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En cuanto miró su figura, su sonrisa arrogante y su semblante, Darien se nubló, todo lo que vió por un momento fue rojo. No la pensó dos veces cuando su guadaña atravesó el pecho del mismísimo diablo.

Fue ahí cuando todo pareció detenerse, todos los individuos estaban en trance total, ¿Cómo había sido capaz de hacer eso? Darien no cambiaba su expresión igual a la de un animal sediento de sed, sediento de venganza, estaba retorciéndose en su propia ira.

El diablo quien lo miraba con curiosidad no tenía expresión alguna o al menos hasta que de la nada, empezó a partirse de reírse. De su boca solo salían carcajadas graves que retumbaban por la habitación.

Un chasquido con sus dedos fue su suficiente para sacarse el arma del pecho, hacer que la misma se gire y encajarsela al demonio. Darien si pudo ser herido por su propia guadaña, está parecía brillar como si estuviera resistiéndose de atacar a su dueño pero por órdenes del diablo incluso giró en su abdomen haciéndolo gritar de dolor. Gabriel no dudó en querer ayudarlo cuando Luxor lo detuvo.

- Te lo dije una vez, Darien, - Le recordó. - ¿Me crees tan estupido como para darle a alguien un arma capaz de herirme?

El mencionado gimió sintiendo sus entrañas arder, - Valía la pena intentarlo.

El rey del inframundo volvió a reír, no esperaba una respuesta menos ingeniosa, su Darien, podía sentir su odio y aún así, cada vez que lo miraba sentía orgullo de su creación, alguien tan fuerte y poderoso.

- No tenemos tiempo para esto, - Habló Maddie parándose justo frente a su campo de visión. Apenas y había pasado un día desde que la vió pero la había echado de menos. - Déjalo, Samael.

Gabriel se sorprendió muchísimo, ¿Samael, ese era el nombre de aquel a quién tachaban tanto en su mundo? Pero eso quedó corto cuando observó con sus propios como un ser descrito como el más despiadado, soltó a Darien sin más e incluso curó por completo su herida mientras le devolvía su arma.

Maddie realmente era especial para él.

- ¿Qué estaba pasando aquí? - Preguntó pegando a la mujer a su pecho. - ¿Quién les dió permiso de montar tremendo jaleo aquí? ¿Luxor, no estabas revolcándote entre los humanos? ¿Y ese joven quién es?

Los bombardeaba de preguntas con una sonrisa atípica.

- Ay amo querido, hola, perdóneme por el espectáculo anterior, - Luxor se le acercó por el lado contrario a donde estaba Maddie, abrazándolo. - Estos bárbaros me obligaron.

- Patrañas. - Murmuró Darien.

- Señor D-diablo, - Gabriel se acercó lo suficiente, tampoco tanto ya que a pesar de su condición, había oído tantas historias.... no podía evitar tenerle cierto miedo. - Estoy buscando a alguien, mi amigo, Nicolas, está aquí.

- ¿Un humano? ¿Aquí? - El diablo se echó hacia atrás alejándoselo un poco, anonadado porque el presentimiento que ignoraba es real. Tiene un punto ciego en su propio reino. - ¿Quién está detras de esto? Díganmelo ahora.

- Cassiel. - Respondió Mad. - Él es el culpable de todo, desde la traición por la que fue acusado Darien hasta lo de Envy, la ayudó a separarnos, él.... nos envidia, creo, no sé con seguridad pero no nos quiere aquí.

El diablo quiso ocultar lo que sintió al escuchar todo eso ya que aún cuando le dolía admitir que cometió un error y que había estado tan ciego últimamente sin encargarse como es debido de su reino, su querida jamás le mentiría por lo que, esa historia era totalmente cierta.

Si hubiera sido alguien más, se habría probablemente tambaleado por la sensación de ser abofeteado, ¿Cassiel? Ja, era un malnacido que él mismo iba a matar.

- Lo encontraré. - Jura más para si mismo. - Encontraré su maldito escondite y lo aplastaré como la plaga que es.

- No, no lo harás, - Lo interrumpió Darien. - Te quedarás en tu trono bonito mientras nosotros nos encargamos de él, Cassiel no espera a nadie más que a mí.

- Darien... - Gabriel interfiere. - Basta, basta ya, Cassiel tiene a la bestia esa, necesitamos su ayuda.

- ¿Zviera? - Se le conecta algo de pronto, en su mente. - Se donde está.

- ¿Ah, si? - Dudó Luxor pero inmediatamente cerró la boca, quería conservar su vida.

- Si, esa bestia apestosa solo se revuelca en una zona de aquí. - Suspiró, era la más alejada y la que menos solia visitar. - El desierto del eterno vacío.

- ¿Que habitación es esa?

- No es una habitación que se pueda acceder por las escaleras, es una puerta que solo yo puedo abrir. - Contestó. - Lo que pasa es que esa puerta, lleva a los lugares donde reside la peor clase de humanos, aquellos que perdieron su corazón en el camino de la vida, los que pueden caminar debajo del sol sin alma.

- Mierda.

Sonaba profundo, Gabriel cada vez más se sentía a desfallecer, ¿Su amigo estaba en esos lugares mencionados? Maldita sea, debe estar asustado, es más, podría quedar incluso dañado para siempre, ¿Que si le es entregado un Nicolas que no reconoce? ¿Un Nicolas sin alma? Esa es su peor pesadilla, perder a su único y verdadero amigo.

Los pensamientos del simple hecho de que en parte es su culpa de que esté involucrado en todo esto lo hace marearse e hirpeventilar. De pronto una parte de el quiere salir corriendo, escapar e intentar despertarse de este mal sueño al que empezaba acostumbrarse.

Está a punto de dejarse sucumbir a la negatividad cuando siente los dedos de Darien colarse entre los suyos para apretar su mano, un leve apretón que lo hace mirarlo, darse cuenta de que lo tiene ahí, a su lado, protegiéndolo.

- ¿Necesitas un momento? - Asintió. - Esperen, ¿Bien?

Juntos se alejan del resto para poder respirar un momento, una vez que parecen tener un poco más de privacidad, Gabriel solloza.

- Tengo miedo, Darien. - Confiesa. - ¿Y si mi amigo ya no está ahí esperándome? Y si lo único que queda de él... es... Cassiel es un maldito loco que solo busca destruirte y, es que, Nicolas no tiene la culpa de nada, él solo quería cuidarme y seguir a mi lado el tiempo que pudiese, pero yo.... todo esto que me rodea ahora, es malo, peligroso y venenoso.

Lo último le ha dolido un poco al demonio he de admitirlo, ¿Todo lo que rodea a ese pobre joven es malo, peligroso y venenoso? ¿Eso lo incluye a él? Le duele, si, pero Gabriel parece no haberse dado cuenta de su notable mueca y cree que es lo mejor, ya tiene bastante en la cabeza como para reprocharle algo como eso.

Lo único que puede hacer es sujetarlo fuertemente, encarar esos tristes ojos que han llevado melancolía impregnada en ellos desde que los vió por primera vez y entonces, intentar transmitirle una sensación buena, calida. Es algo dificil para él, acostumbrado a destruir.

Tiempo atrás no se habría podido imaginar estando allí mismito sosteniéndolo el rostro a un joven que solloza por lo bajo y que tiembla entre sus brazos de miedo.

No puede asegurarle nada, le mentiría.

- Llegaremos hasta ese maldito desierto, nos desharemos de Cassiel y entonces, tu amigo será llevado devuelta a su casa, sano y salvo, ¿Uh? Dítelo a ti mismo porque pensando así, no conseguiremos nada.

- Si, tienes razón.

- Ahora, - Deja caer un pequeño beso en esos labios húmedos y ácidos por las recientes lágrimas. - Respira un poco para volver, preparados para la batalla.

Eso hace, respira lentamente, despeja su mente, busca refugio en los labios frios de Darien y entonces así después de un par de mimos más, los chicos vuelven con sus barbillas alzadas y el pecho inflado.

Con miedo, si. Pero con algo por hacer.

- Señor Diablo, - Llama su atención. - Abra la puerta, por favor.

INFERNUMWhere stories live. Discover now