Canela ©

By Karo_lovegood

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[COMPLETA]. La conocida teoría de los polos opuestos atrayéndose cierta vez toma poder en las relaciones, pe... More

Sinopsis
1. Un gran día
2. Es tu día
3. Piojo
4. No quiero un castigo
5. El idiota que ella dice que soy
6. Mi esencia favorita
7. No quiero ser más una niña herida
8. Ya no me odies
9. Cálmate, piojo
10. No puedo verla en todas partes
11. Estar enamorada de ese imbécil
12. No soy como él
13. No se trata de un juego
14. Es nuestra mesa
15. ¿Bailamos?
16. Está llena de sorpresas
17. Algo imposible
18. Pausa a tu juego
19. Canela
20. No gracias, Hestia
21. No es mi chica
22. ¿Nos llevamos bien?
23. Preocupada por la cuerda
24. Lo que sea por ti
25. Marcando territorio
26. Carterista
27. Esa cita
28. Tic-toc, linda
29. Hay otro chico
30. Lo admito
31. Yo siempre gano
32. Es fácil confiar cuando se trata de ti
33. Siempre vuelvo a pensar en él
34. Alguien se ha enamorado
35. Feliz navidad, Bonetti
36. Es la chica de la fiesta
37. Aida
38. Parte de la rutina
39. Eres la novia de mi hermano
40. Idioma Miller
41. "Quiero hablarte de algo"
42. Un fracaso
43. Naranja entera
44. Es su canción
45. Caramelo de ajo
46. No volveré a cruzarme en tu camino
47. ¿Mi novio?
48. Aliens, por favor, abdúzcanme
49. La copia exacta de James
50. Orgullo personificado
51. Maltrato animal
52. Supersticiones de abuela
53. Lunática
54. Ya tenías uno
55. Solo... un pedacito
57. ¿Está soltero?
58. ¿Puedes abrazarme?
59. Es un mal chiste
60. Orangutanes cínicos
61. Te prometo que te quiero
62. No todo podía ser perfecto
63. ¿Mis ojos mienten?
64. Los planes para mi muerte
65. No puedo seguir engañando a ambos
66. Jugar a la casita
67. Su humor, mi enemigo
68. Su enamorado es Liam
69. Lo que ambos sentimos
70. Hay muchas formas de amar
71. Nuevamente lo detesto
Extra: Chrisand
72. Me haces daño
73. Jodidamente manipulable
74. Soy un títere
75. Sinónimo de dolor
76. No conozco de razones
77. Te quiero conmigo
78. Eres más que eso
79. Criadero de anfibios
80. Huele a canela, así como tú
81. Piezas similares de un puzzle
82. No estoy enamorado de ti
83. No pienses que te esperaré toda la vida
84. Un panda colgando de tus llaves
85. También el mar es muy cambiante
86. Que me pruebe lo que quiera
87. El final de nuestra canción
88. Tu apodo en mi café
89. Aún no termina tu día
90. Espinas en tu corazón
91. Será un reto
92. Ahora soy un egoísta decepcionado
93. Déjà vu
94. Uno, sin dejar de ser dos
Epílogo
Agradecimientos
Extra 1: Como el resto de tu vida
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56. Eres un osito panda

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By Karo_lovegood

Toda la noche he estado pensando mucho en el dichoso paseo al que estoy próxima a asistir. Y ¿cómo no? Si mi madre no deja el tema ni para dormir. He llegado a pensar que su edad mental ha disminuido en estos últimos días por la aparición de su amiga.

Pobrecita...

Repito que la comprendo y estoy feliz por ella, pero ahora que puedo estar en un mismo espacio con Liam sin discutir, conversando tranquilamente, riendo, sabiendo que le gusto y que es capaz de hacerme sentir tantas cosas, tengo miedo de seguir compartiendo espacios y que las cosas avancen demasiado rápido. Eso es lo que menos quiero.

Hoy no me he levantado con la ayuda de mi reloj biológico y tampoco con el despertador, sino por los toques que le ha dado mi madre a la puerta hace unos veinte minutos, tiempo que llevo con la mirada fija en el techo.

Nunca me despierta ella, pero claro...

Soy de sueño ligero y no me sorprende levantarme pronto, pero los sábados duermo un poco más y ella hasta el momento había respetado mi necesidad de dormir los fines de semana.

Hasta hoy.

A veces me pregunto si hay mal en mí, porque sé que los adolescentes necesitamos más horas de sueño -no lo digo yo, lo dice la ciencia-, pero en mi caso simplemente no pasa. Duermo mal y nunca lo suficiente.

¡Es sábado! ¡Sá-ba-do!

Y mi madre no ha podido respetar eso para dejarme descansar un poco más porque ella no es capaz de lidiar con sus emociones sin tener que perjudicar a su familia. No me sorprende que incluso la gente en Italia ya sepa que ella se ha reencontrado con su amiga de la infancia, aunque ni la conocen.

Sábado... Sábado a las siete de la mañana.

—Buenos días —saluda Amy al irrumpir en mi habitación, canturreando.

Como si yo estoy de humor para oírla cantar.

Desvío la vista de mi bonito e insignificante techo blanco y la sigo con la mirada, ella viste un pantalón de mezclilla oscuro que resalta su enorme trasero que no me heredó al completo y una blusa de mangas largas con margaritas estampadas. Con una enorme sonrisa se dirige hacia las puertas de mi balcón y a la ventana para hacer las cortinas a un lado y dejar entrar la luz del día, pero yo no puedo sacarme un pensamiento de la cabeza...

Me ha copiado el look.

Abusadora.

—¿Por qué me has hecho levantar temprano? ¿No sabes que necesito mi sueño de belleza? —me quejo dando vuelta sobre la cama para quedar boca abajo, luego me cubro la cabeza con la almohada y la escucho reír.

—Salimos a las nueve, amor, levántate. —Es lo único que dice, antes de salir de la habitación y cerrar la puerta detrás.

Suspiro pesadamente, maldigo a la vida, doy media vuelta y con el mal humor que me ha ocasionado mi mal despertar, me levanto de la cama para dirigirme hacia el baño. Luego de lavarme, descarto el atuendo que había visualizado la noche anterior y lo cambio por un pantalón negro ajustado y con roturas, una blusa simple color gris y botas trenzadas negras. Un cambio muy drástico, ahora que lo pienso, pero no tengo idea de a dónde iremos y ya no pienso cambiarme.

Guardo mi celular y dinero en el bolsillo del pantalón y, después de peinarme y aplicarme perfume, salgo de la habitación a desayunar paninis. Sola, porque mi madre recoge atareada algunas cosas que planea llevar al paseo mientras papá alimenta a Vainilla.

Una hora más tarde nos encontramos de camino a dónde sea que nos dirigimos. Mis padres conversan sobre cosas de adultos y de trabajo que todavía no me interesan y yo aprovecho de conversar un rato con Ian.

Hace más de una semana no habíamos tenido contacto porque él estaba a tope con deberes de la universidad, o eso me ha dicho, y no es hasta ahora que me pone al corriente sobre lo que ha ocurrido con su hermano. Me cuenta que los cuatro se reunieron como familia y llegaron a un acuerdo que todavía no me ha contado. Ambos son mayores de edad y por lo tanto son capaces de decidir qué quieren hacer con sus vidas, por eso me parece una tontería que la mamá no quiera que James tenga contacto con su hermano y su padre si ahora él lo quiere.

Ian no ha tenido la vida perfecta, pero sí es evidente que ha vivido mejor que su hermano y me parece justo que pueda aprovechar de algún modo todo el tiempo que han perdido y que jamás podrán recuperar, porque el tiempo, al igual que el sueño, no se recupera.

—Llegamos —anuncia mi mamá después de un rato en carretera, con ese entusiasmo que todavía no la abandona.

Me despido de mi amigo con la promesa de vernos el próximo fin de semana y guardo el celular dentro del bolso para bajar del auto. Mis padres ya lo han hecho y se encuentran bajando algunas bolsas y cestas del maletero de la camioneta de mi padre, así que también desciendo y me apresuro para tomar una bolsa que parece tener algunas frutas dentro, después me alejo y antes de ingresar del todo, me dedico a apreciar las vistas.

Nos encontramos en una reserva natural rodeada de vegetación, con inmensos árboles y diferentes tipos de flores. Desde mi ubicación, me percato de que es un lugar bastante grande, bien cuidado y limpio, además de fresco. Los suelos en su mayoría están cubiertos de césped, excepto por una gran espacio que se encuentra hacia el fondo, donde me parece distinguir una cascada.

Hay un estacionamiento amplio, un parque grande de plástico para los niños en la zona podada y en un apartado cerca de la cascada veo mesas de diferentes tamaños, ocupadas en su mayoría por otras familias que también han decidido venir a disfrutar de un bonito día fresco y soleado.

—Preciosas vistas, ¿no? —La voz de Liam me hace abandonar mi escrutinio, y después de que dejo caer la bolsa al suelo por el susto, giro a verlo. Él me mira, sonriendo con un atisbo de vergüenza—. Lo siento, no quise asustarte.

—No sabía que ya estaban aquí —digo con sinceridad. Intento agacharme a recoger la bolsa, pero él ya lo ha hecho y se niega a entregármela.

—Apenas llegamos. ¿Cómo estás? Además de linda. —Me examina por unos segundos, en silencio—. Te queda genial ese estilo.

Claro, ya te habías tardado.

—Bien, ¿y tú? —contesto simplemente. Hoy no pienso perder mis cabales delante de tantas personas.

—Viéndote. —Ríe solo, yo lo observo con el ceño fruncido—. ¿Entendiste? Bien, pero también viéndote. Soy un crack.

Ruedo los ojos, pero sin contener la risa. Con la misma sonrisa él gira al frente y me invita a caminar hacia nuestras familias con un movimiento de cabeza.

Lo sigo en silencio hasta llegar al lugar donde conversan nuestros padres. Saludo a los Bonetti y después de que organizamos todo en la mesa que ellos han elegido, me siento en una esquina del mueble, en el banco de la derecha, para ver a los pequeños bañarse en la cascada.

Arianna se me acerca minutos más tarde a llenarme de amor y luego de que un niño se acerca para invitarla a jugar con una pelota de plástico y ella accede, Liam se me acerca.

—¿Quieres dar un paseo? —pregunta sentándose a mi lado—. No sé si quiero volver a oír historias de la infancia, menos si me incluyen a mí.

—Solo porque opino lo mismo, acepto.

Lo veo sonreír y después de excusarnos, ambos nos marchamos hacia la orilla del lago, donde nos sentamos sobre unas rocas, todavía en silencio.

Liam parece tan nervioso como yo y su mirada se centra en la cascada, donde la gente grita, se baña y disfruta, ajenos al resto del mundo. Yo también lo estaría, pero tenerlo tan cerca me lo impide y es por eso que empiezo a hablar, procurando romper la tensión que se instaló cómodamente y con una taza de café sobre nosotros.

—¿Cuándo es tu cumpleaños? —pregunto segura, captando su atención. Liam gira a verme y luego de sonreír, contesta.

—Exactamente un mes antes del tuyo, el veintiséis de noviembre.

—¿Tienes que copiarme en todo? —interrogo, él asiente con orgullo—. Me asustas —acuso y él suelta una risotada, pero su respuesta no es otra que un guiño—. ¿De qué conoces a James?

—Estuvimos juntos en la academia de música hace muchos años. Recuerdo que congeniamos al instante, gracias a que su mamá olvidó ir a recogerlo y mi papá lo llevó a su casa. Desde ese día nos convertimos en su transporte personal e incluso lo tuvimos de visita muy seguido... James es un gran amigo y un gran chico, de las mejores personas que conozco, solo... no ha tenido buena suerte.

—Odio a su mamá. Digo, no la conozco y no conozco sus razones para haber abandonado a Ian o haberle mentido a James, solo estoy juzgando sus actitudes actuales y lo que me estás contando.

—Pues... Yo la conozco y te puedo afirmar que también me cae bastante mal. Ella no merece un hijo como James y eso me molesta, pero igual me hace feliz que él sea un ejemplo a pesar de haber crecido prácticamente solo y que sea buena persona en todos los sentidos —enuncia tranquilo y mi sonrisa no puede ser más grande. Jamás lo oí hablar de ese modo y me conmueve de una manera indecible.

—Pero seguro que las cosas cambian a partir de ahora, se lo merece —comento con firmeza, él asiente.

—Seguro que sí. Todavía tienes que conocer a Matthew, seguro que tanto a ti como a Juliana les agradará.

—¿Está loco? —suelto lo primero que se me ocurre. La locura es un requisito indispensable para poder formar una amistad conmigo.

—Más que eso —exclama después de reír.

Ambos permanecemos en silencio y yo, debo admitir que estoy disfrutando mucho de su cambio y cercanía, pese a que esto me ponga nerviosa y me asuste un poco.

—¿Puedo preguntarte una cosa? —habla después de un rato, dubitativo, ambos giramos y nuestras miradas se encuentran.

—Claro —afirmo, mostrándole una sonrisa segura.

—Bueno, en realidad son dos cosas totalmente independientes; no tienen relación.

—A ver... ¿Qué quieres que te diga?

—¿Qué tal estuvo tu relación con ese chico sin amor propio?

Vuelvo la vista al frente, estupefacta, donde dos niños discuten por una pelota. No esperaba que tocara ese tema que no quiero contestar. No porque todavía me duela, sino porque es incómodo y raro.

¿Debería responder a eso?

Fue un desperdicio, pero eso él no tiene por qué saberlo.

—Confórmate con saber que me enseñó a ser precavida —digo con suavidad tras exhalar.

—¿Es decir...? —se interrumpe y niega—. No, olvídalo, eso no es mi problema. Mejor te haré la otra pregunta, tú me la hiciste hace días y... —Lo veo otra vez. Él duda unos segundos, pero continúa—. ¿Por qué me devolviste el beso? —pregunta aprisa, pero con cautela, y ahora no sé si correr al agua y ahogarme para evitar que pueda percatarse de que soy una estúpida que se avergüenza por todo—. No es que haya estado mal, es que sí me dejó muchas dudas, estaba confundido y...

—No sé —respondo con sinceridad después de soltar un gran suspiro, regresando mi vista al frente.

Sé que se sintió bien... muy bien, pero no sé por qué le correspondí.

También lo quería, quizá.

—Claro, lo siento —murmura cabizbajo.

Vuelvo a verlo. Mi intención tampoco es hacerlo sentir mal, porque el hecho de que no tenga idea del porqué lo hice, no significa que no lo haya sentido lindo.

—Jamás había besado a nadie, no sabía cómo hacerlo —me atrevo a confesarle. No sé si es lo correcto y temo que se burle de mí, pero me siento en confianza y segura a su lado, por eso sigo—. Quizá también quería hacerlo. Está claro que no sabía cómo corresponder y... bueno...

Se va a burlar, lo sé.

—No estuviste mal, nada mal —afirma con una sonrisa, logrando avergonzarme. No se ha reído de mí y eso es suficiente para sentirme segura y sostenerle la mirada—. Y me hiciste... —Detiene sus palabras, como si estuviese recapacitando, luego sonríe nuevamente—. Y me alegra haber sido el primero.

Si debo sincerarme, también me ha gustado que él haya sido el primero, pero eso no se lo diré, al menos por ahora. Por eso no le digo nada.

—Mañana iré a casa de James a verlos tocar y ayudarlos un poco —habla de nuevo y lo miro—. Ellos tienen una banda. No tiene mucho tiempo, pero se están esforzando y los estoy ayudando con las letras. Me encantaría que fueras conmigo, ¿te gustaría? No seré un idiota —finaliza entre risas, como una aclaración necesaria.

Río un poco, antes de continuar.

—Creo que podría ser divertido. ¿No tocas con ellos? —consulto

Él niega con la cabeza.

—Es de rock y no me encanta ese género, solo los ayudo con las letras. Sí he tocado en ocasiones con ellos, pero más de mi música. Ellos también me ayudaron a armar la tuya.

—Mi canción... —susurro mientras lo analizo. Suena muy bien—. Entonces... ¿Yo era la única que no sabía? —pregunto con gracia.

Liam sonríe.

—Solo lo sabían ellos, mis padres y Max. La familia de mi mamá también la conoce, pero no saben que es por ti.

—Está bien, ya me lo dijiste y te perdono. Solo porque la pieza es hermosa, Bonetti —aclaro. Liam suelta una risa nasal, luego guiñe—. ¿La música lo es todo para ti? —inquiero, recordando cuánto parece disfrutar siempre de las melodías y cómo se desenvuelve en el escenario. Para mi sorpresa, él niega.

—Amo la música, me apasiona y complementa, quizá, pero no lo es todo. No es el camino que quiero seguir para mi futuro. Creo que si tengo que hablar de lo que es todo para mí, sería mi familia, tener a mis amigos y verlos felices, lo demás son añadiduras —responde seguro, y nuevamente no sé qué decir.

En este momento me encantaría lanzarme a sus brazos por su forma tan bonita de hablar, por su seguridad al hacerlo, pero me obligo a mantener la compostura y solo sonrío, realmente conmovida por sus palabras. Él no es un idiota, es una buena persona que se preocupa por la felicidad de los demás, y me encanta.

—¿Para ti sí lo es todo? —pregunta, y también niego.

—Es que siempre me imitas en todo —respondo sonriendo—. La música es mi pasatiempo, tampoco es mi deseo para el futuro. Mis intereses van más hacia otro lado y bueno, ya sabes... Me gusta ayudar a las personas, saber que puedo serles útil de algún modo, escucharlos, darles mi apoyo... Me gusta ver bien a quienes me rodean.

—Porque eres un osito panda, tan tierna un bonita como uno —concluye viéndome a los ojos, sonriendo. Ahora sí no soy capaz de sostenerle la mirada y sonrío atontada, aunque sin poder evitar que aparezca la nostalgia al recordar a Ángelo.

—Así me decía mi abuelo —comento—. Él me obsequió ese oso que perdiste.

—Oh, haré lo posible por encontrarlo —añade y lo veo de inmediato, todavía está sonriendo—. Tal vez debas buscar mejor en esa vieja mochila y aparezca mágicamente.

—No bromees, porque por más que me gustaría que fuese real, no puedo usar un accio, ¿lo tienes? —vuelvo a preguntar, y él niega otra vez.

—Haré lo posible por encontrarlo —recalca, yo entrecierro los ojos en su dirección, pero solo ríe con fuerza.

Nadie dice nada y así nos sumergimos en una ola de silencio imperturbable en el que ambos observamos al frente. Yo veo a los chicos que se divierten en el río, pero no me concentro en sus movimientos porque los latidos de mi corazón y la sequedad de mi boca captan mi atención al completo por el hecho de tener a Liam a mi lado, mostrándome una faceta que desconocía y que creo, me está haciendo caer más rápido de lo que pensé.

Este hombre tiene más poder sobre mí del que creí posible.

—¿Cuál es tu mayor miedo? —pregunta después de unos minutos.

Giro a verlo, encontrándome con su mirada penetrante, pero no respondo de inmediato. Esa no es una pregunta muy fácil de contestar.

—No sé... —musito, él me observa con curiosidad, expectante—. Le tengo un miedo irracional a las serpientes y un asco sobre humano a las moscas y hormigas, pero creo que mi mayor temor, es al miedo en sí, a todo lo que esta emoción es capaz de limitarnos hasta el punto de hacernos débil y perdernos. De convertirnos en cobardes.

—Y puedo intuir que tu boggart es un dementor, ¿no? —consulta curioso y asiento—. Eso me da miedo —dice con gracia y ambos nos carcajeamos—. No, en serio. Me da tanto miedo, como el hecho de decirte algo con lo que pueda arruinar todo —comenta con una sonrisa nerviosa que le devuelvo, luego río.

—No seas exagerado. ¿A qué le temes tú?

—Hay algo en específico que no te diré aún, esa mierda me avergüenza y tendrás que esperar hasta nuestra boda —arqueo las cejas, él ríe—. Pero creo que le temo mucho más al fracaso, me asusta esforzarme por conseguir lo que quiero y que al final nada resulte bien.

Mientras responde eso, me percato de que no deja de mover su pierna derecha insistentemente, ansioso.

—¿Le tienes miedo al futuro? —cuestiono. Liam asiente tranquilo, con transparencia—. Es normal, pero no te irá mal, tú eres brillante.

—Pero soy tonto —responde sereno y sin poder evitarlo, suelto una carcajada. Él me observa serio, pero luego me acompaña a la sintonía sin decir nada.

Después de un rato más conversando y conociéndonos, de que me confiesa que también ama dibujar, que ve películas de princesas con su hermana y que adora los postres venezolanos, puedo decir que es una persona totalmente diferente a como creí. Su arrogancia solo es una faceta que me hizo ver siempre como un escudo, pero en realidad es humilde y sincero, leal. Alguien a quien vale la pena conocer, y he decidido arriesgarme un poco.

Creo que merece la pena conocerlo un poco más y permitirle ser parte de mi vida, sin que el miedo me limite ahora.

No pienso juzgarlo mal una vez más.

Al terminar la larga charla, ambos nos ponemos de pie y caminamos de vuelta a la mesa que han elegido nuestros padres, después de que ellos nos hacen un llamado. Liam me ayuda a subir por la pequeña colina cubierta de piedras y después, con cierta incomodidad, suelta mi mano para llevar las suyas a los bolsillos de su pantalón en un acto que me parece nervioso.

—Entonces... ¿Irás conmigo mañana? —pregunta mirándome antes de llegar.

Lo miro por segundos, seria, antes de responder.

—No.

____________________________________________________

¡Hola, ovni, humano o lo que seas! 💚

¿Qué tienes que decirme sobre este capítulo? Yo me reí bonito, debo admitirlo.

Déjame saber si te gustó y nos leemos pronto.

No, perdón, antes quería decir algo.
Estos días he estado trabajando en los últimos capítulos y me ha entrado nostalgia. Te cuento la razón y si no te importa te aguantas. 😬

Resulta que esta historia ya la tenía escrita hace tiempo, pero se me hizo demasiado inmadura pese a que se trata de adolescentes. Por esta razón, decidí editarla de una manera que incluso me sorprende, porque hay muchos cambios con respecto a la versión original. En fin, el punto al que vengo, es que Canela tenía segunda parte, con nuevos personajes, escenarios, más drama y por supuesto, madurez, y últimamente he estado dudando sobre si deba continuar o ya acabarla en este libro y agregar muchos extras.

¡No sé qué hacer! 😭 Por favor, dime si te ha pasado antes, porque yo me quiero arrancar la cabeza y necesito sentirme comprendida.

Ahora sí, ya basta de dramas Bonetti. Abracitos psicológicos. ʕっ•ᴥ•ʔっ

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