Canela ©

By Karo_lovegood

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[COMPLETA]. La conocida teoría de los polos opuestos atrayéndose cierta vez toma poder en las relaciones, pe... More

Sinopsis
1. Un gran día
2. Es tu día
3. Piojo
4. No quiero un castigo
5. El idiota que ella dice que soy
6. Mi esencia favorita
7. No quiero ser más una niña herida
8. Ya no me odies
9. Cálmate, piojo
10. No puedo verla en todas partes
11. Estar enamorada de ese imbécil
12. No soy como él
13. No se trata de un juego
14. Es nuestra mesa
15. ¿Bailamos?
16. Está llena de sorpresas
17. Algo imposible
18. Pausa a tu juego
19. Canela
20. No gracias, Hestia
21. No es mi chica
22. ¿Nos llevamos bien?
23. Preocupada por la cuerda
24. Lo que sea por ti
25. Marcando territorio
26. Carterista
27. Esa cita
28. Tic-toc, linda
29. Hay otro chico
30. Lo admito
31. Yo siempre gano
32. Es fácil confiar cuando se trata de ti
33. Siempre vuelvo a pensar en él
34. Alguien se ha enamorado
35. Feliz navidad, Bonetti
36. Es la chica de la fiesta
37. Aida
38. Parte de la rutina
39. Eres la novia de mi hermano
40. Idioma Miller
41. "Quiero hablarte de algo"
42. Un fracaso
43. Naranja entera
44. Es su canción
45. Caramelo de ajo
46. No volveré a cruzarme en tu camino
47. ¿Mi novio?
48. Aliens, por favor, abdúzcanme
49. La copia exacta de James
50. Orgullo personificado
51. Maltrato animal
52. Supersticiones de abuela
53. Lunática
54. Ya tenías uno
55. Solo... un pedacito
56. Eres un osito panda
57. ¿Está soltero?
58. ¿Puedes abrazarme?
59. Es un mal chiste
60. Orangutanes cínicos
61. Te prometo que te quiero
62. No todo podía ser perfecto
63. ¿Mis ojos mienten?
64. Los planes para mi muerte
65. No puedo seguir engañando a ambos
66. Jugar a la casita
67. Su humor, mi enemigo
68. Su enamorado es Liam
69. Lo que ambos sentimos
70. Hay muchas formas de amar
71. Nuevamente lo detesto
Extra: Chrisand
72. Me haces daño
73. Jodidamente manipulable
74. Soy un títere
76. No conozco de razones
77. Te quiero conmigo
78. Eres más que eso
79. Criadero de anfibios
80. Huele a canela, así como tú
81. Piezas similares de un puzzle
82. No estoy enamorado de ti
83. No pienses que te esperaré toda la vida
84. Un panda colgando de tus llaves
85. También el mar es muy cambiante
86. Que me pruebe lo que quiera
87. El final de nuestra canción
88. Tu apodo en mi café
89. Aún no termina tu día
90. Espinas en tu corazón
91. Será un reto
92. Ahora soy un egoísta decepcionado
93. Déjà vu
94. Uno, sin dejar de ser dos
Epílogo
Agradecimientos
Extra 1: Como el resto de tu vida
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75. Sinónimo de dolor

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By Karo_lovegood

El ligero sonido que emite la puerta al abrirse, hace que me remueva en la cama al despertarme. Con todo el cuerpo adolorido y con mucha precaución, apenas giro para ver que se trata de mi madre, irrumpiendo en mi habitación.

Suspiro. Si ella está aquí, es porque ha pasado algo.

-¿Qué ocurre, mamá? -le pregunto adormilada tras bostezar, con la voz ronca, la garganta ardiendo como si me acabase de pasar un tenedor en las paredes internas y la cabeza a punto de estallar.

Mi madre camina hasta el costado derecho y despeja las cortinas de la ventana al enlazarlas, dejando también que toda la luz que ingresa a través de las puertas corredizas del balcón den de lleno en mi cara, luego gira a verme.

-Estás ronca, ¿te mojaste ayer? -inquiere seria, yo solo sonrío con culpa-. No quiero verte llorar cuando no puedas ni girar la cabeza porque te duele, estás advertida.

Asiento ante su sutil reprimenda porque no tengo nada más por hacer, y menos, ganas de defenderme.

-¿Por qué me despertaste? -le consulto, porque es muy extraño que ella venga a hacerlo, sobre todo un sábado.

-Es muy tarde, cielo, y siempre despiertas temprano. Por eso me preocupé -contesta, sentándose a un lado de la cama. Yo la miro con curiosidad y ella, con una sonrisa, se apresura a explicar-. Son las once, ¿te sientes muy mal? -Niego con la cabeza y estoy mintiendo. La verdad es que siento que me pasó un camión por encima y además, no dormí más de cinco horas por estar pensando y llorando por mis males-. Pues no te ves nada bien, tus ojos están hinchados, rojos y las ojeras me asustan. Mateo me dijo que no llegaste muy tarde ayer, pero que estabas mal. ¿Qué pasó, mi amor? ¿Por qué estuviste llorando?

Toma mi mano y me ve con esa mirada comprensiva, pero inquisitiva, yo solo quiero ir a estrangular a mi ex novio.

Maldito bocón.

-Nada, mami. Juliana rompió con el chico que le gusta y ambas terminamos llorando -miento, y ella lo sabe, porque ladea la cabeza y entrecierra los ojos en medio de su análisis.

-¿Tenía novio? -cuestiona retadora, mirándome con atención-. No me habías dicho.

-Sí, es que era secreto por el momento. Se estaban conociendo y querían ver cómo se daba antes de anunciarlo, pero... -me interrumpe la tos, ella me ve con horror porque siempre me pega muy mal-. Ya ves, no funcionó.

-Ah... Bueno -dice simplemente. Sé que no me ha creído, pero no la detengo para darle explicaciones que no quiero. Amy sonríe un poco, se acerca a mi cara y presiona mi mano mientras besa mi frente, luego se levanta-. Ya lo hablaremos después con la verdad. Ahora levántate a tomar algo para esa gripe, Ian te está esperando -anuncia y frunzo el entrecejo.

No digo nada, porque ella abandona la habitación antes de que yo pronuncie palabra.

Me levanto con pereza, procurando no moverme demasiado porque es cierto que la cabeza me duele mucho cuando giro con rapidez y la única manera de que pueda hacerlo sin lastimarme, es cerrando los ojos. Es algo extraño que me atormenta siempre que tengo migraña, pero no me he preocupado por averiguar la causa y ahora eso es lo que menos me interesa saber.

Ingreso al baño y me doy una ducha rápida para luego vestirme apropiadamente. Me siento mal y quiero morirme, pero no hoy y por el momento prefiero refugiarme en mis ropas del frío infernal que quiere asesinarme.

Luego de vestirme, recojo mi cabello en una desastrosa cola alta y me dispongo a salir de la habitación, pero la presencia de Ian con una bandeja al otro lado me lo impide cuando abro la puerta.

-Buenas noches, bebé -dice con burla, formo una mueca burlona y le cedo espacio para pasar. Él no tarda en ubicarse en el sofá, desde el cual me llama tras dejar la bandeja en la pequeña mesa del frente-. Tu mamá me dijo que te estabas muriendo con cáncer de mocos y no podías ni moverte de la cama y, ¿qué crees? Aquí llegó tu sanador con desayuno incluído, además.

Ruedo los ojos y río un poco, en tanto me ubico a su lado, para luego tomar la taza humeante de té.

-Deja de mentir. Mi mamá apenas acaba de venir y ya tú estabas aquí -contesto neutral. Ian ríe, luego se inclina un poco para besar mi mejilla.

-Bien, bien, no importa mi preocupación -dramatiza, logrando que le muestre una sonrisa-. ¿Cómo estás? Te ves demacrada, Arya, y más pálida que de costumbre -añade serio. Golpeo su hombro con toda la fuerza que soy capaz de ejercer y como es de esperarse, eso no sale bien.

Mi cabeza quiere que muera, estoy segura.

-¿Por qué viniste sin avisarme? -Evado su pregunta y reprimo el quejido que me habría gustado exhalar, porque no quiero darle la razón y tampoco hablar de mi salud.

Él jamás viene a verme sin hacérmelo saber antes y esto me importa más ahora.

-Tenía ganas de verte.

-Hablo en serio, Adams -insisto seria, él rueda los ojos.

-Bueno... igual tenía ganas de verte, pero vine porque Juliana me llamó anoche muy alterada. Dijo que la odiabas porque había hecho algo horrible y que ahora aseguraste convertirte en un monstruo con mocos y muy mal humor -contesta robotizado. Río sin contenerme, y esta vez no solo me lastimo la cabeza, sino que me da un ataque de tos y por el brusco movimiento, derramo el contenido de mi taza medianamente caliente sobre mis manos y piernas, además del sofá y alfombra-. Un monstruo torpe, además. -Ahora ríe él-. ¿Te hiciste daño?

-No está tan caliente. -Le resto importancia y continúo, mientras limpio mis manos con una de las servilletas que él trajo-. Y Juliana es una exagerada. ¿Cómo voy a odiarla? Es mi hermana.

-Claro, eso fue lo que yo le dije. Además, ¿cómo podrías odiarla? Ella no te roba besos -dice lo último con un falso tono bromista y eso, sin que pueda evitarlo, me incomoda, por esta razón no lo miro. Ya hablamos de esta situación hace mucho y creí que había quedado claro.

-Ya hablamos de esto, Ian, y creí que estábamos bien con respecto a este punto.

-No, claro que lo estamos. Eso quedó atrás, yo solo bromeaba -se excusa. Me obliga a verlo y sonríe sin ganas, mirándome inexpresivo-. En realidad esto es pasado, me di cuenta de muchas cosas e incluso estoy salien... Olvídalo. No estoy aquí por eso.

Lo observo con duda cuando se detiene y le voy a pedir una explicación, pero no me lo permite. Sé que su intención y el motivo de su visita tiene un fin más allá del que me comentó, porque lo conozco. Él sabe algo y quiere que yo se lo confirme, así que no insisto en preguntar.

-Debí ir a matar a Liam en lugar de venir aquí, ¿verdad? Te juro que si...

-Tú no tienes que matar a nadie -lo interrumpo, porque lo que menos necesito es un problema entre ellos-. Yo... no he tenido una buena semana, eso es todo -contesto evadiendo su mirada, fingiendo que ahora limpio el té derramado sobre mi ropa. Ian eleva mi cabeza tomando mi barbilla para que vuelva a verlo-. Exploté con Yul y le dije cosas feas como consecuencia. No pensé en el daño que le hacía, pero ya lo arreglaré con ella, no te preocupes.

-Claro, y yo me como los mocos de tu cáncer. No te creo una sola palabra, Arya -habla con dureza, yo dejo la taza de vuelta en la bandeja y giro mi cuerpo al completo para quedar frente a él y mirarlo-. ¿Qué fue lo que pasó realmente?

-No es nada, ya te lo dije -digo en un intento de sonar segura, pero mi voz quebrada me delata.

No quiero recordar otra vez, me duele hacerlo.

-Arya, por favor...

-¿Qué es lo que quieres que te diga, Ian, que Liam es un imbécil? Eso ya lo sabíamos y aun así yo decidí arriesgarme -resumo para que se calle. Suelto un suspiro y lo veo abrir la boca para rechistar, pero no se lo permito-. Todo está bien, nada que no vaya a superar pronto.

-¿Qué te hizo? -inquiere con la mandíbula apretada, yo no contesto, porque esa pregunta que no quiero responder, remueve todo ese sentimiento que me había estado esforzando por ocultar esta mañana.

Ahora me veo nuevamente vulnerable y sensible, con los ojos empañados y a nada de derramar lágrimas frente a mi amigo. Ian me observa con el entrecejo fruncido por varios minutos sin decir nada y lleva su mano derecha hasta mi mejilla para limpiarla del agua salada que no demora en comenzar a mojarme la cara, quemándome de nuevo.

-Bebé, ¿qué te hizo Liam? -insiste.

Suspiro pesadamente y me tomo mi tiempo. Toda la noche estuve tratando de convencerme de que esto era un sueño, y el hecho de que él quiera recordarme que no es así, me lastima.

-Discutimos porque me mintió. Es una tontería, ya te lo dije -respondo en un hilo de voz tras carraspear. Me duele la garganta y no es solo por la gripe, a esto se le suma la presión que me provoca el nudo de retener las ganas de llorar-. Todo está bien, en serio -repito para convencerlo, él se acerca un poco más, besa mi frente y se arrima por completo para abrazarme. Ese es mi detonante, porque ya no soy capaz de posponer más mi llanto.

Mientras intento silenciar mis sollozos, Ian acaricia mi espalda y cabello con suavidad, intentando transmitirme una calma que no surge efecto, porque todavía me percibo devastada y herida. Estoy completamente rota y me siento tonta por creer una y otra vez en las personas.

Ian no dice nada, solo me rodea y se adentra en esta burbuja en la que yo me he introducido a pensar en lo bueno que pudo haber salido de todo esto, pero que jamás pasará, porque ya no sé si puedo y quiero permitirme confiar más en los demás para arriesgarme nuevamente a que me lastimen.

Esto es lo que he estado evitando desde hace muchísimo tiempo. Intenté huir de las lágrimas de desamor y traición, pero me persiguieron, porque me enamoré tontamente y ahora las lágrimas son mis compañeras estos días. Esas delicadas gotas de agua que recorren la piel de mis mejillas disfrutan de bañarme el rostro y hacerme sentir miserable, como si necesitase recordarme que si esto me pasó, es porque yo lo permití. Duele pensar que parte de la culpa es mía... me lastima.

Y jamás creí que Liam podría hacerme sentir tanto... Tanto bien y a la vez, tanto mal.

-Lo detesto por hacerte llorar y te lo dije, Arya -comenta de repente, sacándome de mis pensamientos para dejarme descolocada.

Me separo con brusquedad y con toda la fuerza que puedo extraer de mi interior, lo miro a los ojos. Ya el dolor se trasladó a segundo plano por el momento y ahora me siento juzgada.

-¿Vas a criticarme? -le pregunto indignada, con la voz completamente quebrada y filosa, al punto de causarme rasgaduras en la garganta-. ¿Crees que yo busqué sentir esto, Ian? Intenté huir, no sabes cuánto, pero yo no controlo mi sentir y menos a mis hormonas. ¿Qué vas a decirme ahora, que siempre supiste que él iba a lastimarme?

-Claro que lo sabíamos. Lo hablamos hace tiempo y no quisis... -contesta en mi mismo tono, acompañando su respuesta con firmes sentimientos. Tiene el cinismo de mostrarse enfadado cuando es él quien me acusa.

-¿Y luego qué, que debí enamorarme de ti? -inquiero con burla, a la vez que niego con la cabeza y me levanto del sofá-. Creo que has llegado bastante tarde y tus palabras, más que consolarme, me lastiman.

-No se trata de mí, Arya. Hace tiempo dejé de ser parte de esto -exclama iracundo, y se apunta el pecho para luego ponerse de pie y caminar hacia mí, pero retrocedo-. No estoy buscando criticarte y lo sabes, solo intento...

-No tienes idea de lo mal que me siento y lo que menos necesito ahora es que me juzgues, porque sé perfectamente que esto es mi culpa, lo asumí hace mucho y aun así decidí intentarlo. No quiero que me lo recuerdes... eso solo me hace sentir peor -espeto apresurada.

Ian me mira con la cabeza ladeada. Un deje de arrepentimiento asoma en su expresión y con precaución intenta acercar su mano de nuevo a mi rostro, pero la aparto con rapidez y me siento de vuelta en el sofá.

Mi amigo suspira derrotado, camina hasta pararse frente a mí y se agacha lentamente, viéndome y sin decir nada por unos segundos, luego sigue.

-Arya, lo siento, pequeña. Yo... te juro que solo quiero acompañarte, que hables conmigo, que grites todo lo que quieras y... -dice suplicante al acercarse un poco más-. Por favor...

-No quiero ver a nadie hoy, por favor, déjame sola -pido con voz lastimera, ni siquiera alcanzo a verlo.

Ian murmura algunas disculpas y besa mi frente para, resignado, abandonar la habitación enseguida. Es ahí cuando vuelvo a romperme y después de lanzar un esfuerzo de grito doloroso y de desquitarme con todas mis almohadas, me tumbo nuevamente en la cama, a llorar por los malditos hombres lo que resta del día.

Frustrada, humillada y absurda.

-Hola -saluda Juliana, esbozando una sonrisa apenada cuando entro al salón varios días después.

Le sonrío con toda la sinceridad que puedo y me ubico a su lado, pero no digo nada, ese gesto es mi respuesta.

Ella piensa que la detesto, pero por más que yo llegue a intentarlo, jamás será así. Juliana es una de las piezas más importantes del puzzle que conforma mi vida y sé que pase lo que pase, no quiero perderla ni que ella me pierda a mí. Solo necesito mi espacio para que todo lo que ha pasado últimamente me deje de doler, y así todo vuelva a la normalidad.

-¿Cómo has estado? -pregunta casi en un susurro, jugando con sus manos en un gesto nervioso.

Se siente culpable por lo que pasó y eso me hace sentir un poco mal. Eso no ha sido su responsabilidad, porque la decisión de ir a aquel lugar fue mía. Ella jamás me forzó, sé que solo intentaba ayudar y las cosas no salieron según lo esperado.

-Bien -digo simplemente, mostrando una débil sonrisa que ella me devuelve.

Yo no miento, porque está claro que no estoy perfecta, pero me siento mucho mejor que el viernes y el sábado después de meditar las cosas.

La mañana del sábado en la que Ian se fue, tuve otra visita, y esa sí fue una que logró subirme el ánimo al instante, porque no me juzgó en ningún momento. Rugge se mantuvo apoyándome como solo él sabe hacerlo y es por eso que cada día le agradezco a la vida por habernos cruzado en el camino.

Ese día lloré, lloré mucho por horas y él estuvo allí, en silencio, pero haciéndome saber que aun sin pronunciar palabra, estaba conmigo siendo mi mejor amigo y otra parte de mi alma. Luego me escuchó cuando estuve mejor, me abrazó, maldijo conmigo y me aconsejó sutilmente. En ningún momento cuestionó mi sentir ni me hizo arrepentirme de nada, porque es cierto, todo ocurre por alguna razón.

Solo me dijo que debería darle la oportunidad a Liam de explicarse. No por él, sino por mí, porque yo merezco entender. Sin embargo, no estuve de acuerdo y me negué a la posibilidad de escucharlo.

Pese a mi desacuerdo, tampoco me recriminó. Ruggero puede ser la persona más bromista, ególatra y en ocasiones el más inmaduro del mundo, pero es el sentimental más valeroso que conozco y con solo un par de vocablos suyos, es capaz de hacerme sentir valiosa de nuevo y reiniciarme. Por eso y más me enorgullece decir que lo amo.

-Ari, quería decirte que... Arya, lo siento mucho, de verdad, por...

-No tengo que perdonarte nada, Yul, sé que lo que hiciste tenía una buena intención y que solo salió mal. Más bien yo... lo siento. Te hablé muy mal y fui grosera contigo, pero tampoco lo hice adrede, es solo que no estaba en mi mejor momento y colapsé. Sin embargo, lo que dije es verdad. Ya estoy cansada de soportar lo mismo todo el tiempo, de complacer a todos, y me gustaría que entiendas eso. Solo... no vuelvas a hacer cosas que me incluyan a mis espaldas.

-¿Ni siquiera tu cumpleaños sorpresa? -inquiere con inocencia y así de fácil, se esfuma la tensión entre nosotras para ser sustituida por las risas-. Te prometo que jamás lo haré. Te amo, Arya, en serio lo siento -añade cuando deja de reír, con culpa.

Me inclino un poco hacia adelante y beso su mejilla.

-Te amo más, Julieth -le contesto ignorando el resto de la frase, para que entienda que ya eso quedó atrás.

-No me llames así -se queja, haciéndome reír nuevamente.

Ese nombre fue el que elegí hace años para su descendencia.

No digo nada y ella no vuelve a reclamar, seguramente piensa que cualquier palabra puede traer de vuelta mi mal humor. No es así, pero decido permanecer en silencio y luego de que el timbre suena, me concentro en la clase.

Hoy es miércoles y yo había faltado todos estos días por el resfriado que me dejó el mojarme con la lluvia. Me dio fiebre, me dolía todo el cuerpo y además, estaba emocionalmente cansada, por eso no me preocupé por asistir a clases y me dediqué a descansar unos buenos días en casa.

No dejé de estudiar, eso sí, porque esa actividad me mantenía ocupada y distraída. Lo necesitaba, sobre todo después de haber recibido mensajes insistentes de Ian y un par de Liam, a los cuales ignoré completamente. De hecho, los borré antes de leerlos porque no quería saber nada de ninguno.

Me molestó la actitud de Ian una vez más y sé que igual que la última vez no tardaré en perdonarlo, porque también estuve pensando en lo que pasó y no puedo enojarme con él cuando lo que intenta es cuidarme, pero ahora quiero tomarme mi tiempo. Con Liam todo es más complicado, a él no quiero verlo nunca más.

Cuando las primeras clases del día finalizan y salimos al descanso, las chicas -excepto Vanessa, quien continúa ignorándonos- se preocupan por mi bienestar y hacen preguntas incansablemente. Les respondo con sinceridad las que puedo, hasta que Cole hace aparición y me detengo, porque él no tiene motivos para conocer mi vida privada.

-Hola, linda -me dice amigable, besando mi mejilla izquierda al sentarse en medio de Andrea y yo en una de las mesas del patio. Saluda al resto de mis amigas y luego me devuelve la atención-. Ya que terminamos con las preparadurías, venía a agradecerte, y como sé que lo hiciste solo porque eres un sol caliente de verano, quiero invitarte al cine. Ese será mi pago.

Me río junto a mis amigas por las palabras del chico, luego lo miro enternecida. Su dulzura e inocencia son inigualables, incluso se disculpó conmigo hace semanas cuando supo que entre Liam y yo pasaba algo porque él se había mostrado interesado.

Para cuando me lo dijo aquel miércoles que terminamos el proceso, ya Liam y yo no nos hablábamos, pero no le dije nada respecto a eso porque no quería echarle alcohol a la herida, solo acepté sus disculpas amablemente. Además, el chico resultó ser un muy buen amigo y divertido.

-Me encantaría, Cole -aseguro sonriente. El moreno besa mi mejilla una vez más, se despide y se aleja, alegre por mi respuesta.

-¡Te llamaré el viernes! -anuncia en un grito antes de perderse del todo.

-Es tan tierno -murmura Cam con ensoñación-. Pero bueno, continúa -me exije, porque sabe que Andrea la reprenderá por coqueta y descarada.

Se arregló de nuevo con Eduardo, pero poniéndose ella una vez más como la víctima. Es un tema que me parece más interesante que el mío y mucho más serio, pero ellas no me permiten hablar sobre él y suplican por saber de mí, así que me resigno.

Me concentro nuevamente y procedo a explicarles. Había estado evitando a todos durante mi ausencia y ellos respetaron, por eso ahora las pongo al día sobre todo lo que ha sido mi vida y los detalles que ellas desconocen, incluído lo de mi situación penosa con el castaño, acerca de lo cual les suplico para no ahondar en el tema porque no necesito volver a sentirme tan mal. Me entienden y dan su apoyo con cálidos abrazos, no creo necesitar más que eso.

Mis amigas dejan el tema de lado y prosigo a hablarles acerca de la prueba que me fue robada y sobre la que iré más tarde a averiguar. Lo que sin duda me sorprende, es su tranquilo semblante cuando les hablo de esto último.

No les quería decir hasta solucionarlo por miedo a su reacción, sin embargo, no veo indicios de sorpresa, decepción o molestia en sus rostros. Y aunque me angustia su repuesta, no alcanzo a preguntarles nada, porque una voz a mis espaldas me lo impide.

Liam.

Bufo cuando me llama y ni siquiera giro a verlo, porque es lo que menos quiero ahora. Todavía sigo dolida y mirar sus ojos no es la mejor opción si lo que quiero es superarlo cuanto antes.

Su mirada me derrumbaría incluso antes de que me ponga de pie.

Me dispongo a levantarme cuando veo que las chicas lo hacen en un movimiento sincronizado y diría que ensayado, pero su mano posándose en mi hombro, esa que ahora parece quemar mi piel pese a que no la toca directamente, me detiene, obligándome a sentarme de vuelta en la banca que conecta con la mesa y a sus espaldas.

Veo a mis traidoras amigas alejarse y me mantengo en silencio, todavía siendo el ser más débil existente en la galaxia. Soy alguien con todo lo necesario para sobrevivir, pero sin fuerza de voluntad.

-Sé que no lo merezco, pero necesito que me escuches, por favor -señala tras ubicarse a mi lado, con esa seguridad que es capaz de hacerme sentir tanto.

Escuchar su voz es como volver a encender la llama, no quiero ni imaginarme la destrucción que me provocará verlo.

¿Cómo se atreve a pedirme eso después de tanto tiempo?

Él espera atento a mi respuesta que no le doy y tampoco soy capaz de moverme, pero mis ojos me han demostrado lo débil que soy al empañarse de nuevo y peor aún, al dejar fluir las lágrimas otra vez con rapidez sin aprobio, empeorando mi situación, porque me deja más vulnerable y el chico se aprovecha de eso.

-No llores, Arya, me mata verte así -murmura.

Veo de soslayo que intenta acercarse, pero limpio mis lágrimas con rapidez y volteo a mirarlo, frenando su acción.

Lo veo a los ojos, pero admirar el dolor enmarcado en ellos me rompe más y bajo un poco la vista, porque no quiero sentirme más vacía y miserable. Aquí la que se siente mal soy yo, no él, que solo jugó conmigo... al menos es lo que creo ahora.

-¿Qué es lo que quieres? -hablo entre dientes-. Porque antes no parecía importarte.

-No digas eso, porque aunque lo creas, no es así. Te quiero más de lo que me creí capaz -asegura con suavidad y bufo de nuevo. Muevo mi cara al frente porque no quiero caer, pero con esa habilidad suya, me hace volver a verlo-. Jamás te mentiría con esto, te lo prometo.

-Tus promesas solo me lastiman; son sinónimo de dolor.

-Lo sé -musita tras suspirar pesadamente, todavía viéndome con una profundidad que me esfuerzo por terminar al no ver a sus ojos. Él no deja mi rostro-, pero aunque así sea y aunque se me dé como la mierda, intento no fallarte, porque es lo que menos quiero en la vida. No te estoy mintiendo, Arya, si me vieras a los ojos sabrías que es verdad. Te quiero demasiado, y estoy arrepentido de arruinar todo siempre.

-Me da igual, no me interesa -le contesto seca y encogiéndome de hombros. Él sonríe débilmente cuando quito su mano de mi rostro.

-Lo arreglaré... No has visto los resultados de tu prueba, ¿verdad? -indaga sereno, yo niego totalmente confundida, porque en ningún momento le hablé de mi situación.

-¿Cómo sabes que... -empiezo a preguntarle, él me frena al levantarse, extendiendo su mano frente a mí para que la tome, cosa que no hago.

-Vamos, te acompañaré a verlos -solicita.

Me levanto para mirarlo con incredulidad.

-No pienso ir a ningún lado contigo, Bonetti -espeto, esquivándolo para iniciar mi caminata hacia la dirección.

-¿Desde cuándo soy Bonetti de nuevo? -pregunta a mis espaldas. Tiene esa manía de seguir mis pasos.

-Nunca has dejado de serlo, es tu apellido -le recuerdo.

-¿Desde cuándo lo soy para ti... otra vez? -inquiere al detenerme, yo me encojo de hombros y me suelto de su irritante agarre.

-Desde que me demostraste que nunca dejaste de ser un idiota y un mentiroso que solo quería jugar conmigo -le digo a la cara, hace rato dejé de llorar y ahora no estoy dolida, sino molesta. Intento retomar mi marcha, pero Liam me vuelve a tomar-. ¡Ya déjame en paz, maldita sea!

-No quiero que pienses que fuiste un juego para mí, jamás lo serías -suplica apresurado.

Se ve tan débil que también me hace sentir mal, pero me obligo a contenerme. Si todo esto ha pasado es porque yo no fui lo suficientemente fuerte.

-Y a mí me importa muy poco lo que tú quieras -aclaro seria, tragándome todo indicio de pena.

-En el momento en el que veas tu prueba y yo te explique lo que pasó, vas a entender. Por favor, Canela, escúchame una última vez -pide afablemente, suplicante, yo niego segura, a pesar de que escuchar la forma en la que me habla hace que pierda fuerzas y que los latidos de mi corazón se hagan sentir con mayor intensidad contra el pecho.

-No, Liam, no lo mereces. -Niego con insistencia. Intento sonar segura, pero mi voz vuelve a quebrarse.

-No dije que lo hiciera, sé que no, pero tú mereces una explicación y yo te la voy a dar porque la maldita culpa de haberte herido una vez más, no me deja dormir.

-Ay, pobrecito. -Formo un puchero para acompañar mi tono sarcástico-. Mi abuela usa pastillas para dormir, puedo traerte algunas si quieres. Ella dice que son muy efectivas y...

-El sarcasmo cruel quedó atrás hace mucho tiempo entre nosotros -me recuerda dolido, yo suelto una risa seca.

-El cariño y la confianza también -le contesto con una seriedad sorprendente, producto de la ira, y vuelvo a caminar hacia la a oficina del viejo Williams.

-No de mi parte, y de la tuya tampoco. De ser así no te dolería nada de esto.

-No me duele. Siento pena por ti, que es otra cosa, y por mí misma al creerte. No pienso escucharte nunca más -respondo sin detenerme.

Liam no dice nada, me sigue en silencio hasta la oficina del director, a la que no dudo en ingresar apenas llego.

-Hola, Li -saluda Susy, batiendo las pestañas exageradamente.

Vuelvo a rodar los ojos como respuesta predeterminada a su coqueteo, antes de golpear el escritorio con las palmas de mis manos para captar su atención. Ella me ve con repelús.

Estoy enojada con el idiota que me acompaña y lo que menos necesito es verlos tontear como el par de ridículos que son.

-Vinimos a ver los resultados de la prueba de Arya, Susy, por favor -le dice él por mí, sin contestar a su saludo.

La chica asiente y se aleja para buscar en los archivos que se encuentran a un costado derecho de su escritorio.

Susy arruga la frente con fastidio mientras se concentra en buscar dentro del estante y un par de minutos más tarde vuelve a su escritorio, se sienta frente al computador y tras tomar el mouse, se fija en la pantalla, claramente buscando algo.

-Es Russo, ¿no, Li? -se dirige a él, pasando completamente de mi presencia.

Resoplo con molestia y estoy por reclamarle su falta de respeto, pero ella firma un papel que se halla dentro de una carpeta manila que me entrega y donde supongo, se encuentran los resultados de mi prueba.

Suelto un sonoro suspiro sin despegarle la mirada al cartapacio y con el corazón en un puño, lo tomo entre mis manos con una lentitud impresionante, temblorosa, luego de agradecerle en un susurro a la secretaria.

Quiero alargar la decepción, por eso me demoro más en abrirla y cuando lo hago, observo el papel estática, con los ojos a nada de escapar de sus órbitas por la sorpresa y sin saber qué decir o qué hacer.

Abro la boca para hablar al ver las letras y dígitos, pero la cierro de inmediato al no saber qué vocablos pronunciar ni hacia quién, por eso solo fijo me vista en el papel blanco que sostienen mis manos y donde se inscriben todos los resultados y caracteres de mi examen, procurando asimilar el veredicto.

Varios segundos después en los que solo reinaba un silencio sepulcral, elevo mi vista para enfrentar la realidad, cruzando mi mirada con la chispeante de Liam, quien esboza su linda sonrisa feliz y con orgullo.

-¿Y bien? -pregunta sin dejar de sonreír.

Veo el papel de nuevo para asegurarme y lo miro una vez más antes de responder, creyéndolo, pero a la vez no.

-Pasé la prueba.

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¡Holi! 💚

No sé qué decir con respecto a este capítulo, solo dime lo que opinas tú.

Nos leemos en el próximo. Abracitos psicológicos para el camino. ʕっ•ᴥ•ʔっ

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