Cuarentena

By fuckingOT

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Natalia y Alba no se conocen pero acaban pasando la cuarentena juntas. Habrá que buscar algo con lo que entre... More

Estado de alarma I
Estado de alarma II
DÍA 1: Primero de apocalipsis
DÍA 2: Maldito bicho
DÍA 3: Paticorta vs patilarga
DÍA 4: No te tires a un facha
DÍA 5: El juego del gato y el ratón
DÍA 6: Chin-chin
DÍA 7: Aclaremos una cosa
DÍA 8: No todo lo hago tierno
DÍA 9: Mi puerta está abierta
DÍA 10: Tocada y hundida
DÍA 11: Bájalo del todo
DÍA 12: No digas nada
DÍA 13: Hay que ser valiente
DÍA 14: ¿Del 1 al 10?
DÍA 15: Llorando corazones
DÍA 16: Something about you
DÍA 17: La nueva normalidad
DÍA 18: Pintura mural o grafiti ilegal
DÍA 19: Ojalá ganen los buenos
DÍA 20: Va contra las normas
DÍA 22: Vamos a la ducha
DÍA 23: El freno de mano
DÍA 24: Misión cumplida
DÍA 25: Profe Natalia
DÍA 26: Irresistiblemente apetecible
DÍA 27: Borrar el límite
DÍA 28: No me llames amiga
DÍA 29: Cambió mi suerte
DÍA 30: El estúpido plan
DÍA 31: Entrar en calor
DÍA 32: Por un beso
DÍA 33: Yo no quería
DÍA 34: Fan número uno
DÍA 35: Bendito infierno
DÍA 36: Un beso de cita
DÍA 37: Kilómetro cero
DÍA 38: La burbuja va a explotar
DÍA 39: A través de la pared
DÍA 40: Confío en ti
DÍA 41: ¿Y ahora qué?
DÍA 44: Modo luna de miel
DÍA 52: Debe ser 50/50
DÍA 56: Cámara oculta
DÍA 65: Lucecitas de Navidad
DÍA 73: Mujer florero
DÍA 93: Comedia romántica
DÍA 100: La nube más alta
DÍA 134: Jugar en equipo
DÍA 148: No me sueltes
DÍA 173: Casilla de salida
DÍA 239: Los ojos nunca mienten
DÍA 274: Mal presentimiento
DÍA 485: Las historias de amor...
DÍA 486: ...no tienen final
DÍA 518: Mi recuerdo favorito
DÍA 2689: Hoy y siempre
DÍA 2690: Treinta mil días

DÍA 21: Primera señal

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By fuckingOT

NATALIA POV

Llevo unos minutos intentando vencer a la sensación de estar despertándome para poder aguantar un rato más en la cama, pero me siento tan descansada que me resulta imposible no acabar abriendo los ojos. Ajustándome a la poca luz que hay en mi habitación, me estiro hacia la mesilla para mirar en el móvil la hora. Madre mía, las once y veinte, he dormido muchísimo.

Al ser tan tarde no espero más y me levanto de la cama para empezar el día. Me visto con un chándal cualquiera y paso por el baño para lavarme la cara y despejarme del todo. Noto la casa en silencio, lo cual no me sorprende porque tampoco espero que Alba esté por medio del salón hablando sola. Salgo por el pasillo y la veo sentada en una de las sillas de la terraza dibujando en el bloc que descansa sobre sus rodillas.

Voy a la cocina y me preparo algo de desayunar a pesar de que ya es tarde, porque me muero de hambre después de tantas horas sin comer, y más teniendo en cuenta lo poco que cené ayer. Aprovecho que Alba está fuera y no está prestando atención para esconder el ratoncillo. Cuando lo tengo listo, llevo el desayuno a la terraza para poder tomármelo acompañada.

Al oírme llegar, Alba levanta la mirada del cuaderno y me sonríe.

– Buenos días.

– Hola – respondo colocando las cosas en la mesita y acercando la silla que queda libre.

– ¿Cómo te encuentras?

– Como nueva la verdad. Creo que no me sentía tan descansada desde hacía semanas.

– Menos mal, ayer estabas con tan poco ánimo que hasta me sentía mal de verte así.

– No era mi mejor momento desde luego – digo empezando a comerme el desayuno. – Por cierto, gracias por cuidarme, que ayer estaba tan agotada que no sé si llegué a decírtelo.

– Y dale con eso, si yo no hice nada. Ya ves lo que me cuesta prepararte unos macarrones y una sopa.

– Solo por aguantarme tienes el cielo ganado.

– Exagerada – se ríe.

Pasamos el rato en un silencio agradable, ella dibujando y yo comiendo e intentando aguantar la risita que se me escapa al verla con la lengua fuera, como siempre que se concentra. Cuando acabo y lo recojo todo, vuelvo a mi habitación para coger el móvil y hacer algo que llevo evitando toda la semana. Voy a su contacto y sin pensar mucho para no arrepentirme, pulso el botón de videollamada. Al descolgar me mira con cara de confusión y luego cambia el gesto como si hubiera entendido algo.

– Anda es verdad, si yo tenía una amiga como tú, ya no me acordaba.

– Ici qué tonta – me río por su manera de contestar. – Hola – digo con la voz pequeña.

– No me pongas esa vocecita de inocente que pensaba que ya te habías olvidado de mí.

– Jo Ici, he estado un poco ocupada. Y tampoco te he ignorado tanto, hemos hablado – hago un puchero para ablandarla.

– Eres adorable cuando te pones así y lo sabes, así que no lo uses en mi contra – yo me río porque siempre consigo que no se enfade conmigo. – Y contestarme con monosílabos a los mensajes no cuenta como hablar. ¿Qué has estado haciendo? Ya podrías darme ideas, que estoy más aburrida que ocho aburridas.

– ¿Desde cuándo me copias las frases? Va, cuéntame cómo estás.

Hablamos durante un rato de cosas sin importancia y de otros temas que a Ici le preocupan y por un momento me olvido de lo que yo quería hablar con ella, lo que hace que me relaje y baje la guardia. Ella, que parece notarlo, aprovecha para sacar el tema.

– Bueno, dando por terminado el tema de mis dramas absurdos, ¿me cuentas ya qué te pasa? – la miro intentando hacerme la tonta sin saber muy bien por qué, ya que una de las razones de llamarla ha sido para contárselo. – No te vayas a hacer la loca ahora ehh, que sé que si me has estado dando largas toda la semana alguna razón habrá.

– Vale – cojo aire para mentalizarme. – Voy al grano que si no me pongo nerviosa.

– Te escucho.

– Resulta que la semana pasada pasó algo que... bueno en realidad yo quería que pasara claro, pero yo pensaba que ella no y cuando surgió... ya no pudimos evitarlo más. Pero luego nos comimos la cabeza y yo pensaba que la habíamos cagado... Bueno que eso da igual porque ya no, pero ayer aunque no pasó nada fue casi peor porque... – en ese momento la voz de Ici me interrumpe.

– Natinat, amor, esto no es ni ir al grano ni contarlo, porque no me estoy enterando de nada – la miro extrañada sin comprender qué es lo que no entiende, así que resumo lo básico.

– Que me he acostado con Alba.

Los escasos segundos que Ici tarda en procesar la información se queda con la cara desencajada, pero cuando sus neuronas se reactivan de nuevo, lentamente se forma una sonrisa en su rostro, ocupándolo casi por completo.

– ¿Cómo? ¿Me estás diciendo que te has tirado a tu compañera de piso y has esperado todo este tiempo para contármelo? ¡Natalia que esto es muy fuerte! ¡Que te has acostado con Alba!

– Ya, ya sé que es muy fuerte – le doy la razón sonriendo contagiada por su alegría.

– ¿Cuándo ha sido? Quiero todos los detalles.

– De la primera vez ha pasado ya una semana.

– ¡¿La primera?! O sea que ha habido más. Pero Natalia hija mía, tú sí que sabes aprovechar una cuarentena – me río por las caras que pone, cambiando la expresión mil veces por segundo.

– A ver, escucha, que te lo cuento bien.

Le cuento con todo detalle las cosas que han pasado desde hace una semana, saltándome obviamente las intimidades que no le incumben a nadie más que a Alba y a mí, e intento expresar de la mejor manera todo lo que se me pasa por la cabeza.

– A ver si me he enterado bien – recapitula una vez acabo mi relato. – Resulta que por casualidades de la vida acabas pasando la cuarentena con una extraña y yo me preocupo porque puede que sea una psicópata y me da miedo que te mate mientras duermes. Luego parece ser que no, que es una tía normal y que os lleváis bien. Después me tengo que enterar por instagram, porque tú no me cuentas nada, de que es un puto pibón. Tú te empiezas a volver un poco loca porque te enciende más rápido que un mechero a una cerilla, pero crees que no es recíproco. Cuando te enteras que sí, os acostáis pensando que es cosa de una sola vez para quitaros las ansias de sexo que tenéis por llevar las dos demasiado tiempo a dos velas, pero no contentas con eso, decidís convertir la situación en algo habitual, con unos límites que ya habéis empezado a incumplir.

– Es un buen resumen, sí.

– ¿Resumen? Es la introducción de mi discurso de dama de honor en vuestra boda.

– ¡Icíar! – quiero regañarla, pero la carcajada que se me escapa me lo impide. – ¿Tú qué entiendes por "es solo sexo"?

– Decirme que es solo sexo y luego que ayer os pasasteis el día en el sofá una encima de la otra, acurrucadas y dándoos mimitos, son dos declaraciones incompatibles.

– Yo creo que simplemente echaba de menos la sensación de estar así con alguien, y bajé la guardia por culpa de estar mala.

– ¿Te sentiste bien estando así con ella? – pregunta directa y yo no soy capaz ni de disimular.

– Sí, claro que me sentí bien – sonrío tímida bajando la mirada.

– Uff, me va a estallar la vena de todo lo que me estoy conteniendo – me río y vuelvo a mirarla.

– En serio Ici, yo pienso que porque haya tenido un momento de bajón puntual no significa nada.

– Pero qué bajón ni qué bajón. Que te dolía un poco la tripa y te aprovechaste de eso para estar durante todo el día, repito TODO el día, en plan novias. Bueno, os aprovechasteis mutuamente, que por lo que dices la otra no se quedó atrás.

– Estoy mejor por cierto, gracias por preguntar – ironizo tratando de ignorar su comentario.

– Y qué quieres si me cuentas que ayer te pusiste mala en medio de toda esta información, lo siento pero me pasa desapercibido, es secundario. Además, tienes buena cara, se nota que ya estás bien.

– Sí, tú ahora disimula. En fin, que lo de ayer fue por encontrarme mal y punto.

– Tía pero si hasta te entraron ganas de besarla, qué me estás contando. Búscate otra excusa.

– Que no es una excusa, tú sabes lo blandita que me pongo cuando estoy mala. Acuérdate cuando me pasaba estando allí contigo.

– Si ya sé que eres como un bebé gigante cuando estás así, pero dudo que te entraran ganas de besarme cuando era yo la que te cuidaba.

– No, evidentemente no.

– Pues eso.

– No Ici, nada de pues eso, que te lo estás tomando como si te hubiera contado que me gusta y la cosa no va por ahí.

– Siendo completamente sincera, ¿no te gusta? – pregunta bastante seria.

– A ver, me estoy acostando con ella, claro que me gusta, pero no de esa manera.

– ¿Estás segura de eso?

– Totalmente, al cien por cien – no dice nada por unos segundos y eso me hace replantearme mi respuesta. – Al noventa, diría más bien, pero solo porque estar tan seguro de algo es muy difícil. Bueno, tampoco me voy a flipar, un ochenta – se vuelve a quedar en silencio, poniéndome nerviosa. – Vale, lo voy a dejar en un 75% pero porque ayer me gustó estar así con ella. Prefiero ser sincera conmigo misma.

– ¿Te interrumpo o vas a seguir bajando? – suelta una risita por mi verborrea.

– Vale, puede que no esté tan segura de que no me gusta más allá del sexo, pero eso no quiere decir que me guste.

– Dudar es siempre la primera señal de que sí Natalia, te aviso.

Me llevo las manos a la cara y me froto los ojos agobiada. Yo solo se lo quería contar y al final acabo más rayada que antes. Ici parece notarlo por lo que cambia de tema para rebajar la intensidad de la conversación, que ha llegado a un punto que no estaba buscando.

– Entonces... ¿es buena en la cama? – me río mientras niego con la cabeza.

– No voy a hablar de eso – me muerdo el labio intentando contener la sonrisa que acaba por escaparse de mis labios.

– No, si no hace falta. Tienes una cara de recién follada... Que yo no sé cuándo fue la última vez, pero aún te dura el efecto, amiga.

– Mal no me lo paso, eso te lo aseguro – me hago la interesante.

– Qué zorra eres, yo pasando la cuarentena más sola que la una y tú bien de folleteo. No hay derecho – me encojo de hombros divertida como diciendo que no es mi culpa. – Oye, yo quiero verla bien, no solo con fotos de insta. Déjame hablar con ella.

– ¿Ahora? No sé Ici...

– Sí, ahora. Me lo debes por haberme ignorado toda la semana, tienes que compensarme.

– Pff, vale, pero no digas nada fuera de lugar – empieza a aplaudir sola de lo contenta que le pone que haya aceptado.

– Te lo prometo.

– Y haz que parezca casual, que no sea como si os estuviera presentando oficialmente ni nada de eso – le digo mientras salgo de la habitación hacia el pasillo.

Desde la puerta del salón veo que sigue en la terraza, exactamente donde la he dejado cuando me he marchado para hablar con Ici, y mientras voy hacia allí pienso en alguna excusa tonta.

– Uy hola, no sabía que seguías aquí – comento al salir.

– Sí, me apetecía seguir dibujando, estoy inspirada esta mañana. ¿Has acabado de hablar? ¿Quieres hacer algo?

– Que va – agito el móvil para que se fije en que lo tengo en la mano, pero sin dejar de enfocarme a mí todavía. – Es que Ici es una pesada y en Londres echa tanto de menos el sol de Madrid que me ha obligado a salir aquí para verlo.

– ¡Oye! ¿Cómo que pesada? No le digas esas cosas a Alba que se va a llevar una mala impresión de mí – protesta Ici hablando todo lo alto que puede.

– Ici calla, que te está escuchando, que no llevo los auriculares – digo como si ella no lo supiera.

– Ay Natalia, es que a saber qué cosas le cuentas. Todo mentira seguro.

– ¿Y tú por qué asumes que hablo de ti? Pedazo de egocéntrica – Alba se ríe por nuestra conversación antes de intervenir.

– Tranquila Ici, que yo solo me quedo con lo bueno.

– Ay Alba qué ilusión hablar contigo por fin – regaño a Ici con la mirada porque eso podría hacerle pensar a la rubia que hemos hablado de ella, lo que en realidad es verdad. – Natalia hija, gira la cámara que a ti ya te tengo muy vista.

Antes de hacer nada le hago un gesto a Alba para confirmar que no le importa y ella misma es la que se levanta de la silla para venir hacia mí. Alejo un poco el brazo para que quepamos las dos y ella se mete en el plano.

– Hola – saluda, y a Ici le falta ponerse a saltar de la ilusión.

– Hola Alba, encantada. Soy Ici.

– Qué formal tía – me río de ella.

– Tú calla Natalia, que no pintas nada aquí. ¿Qué tal Alba?

Intercambian un par de frases sobre la cuarentena y se ponen a hablar como si se conocieran de toda la vida. Yo me mantengo al margen de la conversación con una sonrisa en la cara.

– Y si se pone un poco tonta me lo dices, que a ti se te ve buena gente, pero yo le digo cuatro cosas que me quedo bien a gusto.

– La tengo controlada Ici, pero gracias por la oferta – dice sonriendo mientras se apoya con su antebrazo en mi hombro, poniéndose de puntillas para llegar.

– Oye que yo soy una compañera de piso de la hostia – protesto girándome hacia la rubia a mi lado.

– Bueno, tampoco te eches tantas flores.

– ¿Acaso tienes alguna queja? – pregunto mirándola con la ceja levantada, retándola a decir algo.

– Si me pongo a pensar algo encuentro seguro.

– Lo único que vas a encontrar es que tu gata está empezando a quererme más a mí que a ti – provoco una risa en la rubia.

– Eres una flipada. Si cada vez que está contigo y llego yo pasa de ti, qué dices. A ti como mucho te tolera, y date por contenta.

– Así se empieza Reche, ya veremos dónde acabamos.

– Sí, ya veremos – responde con sus enormes ojos fijos en los míos.

– En fin, – aparto la mirada porque como me quede ahí me pierdo – que vivir conmigo es un regalo, ha quedado claro – me dirijo a la pantalla para volver a incluir en la conversación a Ici, que no puede estar mirándonos con una sonrisa más grande porque no le cabe en la cara.

– Mira Alba no sé cómo la aguantas con esos aires de chulita que tiene – interviene.

– Pero si yo viví meses allí contigo y estabas encantada, qué hablas – protesto.

– Ya pero te conozco desde que éramos dos enanas, a mí no me queda otra.

– Con esto del confinamiento, yo tampoco tengo más remedio – bromea Alba uniéndose a la otra. Al decir eso quita el brazo de mi hombro probablemente cansada de estar de puntillas, y se queda un poco delante de mí, con medio cuerpo sobre el mío para que se nos vea bien a las dos en la pantalla.

– Yo te acompaño en el sentimiento Alba de verdad. Encima me ha contado que ayer estuvo mala, no te mereces ver lo pesada que se pone.

– Todo el día quejándose Ici, ¿te lo puedes creer? – siguen hablando como si yo no estuviera delante.

– Claro que me lo creo. Mide cinco metros y luego es como un bebé.

– Bueno, tiene sus momentos – responde Alba mirándome mientras se muerde el labio para no sonreír. Rápidamente quita esa expresión y se dirige de nuevo a la pantalla. – Bueno chicas, yo os dejo que sigáis hablando. Hasta otro día Ici – se despide con la mano y se da la vuelta para marcharse.

Yo me giro también y la sigo con la mirada y una sonrisa a través de la puerta de la terraza hasta que veo que desaparece por el pasillo camino a su habitación. Al darme la vuelta de nuevo, me río por la expresión de Ici, que es como si estuviera mostrando mil sentimientos a la vez. A los dos segundos habla con tono serio.

– Ponte los auriculares porque voy a chillar.

Suelto una carcajada mientras voy hacia mi cuarto a por ellos porque sé que es verdad y no quiero que Alba pueda escucharla.

– Cuando quieras – le aviso de que ya los tengo puestos, ansiosa por ver qué opina.

– ¡Natalia, me muero! – me río al ver que realmente suelta un gran chillido. – ¿De dónde ha salido esta chica? Por favor, es monísima, y qué maja ehh. Eres una cabrona, qué suerte tienes – solo puedo volver a reír ante lo rápido que habla Ici y lo alterada que parece. – A ver, que yo ya había cotilleado su insta y estaba claro que la chica es un pibón y además muy guapa, pero es que verla así en directo es otra cosa. Es como que tiene algo, ¿no?

– Sí que lo tiene, sí – digo sin saber lo que es, pero entendiendo lo que mi amiga quiere decir.

– Y vuestra diferencia de altura, qué monas – pone un puchero que sin querer imito. – No es por nada pero quedáis súper bien juntas. Ay Natalia, – suspira – nunca te he pedido nada, pero líate con ella por favor.

– Pero Ici – no me queda otra que reírme. – ¿No te ha quedado claro antes que me estoy acostando con ella?

– No, pero digo liarte de verdad, en plan salir.

– Lo siento Ici, pero ya te he dicho que eso no es lo que quiero – niego con la cabeza un poco más seria. – No te subas a ese barquito que te hundes, te aviso.

– Tarde, el barquito ha salido de puerto en cuánto ha dicho lo de "ya veremos" cuando hablabais de la gata – hace con sus manos el gesto de las comillas al decir gata, dando a entender que ella no piensa que se refiriera a Queen precisamente. – ¿Y lo de "tiene sus momentos" con la mordidita de labio? Uf, a mí me ha ganado ahí.

– No hay nada que pueda decir para que cambies de opinión, ¿verdad? – ella niega con una sonrisa.

– Y menos después de ver en primera persona el tonteito que tenéis.

– No tonteamos, solo nos gusta picarnos.

– Tía eso no es picarse, es tontear.

– ¡Qué va! Tontear es otra cosa – insisto.

– Ahora mismo no sé si me pareces adorable o gilipollas. ¡Natalia, joder!

– Vale, vale, sí tonteamos un poco, pero Ici que nos estamos acostando, ya no sé cómo decírtelo. ¿No te parece que tontear es lo menos relevante? Simplemente lo hacemos porque es divertido y porque sirve para mantener la química.

– Algo me dice que no necesitáis mucho para mantener la química vosotras dos. Y otra cosa te voy a decir.

– Verás.

– ¿Te acuerdas cuando has dicho que estás un 75% segura de que no te gusta? Pues esa última mirada que le has echado te ha quitado un diez por ciento más.

– Qué mirada ni qué mirada. Es su culo que tiene un imán para mí. No significa nada.

– No significa nada, pero no veas los ojillos que se te han puesto. Joder, qué rabia no estar allí, me encanta verte cuando te empiezas a ilusionar con alguien.

– Icíar o tienes un problema de audición o estoy hablando con una pared. Qué pesada, que yo no me estoy ilusionando con nadie. ¿Tú te crees que me voy a pillar de alguien a quien casi no conozco? Que parece que llevamos de cuarentena toda la vida, pero no ha pasado ni un mes.

– Natalia, yo sé que las matemáticas no son lo tuyo, pero a ver si eres capaz de seguirme con esto – frunzo el ceño sin saber por dónde me va a salir ahora. – Llevas ahí desde que empezó la cuarentena, ¿no? Eso son 21 días.

– Sí – afirmo sin entender qué pretende decir.

– Vale pues eso son tres semanas. En una situación normal sin pandemias ni confinamientos eso da para cuántas... ¿5? ¿6 citas? Poniendo una cantidad razonable de dos citas a la semana. ¿Te crees que en seis citas no te da tiempo a saber si quieres ir a más con alguien a quien acabas de conocer? Que tampoco te digo que te dé para enamorarte ehh, pero para que surja interés te vale con incluso con tres o cuatro.

– Ici...

– ¿Me vas a decir que no hay posibilidad de que te pase con Alba? Porque aquí encima tenemos que añadir que estáis juntas literalmente todos los días y todas las horas que hay entre las "citas". Es que tía, vivís en una cita constante, la cita más larga de la historia. Luego hecho la cuenta de cuántas horas lleváis de cita.

– Ici... – vuelvo a intentar interrumpirla para que deje de decir la palabra cita.

– No, no, espera, que falta la guinda del pastel. ¡Que ya habéis follado! O sea que faltas de atracción tampoco andáis. 

– Mira Ici no me comas la cabeza – respondo un poco más borde de lo que pretendía. – Paso de meterme en una relación o en algo más de lo que esto ya es. No me apetece, estoy bien así.

Al escucharme hablar tan seria parece que se da cuenta de que no quiero que siga insistiendo, he llegado al límite de lo que puedo aguantar.

– Está bien, yo estoy a favor de que esto avance, pero si tú dices que no, pues es que no. No te agobies, ¿vale? Que no quiero que lo pases mal y estar tan lejos – con esa frase hace que se me pase la molestia que me ha provocado tanta insistencia por su parte y sonrío cuando veo que lo hace ella. – Y mi consejo para que no te agobies es que si tienes un día como el de ayer en el que dudas un poquito, pues hija, ¡a follar!

– Así de fácil, esa es tu solución. ¿Follar? – sonrío por su manera de ver las cosas.

– Follar mucho – específica y yo me echo a reír.

En el fondo sé que tiene razón. Si queremos que esto sea solo sexo, pues eso es lo único que tenemos que hacer. Que se me quite ya la puta regla por favor, necesito que lo hagamos para que se me pase la tontería que llevo encima desde ayer.

Me despido de Ici después de eso porque poco más queda por decir y también porque nos hemos tirado casi toda la mañana hablando. Antes de hacerlo, me hace prometerle que le voy a mandar informes diarios de la situación porque según ella no la puedo tener en ascuas una semana entera otra vez. Creo que se aburre demasiado en esta cuarentena y me quiere usar de telenovela particular.



ALBA POV

Me acerco a la puerta de Natalia con la esperanza de que haya terminado de hablar con su amiga para poder pedirle la guitarra. Me apetece practicar las últimas cosas que me enseñó, aunque sea un rato solo porque ya casi es la hora de comer.

Veo que la puerta está entreabierta, así que dudo que siga hablando por teléfono. Doy unos toquecitos y me asomo para verla tumbada en la cama mirando al techo. Al oírme se gira hacia mí.

– Ey, ¿estás bien? – pregunto al verla seria, pero en seguida me sonríe.

– Sí, sí, tranquila. Es que hablar con Ici me agota. Me drena la energía su intensidad.

– Es muy maja, me ha caído muy bien – sonrío al quedarme tranquila por ver que no le pasa nada.

– Le encanta aliarse con la gente para meterse conmigo, así que te aseguro que tú a ella también.

– Es un entretenimiento divertido – bromeo. – Pero yo venía a pedirte la guitarra así que no voy a hacerlo ahora, no vaya a ser que no me la dejes – ella se ríe y señala donde está apoyado el instrumento.

– Claro, cógela – lo hago y me giro para salir, pero antes de eso ella me llama. – Oye Alba, aún me tienes que pasar la foto de ayer, que no se me ha olvidado.

– ¿Cuál de todas? Porque te recuerdo que me petaste el móvil.

– La bonita, cuál si no. Seguro que estamos de acuerdo en cuál es – niego de broma sabiendo perfectamente a cuál se refiere. – Que no se te olvide porfa, a ver si la vas a borrar y me quedo sin ella.

– Que sí, que yo te la paso, te lo prometo.

Salgo de su cuarto y me acomodo en el sofá con mi cuaderno de notas para practicar lo que hasta ahora me ha enseñado la morena. No pasa mucho tiempo hasta que Natalia viene porque ya es la hora de comer, pero me ve tan concentrada que se ofrece para preparar ella la comida y que yo siga un poco más.

Después de terminar y recogerlo todo, vuelvo al sofá para seguir haciendo lo mismo, pero esta vez no me concentro tanto porque Natalia ha salido a la terraza a fumarse un cigarro mientras se toma un café y la imagen me distrae.

Verla ahí, tan perdida en sus pensamientos, me hace pensar en qué habrá estado hablando con Ici esta mañana. Ha sido bastante obvio que Ici sabía lo que ha pasado entre nosotras, tenía la misma cara que cuando se lo conté a Marina. Además que Natalia disimula fatal, y cuando su amiga decía algo que se podía malinterpretar le echaba unas miradas reprobatorias que no han dejado lugar a dudas. Si es que se le nota todo en la cara, pienso con una sonrisa sin dejar de mirarla.

Volver a pensar en la conversación de esta mañana no hace más que aumentar mi curiosidad por saber qué habrán estado diciendo, y más viendo lo perdida en su mundo que parece Natalia desde entonces, a pesar de que ha intentado disimular durante la comida, de nuevo bastante regular.

Me es inevitable plantearme si algo de lo que han hablado tendrá que ver con el día de ayer, que por mucho que dijéramos que íbamos a hacer como que no había pasado, la realidad es que sí ha pasado. Alba para. Que tú te hayas rayado por eso no quiere decir que ella le haya dado la más mínima importancia. Lo que está claro es que la solución para evitar ese tipo de momentos es reducir al mínimo la tensión sexual porque resulta demasiado adictiva, y cuando la haya, resolverla y listo. Un plan sin fisuras. No se puede repetir el momento en el que ayer casi me dejo llevar pensando que me iba a besar. Tengo que conseguir no llegar a eso o rematar la faena cuando pase y que se quede en un polvo y ya, pero estos puntos intermedios no.

Dejo de mirar a Natalia y vuelvo a centrarme en la guitarra, hasta que ella termina y entra de nuevo.

– Oye Alba, creo que esta tarde voy a ir a hacer la compra que la nevera está bajo mínimos. Además me apetece despejarme un rato.

– Vale, si quieres hacemos ahora la lista – propongo.

Cuando al cabo de una hora se marcha al supermercado, aprovecho para echar un vistazo a ver si con suerte encuentro al ratoncillo. Después de un rato sin dar con él, me acabo picando conmigo misma por ser tan torpe y me pongo a buscarlo bien a fondo, pero no hay manera. ¿Dónde lo habrá metido esta mujer?

Más tarde, Natalia vuelve de la compra y mientras le ayudo a colocarlo todo, pensamos algo para hacer, ya que el día está siendo bastante tranquilo y no queremos aburrirnos. Como no se nos ocurre nada entretenido, ella sugiere que hagamos otra vez crepes para cenar y así por lo menos echamos un rato cocinando. Parece que le ha sentado bien el paseo, se le ve más relajada.

Yo estoy de acuerdo y antes de nada voy a la habitación a cambiarme por el pijama para no manchar la ropa. Decido ponerme el pijama de abuela que tengo para seguir con mi plan de reducir la tensión sexual siempre que no estemos en el mood de acostarnos, aunque no acabo de estar segura de que esa sea la solución.

– Muy apropiado para hacer repostería – bromea cuando me ve aparecer en la cocina de nuevo.

– Lo de llevar pijamas ya me ha quedado claro que no va contigo – repaso sus largas piernas con la mirada.

– Llevo pantalones ehh, no te vayas a pensar otra cosa.

Al decirlo se levanta la camiseta para dejar a la vista unos diminutos shorts y también su abdomen plano. A la mierda mi plan.

– No, si yo no pienso nada – respondo apartando la vista sonrojada porque sí pienso, pienso mucho.

Si está claro que hoy no le apetece hacer nada conmigo que deje de enseñar, que me lo pone más difícil para no acalorarme. Bebo un traguito de agua y nos centramos en preparar los crepes. Cuando llega el momento de comérnoslos, nos damos cuenta de que, al igual que la otra vez, nos han salido impares.

– Puedes comerte el último si quieres – ofrece Natalia.

– No, no, lo partimos por la mitad.

Por la cantidad de chocolate que le hemos puesto, cuando acabo tengo la mano llena de este, y sin ser consciente del gesto que hago, me llevo un dedo a la boca y lo chupo para limpiarlo. Noto la mirada de Natalia en mí y al girarme para comprobarlo, la veo con los ojos fijos en mis labios mientras los suyos están entreabiertos. Ups. Se da cuenta de que la estoy mirando y en seguida carraspea y aparta la vista.

– Voy recogiendo esto – se levanta con prisa y coge los platos de la mesa para llevarlos a la cocina.

Yo sonrío por su reacción, aunque no entiendo que me mire así y luego huya de mí. Cansada para darle más vueltas a las cosas por hoy, ayudo a recoger lo que queda y pronto me marcho a la habitación.



NATALIA POV

Queriendo que el día se acabe ya, me preparo para irme a dormir, pero me acuerdo de que antes tengo que hacer una cosa. Voy a la cocina para rescatar al ratoncillo de su escondite y con él en la mano me acerco hasta la habitación de Alba, donde doy un par de toquecitos en la puerta.

– Pasa – se oye desde el otro lado.

– ¿Se puede? – pregunto empujando un poco la puerta y asomando la cabeza dentro.

– Claro, entra – abro la puerta del todo para poder dar un par de pasos hacia el interior y la veo metida en la cama y solo la lámpara de la mesilla encendida.

– Ay perdona, ¿ibas a dormir ya?

– No, tranquila. Estaba viendo un poco instagram – explica bloqueando el móvil que tiene en la mano y tirándolo en el colchón a su lado para prestarme atención. – ¿Qué pasa?

Al decir eso se incorpora sobre uno de sus codos para mirarme, dejándome ver sus hombros al descubierto, mientras que con la otra mano sujeta el borde de la sábana para que quede pegada a su cuerpo. Está... ¿está desnuda?, pienso al ver la cantidad de piel que queda a la vista. Sí, lo está, por lo menos de cintura para arriba. ¿Pero dónde está el pijama de abuela? Madre mía. Carraspeo para que no se note que la imagen me ha dejado con la boca abierta y entonces vuelvo a hablar.

– Nada, que parece ser que el descanso de ayer me sentó genial, porque mira lo que tengo – le muestro el peluche para que me entienda.

– Ayyy no. Joe qué rabia, encima lo he estado buscando un montón de rato y no ha habido manera de encontrarlo. Tengo que reconocerlo, hoy has ganado por méritos propios.

– Vas a tener que volver a subir el nivel Reche, he vuelto por todo lo alto.

Para hacer énfasis en lo que digo, le tiro el peluche para que se lo quede ya que mañana le toca a ella, lo que no es la mejor de las ideas porque al estirarse para cogerlo en el aire, suelta la sábana que tenía agarrada, haciendo que esta se deslice hasta su escote, sin llegar a verse nada pero intuyéndose todo, lo que casi es peor. Uf, mente en blanco Natalia.

– Joder qué frío está – se extraña al tenerlo en la mano. – ¿Lo has escondido en la nevera?

– En el congelador.

Que es donde me voy a meter yo cuando salga de aquí como siga pensando en lo que hay debajo de esa sábana. Después de pensar en eso me regaño a mí misma por parecer un adolescente hormonado de quince años. No es mi culpa, ella está buena y yo con la regla, mala combinación para no encenderme.

– Yo me voy ya. Buenas noches – me despido queriendo salir de ahí lo más rápido posible.

– Natalia, espera – me llama cuando estoy casi en la puerta y yo me giro a ver qué quiere. – ¿No vas a decirme el reto o la pregunta?

– ¿Eh? Ah sí, sí, claro. Si yo venía a eso – me centro en lo que venía a decirle. – Verás, estos dos días que he estado sin hacer deporte me han sentado genial, y tú siempre dices que las cosas buenas vienen de tres en tres así que, Alba Reche, te reto a que mañana hagas deporte tú sola.

– ¡Eso no vale! – protesta con indignación.

– Claro que vale.

– Pero eso no es un reto, es solo que tú no quieres hacer nada.

– ¿Perdona? Te recuerdo que cuando vimos aquella peli me retaste a dormir en TU habitación porque TÚ tenías miedo. Eso también es usarlo en beneficio propio, así que menos quejas.

– Te odio – frunce el ceño como una niña pequeña.

– Lo que tú digas, pero mañana te quiero a tope. Y no vale ponerse una clase flojita, quiero bien de cardio.

– Pfff – resopla dejándose caer contra la almohada.

– Te dejo que descanses que lo vas a necesitar para mañana. Buenas noches.

Dicho eso, salgo de la habitación escuchando de fondo una última queja por parte de Alba y me río antes de cerrar la puerta tras de mí. Para cuando estoy metida en la cama, dispuesta a coger el móvil y echarle un ojo a las redes antes de irme a dormir, Alba ya me ha escrito.

*Alba*

<foto>

solo te la paso porque te lo debía

no hablo contigo

te sigo odiando por el reto

*yo*

JAJAJAJA

eres una picada

pd: la foto es muy bonita, me encanta

*Alba*

que no hablo contigo te estoy diciendo

pero sí, es preciosa

la única que merece ser salvada

pienso borrar todas las demás

*yo*

ah, que todavía las tienes?

no te habrán gustado?

*Alba*

no

*yo*

mentirosa

*Alba*

mintirisi

ya verás cuando me toque poner el reto a mí

no voy a tener ni un poquito de piedad

pd: sigo sin hablar contigo

La última frase me hace sonreír como una tonta y cuando me doy cuenta de eso una duda surge en mi cabeza, por lo que salgo de la conversación para ir a la de Ici.

*yo*

oye Ici

esta mañana me has dicho que dudar si te gusta alguien es la primera señal de que sí lo hace

cuál es la segunda?

*Ici*

si te lo digo no tiene gracia

pero te aseguro que cuando pase te vas a dar cuenta al instante

(no te olvides de escribirme en ese momento)

*yo*

gracias por tu no ayuda

Regreso a la otra conversación al ver que Alba me ha mandado algo.

*Alba*

<vídeo>

Abro el vídeo que me ha pasado y resulta ser una grabación de pantalla donde se ve cómo borra una de las fotos que nos hicimos ayer, lo que me saca una carcajada. Probablemente haya alguna muy parecida porque las hacíamos muy seguidas, así que realmente que borre esa da igual.

*yo*

JAJAJAJAJA

eres tontísima

*Alba*

aunque no hablo contigo te deseo malas noches

malísimas noches Natalia

*yo*

JAJAJAJA

que hay que tener mejor perder ehh

"buenas noches Natalia"

mira solo tienes que copiar y pegar

*Alba*

buenas noches Lacunza

*yo*

uy como que Lacunza, eso no me vale

buenas noches Alba

venga ahora tú

*Alba*

buenas noches Natalia

Bloqueo el móvil y lo dejo en la mesilla con una sonrisa en mi cara, sabiendo que seguro que ella tiene otra en la suya porque no hay nada que nos guste más que picarnos. Pongo el despertador y me dejo vencer por el sueño.


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