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Justo cuando había terminado la llamada a distancia con un amigo suyo, Nicolas entró a sus redes sociales con la única intención de ponerse al día y quizá despejarse un poco. Tranquilamente miraba imágenes hasta que la poca señal que recibía se volvió nula.

Se quejó abiertamente, menuda casucha de mierda. Aburrido, olió su camisa, sudor. Preparó todo y se metió a la ducha, el agua era fría, el baño apestaba como a metal oxidado, qué asco.

Se duchaba y pensaba un poco sobre sus últimos días cuando la llave simplemente se cerró, el agua dejó de salir, ¿Qué? Pensando que parecía ser perseguido por la mala suerte salió con la toalla enrollada en sus caderas, se paralizó en el umbral del baño cuando vió a una mujer sobre la cama.

Llevaba la manta que él había visto en la cuna apretada en un puño, estaba completamente de negro y lucía descuidada, estaba llorando.

- Por favor, - Suplicó. - No encuentro a mi bebé.

Estaba congelándose de repente, no era a causa del agua fría sino del ambiente tan gélido, Nicolas sabia que ella no era una persona real en sí pero eso no le restaba el miedo que sentía.

- ¿Su bebé?

- Él se lo llevó, él me arrebató, ¡Él le hará daño! - Grita parándose de una para ir hacia él, cuanto más se acerca más se deforma su rostro. - ¡Encuéntralo!

Nicolas escucha claramente un disparo al mismo tiempo que es empujado al suelo por ella, la ve salir corriendo pero se ha impactado tan fuerte contra el piso que empieza a marearse.

- Gab.... Gabriel... - Susurra, de forma borrosa ve pasar algo por los pasillos, ¿Un hombre? - ¡¡Gabriel!!

El llamado es escuchado, como un rayo, Gabriel aparece en la habitación con la demonia detrás suya ambos percatándose de la situación.

- Como lo sospechaba, los demonios están jugando con nosotros.. - Murmura Maddie. - Ese té debió haberles dado acceso a nuestra mente.

Gabriel encaja una pieza, ¡Es por eso que la anciana le dijo todo eso! La razón era que... excavó en su mente, lo que le molesta es lo que encontró.

- Una mujer... - Gabriel sujeta a su amigo quién intenta ponerse de pie. - Me pidió que encontrara al bebé.

Gabriel se tambela soltando a Nicolas abruptamente quien de no haber sido por Maddie hubiera caído.

- ¿Uh? ¿Porque has hecho eso?

- Porque hueles a sangre... - Maddie resopla. - ¿Que creíste que iba a pasar, Gabriel? No has querido alimentarte y ahora... estás hambriento.

Quiere gritarle que se calle, quiere decirle que miente ya que él puede controlarse pero no es así, la cabeza le da vueltas y lo peor, el estómago le ruge. Es como si el olor a sangre viajara por todo su interior palpitándole, dando señales a su cuerpo para que despierte y ataque, Gabriel no ve a su amigo enfrente, ve un trozo de carne.

- Ve por Darien, él es el unico que puede contra esos espíritus, yo me encargo de Nicolas. - Le ordena pero Gabriel empieza acercarse lentamente poco a poco dejando su forma humana. Maddie no tiene otra opción, termina empujándolo con tanta fuerza que lo saca de la habitación. - ¡Ve por Darien!

Cierra la puerta en su cara.

- ¿Estará bien?

Maddie se gira, realmente necesita hacer algo por ese chico ya que pierde más y más cantidad de sangre, no le queda mucho tiempo para que quede inconsciente.

- Es un castigo por ser terco y no escucharme antes, - Llega hasta él sujetándolo con cuidado para ponerlo sobre la cama. - Enfoquémonos en ti por ahora, ¿Uh?

Un débil Nicolas asiente.

Por los pasillos Gabriel se tambalea tratando de sujetarse de cualquier cosa que esté a su alcance, su objetivo es la habitación de Darien, ¿Desde cuando quedaba tan lejos de la suya?

Su cuerpo suda, ¿El hambre siempre se sintió así? No, por supuesto que no, él lo sabe bien; Un recuerdo vago de sus días como universitario viene a su mente, el último año, estuvo tan ocupado en su último proyecto y en su tesis que no comía para no perder tiempo en eso, claro qué, después comía como un maldito cerdo.

Gabriel se cae al suelo, piensa seriamente si debería pararse o no. Quizá, si duerme un poco, cuando despierte ya no sentirá hambre. No, no, no puede, tiene algo que hacer.

Cuando se decide por fin por ponerse de pie puede escucharlo: El llanto del bebé. Lo escucha tan bajo que le hace pensar en lo lejos que está pero empieza a caminar siguiendo el llanto, cada paso, se vuelve más ruidoso, el bebé llora y llora, parece que grita.

Sálvalo, salva a mi bebé. Salva al bebé, por favor.

Los oídos le zumban debido al llanto pero finalmente lo consigue, entra a la habitación donde está la cuna, avanza hasta ella pero no hay nada está vacía, lo único que queda es el mismo pedazo de tela ahora ensangrentado, la sangre es tanta que escurre cayendo en gotas sobre sus pies.

Sin embargo, no puede olerla, ¿Es porque no existe? Pero, puede verla y sentirla bajo su mano ahora húmeda y sucia.

- Shh, duerme ya, dulce hijo mío. - Una voz masculina parece arrullar a alguien. - Papá desea que te duermas para que ya no le causes más molestias, ¿Harías eso por él?

Gabriel se gira para ver la terrorifica escena, una figura masculina sentada con su espalda contra la pared, en una mano toma algo borroso que parece ser el bebé y en la otra, sujeta una escopeta apuntándole. Las manos del hombre están manchadas de sangre al igual que su ropa, su rostro no es visible debido a la oscuridad de la habitación.

Gabriel jadea porque al verlo ha podido ser capaz de ver todo lo qué pasó, un hombre que perdió la cordura, envenenando a su padre, cortando a su madre en pedazos y luego, disparandole a su esposa e hijo para luego darse un tiro a sí mismo.

- El monstruo ha venido por ti. - La escopeta ahora lo apunta a él. - Papá lo ahuyentará cariño, no te preocupes.

Espera el disparo ya que no tiene fuerzas para moverse, su corazón se detiene del terror a la espera del inpacto, su mente solo puede pensar en un nombre.

Darien.

No se oye ningún disparo, en vez de eso se escuchan unos pasos, ese aroma..

- Viniste.... viniste... - Jadea sin poder ocultar su alivio. - Estás curado...

- Dame permiso, Gabriel, tengo trabajo qué hacer.

Por primera vez, Gabriel puede verlo en acción desde la primera fila. Darien gira su guadaña en su mano, apenas se aprecia su movimiento pero el sonido del corte tan fino habla por él, al alma del hombre le sucede lo mismo que a la señora mayor.

La guadaña queda intacta, brillante, parece resplandecer al ser tomada por su verdadero y único dueño, casi parece que lo ha echado de menos. Darien no tarda en blandirla de nuevo ahora apuntando hacia el bebé quién ahora su alma también es liberada de la casa.

Suspira bajando su guadaña, Gabriel aún débil corre inevitablemente a sus brazos aferrándose de su abrigo.

- Y-yo, por un momento pensé, - Balbucea. - Tuve tanto miedo pero, sabía que llegarías.

- ¿Cómo?

- S-simplemente lo sentí.

Ambos se miran fijamente, Darien parece soprendido por esa faceta de Gabriel, luce tan pequeño así.

- Aún me quedan dos almas por buscar, - Se aleja un poco. - Espérame en mi habitación.

INFERNUMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora