Deseo deseo ©

By euge_books

19K 3K 1.4K

¿Qué pasaría si a un chico le viene la regla? Lo sé, lo sé, vas a decirme que estoy loca y delirante, pero lo... More

🍒Deseo deseo🍒
¡BOOKTRAILER!
Primer día de clases
Vómito de Fanta
Violet
Sentencia de muerte
Estúpida fiesta, estúpido Mittchell, estúpidos todos
Cerecita, la vengativa
Los efectos del vodka
Deseo deseo
Buenos días
¿Qué demonios está pasando?
¿Qué has hecho, Bárbara?
No puede ser verdad
Día de esconderse en el baño
Piernas sucias
El incansable Mittchell vuelve al ataque
La maldición de Bárbara y la bendición de Mittchell
Tutorías sangrantes
Mittchell Dramático Raymond
Revelaciones
Definitivamente, se le salió un tornillo
Chocolates en casilleros
Intensidad al mil por ciento
Esfuerzo número dos y un tal vez
La fiesta más horrenda de la historia
Mentiras, fiesta y decepción
Humillación en Volcalandia
Gloriosa ley del hielo
#Ignorado
Maldita sea, Raymond
Charlas de medianoche
Inoportuna clase de matemática
De urgencias en el baño
Diagnóstico incorrecto
La enfermera sexy robapadres
Maratón de pelis y helado
Mini Iron Man
Amores que matan
Llamada telefónica de emergencia
Veo veo
El mayor 3312 de la historia de los 3312
Lobos sexys y adolescentes adoloridos
Herir no es lo mismo que partir en dos un corazón
Colorín colorado, este acuerdo se ha acabado
Agua fría y mantas calientes
Puertas cerradas vuelven a abrirse
Problemas en el paraíso
Usa tus propias botas, idiota
Intentando una nueva jugada
No es perdón, es servicio
Bibidi Babidi Bú
Adiós, estrella; hola, futuras responsabilidades
¿Empezar de cero?
Falda y tacones combinan bien con piernas peludas
Oportunidad ganada
Besos a medianoche y un «te quiero»
Nuevo comienzo
Epílogo

La regla afecta las hormonas

384 66 50
By euge_books

Mittchell


La cosa que me dio no es nada fácil de colocar. En serio, ¿cómo las mujeres pueden usarlas sin quejarse? Recuerdo vagamente a una chica con quien solía acostarme cuando mi vida se fue a la mierda. Una vez, dijo que no podía tener relaciones porque estaba en sus días. Yo lo comprendí y me senté en la cama a esperarla, pero tardaba en el baño y me preocupé. Abrí la puerta sin tocar y la vi sacarse una objeto alargado y pequeño para colocarse otro con más esfuerzo del necesario. Dijo que era un tampón, otro método para contener los fluidos. Definitivamente eso debía ser más incómodo que un trozo de algodón que huele a menta.

Hago lo que me indicó, lo pongo en el bóxer, pero la cosa simplemente no se pega. No quiere quedarse en el sitio y termino envolviendo toda mi extremidad en ella. Descargas me recorren ante el dolor que eso me provoca. Dato: no apretar el pene cuando sangra. Anotado y súper mega recordado. ¿Por qué la pastilla no ha hecho efecto todavía? ¿No se supone que son de rápida acción?

Gimo bajo de frustración. La maldita toalla no quiere quedarse conmigo. Me rechaza y acabo tirándola a la basura hecha un nudo. Me pongo de pie y salgo, sin percatarme de que tengo mis hermosas y sucias partes al aire. Es una canción ver la cara que pone cuando me ve y se gira para evitarme a una velocidad inhumana. Balbucea algo que no logro entender y me enfrenta luego de haberle soltado una de las mías. Me resulta sexy la forma en que me amenaza antes de que vuelva a encerrarme en el baño. No tengo de otra más que esperar su regreso.

Todo el baño huele a ella. No me había dado cuenta antes, pero así es. Su aroma, suave y exquisito, flota por cada rincón. Hasta las cortinas tienen su toque aniñado, indudablemente acorde a su personalidad. Las botellas de champú están bien apiladas en un neceser en una esquina de la ducha. El espejo está clavado en la pared y rodeado de luces blancas iridiscentes y pequeñas. En el mostrador blanco hay una cartuchera donde supongo se encuentra su maquillaje, porque todas las chicas tienen, y debajo de una toalla rosa claro.

―¡Hola, cariño! ¡Hemos llegado! ¿Estás despierta? ―se alza una voz de una mujer, seguido de un repiqueteo de tacones y una puerta cerrarse, la puerta principal.

¡Carajo! Estúpido, ¿cómo no? Los padres tenían que llegar en ese preciso momento. Y yo aquí con el pene al aire sangrando. ¿Podría ponerse peor?

―Hola mamá. ―escucho en la lejanía su cantarina voz―. Estoy haciendo un trabajo con un compañero, no te molesta, ¿verdad?

La respuesta es un leve barullo que no logro distinguir. Espero que le haya dejado porque no pienso pasar la noche en el baño.

Me paso las manos por el cabello desordenado. ¿Cuánto más va a tardar la Cerecita?

Estoy pensando seriamente en bajar a buscarla cuando la puerta se abre. Afortunadamente, es ella. Me tiende una toalla junto con una goma elástica fina y más apósitos.

―¿Otro experimento? ―Ella pone el dedo en sus labios, obligándome a callar―. ¿Qué vas a hacerme?

―No pienses en doble sentido y escucha con atención. Te enseñaré a ponerte esta cosa y te marcharás antes de que a mi madre se le ocurra invitarte a cenar, ¿estamos claros? ―su voz es como un arma de doble filo, suave, pero directa y convincente. Asiento, estamos de acuerdo en que no quiero incomodar a su familia y evitar a toda costa que entren a este baño.

―Espera, ¿me lo vas a poner tú?

―No, aunque a juzgar por tu nivel de inutilidad no me sorprendería que me pidieses ayuda. Me urge que te vayas así que toleraré tu pene, pero no lo tocaré.

Levanto las manos en señal de paz y tiro la cabeza hacia atrás para no verla. Mis instintos de hombre me dicen que, si pongo aunque sea un segundo mis ojos sobre ella, obtendremos un resultado mucho más embarazoso del que estoy seguro no poder manejar. Pronto me olvido cuando su mano derecha me palmea la mejilla y dirige su mirada a la mía.

―No te escondas, lo tendrás que hacer cuando estés solo.

Es un buen punto.

Toma el kit de toallas húmedas y me pide que lo limpie. Tiro los residuos en el bote de basura a mi lado y a continuación prosigue a extenderme dos toallas de algodón. Me indica que pegue las puntas al bóxer de costado y que ponga un poco de algodón envolviendo la cabeza de mi amigo, como si le colocara un sombrero. La simple mención de la palabra me hizo ganarme una patada en la espinilla.

Luego me dice que ajuste todo con una goma elástica, misma que se quita de su coleta para prestármela.

―Que ni se te ocurra devolvérmela.

Esta vez no acoto nada y compruebo que todo quede en su debido lugar.

―Creo que está listo. ―anuncio. Suelta todo el aire que estaba conteniendo, al igual que yo. ¿Por qué estoy sudando tanto? ¿Es normal que me sienta como una bomba a punto de explotar? La regla afecta las hormonas, mi conciencia se burla a cada segundo. Decido no prestarle tanta atención.

―¿Mejor?

―Sí. Es raro mantener mi pene cubierto como su fuera un condón. Me siento encerrado.

―¿Cuánto tiempo tengo que usar esto? ―me quejo, acomodando mis pantalones. Ella sigue el movimiento, un nervio titila en su ojo izquierdo.

―Se cambia cada una o dos horas, depende del sangrado. ¿Por cuánto tiempo estarás sangrando? Varía entre los tres y los siete días.

Genial, tendré que comprarme más de estar cosas y a saber qué me invento para que Arae no me descubra. Pero, ¿siete días por mes? Haciendo cuentas, es la mitad de lo que mi padre me transfiere cada mes. Y eso que me alcanza para los estudios y las fiestas, si no lo malgasto.

Estoy jodido.

Ella asiente y sale del cubículo en un santiamén. Yo la sigo y nos sentamos en su escritorio para proseguir con la tarea que dejamos pendiente, aunque luego somos interrumpidos por unos señores de buen porte y sonrisa cálida.

―Tú debes ser el compañero de nuestra niña. ―dice el hombre, extendiéndome la mano―. Soy Mario, y ella es mi esposa Nora.

―Un placer. ―se presenta ella, apretando también mi mano. Sonrío por cortesía, se nota que son una pareja feliz y eso es como una patada al pecho―. ¿Quieren que les prepare algo para comer? Con tanto estudio, no habrán hecho pausa.

―Por supuesto, gracias. ―Bárbara me fulmina con sus ojitos cafés, pero no le presto atención. Mi estómago, por otro lado, está deseando que ingrese comida―. Soy Mittchell, por cierto, y también es un placer conocerlos.

Tras un par de informalidades, nos dejan solos. Cerecita está echando humo por las orejas, parece que quiere pegarme, seguramente esté imaginando cada escenario en donde hace ese sueño realidad.

―Te dije que no permitieras que te dé de comer. ―Me sobo el abdomen y pongo cara de pena―. No hagas eso.

―Estoy hambriento. No es la cena, es demasiado temprano para eso. Además, ¿no quieres pasar tiempo conmigo?

―Ya sobrepasaste mi cuota de hoy, paso. ―contesta con sarcasmo.

En su lugar, se centra en terminar el último tema de la unidad cuatro de Italiano, para ese punto ya tengo un nivel intermedio, solo tengo que practicar mi habla y pronunciación, estudiar por mi cuenta y ya podré llegar al nivel que necesito para terminar con el trabajo.

Es un don el que tiene para enseñar, es realmente buena. Estoy por preguntarle si piensa dedicarse a eso el año entrante, cuando su madre grita que ya tiene listos los aperitivos.

Tomo una galleta recién horneada y le agradezco. Ella sonríe, encantada.

―Dime Nora, cariño.

Se hace un silencio extraño en donde nos limitamos a beber los tés y acabarnos el plato, hasta que Bárbara habla.

―Tienes que irte ya.

La miro, ceñudo.

―¿Por qué?

―Porque no quiero que mis padres me avergüencen, ni tampoco que tú lo hagas. ―admite. La confesión me molesta, hace que caiga pesado en mi estómago ―. Ya vete, por favor.

Comprendo que no soy de su agrado, y con muchísima razón, pero igual me hiere un poco el orgullo ser despachado de la casa de una dama. Sin embargo, respeto su decisión. No soy nadie para imponerme sobre algo que no es mío, así que me despido a voces de los señores y me encamino a la puerta a paso rápido. Fuera, ha empezado a anochecer y, por ende, a refrescar. Ella se cubre los brazos y mira al suelo, cualquier cosa que no sea a mí.

Y eso me duele. Es raro, pero lo hace.

―Gracias. ―suelto sin pensar.

―¿Por qué?

―Por ayudarme.

Se pone ambas manos en las caderas y sonríe, victoriosa.

―Sin mí estarías perdido.

―Solo porque esto fue tu idea y ahora tienes que lidiar conmigo el doble de tiempo. ―respondo. Abre la boca sin saber bien qué decir y yo aprovecho para acercarme y enredarme en el dedo un mechón suave de cabello castaño. Se lo coloco detrás de la oreja y fuerzo una mueca sarcástica―. Así es el karma, Sucker.

Me meto en el auto antes de escuchar sus insultos. Ya una cuadra lejos, me permito reírme. Río de verdad, por todo el momento vivido en su casa, las cosas que estamos pasando y que, de algún modo, sirvieron para acercarme más. No de la forma que yo quería, pero algo es algo, ¿cierto? Las cosas serían muy diferentes si no le hubiera hecho la vida imposible desde que llegó a la escuela. Quién sabe, hasta podríamos haber sido buenos amigos.

Pero el destino no está escrito.

Con el ánimo renovado, conduzco hasta mi casa con la imagen de su rostro tiernamente sonrojado. 


Hola, mis estrellitas!!!

DIOS, ESTOY ENCANTADA. Hace mucho que no escribía. Estos son los capítulos mejorados, y como no tengo preguntas nuevas para hacerles, dejenme en los comentarios lo que les gustaría saber.

Los leo, saben que me encanta. 

Un beso enorme, 

Euge.

P.D: Recuerden que la novela tiene que llegar a 500 votos para que pueda subir la maratón ;). No faltan muchos, así que ánimo. Y gracias por leer esta novela, significa mucho para mí. 

Continue Reading

You'll Also Like

373K 38.9K 41
"El nombre que han sacado en el sorteo, es el nombre del compañero que les ha tocado en este proyecto. ¿Han escuchado que antes de criticar a alguien...
3.3K 453 8
Sara Winchester ha huido de su pasado haciendo de tripas corazón, y arrastrando con ella al que sería su cómplice en cada crimen, metafóricamente hab...
639 88 19
Elle Stongery es la segunda heredera al trono, su vida cambiará y su corazón tendrá que arder cuando una decisión por amor haga que su familia y rein...
321K 17.8K 69
En inglés: Friendzone. En español: Zona de amigos. En mi idioma: Mi mejor amigo me mira como a su hermanita y jamás de los jamases me verá como alg...