El infierno estaba apaciguado; El desastre había pasado, los rumores de que alguien había cometido traición y acabó castigado se esparcían cual neblina, pero nada de eso importaba, los demonios podían hablar lo que quisieran ya que el mismísimo diablo estaba ocupado en otras como satisfacer a su bella mujer.
Maddie quién se ve más preciosa que nunca con un vestido nuevo, un vestido largo color sangre que se adorna a sus curvas, se da un par de retoques en su cabello antes de colocarse su corona de flores encima.
- ¿Qué tal me veo?
- Magnífica.
Ella le dedica una sonrisita antes de dejarse caer en su regazo, su señor llevaba sentado en ese trono tanto tiempo que sin que él se lo pidiera, comenzó a masajear sus hombros.
- ¿Que te pasa, uh? Estás tan tenso, - Pregunta preocupada, nunca sabrá con exactitud que pasa por esa mente. - ¿Se debe al festín?
- No, no es debido al festín. - Suspira, preferiría no contarle pero ambos habían prometido no volver a mentirle al otro. - Creo que hay un cazador por allí.
- ¿Un cazador... de demonios?
- Si, es de las últimas cosas que Cassiel me notificó, que había un humano investigando un caso sumamente especial que estaba relacionado con uno de nosotros. - Le contó. - Pero quizá no sea nada de que preocuparse, el cerebro humano no es capaz de comprender esto, nunca los encontrará.
- Mmm... tal vez pero igual deberíamos investigarlo, ¿No? - Parece más preocupada que antes. - ¿Te dijo alguna otra información?
Si, le dijo que poseía un objeto angelical pero eso era imposible, ¿No? ¿Porqué Dios le daría algo así a un simple humano? ¿De donde más podría conseguirlo? Ya era suficiente con su cabeza dándole vueltas al asunto, Maddie no necesitaba eso. Técnicamente, ocultar algo no es mentir, ¿O sí?
- No, solo eso. - Le da una palmadita para que se levante haciendo él lo mismo. - Los invitados nos esperan, querida, deberíamos ir.
No luce convencida pero tampoco dice nada más, ambos salen al enorme comedor que justo Maddie preparó, observó un par de ideas allá arriba y copió su favorita, le quedó perfecto. Una mesa larga con mantel dorado, cubiertos de oro y una enorme cena encima; Una cena engañosa, un señuelo, a la vista parecían platillos totalmente normales pero en realidad consistían de carne humana y el vino era sangre en realidad. Todo estaba disfrazado para mantener la apariencia.
Ella aplaudió llamando la atención de sus invitados, - Bienvenidos, gracias por venir.
Luxor y Gabriel le sonrieron, mientras que Darien bufó. Todos tomaron asiento y con un gesto que hizo la mujer supieron que podían empezar a comer, Gabriel se sorprendió de lo bien que sabían las cosas, enseguida captó lo que eran en realidad pero no hizo ningún comentario acerca de eso.
Mad realmente se había esforzado y parecía muy feliz.
- ¿Ya han decidido que harán ahora? - Les preguntó amable. - Podrían quedarse un tiempo aqui si así lo desean.
- Paso, sabes que siempre he preferido vivir entre la elite pero estaré viniendo seguido. - Promete Luxor quién está fascinado con el supuesto vino.
- Excelente, ¿Y ustedes, chicos?
Gabriel está por responder pero su pareja lo interrumpe, - ¿A qué viene esa pregunta, Mad?
- Darien. - Lo reprende el joven carraspeando la garganta claramente apenado. - Siendo sincero, no me gustaría vivir aquí.... sin ofender, es un gran sitito pero, um.. aún es raro para mí encontrarme ahora mismo aquí.
- No te preocupes, es entendible. - Le responde ella.
- Maddie pregunta porque deseo que trabajes para mí de nuevo. - Habla su creador por primera vez. - No estás en la obligación de hacerlo claro pero, creo que es una buena oportunidad para volver a hacer aquello para lo que fuiste hecho.
- Samael, no se lo digas así, lo hacemos sonar como si fuera....
- "Hecho para eso", vaya, déjalo Mad, el es así porque no sabe comportarse de otro modo, ¿Me equivoco?
El diablo está completamente serio, conoce su creación y su manera de ser, tan frío y sin miedo a hablarle de esa manera con ese tono tan maleducado, eso lo divierta de cierta manera y es por eso que dice lo siguiente:
- Hablemos a solas.
Darien está a punto de rechazar pero la mirada de su pareja le grita "Inténtalo, al menos." Decide aceptar pensando que solo lo hace para escuchar lo que tiene que decir, eso es todo.
Ambos hombres salen de la habitación hasta la "oficina" del rey del inframundo. Él, tan poderoso, se sienta en el trono dejando al demonio de pie frente a el con los brazos cruzados a la espera de lo que sea que tiene para decirle.
Espera que diga algo como "Sabes que esto es lo tuyo, para eso es tu arma, bla bla bla." Está listo para sus argumentos vacíos y se sorprende por lo que escucha al final.
- Quiero disculparme sinceramente contigo, - Empieza, parece tragarse su orgulloso con cada palabra. - Por acusarte, por echarte, por darte la espalda cuando eras mi soldado más fiel, eres como un hijo para mí y cometí el mismo error contigo, el mismo que alguna vez cometieron conmigo, te hice daño injustamente y por eso, entiendo completamente tu sentir hacía mí. No espero que me perdones, Darien, está bien si no quieres hacerlo pero que sepas que aunque me arda el pecho por pronunciar tales palabras que me parecen tan desagradables.... Lo siento, profundamente.
Darien está a punto de tambalearse, ¿Qué fue todo eso? Él jamás, ni en un millón de años pensó en escuchar tal cosa saliendo de los labios de su señor, no lo creía capaz de disculparse pero, debe admitir que tampoco lo creía capaz de querer sin embargo, él ama a Mad, a su manera, pero la ama.
Se siente extraño ahora porque sabe lo difícil que debe ser decirle eso, debe querer cortarse la lengua. De repente, siente como la fortaleza de orgullo que había construido se cayó.
- Esta bien, te perdono.
El diablo le dedica una sonrisa, ahora sí se siente realmente extraño. Se queda mudo también cuando el diablo cierra su puño dejándolo abrirse una vez que algo aparece sobre su palma; Aquello por lo que fue acusado, ese objeto tan preciado para él ahora está mostrándoselo.
- Mi padre me dió esto una vez, a pesar de que lo detestaba por haberme exiliado lo conservé porque una parte de mí siempre querrá volver o eso creía antes. - Se ríe nervioso. - Ya no, ya no quiero volver a ese paraíso porque tengo el mío justo aqui, por lo tanto, esta cosa es inútil para mis ojos ahora, tómalo.
No se atreve pero el se para de su trono para caminar hasta él y dárselo en la mano.
- Te quiero de vuelta, Darien. Hay miles de almas afuera esperando a que tú, su verdugo, las traiga hacía acá, ¿Qué opinas?
Sosteniendo aquello como prueba de que entre ellos todo queda atrás y que el enojo es solo un mal recuerdo, no duda en pronunciar su respuesta final.
- Estoy ansioso por volver.
Ambos se sonríen.
- Me alegra, ahora trae tu trasero afuera que mi querida se esforzó en ese festín, ¿Bien? Quiero que sonrías como nunca.
- Entendido, señor.
Su primera orden después de tanto tiempo. Ambos vuelven al comedor en silencio sin comentar lo que sucedió cuando estaban solos pero Maddie puede sentirlo; Su señor está en paz. El festín se lleva a cabo en un mejor ambiente donde incluso bailan, bromean y beben más y más vino.
Esas reuniones se empiezan a llevar a cabo una vez a la semana después de eso.
Luxor tal y como dijo, vuelve para adornar las camas de las celebridades viviendo la vida de lujos a la que está acostumbrado y visitándolos de vez en cuando para pavonearse frente a ellos.
Maddie y su señor gobiernan el inframundo con sus coronas bien alzadas.
Por su parte, Darien y Gabriel regresan a la mansión Almonte donde pasan sus días simplemente amándose, disfrutando la literalmente eterna compañía del otro.
Mientras que, Nicolas quién continúa con sus cosas en el mundo en el que pertenece, no hay un día en que no piense en su amigo y no hay día en que no visite su antiguo hogar.
- Disculpe joven, ¿Puedo ayudarlo?
Observa la estructura por fuera, - ¿Usted es quién se ha mudado aquí?
- Si.
- Sé que esto sonará extraño pero, ¿Me permitiría pasar? Un viejo amigo solía vivir ahí.
- Um, claro, adelante, viniste justo antes de que empezara a saquearlo, las cosas permanecen igual.
Eso le da un poco de esperanza, sube hasta su habitación donde realmente espera verlo, encontrar y que siga ahí y entonces, pueda cruzar, ver a Maddie, a Darien, a Gabriel....
Y entonces pueda convencerse a sí mismo de que todo lo que vivió no fue un sueño porque así es como empieza a sentirse, como un sueño que poco a poco se torna en pesadilla.
Lamentablemente, no hay un espejo que lleva al infierno, no queda nada más que un mueble empolvado en una casa que ahora es de alguien más.
Fin.