Hace diez semanas finalmente acabaron las clases, lo que significa que en solo dos, inicia un nuevo curso. Me habría encantado regresar para entonces y disfrutar de lo que restaba de vacaciones con mis amigas, pero Ruggero me pidió quedarme un poco más de tiempo ya que pasaría mucho en el que yo pudiera volver a Italia, y cuando él me suplica con esa mirada de borrego que ha sido abandonado por su madre, no puedo negarme.
No perdía nada, y él tenía razón, por eso accedí a complacerlo.
Las cosas con Mateo sí son un poco extrañas por nuestra ruptura. Acabamos mal y como decidí no contarle a Rugge la versión completa, él lo invita a menudo creyendo que quedamos en buenos términos. Tenerlo por casa tan seguido resulta incómodo, sobre todo porque él todavía me sigue mirando de aquella manera que de cierto modo me hace sentir miserable. Y sé que no debería, después de todo, ambos sabíamos que este momento iba a llegar, solo que no así, y después de lo que me hizo yo no puedo mirarlo de la misma manera.
Después de romper, él me llamó más veces de lo que podría considerarse prudente, tanto, que incluso perdí la cuenta cuando decidí bloquear su contacto. Se me hizo insoportable e irónico que nunca antes me buscó tras una discusión y que luego lo hiciera de una manera tan desesperada. Lo ignoré, como era de suponerse, pero el siguiente día de clases no pude huir y tuvimos esa conversación que debíamos tener.
Eso no acabó muy bien, porque yo enojada no soy capaz de emitir bonitos sonidos hacia la otra persona, si lo sabrá Liam.
Tal vez algún día me olvide de todo esto, pero por ahora no puedo. Y aunque le dije que le perdonaba, su traición ha dejado mella en mí y eso no es algo sencillo de olvidar.
Pese a eso, sigo pensando que tal vez eso que pasó ha sido lo mejor para ambos porque aunque lo pasaba bien a su lado generalmente, no me sentía del todo segura ni feliz.
Y sé que el amor no se trata de encontrar a una pieza faltante, sino de que nos apoyemos de tal manera, hasta el punto de entender que no se necesita a otro para sentirse completo, sino saberse completo, para hacer sentir bien al otro.
Recuerdo que mi abuelo solía decir una frase que en su momento no entendía porque mis capacidades de comprender esas palabras eran vagas, pero que ahora toma mucho sentido para mí.
"No soy la media naranja de nadie, yo soy una naranja entera".
Y el sentido de la frase no va más allá del amor propio, de sentirse satisfecho con lo que es uno mismo, con virtudes y defectos. Se reduce a que no se necesita de nadie más para ser completamente feliz, y eso es algo que tengo presente desde que le hallé significado a la expresión.
Solo sé que a partir de ahora, tengo que ser más precavida al momento de entregarle mis sentimientos a alguien. Aprendí algo, y eso es lo importante.
Hoy es el día en que regreso a casa. Mis padres han venido a buscarme hace días y decidieron quedarse una última semana también aquí para pasar tiempo en familia. Me habría gustado recibir otra sorpresa de nombre Juliana, pero esta vez no pasó.
Ahora ya está por ocultarse el Sol y ya que no tengo pensado volver en mucho tiempo, mis tíos, primos e incluso Beatrice, han venido a despedirse. A mi amiga tampoco le conté todos los detalles de lo que pasó con Mateo y solo le dije que rompimos porque yo debía volver. Es lo que todos saben al respecto excepto Juliana, a quien sí le conté lo que pasó realmente.
—¿Por qué no me llevas contigo? —inquiere juguetona mi amiga. Me acerco un poco y pongo mis manos sobre sus hombros antes de hablar.
—Bea, cuando seas una persona perfectamente capacitada y no requieras de mis cuidados las veinticuatro horas del día, te llevaré conmigo —respondo con gracia, ella ríe sin ganas.
Podría parecer exagerado, pero es la persona más dependiente que conozco. Creo que incluso Giovanna es capaz de hacer más cosas por sí misma que ella.
Es tanto su nivel de dependencia, que no es capaz de levantarse de su asiento en el salón para sacar punta a sus lápices o botar la basura que resta al hacerlo, en su lugar, usa el que trae una pequeña caja de depósito integrada. Recuerdo cuando se le estropeó el suyo hace meses, fueron las dos horas más largas de mi vida soportando sus quejas. No fue hasta que un compañero le regaló otro que ella dejó de molestar, y eso porque él tampoco soportaba sus berrinches.
—¿Me estás humillando? Porque eso suena como a que intentas hacerlo —finge decepción, llevando su mano al pecho—. Eres la peor amiga del mundo.
—Me alegra que entonces no me vas a extrañar —me encojo de hombros, ella niega con la cabeza antes de lanzarse a mis brazos.
—Voy a extrañarte demasiado, no me puedo engañar —añade drama a su voz y vuelvo a reír.
—Bueno, bueno, ya basta. Yo también me quiero despedir —se queja Rugge apartando a Beatrice, quien se cruza de brazos infantilmente, mascullando maldiciones en italiano—. ¿Por qué te vas y me dejas? Ya no me amas, ¿verdad? —lloriquea, yo ruedo los ojos.
—Deja el drama y prométeme que irás a visitarme. La próxima vez que nos veamos, va a depender de ti —advierto separándome, él asiente reiteradas veces.
—Me verás más pronto de lo que crees.
—También a mí —habla esta vez Mateo. Le devuelvo una sonrisa forzada y me separo por completo de Ruggero para despedirme de él también, en un intento de mantener mi farsa sin llegar a tocarlo—. Lo lamento, Arya —susurra, yo asiento como única respuesta que pensaba darle, hasta que él vuelve a hablar—. Phillip también quería despedirse, pero al final no pudo venir.
—Dile que le mando besos y que lo llamaré cuando cambie mi número de celular —asiente acongojado, comprendiendo que no tengo intenciones de hacer lo mismo con él.
Me despido de mi familia y después de una que otra lágrima derramada, salimos de casa hacia el aeropuerto. Mi tío Bartolomeo es quien nos lleva junto a mi abuela, mientras mi tía se queda en casa a cuidar de sus hijos, a esos que también voy a extrañar a pesar de haber sido víctima de sus escenas en tantas ocasiones.
Ahora será extraño volver a adaptarme a que solo seamos tres en casa, a vivir la paz que solo conseguía junto a mis padres. Porque sí, la familia es increíble, pero eso de vivir la adrenalina a diario y correr para que no me roben los dulces de la nevera o que Giovanna se lleve mis libretas del instituto, es exasperante.
Este viaje solo me hace volver a casa con una decepción amorosa y con cero ganas de tener hijos.
—¡Al fin! —exclamo con ilusión al cruzar la puerta de casa, mis padres ríen.
Llegamos a la cuidad hace poco más de una hora y durante el recorrido en taxi en el que me mantuve como una niña emocionada por ir al parque, viendo las calles a través de la ventana, no he hecho más que desear llegar a casa.
—Bienvenida —responde mamá sin dejar de sonreír.
Vainilla, la mascota de mi madre, corre hacia nosotros al vernos aparecer y no dudo en tomarla entre mis brazos. Hace mucho tiempo no la veía más que en fotos y es impresionante cómo ha llegado a crecer. Es una pulga a diferencia de los perros de mis primos, pero es mucha la diferencia de tamaño desde la última vez que la vi.
Mientras juego con la mascota, mi papá continúa el camino hacia el piso de arriba con dos de las maletas y mi madre le sigue para ayudar.
—¡Arya, corazón! —escucho la voz de Mariah. Dejo a Vainilla que se va corriendo hacia el patio y me levanto para saludarla.
Mariah ha trabajado con mis padres desde siempre. Ella solo se encarga de hacer alguna que otra cosa relacionada con la jardinería y ayudar a mi mamá con la comida, nada más, mientras la señora Betty se encarga de la limpieza. Mari me ha visto crecer y cuando era niña solíamos pasar tiempo juntas cuando mis padres trabajaban y yo quedaba a su cargo, por eso es inevitable que haya llegado a quererla, tanto como a una abuela.
—¡Mari! —exclamo con los brazos abiertos, mientras camino a su ubicación, ella me estrecha entre los suyos—. Te extrañé.
—También yo, pequeña, todos aquí. Y, ¿qué crees? —dice riendo, en tanto nos separamos, yo sonrío y la miro expectante.
—¿Qué? —hace un eterno silencio de tortura y toma mis manos.
—Ian vendrá la próxima semana —dice al fin y como respuesta, vuelvo a abrazarla.
Ian es su nieto, a quien en realidad ha criado como hijo junto al padre de él porque la madre murió hace algunos años. Cuando él nació, en realidad. Es tres años mayor que yo y bastante guapo, tanto, que recuerdo haber tenido una especie de enamoramiento hacia él hace algunos años, antes de que se fuera a vivir con su papá y nuestra comunicación haya decaído.
Lo considero un buen amigo. No puedo decir que el mejor porque ese lugar es de Ruggero, pero sí es un muy buen amigo. Lamentablemente creo que nuestra relación se ha apagado un poco por la distancia.
—Dime que no estás mintiendo, Mariah —suplico tomando sus manos, ella vuelve a reír y niega con la cabeza.
—No estoy mintiendo, corazón, y me ha dicho que tiene muchas ganas de verte. Tiene una noticia para darte.
—¡Mariah, eso es genial! Me muero porque el día llegue —brinco con emoción, ella vuelve a reír.
—Sí, solo espera unos días más y mejor ve a descansar —besa mi mejilla y se separa para coger una de las maletas que ha quedado abajo.
—Sí, abuela —digo como queja. Ella da media vuelta hacia las escaleras que sube riendo con la maleta en brazos.
Dormí mucho durante el camino, y aunque no estoy tan cansada, no tengo planes de desempacar aún, así que mejor aprovecho de enviarle un mensaje a Juliana para hacerla venir más tarde.
Ninguna de mis amigas sabe que volvería hoy, y también le hice prometer a Ruggero que no dijera nada si Yulia le preguntaba, así que tengo una buena oportunidad para darle una sorpresa. Pido el celular prestado a mi mamá y le digo a mi amiga que venga, haciéndole creer que decidí quedarme un año más en Italia, luego de eso, subo a ducharme y a descansar un poco mientras espero a que llegue.
—¡Oh, mierda, no puede ser! —escucho un grito que me obliga a incorporarme en la cama, sobresaltada. Juliana me ve desde la puerta, paralizada por la sorpresa, y al reaccionar, salta sobre mí.
—¡Hey! ¿Acabo de llegar y ya quieres matarme? ¿Por qué no me das amor puro y sincero? —me quejo, ella ejerce más fuerza sobre mi cuello.
—Cállate, no tienes idea de lo mucho que te odio por haberme mentido —río, y esta vez soy yo quien ejerce presión sobre su torso—. No vuelvas a irte, ¿okey? Jamás vuelvas a dejarme sola.
—Sí, sobre eso —digo seria, ella se separa para mirarme con preocupación.
—¿Qué?
—Yul, yo... Solo vine por unos días —muerdo mi labio inferior esperando su reacción, ella niega con la cabeza, con los ojos cristalizados.
—No, pero... ¿Por qué?
—Me gusta allá.
—Pero es que... —se interrumpe por mi risa. Limpia la pesada lágrima que ha escapado de su ojo izquierdo y me observa con el ceño fruncido—. ¿De qué mierdas te ríes, estúpida?
—¡Oye, cálmate! —me quejo ante su insulto—. No voy a irme, te volví a engañar —digo riendo, pero me arrepiento cuando su puño va a dar con fuerza en mi hombro izquierdo—. ¡Hey!
—Eso es para que dejes de ser tan estúpida —se queja nuevamente y vuelvo a reír.
—¿Desde cuándo eres tan sensible?
—Cállate, o te irás a Italia otra vez, pero convertida en cenizas —amenaza con seriedad, yo suelto una carcajada.
—Eso de las amenazas es mío, no te pases —mofa, pero vuelve a abrazarme. Ella solo es capaz de darme amor.
Durante su visita, nos ponemos al día de todo lo que ha pasado y que no habíamos tenido tiempo de contarnos, le cuento a detalles mi ruptura, ella me cuenta de la suya con Jackson después de que ha rechazado tener relaciones con él y ahora ha estado evitándolo, lo cual requiere una celebración de mi parte. También le hablo de la futura visita de Ian, cosa que también le ha emocionado bastante, y aprovecha de otras personas sobre quienes no le pedí información.
Horas más tarde se marcha a casa con los dulces que traje para ella y su familia, yo me aseo y bajo a cenar con mis padres para después pasar un rato disfrutando de mi guitarra que ha estado abandonada por tanto tiempo.
Espero que este sí sea un buen año.
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¡Ya regresó nuestra cabezota y tenemos nuevo personaje! ಥ‿ಥ
Todo muy bien, seguro que este te hará sentir mucho también, y no podré asegurar si es bueno o malo. Ya se acerca lo bueno y estoy emocionada. ʕ´• ᴥ•̥'ʔ
Abracitos. ʕっ•ᴥ•ʔっ