EN EL ARMARIO (+18↔GAY)

By XimeSenSen

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La historia comienza con una persona huyendo de lo que lo rodea y encontrando finalmente refugio dentro del a... More

ADVERTENCIA.
El chico en el armario.
Cita en el armario.
Pasión en armario.
"Únicamente sexo" en el armario.
Límites en el armario.
Señales en el armario.
Cambios en el armario.
Diferencias en el armario.
Nuevas reglas en el armario.
Apuestas en el armario.
Emociones en el armario.
Cercanía en el armario.
Domando una bestia en el armario.
Soluciones en el armario.
Posesividad en el armario
Dificultades en el armario.
Lujuria en el armario.
Honestidad en el armario.
Intrusos en el armario.
Rompiendo reglas en el armario
Rompiendo corazones en el armario.
NOTA
Arrepentimiento en el armario.
Distancia en el armario (1/2)
Distancia en el armario (2/2)
Malas noticias en el armario.
Reencuentros en el armario

Ocupados en el armario.

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By XimeSenSen


Narrador omnisciente.

El rostro de Stefan acortó toda la distancia, no era algo que deseara hacer, pero con todas sus fuerzas quería poder hacerlo.

Quería y al mismo tiempo estaba aterrado, no estaba preparado para lo que iba a hacer y lo supo cuando ni un poco de aire entró a sus pulmones, para cuando pudo notarlo se encontraba reteniendo el aliento y con una verdadera expresión de rechazo contenida en su cara.

De repente dos dedos de Calem sobre sus labios y lo rápido que esquivó su fallido beso, dejó en un gran estado de confusión a Stefan.

—Nada de besos —sonrió ese dulce chico y el pecho de Stefan sintió un abrumador calor.

—Pero... ¿Qué? Yo puedo romper mis reglas si se me da la gana.

—No... No así —interrumpió, esta vez con una sonrisa ligeramente culpable—. Si tú quisieras, yo sin duda aceptaría, pero no lo deseas... Puedo verlo, puedo sentirlo en todo tu cuerpo.

Llevó uno de sus dedos al pecho de Stefan y lo subió lentamente hasta su cuello, siendo detenido por éste cuando sujetó su muñeca e impidió que siguiera recorriendo su piel.

—Puede que no sepa qué te ocurrir o muchas cosas sobre ti, pero a tu cuerpo lo conozco detalladamente, al no darme mucha información sobre tu vida, todo lo que recolecta mi mente es lo que veo y siento de tu caliente cuerpo... Sabes qué puntos tocar para excitarme ¿No? Pues, yo sé todo eso y más de ti. Te observo atentamente, te siento y pruebo cada parte de ti que me ofreces... —La intensa e involuntariamente seductora mirada del joven se clavó en el iris de Stefan— No intentes negarlo, lo sabría.

—No lo hago —soltó brusco, casi rozando con la hostilidad, demasiado expuesto para su gusto y se cerró completamente—. Puto enano inconformable, no hay mierda que le venga bien. Olvídalo, ya se me fueron las ganas de... —Un sorpresivo beso de Calem en su cuello lo hicieron tensar sus músculos.

—Y-Yo... yo sí quiero... —admitió, mismo que no iba a retroceder al darse cuenta que había acorralando emocionalmente a Stefan y que por ello se puso tan a la defensiva.

Se excedió un poco al decirle todo aquello a alguien tan evasivo y herido como Stefan. Calem pensó en un refrán que su hermano le decía de niño:

"Si en el granero hay un incendio e intentas alejar a un potrillo de las llamas, sujetándolo con fuerza contra tu pecho, de manera repentina y descuidada, éste intentará huir; correrá de nuevo a las llamas para escapar de ti y sin duda morirá ¿Lo comprendes? No puedes intentar salvar a otra criatura tan asustada y cegada de manera brusca... aunque a veces no dejan más opciones. Papá no sabe qué hacer contigo y parece que corres constantemente a las llamas, Calem, deja de hacer locuras como estas. Si algo te pasara, yo... Escúchame, a mí no me importa que me odies, si eres el potrillo cegado estoy dispuesto a utilizar todas mis fuerzas para sostenerte a salvo. No voy a rendirme contigo ¿Estás prestando atención? ¡Deja de distraerte y óyeme que es algo serio!"

En ese momento Marc creía que Calem no lo estaba oyendo y Calem creía que su hermano mayor estaba exagerando. Ambos se equivocaron.

—Ya, hablo en serio... Joder... —Tragó duramente cuando clavó sus dedos en la cadera de Calem y lo hizo soltar un jadeo involuntario, dejando fuera toda su falsa resistencia—. No te rindes, eh.

—No huirás de mí —siseó y Stefan levantó ambas cejas.

—Bueno, no es como si tuviera tanta fuerza de voluntad como para desperdiciar esto, verte tan caliente y deseoso me esta poniendo mucho, diablos —jadeó y su dominante mirada siguió cada movimiento de Calem.

Mientras tanto, éste intentaba no ponerse más nervioso de lo que ya estaba, no quería soltar a Stefan y se aferraría a él a como diese lugar.

La excitación de ambos en ese punto podía percibirse solo con ver la forma en la que se miraban en ese instante. Calem sonrió travieso y a cambio recibió una sonrisa juguetona y rendida por parte de Stefan. Se sintió verdaderamente feliz, aunque no quisiera admitirlo. Que hubiese pensando en él antes que en sus propios deseos, llenó su corazón involuntariamente y le era imposible no bajar sus defensas ante ese joven.

Deslizó sus manos por debajo del pijama de Calem, con deseo y cierta desesperación, percibiendo cómo se retorcía entre sus brazos, cómo cada pequeño sector que tocaba y presionaba parecía arder, quemar a su erótico colega que no paraba de hacérselo saber con sus gemidos.

Miró detenidamente el cuerpo de Calem y estaba fascinado por lo que tenía en frente. Desde sus muslos, pasando por su abdomen y deteniéndose en su rostro, en conclusión: absolutamente todo le gustaba de Calem.

Lo vio sonreírle y cómo tomaba su rostro con ambas manos, acercándose a su mejilla y dejando un beso cargado de deseo y bajando hasta su cuello.

Eso fue una granada de mano para el raciocinio de Stefan, humedeció sus propios dedos y sin ninguna paciencia comenzó a bajar la parte superior del pantalón de Calem con su mano libre.

Ésto pasó desapercibido por lo excitado que estaba en ese momento, pero cuando la mano de Stefan se coló dentro de au boxer un fuerte escalofrío recorrió esa pequeña espalda y se irguió violentamente.

—A-Ah... —No pudo articular palabra alguna, aunque su mirada incriminatoria, sorprendida y algo suplicante hizo sonreír con sorna a Stefan.

—Te haré tragar tus palabras... —Recorrió con su lengua sus dientes, sin dejar de sonreír—. Y otras cosas también.

La espalda de Calem se curvó por la intromisión de el largo y grueso dedo medio del contrario. Comenzó a entrar y salir sin ningún cuidado, disfrutando plácidamente los ruegos ahogados que escapan involuntariamente del joven y los obscenos sonidos que se formaban por su brusco contacto, golpeando una y otra vez ese punto dulce dentro de Calem.

El miembro de Stefan parecía estar en su límite y, para su sorpresa, las manos de Calem jalaron del elástico de su boxer, liberando por completo su erección y rodeándola con sus dedos.

Apoyó su rostro en el pecho de Stefan y comenzó a mover sus manos en esa gruesa y palpitante erección, tratando de calmar su propio calor y perdiendo poco a poco la razón.

Esa caliente respiración sobre su piel, la manera desesperada en la que se retorcía y los movimientos involuntarios de su cuerpo contra los dedos de Stefan, lo estaban viviendo loco y no podía esperar para estar dentro del caliente infierno dentro de Calem.

Llevó ambas manos hasta el firme y redondo trasero de Calem, donde lo levantó de improvisto, quedando su rostro por encima del suyo, con esos grandes ojos miel fijos en el verdegrisaseo intenso de Stefan.

Sin apartar ni un milímetro su mirada comenzó a bajar con lentitud el cuerpo de Calem, invadiendo y expandiendo esa apretada entrada y, al mismo tiempo, deleitándose con la expresión de dolor y placer en el rostro de su colega a escasos milímetros del suyo.

—Ah... S-Stefan... —sollozó con su boca semiabierta mientras su cuerpo sufría leves estamos de placer y su corazón palpitaba a máxima velocidad.

Al oírlo acortó toda la distancia y mordió con cierta violencia el pálido y apetecible cuello de Calem, oyéndolo soltar un grito y descendiendo por completo ese cuerpo sobre su erección, aumentando el grito inicial que escapó de su garganta.

Lo sujetó con fuerza y el tortuoso y excitante vaivén comenzó, enterrándose una y otra vez en Calem, sintiendo sus paredes apretarlo intensamente y sus manos clavándose en la superficie de su piel con desespero.

Ambos brazos se posaron en los hombros de Stefan y su respiración era tan irregular que le costaba siquiera vocalizar.

—T-Tengo que... ah... trabajar, debo ir a... ¡Ah! —Una fuerte embestida lo dejó sin aire y sus ojos se pusieron en blanco casi por completo.

—Quiero hacer un desastre contigo, ¿No puedes faltar hoy? —susurró, estremeciendo al desprevenido Calem.

—N-No... y tú tampoco... Ah... Lo sabes... ¡Mmh! —Gimió cuando la mano de Stefan tomó su miembro y la malicia se formó en sus labios.

—Entonces tendremos que apresurarnos —manifestó altanero y la potencia de sus estocadas aumentaron drásticamente.

Sus jadeos, gemidos y chocar de sus cuerpos podían oírse por toda la sala y luego de intensos minutos la erección de Calem parecía estar en su límite, al igual que Stefan, que de a momentos se sorprendía por los movimientos involuntarios de su colega, como si estuviesen conectados, sincronizados, perfectos el uno para el otro.

tomó el cabello de Calem por detrás y jaló un poco de él, para verlo intensamente mientras lo penetraba fuertemente. Lo miró fijamente y notó cómo la indignación tomó lugar en esa preciosa cara con sus ojos llenos de lágrimas.

Al parecer le dolía mucho cuando jalaban de la parte trasera de su cabello y la dureza con la que estaba siendo penetrado. No lo dudó y sus uñas recorrieron fuertemente ese trabajado pecho, dejando todo su trayecto marcado en él y provocando un gruñido consumido de su compañero.

—Contrólate —masculló adolorido y en su límite.

Apoyó una de sus manos en la pierna de Stefan y la otra sujetándose de su hombro.

—Contrólame —contestó sin un ápice de cordura.

Calem mordió sus labios lleno de lujuria y la ferocidad en la sonrisa salvaje de Stefan hizo que una fuerte electricidad recorriera sus cuerpos de manera casi de manera simultánea.

Aumentó su velocidad e intensidad al darse cuenta que estaban a punto de correrse y efectivamente, Calem se levantó, para evitar que terminase en su interior y Stefan unió ambos miembros, sujetándolos con su gran mano y no bastó que los masturbara unos segundos que se vinieron sobre sus cuerpos.

Luego del fuerte orgasmo, se hizo presente el cansancio y ambos se quedaron en esa posición varios minutos.

Calem miró un viejo reloj en la pared y suspiró.

—No tendremos tiempo para desayunar —sollozó.

—Compraré un café de camino a la empresa, enano quejoso —respondió con diversión y falsa molestia.

Calem intentó levantarse para ir en busca de su prótesis y tomar una ducha, pero los músculos de sus muslos se contrajeron de repente y se sujetó de Stefan.

—Jodido cuerpo erótico que te cargas, 10 de 10, excelente servicio —dijo a modo de burla, pero hablaba en serio.

—Cállate que esto es tu culpa.

—Me halagas.

—Shh, ya, vamos al baño —ordenó hundiendo su rostro en el cuello de Stefan y rodeándolo con su pierna y parte de la otra.

Stefan ya se había acostumbrado a ese lado mimado en Calem y en el fondo le gustaba demasiado que ese chico dependiera de él.

El viaje en auto al trabajo fue corto, ya que la casa de Calem quedaba a pocas calles. Solo se detuvieron a por un café, donde Calem se burlaba de Stefan ya que lo cortaba con demasiada leche y Stefan se reía de Calem por cómo soplaba su café al estar muy caliente.

En la entrada se separaron y por primera vez Stefan lo saludo al irse.

—Nos vemos, androide —soltó, levantando levemente su café y yendo por otro ascensor, por el cual iban los trabajadores de pisos superiores.

Calem recordó que de alguna forma Stefan había logrado conseguir un empleo allí, suponiendo que era un empleado con bastante suerte y se encogió de hombros.

Regresando a su realidad se encontraba en su piso, con Tobías, Camila y Tamara, sus compañeros habituales. Y su adorado jefe en medio del lugar, presentando a la nueva gerente del piso.

Era una mujer joven, de unos veintisiete años, curvas muy pronunciadas, tacones altos, falda y chaqueta de vestir negro, junto a una camisa blanca a juego. Cabello castaño y labios carnosos, sin duda una mujer atractiva.

—Me llamo Samantha Fox y espero poder serles de utilidad —dijo con una sonrisa.

No llegó a terminar de decir su nombre completo, que ya se hicieron presentes cuchicheos entre los empelados: de la "supuesta" forma cuestionable en la que seguramente consiguió su empleo. De lo injusto que era para los candidatos a gerente el tener que aceptarla y muchos susurros más.

Calem la miró, observó a sus colegas y se dirigió a su cubículo. Buscó los papeles que debía examinar y los números a los que debía llamar y eso hizo, centrándose en hacer su trabajo y no prestarle atención a lo demás.

—Es tan hermosa —admitió Toby, ilusionado.

Ya habían pasado varias horas desde su ingreso y parecía bastante eficiente y esforzada, aunque la tensión era obvia, la veían como una aprovechada que solo tenía ese puesto por favores o atajos.

—Tan lejos de tu alcance, pecoso feo. —Se burló Tamara sin piedad y Camila se rió, consolando al pobre joven desde su cubículo.

—Es linda, también su pelo se ve muy bien. Parece que sabe lo que hace también, no es como Vaughan, obviamente, pero no me desagrada —habló Calem, cosa que no solía hacer en conversaciones que no fuesen laborales y sus compañeros los vieron sorprendidos.

—Me parece que es muy amistosa con todos —comentó otro trabajador, mismo que antes era uno de los candidatos a gerente—, les toca el hombro, sonríe de forma coqueta... No sé, siento que todo se le da muy fácil, así cualquiera, ya quisiera yo tener buen culo y ganar todo sin esfuerzo —finalizó molesto.

—Yo tengo buen culo y no me ves de gerente —siseó Calem, altanero y levantando la barbilla, mientras sujetaba el teléfono en su oreja con su hombro y sostenía unos papeles en sus manos— Si fuese algo sencillo, todos seríamos jefes ¿No te parece? —Su contrario abrió los ojos con sorpresa y Camila rió por lo bajo.

—Buen punto —añadió Tamara.

Calem no creía que fuese justo hablar de cuánto se esforzaba o no otra persona, ya que nadie sabía lo mucho que a él le costaba el simple hecho de estar de pie muchas horas y no tenían el derecho de juzgar a los demás sin razón alguna.

Stefan llegó a su piso pensando en Calem, con la comisura de su labio mostrando una lujuriosa sonrisa de lado, misma que se borró al recordar lo que sería de ahora en más su trabajo: un caos.

Iban contra reloj, el ánimo de los empelados era pésimo por la pérdida y el trabajo desperdiciado, esa sensación de derrota podía palparse en el aire y Stefan se detuvo en media del lugar.

Gradualmente todos fueron guardando silencio y lo miraron espectantes.

—Es cierto, —afirmó— ese hijo de puta se cagó en la compañía y en todo nuestro esfuerzo. Esa maldita pasiva chupa escrotos jugó con nuestro tiempo y ahora estamos jodidos —Sonrió lleno de ira y determinación—. Si ustedes creen que esto va a detenerme, déjenme decirles que están en la compañía equivocada.

La cabeza de los del fondo se elevó y fijaron sus ojos en la postura dominante de su gran jefe.

—Yo soy su maldito líder y debí anticiparlo, no pensé que fuese tan jodidamente cínico de arreglar juntas con dos de nuestros grandes inversionistas y conversarlos de firmar con la compañía a la que esa sucia rata chupa vergas fue a trabajar. Nos dejó y antes de hacerlo quiso hundir a todos en el piso de marketing. Sin esos dos contratos, el proyecto Becam en el que estábamos trabajando y preparando su mercadotecnia... se esfumó, tomen estos cuatro meses de esfuerzo, háganlos un rollito y métanselo dónde no les da el sol. Porque nos jodió. —Respiró hondo y su gran tórax se infló.

Seguido apoyó violentamente ambas manos en el escritorio de uno de sus empleados.

— Pero... —sonrió de una forma algo tenebrosa y ni un alma emitió sonido al verlo— Soy el maldito jefe de este maldito piso lleno de bestias sedientas de poder y competitividad, no pienso perder contra esa puta escoria y el que crea que no es posible lograr una campaña publicitaria mejor a la que hicimos en cuatro meses, en los próximos 21 días, que tome sus porquerías y despeje su cubículo, porque no necesito perdedores en mi piso —Todos, en vez de verse intimidados, parecían motivados y feroces.

—Sí, exacto —Lo secundó Kiselev y todo el lugar parecía llenarse de energía competitiva.

—Aunque tenga que cargarme sin ayuda todo el proyecto a los hombros, créanme que lo haré, no dejaré que nadie venga a pisar mi cabeza y quedarme quieto viendo su puto zapato sobre mí. Pero, ustedes son mejor que simples conformistas, si sobrevivieron hasta ahora bajo mi mando, quiere decir que tienen lo necesario para ponerse lado a lado conmigo y levantarse del suelo. Nos romperemos el jodido culo y trabajaremos lo que haga falta estas semanas, para que aquella empresa mediocre quede opacada por nuestra firma, haremos nuestra presentación el mismo día que ellos lancen al mercado su producto, ni siquiera esperarán que tengamos esto bajo la manga y será demoledor si lo hacemos bien.

En ese momento, un esbelto y pulcro hombre, de traje impecable; se detuvo en la entrada del piso, con ambas manos en sus bolsillos y una estructurada postura, oyendo atentamente a Stefan.

—Nuestro objetivo no es competir con empresas "rivales", porque ser rivales significa que están a nuestro nivel y no es así, les mostraremos que traicionar nuestra firma fue su puto mayor error. Somos los mejores del mercado y los únicos que podrán superarnos... seremos nosotros mismos. Somos nuestros únicos rivales. —dictaminó con ferocidad, contagiando al resto su fiereza— ¿Les quedó claro?

—¡Sí, jefe! —Las voces de sus empleados se elevaron una a una y parecían listos para una guerra.

Cristopher, que presenció toda la escena desde la entrada del piso, sonrió levemente y regresó hacia el ascensor, donde se fiel secretario lo esperaba.

—¿Señor? —preguntó Raziel Dally, su secretario, al verlo regresar sin siquiera haber hablado con su hermano.

—No fue necesario, no me necesita ahí. —Peinó su cabello hacia atrás—. No es como si él fuese a pedirme ayuda tampoco, creo que tiene que estar moribundo y cuadripléjico para pedirme a mí ayuda, ese bruto desalineado —rió por lo bajo.

—Confía en que lo hará bien, eso es bueno —contestó Raziel, esquivando la asesina mirada de su orgulloso jefe.

—Siempre excediéndote —articuló, acorralándolo contra la pared.

Sin recibir ninguna expresión por parte de su inamovible y heterosexual empleado, ya acostumbrado a la presencia importante de ese hombre, mientras Cristopher le acomodaba la corbata que se había desajustado un poco, con desaprobación.

—Debe dejar de darle tanta importancia a lo externo, mi señor, a este paso morirá solo y amargado un una impecable e inmaculada mansión solitaria.

—¿Todo estará acomodado y en orden en esa mansión? —Raziel sonrió rendido y Cristopher le devolvió la sonrisa, pero esta era una arrogante y sin compasión— Entonces moriré feliz, las personas son tan simples, descuidadas y desagradables a la vista, sin cuidado por su imagen, tan imperfectos.

Levantó su mano restándole importancia y salió del ascensor hastiado, pero se detuvo en seco al recordar algo... mejor dicho, alguien.

—Aunque... vi algo completamente perfecto, una vez. —Una perversa y altiva sonrisa se dibujo en su cara.

Raziel sintió un escalofrío por primera vez en años y le pidió a buda que iluminara a la pobre criatura en la que su jefe estaba pensando.

Los días pasaban y en el piso de marketing reinaba el trabajo, la falta de sueño, poco humor, compañerismo y competitividad a la vez. Por primera vez todos estaban dejando de lado su individualismo por un fin común. Pero, milagrosamente, lo estaban consiguiendo.

Contrariamente, en el piso de relaciones públicas, se vivía un ambiente de crítica y desinterés, ya que la nueva gerente estaba perdiendo el respeto de sus empelados y no sabía cómo arreglar la situación, ya que no entendía qué sucedía y tampoco tuvo una buena experiencia en su anterior puesto.

Ella había sido ascendida al puesto de gerente meses atrás en la empresa que dirigía Alister, hermano de París y primo de Stefan y Cristopher. Allí, su jefe de piso, quiso aprovecharse de la situación, hostigando y acosando de manera pasiva agresiva a la señorita Fox.

Cada día ir a trabajar se volvía más y más estresante, asfixiante e incómodo, no sabía cómo manejar la situación ya que explícitamente no le había hecho nada en concreto, pero los comentarios y las claras intenciones de su jefe no la dejaban respirar tranquila. Él la había recomendado para gerente y si lo denunciaba por acoso en recursos humanos, la verían como una aprovechada, como si lo botara luego de haberlo utilizado para escalar, cuando no había sido así. Además, al ser tan atractiva y llamativa, le arrojarían la culpa sin dudarlo, como si lo hubiese buscado.

Lo que hizo fue ir directamente con uno de los hijos más poderosos dentro de la compañía: Paris. Su forma de vestir, vivir e incluso peinarse (con su cabello rubio largo hasta la cintura), hacían que el resto de empleados circulara rumores sobre él. Pero, su poder y actitud fiera y aguerrida, digna de un Diederich, impedían que cualquiera le dijese algo de frente.

Ella tomó mucho coraje durante semanas y lo interceptó, donde le rogó al darle sus firmes argumentos, que la cambiara de piso. Pero no había puestos disponibles en la empresa en ese momento, eso la deprimió, pero en vista de la situación Paris decidió hablar con su primo, Stefan, y arreglar un cambio de empleados. Como éste lo ignoró y no quiso hacer trabajo extra, recurrió al CEO de la empresa, su otro primo, Cristopher Diederich.

Llevándose finalmente al jefe de relaciones públicas del piso de Calem a su empresa y dándole a la señorita Fox la oportunidad de escapar de ese insufrible jefe yendo a un nuevo sitio. Ni bien ella desocupó su puesto, Paria tuvo una intensa charla con el hombre en cuestión y le advirtió que si volvía a repetirse sería fuertemente sancionado.

Pero al pasar los días, nada parecía mejora para Samantha, ya no eran las insinuaciones indecentes de si jefe, pero sí el desprecio y juicio de todos los empleados que estaban bajo su cuidado. Esa actitud la desconcertaba, intentaba mantener la compostura, pero sin darse cuenta comentía pequeños errores a causa de la falta de experiencia, inferioridad y nerviosismo que le hacían sentir.

Ella no estaba acostumbrada al desprecio constante y se sintió cada vez menos confiada en si misma, aunque fuese amable, hiciera su trabajo y sonriera, no podía llegar a sus empleados.

No tenía ni un solo amigo en la empresa, Vaughan intentaba hablarle y animarla, pero tenía muchas responsabilidades al ser el nuevo jefe. Por ello comía sola y en au tiempo libre hacia trabajo extra o usaba su móvil, hundiéndose cada vez más en loa hirientes comentarios a su alrededor, que para el cuatro día ya se habían enterado -a medias- del porqué la habían transferido.

Cruelmente la juzgaban sin intentar saber toda la historia y trataban de manera cortante.

Calem, que se negaba a tener amigos en la empresa, decidió sentarse con ella y abrió su bolsa de Doritos, ofreciéndole algunos con una sonrisa.

Stefan estaba tan ocupado que últimamente no podían verse, pensar que ese último "nos vemos" que dijo Stefan sería la última vez que lo oiría en persona, ya que solo se enviaban mensajes o llamadas cortas. Yendo a los armarios solo a descansar, como hacía en un inicio y comenzó a sentirte solo en el almuerzo. Así que decidió saber qué ocurría con la nueva gerente.

Ella aceptó dudosa, ya que era algo nuevo y Calem no solía siquiera estar a la hora del almuerzo.

—Dime ¿Es verdad que te acostaste con alguien para ser gerente? —preguntó Calem, Samantha frunció sus cejas y estuvo por replicar, hasta que vio su cara.

La mirada de Calem decía explícitamente que estaba seguro que no había sido ese el caso. Ella, sorprendida, negó con la cabeza.

—¿Te esforzaste en llegar hasta aquí? —Los ojos de la joven se humedecieron un poco al recordar lo mucho que estudió, se sacrificó y luchó por su trabajo.

Asintió y Calem mostró tranquilidad y enojo en sus facciones.

—¿Entonces por qué dejas que traten de este modo? Hazlos callar, no saben nada de ti, nadie tiene que hablar de lo que no sabe. Te veo muy trabajadora, no paras ni cuando yo lo hago y eso que yo casi nunca me detengo... Así que... enfréntalos. No van a odiarte por hacerte respetar y que no lo hagan no es aceptable. Te deben respeto sin importar qué. Aunque todo fuese verdad, aún así, mercerías respeto, así que haz algo al respecto. —Miró su móvil, sonrió y se levantó, dejando a Samantha sin palabras.

Al día siguiente, ya cinco días desde su llegada, Samantha corrigió un error que cometió Tamara, la compañera de Calem, y no entendía dónde estaba su error. Le discutió de manera asombrada a su gerente y Samantha finalmente logró que viese cuál era el problema. Tamara tenía un timbre de voz fuerte, por eso parecía que discutía con la gerente, pero no fue así y abrió sus ojos al comprender que estaba equivocada.

Un joven a su lado, que vio la situación, siseó "debería volver a su empresa con su novio, en vez de venir con aires de superioridad aquí." A lo que la señorita Fox se irguió y apretó sus puños.

—No. No regresaré a mi anterior empresa —espetó con fuerza—. Porque por muy hostiles y desagradables que sean todos ustedes conmigo, es preferible a ser acosada por mi jefe y tener miedo de reclamar, tener miedo de ser despedida injustificadamente por sus lascivos caprichos, oírlos denigrarme a mis espaldas es mejor que verlo a él comerme con sus repugnantes ojos. Así que no, prefiero estar aquí, porque espero que en algún momento muestren la entereza, madurez y respeto que deberían mostrar a sus iguales y superiores en el trabajo. Esta no es una empresa cualquiera con empleados mediocres, así que no sea esa clase de personas... —Su labio tembló al emitir esa última palabra y Calem se paró delante de ella, aunque con sus tacones lo pasaba de altura.

—Ella, siendo nuestro superior, no abusó de su poder sobre ustedes para humillarlos o degradarlos por lo irrespetuosos e indiferentes que han estado siendo ¿Creen que no podría? Es nuestra gerente y sí, yo quería su puesto, luche por tenerlo y no lo obtuve; eso no me da derecho a hacerla sentir miserable. Y si hubiese obtenido el lugar de gerente, no querría pasar por el infierno que le están haciendo vivir a esta mujer, que no les hizo absolutamente nada.

El silencio reinó en el lugar, donde incluso los que estaban en medio de llamadas quedaron sin habla unos pocos instantes. Vaughan sonrió y esa tétrica mirada hizo que todos se pusieran a trabajar nuevamente.

Sus ojos se apaciguaron al encontrarse con los de Calem y éste tomó a Samantha de la mano, alejándola de los demás, ya que estaba comentiendo con toda su energía las ganas de llorar y sabía que no sería bueno hacerlo frente a todos. Caminó por instinto y la terminó metiendo a uno de los armarios por inercia, donde él hubiese ido si tenía ganas de llorar a solas.

—Creí que íbamos a un baño —rió ella, entre lágrimas.

De repente sus brazos se aferraron a los hombros de Calem, estando en un momento de debilidad y alivio tan grande, lo besó.

El joven se separó roboticamente y pestañeó varias veces, sin dar crédito a lo ocurrido.

—E-Esto... Soy, es decir, gay, sabes, muy gay. No un "quizá" o "estoy explorando", sino siempre muy absolutamente gay... You know... —Hacía ademanes tratando de darse a entender, entre el nerviosismo y la sorpresa.

—Lo sé, tengo ese gaydar instalado en mi software mental desde que mi hermana salió del clóset a los 16 años —sonrió y se vio algo triste—. Pero ¿Te molestaría si nos besamos unos segundos más? como una especie de consuelo... obtener un beso de alguien tan genial como tú sería un gran logro y no me juzgarías luego —admitió— ¿Te daría mucho asco?

—Eh... No creo, esto, no me da "repulsión", pero no me excita en absoluto. No es heterofobia ni nada de eso, pero sabes, nunca besé a una chica porque no me atraen y... —Ella lo calló con un pícaro beso y sonrió.

—Solo por hoy, uno y ya. Promesa de tu nueva amiga de oficina. —Lo abrazó por sus hombros, rozó sus labios y compartieron un sutil beso superficial.

En ese preciso momento se abrió la puerta de repente y un estupefacto Stefan los miró fijamente, sin poder creerlo, en eso su ceño se frunció de sobremanera y cerró con toda su fuerza la puerta, cayendo algunas escobas sobre los dos que estaban allí dentro.

De repente se abrió de nuevo y de un tirón sacó a Calem, cerrando fuerte de nuevo y arrastrándolo hacia otro piso, donde finamente se metieron en un armario más amplio.

—¿Y eso que carajos fue? —recriminó apretando su masculina mandíbula.

—Pues... Ni yo lo sé. Se sintió como si no fuese nada, eso deben sentir las chicas que se besan con sus amigas, supongo.

—No te veo unos días y ya andas de fácil, Dios, no puedo creerlo enano promiscuo —exageraba Stefan con indignación y confusión.

Aunque estaba claro que eran sus celos los que hablaban, ver a la persona que te gusta besando a otra en su lugar secreto y "especial" no le gustaría a nadie.

—¡Ya! Idiota, ella estaba muy triste. —Levantó los hombros como si no fuese nada en absoluto.

—¡Oh joder! Pues no vayas a un maldito asilo para ancianos, porque con todos esos decrépitos tristes ya te imagino baboseandote con las pasas arrugadas sin dientes, llevando felicidad al mundo.

—¡No fue así!

Le explicó brevemente y Stefan con ambos dedos en el puente de su nariz, bufó.

—¿Y por qué te enojas tú? —Ladeó su rostro curioso—. No hicimos nada, sabía que soy gay, tampoco es como si fuésemos... ya sabes, no tuve sexo.

—Porque... pues... No importa, de todos modos eso es algo que yo no puedo darte, haz lo que quieras.

—¿Por qué no das besos realmente? —inquirió, sin poder contenerse.

Stefan apartó la mirada y levantó el rostro, viéndose bastante sombrío

—S-Stefan...

—No quiero hablar de eso —aseveró cortante.

—¿No te haría bien hablarlo con alguien?

Se encogió de hombros y seguía reacio a soltar esa información.

—Entonces... no hay de otra, me quedaré con la duda. —Lo abrazó y Stefan se vio inquieto por la sorpresa—. No me gusta pensar que hay algo que te hace poner esa expresión de tristeza y rechazo, así que cambiemos de tema y muestrame tus lindos dientes.

—Eres un metro de pura bipolaridad —carcajeó y Calem sonrió.

—Lo dice el vikingo indeciso. —Lo vio rodar los ojos y rió— Pero... cuando quieras, cuando estés listo, me gustaría ser yo a quien busques.

—No tengo a nadie más —admitió y el corazón de Calem se oprimió—, a nadie más insoportable que tú, claro. —Se retractó al darse cuenta que habló de más y recibió un golpe en su costado.

—Desagradecido titán sexual sin cerebr... —Lo interrumpió al acariciar su cabello.

Lentamente bajando por su nuca y detener sus grandes manos cerca de su cuello, dejando parte de sus dedos por el interior del cuello de la camisa de Calem; rozando su piel sin ninguna discreción y, al mismo tiempo, parecía acariciarlo con una inusual ternura.

—A veces, todo lo que sale de tu boca es tan pretencioso y cursi que parece guión de novela barata.

—Eres un imbécil, no hay forma en este mundo que una novela te tuviera como personaje principal, eres demasiado pendejo y nadie te leería —Le enseñó el dedo medio, cómico—. Además... no soy material para eso ¿Te imaginas? Las desventuras del protagonista cojo y su colega sexual don vikingo pene desenfrenado.

Le dio un leve golpe en la cabeza y abrió la puerta al darse cuenta que debía volver a su arduo trabajo.

—Enano bocón. —Hizo una mueca—. Yo te leería.

Lo miró sobre su hombro, enseñándole esa gran y fuerte espalda, que lucía cualquier traje majestuosamente y por un momento el corazón de Calem pareció detenerse.

—Lo admitiste, no puedo creerlo, eso quiere decir que soy genial y sí te importo —manifestó con nerviosismo y diversión.

Stefan se tragó sus emociones y lo ignoró, dirigiéndose al ascensor, dejando a un Calem completamente confundido con su corazón latiendo a toda velocidad.

Tomó su móvil y lo llamó, no pensaba quedarse con incertidumbre esta vez.

—Dilo —demandó cuando Stefan cogió la llamada.

—Ya madura, esto me pasa por follar con alguien más joven. —Intentó cambiar de tema.

—¿Te importo? —preguntó de nuevo, temiendo haber ido demasiado lejos, pero no pudo detenerse y quería oírlo.

Stefan apoyó el teléfono móvil en su frente unos segundos y respiró hondo, estando acorralado en un diminuto ascensor que parecía enorme, con espejos en cada dirección, dejándole ver su propio rostro y leve color rojo en él.

Se irguió, soltó el aire y sonrió, recuperando toda su confianza.

—Calem ¿Acaso te enamoraste de mí? —contraatacó al plantear esa pregunta tan delicada en su situación.

Esto se pone buenooo🎶

Bueno, aquí con mis disculpas mensuales jsjjs perdón por tardar y gracias por su paciencia.

Si no hacen el frutifantástico cada tres capítulos o menos no son ellos xd jajaja♥

Los amo, tengan un hermoso día/tarde/noche☘

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