Meliflua

By xaturna

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¿Quién creería que un simple hashtag era lo suficientemente poderoso como para hacer que una escritora termin... More

ANTES DE LEER
E P Í G R A F E
P R E F A C I O
CAPÍTULO 01
CAPÍTULO 02
CAPÍTULO 03
CAPÍTULO 04
CAPÍTULO 05
CAPÍTULO 06
CAPÍTULO 07
CAPÍTULO 08
CAPÍTULO 09
CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 19
CAPÍTULO 20
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22
CAPÍTULO 23
CAPÍTULO 24
CAPÍTULO 25
CAPÍTULO 26
CAPÍTULO 27
CAPÍTULO 28
CAPÍTULO 29
CAPÍTULO 30
CAPÍTULO 31
CAPÍTULO 32
CAPÍTULO 33
CAPITULO 34
CAPÍTULO 35
CAPÍTULO 36
CAPÍTULO 37
CAPÍTULO 38
CAPÍTULO 39
CAPÍTULO 40
CAPÍTULO 41
CAPÍTULO 42
CAPÍTULO 43
CAPÍTULO 44
CAPÍTULO 45
E X T R A
A G R A D E C I M I E N T O S

CAPÍTULO 18

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By xaturna

Mía Pepper utiliza a los Kanu.

Mi madre me había echado. Sí, me había echado. No directamente, claro. Pero llamó a su chofer antes de que me levantara y, cuando estaba desayunando, insistió en que debía ir a mis clases. Era sábado.

Tenía un poco de miedo al pensar en dejarla con ese hombre, pero habían estado juntos por semanas, ¿por qué le haría daño justo ahora? ¿Por verme a mí?

También me había dicho que hablara con mi compañero y sus hermanos, para mantenerla a salvo, a mi madre. Esperaba que no rompiera su palabra.

No entendía muy bien quién era, o qué; pero si los Kanu estaban tan preocupados por él, por algo sería.

Abrí la puerta.

Tres pares de ojos me observaron sincronizadamente; Nick, Liam y Nibbas.

Les dediqué una corta sonrisa tras cerrar la puerta.

—¿No venías el lunes?— cuestionó el castaño.

¿Se reunieron porque yo no estaba?

—Cambió el plan.

—¿Volvió?— indagó Liam.

Negué con la cabeza.

Me mantuve en silencio. Se mantuvieron en silencio.

Contemplé su entorno; estaban sentados en los sillones y en medio (en la mesita) habían billetes, en dólares. ¿Esa era la deuda?

—¿Volviste para husmear?

Nibbas y su mal carácter no se hicieron esperar.

—¿Yo cómo iba a saber que estarían acá?

—Nibbas— rezongó Nick.

Avancé hacia mi cuarto con lentitud, dudosa. ¿Era ahora cuando debía decirles? Mi madre estaba en peligro por ellos.

Se mantuvieron en silencio y, hasta podría decir, que sentía sus miradas clavadas en mi espalda. Mis pasos eran lo único que resonaba en ese apartamento.

Los volví a contemplar. No retiraron sus miradas de mí.

—¿Estás esperando...— Nibbas volvió a hablar y lo corté antes de recibir alguna agresión de su parte.

—Celal...

Al nombrarlo, como si hubiera tocado una fibra muy sensible, todos en la sala se vieron entre ellos confundidos, asombrados e impacientes.

—¿Qué?— cuestionó Nick.

Exhalé.

Si no me animaba ahora no me iba a animar más.

—Celal es mi padrastro y...

—Espera, ¿qué?

Liam frunció el ceño.

—¿Viniste solo a vigilarnos?

Nibbas se levantó de repente y, como consecuencia, Nick lo imitó.

—No. Me acabo de...

—¿Qué sabes?— cuestionó Nick.

—Nada, yo...

—Nos estuviste utilizando...

Nibbas quiso avanzar hacia mí y Nick le puso una mano en el pecho para detenerlo.

—¿Pueden dejarla hablar?

Liam también se levantó.

Los miré en silencio. Se veían más alterados que la última vez.

—Ayer fui a casa, porque mi padre desapareció o lo desaparecieron... No sé. Encontré unos archivos que tenían sus fotos, él me vio y me dijo que si no le pagaban le iba a hacer algo a mi madre. Yo...

—¿Eh?— Nick me interrumpió.

—No sé. Es lo que me dijo. Que consiguiera que le pagaran o iba a hacerle algo a mi madre— repetí.

—¿O sea que sí nos estás utilizando?

El rubio mayor frunció el ceño.

—Yo no...

—Era retórica— Nibbas habló por su hermano.

—Llegó a mí por ustedes— apunté.

—¿Cómo?— cuestionó Nick.

Se veía ¿enfadado?

—Supuestamente su hijo...

—Rayhan.

Los dos rubios miraron a Liam automáticamente, pero él no formuló nada hacia ellos y desvió la vista hacia la puerta. ¿Estaba pensando en irse?

—Vos lo besaste en un principio— señaló Nibbas—. ¿Por qué deberíamos creerle?— avanzó hacia sus hermanos—. ¿Si es su padrastro por qué le haría daño a su madre?

Todos volvieron a mirarme.

—No sé. Les juro estoy diciendo todo lo que sé.

Hice una mueca.

Nibbas rió irónicamente negando con la cabeza, y volvió a avanzar hacia mí. Nick nuevamente colocó su brazo delante de él.

—A mí me parece que estás mintiendo. ¿Por eso nos seguías a todos lados? ¿Para husmear? ¿Viniste al internado solo por nosotros?

Me mantuve en silencio tras oír a Nibbas.

Nick contempló a Liam. El castaño, en cambio, continuaba con su típico rostro indiferente.

—Creo que deberíamos irnos— formuló Nick antes de relajar su rostro.

Liam se volvió a dejar caer en el sillón, Nick avanzó y Nibbas continuó mirándome; sentía absoluto repudio por su parte, pero jamás entendí muy bien qué le había hecho. ¿Todo ese sentimiento era solo porque creyó que era una clase de "infiltrada"?

Nick se regresó sobre sus pies, miró fijamente a su hermano por algunos segundos y, sin decir nada, Nibbas avanzó.

Cerraron la puerta.

Me mantuve en mi lugar y miré a Liam contemplarme fijamente.

Me di la vuelta y caminé hacia mi habitación. No sabía en qué habíamos quedado con Liam como para pensar en compartir tiempo con él y tenía que descubrir dónde estaba mi padre, o tratar de conseguir el dinero que se debía.

El castaño no dijo nada tras verme avanzar y encendió la televisión.

En cuanto crucé la puerta mi celular sonó, era Ann. Dejé mi mochila sobre la cama y me senté a un lado antes de contestar.

—Necesitaba hablar contigo— fue lo primero que formulé.

—Y yo contigo— replicó.

—¿Qué pasó?

Suspiré.

—Me llamó tu psicóloga. No fuiste a la última sesión— recriminó.

—Fui a ver a mamá. Hacía fecha del aniversario.

—Eso no justifica que faltaras las últimas dos semanas— prosiguió.

—No tenía ganas, Ann.

—Pero, Mía. Ibas bien...

—¿Puedo hablar yo?

Rodé los ojos.

—La otra noche me llamó mamá, me dijo que papá desapareció...

—¿Tu padre?— cortó confundida.

—Es lo que dije— me recosté en la cama—. Así que fui a casa y cuando llegué me presentó a un hombre. ¿Sabías que tiene novio?

—¿Tu madre?— su voz se tornó aún más confundida.

—Sí, mi madre. Y hablaba mucho, y no sobre Kyle.

—¿Qué?

—Sí— repetí—. Me dijo que llevaba viviendo con ese hombre hace semanas, pero supuestamente papá desapareció antes de ayer. Entonces no...

—Pero yo hablé ayer con tu padre.

—¿Eh?

—Me preguntó por unos hoteles en México y...

—¿Entonces está bien?

Me levanté de la cama y le permití a mi cuerpo relajarse. Todo el peso pareció salirse de mí. Últimamente las cosas parecían ir bien.

Papá estaba bien.

—Supongo que sí.

—Ta. De eso quería hablar yo.

—¿Vas a volver a la psicóloga?— regresó al tema.

—Sí.

Suspiré.

—Bien. Te quiero. Hablamos luego.

Y cortó.

Casi al instante de volver a tirarme en mi cama oí tres golpecitos en mi puerta.

—¿Liam?— cuestioné lo suficientemente alto como para que se escuchara del otro lado.

—El mismo— confirmó.

—Pasá.

El castaño abrió la puerta y, desde allí, se mantuvo quieto mirándome. Comencé a quitar las cosas de mi mochila para ordenar.

—¿Celal le hizo algo a tu padre?— cuestionó desde la puerta.

—No— murmuré.

Se volvió a mantener en silencio y lo contemplé curiosa.

—¿No dijiste que...

Lo detuve.

—Recién me llamó mi representante y dijo que habló con él— le sonreí.

—¿Entonces ya estás mejor?

—Sí.

—Me alegro.

Volteó para marcharse.

—¿Se enojaron conmigo?

Liam volvió a regresarse a mí.

—Creo que solo están confundidos— hizo una mueca.

—Ah.

Me dedicó una sonrisa a boca cerrada y volvíamos a mantenernos en silencio. Todo se sentía... extraño.

—¿Qué vas a hacer?— cuestioné en un tonto intento de remover la incomodidad que nos envolvía.

—Dormir.

Frunció el ceño para sí mismo por unos segundos.

—¿Querés ver una serie?

—¿Cuál?

Elevé los hombros como respuesta.

—¿En la tele?— cuestioné.

Asintió y salió de mi habitación. Puse mi celular a cargar y lo seguí al living.

Liam se sentó en el sofá estirando sus piernas sobre la mesa. Levanté una pierna, levanté la otra y lo atravesé.

Me senté a su lado.

El castaño tomó el control de la televisión y comenzó a navegar en las películas y series que nos recomendaba la misma; ninguna pareció interesante.

—Casi lo olvidaba— murmuró—. La profesora de educación física dice que si sigues faltando a su clase te vas a llevar la materia.

Lo miré. Él continuaba con la vista fija en la televisión.

—Oh— murmuré.

¿Iba a reprobar gimnasia?

—Si vas al gimnasio o practicas algún deporte la exoneras y no tienes que ir más— informó.

—Gracias.

Volteó hacia mí y me guiñó un ojo como respuesta.

—¿Entonces que vamos a ver?— cuestionó.

Contemplé la pantalla.

—Ni idea.

—¿Terror? ¿Comedia? ¿Misterio?

—Comedia.

—¿Serie o película?

—Serie.

Me miró.

—Son muy largas.

Fruncí el ceño hacia él.

—Y las películas son muy cortas. Encima a veces faltan escenas complementarias a la trama y no puedo formar ningún vínculo con los personajes, o siquiera sacar una conclusión de ellos en ese lapso.

Miró la tele nuevamente y luego me miró a mí.

—Para eso leamos un libro.

—Bueno.

Elevó las cejas ante mi respuesta.

—¿En serio?— asentí—. ¿Uno tuyo?

Negué riendo.

—Eso ya es exceso.

Rodó los ojos.

—Bien.

—¿Entonces qué hacemos?

Fruncí el ceño hacia él. Liam me contempló en silencio y luego guió la vista hacia la puerta de su habitación.

—Tengo algunos libros en mi cuarto— señaló.

—¿No los leíste ya?

Negó.

—Eran de mi madre. Solo leí unos pocos.

Se levantó y caminó en dirección a su habitación. Lo seguí y me hizo una seña para que entrara primero, así lo hice.

Me detuve en el pequeño espacio que había entre la cama y la puerta, para que él pudiera entrar. El castaño ingresó, cerró la puerta a su lado y se detuvo frente a mí. Miré sus ojos.

Liam me devolvió la mirada y sonrió.

Tenía algunas pecas al rededor de su nariz, nunca lo había notado.

Deslizó sus manos en mi cintura y la temperatura ellas no tardó en filtrarse por la fina tela de mi camisa; me ericé. El castaño se movió a un lado, se había sostenido en mí.

Lo observé arrodillarse frente a su cama y luego revisar debajo de la misma.

—Estos son todos— señaló.

Lo miré nuevamente. Por la posición en la que estaba su remera blanca se encontraba bajando hacia su cuello.

Liam me miró impaciente y concreté que debía ir con él. Me arrodillé con lentitud y, ya a su lado, observé la cantidad de libros que tenía ocultos allí.

—Pero solo vemos los que están de este lado— apunté curiosa.

—Los demás ya los leí.

Se sentó y elevó los hombros. Volví a mirar debajo de la cama. Habían decenas de libros, y decenas, y decenas; quizás habían cientos.

—¿De qué querés leer?

Me quité el cabello de la cara y giré hacia él. Hizo una mueca antes de quitar la vista del suelo y regresarla a mí.

—Elijamos al azar.

Se inclinó a mi lado y al instante me reincorporé. El castaño se dedicó a ver bajo la cama nuevamente y sonreí mirándolo. Su jean parecía estar cayéndose y podía ver su ropa interior amarilla.

—Nueve— aporté.

El castaño me contempló con el ceño fruncido.

—¿Qué?

—Contá hasta nueve y el que toca, toca.

Me senté como indio y Liam prosiguió a seguir lo que le había indicado.

———————————————

A esta altura ya habrán notado que no soy de dejar notas al final de los capítulos (porque siento que voy a terminar hablando sola), pero noté que últimamente hay algunas personas que comentan y votan todos los capítulos, así que supongo que no estaré escribiendo esta nota en vano.
Quería agradecerles por el buen recibimiento que le han estado dando a la novela💕, y comentar que fue mUy raro escribir este capítulo porque me acuerdo perfectamente el momento en el que lo planeé hace casi dos años ajjsja.

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