Rosé la sacaba de quicio. Rosé también la sacaba de apuros. Rosé la ayudaba, aunque fuera la más idiota al comportarse y ella lo sabía. Tardó en darse cuenta de lo que había hecho. Habló con Rosé durante un montón de tiempo para ponerse de acuerdo y al corriente con los temas de las últimas dos semanas, quedaba aún una semana antes de los primeros exámenes y gracias a Rosé se dio cuenta de que seguía en equipo con Lisa, teniendo que mostrar un avance de su proyecto a cambio del derecho de tomar ese dichoso examen.
Claro, eso si Jisoo no movía sus deditos para cambiar eso a favor de Lisa. Las palabras de Rosé resonaban en la cabeza de Jennie. Aún no estaba cien por ciento segura de lo que iba a hacer. Aún había miedo de acercarse a Lisa, pero su amor era más grande que su miedo. Había un pequeño problema, y era como Rosé le había advertido:
''Lisa ya no te pertenece; ya no puedes enojarte con ella. Para ella, no tienes derecho a celarla, a prohibirle algo, ya no tienes poder sobre ella.''
Estaba claro que le rompió el corazón con aquellas palabras, pero era probable que ella misma hubiera roto el de Lisa un millón de veces más y más fuerte. Se había enterado entre los pasillos que Lisa era tutora de otra chica en clase de Solfeo. Decidió salir después de la penúltima clase, de esa manera podría ver por algunos segundos a la menor.
Lisa estaba radiante, hablaba con la chica de la que era tutora desde hace ya algunos días. Jennie disfrutaba mucho verla, aunque no lo aceptase. Disfrutaba ver su preciosa sonrisa que hacía que su nariz se arrugara. Justamente ese lunes, Lisa le devolvió la mirada, haciendo que Jennie se sonrojase, se miraron por al menos diez segundos, en los que Jennie pudo ver el dolor que Lisa aún tenía. Cuando los diez segundos terminaron, la menor dirigió su vista al suelo y se fue. Se desanimó un poco, pero sabía de antemano que eso iba a suceder y que no sería la primera vez.
En la clase de Instrumento también estaba sola, pues Irene igualmente había aplicado la ley del hielo. No valía la pena intentar acercarse, pues Joohyun siempre encontraba la forma de alejarse. Tomó asiento en su lugar habitual, diez minutos antes de que la clase diera inicio. Se perdió visualizando su agenda, hasta que alguien la sacó de sus pensamientos.
–¿Muchas cosas por entregar? –preguntó la castaña mayor, sonriéndole levemente. Jennie la miró de reojo.
–Un montón –dijo, cerrando el pequeño cuaderno–. ¿Ya terminó mi castigo? –preguntó, refiriéndose a que tanto la castaña como Rosé habían decidido hablarle de nuevo. Irene rio– ¡Descarada!
–Te mereces mucho más que dos semanas.
–Estoy muriendo por saber cómo se pusieron de acuerdo las tres. Seulgi ni siquiera me mira.
–Seulgi no ve a nadie que no sea yo. –respondió al instante la más alta.
–No seas celosa, no te la quiero robar. –afirmó entre risas la menor, recibiendo un golpe en el hombro de la castaña clara.
–Que no se te pase por la cabeza traicionarme de esa forma, Kim Jennie. –amenazó la menor, mirándola con los ojos entrecerrados.
–Ya tengo alguien de quién preocuparme, Irene, no necesito a tu acosadora también. –dijo entre risas.
–¿Te conseguiste a alguien o estás hablando de Lisa?
–No me puedo conseguir a alguien, Irene, pensé que eso había quedado claro. Mi destino siempre será Lisa, lo quiera o no. No puedo amar a alguien que no sea ella.
–¿Estás diciendo que la amas? –preguntó Irene, con una sonrisa pícara. Jennie suspiró y asintió.
–Es mi alma gemela, no puedo dejar de amarla. Jamás lo haré.
–¿Y ella puede dejar de amarte a ti? –preguntó curiosa la menor.
–No.
O al menos eso esperaba. Que Lisa no la dejara de amar. La última clase la pasó bien; después de tanto tiempo, al fin tenía alguien con quién charlar mientras leía la melodía que tenía que seguir para mejorar su destreza. Cuando la clase terminó, decidió ir a su habitación antes de encontrarse de nuevo con Rosé y Jennie para la cena. Al llegar a su habitación, se encontró con su compañera acomodando ropa y algunas sábanas en una mochila mientras hablaba por teléfono. Decidió no entrar para escuchar la conversación desde afuera, de esa manera no sería tan obvia.
–Aún no estoy segura de esto, Jisoo... –decía– Ya, ya... ¿De verdad Lisa necesita que me vaya a dormir con ella? –preguntó, esperando una respuesta.
¿Irse a dormir con ella? La iba a matar. Tomó la perilla para empujar la puerta de golpe, pero antes de que pudiera hacerlo, Rosé puso su mano sobre la de ella.
–Contrólate, Kim Jennie. –susurró. La castaña la observó sorprendida y Rosé se encargó de abrir la puerta. Mina se giró para ver de quién se trataba y sonrió al verlas juntas, al instante volvió a concentrarse en su mochila.
–¿Quién crees que llegó a la habitación, Jisoonie? –preguntó entre risas– ¡Tu pasiva favorita! –se contestó a ella misma, riendo aún más fuerte. Rosé la miró con los ojos entrecerrados y un gesto de seriedad.
–¿Pasiva quién? –preguntó, fingiendo estar molesta– Veo que Jisoo te da muy mal la información. –afirmó, con aire de superioridad.
–Oye, qué perra –contestó Mina para luego dirigirse a Jisoo–. Chu, no pensé que hasta en la cama tuvieras la correa puesta. –se burló de la menor. Tomó su mochila y se fue, aun hablando con Jisoo por teléfono.
Jennie siguió a la chica con la mirada, aún enojada de saber hacia dónde se dirigía con aquella mochila. Además, ¿Cómo era que ella y Rosé se llevaban tan bien? Tenía muchas cosas que preguntarle a su mejor amiga antes de que dieran las siete de la tarde.
–¿Quieres decirme qué haces aquí? –preguntó la mayor, confundida.
–Quería visitarte y asegurarme que no faltaras a la cena de hoy, ya me has dejado plantada mil veces desde que llegamos al campus. –dijo la menor, sentándose en el suelo, justo delante de la cama de la mayor.
–Claro. ¿Me explicas por qué te llevas tan bien con Mina? –preguntó la mayor, cruzándose de brazos y arqueando una ceja.
–Bueno, es amiga de mi novia y tengo que vigilarla de cerca. –habló la menor, acercando la mochila de la pelirrosa hacia ella.
–¿Quieres decirme que hará en mi habitación con Lisa?
–Ya no es tu habitación. Y no, no quiero. –dijo, hurgando dentro de los bolsillos de la mochila. Jennie se puso frente a ella.
–Cállate. –le dijo, mirándola a los ojos– Si me dices lo que buscas te puedo decir dónde lo encontrarás. –habló, tomando su mochila. Rosé puso más fuerza y la acercó aún más. Hizo un puchero antes de hablar:
–¡Comida! –dijo en alto– Ya no me quieres como antes. Siempre tenías algún paquete de comida para mí. –dijo, aún con su puchero. Jennie rio.
–No eran para ti, eran para mí. Es bueno saber quién me robaba la comida. –dijo, entre risas.
x
Lisa estaba jugando con una pelota cuando alguien tocó a su puerta. Se levantó a abrir, encontrándose con Mina y un bolso a punto de reventar. Sonrió al ver a la pelirroja frente a ella.
–¿No es demasiado temprano aún, Mina? –preguntó, confundida.
–Disculpe por interrumpir su ocupado día con su cama y su pelota –dijo–. Tengo que ponerte guapa, Lisa ¡mira ese rostro tan horrible! –dijo, fingiendo estar sintiendo asco. Lisa hizo un gesto de sorpresa.
–Por eso mismo no te pertenece. –respondió Lisa.
–Si lo quisiera lo hubiera conseguido en el momento en el que te vi –se defendió, guiñándole un ojo al final–. ¡Traje mis mascarillas favoritas! Chu bebé te quiere perfecta para este fin de semana.
–¿Fin de semana? –preguntó Lisa.
–Qué buen oído tienes –contestó, irónica–, tú y yo saldremos a la ciudad el fin de semana.
–¿Qué hay de Jisoo? –preguntó.
–Ella tiene un plan con Rosé.
–¿Todo el fin de semana?
–¡Haces demasiadas preguntas, cariño! –exclamó Mina, sacando algunos paquetes de dentro de su mochila.
–Tú y Jisoo no me inspiran mucha confianza. –dijo, encogiéndose de hombros. Mina tiró los paquetes y se llevó una mano al corazón, fingiendo estar dolida.
–¡Estúpida! ¡Traicionera! Sólo por eso te usaré como hámster de prueba –dijo, sonriendo–. En fin, espero que te vayas a divertir. –terminó, llevando a Lisa hacia una de las sillas que se encontraban en la habitación.
Lisa sintió una banda recorrer su rostro, pues Mina se estaba encargando de alejar su cabello del camino que tendría la mascarilla. Mina tomó el cabello de Lisa, acomodándolo hacia atrás. Mina sacó de entre sus cosas una pequeña brocha con la que se encargaría de que la crema color amarillo se esparciera por todo el rostro de la mayor. Lisa la miraba fijamente, pues sentía que su vida dependía de ella.
–Lisa, es sólo una mascarilla. Quizá ni siquiera te haga nada. –le explicó Mina, mientras reía.
–Si no me va a hacer nada, entonces ¿por qué me la pones? –preguntó Lisa, intentando no mover mucho la boca.
–... Cállate y disfrútalo. –ordenó Mina. Cuando terminó de aplicar la crema en Lisa, tecleó en la computadora que se encontraba en el escritorio de Lisa– Pondré algo de música en iTunes. –mencionó, mientras miraba a la pantalla.
Las canciones eran realmente distintas entre sí, la mayoría eran tranquilas y hacían que Lisa se tranquilizara. La lista de reproducción comenzó con 11:11, de Taeyeon. Era realmente un mix muy variado, desde Katy Perry hasta Charlie Puth, como desde Psy hasta Taeyeon. Era divertido y extraño a la vez, pues Mina pasaba de hacer notas altas al punto de casi hacerla llorar, a bailar y tirar de la silla en la que la mayor estaba sentada hasta casi tirarla.
Lisa estaba a punto de quedarse dormida cuando una canción llamó su atención. La reconocía y jamás le había dado tanta importancia hasta ese día. Esa canción le recordaba su situación con Jennie. Sus ojos se llenaron de lágrimas y Lisa luchó por no dejarlas salir o Mina probablemente la golpearía por arruinar la mascarilla. Con mucho cuidado, aplicó presión en sus ojos, intentando secar las lágrimas mientras que Mina se ponía su mascarilla.
–¿Puedes poner la canción de antes, Mina? –preguntó, intentando sonar bien. Mina no podía verla bien, sin embargo, hizo lo que pidió.
La canción comenzó con el piano. Lisa sabía la letra, de manera que comenzó a cantarla en voz baja:
‹‹I am the diamond you left in the dust,
I am the future you lost in the past.
Seems like I never compared.
Wouldn't notice if I disappear››
Respiró hondo antes de seguir, sus sentimientos se estaban apoderando ella y parecía que en cualquier momento iba a estallar.
‹‹You stole the love that I saved for myself,
And I watched you give it to somebody else.
But these scars, no longer I hide.
I've found the light you shut inside, couldn't love me if you tried.››
Mina la escuchó cuando el coro comenzó. Lisa veía en dirección al techo, como si estuviese perdida. Mina sabía lo que estaba pasando, sólo iba a esperar un poco más para confirmarlo.
‹‹Am I still not good enough?
Am I still not worth that much?
I'm sorry for the way my life turned out.
Sorry for the smile I'm wearing now.
Guess I'm still not good enough.››
Lisa cantaba cada vez más fuerte. Mina sabía de qué trataba la canción, miraba con tristeza a la mayor cantar. La mayor comenzaba a apretar sus puños.
‹‹Does it burn, knowing I used all the pain?
Does it hurt, knowing you're fuel to my flame?
Don't look back. Don't need your regrets.
Thank God you left my love behind.
Couldn't change me if you tried.››
El coro volvió a sonar. Lisa lo cantó con más fuerza, sus notas temblaban ligeramente y sus ojos se cerraban más seguido que antes. La mejor parte estaba por venir y era probable que con eso terminara todo
‹‹Release your curse, cause I know my worth.
Those wounds you made are gone, you ain't seen nothing yet.
Your love wore thin and I'd never win.
You want the best, so sorry that's clearly not me...
This is all I can be.››
Mina dejó su asiento al ver a Lisa terminar de cantar, pues las lágrimas se habían esparcido ya por sus mejillas, haciendo que se formaran grietas en la mascarilla que aún tenía puesta. La abrazó por detrás lo más fuerte que pudo, pues sabía que Lisa se estaba despidiendo oficialmente de Jennie con aquella canción.