habla con suavidad, abrazándome—. Espero que la mayoría de edad te siente bien, estoy muy orgulloso de ti y de todo lo que has crecido.

—Gracias, pa —contesto con una sonrisa sincera y apenada que él me devuelve cuando nos separamos.

Papá asiente, me palmea el hombro, y ambos giramos al oír murmullos de emoción detrás.

Las tres chicas nos ven con ilusión, mamá está llorando enternecida ante la escena y yo solo puedo sentirme feliz, porque no pude nacer en una mejor familia. 

—Son tan hermosos mis hombres —añade Anna con ese tono empalagoso que a veces me marea, caminando hacia mí para abrazarme del mismo modo—. También estoy orgullosa de ti, mi amor, y me encanta que imites el vestuario de Arya —musita lo último con burla.

Agradezco a las felicitaciones de mamá y los pequeños detalles que me dejan por ahora, y cuando veo a Arya, me percato de que me observa con una sonrisa enorme que le devuelvo junto a un guiño. Ambos nos despedimos, rodeo su cintura con mi brazo al salir de la cocina y de este modo nos encaminamos hacia la puerta principal.

—¿Por qué estás tan guapo? —pregunta con picardía, elevando un poco la cabeza para verme, luego la regresa al frente para analizar algo—. No, ya sé... es porque vas vestido como yo. —Río fuerte una vez más por su presunción, antes de besar su sien. Después me separo de ella en la entrada para coger la llave de mi auto en la mesita, pero me detiene—. Hoy conduciré yo; hoy se intercambian los papeles.

Asiento, comprendiendo sus palabras y con cero intenciones de discutir.

—Está bien —cedo, en tanto abro la puerta principal y la dejo salir antes, para posteriormente seguirle el paso—. Y... ¿Desde cuándo somos tan pretenciosos?

—Tú desde siempre y yo, desde que apareciste en mi vida para decirme que soy preciosa. Ya me lo creí, ¿sabes?

—Y me alegra un montón, porque es la verdad —digo con sinceridad, me paro al frente con agilidad para robarle un beso y luego tomo su mano para atravesar la reja, mientras me percato de que sorpresivamente, el cielo se muestra claro en este día a pesar del frío que hace, y ahora solo deseo que la lluvia no arruine nada como en años anteriores.

Arya me observa al llegar frente a su auto y con orgullo, abre la puerta del copiloto para invitarme a entrar como yo lo he hecho antes, yo obedezco tras reír y ella sube desde el otro lado para ponernos en marcha de inmediato.

—¿Cómo dormiste? —pregunta grácil—. Nos despedimos como a las once de la noche, ¿de verdad no dormiste nada?

—No mucho, dormí unas cuatro horas. No tenía sueño cuando te fuiste a dormir y me quedé trabajando en algo.

—¿Tus planos? —Gira a verme unos segundos con ilusión—. No me has mostrado ninguno aún.

—Sí, en eso —miento—. Había olvidado mostrártelos, pero pronto los veras. ¿Cómo dormiste tú? ¿Cómo están las cosas en tu casa?

—Dormí bien y todo está tranquilo. Casi no he visto a Mateo porque la mayoría del tiempo está acostado y no melestando.

—Pero se irá, ¿verdad? —pregunto serio.

Ese fue el acuerdo al que llegamos con Ruggero cuando le contamos todo lo que había pasado, e incluso Arya le narró la situación de la infidelidad que había decidido ocultar sin motivo razonable. El castaño no se tomó el asunto de la mejor manera y se levantó en ese instante con intenciones de golpear a su amigo, pero lo detuvimos a tiempo al recordarle que el hombre ya estaba hecho mierda.

No me habría molestado que lo golpeara, la verdad, pero prefiero que sane antes para que le den el doble de lo que se merece por basura.

Ese mismo día de la discusión, Amy y Caleb pidieron hablar con nosotros y no tuvimos más opción que acceder. No lo hicieron con Mateo, porque Ruggero lo llevó al médico junto a Vanessa por el asunto del par de costillas que le rompí y por eso solo nos encontramos Arya y yo, donde nos vimos explicándoles el motivo de mi escaso control e incluso el golpe de su hija.

Evidentemente fui reprendido por ambos por mi manera de solucionar los problemas al estilo cavernícola, pero estaban más enojados con el chico por lo que le hizo a su hija e incluso con ella misma, por no haber sido sincera desde el inicio.

Arya siempre sale perjudicada al querer ayudar a los demás y todos lo tenemos claro, porque sabía perfectamente que sus padres no permitirían que el italiano se hospedase en su casa después de lo que le hizo, pero decidió callarse para que él solo tuviera que preocuparse por sus estudios y no le dio importancia a todo el problema que eso le otorgaría a su tranquilidad y salud mental.

Me disculpé con los Russo en esa ocasión, les prometí más esfuerzo por un autocontrol y también les aseguré comportarme por su hija, y para ellos no fue muy difícil seguirme tratando como de costumbre. Realmente le tengo cariño, aprecio y admiración a esas personas y valoro mucho que me reciban de ese modo en su casa, pero el hecho de que su bondad amerite tener al chico en su casa aún, me causa molestia.

—Lo hará. Rugge consiguió un pequeño departamento al que se irá Mateo cuando ya pueda valerse por sí mismo y se cure de sus lesiones completamente. Ya está bastante mejor, así que no te preocupes —asegura serena, viéndome por segundos en los que sonríe—. Sé que te molesta, Liam, pero te prometo que todo estará bien y él no me hará daño.

—Me preocupa, más que molestarme. Es que... tú y tu familia son demasiado buenos. Yo en su lugar lo habría mandado a la mierda al instante... Y sí, entiendo que el tipo no tiene mucho dinero ni a nadie aquí, pero créeme que no me habría importado. Mucho menos porque sé que sus intenciones contigo no son buenas y el hecho de que viva en tu casa...

—Por mí no debes preocuparte...

—Además, está el hecho de tu bondad insuperable que...

—Que no afecta en nada, porque aun así te gusto y me quieres.

—Y esa es precisamente una de las razones por las que me encantas, eres demasiado buena incluso para mí... —aseguro, ella vuelve a verme y sonríe, animándome a seguir—. Y te quiero más de lo que algún día imaginé hacerlo, Canela.

___________________________________________________

¡Llegó el veintiséis de noviembre; llegó el cumpleaños de nuestro Liam! 💚

No sé si quedaron dudas, pero Max cumple seis días antes, es decir, el veinte. Quería aclararlo por si acaso para que le envíen sus regalitos, él ama el chocolate y el vodka.

¿Qué te pareció este capítulo? Yo estoy con impotencia todavía al saber que Mateo sigue con vida. 😂 Pero al menos ya no nos fastidiará más, ¿o sí? 👀

Nos leemos en el siguiente pa la próxima ratón. ʕっ•ᴥ•ʔっ Te amo un montón y poco más.

Continue Reading

You'll Also Like

96K 9.3K 44
Sinopsis Cupido al meterse en graves problemas no le queda más que otra que cumplir con lo que su madre lo mando. Hacer enamorar a una chica. Lo mal...
4.3M 272K 43
Libro #1. -¿Quiénes son ellos? -Los llaman los Roba besos. -¿Qué hacen? -Pequeña estúpida, su nombre lo dice todo. Ellos no eligen, sólo corren po...
477K 23.6K 48
Una historia que promete atraparte desde el principio hasta el final. Camila es una chica humilded, Ignacio Besnier es el heredero de un imperio empr...
439 78 18
"Todas las puertas son opacas y no siempre sabemos qué hay al otro lado" Fausto va a tener que aprender a vivir en un mundo en el que todo lo imagina...