Luego de que el joven Orion Pax lo dejara solo en las profundidades del Salón de Registros, Alpha Trion consideró la situación. Pensó que era inusual en que alguien de su edad esté consciente de que lo que se quedó en el pasado, probablemente nunca regrese. Pero era de esperarse cuando Orion Pax pasaba la mayoría de su tiempo en el salón escuchando.
El Alto Concejo tenía que escuchar sobre este gladiador que se llamaba a sí mismo Megatronus. Pero la mejor forma en la que podría presentar su situación ante ellos no era muy clara para Alpha Trion.
“Pacto,” dijo suavemente. “¿Qué podemos conocer sobre Megatronus?”
El Pacto de Primus permanecía abierto en el escritorio de Alpha Trion. Lo había creado a consecuencia de la Guerra de los Primes. En el Pacto está escrita la historia completa de los cybertronianos y los seres que les dieron vida, desde Unicron y Primus. Además, el Pacto contenía el futuro – aunque esa parte del Pacto podía cambiarse. Alpha Trion podía ver ciertas cosas que pasarían porque sucedían al tiempo que aparecían en el Pacto, pero no tenía forma de saber si lo que veía en verdad pasaría. La carga de conocer el futuro era de Alpha Trion, y sólo de él, pero era disminuida porque incluso lo que él sabía del futuro podía cambiar en cualquier momento.
También tenía poder sobre él. La Pluma, ese instrumento que el joven Orion Pax no pudo comprender, era uno de los artefactos que sobrevivieron de los Trece, y esa uno de los más poderosos en el universo. Usándolo, Alpha Trion podía escribir el futuro en el Pacto. Esto era un poder bastante peligroso de llevar a cabo, y no había ninguna garantía de que una alteración al futuro duraría. El Pacto mismo tenía la palabra final. Era un libro basado puramente en el destino.
Alpha Trion hojeó varias páginas. Una de las peculiaridades del Pacto era que el lector – que existía en un momento determinado del tiempo – tenía dificultades entendiendo el lenguaje del libro en el futuro. Incluso Alpha Trion raramente lograba leer esas páginas. Mientras más lejano era el futuro al que el Pacto se refería, el lenguaje se volvía más oscuro y difícil de leer. Sus primeras páginas estaban escritas en lenguajes que ningún cybertroniano había hablado en miles de ciclos estelares. En sus últimas páginas habían lenguajes que ningún cybertroniano sabía hablar aún.
Alpha Trion lo había escrito todo, incluso las porciones escritas en lenguajes que aún no existían. Orion Pax no sabía esto. Tampoco lo sabían los otros subordinados de Alpha Trion en el Salón de Registros. Ninguno de ellos lo hubiera creído si se lo hubiesen dicho.
Y ni siquiera el más crédulo de la raza de los cybertronianos se hubiera tomado en serio el hecho de que Alpha Trion era uno de los Trece Originales – el único que quedaba en Cybertron, creía él. Había visto la historia de Cybertron desde su creación. Había visto alianzas formarse y romperse entre los Primes. Había observado personalmente el asesinato que destruyó a los Trece, enviándolos a la infinidad del universo. Con el Pacto, Alpha Trion se había mantenido en cubierto para grabar, observar, para ejercer las influencias que pudiera sin revelar su verdadera identidad. Muchos cybertronianos ya no creían en los Primes, o los consideraban mitos semi históricos. Alpha Trion no tenía problema con esto. Ya no era tiempo para personalidades míticas.
O quizás, era tiempo para otras nuevas.
Alpha Trion se preguntó cómo sería entender el Pacto en su totalidad. Para asimilar todo el conocimiento, la conciencia del pasado y el futuro colapsando juntas en su mente…
Era la condena del archivista luchar contra lo que nunca entendería.
Escuchar el nombre “Megatronus” había puesto a Alpha Trion en un cuadro de pensamientos que casi podría llamar nostálgicos. Los días de la guerra de los Primes seguían vivos en su memoria; la Era Dorada que le siguió, con los cybertronianos transportándose en los puentes espaciales hacia las estrellas, era uno de los periodos históricos más grandiosos en la historia del universo conocido. La magnificencia del mismo ya había pasado, y sólo podía ser revivida a través de palabras. Alpha Trion recordó el aumento gradual del sistema de castas. Había pasado demasiado tiempo hablándole a Sentinel Prime sobre la dirección a la que se dirigía la civilización cybertroniana. Al final, discreparon. Sentinel Prime se definía a sí mismo con acciones que daban resultados y objetivos a corto plazo. Alpha Trion no tenía necesidad de definirse a sí mismo. Era uno de los Trece, lo supiera algún ser viviente o no. Y en consecuencia, pensaba en horizontes más distantes.
Luego de su última discusión, Sentinel Prime envió a Alpha Trion al Salón de Registros. Desaparece en los archivos y deja que el polvo te cubra, Alpha Trion. Cybertron ya no te necesita. Esas fueron sus últimas palabras.
“Megatronus,” Alpha Trion susurró. Ahora otro se había manifestado entre las multitudes anónimas de trabajadores oprimidos gritando el nombre de Megatronus.
Esto también estaba en el Pacto. Alpha Trion no pensaba que ocurriría exactamente de esta manera, pero como estaba escrito en sus páginas, estaba destinado a pasar. Este Megatronus, este gladiador y trabajador de fábricas con grandes ambiciones, ¿cuánto sabía del Prime del que decidió tomar el nombre?
Alpha Trion se forzó a sí mismo a regresar al presente. Comenzó a buscar en transmisiones recientes alguna evidencia de disturbios en Kaon. No pasó mucho tiempo antes de que se viera inmerso en una historia que no esperaba encontrar en las ciudades reglamentadas de Cybertron.
Alzó la mirada y abrió una conexión de red entre su escritorio y el de Orion Pax. “Por favor regresa,” le dijo.
Orion se mantuvo de frente a Alpha Trion, esperando a que el archivista terminara de escribir en el gran libro abierto en su escritorio. Bajando su lápiz óptico, Alpha Trion miró a Orion Pax. “Megatronus no empezó a planear una revolución de la nada,” dijo. “Al menos no a escala mundial. Empezó liderando las pandillas que controlaban los pozos gladiatorios en Kaon y Slaughter City.”
“Criminales,” dijo Orion Pax. Comenzó a hablar, entonces se detuvo de nuevo al darse cuenta de que estaba a punto de decir que pensaba que esa clase de criminalidad era inevitable en una sociedad liderada por castas.
Alpha Trion lo miró expectante, entonces continuó. “Antes de que tuviera un nombre – o tomara un nombre – era un gladiador campeón. Tenía cierto éxito. Eso significaba que otros de su casta lo admiraban por su fuerza. Se convirtió en líder sin tener intenciones de serlo.”
Imágenes y videos se mostraron en un holograma reflejado sobre el escritorio de Alpha Trion. Eran imágenes de cybertronianos destruidos, cada uno etiquetado con un nombre. Indexándolos rápidamente, Orion Pax descubrió que todas las víctimas habían estado involucradas en los pozos gladiatorios, y muchos de ellos tenían otras conexiones criminales también.
En el video, Megatronus – ésta era la primera vez que Orion Pax lo veía – se mantenía de pie sobre el chispeante y retorcido cuerpo de uno de los jefes criminales de bajo nivel, que ya Orion había visto en una imagen. “Todo empieza aquí,” dijo directamente a la cámara. Detrás de él un gran número de otros gladiadores levantaron sus brazos derechos, manteniéndose en silencio. “Ustedes toman placer de nuestro sufrimiento, y convierten nuestro trabajo en su ocio… han olvidado lo que es ser cybertroniano. Una vez este fue el mejor planeta en la galaxia. Ahora hemos caído. Pero nos levantaremos de nuevo, porque todavía hay cybertronianos que pueden visualizar la restauración de nuestra gloria. Yo jamás he tenido un nombre, pero ahora tomo el nombre Megatronus; al igual que el más grandioso de los Trece, aquel que se rehusó a arrodillarse ante cualquier otro. Sólo sabiendo cuán bajo hemos caído entenderemos lo que es levantarnos de nuevo. ¡Cybertron!”
“¡Cybertron!” gritaron los otros gladiadores en unísono.
El video se detuvo.
“¿No habías visto esto?” Alpha Trion sorprendió a Orion Pax, quien sacudió su cabeza. “Ah. Este es el fruto de la desalentadora ambición. Entrenamos generaciones de Cybertronianos que ni siquiera se imaginan lo que puede suceder.”
Orion Pax, inseguro de qué decir, se mantuvo en silencio. Alpha Trion le sonrió. “Nunca temas, Pax. Sólo ten digo la simple verdad. Este no es ningún juego diseñado para enredarte en palabras que no quieres decir. Todo lo que digo es que vivimos en cierto mundo. Pocos de nosotros pueden imaginar cómo sería vivir en otro. Pero algunos de nosotros… Algunos de nosotros recuerdan cómo fueron otros mundos alguna vez. Y somos lo suficientemente necios como para desear vivir en un mundo así de nuevo.
Hubo un silencio en la habitación, que fue roto sólo por el sonido del lápiz óptico de Alpha Trion en las páginas del libro. “¿Qué estás escribiendo?” preguntó por fin Orion Pax.
“Estoy escribiendo lo que he aprendido,” dijo Alpha Trion. “Con el pasar del tiempo, todos lo descubriremos, si he entendido correctamente. Pero ahora debes regresar a tu puesto. Piensa en lo que he dicho.”
“Lo haré,” prometió Orion Pax.
Y así lo hizo, mientras caminaba por los corredores laberínticos del Salón de Registros de vuelta a su estación en el decimoctavo piso, tercero desde el pasillo noroeste; donde cuando los vientos del norte soplaban, el frío hacía las luces de Iacon parpadear en la distancia. Disfrutaba estar cerca de una ventana. Muchos de sus colegas no.
Algunos de nosotros somos lo suficientemente necios como para desear no vivir en un mundo así de nuevo…
¿Qué quería decir Alpha Trion? Orion Pax le dio mil vueltas en su cabeza a las palabras del archivista, sin lograr llegar a conclusión alguna. A ninguna conclusión que lo tranquilizara, en cualquier caso. La única forma en la que las palabras de Alpha Trion tendrían sentido era como forma de aliento para pensar - ¿acaso era seguro pensar y razonar por uno mismo? – en pensar más allá de las castas.
En recordar que Cybertron no siempre estuvo dividida tan rígidamente.
En imaginar que un futuro en el que Cybertron recupere su anterior gloria puede existir.
Orion Pax escuchó, catalogó, archivó e indexó, pero su mente no estaba en el trabajo. Los ruidos de la Red eran incomprensibles para él ahora que Alpha Trion había abierto su mente a una posibilidad más allá de lo que era Cybertron.
¿Quién era ese Megatronus, ese increíble gladiador, asesino de criminales y un criminal él mismo, que dio una voz a un deseo que Orion Pax nunca supo que sentía?