Canela ©

By Karo_lovegood

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[COMPLETA]. La conocida teoría de los polos opuestos atrayéndose cierta vez toma poder en las relaciones, pe... More

Sinopsis
1. Un gran día
2. Es tu día
3. Piojo
4. No quiero un castigo
5. El idiota que ella dice que soy
6. Mi esencia favorita
7. No quiero ser más una niña herida
8. Ya no me odies
9. Cálmate, piojo
10. No puedo verla en todas partes
11. Estar enamorada de ese imbécil
12. No soy como él
13. No se trata de un juego
14. Es nuestra mesa
15. ¿Bailamos?
16. Está llena de sorpresas
17. Algo imposible
18. Pausa a tu juego
19. Canela
20. No gracias, Hestia
21. No es mi chica
22. ¿Nos llevamos bien?
23. Preocupada por la cuerda
24. Lo que sea por ti
25. Marcando territorio
26. Carterista
27. Esa cita
28. Tic-toc, linda
29. Hay otro chico
30. Lo admito
31. Yo siempre gano
32. Es fácil confiar cuando se trata de ti
33. Siempre vuelvo a pensar en él
34. Alguien se ha enamorado
35. Feliz navidad, Bonetti
36. Es la chica de la fiesta
37. Aida
38. Parte de la rutina
39. Eres la novia de mi hermano
40. Idioma Miller
41. "Quiero hablarte de algo"
42. Un fracaso
43. Naranja entera
44. Es su canción
45. Caramelo de ajo
46. No volveré a cruzarme en tu camino
47. ¿Mi novio?
48. Aliens, por favor, abdúzcanme
49. La copia exacta de James
50. Orgullo personificado
51. Maltrato animal
52. Supersticiones de abuela
53. Lunática
54. Ya tenías uno
55. Solo... un pedacito
56. Eres un osito panda
57. ¿Está soltero?
58. ¿Puedes abrazarme?
59. Es un mal chiste
60. Orangutanes cínicos
61. Te prometo que te quiero
63. ¿Mis ojos mienten?
64. Los planes para mi muerte
65. No puedo seguir engañando a ambos
66. Jugar a la casita
67. Su humor, mi enemigo
68. Su enamorado es Liam
69. Lo que ambos sentimos
70. Hay muchas formas de amar
71. Nuevamente lo detesto
Extra: Chrisand
72. Me haces daño
73. Jodidamente manipulable
74. Soy un títere
75. Sinónimo de dolor
76. No conozco de razones
77. Te quiero conmigo
78. Eres más que eso
79. Criadero de anfibios
80. Huele a canela, así como tú
81. Piezas similares de un puzzle
82. No estoy enamorado de ti
83. No pienses que te esperaré toda la vida
84. Un panda colgando de tus llaves
85. También el mar es muy cambiante
86. Que me pruebe lo que quiera
87. El final de nuestra canción
88. Tu apodo en mi café
89. Aún no termina tu día
90. Espinas en tu corazón
91. Será un reto
92. Ahora soy un egoísta decepcionado
93. Déjà vu
94. Uno, sin dejar de ser dos
Epílogo
Agradecimientos
Extra 1: Como el resto de tu vida
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62. No todo podía ser perfecto

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By Karo_lovegood

Arya se aparta de un respingo por la sorpresa, sobresaltada y con la respiración expulsándose de manera irregular, mientras yo exclamo un bajo gruñido por el grito de la vieja Gertrudis. Pero no me muevo ni dejo de mirar a la castaña, solo maldigo a la madre de la mayor por haberla traído al mundo y por haberla alimentado para que creciera hasta hoy, porque si no lo hubiera hecho, ella ahora estaría muerta y no arruinando este momento por el que había estado esperando hace tanto tiempo.

Y la odio por eso.

De ser por mí, me habría quedado a vivir entre esos labios, pero tuvo que aparecer la envidiosa mujer a frenar mi realidad.

Mi fantasía se convirtió en realidad.

—¿¡Qué es lo que les sucede!? —insiste la mujer con molestia, y yo solo me aparto del tembloroso cuerpo de Arya para plantarle cara. No digo nada, porque además de que no es su problema, no me place hablarle.

Ademas, ¿qué quiere que le diga? Ya ha visto todo. Ha visto a un par de adolescentes que no pudieron resistirse más a demostrarse afecto. Porque Arya puede decir lo que quiera, podrá mentirle al presidente y decirle que no siente nada por mí, pero eso no fue lo que me demostró ese beso.

Si ella no sintiera nada por mí, me habría apartado al instante y eso no fue lo que hizo. Ella se quedó allí, y me respondió con la misma intensidad a esas ganas irresistibles que tenía por probarla una vez más. También se dedicó a saborearme a mí y a sentir como yo, y a estás alturas no puede seguir mintiéndome.

Y me encantó lo suficiente como para saber que necesito más.

Giro a ver a Arya de nuevo y me da ternura. Ella se encoge en su lugar sin saber qué decir y solo ve al suelo mordiendo su labio inferior, sus mejillas están sonrojadas y juega con sus dedos en un acto nervioso, realmente apenada por esto.

Quiero abrazarla y hacerle saber que lo que pasó no es la catástrofe más grande del mundo y que para nosotros estuvo bien, o eso creo, pero sé que eso no será bien recibido ante la vieja Gertrudis, quien todavía nos ve con dureza y a la espera de una explicación que ninguno tiene deseos de darle.

—¿¡Ustedes no saben comportarse como gente decente!? —chilla la vieja ante nuestro silencio—. Estamos en una institución que merece respeto, ¿por qué no se van a un
motel a hacer sus cochinadas?

¿Cochinadas? Ja, loca.

—Y tú, ¿ahora quieres verte como la inocentona después de que estabas por desnudarte como la propia zorra aquí mismo? —le habla a Arya con dureza y ahora sí ya no puedo mantenerme callado, no me importan las consecuencias que sé que me traerá. Esas bajezas que salen de su boca para referirse a ella no las puedo soportar.

Fue un beso nada salvaje, al contrario, y escapa por mucho de aquello que ella cree.

—¡No le hable así! —le exijo con los puños apretados, la vieja me mira con desprecio, pero no me inmuto. No puede sentir más odio del que tengo yo por ella—. ¿No conoce las diferencias entre tener relaciones sexuales y besarse, o es que su humor jamás le ha permitido tener a alguien con quién ponerlo en práctica? —continúo serio, la mujer me ve con los ojos desorbitados y abre la boca para decir algo, pero nada le sale en sus primeros dos intentos, hasta que finalmente habla.

—Síganme a la dirección, esto yo no lo pienso tolerar en mi biblioteca —ordena, pero no dice nada ante mi comentario. Probablemente es verdad y no tiene argumentos válidos ni reales para defenderse.

Gertrudis media vuelta y con esa expresión ruda que muestra a los estudiantes, se encamina a la salida sin decir nada más, yo tomo la fría mano de Arya que ella entrelaza a la mía y la seguimos, pero sigo enojado y por eso continúo.

—¿Acaso la compró, para que diga que es suya? Porque a mí me parece que no —inquiero con diversión, ella se gira y me ve mal, pero parece más molesta que antes y no dice nada, solo voltea y continúa su marcha. Estoy seguro de que por su mente pasan miles de ideas para hacernos pasar una mala temporada en los castigos y ahora intenta centrarse en eso.

Envidiosa es lo que está, porque ni los gatos pueden vivir demasiado tiempo con ella sin querer suicidarse antes.

No tengo pruebas, pero tampoco dudas.

—¿Estás loco? No empeores las cosas —suplica Arya en un susurro. Olvidaba que ella no está acostumbrada a los castigos y que todo esto la pone mal, yo soy el que siempre le trae problemas.

—Lo siento, es que me alteré por la manera en que te habló. No estábamos haciendo nada grave, al contrario, fue lo mejor que me pasó este año —aseguro guiñándole, ella me sonríe levemente con las mejillas sonrojadas, pero luego su mirada vuelve a decaer—. No te preocupes por esto, no pasará nada grave, ningún libro que no hayamos limpiado ya —digo con gracia, encogiéndome de hombros, lo que me cuesta un golpe en el brazo por parte de ella que me hace reír más.

—¿Crees que es un juego? —continúa musitando—. Te costará los entrenamientos otra vez y estamos a tope con las evaluaciones, no podemos darnos el lujo de perder el tiempo con esa mujer que nos odia.

—Mierda, sí, no lo había pensado —digo tras analizar, pero me encojo de hombros al instante. Realmente me da igual—. No importa, valió la pena. También podría ser que se obstine tanto de nosotros, que renuncie finalmente. Eso sería bueno —vuelve a golpear mi brazo y río un poco, pero no le digo nada hasta que abandonamos el área de las estanterías y llegamos al centro de la biblioteca, donde le susurro al oído—: Voy a buscar las mochilas, espérame con la vieja... No te le acerques mucho, no queremos que te mate.

—Ridículo —dice riendo, mientras cubre su boca para amortiguar el sonido de su risa.

Suelto su mano y corro hacia la mesa donde están los chicos, que ahora me ven con curiosidad por las prisas con las que recojo las útiles que había dejado desperdigados sobre la superficie de madera.

—¿Qué pasó? ¿Ya acabamos? —pregunta Alexa, seria y confundida. Incluso olvidé que la había dejado en la ejecución de los ejercicios por ir tras Arya y luego por la calentara del momento.

En mis planes no estaba acabar en esta situación, ni siquiera besándola, pero no pude soportarlo un segundo más cuando ella me estaba tentando demasiado y poniéndome todo tan fácil.

—Surgieron problemas —me limito a responder, mientras recojo la última libreta para guardarla en la mochila. Luego la cierro con la cremallera y tomo la de Arya, que afortunadamente tiene todo en orden porque ella recogió antes de irse—. Te veré en tres días. Guarda los libros esta vez tú, por favor. Xavier, ¿puedes ayudarla? Por si no encuentra el estante correcto.

—Claro, no te preocupes —asegura el rubio con complacencia, porque esta es su oportunidad para hablarle a la chica que, según me aseguró, le gusta.

Asiento como única respuesta, me despido del resto y corro de vuelta a la entrada, donde la vieja espera de brazos cruzados y con cara de culo, mientras que Arya solo tiene ojos para sus zapatos negros.

No estaríamos en estas de no ser por mí y ahora me da pena con ella, pero me arriesgaría una y mil veces más por un beso suyo. No me arrepiento de nada, ya lo he dicho antes.

Ella está volviéndome loco.

Gertrudis da media vuelta y atraviesa el umbral murmurando al verme aparecer, cerrando la puerta de cristal en nuestras narices de forma grosera. Maldigo por lo bajo y pido paciencia al universo para que me ayude a no gritarle todo lo que me gustaría y la sigo sin decir nada, porque Arya ma ha sujetado la mano de nuevo y ejerce presión sobre ella, por eso me he calmado, esa ha sido una especie de advertencia de su parte porque seguramente, presiente que se me puede ir la lengua y ahora no nos conviene.

Me quita la mochila del hombro, la cuelga del suyo y continuamos en silencio hasta llegar a la secretaría, donde los dos nos ubicamos en las sillas frente a Susy. La vieja entra a la oficina del director y demora unos minutos —supongo que explicando la situación— y al salir, comparte algunas palabras con la secretaria antes de dirigirse a nosotros, todavía con esa cara de perro rabioso vomitado que le otorgó el cielo al nacer.

—Tendrán que esperar unos minutos, y ojalá les reprendan como en mis tiempos —escupe con hastio, luego da media vuelta y abandona el lugar, todavía murmurando.

Claro, seguro que me encantaría ir a ordeñar al chivo y darle de comer al burro.

—¿Qué te trae por acá ahora, mi Li? —me habla Susy, la secretaria, cuando la vieja se retira. Veo que Arya me mira arqueando las cejas y sonrío ante su expresión. Está esperando mi respuesta, y no me falta evaluar mucho el asunto para intuir que la joven no le agrada.

Tienen que ser celos.

—No hablaré de mis fantasías contigo, Susy —contesto sin despegarle la mirada a Arya, quien rueda los ojos, pero sonríe entre avergonzada y divertida.

—Labioso —susurra, yo vuelvo a tomar su fría mano y le guiño.

Esperamos alrededor de diez minutos sin compartir palabras entre nosotros, ella está nerviosa y el movimiento repetitivo y desenfrenado de su pierna izquierda me lo hace saber, no necesito que me lo diga, porque ya he aprendido un poco a leer su lenguaje no verbal. Observo que Susy se concentra en limar sus uñas pintadas de rojo y cada tanto me lanza una mirada pícara que me incomoda. No es que la chica sea fea, pero me lleva unos cuantos años, quizá díez, como para intentar conseguir algo con ella, y lo debería entender.

Tal vez con Chris le funcione porque él no perdía oportunidad de galantear siempre que veníamos castigados, que era mucho, pero conmigo no. Sé que el estúpido lo hace en broma —porque sigue viniendo cada tanto—, pero ella cree que el descerebrado polluelo va en serio con sus coqueteos y se aseguró de ponernos un seudónimo incluso a todos gracias al castaño.

Eduardo es el dulce rubieton; a Andrés le dice ojitos de campo por sus iris verdes —lo sé, es bastante ridículo—; a Max le dice huroncito, porque el idiota nunca es capaz de mantener la boca cerrada cuando se trata de sus animales. A Christian lo llama peluchín por lo adulador que es, cosa que le enoja porque vamos, es Chris y él es todo, menos un peluche. Creo que si le dijeran caca de caballo le quedaría mejor, pero no. Y por último, pero no menos importante, yo soy Li. Ignominiosamente básico.

Somos sus rebeldes favoritos.

Luego de un rato en el que permanecemos en el sepulcral silencio, el viejo Simón le indica a la secretaria mediante una llamada que nos haga pasar y así lo hacemos, todavía sin pronunciar palabra, solo compartiendo miradas temerosas.

—B-buenos días —titubea Arya al ingresar. Igual que en la ocasión anterior, la dejo pasar antes y cierro la puerta a mis espaldas para después invitarla a ella a entrar, solo que esta vez tomo su cintura con confianza y no le doy solo un par de simples toques en el hombro para hacerla reaccionar en medio de su nerviosismo.

Cuando nos posicionamos frente al escritorio del caucásico gordo, me llegan los recuerdos de la última vez que estuvimos juntos aquí. Sé que en aquella ocasión fue también por mi culpa y por una tontería, y en ese entonces no quería entender que estaba haciendo el ridículo y mucho daño a ella con mi forma de tratarla; no quería entender nada. Pero más que eso, no tenía idea de todo lo que la querría en mi vida a partir de allí, y ahora debo agradecerle en parte a esa ridícula escena que armé en el cafetín hace un año.

Valió la pena, ella tenía razón.

—¿Qué explicación tienen para darme? —cuestiona el viejo con suavidad y paciencia, viéndonos sereno, mientras entrelaza sus manos sobre el escritorio.

—Sabemos que no es el momento ni el lugar para esto y nos disculpamos, no volverá a pasar —hablo por los dos, bastante seguro. Giro con rapidez a ver a Arya y la vuelvo a tomar de la mano que todavía sigue fría. 

—Ya entiendo, y es la verdad. Me parece que deben ser más precavidos con sus demostraciones de amor. Sé lo que es enamorarse, pero tenemos que aprender a controlarnos porque hay jóvenes menores que ustedes que no tendrían que verlos —explica, todavía con calma. Yo quisiera reír por ese comentario que acaba de hacer, porque hay chicos menores que yo que fácilmente podrían hablarnos de todas las posiciones del kamasutra, que no me venga con estupideces.

—Lo sé —murmuro, falsamente arrepentido.

—No creo que lo que hicieron sea lo más grave del mundo y entiendo que por el momento están a tope con sus actividades académicas por el nivel en el que se encuentran. Además, Bonetti tiene que dar lo mejor en ese partido de mañana y el de la siguiente semana y no nos convienen distracciones. Lo que quiero decir, es que no les pondré castigo esta vez, solo espero que se comporten —termina, señalándonos a ambos con su índice derecho—. Ya pueden retirarse.

¿Así de fácil? ¿Y por qué el año pasado armó tanto drama por una discusión?

Okey, fue mi culpa aquella vez y lo acepto, pero no entiendo por qué ahora es diferente. Sigo agradeciendo que antes nos haya castigado, pero no comprendo. Esto podría verse como algo peor, ¿o no?

Y por un momento, me agradó la idea de otro castigo.

—Gracias, señor —le digo amablemente, pero usando el tono de voz más hipócrita que tengo en mi selección, él asiente tranquilo. Veo a Arya, y tras responder a la sonrisa tímida que ella me muestra, la invito a salir delante de mí con un movimiento de cabeza.

—Me alegra que hayan arreglado sus diferencias y que estén juntos, algo bueno ha de salir de allí para Bonetti —comenta el viejo a nuestras espaldas, ambos nos detenemos a escuchar, pero luego continuamos hacia el exterior sin responder.

Maldito viejo rechoncho y bigotudo, ¿cómo debería tomar eso?

Camino indignado y tras cerrar la puerta, giro a ver a Arya sin comprender, porque ha soltado una risotada imprudente apenas salimos de la oficina.

—¿Qué es lo que te causa gracia? —inquiero con la frente arrugada, sonriendo, ella ríe más fuerte.

—¿No escuchaste? Dijo que algo bueno va a salir de esto. Quiso decir que voy a amarrarte bien los pantalones para que te comportes.

—A mí me gustaría más que me los sueltes, ya sabes —sonrío pícaro, ella sonríe, vuelve a golpear mi hombro y se adelanta a la salida.

—Hasta pronto, Li —me habla la secretaria cuando estoy frente a su escritorio. Y quisiera responderle que no será así porque Arya aseguró amarrarme los pantalones para que me comporte, pero prefiero divertirme al ver que la castaña gira con agilidad al oír su voz y le lanza una mirada extraña.

Perfecto, algo bueno saldrá de allí. ¿Ahora jugamos?

—Hasta pronto, Susy —le guiño a la secretaria, solo para probarla. Ella sonríe satisfecha y Arya entrecierra los ojos en mi dirección, antes de dar media vuelta y salir a grandes zancadas de la oficina.

Canela 3001, Liam 20.

Aún voy perdiendo, pero he mejorado una barbaridad.

—Histi printi, Sisi —se burla sin detenerse cuando la alcanzo, mientras rodeo sus hombros con mi brazo para continuar caminando por los pasillos hacia la salida del instituto.

—¿Celosita, Russo? 

—Claro que no —dice después de bufar, y aunque suena poco convincente, insisto en molestarla, luego de gruñir.

¿Es muy difícil admitirlo?

Quiero mantener la poca cordura que me queda, y ella no me lo está poniendo fácil.

—Ay, ya no mientas.

—¿Por qué estaría celosa de ella? Es una vieja. ¿Te gustan las viejas? —inquiere seria y vuelvo a reír.

¿Eso significa lo que creo que significa?

—Y eso quiere decir...

—Que no te creas tan importante. No eres la gaseosa con mejor sabor, Sisi y yo lo sabemos —completa con su tono sarcástico, burlándose del nombre de la secretaria tan natural como suele expresarse siempre que quiere verse dura.

—Mierda, Arya. Me vas a matar con tanto odio fingido. Es fingido —añado cuando la veo con intenciones de rechistar—. Todo el mundo lo sabe. A ver, ¿qué opinas del viejo? Demostraciones de amor, ¿no te parece maravilloso? Todos saben lo que sientes por mí, solo tú te engañas —me mira y rueda los ojos.

—Claro, y entonces tendría que lidiar con tus zamuros, Sisi —continúa enunciando el último con burla—, y de paso, Cole —la miro extrañado por ese último y ella prosigue a explicar—. Le gustas a Cole —suelto una carcajada estruendosa que se eleva ante su reacción, mientras aprieto mi agarre sobre sus hombros.

—¿Por eso estabas enojada ese día con Cole? —asiente, mirándome como si fuese obvio—. No sabes lo feliz que me haces.

—¿Qué es lo que tiene gracia? —pregunta retadora—. ¿Te encanta que se fijen en ti incluso los hombres? 

—Nada tiene gracia, simplemente estoy feliz de que tú —toco su nariz con mi índice— te fijes en mí, eso es lo único que me interesa. Volví a besarte, tú me adoras, yo te adoro y nos salvamos del castigo, ¿ves? Todo está saliendo perfecto —sonrío orgulloso, luego beso su sien, pero la expresión seria con la que me mira me angustia.

—Sí, y eso me da miedo.

—No te creo —expresa Max cuando termino de hablar y empiezo a tomar agua de mi cooler, luego ríe, interrumpiendo sus intenciones de meter un Doritos a su boca. Ya hemos terminado el partido de fútbol y él no puede soportar el hambre tan solo un minuto, por eso empieza a comer de inmediato aunque sus manos están del asco—. Y justo tuvo que llegar la vieja esa, sí que estás jodido. Cuando por fin parece demostrar interés en ti, ocurren las desgracias —vuelve a burlarse, ganándose una mala mirada de mi parte.

Ayer al salir del instituto, llevé a Arya a su casa luego de que ella le informó a su primo. Le insistí para que me aceptara, pero solo un par de veces y considerando que en anteriores ocasiones casi he tenido que recurrir a embrujos para que me acepte, creo que estamos avanzando como quiero.

Durante el camino nos comunicamos como si nada hubiese pasado con el imbécil de su amigo y también estuvimos hablando al celular bastante rato al llegar la noche, pero no lo hice con Max, y ya que las clases de hoy fueron suspendidas y no pudimos hablar en la mañana, es apenas ahora, después del partido, que le cuento a mi amigo, quien finalmente decidió apuntarse al equipo a finales del año anterior.

Él está sorprendido y yo complacido por el avance que estamos teniendo. Ella no me ha dicho que le gusto, pero esos celos no pueden ser en vano, ¿o sí?

Continúo mi caminata junto a Max con los chicos peleándose por el agua detrás, y decido pasarles la mía antes de que Chris mate a Eduardo, porque el pobre rubio es el que siempre termina mal aun cuando es él quien responsablemente trae su cooler cargado.

Veo que Ed me agradece con la mirada y le voy a responder, pero Max me frena al hablar.

—¿Arya te iba a esperar? Oh, de hecho se está acercando para acá —me da un manotazo en la cabeza que me hace girar y nos detenemos, porque efectivamente Arya se acerca a nosotros junto a Juliana, ambas sonriendo. Le devuelvo la sonrisa y voy a hablarle, pero me detengo cuando ella me abraza aun en mis condiciones, sorprendiéndome.

—Estuviste genial —susurra cerca de mi oído, yo no puedo hacer más que sonreír, aunque un poco incómodo.

—Estoy sudado —le digo, pero ella no se aparta. 

—No importa, ¿qué pasa con que lo estés? No sudas ácido —se separa y me ve a los ojos con diversión, pero luego sonríe cándidamente—. Me alegra que hayan ganado, hiciste bien en reclamarle a ese árbitro por esa tarjeta roja infundada, el otro jugador fue quien debió salir desde hace mucho cuando cometió la falta contra Christian. Aunque me preocupó que estuviste a nada de golpearlo.

—Me sacó de mis casillas, se lo merecía. Pero no importa, ¿cómo sabes de esto? —pregunto asombrado.

—¿Qué piensas que soy, la princesa del castillo de bronce que solo tiene ojos para su esmalte rosa y pantuflas de unicornio? —río cuando se cruza de brazos, indignada, y niego con la cabeza—. Sé mucho de fútbol, suelo jugarlo seguido. 

—Entonces me encantará saber quién es mal hábil de los dos —me acerco a susurrarle—: El perdedor paga con besos, o debo decir, tú pagas con besos —me separo, le guiño y la veo rodar los ojos.

—Sueña con eso. Oh, es que algo así solo lo diría un perdedor —susurra cerca de mi oído también, luego se separa y ve a mis amigos—. ¡Felicidades, Max, tú sí que eres el mejor jugador del colegio! —exclama con falso entusiasmo, viendo a mi amigo con una sonrisa burlona. Solo quiere molestarme.

—¡Hey! —me quejo, pero ellos ya están riéndose de mí, incluso Christian que se nos ha unido y le quitó la bolsa de tortillas a Maximiliano—. Me voy a duchar, ¿me esperas? —le pregunto, ella niega formando una mueca.

—Me da pena salir con perdedores —expresa seria, provocando que Chris emita sonidos de burla—. Te esperaré en el estacionamiento —afirma, sonriendo triunfal al ver el efecto en los chicos—. Yul, ¿vienes? —su amiga asiente, se despide de todos y ambas se retiran del campo, donde aprovecho descaradamente de ver su trasero bien formado.

Su senos parecen pequeños, pero atrás está bien dotada y ese pantalón beige oscuro que lleva y que le llega hasta los tobillos, lo resalta de maravilla.

—Ya me está agradando su sarcasmo. Empiezo a quererla un poquito. Que quede claro, solo porque se burla de ti —comenta Chris con la boca llena, burlándose de mí, aclarando además el asunto para no ser blanco de burlas. Yo no me quejo, porque a mí también me está gustando.

Le hago una mueca a mi amigo y todos nos encaminamos a los camerinos, donde nos separamos para cada uno tomar una ducha. 

Hoy, al saber que tendría mi cita con Arya, no traje la típica ropa deportiva y de algodón que uso para volver a casa, sino otra casual que preparé en la mañana e introduje en la mochila, la cual consta de un pantalón verde olivo y una camisa blanca que doblo hasta la mitad del antebrazo al estar listo.

Los chicos querían ir a festejar el triunfo del partido en casa de Jackson más tarde porque él organizó una fiesta, pero yo no me pienso perder esta oportunidad por nada. Quizás a Arya le apetezca acercarnos cuando estemos de vuelta y pasemos un rato allí, pero por ahora no está en mis planes.

Luego de recoger todo, me uno a Andrés y Max que ya se encuentran afuera charlando y esperemos al resto. Yo para despedirme y ellos para organizarse.

Afortunadamente ya todos excepto Eduardo, tienen auto, por lo que no tengo que hacer de chófer personal a los descerebrados.

—¿Vas a ir? —me pregunta Andrés cuando ve acercarse al resto e iniciamos la marcha, yo niego con la cabeza.

—No sé todavía, les avisaré más tarde si Arya y yo terminamos temprano.

—Okey, no te la lleves a la cama aún. No queremos niñitos amargados todavía —se burla Christian, antes de salir corriendo infantilmente hacia la salida. Sabe lo que le espera aunque me haya causado gracia, es mejor que desaparezca de mi vista.

Junto a los chicos caminamos hacia el estacionamiento, conversando sobre el partido y la porquería de árbitro que nos toco. Chris, quien nos espera, no pierde oportunidad de maldecirlo por intentar sacarlo de juego o incluso por existir y Andrés se mantiene en su faceta pacifista, alegando que el hombre hace lo que puede para sobrevivir con el dinero que consigue de sus malas jugadas.

No dudo que sea cierto, pero tanta bondad de Andrés en ocasiones me preocupa. 

Al llegar al abarrotado estacionamiento, veo que Arya me espera sola y frente a mi auto, bajo la sombra del árbol en el que siempre lo dejo. No se percata de nuestra presencia porque está concentrada en revisar algo en su celular y yo estoy por despedirme de los chicos para irme junto a ella, pero Verónica, seguida también de Deisy, se acercan a nosotros sonrientes y nos detienen, con todas las intenciones de joderme la vida.

¡Juntas!

¿Desde cuándo son amigas o si quiera se llevan bien?

Creo que en este caso preferiría estar muerto, y no exagero.

Chris resopla con hartazgo y cuando giro a ver a las chicas, me tambaleo un poco por el brusco movimiento que me ha hecho dar Verónica cuando se guinda a mi cuello. Como puedo, me estabilizo, pero tengo dos mochilas pesadas encima que no me dejan a apartarla y les lanzo miradas de súplica a mis amigos, pero ellos solo son capaces de reírse de mi desgracia como las plagas que son. Incluso Christian, que antes parecía tan cansado de esto como yo —aunque no tenga motivos—, mi mira burlón.

—¡Felicidades, bebé! —exclama la rubia, besando repetidas veces mi mejilla izquierda. Pero veo que su mirada no está fija en mí, sino detrás, donde Arya debe estar viéndolo todo y armando películas en su cabeza.

Menuda mierda de suerte la que tengo.

Si quisiera un chicle, voy y lo compro en la tienda, no necesito que me manden a este par que solo me deja sensaciones desagradables.

—Hola, Liam, felicidades a todos —saluda Deisy afable, quien viste su muy corto uniforme de porristas. Christian ríe burlón, Andrés le contesta educadamente, Max la mira mal, Ed le resta importancia y yo me desespero—. ¿Irán a casa de Jackson esta noche? —pregunta sonriente, y veo que Andy solo le muestra un asentimiento de cabeza como respuesta.

La morena no se ha comportado como desesperada hace algún tiempo y ya parece haber entendido que solo somos amigos porque incluso me saluda sin dobles intenciones, cosa que agradezco, pero ahora me preocupa esa cercanía con la rubia, quien todavía se muestra reacia a permitirme conseguir el oxígeno.

—¿Te puedes quitar de encima, Verónica? No me dejas respirar —pido con frialdad. Sinceramente no me importa que se enoje, solo quiero que me deje en paz.

—Ay, pero si estás amargado —lamenta la rubia y deja un brusco beso en mi mejilla, pero no se separa.

Maldita sea.

—Por favor —casi suplico entre dientes y ahora sí se separa. De inmediato volteo para ver a Arya, está seria y cruzada de brazos, mientras muerde su labio inferior y deja caer el peso de su cuerpo sobre la pierna derecha, mientras con la otra golpea repetidas veces el pavimento.

La que me espera ahora.

Suspiro pesadamente y vuelvo a ver al par de tormentos. Deisy no me pone mucha atención, pero me doy cuenta de que Verónica me mira con diversión y es por una única razón. Hizo esto adrede solo para molestar a Arya, y seguro que lo ha logrado. Si hay alguien que se enoja con facilidad y que tiene un temperamento con el que es difícil lidiar, es ella, y ahora me toca a mí lidiar con la catástrofe.

—A veces me desesperas —continúo adusto, ella me mira y se ríe, pero yo no pienso perder más el tiempo aquí y tampoco voy a insistir en explicarle algo que se niega a entender.

Choco puños con los chicos como despedida y no pronuncio ninguna otra palabra, solo doy media vuelta para acercarme a Arya finalmente con una sonrisa que su expresión me hace desaparecer.

Sabía que no todo podía ser perfecto.

___________________________________________________

¡Hola! 💚 Si me dices que te reíste o sentiste algo bonito en este capítulo, publicaré tres seguidos en la próxima actualización.

¿Qué tienes que decirme ahora sobre todo lo que pasó? Todo hermoso, ¿verdad? Excepto por ese final, aunque Deisy se nos va calmando. ƪ(‾.‾“)┐ƪ(˘⌣˘)ʃ

Si tienes alguna queja, déjaselas a ellos porque yo no me hago responsable. Nos leemos en el próximo, piojo.

Abracitos. ʕっ•ᴥ•ʔっ

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