El Internado Miethrickson ©

By The-Good-Coffee

3.3K 438 770

El internado Miethrickson es el sitio a donde mandan a aquellos chicos problemáticos, aquellos de los que sus... More

¡Advertencia!
◇Prólogo◇
◇Capítulo 1◇
◇Capitulo 2◇
◇Capítulo 3◇
◇Capítulo 4◇
◇Capítulo 5◇
◇Capítulo 6◇
◇Capítulo 7◇ [I]
◇Capítulo 7◇ [II]
◇Capítulo 8◇
◇Capítulo 9◇
◇Capítulo 11◇
◇Capítulo 12◇
◇Capítulo 13◇
◇Capítulo 14◇
◇Capítulo 15◇
◇Capítulo 16◇
◇Capítulo 17◇

◇Capítulo 10◇

130 11 33
By The-Good-Coffee

"Espantoso juego del amor, en el cual es preciso que uno de ambos jugadores pierda el gobierno de sí mismo"

-Charles Baudelaire.

Anya Smirnov:

Vuelvo a releer el párrafo al percatarme que en realidad no he prestado atención a lo que estaba en él. Y eso mismo vuelvo a hacer cuando pasa lo anterior. Mi ceño se frunce solo con ligereza porque en realidad mi mente no deja de divagar. No dejo de bailar por los rincones de mis pensamientos y la imagen del cadáver de la profesora McCarthy en las escaleras no deja de atormentarme.

En la mañana tras despertarme, arreglarme y ponerme la ropa casual asignada para los fines de semana salí a buscar algo de comer en la cafetería, pero en las grandes y ornamentosas escaleras del edificio central lo que estaba era el cadáver de la docente. Arreglada con los brazos detrás de su cabeza como si estuviera tan solo descansando con sus piernas cruzadas y lentes de sol ocultando sus ojos. Pero no, cuando quitaron los lentes, sus parpados abiertos sin pestañear ni una sola vez dejaban en obviedad que la vida había escapada de ella.

Si bien se que no era de las mejores personas, no creo que la vida de alguien deba terminar por la decisión de otro, y menos en sufrimiento porque no me cabe duda de que fue torturada hasta su último último suspiro.

Y se nota que esto es solo un juego para esa persona que está acabando con las vidas de los demás. Aquella que se está encargando de sumirnos en pánico a cada uno de los estudiantes y profesores. Porque se que aunque los docentes tratan de guardar la calma también están inquietos por las muertes.

¿Y si todo sigue así? ¿Qué es lo que quiere conseguir con todo esto? Si no ¿Quiere esa persona en realidad conseguir algo con los asesinatos?

Tal vez sucumbirnos al pánico e incertidumbre, pero no me cabe en la cabeza para qué o porqué alguien querría hacer tal cosa. Solo somos simples personas sin nada en especial dentro de un internado común y corriente.

No me gusta juzgar, pero comprobé que toda esta situación le debe hacer gracia a esa persona. Al ver como puso el cadáver de la profesora, como si solo estuviese descansando y además le pone unos lentes de sol. No veo como podría dar gracia haber matado a alguien, el solo pensar en que una persona fue torturada solo porque si, solo porque esa persona quiso, hace que las entrañas en mi estomago se retuercen con fervor. Notandose que es una broma para él o ella. Y eso me hace pensar que también podría ser una chica.

La pregunta me carcome la mente. ¿Será alguno de nosotros? ¿Será alguien a quién vea seguido? Aunque eso no lo creo, normalmente estoy siempre es con Nastya y ella no haría algo así. En realidad me parece absurdo tan solo considerarlo un poco. Aunque ella piense que está tallada de espinas y acero, en los años que llevo conociéndola se que es una armadura. Ella puede llegar a ser una muy buena amiga.

—Llevas un buen tiempo acariciando la página de ese libro. —Pego un pequeño salto de sorpresa al escuchar de repente esa profunda voz a mi lado, dejando de hacer lo que inconsciente estaba haciendo y volteando mi rostro de calientes mejillas hacia él. Que por estar sumida entre las páginas de mis pensamientos se me había olvidado por un pequeño segundo que Jade se encontraba sentado a mi lado.

Nerviosamente trato de ocultar la calentura de mi rostro bajo el pretexto de pasar mis manos por él, rogando que no se note el seguro color rosa que ha de estar decorandolas al igual que a mis pobres orejas. Me repito mentalmente que lo más seguro es que no se de cuenta, para así no hundirme aún más en la vergüenza que por alguna razón fácilmente estoy sintiendo.

—¿Te encuentras bien? —escucho que pregunta así que decido asentir un poco al tiempo en que quito las manos del libro y regreso mi atención a este, repitiendo en mi mente qué responderé para así no tartamudear y no hacer evidente mi nerviosismo por tenerlo al lado.

—Si, si –termino por murmurar rápidamente mientras cierro con cuidado el libro de tapa dura sobre astrología, el cual alcancé a leer poco debido a todo el revuelo de mi mente. Pero termino por mantener mi mirada sobre la cubierta mientras mis dedos la acarician suavemente, pensando en si seguir hablando o dejar que el nerviosismo me gane y deje mi respuesta como esta—. Bueno, en realidad no tanto —termino por admitir.

«No dejo de pensar en lo que está pasando —continuo mientras lentamente mis dedos se mueven por la portada del libro, pero termino por recoger el valor y levantar la mirada para verlo. Encontrandolo girado levemente hacia mí, su codo apoyado en la mesa y su mano sosteniendo su barbilla, su mirada tan azúl como el cielo más despejado jamás visto en las últimas décadas enganchandose a la mía en cuanto se conectan. Y al tener toda su atención de una forma tan intensa y sin titubeos hace que mis huesos se derritan y al mismo tiempo que los nervios comiencen corroerlos—. Es decir no veo la razón por la que alguien querría hacerle daño a otras personas. No le veo el sentido. ¿Le trae algo bueno a esa persona que está asesinando inocentes? No lo creo. Lo único que trae es desgracias, a aquellas personas alguien las quería y las va a extrañar y sufrirá por su injusta perdida.

Inflo mis mejillas al tomar una grande bocanada de aire para luego proceder a soltarlo lentamente cuando termino de hablar. Y comienzo a arrepentirme al pensar en que dije demasiado y se ha cansado de tanto parloteo de mi parte. Pero resulta todo lo contrario cuando veo en su mirada su interés y el leve asentimiento que realiza.

—Se de que hablas —admite tranquilamente y relame sus labios para seguir hablando, lo que hace que mis ojos viajen hacia abajo pero por ese mismo hecho mi mirada sale de los rincones de su rostro, esperando que no se haya dado cuenta lo mucho que su acción socavó con mi pequeña existencia por un nano segundo—. Pero no todos tienen el mismo pensamiento o si quiera les importa el sufrimiento ajeno. Solo saben preocuparse por ellos mismos y sus ambiciones, harían cualquier cosa para cumplirlas incluso si eso perjudica a los demás —toma una pausa al acabar repasandome con su mirada haciendo que me coiba un tanto—. Un claro ejemplo es como se encuentra el planeta estos días.

Y tenía razón. Todo estaba en deterioro, las plantas, los animales, la atmósfera. El clima va de un extremo a otro. Y me entristece tanto que hagan la vista gorda, que sigan contaminando, que sigan sin importarle nada. Es nuestro planeta. Es nuestro deber cuidarlo y amarlo con cada fibra de nuestros pequeños cuerpos. ¿Cuándo se darán cuenta de eso? Temo que eso pase cuando ya sea demasiado tarde.

—No todos tienen la conciencia que tú tienes. Aunque deberíamos. —Subo la mirada cuando lo oigo continuar—. Lo noto en tu mirada. El dolor late en ella cuando hablas de ello. Y eso es bueno, en realidad. Todos a veces deberían tener más empatía.

Asiento lentamente sin creer lo que ha dicho. Si bien ya sabía que me suelo preocupar demasiado por los demás nunca lo había visto de esa manera. Así que la pequeña sonrisa que comienza a surcar mis labios no la puedo evitar al igual que la leve calentura en mis mejillas y orejas.

Mi corazón comienza a later rápidamente cuando no encuentro que decir a cambio para continuar la conversación o como tomar el cumplido. De verdad que odio mi incapacidad para socializar con personas que apenas conozco.

—Pero a veces... —lo observo con atención cuando continúa hablando, dándome cuenta de que ahora su mirada se encuentra estancada en el libro que me encontraba leyendo y donde mi mano derecha ahora descansa— a veces se hacen cosas incorrectas con las mejores intenciones. A veces, se hacen para salvar a alguien, mantenerlo a salvo. No todo es blanco y negro.

Muerdo ligeramente mi labio meditando sus palabras y buscando en mis pensamientos mi opinión sobre lo que ha dicho.

—Puede que tengas razón —murmuro con pesadumbre—. Pero el mal es mal, muertes son muertes, el daño sigue siendo daño. Irreparable en su minúscula medida. Así sea menor —termino por responder llevando mi mirada lejos de él y pasándola al frente, hundiendome en el mar de mis pensamientos por un pequeño segundo.

Se que en la vida no todo es blanco y negro y que hay muchos matices de grises. En realidad, las personas somos un caleidoscopio de grises. No uno solo, ni dos. Sino muchos. Y las razones que nos mueven también son así. Pero no puedo evitar pensar que así le causes daño a alguien para llegar a un medio, ya sea cuidar de alguien, sigues causándole sufrimiento a terceros.

—Tienes razón —termina por pronunciar con cierta desazón desperdigada por su voz, haciendo que lleve mi atención nuevamente a él.

—Tú... —comienzo a murmurar con cierta duda en un principio cuando una pregunta se estanca en mi mente, llamando su atención y haciendo que alce su mirada hacia mí— ¿Alguna vez has perdido a alguien? —Termino por preguntar y muerdo mi labio nerviosamente porque tal vez es una pregunta muy personal y terminará por irse.

Al escuchar mi pregunta, su mirada se mantiene fijamente en la mía. Y aunque la intensidad de ella hace que quiera encogerme en mi asiento, pero no lo hago y sin poder quitar mi mirada de la suya, la mantengo.

—A veces la pérdida de alguien puede ser muy subjetiva —declara después de unos segundos de completo silencio entre nosotros y donde el sonido de las personas al rededor era el único decoro.

Lo que dice termina por confundirme, porque ¿cómo la muerte de alguien puede ser subjetivo?

Me preguntaba esto hasta que al escuchar una silla siendo arrastrada hacia atrás volteo a verlo y me doy cuenta de que se está levantando. En ese momento comienzo a alarmarme cuando el pensamiento insidioso de que la pregunta en realidad fue demasiado personal y se cansó de hablar conmigo por eso mismo.

Pero en su mirada, no encuentro molestia o algún residuo de ella.

—Se me había olvidado que debo terminar un trabajo —explica ante la pregunta explícita en mi mirada. Así que asiento.

—Entonces, ¿hablamos luego? —termino por preguntar con cierto titubeo sin poder evitarlo, al pensar en que me ignorará nuevamente. Veo ansiosamente como repasa mi rostro con su mirada unos segundos para luego anclarla a la mía. El claro azul de sus ojos hipnotizandome como a serpiente con flauta.

—Claro, no veo porqué no —y las comisuras de su boca se elevan de la forma más ligera posible en una pequeña, muy pequeña, sonrisa de labios cerradas. Pero hace que cada célula de mi organismo grite de emoción ante ello. Y lo sigo con la mirada cuando se va. Su ancha espalda perdiéndose después de salir por las puertas de cristal de la biblioteca.

Vuelvo a mi posición recta y me quedo viendo la cubierta del libro por unos segundos. Segundos en donde una sonrisa soñadora comienza a adueñarse de mi boca sin poder retenerla.

Me había sorprendido demasiado cuando al terminar de desayunar y botar los restos de basura al cesto él llegó a mi lado y me saludó. Tanto me había sorprendido que casi me ahogo con el agua que me encontraba bebiendo. Mis mejillas se calentaron de inmediato sin contemplación alguna cuando palmeó suavemente mi espalda preguntando si me encontraba bien.

Y esa acción hizo peor el sonrojo en mi cara. Lo bueno es que lo más probable pensara que el color rojo en mi rostro es debido al pequeño ahogo con el agua. Después de eso el nerviosismo se adueñó de cada poro de mi cuerpo. Hasta que le dije que iría a la biblioteca y la sorpresa fue más cuando respondió que él también. Así que hasta ahora estuvimos juntos. ¡Todo un día!

La verdad es que eso me tiene extasiada aunque no quiero alimentar la ilusión que quiere carcomerme los huesos poco a poco sin contemplación alguna, pero la verdad ya me encuentro danzando entre los brazos de la fantasía.

A las ocho es cuando la bibliotecaria me recuerda que es hora de que me vaya ya que tiene que cerrar y yo me tengo que ir a mi habitación. Así que cierro el libro que me encontraba leyendo y el cual había reanudado mi lectura minutos después de que Jade se fue.

—¿Sabes qué? Yo ya me tengo que ir, así que tan solo apaga las luces y cierra, linda. —Me volteo cuando escucho a la bibliotecaria.

—Pero... no podría cerrar con llave —termino por contestar viéndola comenzar a irse.

—No importa —hace un ademán con la mano restandole importancia a lo que he dicho, sin dejar de caminar a la salida o voltear a verme—. Solo es la biblioteca, no pasará nada.

Observo como se va dándome una sonrisa amable. Vuelvo mi vista al libro que estaba leyendo.

—Buscaré otro libro antes de cerrar —murmuro levantandome de mi asiento y al llegar a la sección de novelas agarro uno de los clásicos.

Así que agarrandolo entre mis brazos, me dirijo a la salida, apago todas las luces y salgo de la biblioteca cerrando la puerta detrás de mi.

La bibliotecaria siempre me deja llevarme algunos libros sin la necesidad de anotarlos como los demás debido a que sabe que los cuido bastante y diría que soy la más recurrente estando en el sitio.

Voy bajando los primeros escalones hacia el primer piso cuando recuerdo que dejé el otro libro que estaba leyendo en la mesa en la que estaba.

Muerdo mi labio pensando sí debería ir a ordenarlo o dejarlo donde está. En realidad no me tomará mucho tiempo, así que decido ir y subir los pocos escalones que ya había bajado para dirigirme nuevamente a la biblioteca.

Cuando estoy a punto de cruzar uno de los pasillos es que escucho unas voces, es ahí cuando comienzo a entrar en pánico al pensar que me llamarán la atención si me llegan a ver así que doy unos pasos atrás haciendo que la oscuridad me esconda además de pegarme a la puerta de uno de los salones, el marco de esta ocultandome un poco. Esperando que sea lo suficiente para que no me vean. Y rogando para que sigan de largo y no doblen la esquina y se adentren a este pasillo.

No es que esté haciendo algo malo, pero no me gustaría tener que explicar que la bibliotecaria me dejó cerrar la biblioteca y meterla en algún tipo de problema, además de que está prohibido estar después de las ochos en el edificio principal.

—Horu tiene planes diferentes al jefe. —Aguanto la respiración al escuchar a la voz femenina hablar, sus pasos acercándose cada vez más.

—Será mejor que no comiences a cuestionarlo todo —dice la otra voz, esta vez masculina—. Ya estás abordo, no te puedes salir. Si no quien sabe que te pasará.

—Por supuesto que no pienso salirme, no soy estúpida —contesta hastiada las voz femenina—. Solo digo que sus planes me parecen... peculiares.

—Pues asegúrate de no expresar mucho tu descontento con los planes.

—De todas formas ni siquiera sabemos quién es, no sabemos nada sobre esa persona. Ni siquiera sabemos si es un hombre o una mujer, ¿cómo podemos confiar en alguien que no conocemos en lo más mínimo? —Frunso el ceño escuchando el descontento en la voz de la chica. No teniendo ni idea de lo que están hablando y dándome cuánta que los pasos se han detenido.

—Deberías asegurarte que nadie de los que están con nosotros sepa de eso que estás pensando. Por una razón no sabemos quién es y es porque podría ser cualquiera. ¿Cómo sabes que no podría ser yo? —Expresa la voz masculina, pero yo ya ando rogando que sigan caminando derecho y se vayan.

Ante lo dicho por el chico, su acompañante suelta un leve bufido de risa contenida. Claramente burlándose de él.

—Por favor... —suelta con completa sorna y desdén. Y vuelven a comenzar a caminar, las risas de la chica acompañando su caminata al igual que las quejas del chico por esta misma.

Cuando los escucho lo suficientemente lejos es que suelto el aliento retenido y dejo de apretar tanto el libro contra mi pecho. Ahí es cuando me atrevo a caminar pocos pasos y asomarme ligeramente, observando tan solo las espaldas de aquellas dos personas.

Dos personas las cuales parecen ser guardias debido al uniforme que tienen. De inmediato me vuelvo a esconder y suelto un suspiro tranquilizador para tratar de apaciguar a mis nervios. Peguntandome sobre que hablaban pero llego a la conclusión de que es una charla cualquiera entre compañeros. Así que decido no ir a ordenar el libro y tan solo dirigirme a mi habitación antes de tropezarme con otros guardias.

•••

Tarareo mientras, después de agarrar mi desayuno, camino a una de las mesas vacías de la cafetería, sentandome y acomodandome en ella. Lista para saborear el sándwich y café que tanto pide mi estomago.

—Buenos días —saluda de imprevisto esa voz ronca y pastosa que hace que mi corazón revolotee. Así que levanto mi vista hacia él y le dedico la mejor sonrisa amable que hay en mi repertorio.

—Buenos días —respondo devuelta observándolo sentarse a mi lado como ha hecho en los dos últimos días.

Aunque el domingo no lo vi en todo el día el lunes y martes se sentó junto a mi en el desayuno y almuerzo. Lo cual añadió una gota de felicidad a mi día por eso mismo.

—¿Ya sabes como harás la actividad de literatura? —me pregunta agarrando una de las mitades de su pan para luego darle un mordisco, pero yo asiento suavemente de inmediato.

—Por supuesto, el tema es bastante interesante aunque extenso pero decidí hacer un ensayo —explico al mismo tiempo en que echo el azúcar al café.

—Es una buena idea —dice dubitativamente, así que lo veo de reojo. Viendo cómo mastica y su marcada mandíbula se mueve. Pero echa su vista hacia mí así que dejo de verlo de inmediato esperando que no se haya dado cuenta—. ¿Te parece si hacemos el ensayo los dos? —pregunta. Haciendo que me termine por ahogar con mi propia saliva por la gran sorpresa que causó su sugerencia.

Aclaro mi garganta llevando una mano a mi pecho tratando de disimular lo que pasó. Y trato de disminuir el nerviosismo que se acaba de asentar en mi organismo, pero la verdad no tengo que pensar dos veces mi respuesta.

—Cla-claro que si —respondo. Regañandome por tartamudear al principio con algo tan fácil.

—Está bien, podemos comenzar mañana —veo como sonríe amablemente, tan solo fue un fino levantamiento de comisuras, pero fue suficiente para que quiera sonreír también. Así que no me aguanto y lo hago, queriendo derretirme como gelatina ante un abrasador sol.

Tomo un sorbo de café para luego comenzar a comer el sándwich que han servido hoy en la cafetería, al mismo tiempo en que trato de retener el sentimiento de emoción apabullante que inunda mi sistema y ahoga mis sentidos. Tratando de no soltar un gritito o comenzar a bailar en mi puesto.

—Se me había olvidado preguntarte si ayer te habías dado cuenta de que a la profesora de castellano se le veían las pantaletas. —Alzo la mirada cuando escucho a Nastya llegar, sentándose con estruendo y dejando su vaso de café en la mesa. Pero la comisura de mi boca se alza ligeramente en una mueca cuando lo que llama mi atención es la falta comida alguna.

—¿No piensas comer nada? —Le pregunto en cambio, viendo como hace un ademán con la mano, tratando de restarle importancia a mis palabras.

—Se veían de esas que usaría una abuela —responde tomando un poco de su café—. Diría que su vida sexual está nula.

—Deberías comer más —insisto. Observando las ojeras bajo sus ojos con preocupación.

—Ya debe haber telarañas en la cueva, sí sabes a que me refiero —acompañado a esto suelta una pequeña risa burlesca, pero yo solo me mantengo con mi mirada fija en ella, tratando de hacer presión para que deje de cambiar el tema—. No me mires así —me señala—. Sabes que no suelo comer mucho en la mañana. No te preocupes demasiado.

Presiono mis labios haciendo una pequeña mueca, pero no insisto ya que no quiero discutir así que decido seguir comiendo. Aunque siempre me ha preocupado que usualmente no come lo necesario o tal vez soy yo la que come demasiado.

—Entonces, ¿qué haremos para la tarea de literatura? —pregunta, llamando mi atención—. Estaba pensando en un trabajo.

—Bueno, lo que pasa es que haré la tarea con Jade —murmuro llevando mi vista unos segundos a él y regresandola a ella después.

—Ah —murmura asintiendo lentamente. Yo le dirijo una pequeña sonrisa emocionada, siendo lo más discreta posible. Y veo como lleva su atención a Jade, observándolo detenidamente con lo que creo es una mirada perspicaz—. Así que lo harás con Pancracio... bueno.

—Es Jade —recalca con sequedad él haciendo que muerda mi labio sabiendo lo que viene. Sabiendo que Nastya no se detendrá ahora.

—¿Importa? –suelta con desdén—. Mi sugerencia es que cambies de nombre, no es como si tuvieras muchos amigos, nadie lo notaría —concluye con rotundidad para luego tomar otro sorbo de su café.

—No es como sí hubiera pedido tu opinión. —Volteo a ver a Jade, observando su rostro lleno de una mezcla entre desdén y aburrimiento.

—Pues te has llevado una oferta. Opinión gratis, de las mejores —alza su pulgar y sonríe sin despegar sus labios sin gracia alguna. Lo cual me hace sonreír con cierta diversión—. Es tu mejor opción. Pancracio o tener un nombre de niña. Tú decides.

—Es unisex, por lo tanto lo puede usar cualquiera —contraataca, haciendo que lleve nuevamente mi atención a él, como si de una partida de tenis se tratara.

—Eso es lo que diría alguien con nombre de niña —lo señala Nat con lo que se es fingida seriedad, porque puedo ver la gracia que le causa esto.

Comienzo a negar lentamente, preparada para que dejen de discutir.

—Oigan, esto no es necesario —pido en un murmuro no con la suficiente fuerza, pero alzo una de mis manos para llamar su atención.

—¡Te lo digo por tu bien, Pancracio!—medio exclama Nat, ignorandome.

—No te he pedido tu opinión —contesta Jade, también pasando por alto mi petición. A lo que suelto un suspiro y niego.

En ese momento es cuando veo a Spencer llegando.

—Wow, wow, wow —alza ambas de sus manos como si estuviera pidiendo la paz—. Está intensa esta charla —se sienta al lado de Nastya y rodea sus hombros con su brazo. En cambio ella voltea sus ojos, pero no hace nada para quitarlo. Lo cual me sorprende—. Parecen un par de casados discutiendo.

Y veo como la cara de ambos se retuercen en desagrado al mismo tiempo en que escuchan lo que ha dicho Spencer. Al menos están de acuerdo en algo.

—Deberías ir a revisarte la vista —le sugiere Jade y le da un último mordisco a su sándwich, acabando con este.

—Solo molesto, hermano —responde Spencer en cambio, soltando una pequeña risa, pero la verdad no hubo nada que hubiera causado gracia—. ¿Cómo van ustedes dos? —pregunta él mirándonos a mi y a Jade, haciendo que comience a ponerme nerviosa.

—¿A qué te refieres? —cuestiona el pelinegro a mi lado, y veo como frunce su ceño.

—Él no...

—Bueno, es obvio que Anya... —me interrumpe, comenzando a precipitarse a responder, lo cual hace que la desesperación comience a hormiguear en mi estomago.

Pero el timbre de entrada es lo que lo detiene, haciendo que un alivio momentáneo me embargue, así que me levanto rápidamente antes de que siga hablando. Antes de que siga y Jade se entere y tenga que ver esa mirada de asco en sus cristalinos ojos para que luego comience a negar y renegar. Afirmando con vehemencia que eso nunca pasaría.

—Será mejor que entremos rápido, el profesor de estadísticas odia los retrasos —me apresuro a decir con nerviosismo y limpio discretamente mis manos, que comenzaron a sudar, en mis pantalones.

—Posiblemente cuando se llega a viejo es imposible no caer en la impaciencia —comenta Nat al levantarse y estirarse. Así que agarro mi bandeja para tirar la basura.

—Creo que es más bien con ustedes, él también me enseña literatura y en realidad no es tan malo —dice en cambio Spencer, lo que se me hace raro ya que en realidad el señor Bogdánov es bastante gruñón. Aunque en ciertas ocasiones resulta adorable.

—Creo que en realidad nadie pidió tu opinión —murmura Nastya en voz baja, aunque claramente todos llegamos a escucharla. Así que le doy una pequeña mirada reprendedora.

—Creo que todos están en su derecho a opinar sobre cualquier cosa, Nat —digo, pero de la forma más amable posible y dejo suavemente una de mis manos sobre su hombro en el momento en el que salimos de la cafetería.

—Gracias Anya —me dice Spencer, a lo que le regalo una sonrisa afable y veo como se acerca un poco a Jade pero creo que él o no lo notó, lo está ignorando o no le importa—. A lo que me estaba refiriendo en la cafetería era que...

—Creo que es mejor que nos apresuremos o nos dejarán afuera —me apresuro a decir con rapidez, tartamudeando un poco en el proceso—, y no queremos eso —sin más remedio agarro la mano del pelinegro y lo jalo un poco para apresurar nuestro paso con tal de que el rubio no le diga nada. Y no se como se enteró, sí Nastya le dijo o se habrá dado cuenta. Sí se dió cuenta entonces, ¿tan obvia soy?

Cuando estamos frente a la puerta del salón es que me doy cuenta de que estoy sosteniendo su mano y comienzo a entrar en pánico unos segundos para después soltarla. Toda mi cara calentándose de inmediato, pero de todas formas murmuro una pequeña disculpa bajando la mirada para que no se de cuenta y entro rápidamente, sentandome en uno de los puestos del medio como siempre. Jade sorprendiendome al sentarse detrás de mí. Así que le doy una mirada rápida a Nastya, que está a mi lado como de costumbre, para compartir mi mirada de emoción con ella.

—Bien, no quiero a absolutamente nadie hablando, mirando al compañero. Su atención va hacia la pizarra y a nadie ni nada más... —anuncia el profesor Bogdánov como de costumbre.

En toda la clase no puedo dejar de divagar entre mis pensamientos. Y esos pensamientos son sobre el hecho de que Jade se ha sentado atrás de mí, y tampoco puedo prestar atención debido a que él está ahí y juro que puedo sentir su presencia... y su mirada. Pero esas ya son ideas mías ya que él debe estar tranquilamente prestando atención sin importar que esté frente a él.

Y también de como se sintió su mano, de dedos largos y palma un tanto callosa, rustica, entre la mía, fina y pequeña. No puedo dejar de pensar en lo bien que se sintió y que en el trayecto hacia acá él no la quitó, lo cual hace que la ilusión danzante en mi sistema se revuelva en festejo y aumento.

Así que por eso mismo no me doy cuenta cuando termina la clase y tenemos que irnos al salón de entrenamientos.

Los miércoles no son de mis días favoritos. Y eso es por la clase de combate que dura dos horas. Dos horas de violencia sin sentido. Y de la cual trato de participar lo menos posible aunque me gano la mirada malhumorada de la entrenadora.

Pero hay unos días en los que no puedo no participar ya que hay evaluación o es una práctica obligatoria antes de una evaluación.

Hoy es ese día.

Arrojar cuchillos y clavarlos en puntos específicos que hay en unos tableros. Y a aveces la profesora decide ponerlos a moverse y aún con eso los cuchillos tienen que dar en los puntos señalados.

Así que ya cambiados y hechos los estiramientos nos dirigimos a un lateral del salón donde están los paneles rectangulares, los cuales están puestos sobre unas rendijas de rotación. Lo que hace que puedan moverse de un lado a otro cuando la profesora decida programarlo de esa forma. Por ahora solo se encuentran estáticas para practicar.

Unos metros más lejos, están las mesas con las armas. Porque no solo son cuchillos, también hay dagas, shuriken y hachas arrojadizas.

Pero lo que no deja de preocuparme es si alguien resulta lastimado con tantas armas que hay acá. Y no entiendo la necesidad de esto, estoy segura que hay mejores maneras de entrenamientos. Como baloncesto, voleibol. Algún deporte donde no es necesario todo esto y que en cualquier momento alguien pueda terminar con un cuchillo en el ojo.

De solo pensarlo todos los vellos de mi cuerpo se ponen de mi punta.

Así que teniendo esto en mente me acerco a la entrenadora. Mis manos jugando la una con la otra debido al nerviosismo atacandome sin piedad.

—Creo que no estoy lista para hacer la evaluación —le digo a la profesora con voz queda, observando su dura mirada estancarse en mí.

—Para eso es la práctica previa —responde con rotundidad.

—Si, pero no creo saber como lanzar las armas y hacer que se claven, y menos con el movimiento de los paneles —insisto, viendo como la entrenadora suelta un suspiro cansino—. Puedo darle a alguien —continúo tratando de convencerla.

—Bien —dice al final y el sentimiento de triunfo me embarga por unos pequeños segundos hasta que veo como comienza a buscar con la mirada entre las personas—. Petrov —llama, haciendo que yo frunsa el ceño y voltee a ver a quien se refiere.

La sangre se va de mi sistema cuando veo que se refiere a Jade y el cual comienza a venir hacia acá.

—Enseñale a Smirnov a lanzar los cuchillos —le instruye.

—Profesora Vasiliev, yo le puedo enseñar —dice en cambio Nastya, que estaba ciertamente cerca, practicando.

—No, ya le dije a Petrov, que lo haga él —dicta la entrenadora. Haciendo que una mezcla de alegría y nerviosismo comiencen a entretejerse dentro de mí como si de una telaraña se tratara. Compitiendo por cual es la que predominará. Por ahora ambas están a mismo grado.

Y veo como Jade asiente y comienza a ir a una de las mesas así que lo sigo sin más, colocandome delante de una de ellas. Tratando de estar en calma y que el nerviosismo no domine mi sistema.

—Primero es mejor intentar solo el movimiento de muñeca —indica. Las vellosidades de todo mi cuerpo erizandose cuando noto que está detrás de mí. Haciendo que mi corazón comience a latir con desenfreno.

—E-está bien —murmuro por lo bajo, dándome una cachetada mental por tartamudear.

Con el sentimiento de estar siendo ridícula lo hago. Alzo mi brazo derecho y hago un vago movimiento con mi mano, tratando de imitar el movimiento que veo en las demás personas cuando tiran el cuchillo.

Lo intento varias veces, pero la verdad siento que no lo estoy haciendo bien para nada. Hasta que sus manos están en mis hombros, causando que me detenga de inmediato, al contrario de mi corazón que comienza martillar mi pecho desmedidamente.

—Te enseño —murmura. Haciendo que sea más consciente de su cercanía, para luego ver, anonadada, como agarra mi mano y la coloca en la posición correcta, como si estuviera sosteniendo un cuchillo, procediendo a mover lentamente mi muñeca como si lo estuviera lanzando.

Todo esto, el contacto de su piel con la mía, el calor que desprende su cuerpo impactando contra mi espalda. Causando que los nervios me nazcan a flor de piel y sin contemplaciones.

—Puede ser así... —mueve mi mano de forma recta— o así... —la mueve igual pero esta vez de lado—. Esas son las dos formas básicas para lanzarlos.

Yo solo asiento con lentitud, sintiendo el nerviosismo electrizarme cada fibra de mi cuerpo, aún cuando aparta su mano de la mía. Aún así siento sus dedos flexionar los míos con delicadeza, su tacto quedándose estancado en mi muñeca al haberla movido.

—Ahora inténtalo —me indica, llamando mi atención y haciéndome salir de mi momentaneo ensimismamiento.

—E-está bien —vuelvo a tartamudear como una tonta, pero parpadeo varias veces para tratar de concentrarme y hacerlo bien.

Muevo mi muñeca como me enseñó, primero lento para aprenderme el movimiento y luego de forma rápida.

—Creo que ya podrás practicar con el cuchillo —señala él estando a un lado mío observando mis movimientos, lo cual no ayuda a mi ya elevado nivel de nerviosismo.

Yo solo asiento y agarro con renuencia uno de los cuchillos, apretando el mango con un tanto de desagrado, para luego lanzarlo pero no logrando clavarlo. Y eso pasa varias veces hasta que logro hacerlo, pero no en el punto señalado. E intento dar en el clavo, pero lo más que logro es acercarme.

Pronto llega el momento en que la profesora pide quiten las armas en los paneles para que empiece la evaluación y pasemos uno por uno. Así que espero mi turno observando el desempeño de cada uno, llegando hasta Nastya la cual lanza todas las armas con sorprendente destreza. Claro que ella es mucho mejor que yo en esto, lo encuentra más entretenido cuando yo solo pienso que terminaremos por ni necesitarlo.

Pero mis pensamientos se van hacia otro lado cuando pasa Jade y recuerdo lo cerca que estuvo de mí al enseñarme. Es ahí cuando me embeleso con el recuerdo de su aroma. Uno único que no había olido antes. Uno al cual no le encuentro nombre pero se que no lo olvidaré.

La entrenadora hace que me distraiga cuando me llama haciendo que los nervios vuelvan a mí al tener la atención de todos, pero al final termino atinando solo unas pocas veces. Y se que mi calificación no será la mejor, lo cual no me entusiasma demasiado, pero tampoco lo hace el destacar en algo tan agresivo como esta clase.

—La entrenadora ha dicho que nos podemos ir los que ya pasamos. —Volteo ante la voz de Jade a mi lado. Haciendo que asienta por lo que dijo.

—Al parecer hoy está de buen humor —declaro llevando mi atención a la mencionada, viendo su siempre rígida postura y su rudo perfil de piel bronceada mientras evalúa con detenimiento a la persona que se encuentra haciendo la prueba. Y aunque en primera instancia te intimida su adusto rostro por naturaleza en realidad es bastante amable si sabes cómo tratarla.

—Eso parece —murmura él y vuelvo a verlo, notando su mirada en mí haciendo que me coiba un poco—. Todavía faltan cuarenta minutos para la próxima clase así que iré un rato a la biblioteca. ¿Vienes?

Alzo mis cejas con ligereza ante la invitación. Y ya se que simplemente ir a la biblioteca, pero que quiera que lo acompañe hace que quiera saltar en mis pies de emoción.

—En realidad si —contesto de inmediato sin poder evitar la sonrisa que nace y florece en mi boca aunque trato de retenerla para no parecer el gato sonriente.

Así que cuando comienza a caminar a la salida lo sigo.

—¿A donde vas?

Me detengo cuando veo a Nat venir a mí.

—Voy a la biblioteca —le explico encogiendome de hombros restandole importancia—. La profesora dijo que si ya pasamos podemos irnos.

—Ah. Te acompaño entonces, solo déjame agarrar agua...

—No hace falta —le aseguro dejando una de mis manos en su brazo para detenerla, no queriendo ocuparla a estar conmigo cuando de seguro preferirá estar en otro lado que en la aburrida biblioteca—. Iré con Jade en realidad —declaro, demostrando mi entusiasmo por un momento.

—Ah entiendo —murmura llevando su atención a él así que hago lo mismo viendo que me está esperando en la puerta.

¡Me está esperando!

—Nos vemos luego —me despido apresuradamente reanudando mi caminata antes de que él se canse de esperarme.

Llegando a la biblioteca veo como no se dirige a las mesas donde se suele leer, si no que sigue derecho a las estanterías de libros, lo que me hace pensar que elegirá uno así que camino junto a él, teniendo que hacerlo más rápido debido a mis cortas piernas de persona enana.

—Usualmente no leo en las mesas —murmura, pero lo suficientemente claro para que lo escuche—. Bueno, casi siempre me siento al final de los estantes para estar solo.

Parpadeo varias veces dejando de observarlo, adentrándonos en los estantes dichos llenos de libros.

—Así que te gusta estar solo. —Me doy una palmada mental en la frente ante tan absurdo comentario. Porque obvio que le gusta estar solo, por algo ha dicho que no siempre se sienta en las mesas y por algo no lo he visto hablando con nadie más.

—Si, disfruto de lo que trae el silencio. Sobre todo cuando leo —responde en cambio. Y agradezco que no se haya burlado de lo que dije.

—Y ¿por qué quieres que te acompañe entonces? —pregunto sin sonar brusca o algo por el estilo. Sino genuinamente dudosa.

Y por unos cuantos segundos no recibo su respuesta.

Nos detenemos al llegar al final y veo como comienza a tratar de elegir algún libro, así que hago lo mismo. Aunque por el momento no quiero leer algo pesado entonces me tomo mi tiempo a elegir. Después de un tiempo es cuando comienzo a pensar que no me responderá.

—No se... —termina por murmurar. Su respuesta haciendo que me detenga en mi búsqueda y un hueco en mi estomago comience a crecer— me gusta tu compañía —volteo a verlo cuando continúa, observando la pequeña sonrisa que me dedica. Deshaciendo el sentimiento anterior y renovando mis ilusiones. Mis huesos volviéndose arena por unos segundos.

Pero estoy tan nerviosa, que no se que responder. Es como si mi lengua hubiera sido pegada a mi paladar con pegamento industrial, que las palabras no quieren salir de mí. Y mi corazón no deja de golpear mi pecho. Mis manos no dejan de sudar.

Convirtiendo en un saco de nervios.

Así que agarro el primer libro que veo, el cual extrañamente resulta uno de cocina haciendo que frunsa el ceño.

—No sabía que había libros de cocina en la biblioteca —dice él con la misma extrañeza.

—Supongo que hay de todo un poco —murmuro abriendolo y comenzando a ojear las exquisiteces ilustradas en las páginas junto a sus respectivas recetas, haciendo que se me deshaga la boca por unos segundos.

Claro que acá lo que sirven resulta ser delicioso, pero no tanto como imagino que debe ser todo lo que se encuentra en este libro.

—Es interesante que veas con tanto interés un libro de cocina —comenta Jade con cierta diversión en su voz. Y sin poder evitarlo suelto una pequeña risa avergonzada.

—Bueno, hay cosas que se ven realmente deliciosas —explico subiendo mi mirada a su persona, encontrandolo bastante cerca a mi lado haciendo que trague grueso al percibir ese peculiar y delicioso olor que emana.

—Solo es helado —se encoje de hombros viendo la página que había dejado: una copa de helado de chocolate y vainilla con chispas y sirope. Y su receta debajo de la foto.

La veo con detenimiento unos cortos segundos antes de volver a verlo a él, enredandome en esa intensa mirada azúl cristalina que me observa con detenimiento. Teniendo que alzar mi rostro para observarlo bien. Su respiración golpeando con levedad mi rostro. Causando el erizamiento de mis vellosidades, el desequilibrio en mi existencia y ese sentimiento apabullante en mi estómago.

—La verdad no he probado el helado —termino por murmurar sin apartar la mirada de la suya. Tampoco es como sí pudiera en realidad.

Entonces de forma inmediata veo como la sorpresa se adueña de sus ojos por mi confesión.

—¿Nunca, nunca? —insiste con lo que imagino es incredulidad, pero sin poder hablar tan solo niego lentamente y veo como su mirada cambia a algo más que no puedo descifrar por el momento.

_____________________________

Capítulo tranquilo... (?

Para que se conozca más sobre Anya, sus pensamientos y sentimientos. Algunas cosas se ven diferentes desde su perspectiva.

El próximo capítulo prometo traerlo lo más rápido posible. Y es que se viene una revelación muy revelosa...

Continue Reading

You'll Also Like

17.6K 1.1K 61
Charlie Magne es la heredera de su familia que decide dejar su hogar para enrumbarse a construir su sueño, sin imaginar que en su camino encontraría...
5.8K 556 11
Charlie sabía que su papá era alguien que solía ocultar muchas cosas de las personas y eso era algo que ella respetaba. Pero jamás pensó que su padre...
"Cuando te conocí" By Novels

Mystery / Thriller

4.3K 383 23
Hola!!!, les traigo una novela nueva, pro primara vez hago una historia basada en el marco y para eso tomé al "nini" poco a poco se va ir desenvolvie...
14.1K 1.2K 44
❝The only powers that exists is inside ourselves.❞ ( edward cullen x oc male ) ( garrett x oc male ) (oc's x oc's) ( pre twilight, new moon, and br...