En mi oasis siempre hay Luna...

By S_Ciel

141K 16.7K 22.3K

Rhea nació en una familia maravillosa, con padres que lo aman y hermanos revoltosos, pero increíbles, su vida... More

PRÓLOGO
1. No soy de oro, solo dorado
2. Nos vemos en el universo
3. Son para comerte mejor
4. Soy un lobo, no tu presa
5. Siempre con el salvavidas no aprenderás a nadar
6. ¿Y qué ocurre con mi «felices para siempre»?
7. Por favor no te lleves lejos a mi sol
8. El chico de los susurros
9. La noche de los corazones rotos
10. Ni el hierro ni la seda encadenarán a un lobo
11. Te veo
13. Mi alma a medias
14. Aquí no rompemos sueños
15. Se buscan sueños, se aceptan ofertas
16. La paz sí es una opción
17. La espada
18. Primera vez
19. Me jala hacia ti
20. No guardes silencio
21. Aprovecha el día (Carpe diem)
22. La boca del lobo
23. El hogar de mi corazón
24. La fuerza de mi naturaleza
25. Donde mis demonios se esconden
26. Todas las eternidades de mi vida
27. Alineemos las estrellas
28. Si hay que saber algo, que sea la verdad
29. Las lágrimas son parte del encanto
30. La leyenda de quién eres
31. Por la manada
32. El primero de muchos vinilos

12. El caballero de los brazos de oro

4.5K 560 1K
By S_Ciel

Jae

No había sido una decisión fácil tomar a Min-Jun bajo nuestra tutela, pero al mismo tiempo no había sido difícil. Cuando Dalia mencionó que Arny podría reclamar el derecho a «castigarlo» en nombre de Rhea, supimos que si lo condenaban esta sería la única forma de salvarlo. Lo hablamos, si era encontrado culpable, tendríamos que esperar que Océano lo exiliara para así reclamar su tutela, fue idea de Arny «tendremos que frasearlo diciendo que su condena será cuidar por siempre de Rhea». Entonces lo miré con cuidado, porque Dalia nos explicó lo que esto implicaría, el muchacho quedaría a nuestro cargo y no sabíamos de él más que lo que nos había dicho nuestro hijo, en mi cabeza se repetían las palabras que me había contado, que él no sabía que unos padres pudieran amarlo solo por ser quien era. Hacerse cargo de un muchacho que entraba a la adolescencia, del que no sabíamos casi nada, no era una tarea fácil pero ¿qué otra opción teníamos? ¿La querríamos si la hubiera?

―No lo vamos a dejar morir ―lo lograríamos, no estaba seguro de cómo, pero sabía que lo haríamos.

―Zhirayr tendrá que creer que no lo queremos ayudar o no lo liberará ―comentó Dalia y Arny asintió. Puso sus ojos en mí.

―¿Estás realmente bien con esto? ―sentí que debía ser yo quien se lo preguntara a él, porque sabía de sus celos por Rhea y lo que el muchacho sentía hacia él.

―¿Lo estás tú? Yo sé lo que es que te salve una familia maravillosa ―le sonreí suave―, quisiera hacer esto por alguien más ―creo que en el fondo siempre había querido hacerlo, ayudar de este modo a alguien, tal como habían hecho conmigo. Es solo que nunca me había dado cuenta hasta ahora, había estado dentro de mí todo el tiempo y ahora que la oportunidad se presentaba era como si encajara una pieza del puzle que ni siquiera noté que faltaba― ¿Tú te sientes bien? ―Arny lo pensó un momento, porque me respetaba lo suficiente como para no darme un «sí» solo por compromiso.

―No será fácil, pero no quiero que muera, no se lo merece y creo que podremos cuidar bien de él ―le apreté las manos.

―Dime que lo cuidaremos como si fuera nuestro también ―le pedí suave, él me besó la frente.

―Tal vez me cueste un poco, pero haré lo mejor posible ―eso era más que suficiente, porque sabía que «lo mejor posible» de Arny sería increíble, jamás podría ser de otro modo.

―Si realmente pasa ¿estarán bien financieramente? ―Dalia nos miró seria, sabía que lo preguntaba porque en tal caso no tendría problema en hacer que el clan nos ayudara económicamente. Sin embargo, no pagábamos por la casa en la que estábamos, ya que le pertenecía al clan, y sí, teníamos los gastos del vehículo y cuatro hijos, pero las ventas de mis libros infantiles iban bien y ambos teníamos trabajos estables. Es decir, lo ideal sería que al momento de ir a la universidad obtuvieran becas, pero eso ya era una realidad antes de que llegara Min-Jun porque teníamos cuatro hijos. No nos íbamos a morir de hambre, teníamos ahorros y ganábamos dinero suficiente para mantener a alguien más, no nadábamos en dinero, pero estaríamos bien. Arny, por supuesto, no tenía idea del tema, así que solo me miró a mí esperando la respuesta con la misma curiosidad de Dalia.

―Podemos hacerlo, pero si necesitáramos tu ayuda te lo haríamos saber ―ella lo aceptó, su trabajo no era fácil, ser la líder del clan era más que solo reunirse con líderes y cuidar del bosque en el sector que nos correspondía, en nuestro caso el liderazgo la convertía en la matriarca de la familia, ella era quien velaba por el bienestar de todos y debía preocuparle que cada miembro de la manada estuviese bien.

Al final regresamos con Min-Jun.

Arny había bromeado al respecto mencionando lo de los cinco hijos (siempre he sospechado que es medio brujo), lo que no me extrañaba porque bromear era una de las formas en que asimilaba todo. Pero yo me preguntaba si podríamos recomponerlo, porque haber sido rechazado de ese modo por su clan y que nadie, ni sus padres biológicos quisieran ayudarlo... debía de haberlo roto en más de un modo, me dolía de solo pensar en el grito desgarrador que había soltado al ser exiliado, la soledad aplastante que debía haber estremecido su cuerpo. Quería creer que podríamos ayudarlo, que su juventud sería nuestra mejor aliada, que si había aguantado hasta ahora, debía ser fuerte. Cuando llegamos al clan todos estaban cansados, aunque habían pasado muchas cosas, la mayoría había dormido aún menos que nosotros (que nos habíamos acostado por la mañana) y solo querían ir a descansar, pero al bajarnos del vehículo me di cuenta de algo.

―Min-Jun ¿y tus zapatos? ―sus pies iban descalzos, la mayoría de nosotros estaba acostumbrado a caminar un poco de este modo (la noche anterior habíamos estado todo el tiempo así), pero no era una solución a largo plazo.

―Los que me dieron en Montaña se quedaron allá ―lo vi apretar la mano de Rhea, él me observó un poco suplicante y yo miré a mi esposo que se veía preocupado, regresé los ojos a él.

―Está bien, Dalia fue a conseguir tu pasaporte, arreglar tus papeles y buscar lo que dejaras en Océano, pero de todos modos conseguiremos algo ―le sonreí, él solo asentía, no parecía seguro de qué hacer.

―Te debería quedar nuestra ropa, y yo traje dos pares de zapatillas ―Atlas era el más generoso de mis gemelos, le sonrió a Min-Jun y me sentí orgulloso de los pequeños que habíamos criado, me hubiese dolido si hubiesen actuado mezquinos.

―Es verdad, de todos modos Rhea igual perdió toda la ropa que trajo ―le consoló Len y Rhea asintió, querían hacerle sentir que no pasaba nada por no tener ropa, o zapatos. Arny, gracias por ayudarme a crear los mejores hijos del mundo.

Los muchachos querían descansar, solo habían dormido unas pocas horas por la mañana, imaginaba que Min-Jun también estaría cansado, pero antes de eso Arny lo sujetó suavemente del hombro, él se sobresaltó, pero mi esposo sonrió para que viera que no pasaba nada.

―Vamos a hablar un momento ¿sí? Luego te llevamos con Rhea y los gemelos al cuarto donde están durmiendo para que descanses ―él miró a Rhea, preguntándole con los ojos si era seguro, este asintió y le apretó la mano antes de soltarlo.

―Estará bien ―le susurró y subimos las escaleras. Me habría ofendido su desconfianza si no supiera que venía de un historial que debía estar cargado de abusos por parte de adultos, que nos aceptara con el beneplácito de Rhea era todo un avance. Nos detuvimos en el segundo piso y fuimos hasta nuestro cuarto mientras los demás siguieron subiendo, él iba en silencio, lo hicimos pasar a la habitación porque, de momento, era el único lugar privado que teníamos, si hubiésemos estado en casa habríamos ido a nuestra biblioteca. Entramos a la habitación, tomé la mano de Arny y nos sentamos en la cama para que él no tuviera que mirarnos hacia arriba, sino mucho más directamente, estaba de pie frente a nosotros, con los ojos en el suelo.

―Min-Jun, primero que nada, queríamos decirte que lamentamos todo lo que has tenido que pasar ―comencé ante la señal de Arny, él entonces alzó la vista, sorprendido, como si hubiese esperado un regaño―, quiero que sepas que haremos lo mejor posible por cuidar bien de ti ¿sabes nuestros nombres? ―él apretó los labios―, está bien si no los sabes o no estás seguro, este es Arnulf, pero prefiere Arny ―mi esposo asintió― y yo soy Jae, por ahora esos nombres estarán bien, pero si en algún momento te sientes cómodo con ello, puedes llamarnos papá ―señalé a Arny― y dada ―puse una mano en el pecho―, no vamos a forzarte a usar estos nombres, pero te acogeremos como uno de nuestros hijos, seremos tus guardianes legales y cuando lo logremos terminaremos adoptando, así que me gustaría que en algún momento usaras estos nombres con nosotros, pero está bien si no lo haces, es solo cuando tú lo sientas ―creo que Zhirayr ya le había impuesto demasiadas cosas como para que nosotros lo hiciéramos también.

―Está bien ―sonaba inseguro.

―Por lo mismo, Min-Jun, quisiera que supieras que lo que dije en el círculo no fue en serio ―sus ojos esta vez sí reaccionaron a las palabras de Arny, lucían sorprendidos, choqueados―, me refiero a la sentencia. Siendo que has mirado a Rhea tan atentamente, debes saber que, a pesar de su apariencia, él es fuerte... no necesita que lo protejas particularmente, no como una misión que se te ha impuesto ―no parecía que las palabras de Arny le gustaran pero tampoco que pudiera negarlas, apretó los puños y bajó la cabeza, Arny suspiró―. No quiero decir con esto que no puedas cuidar de él, que no te necesite o que no seas fuerte, lo que quiero decir es... te aceptaremos como uno de nuestros hijos, como parte de la familia, no tienes que proteger a Rhea o comportarte como su guardián si, por ejemplo, se enfadan por un motivo.

―No creo que eso pase ―se atrevió a decir y Arny sonrió un poco divertido, yo también lo hice, nuestros pequeños se querían muchísimo y aun así de vez en cuando entraban en disputas, porque... simplemente ocurre.

―Pero si pasara... no te sientas obligado a hacer cosas solo por Rhea, eso es lo que queremos decirte ―le explicó―, todos nuestros hijos se protegen entre ellos, los gemelos son muy sobreprotectores con Rhea, pero Rhea lo es también con ellos, Len cuida de todos... entre los cuatro se cubren las espaldas y cuando pelean, se acusan unos a otros, es lo que hacen... quiero que sepas que, obvio que si ves que pasa algo a Rhea puedes protegerlo ―le aseguró―, porque ahora será tu familia, como todos, como nosotros te protegeremos a ti, pero no es un deber al que estés obligado por un contrato.

―Lo que queremos decir, es que eres libre ―terminé y él aún lucía un poco confuso, tal vez la idea era demasiado nueva para él, pero suponía que la iría aprendiendo con la experiencia.

―Pero sí puedo cuidar de Rhea... ―habló medio afirmando medio preguntando, me causó cierta ternura.

―Sí, claro que puedes ―le aseguré―. Esto es lo principal que queríamos decirte, pero queríamos saber ¿tienes tú una pregunta para nosotros?

―¿Me ayudaron porque Rhea lo pidió? ―se veía inseguro, negué con la cabeza.

―No fue por eso, Rhea nos lo pidió, y fue uno de los factores, pero lo más importante es que tú eras inocente, un niño, y no podíamos dejar que te hicieran daño, ―apretó los labios hasta volverlos pálidos.

―¿Por qué? ―su confusión me apesadumbró el corazón, realmente no lo sabía, el entorno en que Zhirayr lo había hecho crecer había logrado que no lo comprendiera, qué realidad más triste.

―Porque era lo correcto y porque queríamos ayudarte... tal como tú ayudaste a Rhea porque era lo correcto ―Arny le habló muy suavemente, supe que su pregunta también le había afectado.

―Quería que él viviera, no se merecía... Rhea no se merecía lo que quería hacerle él ―sonaba terco y triste.

―Tú tampoco ―me miró sorprendido, como si nadie le hubiese dicho algo así jamás, sus ojos se llenaron de lágrimas y agachó la cabeza para esconderlas, quise abrazarlo, pero no supe si recibiría mis brazos bien, sabía que los que más apreciaba eran los de Rhea, pero finalmente me puse en pie y lo envolví en los míos porque... simplemente no podía dejarlo así. Su cuerpo tembló ligeramente, no me devolvió el abrazo pero tampoco me apartó, le acaricié el cabello, la espalda. Finalmente lo solté despacio y se limpió las lágrimas― ¿quieres ir con Rhea y los demás? ―asintió y lo llevamos al tercer piso, allí al parecer Rhea había mandado a los gemelos a dormir, porque estaban cada uno en su cama de la litera en que dormían totalmente idos, él estaba en la de abajo, aguantándose el sueño.

―Puedes dormir arriba ―Rhea le señaló el lugar y él volteó a vernos sorprendido.

―¿Puedo dormir en una cama? ―su estupefacción me causó escalofríos, sentí la rabia de Arny cuando me apretó la mano ¿de verdad qué diablos le había hecho Zhirayr?

―Claro, descansa, debes estar muy cansado también ―la voz de Arny sonó suave, seguro el pobre no había dormido casi nada, lo vimos subir a la cama de arriba y acostarse en ella, salimos del cuarto y miré a mi esposo que casi gruñía―, deberíamos matarlo.

―Le haríamos un favor al mundo si se pudiera, pero nos traería problemas asesinar a Zhirayr, más de los que resolveríamos ahora ―sabía que no necesitaba convencerlo, que era solo su rabia hablando, aunque esto no le gustara.

Tenía más cansancio que hambre, fuimos a la habitación y nos recostamos uno junto al otro, sabía que tal vez a media tarde habríamos recuperado energías, pero este cansancio parecía estar acumulándose una vida, me apegué a mi esposo queriendo solo abstraerme de todo cuando alguien tocó la puerta y entró. Era Dalia, que había dormido aún menos que nosotros y traía una cara de cansancio horrible y parecía molesta.

―Arreglamos todo y podremos llevarlo, pero hay mucho que no les va a gustar ―habló en medio de un bostezo, parecía estar cayéndose de sueño y yo la verdad no tenía fuerzas para enojarme.

―Dalia ¿podemos arreglar lo que sea que no nos va a gustar? ―ella apretó los labios.

―No.

―Entonces por favor ve a dormir, estás cayéndote de sueño, lo que sea puede esperar a que hayamos descansado todos ―abrió la boca para refutarme pero Arny la miró cansado.

―No me hagas llamar a Nate ―ella quiso protestar cuando una cabeza pelirroja se asomó por la puerta.

―Oh, ya estoy aquí ―qué alivio, no pude evitar pensarlo, ella parecía asustada y con justa razón. No es que Nate fuera a hacerle nada, pero se molestaba en serio cuando Dalia no cuidaba de sí misma―, Dalia, por favor, ve a dormir...

―Es que tengo que... ―pero él negó con la cabeza suavemente y le tomó de las manos.

―Sabes el trato.

―Salud antes que trabajo ―susurró ella como un niño al que le han enseñado un mantra. Nate la miró con amor y le acarició la mejilla, ella apoyó el rostro en esa palma y cerró los ojos, disfrutando de su omega―. Te amo.

―Yo también, ahora, a dormir ―asintió y Nate se despidió de nosotros con un gesto mientras la sacaba de la habitación cual flautista de Hamelín.

―Gracias a los dioses por Nate ―Arny me abrazó con fuerza.

―¿Qué sería lo que nos iba a decir? ―gruñó.

―No sé, pero tú la escuchaste, no podemos arreglarlo así que ahora descansa tú también ―tenía razón, me aferré a él y me dejé ir.

Atardecía cuando nos levantamos llamados por el hambre, los músculos me pesaban, pero al menos sentía que había descansado un poco, fuimos a por comida y en la cocina nos encontramos a mamá y má, junto a Nate y nuestra líder que al parecer no necesitaba tantas horas de sueño para mostrarse nuevamente recompuesta. Pobre Nate, con razón se preocupaba. Al no ver a nuestros hijos sentí un poco de angustia tuve que recordarme que por ningún motivo habrían salido, que nadie se los habría llevado, no con todos en el mismo cuarto y con Len compartiendo con Carter, mamá leyó mi preocupación.

―Les fui a dejar comida hace un rato, estaban tranquilos, no te preocupes, les dejé cosas dulces y saladas ―sabía calmarme, sonreí y me senté, ella se acercó a besar mi frente y la de Arny.

―Gracias.

Luego comenzamos a comer y cuando ya habíamos consumido un poco de alimento Dalia nos entregó una bolsa con cosas y comenzó a hablar. Me di cuenta de que había tenido razón, aquello no nos gustaba nada, la ropa en esa bolsa era la que Zhirayr le había entregado como «De Min-Jun», eran solo un par de camisetas demasiado grandes para él y pantalones del mismo estilo, eso podría haber sido aceptable, pero la tela estaba obviamente gastada, se notaba que era vieja, pasada de alguien más, estaba rota bajo las axilas, tenía agujeros y los pantalones estaban manchados y sucios, mal cuidados por completo, no había zapatos.

―¿Me estás diciendo que esto es todo lo que tiene? ―Dalia asintió.

―Y dijo que de vuelta con ellos tampoco tiene mucho más y que de todos modos van a quemar lo que sea que haya quedado suyo ―miré a Arny escandalizado.

―No le vamos a poner esto ―lo devolví a la bolsa, era indigno hacerlo vestir de aquel modo― ¿y qué pasará entonces con las cosas de él? Sus cuadernos, todo lo demás que haya tenido... ―me di cuenta por la incomodidad de ella que no me iba a gustar su respuesta tampoco.

―Al parecer no tenía mucho más que esto... y no tiene cuadernos porque nunca ha ido a clases ―me enervé, sentí la rabia acumularse como ácido en mi boca, por un momento pensé que iba a perder el control de mí mismo y transformarme. Me sorprendió la calma con que le hablé.

―¿Qué quieres decir? ―apreté los puños mientras sentía la mirada de Arny fija en mí, porque debía de oler mi enojo.

―Han estado «enseñándole desde casa» y entregando sus calificaciones a las autoridades como demostración del trabajo que hacía y para que tenga su certificado de curso rendido, pero sabemos que Zhirayr debe tener contactos entre los de su gobierno ―sabía que había padres que hacían eso, enseñar a sus hijos de casa, nosotros lo hicimos y la mayoría de los lobos lo hacía hasta que sus hijos manejaban su transformación, conocía a un par de padres en Silvius que educaban hasta más grandes porque llevaban a sus hijos a mis lecturas en voz alta a la biblioteca una vez a la semana. Eran padres extremadamente dedicados que creían en otro sistema de enseñanza mucho más creativo y poco convencional, pero con el deseo de que sus hijos aprendieran.

Estaba seguro de que eso no era lo que hacían en Océano y me sentí hervir.

―Lo hizo para aislarlo, para tenerlo ignorante y que siempre sea su perro ―gruñí, ahora sí haciendo notar mi rabia en mis dientes apretados.

―Lo creó para ser un soldado, no para pensar ―Dalia lucía cansada y triste, pero ¿qué podíamos hacer? No podíamos volver el tiempo atrás, solo podíamos mirar hacia adelante.

―Está bien, lograremos ponerlo al nivel de los demás de algún modo, lo ayudaremos entre todos ―estaba determinado, Arny me sonrió con orgullo.

―¿Qué hay de los papeles? Su custodia ―má se veía preocupada y triste, cuando me habían recibido a mí había sido mucho más fácil, porque yo había podido emanciparme.

―Esa es la única parte sencilla ―susurró y sentí un poco de alivio―, es decir, será mucho papeleo pero sus padres biológicos renunciaron a su custodia nada más nacer él, Zhirayr podría haberlo adoptado pero no lo hizo, en cambio solo tomó una «custodia temporal», como padre de acogida ―explicó―, supongo que no quiso darle su apellido, el punto es, que como es custodia temporal, tomarlo de ellos es relativamente fácil y Zhirayr no puede negarse por nuestra sentencia. Como ustedes quieren adoptar, entonces lo correcto es que se los entregue, alegaremos «custodia temporal con fines de adopción», su gobierno se comunicará con el nuestro, pero Cris tiene algunos conocidos, ya hablamos, no será un problema, solo recibirán algunas visitas en la casa para ver que sea apropiado, pero ayuda que Min-Jun es joven y no un niño pequeño, no serán tan vigilantes porque él podrá decir que quiere vivir con ustedes ―asentí, aliviado―, así que haremos lo posible para que esto se resuelva lo más rápido posible, tardará unos meses, pero considerando la situación no es tanto.

―Pero no hay problema con que lo llevemos ¿no tendremos inconvenientes en el aeropuerto al llegar? ―ella negó.

―No, haremos que no.

―Por el momento nos desharemos de esto ―Arny miró molesto los harapos que el desgraciado de Zhirayr había llamado «ropa»―, es solo hasta mañana así que nos lo podemos ingeniar con lo de los gemelos, al llegar lo llevaremos a comprar.

―En la casa tengo ropa también de su talla disponible, puede ir y elegir lo que le guste ―Nate había estado muy silencioso todo el tiempo, lo miré con agradecimiento, de verdad tenía buen corazón (y una paciencia infinita).

―Gracias... ―y para peor necesitaba pedirles más― necesitaremos ayuda con la casa ―teníamos cinco habitaciones, los gemelos habían dejado de compartir hace un par de años, necesitábamos seis.

―Ya pensé en eso ―la vi más entusiasmada, me hizo recordar lo mucho que le gustaba lo que había estudiado, arquitectura― ¿qué les parece un tercer piso? Un cuarto arriba, para ustedes, y de ese modo le dejan su cuarto a Min-Jun y quedan todos los chicos en el segundo piso y ustedes arriba ―sonaba bien.

―¿Cuánto tomará que esté listo? ―sé que era exigir bastante, pero lo necesitábamos rápido, porque tenía que tener su propio espacio y porque estábamos en otoño y lo que venía era invierno, no sería la mejor época para construir.

―Tengo que revisar los planos, y seguro habrá que desarmar buena parte del techo y el ático pero... ―medita― si consigo varios contratistas, podría ser dos o tres semanas.

―Eso es muy rápido ―nos acostumbraríamos mientras tanto, habíamos vivido en lugares más pequeños después de todo.

―Es que trataré de poner más gente de la normal a trabajar, para avanzar más rápido, no pueden estar mucho tiempo sin techo en otoño ―definitivamente Dalia era muy buena.

―Entonces cuando esté listo ponemos mejor a Len en nuestro cuarto y Min-Jun puede tomar el de Len ―miré a Arny a ver si estaba de acuerdo.

―¿Por qué moveríamos a Len? ―me aguanté de poner los ojos en blanco.

―Porque nuestro cuarto tiene baño privado y así Len no tiene que compartir baño con sus hermanos ―yo amo a mis hijos pero los gemelos sobretodo a veces no son muy higiénicos, como era la única chica, lo mejor era darle un baño para ella sola.

―Ah, sí, eso tiene sentido ―la casa tenía tres baños, uno en el primer piso, de visitas, uno al final del pasillo del segundo piso, de nuestros hijos y uno en nuestro cuarto.

―Mientras tanto puede compartir cuarto con Rhea ―Arny enarcó una ceja―. Tenemos que confiar en él, Arny, vamos a vivir juntos y Rhea es con quien se siente más cómodo, no vamos a estar siempre en casa, tenemos que empezar dándole confianza para que él se abra, y es con él con quien se siente seguro.

―Tienes razón, solo es difícil porque es Rhea―apreté su mano.

―Lo sé.

Rhea

La tarde del segundo día en la isla lo pasamos entre dormir y comer, descansar, desvelarnos y dormir de nuevo. El tercero y último día el resto del clan se presentó con Min-Jun, él los miraba curioso, a la defensiva, como si esperara un ataque, pero nadie lo hizo, tal vez algunos fueron menos cálidos de lo que los recordaba pero la mayoría fue amable. El tercer día tampoco era especialmente normal, tía Dalia tenía su reunión y mientras tanto nosotros armábamos todo para irnos. Como había perdido mi ropa no tenía mucho que hacer más allá de ayudar a que los gemelos no olvidaran nada. La compañía de Min-Jun me distraía, me ayudaba que apretara mi mano y la acariciara, aun si no decía nada. Cuando nos subimos al avión se hizo un poco más real, que de verdad volvería con nosotros, que no nos iba a dejar, me causó sonreír. Tardamos un poco más de lo común en el aeropuerto, pero finalmente llegamos a casa.

―Compartirás cuarto con Rhea, por ahora ―dada miró a Min-Jun mientras todos entrábamos y me recibía el aroma tan natural de mi hogar, me sentí acogido y al mismo tiempo me sobrevino una profunda tristeza. Y es que yo no era el mismo muchacho que se había ido de allí tres días atrás y volver a casa solo me hizo darme cuenta de ello―. En unas semanas tendrás tu propio cuarto.

―Puedo dormir en cualquier sitio ―quise suspirar pero me aguanté, me dolía cuando hablaba así.

―Estoy seguro de que puedes, pero no tienes por qué ―dada solo le hablaba de forma dulce, sin criticar o negar sus palabras―, tendrás tu propio cuarto como todos.

―Rhea ―papá se acercó a mí y de pronto me sujetó entre sus brazos, ni yo mismo sabía lo mucho que necesitaba ese abrazo hasta que lo tuve― ¿estás bien? ―susurró a mi oído y me aferré con fuerza. Guardé silencio porque sabía que le rompería el corazón mi respuesta.

No, no lo estoy.

Soy ahora demasiado distinto, tres días atrás parecen una vida de diferencia. Me siento más adulto, más roto... tal vez para crecer hay que romperse, o doler.

Qué cosa más curiosa es el dolor.

Necesario y aparentemente destructivo, cualquier persona clínicamente incapaz de sentirlo podrá explicar la importancia de él ¿cómo saber si al caerte te perforaste algo si no te duele? ¿Cómo saber que no estás apoyando tu mano distraídamente en una olla caliente si no te quemas? Necesitamos el dolor. Es el mayor indicador de que algo no está bien, la luz de emergencia que tu cuerpo enciende para pedir ayuda, la alarma de incendios, la trompeta de Gabriel. Lo odiamos cuando llega, pero el dolor es justo.

Sí, dije justo.

Porque aqueja con intención, no por capricho, no es egoísta o malintencionado, y su potencia intenta ser proporcional a la gravedad de la herida. Es solo que vamos a sentirlo distinto dependiendo del momento. Si el cuerpo está sano o enfermo, cansado o repleto de energía, joven o añejo, ja, añejo. A veces no sabemos de dónde viene, pero está allí por algo. A veces duele porque la mente está tan herida o enferma que contrae al cuerpo en dolor para que este entienda que necesitamos ayuda, y entonces nos enojamos con el dolor, por venir de ninguna parte, por acosarnos cuando ya sentimos que la situación es suficientemente difícil o peor, cuando sentimos no merecerlo porque no hemos hecho absolutamente nada... pero a veces esa nada también duele.

El dolor peca de incomprendido porque parece una espada, lo asimilamos a puñales, fuego, sangre y gargantas cerradas. Pero el dolor quiere salvarnos, es la causa del dolor lo que nos mata. Las heridas, las enfermedades, la desesperanza... el rechazo, estas son el origen, las que asesinan y dañan. Es demasiado fácil decir que alguien se murió de dolor, cuando en realidad lo mató el desamor, una enfermedad muy larga o una tristeza aplastante, demasiado pesada.

No quiero decir que el dolor me está matando, dada siempre dijo que las palabras construyen realidades así que no quiero pronunciarlo en voz alta, siento que eso lo hará real. Pero me pregunto si seré capaz de vivir así, con la desgarradora realización de que doleré por siempre, de que la herida abierta dentro de mí tal vez nunca se cierre, que Mars será mi espada y esta sensación violenta permanecerá inamovible en el fondo de mi pecho, en la punta de mi nuca, en la boca de mi garganta... que tendré momentos de distracción, pero nunca de olvido. Mi herida se siente desahuciada, incapaz de recuperarse, tal vez no me mate ahora ¿pero y mañana? ¿En veinte años? ¿En cuarenta? ¿Seré igual de fuerte cuando cumpla setenta? ¿Habré aprendido a vivir con mi desesperanza?

Suelto solo un poco los brazos que me guardan. Amo a papá, pero su amor por mí causa que se llene de rabia, porque me siente doler y duele conmigo, y aunque sus brazos me cargan hasta su habitación, me arrullan y me acarician, aunque quiero hundirme por siempre en la fuerza de su pecho y dejar que calme mis temblores con sus caricias, siento que si me quedo junto a él voy a hundirlo conmigo, y le abriré una herida que no podrá ser cerrada, porque las que se abren por el dolor que sientes por aquellos a quienes amas son las que menos se perdonan. Y no quería llenarlo de odio.

―¿Cambiamos? ―por eso asiento cuando entra a vernos dada, papá no pregunta, no reprocha, me besa la frente y deja que su omega me limpie las lágrimas, mi dada. Mi querido dada― ¿qué es lo que más te duele? ―su acercamiento a los problemas era siempre mucho más práctico, cuando se necesitaban abrazos los daba, pero primero necesitaba identificar motivos, comprender.

―Mars ―me arde decir su nombre, se siente como si quemara en mi lengua. Sus manos tibias me peinaron el flequillo hacia atrás.

―No sabemos qué pasará el día de mañana, las cosas pueden cambiar, con él, contigo... ―no era un consuelo, porque ni siquiera sabía si quería que cambiaran, solo sabía que mi sueño estaba roto―, nadie es perfecto ―aquel susurro que trataba de justificar algo, aun si no lo creía, para darme esperanzas, me hizo soltar un resoplido de risa amargo.

―¿En serio? Dime ¿qué hay de malo con papá? ―casi daba risa, lo fuerte que dada parecía estar pensando, podía ver las páginas pasar por su cabeza (estoy seguro que su cerebro no usa tuercas como el del resto, sino libros cuidadosamente organizados y repletos de letras). Al final pareció rendirse, como si el volumen que buscara no existiera o se hubiese perdido.

―Mira, hijo, ese no es un ejemplo justo, tu papá es inusualmente perfecto ―se me escapó una lágrima.

Papá no es perfecto. Lo amo. Pero no lo es. Se olvida la lista de la compra si no lo acompaño al supermercado; se duerme a media tarde aun si ha dormido la noche completa y tiene cosas que hacer; cuando se pone terco con algo puede no escuchar razones (al final lo hace, pero cuesta); a veces le pone sal a la comida dos veces porque se olvida de que lo hizo ya (y se niega a probarla) o simplemente jura que le puso sal y en realidad está desabrida; rechaza peinarse sin importar qué y, sobretodo con el tío V presente, es demasiado bueno para presumir. Todo esto lo sabe dada.

Y ese es mi punto, que dada conoce cada una de esas cosas, que se sabe probablemente muchas más y de memoria, pero para él ninguna es un defecto, porque con todas ellas... con cada pedazo que lo compone, él lo ama, no es que sea ciego a sus falencias, las ve, pero para él son perfectas. Todo papá es perfecto ante sus ojos azules.

Eso es lo que siempre quise, alguien que me amara con todas mis faltas, que pensara que yo era perfecto aun si a veces me despisto, me distraigo caminando por la calle o me olvido de comer cuando me concentro. Quería un destino que me amara y al que pudiera amar del mismo modo y eso se había destruido. Y es que aun si Mars viniera a buscarme para ser pareja... ya no lo vería perfecto.

―No voy a decirte que le des tiempo al tiempo, esa es una realización a la que llegas y comprendes solo cuando la has vivido ―sus manos acunaron mi rostro, me hizo sentir como cuando era pequeño―. Mi mayor recomendación es que no pienses en un mes más, o dos, o un año, o diez... no proyectes hacia más adelante pensando en cuánto durará o lo que pasará ―era una recomendación extraña―, mirar muy adelante puede ser nefasto si tus ojos están nublados, porque no verás nada claro, solo pon un pie frente al otro. Al menos por ahora.

―Siento que perdí mi único sueño de la vida ―él lo sabía, no es como si yo nunca lo hubiese dicho, que quería ser como ellos, que quería encontrar y casarme con mi pareja destinada.

―La vida te dará más sueños. Cuando conocí a tu papá, lo único que quería era vivir solo, ser un bibliotecario gruñón y tener un gato negro llamado Salem ―sonreí―, pero Arny apareció en mi vida y todo cambió, me resistí al principio, no creas, porque llevaba mucho tiempo con esos planes y sabes que no me gusta que me los desordenen ―reí un poco―, pero mis sueños cambiaron, crié nuevos sueños... es solo que antes de que él llegara no me di cuenta de lo cerrado que estaba a soñar como se debe. Tal vez ese haya sido tu primer sueño, Rhea, pero te prometo que no será el único.

―¿Iremos hoy por Salem? ―su mención me hizo preguntar por él, habíamos llegado tarde a casa, con el vuelo y lo demás, casi anochecía.

―Mañana, seguro irá tu hermana por él al hotel de mascotas ―a dada realmente no le gustaba conducir.

Nos quedamos en silencio, ese pequeño momento sobre nuestro gato había sido solo una pausa. La pesadumbre permanecía, pero sentía que había compartido el pesar... al menos un poco.

―¿Significa que no debería soñar nada demasiado grande de nuevo? ―sabía qué diría que no era así, pero quería oírlo.

―Sueña lo que esté a tu alcance, por el momento, tú mismo te darás cuenta de cuando sea momento de soñar en grande... y si tienes dudas puedes preguntarnos, sabes que siempre querré escuchar tus sueños. Tu papá el que más ―mi papá, solo pensarlo me hace sonreír― ¿te sientes un poco mejor? ―asentí― vamos entonces, seguro tus hermanos están preocupados... Min-Jun parecía querer correr a abrazarte.

―Él es bueno... ―dada asintió.

―Por lo mismo quiero hablarte de algo antes de bajar, le mencioné un poco a tus hermanos en el avión y ahora te lo digo a ti ―me mira más serio―, creo que entiendes mejor que ellos lo difícil y negativa que debe haber sido su vida en Océano. De ahora en adelante probablemente iremos descubriendo más y tal vez mucho de eso no sea agradable ―empuñé con fuerza, como odiaba a Zhirayr―, el punto es que, lo que sea que Min-Jun mencione, no quiero que tu primera reacción sea decirle que lo que vivió allí fue «horrible» o que estuvo mal, o que estaban equivocados.

―¿Por qué? Debería saberlo, debería saber que lo que le hicieron estuvo mal ―me indigné un poco, como si quisiera mantenerlo en la ignorancia, pero dada solo asintió.

―Sí, pero hay diferentes formas de hacer que alguien comprenda las cosas ¿cómo te sentirías tú si te dijeran que todo lo que te hemos hecho tu papá y yo es abusivo? Hacerte ordenar tu cuarto, o lavarte los dientes ¿cómo te sentirías si te dijeran que toda tu vida fue un error? ―oh―, no creo que Min-Jun necesite escuchar de nosotros que su vida fue horrible si en algún momento la menciona, podemos no comentar al respecto, o simplemente explicarle que aquí hacemos las cosas distinto, sin emitir juicios de valor, porque aun si lo sabemos y creemos, a él escuchar esas cosas no le aportará nada, tal vez solo le duela ―me besó la mejilla, sus labios eran muy suaves y amorosos―, simplemente le mostraremos nuestra vida y le trataremos como sabemos que merece, él mismo podrá decidir sobre lo que ha vivido más adelante. Pero no es justo que emitamos juicios si él no los pide, haciéndole sentir que todo lo que vivió fue un error, en especial porque no fue su culpa... y no podemos remediarlo.

―Está bien, dada, tienes razón ―sonrió.

―Ese es mi bizcochito ―recordé de pronto que me había prometido no enojarme porque me llamaran así.

―Te amo.

―Yo también.

Cuando salimos de la habitación y bajamos Min-Jun estaba al pie de las escaleras, mirando hacia arriba con preocupación, me tomó la mano sin decir nada. Su compañía me anestesiaba, era demasiado tentador quedarme a su lado para olvidar lo que dolía y no sentir, pero era peligroso, no quería terminar sintiendo que lo usaba solo como paliativo, no era justo para él, se merecía más que eso, más que ser una morfina ambulante. Pero también sabía que necesitaba mi compañía, así que supongo que puedo quedarme a su lado... mientras mi presencia lo ayude.

―¿Por qué no le muestras el cuarto mientras vemos qué cenar? ―llevé a Min-Jun escaleras arriba, había un bonito ventanal que miraba hacia afuera por las escaleras y arriba el pasillo se iluminaba por la luz que se colaba de las puertas abiertas― Este es el mío ―había tres puertas por lado y lado, la primera a la izquierda era mi cuarto, junto al mío estaba el de Len y al final el baño. Frente a este estaba el cuarto de Atlas, luego el de Themis y a la derecha de la escalera el de nuestros papás. Se los señalé. Eran fáciles de reconocer porque el mío, por ejemplo, tenía una Luna llena pintada en la puerta, el de Len un sticker grande que decía «Girl power», el de Atlas un sticker de una pelota de voleibol y el de Themis el logo de los MSBY Black Jackals, que eran un equipo de voleibol con el que estaban obsesionados últimamente.

―Es aquí... ―lo dejé pasar primero.

El cuarto no es muy grande pero se nota que es mío, la cama es tamaño normal y está pegada a la pared en su costado más largo, la cabecera se apoya en la pared con mi ventana que mira al bosque, el cobertor es azul marino, las cortinas gris claro, el piso es de madera pero tengo una alfombra circular amarillo mostaza. El closet está junto a la puerta y mi mesita de noche justo bajo la ventana. En la pared libre tengo colgadas una guitarra, un violín y un bajo, en la misma pared tengo un órgano eléctrico con su silla correspondiente.

―Bienvenido ―le sonreí, él miraba con curiosidad, fui hasta mi cama, la mía y la de mis hermanos eran todas del tipo «cama nido» que tenía un colchón debajo con ruedas que podía sacarse―, todas nuestras camas tienen de estas porque papá dijo que nuestra familia es muy grande y tenemos que poder recibir visitas ―el colchón era bastante cómodo y solo un poco más pequeño que el de la cama.

―Podría dormir en el suelo... ―susurró tocando el colchón, como si le sorprendiera, recordé lo que me había dicho dada.

―Aquí estarás más cómodo ―me senté a su lado y él puso sus ojos en el órgano.

―¿Qué es eso? ―no quise detenerme a pensar por qué no lo sabía, me levanté.

―Es un órgano, todos estos son instrumentos musicales ―me senté frente a este, lo encendí y deslicé mis dedos sobre las teclas sin tocarlas aún―, te muestro ―comencé a tocar y, sin quererlo, la canción que mi dedos buscaron fue «Say something» por A Great Big World, la melodía era lenta, melancólica, triste, habla de un amor que aún se ama pero debe decir adiós, empecé a cantar la letra hasta llegar a una parte del coro, mi voz es suave, no tan fuerte, solo un adorno de las teclas― say something I'm giving up on you ―di algo, me estoy rindiendo contigo― and anywhere I would have followed you ―y a dónde sea te hubiera seguido― say something I'm giving up on you ―lo escuché levantarse y ponerse a mi lado. Su mano se acercó a mi rostro y limpió mis lágrimas. Dejé de tocar y lo abracé, hundiéndome en su estómago (porque estaba de pie) y él me envolvió con fuerza. Se sentía diferente que con mis papás, mucho más compañía que protección, aun si Min-Jun no había encontrado su destino, se sentía como si solo él pudiese comprenderme de verdad.

―Eres mágico... ―cuando me calmo sus palabras me hacen sacar el rostro de su camiseta―, nunca había visto algo así ―señaló con la cabeza el órgano―, y tu voz suena hermosa.

―No suelo cantar frente a nadie ―siempre pensé que tocar sería mejor, aunque me gustaba hacerlo.

―Deberías... ¿esos igual los tocas? ―señaló los otros instrumentos.

―Sí, comencé con la guitarra, era de papá, él no sabe. La abuela Amelia quería que alguno de sus hijos aprendiera, pero ninguno salió con ganas o talento... a mí me gusta mucho ―de hecho ella me había regalado el violín y luego el órgano cuando dije que me interesaban, estaba muy contenta con mi persecución musical.

―La canción era muy triste... ―no quería hablar de ello.

―¿La entendiste? ―asintió.

―No fui al colegio ―me sorprendió, quise acribillarlo con preguntas ¿por qué? ¿Cómo tomaba sus clases entonces? Sabía que no se las daban sus papás como habían hecho con nosotros de pequeños, porque dudaba que siquiera le hablaran―, pero sé algunos idiomas, hablarlos al menos. El nuestro, inglés, coreano, algo de chino, me tocaban otros luego...

―¿Por qué? ¿Quién te enseñó? ―se encogió de hombros.

―Zhirayr quería que entendiera si en los otros clanes hablaban en otros idiomas ―o sea, para usarlo de traductor―, iban humanos a enseñarme, los contrataba, pero más que nada cosas de idiomas, solo a mí ―bien, sus motivos no eran puros, pero saber varios idiomas no era malo―, el coreano es por mi nombre y porque luzco coreano, se suponía que supiera también.

―Ahora seguro irás a clases conmigo, te ayudaré si lo necesitas, tú me ayudas en inglés ―en realidad no me iba mal, pero no quería que sintiera que solo yo lo ayudaba. Dos cabezas asomaron por la puerta.

―Min-Jun ¿te gusta el voleibol? ―Atlas entró con un par de sábanas celestes que seguro le había pasado dada o papá para poner en la cama, Themis tenía un par de mantas.

―Sé lo que es, pero no he visto de ello, ni jugado ―ellos comenzaron a hacer la cama nido como si nada.

―Pues, es que Rhea no nos ayuda mucho cuando tenemos que practicar, pero tú te ves fuerte, podrías lanzarnos el balón y ayudar ―Themis se veía emocionado.

―Pero tienen que gustarte los Black Jackals, son el mejor equipo ―le advirtió Atlas mientras acomodaba las mantas sobre las sábanas.

―Un día vamos a jugar para ellos ―sonaban muy seguros. Sonreí, ese era su sueño.

―Supongo que si les sirvo puedo ayudarles... ―parecía desconcertado, tal vez de que alguien lo invitara a jugar con ellos, tal vez de la soltura de mis hermanos.

―Solo si quieres, tampoco tienes que sentirte obligado, puedes probar y si te gusta los ayudas... ―no quería que se aprovecharan de él solo porque era nuevo en casa y no sabía cómo negarse, tal vez diría que sí solo por el agradecimiento de que lo recibiéramos.

―¡Es divertidísimo, seguro que le gusta! ―Themis por supuesto no entendía que había gente que no amara el deporte.

―Como sea, será otro día ―terminaron de armar la cama―, hoy no van a salir a jugar porque ya es de noche...

―Jo... Rhea ―Atlas me hizo ojos de cachorro pero negué.

―Dada va a decir lo mismo, así que ni lo intenten...

―¡A CENAR! ―la voz de papá subió por la escalera y yo alcé ambas cejas.

―¿Vieron? A cenar. Vamos... ―como tampoco transaban con la comida y vivían con hambre, se movilizaron.

―No dejes que te intimiden, son buenísimos para hacer que hagas lo que ellos quieren ―le advertí a Min-Jun mientras bajábamos, él sonrió suave.

―Está bien ―los gemelos entraron corriendo a la cocina que era donde normalmente comíamos, había una mesa circular, papá seguro habría puesto una silla más, normalmente había seis. La cocina tiene suelo de cerámica oscura, de un gris casi granito, los muebles son de madera oscura también y las encimeras de algo que simulaba el mármol. La mesa al centro era de madera rojiza, las sillas tenían cojines blanco invierno (algunos con manchas de cuando éramos pequeños). Estaba la mesa puesta, al centro había una fuente con muchos trutros de pollo enteros y otra con puré de patatas.

―Descongelamos el pollo y lo metimos al horno... ojalá esté bien ―comentó dada y yo me senté, Min-Jun se quedó de pie junto a la mesa.

―No entiendo.

―¿Qué pasa? ¿No te gusta el pollo? ―dada se acercó a él.

―¿No salen a cazar para comer?

Todos los ojos se dirigieron hacia él, creo que las familias tienen una habilidad para tener la misma expresión, todos teníamos nuestros párpados demasiado abiertos y sorprendidos.

―¿Tú cazabas tu comida? ―le pregunta Len suave.

―Sí, Zhirayr me dejaba salir una vez al día a cazar para comer por mí mismo... si no cazaba, no comía ―tragué duro, mis hermanos menores miraron el pollo con pena, tal vez pensando en la suerte que habían tenido de tener siempre comida sobre la mesa, de nunca ser obligados a cazar.

―¿Entonces no te han servido comida así? ―papá estaba controlando su tono, obligándose a mantener una expresión serena.

―Cuando era muy pequeño... y algunas veces si Zhirayr me llevaba con él a un lugar, pero él prefería que no comiera cuando era así ―tuve que tomar mucho aire para no ponerme a despotricar.

―Pues... aquí hacemos las cosas un poco diferente ―dada le señaló la silla y cuando él se sentó la movió para ayudarlo a acomodarse, entonces se sentó a su lado, dejándolo entre ambos―, nos sentamos a comer juntos siempre que podemos, Arny o yo hacemos la comida.

―Es mejor cuando la hace dada ―susurró Len y sonreí, él siguió como si no le hubiesen interrumpido.

―A veces no comemos juntos, pero eso es cuando hay clases o alguien está fuera o en alguna actividad, tratamos de comer juntos... y nunca cazamos la comida fuera, dejamos a los animales vivir tranquilos y, si en algún momento tienes hambre, puedes sacar comida aquí ―me miró como preguntándome si eso era verdad, yo le dije que sí―, en caso de que no sepas prepararte algo o quieras algo que no sabes hacer, puedes preguntarnos a nosotros.

―Entonces no hay que cazar comida ―dada negó.

―No es necesario, siempre habrá comida aquí ―papá comenzó a servirle dos piernas de pollo a todos, y luego dada repartió el puré. Cuando me di cuenta de que Min-Jun no entendía mucho cómo usar los servicios le sonreí.

―Vamos a comerlo con la mano hoy, al menos el pollo... ―lo tomé para no hacerlo sentir mal―, luego puedes aprender cómo ―él asintió―, está bien ―para el puré sí le enseñaría a tomar el tenedor. Él probó el pollo con mucha sorpresa.

―Tiene un sabor distinto, es bueno ―parecía contento, me aguanté las ganas de abrazarlo y besarle la mejilla.

―Si algo de lo que comamos no te gusta, nos dices, todos iremos aprendiendo... ―siempre amaría la dulzura de dada.

―Pero si lo que hace papá no te gusta, no te sorprendas, no es raro ―le aseguró Len con una sonrisa malvada hacia papá y nos hizo reír.

―¿No se enoja Arny porque todos comamos y no sea él quien come primero? ―negué.

―Comemos juntos.

―Cuando salía a cazar con Zhirayr él tenía que comer primero, no podía comer hasta que él hubiese terminado de sacar lo que quisiera del animal...

―Nos gusta comer de este modo ―le aseguró papá―, todos al mismo tiempo, porque así compartimos ―Min-Jun sonrió y bajó la cabeza, tal vez era la primera vez que comía así, con una familia.

―Se siente bien.

Lo ayudé con el tenedor, la comida transcurrió entre conversaciones, más tarde tomamos turnos para bañarnos y le dieron uno de los pijamas de los gemelos a Min-Jun, yo me había bañado antes así que ya estaba en la cama cuando llegó a la habitación, su cabello aún medio mojado y la toalla sobre su hombro, el pijama era un pantalón largo azul y camiseta larga del mismo color, con estrellas blancas por todos lados. Papá le había dicho que mañana iríamos por ropa para él.

―No te secaste bien el cabello ―palmeé la cama para que se sentara y me puse de rodillas sobre ella para secárselo yo, cuando terminé arrojé la toalla en el pequeño cesto de ropa sucia que tenía a los pies de la cama―. Ya está.

―Gracias ―me acosté en la cama y él lo hizo en la de abajo, me puse de lado, a la orilla de la mía para mirarlo, él se puso de lado, mirando hacia arriba, directo a mí.

―¿Estás bien? No debe ser fácil... tanto cambio ―pareció meditarlo.

―Me gusta aquí... es tibio y todos son buenos, como tú ―le sonreí. Él se puso un poco más serio― ¿tú estás bien? ¿Te duele? ―su preocupación era honesta.

―Sí ―no quería mentirle―, a ratos duele más, a ratos duele tan poco que no lo noto ―nos miramos en la penumbra.

―Tal vez deje de doler ―no sabía si decirle que así se sentía cuando estaba con él, como si casi pudiera borrarse.

―Tal vez ―dejé mi mano caer de la cama, chocó contra su colchón y la tomó con la suya, mi cordura pareció llegar de esa mano, del lugar donde unían y se entrelazaban nuestros dedos―. Gracias por quererme.

―Gracias por salvarme ―no sentía que lo hubiera salvado.

―Mis padres hicieron todo...

―Pero dijiste la verdad primero, y te enfrentaste a él por mí, creo que hiciste mucho ―acaricié su mano. Realmente lo había enfrentado.

―¿Lo extrañas? ―después de todo, había sido su vida entera.

―Es... complejo, me gusta mucho estar aquí, contigo, con tu familia ―su volumen va disminuyendo―, pero al mismo tiempo todo lo que conozco se ha ido... se siente como si me faltara algo.

―Ambos tendremos que aprender a llenar nuestros vacíos ―tenía que soltar su mano, porque dejarla colgando haría que se me adormeciera, pero no quería dejarlo ir. Me incliné, y bajé a su cama, él me hizo espacio, el colchón no era muy grande, pero no necesitábamos de más cuando estábamos así de juntos. Me acurruqué contra él― ¿te molesto?

―No ―esperaba que mis brazos se sintieran tan bien para él como para mí lo hacían los suyos, un refugio de tormenta.

Ojalará fuera tan fácil.

Ojalá mi tristeza se borrara con el pasar de una página como en los libros de dada. Pero aun a mi corta edad sabía que no sería así de simple, es cierto que soy un lobo y mi mundo es un poco más mágico que el de mis compañeros humanos, pero eso no lo volvía un cuento de hadas. Aunque la herida hubiese sido infringida en una noche, si era lo suficientemente profunda no se curaría mágicamente con el beso de un príncipe, princesa o hada, no aquí, en mi realidad, mi dolor no se desvanecería rápidamente solo porque un noble caballero cuidara de mis espaldas. Tomaría tiempo, temporadas de dolor y de calma.

¿Cuántos de sus maravillosos abrazos harían falta?

• • •

Hola, espero que este sea un excelente domingo y todos estén muy bien.

¿Cómo sintieron el capítulo? Fue un poco más largo de lo común (bien, más que un poco).

Sé que varios de ustedes tenían muchas ganas de ver las reacciones de Min-Jun, y lamento que no hubiese más de ellas en este capítulo, claro que tendremos más de Min-Jun en la historia, pero el principal es Rhea, aunque ambos son muy importantes. En este capítulo quería poner en situación más o menos cuál fue la realidad de Min-Jun, pero también la herida de Rhea. Lo cierto es que no sería real para mí que al volver a casa simplemente olvidara lo ocurrido con Mars y «pasáramos la página» muy rápidamente, también sé que eso puede hacer que la historia sea un poco menos atractiva (porque tal vez sea más divertido cuando todo se soluciona algo más fácil), pero para yo estar conforme en esta parte necesito que sea un proceso, y yo los adoro mucho, pero en este caso, la que tiene que estar conforme soy yo.

Dicho eso, trato de contestar los comentarios a penas van saliendo (especialmente en el día de publicación que salen muchos) pero les aviso que hoy tal vez me atrase en responder porque tengo planes de tejer unas cosas así que tal vez mi día esté algo ocupado... pero de contestar contestaré, solo que más lento.

Gracias por leer, comentar y estrellitosear, gracias por seguir acompañándome y por, básicamente, ser geniales. Han sido pacientes y han sufrido bastante, gracias por no abandonar y seguir con Rhea, Min-Jun y conmigo.

SCiel

PD: me levanté con un poco de dolor de cabeza, si se me pasaron más dedazos o cacofonías de lo usual en la revisión matutina, fue por eso. Me disculpo por ello (no se preocupen demasiado, dudo que sea el virus).

Continue Reading

You'll Also Like

7.2K 1K 11
Nunca he sido un santo, de hecho muchos me han denominado cabrón insensible, pero yo me debo al placer, y como comprobarás conmigo, también me debo a...
24.1K 3K 13
Kong miraba discretamente como Arthit brillaba. Con su personalidad tan aburrida, ¿cómo hacer para brillar como él?. Otra historia sorprendente e in...
11.2K 1.9K 19
Cuando los chats privados del deportista Vegas Therapanyakun son filtrados a todo internet, su publicista y representante le ofrecen un acuerdo para...
31.2K 4.7K 50
#2 libro de la Saga Sangre El drama no para y ahora el protagonista que tendrá que asumir el mar de misterio y problemas es Bradly, aquel chico que h...