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Zviera. La bestia. Semejante a un enorme perro cruzado con un toro y un águila, una criatura horrenda que ningún humano podría imaginarse que existiera y es qué, es una de las tantas posesiones secretas del rey del inframundo, posesiones que se ha encontrado en sus tantos viajes ya sea a este mundo u otros.

Zviera probablemente no pertenezca a este mundo y eso solo lo hace más místico y misterioso tanto como peligroso. Su saliva cubre todo el salón, su fétido olor inunda la mansión.

Todos están frente a la bestia, ninguno se atreve a hacer ningún movimiento ya que, entre sus dientes lleva al pobre de Nicolas quién del mismo susto, ha caído inconsciente. Un paso en falso, y esos colmillos lo devorarán.

Gabriel se queda sin aire al verlo, quiere correr y rescatarlo pero una parte de él le dice lo estupido que sería eso, sin embargo, se siente a morir. Darien lo siente, toda la preocupación de su amante cae sobre él y eso lo obliga a maniobrar su guadaña, el problema llega cuando en el momento en que la sujeta con fuerza listo para atacar, Zviera sale corriendo.

- ¡Tras de él!

Los cuatro salen a la velocidad de la luz siguiendo a la bestia aún sabiendo a donde se dirige. Recorren las calles con cuidado de ser rápidos pero cautelosos, en cambio, la bestia causa estragos tumbando postes de luz a la vez que cada paso suyo hace al piso temblar.

Terminan donde suponían, en la casa de Gabriel la cual ahora solo es una propiedad vacía para él. Entran cautelosos, Gabriel siente una punzada de tristeza al estar parado allí pero no tiene tiempo para darle una mirada al que solía ser su hogar, lo único que importa es la vida de Nicolas.

Los chicos se detienen en su habitación justo frente al espejo donde a través de él, se refleja el infierno.

- Esto es arriesgado, - Habla Luxor. - Cassiel nos mandará un ejercito cuando sepa que estamos ahí.

- Él es solo un peón, el que maneja el ajedrez es el amo. - Les recuerda Maddie a lo que Darien chista, eso hace que ella lo mire. - ¿Qué? Acéptalo, Darien, lo necesitamos, más tu, eres un fugitivo allí.

- Mierda, te he dicho qué...

- Por favor, Darien, - Escucha una voz a sus espaldas. - por favor, solo hazlo por mí, ¿Si? Se que esto es tan malditamente egoísta y qué, no deberia obligarte hacerlo pero, por favor, solo quiero salvar a mi amigo.

Maldice porque sabe que con eso ya es suficiente para que acceda, ¿Como podría negarse? Siente toda su tristeza, sus ganas de explotar y tener un ataque, sabe lo frágil que está ahora y qué, él haría cualquier cosa por cambiar eso.

- Bien, bien, - Suspira. - Entraremos y lo primero que haremos sera ir al trono por ese bastardo, ¿Ok?

- Eso es el último piso. - Habla de nuevo Luxor. - Nos encarcelaran antes de llegar ahí, pedazo de...

- No. No lo harán. - Asegura. - Mientras empuñe a Mors venit, nadie puede tocarme.

No mentía. Darien tuvo sus siglos de gloria donde era invencible, imparable cual bala, era un maldito sadico a la hora de atacar a su oponente pero lo que tanto le gustaba a su amo es que no importaba en cuántas guerras estuviera, salía ileso.

Luxor y Maddie saltan primero seguido de Gabriel quién antes de hacerlo, toma su mano dedicándole una sonrisa que a pesar de salirle como una mueca triste, es suficiente para animarlo.

El infierno es enorme. Es frío y abrumador, se siente la pena en el aire, se escuchan los lamentos y gritos de las almas penadas y aun así, deben ignorar todo eso para bajar los pisos.

No se equivocaban en nada, un ejército de soldados de fuego los atacaron en cuanto llegaron acompañados de uno que otro sirviente demoníaco, todos listos para derribarlos.

Gabriel se sorprendió bastante de la compañía que tenía en el campo de batalla; Maddie era como un gato, ágil y traicionero, volaba por los aires y era tan flexible que su cuerpo se doblaba al grado de que Gabriel se asustaba con que se rompería pero no, eso la ayudaba a atacar, a matar. Y era tan limpia, ni una gota de sangre le llegaba.

- ¿Qué pasa, bonito? - Preguntó soncarrona. - Parece que te has quedado mudo.

- Lo estás asustando, Mads. - Se burla también Luxor que no se queda atrás. - Y eso que no has visto nada aún.

Luxor es mucho más delicado que Maddie, parece un maldito pavorreal, mas que pelear, es como si estuviera pavoneándose restregándoles a todos su delicada figura similar a la de una bella mujer que se contonea por las pasarelas. Sin embargo, cuando menos lo espera, su seductor baile termina encajandote una daga que es igual de excéntrica que él.

Luxor le apunta al frente para que vea que ninguno de ellos se compara a Darien, gira su cabeza quedándose boquiabierta, ¿Ese es el hombre con quién comparte la almohada? ¿Ese hombre es el que tiene su corazón? Viendolo así, pensaría que le hará trizas.

Darien es más tosco que los demás, es más salvaje y eso no lo hace menos torpe, lo hace más letal puesto que no duda en encajar su guadaña la cual da vueltas en al aire dejando que la sangre gotee y se derrame sobre los cuerpos ya derribados. Es como si Darien lo disfrutara, es como si un aura oscura los cubriera a él y a su poderosa arma convirtiéndolos en uno solo. Justo ahí, Gabriel se da cuenta de porqué era el demonio más importante para el señor oscuro, es el más eficiente, el más peligroso.

- Cuidado, - La guadaña vuela, la ha arrojado a su dirección para apuntarle a un soldado que estaba a punto de tocarlo, mierda, pudo sentir el filo rozándole el cabello. - Atento, cariño.

Hizo lo que pudo, tampoco era malo, solo torpe ya que aún no había aprendido a controlar ni su velocidad ni su fuerza pero se enorgulleció de que varios cayeran ante él, se animó pateando, golpeando, derribando. Se sentía como un maldito boxeador, como un ganador, ¿Que era esta sensación?

No veía sangre manchándole las manos, lo que veía era un inmenso poder y sensación de ser el mejor corriéndole por las venas, quería más, ¡Mas, mas, mas!

Parecía no tener suficiente rompiendo esas cabezas, quitándoles las armaduras para hacerlas trizas, los soldados parecían simples juguetes para todos ellos. Lo tedioso es que eran demasiados, parecían multiplicarse.

- ¡Nunca acabaremos así! - Gritó Maddie. - Terminaremos agotándonos.

- No, ¡Resistan!

Todos pelearon por mucho tiempo que pareció eterno, ya habían dejado una fila de cuerpos bañados en sangre en un solo piso en el infierno y si no fuera porque eso no iba a escapársele al rey, hubieran terminado cansados y muertos, quizá adornando ese suelo ahora manchado también.

En un momento, se escuchó un estruendo y todos, absolutamente todos los cuerpos, cayeron. Sucios, respirando pesado y sorprendidos, voltearon a ver que sucedía.

El Rey, el amo, aquel que fue echado y castigado injustamente, ese que controlaba todo allá abajo y quizá un poco de arriba, ese ser oscuro, inmortal y poderoso, los veía con una enorme sonrisa.

- Menuda bienvenida les he brindado. - Murmura simulando sonar lamentado. - Espero puedan perdonarme.

Darien no escuchaba voz desde hace tanto tiempo que enloqueció.

INFERNUMWhere stories live. Discover now