Seduciendo a mi Jefe

By Clau_Llerena

1.3M 66.4K 4K

¿Cuáles son las consecuencias por ofender a tu jefe? Pues llevarte llevarte la follada de tu vida. En el asc... More

Capítulo uno
Capítulo dos
Capítulo tres
Capítulo cuatro
Capítulo cinco
Capítulo seis
Capítulo siete
Capítulo ocho
Capítulo nueve
Capítulo diez
Capítulo doce
Capítulo trece
Capítulo catorce
Capítulo quince
Capítulo dieciséis
Capítulo diecisiete
Capítulo dieciocho
Capítulo diecinueve
Capítulo veinte
Capítulo veintiuno
Capítulo veintidós
Capítulo veintitrés
Capítulo veinticuatro
Capítulo veinticinco
Capítulo veintiséis
Capítulo veintisiete
Capítulo veintiocho
Capítulo veintinueve
Capítulo treinta
Capítulo treinta y uno
Capítulo treinta y dos
Capítulo treinta y tres
Capítulo treinta y cuatro
Capítulo treinta y cinco
Capítulo treinta y seis
Capítulo treinta y siete
Capítulo treinta y ocho
Epílogo
Agradecimientos
Nueva historia
Dudas
Más de Seduciendo a mi Jefe
Grupo de WhatsApp
EL JEFE SEDUCIDO
PREFACIO: CUANDO LA PASIÓN NO ES SUFICIENTE
1.UN EXTRAÑO EPISODIO
2.LA ASISTENTE DE MI HERMANO
3.TENSIÓN SEXUAL
4.EL TAN ANHELADO ÉXTASIS
SEDUCIDO POR MI ALUMNA
1. GROGUI
2. TRATO HECHO
3. LA CURIOSIDAD MATÓ AL GATO
4. ¿QUIÉN ES ESE HOMBRE?
5. DOS POR UNO
6. UNA MALA IDEA
7. AHOGADOS EN DESEO
8. ME HE VUELTO LOCA
9. OLVIDAR
10. SOLO SEXO
11. DOS PÁJAROS DE UN TIRO
12. EXPLOSIÓN

Capítulo once

33.8K 1.7K 185
By Clau_Llerena


<< Silencio >>

No hemos pronunciado palabra palabra. Tal vez, estamos esperando a que el otro rompa el hielo. Cuando dije que quería cenar en el hotel, me refería a la habitación. Él lo sabía. Pero, por supuesto, debía contradecirme y traerme al restaurante.

— ¿Desean ordenar? —Pregunta el camarero con un marcado acento español.

— Tomaré el especial de solomillo ibérico con setas —ordena mi jefe idiota—. ¿Amy?

— No tengo hambre, gracias.
Resopla exasperado—. Lo mismo para ella —dice—, y dos copas de Sauvignon Le Blanc.

>> Se me está agotando la paciencia, Amanda —sisea mientras el camarero nos deja a solas.

— Me parece bien.

Maldice por lo bajo—. ¿Por qué lo haces tan difícil? —pregunta exasperado—. ¿No crees que nos debemos, al menos, una última plática?

Por unos interminables minutos medito antes de acceder.

<< ¿Qué puede cambiar con una simple conversación? >>

— Muy bien —claudico—. Te escucho.

— Dije cosas que no debía…

— Solo dijiste lo que pensabas —interrumpo.

— Eso no es cierto —objeta—, lo sabes.

— No —intervengo—. No lo sé. No sé nada, Daniel. Aunque solo era sexo, creí que te conocía.

— Lo haces —aclara—. Creéme; sabes más de mí que mucha gente. Tienes razón cuando dices que te ofendí con mis palabras. Sin embargo, no era mi intención. Lo lamento.

— De acuerdo —acepto—. Disculpa aceptada. ¿Contento? Ahora ya puedes dejar el tema por zanjado, y de paso, mover tus influencias para conseguir otra habitación.

— No lo has entendido —replica exasperado.

— Perfectamente —afirmo—. Y sinceramente acepto tus disculpas. Pero si pensabas que una vez te disculparas, correría a tus brazos; estabas completamente equivocado. Esto se acabó; lo que sea que tuviéramos.

No dice nada más. Solo me mira.
El camarero aparece con nuestros platos y copas.

Pero mi apetito se ha ido, junto con mis palabras.

Bebo del vino, mientras juego con la comida sin llevármela a la boca.

— Amanda —espeta furioso—, come o juro por Dios que te obligo aquí, delante de todos.

— No serías capaz —replico incrédula.

— No me retes —sisea—. Perderás.
Sé que habla en serio. Por lo tanto, hago de tripas corazón y pruebo la comida.

***

Llego directamente a la habitación de la suite y recojo mi pequeña maleta.

— ¿Qué haces? —pregunta al verme.

— No dormiré aquí —respondo—. Lo he dejado bastante claro.

— ¿Y dónde piensa ir la señorita, si se puede saber? —inquiere.

— No lo sé. Puede que a otro hotel. Te enviaré la cuenta, ya que has sido el causante de todo este desastre.

— Amy —me llama, pero ya he cruzado la puerta.

>> ¿A dónde crees que vas? —me acorrala contra la pared.

— ¡No lo sé! —Grito exasperada—. Lejos. Lejos de ti, tu prepotencia y tus palabras hirientes.

— Pensé que me habías perdonado —comenta. No digo nada—. ¿Amy? —me quedo en silencio, con la cabeza baja, soy incapaz de mirarle—. Muy bien, tú lo has querido.

En cuestión de segundos, me toma por las caderas y me carga en sus hombros.

— ¿Qué haces? —pataleo—. ¡Daniel, bájame!

Agradezco que sea la suite presidencial, de lo contrario seríamos los protagonistas de un gran espectáculo.

El maldito cierra la habitación con llave antes de bajarme.

— ¡¿Por qué no puedes dejarme en paz?! —le reprocho.

— ¡¿Por qué no quiero?! —responde en el mismo tono—. ¡No quiero dejarte ir!

Enmudezco de repente.

>> Soy un idiota —admite.

— Finalmente estamos de acuerdo en algo.

— Pero nada de lo que dije es cierto —continúa—. No me arrepiento de nada. Nuestras citas en el ascensor han sido lo más divertido que he hecho jamás.

<< ¿Divertido? >>

Voy a interrumpirle, pero me detiene colocando un dedo en mis labios.

>> Acostarme contigo ha sido lo mejor que he hecho en mucho tiempo. Llevarte a mi apartamento ha sido la mejor decisión que he tomado jamás. Y tus labios —los delinea lentamente con sus dedos—, han sido lo mejor que he probado en toda mi vida —solo puedo mirarle. Las palabras han terminado por abandonarme—. Si acostarme contigo ha sido el mayor error de mi vida; cometería el mismo error, una y otra vez.

Trago con fuerza el nudo que se ha formado en mi garganta.

— Esos han sido muchos mejor —logro encontrar mi voz; aunque no la reconozco; suena aguda, forzada.

— La verdad, Amanda —admite—, es que desde que te conozco, no pienso en nada o nadie más. Lo que antes me atraía o fascinaba, ahora carece de sentido. No he podido dormir bien un maldito día, desde que nos peleamos.

Mi boca corre a tomar la suya de un impulso, sin poder controlarlo. Después de eso, él toma el control.
Sus manos van hacia mi espalda baja, mi trasero: en cuestión de segundos, mis piernas se encuentran rodeando sus caderas. Me aferro a él con todas mis fuerzas. Sus corbata y saco caen al piso minutos después. Mi camisa de magas no tarda en seguirles. El rastro de ropa en el suelo traza el camino hacia la habitación principal.

En ningún momento dejamos de besarnos; nuestros labios se han aferrado a los del otro, al igual que nuestros cuerpos.

Si este es el peor error de mi vida, pues asumiré las consecuencias.

— ¿Sigues cuidándote? —por unos instantes, no comprendo su pregunta—. Tengo condones, por si acaso.

Al comprender, la pregunta me cae encima como un balde de agua fría.
Si tan solo supiera…

— Tranquilo —respondo—. Embarazo no deseado es algo que nunca sucederá.

<< Ni deseado tampoco >>, añade mi subconsciente.

Alejo esos pensamientos y me concentro en el Dios del Olimpo que me acaricia sin piedad.

— ¿Lista para mí? —Inquiere.

— Siempre.

De una estocada entra en mí y por primera vez, hacemos algo más allá del sexo. Algo a lo cual, no quiero ponerle nombre… aún.

***

— ¿Todo bien? —pregunta sudoroso, luego de habernos recuperado de una larga sesión de sexo.

— Debiste preguntarlo horas antes —contesto—. Ahora estoy agotada.

— ¿Nos damos un baño? —pregunta.

— Una ducha sería genial —comento—, pero honestamente no tengo fuerzas para levantarme.

— Eso tiene fácil solución —señala antes de tomarme en brazos y guiarnos a la bañera previamente preparada.

Pasea con suavidad la esponja sobre mi cuerpo. Si no fuera por el agotamiento, tendríamos otra sesión de sexo en la bañera.

— Lo siento —digo de buenas a primeras. Tenía las palabras atragantadas en la garganta. Él me observa confundido—. Debí decirte. Sabía que tarde o temprano te enterarías de mi relación con Rebecca y Eloy, pero no quería mezclar las cosas; y para serte sincera, temía tu reacción.

— Y con razón —admite—. Mi reacción fue exagerada. Aún así debiste decirme. Eso fue lo que más me enojó. Pensar que todos me vieron la cara de tonto.

— Eloy no sabía —intercedo.

— Estoy al tanto —responde—. Hemos hablado. Te aseguro que ya se ha puesto al día.

— Ya me di cuenta —intervengo—. Se ha confabulado contigo para hacerme esta encerrona.

— En nuestra defensa —alega—, debo decir que realmente te creíamos la mejor para el trabajo —entrecierro mis ojos hacia él—. Sin embargo, debo admitir que Camille podía habernos acompañado...

— Becca tenía razón —comento.

— ¿En qué?

— Eres bueno con las palabras —admito.

Adopta una pose de satisfacción—. Me agrada mi cuñada —dice—. Eloy supo escoger muy bien.

— Totalmente de acuerdo —coincido.
Termina de asearnos y nos envuelve a cada uno en una toalla.

— Sabes que eso es un secador de cabello, ¿cierto? —indago, al verle tomar el que he traído de mi maleta.

— No tenía ni idea —percibo el sarcasmo en su voz.

— ¿Qué piensas hacer con él? —insisto.

— Pues usarlo —bufa—. No permitiré que duermas con el cabello mojado. Puedes resfriarte.

— ¿Vas a secarme el pelo? —pregunto incrédula.

— Tranquila. Intentaré no quemártelo.

— Espero que eso haya sido una broma —advierto.

— Tal vez. Tal vez no.

Y es entre bromas como termina un día agotador.

19 de abril de 2018

Devoro con rapidez mi tercer panqueque con leche condensada. No recuerdo haber tenido tanta hambre en mucho tiempo.

— Despertaste hambrienta esta mañana —comenta divertido, sentado frente a mí.

— Debo reponer energía —me encojo de hombros—. Esta mañana agotaste la poca que me quedaba de ayer.

— Recuérdame agotarte más a menudo —pide—. No te había visto comer así jamás.

— Quizás deberías hacerlo —le guiño un ojo.

El recorrido de hoy ha ido de maravilla. El departamento creativo ha sido mi lugar favorito de la editorial; incluso me he llevado varias muestras de libros. Vega me los ha ofrecido amablemente.

Ahora nos encontramos sentados en una mesa apartada, en medio de una amena plática. Vega ha cumplido su promesa de invitarnos a almorzar.

— ¿Y la pequeña Sugar? —indaga el español—. La última vez que la vi era solo una bebé.

— Creciendo —responde Daniel—. Más traviesa cada día.

Me mira divertido. Los recuerdos de nuestro enfrentamiento en la habitación de la pequeña vienen a mi mente. Si Daniel supiera que el cuento se ha convertido en una novela. Llevo semanas escribiéndola; debo agregarle nuestro viaje de reconciliación apenas llegue a casa.

— Si me permiten —me disculpo—. Iré al baño unos minutos.

Realmente no puedo aguantar más. El clima está realmente caluroso y he tomado más agua de la cuenta.

— Claro —responde el señor González.

— ¿Qué ordeno si viene el camarero? —pregunta mi jefe.

— Cualquier plato que tenga atún —respondo antes de marcharme.

Me siento aliviada una vez termino. Mi fuente estaba a punto de desbordarse. Lavo mis manos y decido peinar un poco mi cabello con los dedos. Daniel hizo un buen trabajo con el secador. Me pregunto cómo aprendió a utilizarlo. ¿A cuántas mujeres le habrá secado el cabello?

<< No vayas por ahí, Amy >>, me reprende mi fuero interno.

<< No es que tú tengas un pasado muy limpio que digamos >>

Decido dejar vagar en pensamientos innecesarios y salir. Al acercarme a la mesa, escucho sin querer su conversación—: Acabo de conocerla, pero me parece una buena chica, y muy inteligente —oigo decir a Vega.

— Lo es —admite Daniel—. Amanda no es como ninguna mujer que haya conocido antes.

— Me gusta para ti, Daniel —comenta el español.

— A mí también, Vega. A mí también.

En este preciso momento, Vega González se acaba de convertir en una de mis personas favoritas.

20 de abril de 2018

Observo tranquilamente una vez más la hermosa ciudad. Nunca había estado en Madrid. Sin embargo, la ciudad me acogió como una de sus hijas. A pesar de trabajar en el día, las dos noches restantes de nuestra estancia Daniel me llevó a recorrer la ciudad. Por supuesto, no pudimos visitar todos los lugares, pero estoy segura de que este no será mi último viaje a España.

— ¿Amy? —Escucho su hermosa voz, nombrarme—. ¿Todo bien?

Suspiro anhelante.

— Sip. Todo perfecto.

— Desearía que tuviéramos más tiempo —expone—, pero…

— Lo sé —le corto—. Vinimos por trabajo, no por placer.

— Eso no evita que podamos tener un poco de ambos —susurra en mi oído.

Sonrío recordando nuestra noche y amanecer de hoy. Junto a Daniel me he convertido en una máquina de sexo. Nunca había tenido tres orgasmos en menos de veinte minutos. Mi Dios Olímpico ahora ha pasado a ser mi Dios del Sexo.

— Eso es algo que, no puedo discutir, señor Gold —reafirmo.

— ¡Finalmente! —grita demasiado entusiasmado, haciéndome reír—. Nos estamos entendiendo.

Niego con la cabeza sin perder la sonrisa. Me encanta el Daniel divertido; me excita tanto como el enojado. El idiota ya me gusta menos.

<< ¿Y el romántico? >>, pregunta mi subconsciente.

<< ¿Cuál romance? Aquí no hay romance alguno >>, replico.

<< Sí, claro; las flores y las notitas te las envía un marciano>>.

Bufo mentalmente. ¿Es que siempre debe contradecirme?

— ¿Nos vamos? —pregunta mi sexi, ahora no tan idiota, jefe.

Contemplo el paisaje una última vez antes de asentir.

Continue Reading

You'll Also Like

6.8M 220K 52
Molly Johnson es una mesera y necesita juntar mucho dinero para salvar a su hermana. Axel Cavelli es un exitoso empresario y necesita una novia por t...
6.6K 351 6
Que hubiera pasado si Damián no hubiera nacido de Thalia si no de Selina se me ocurrió hacer un "madre e hijo" entre Selina y Damián Los personajes...
6.7K 120 5
Domine las técnicas secretas de la manipulación emocional encubierta, de las persuasión dicimulada y del control mental
10.4K 1.6K 22
𝐒𝐮𝐧𝐠𝐬𝐮𝐧 || Donde SungHoon es un androide y Sunoo debe enseñarle a sentir. ©gardyun Graphic by @DaniJimin13 de @Heartbeat_editorial