Sweet hope; Camren GiP

By softidsavre

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Mi nombre es Camila Cabello y siempre he tenido mala suerte en el amor. No sé por qué, sólo... siempre la ten... More

Prologo
Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 21
Capitulo Final
Epílogo
capitulo extra

Capitulo 20

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By softidsavre

:(
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Lauren

Mientras lijaba la curva final de la mano, y después lavaba el mármol de Carrara con agua, di un paso atrás en la orilla del río y suspiré.

Esta ya era mi pieza favorita.

Había trabajado todo el día durante la semana pasada para conseguir terminar esto, nunca había conseguido completar una escultura tan rápidamente, pero no tenía elección.
Tenía que sacar la imagen de mi cabeza y colocarla en el mármol... necesitaba esta pieza para poder verla siempre. La necesitaba para completar mi primera exhibición. Era el final perfecto para el viaje que Camz había creado.

A medida que el viento de la tarde soplaba a mí alrededor, cubrí la escultura con su lona,asegurándola al zócalo y envié un mensaje a Vin de que la había terminado. Sólo él sabía que la iba a añadir a la exposición a última hora. Tenía las tablas de texto hechas en privado, la tabla del título, el telón de color del fondo y todo lo que necesitaba para hacer esto perfecto.

Un pitido llegó desde de mi celular, era Vin diciéndome que estaba en camino con sus hombres. Le dije dónde estaba y que estaría fuera. Más que eso, confiaba en él para lograr colocarla en la galería.

Vin me aseguró que todo estaría bien y que Camz nunca sabría de la escultura hasta la noche del estreno. Era mi sorpresa para ella.

El regalo de mi alma para la suya.
Entrando en mi estudio, sonreí a la ropa de cama todavía echa un desastre. Cada mañana habitualmente despertaba y hacía mi cama antes de cualquier cosa. Años de estar en prisión me dieron hábitos demasiado difíciles de quitar. Pero después de anoche, después de hacer el amor con Camz anoche, ella me decía que me amaba una y otra vez en mi oído mientras nos veníamos juntas... yo no me atreví a cambiar nada.

Viendo las llaves del Camino en el puesto de trabajo, me acerqué, las recogí, así como mis cigarrillos y me dirigí a mi auto. Los nervios estaban destrozando mi estómago. La idea de contarle a Dinah y a Taylor todo sobre mis esculturas; más que eso, acerca de mi apertura mañana por la noche me hacía casi vomitar.

¿Qué diablos pensarían? Yo. Una escultora con su propia muestra en un verdadero jodido museo.

Una ola de algo nuevo me golpeó mientras me imaginaba sus reacciones. Felicidad... alivio, emoción... orgullo. Joder, eso era; quería que estuvieran orgullosas de mí. Quería que ellas finalmente me vieran como algo más que su hermana mayor, quien sólo había mostrado habilidad para vender cocaína.

Mientras pasaba a través de las calles de Seattle, pensé en cuando Camz me dijo que estaría fuera para hacer su próxima comisión después de mi presentación. La idea de no tenerla a mi lado todos los días hacía que cada parte de mí doliera jodidamente.
Quería que se quedara. Quería que se quedara aquí en Seattle conmigo.
Tenía que encontrar una manera de hacer que ocurriera. No podía dejarla irse. Habíamos llegado condenadamente demasiado lejos.

Mientras me acercaba a la casa de Dinah, los nervios volvieron a hacer que mis manos temblaran. Me reí por estar tan nerviosa. Era una maldita cobarde.

En cuestión de minutos había estacionado el Camino y entré por la puerta delantera... entonces me detuve inmediatamente al ver a Taylor y Dinah sentadas en las escaleras, con mi bolsa llena de ropa colocada a sus pies.

Mis dos hermanas tenían sus cabezas gachas, pero cuando oyeron la puerta abrirse, Dinah levantó la mirada, con una expresión pétrea en el rostro.

—¿Qué es todo esto? —pregunté, sintiendo la temperatura en la sala caer unos diez grados.

Dinah se puso de pie y caminó hasta situarse en la parte inferior de las escaleras, con los brazos cruzados sobre el pecho.

Cuando sus ojos se encontraron con los míos sólo pude ver dolor en ellos. Casi me adelanto para envolver mi brazo alrededor de sus hombros para preguntarle qué le pasaba, pero la manera jodida en que me estaba mirando me mantuvo clavada en el suelo.

Dinah levantó el pie, y lo apoyó en la parte superior de mi bolsa.

—Fuimos al mercado de pescado esta mañana, Laur, en el que tú dijiste que estabas trabajando.

La sangre se drenó de mi rostro.

—Sí, Laur. El mercado en el que los gerentes no tenían ni puta idea acerca de quién estaba hablando.

Dinah miró a Taylor. Taylor mantuvo la cabeza baja, agarrando su cabello con sus manos.

Abrí la boca para explicar, pero...

—Yo no podía creerlo, Laur, así que fui a todos los mercados que pude encontrar. En ninguno de ellos te conocían. Ninguno de ellos. Uno de los hombres recordó haber visto a alguien de tu descripción. Dijo que pensaba que te había visto dando vueltas, pero de seguro como el infierno que no estabas trabajando.

Dinah peinó su cabello rubio, sus ojos estaban brillantes. Encontrando de nuevo mi mirada, dijo:

—Pensé que tenía que haber algún error. Tenía que haberlo, porque mi hermana había cambiado. Había salido de prisión cinco años antes y estaba haciéndolo muy bien. Era una persona diferente de la que solía ser, de la inflexible Heighter. —Respiró entrecortadamente y su rostro enrojeció de dolor.

Di un paso adelante.

—Yo...

—Luego llegué a casa, jodidamente discutiendo conmigo misma por lo que rezaba que no fuera cierto, y entré en tu habitación, esperando que estuvieras allí para explicar toda esta mierda. No estabas, como siempre. Así que empecé a buscar en tus cosas, buscando alguna razón por la que me mentirías. ¡Nos mentirías a todas nosotras durante estos malditos meses!

Dinah metió la mano en el bolsillo trasero de sus vaqueros y sacó la segunda bolsa de coca que había comprado después de su partido. Debí de haberla dejado en mis pantalones vaqueros.

Mi estómago cayó, y al instante supe lo que ellas estaban pensando.

—¿Estás traficando de nuevo, Laur? ¿Después de todo? —El rostro de Dinah se contorsionó en una mezcla de ira y dolor. Tiró la bolsa de coca a mis pies.
Luché por respirar mientras la miraba. Mientras miraba hacia arriba, Dinah estaba mirándome, toda la ira desaparecida, simplemente aplastante decepción en su rostro. Pero no podía hablar. No podía conciliar en mi cabeza cómo había venido aquí hoy para decirles acerca de mi exhibición, y en lugar de ello, que mis hermanas pequeñas me estuvieran pidiendo explicaciones de por qué no estaba en el mercado, por qué tenía esta coca. Y Por supuesto ellas inmediatamente pensaron lo peor.

Dinah de repente empujó la bolsa de lona a mis pies.

—Vine a verte hoy para decirte que vas a ser tía, una Zia, Laur. Normani está embarazada. Lo hemos estado intentando durante dos años, pero debido a los daños en su cuerpo a causa de su anorexia, no estábamos seguras de sí seríamos capaces de tener niños.
Ella me despertó esta mañana para decirme que iba a ser mamá. Una puta mamá, Laur. Contra todo pronóstico, vamos a tener un bebé. Es un puto milagro... y las únicas dos personas a las que no podía esperar para decírselo era a ti y a Tay.

Mi corazón latía más rápido... Dinah iba a ser mamá.

Una maldita sonrisa por la emoción se asomó a mis labios, pero Dinah no la vio, estaba demasiado ocupada mirando el suelo.

—No puedo tenerte aquí más, Laur. Tengo cosas más importantes que considerar ahora que a ti. —Sus ojos oscuros se encontraron con los míos— Necesito que te vayas. No puedo tener a mi bebé, a mi esposa, arrastrada a todo el tráfico y la mierda de pandilla... mi hijo va a tener una vida mejor de la que nosotras tuvimos... ellos tienen que estar a salvo. Todos tenemos que estar a salvo.

Taylor levantó su cabeza, sus ojos inyectados en sangre, con el rostro pálido corrió por las escaleras.

—Tay... Puedo exp...

Taylor se detuvo de inmediato en la escalera, pero no miró hacia atrás.

—Me juraste que no harías nada que te alejara de nosotras otra vez. Te dejé entrar, te abrí mi corazón de nuevo, ¡y tienes que arruinarlo todo! Te dejé entrar, Laur... y ahora te he perdido otra vez... —exclamó, y desapareció de la vista. Dinah me dio la espalda y caminó detrás de Taylor.

Sintiendo temor real corriendo por mis venas, me adelanté y dije:

—Di... —Pero mi pie aterrizó sobre la bolsa de coca, reventando la maldita cosa y esparciéndola por todo el suelo.
Dinah, oyendo la bolsa desgarrarse, suspiró y, sin mirar atrás, dijo:

—Sólo vete, Laur. Sólo vete, maldita sea...

Todo mi cuerpo se heló ante lo frías que esas palabras sonaron viniendo de su boca. Miré hacia abajo, al lío de coca a mis pies y no sentí más que vergüenza... vergüenza de que hubiera tenido un momento de debilidad y comprara esa coca hace semanas.
Pero estaba tan jodidamente enojada de que no me hubieran escuchado. Ellas ni siquiera me dejaron hablar, mierda.

Volviendo sobre mis talones, dejé mi bolsa de ropa donde estaba y jodidamente corrí fuera de la casa, con mi cabeza dando vueltas.

¿Qué diablos estaba pensando al volver aquí?

Había terminado. Tan jodidamente terminado con tratar de hacer la mierda correcta.

Conduje mi Camino rápido a través de la lluvia, una mierda perfecta reflejando mi estado de ánimo, y me dirigí a mi estudio. En mi prisa por decirle a Dinah y Taylor sobre mi arte, no había traído nada conmigo, ni siquiera mi maldita billetera o el celular. Estaba buscándolos y luego saliendo de la mierda de Seattle. Y quería que Camz viniera conmigo. Sólo ella, yo, y el puto Camino.

Dejando que la música heavy metal de mi equipo alimentara mi creciente rabia, no me di cuenta durante unos cuantos kilómetros del auto negro que me estaba siguiendo. Con el ceño fruncido, mi sospecha volvió, me metí por algunas calles al azar para ver si me seguía, esta vez lo hizo.

Sintiendo mi pulso elevarse, entrecerré mis ojos y subí la velocidad. El auto siguió, su parachoques casi tocando el mío.

—Mierda —susurré en voz baja. Sólo había un hijo de puta que estaría detrás de mí de esta manera: Remo.

¡MIERDA!

Saqué mi auto para estacionarlo en una calle tranquila, sentí un nudo en mi estómago cuando me di cuenta de que era él. Estaba aquí por mi sangre. La fuerte lluvia rebotó en mi parabrisas como balas, corté la música, con los ojos pegados en mis manos.

Siempre pensé que moriría a manos de mi pandilla. Pero lo que me estaba destrozando justo ahora era imaginar a Camz. Ni siquiera podía llamarla para
decirle adiós. ¡MIERDA! Había puesto mi mierda junta, finalmente haciendo algo de jodido avance en mi vida... y ahora...

El sonido de la puerta de un auto abriéndose me hizo sentarme más derecha, y, por primera vez, sentí miedo. Miedo real. Hoy tenía algo que perder, la idea de dejar atrás a Camz, me aterrorizaba jodidamente.

Empujando para abrir la puerta de mi auto, salté del auto justo a tiempo para ver a Remo Marino pavoneándose en mi dirección. Parecía mayor. Había aumentado de peso, ganó arrugas en su rostro, pero él seguía siendo la misma mierda intimidante que siempre había sido. Mi estómago cayó... Este hijo de puta me había estado siguiendo durante días.

Me mantuve firme y observé como los labios de Remo formaban una sonrisa.

—¡Joder, ragazza! —dijo, fingiendo una risa y sonriendo—. Casi no te reconocí con el jodido cabello largo cubriendo tus tatuajes de los Heighter en tu cuello. Me ha tomado unos días asegurarme de que la pista que me dieron no era una mierda. —Hizo un gesto con la mano hacia mí—. ¿Y tú stidda, Laur? ¿Perdiste eso también? —Asintió en señal de aprobación—. Hiciste un buen trabajo en ocultarte de mí. Casi me tenías pensando que mi informante estaba equivocado. Pero cuando vi a Dinah y a Tay de nuevo, supe a ciencia cierta que eras tú.

Mostrando mis dientes hacia él al mencionar mis hermanas, escupí:

—¿Qué coño estás haciendo aquí, Rem?
—Remo dejó caer su sonrisa come mierda.

—Estoy aquí para cobrar la deuda de mi familia, ragazza. Ya sabes eso... deberías haber estado esperándolo. Conoces el código de la calle: sangre por sangre.

—Estás huyendo, Rem, buscado jodidamente por todo tipo de delitos, aun así, ¿viniste hasta aquí por mí? Los federales te habrán rastreado al cruzar los límites estatales. Estarás preso de por vida.

Remo extendió sus manos.

—Ya estoy con tiempo prestado, Laur. Voy a estar preso el resto de mi vida...
¿qué es un delito más cuando no hay posibilidad de liberación de todos modos?

Los ojos de Remo se estrecharon mientras se acercaba a mí.

—Pero tú, tú asesinaste a mi primo. ¡A tu condenado mejor amigo! ¿Cómo pudiste, ragazza? Gio malditamente te amaba.

—Estaba protegiendo a mi familia —le dije tensa. Remo incluso asintió como si lo entendiera.

—Lo entiendo. Y ahora yo estoy vengando a la mía.

Nos miramos el uno al otro bajo la lluvia durante lo que parecieron horas, cuando de repente, Remo me atacó, conectando su puño con mi cara, antes de que me tumbara contra mi auto. Arreglándomelas para alejarlo, lo golpeé en respuesta, Remo me enfrentó con la sangre corriendo por su rostro. Él sonrió y se me heló la sangre. El bastardo estaba loco.

Corriendo hacia adelante, nos arrastramos hacia el medio de la carretera, fui a golpear la cara del hijo de puta de nuevo, cuando el sonido de un arma de fuego disparándose sonó a través de la noche.

Por un segundo me quedé quieta, sólo mirando fijamente a Remo que estaba delante de mí... entonces mientras mis ojos viajaban hacia abajo, vi una pistola en su mano tendida, su arma con el cañón presionado contra mi estómago. Un repentino dolor agudo se deslizó a través de mi estómago robando mi aliento y la sangre comenzó a empapar mi camisa. Remo dio un paso atrás, y levantando mi mano hasta mi estómago, la aparté y vi brillante sangre roja recubriendo la palma. Mis piernas se doblaron debajo de mí y golpeé sobre el asfalto.

El sonido de sirenas sonó en la distancia, mientras Remo se paraba por encima de mí y escupía mi rostro. Mis pulmones se sentían como si estuvieran vacíos mientras trataba de levantarme... pero no podía mover las piernas.

—Sangre por sangre, Laur —dijo Remo de nuevo y desapareció de mi vista.
Colocando la parte posterior de mi cabeza plana sobre el pavimento, me quedé mirando el cielo gris, litros de lluvia golpeando sobre mi cuerpo. Imágenes de Dinah y Taylor pasaron por mi cabeza y sentí mis ojos escocer con las lágrimas.

Nunca las vería otra vez... nunca llegué a decirles una vez más cuanto jodidamente las amaba...

El tiempo pareció detenerse y mis pensamientos derivaron de nuevo a cuando éramos niñas. A una promesa que le había hecho a mi mamma... Yo estaba reviviéndola como si fuera ayer...


***
"Dormi, Dormi, O Bel Bambin..."

Taylor yacía en mis brazos, envuelta en su manta azul desteñida, sus grandes ojos grises mirándome mientras me balanceaba hacia atrás y adelante en el suelo del dormitorio. Tranquilamente, canté su canción de cuna favorita, una canción navideña, una que siempre la calmaba, una que la ayudaba a relajarse y olvidar este mundo horrible durante un rato.

"¿Perche piangi, o mio tresor?
Dolce amor, dolce amor, Fa la nanna, o caro figlio, Tanto bel, tanto bel, Fa la nanna, o caro figlio."

Cuando terminé la última estrofa, escuché su suave respiración y suspiré.
Inclinándome, presioné un beso en la suave frente de mi hermanita.

Finalmente estaba dormida.

Tomando un gran respiro, me apoyé contra la pared de mi habitación y sostuve a Taylor apretadamente en mis brazos. Mientras miraba su rostro dormido, cerré los ojos y le recé a Dios para que todo este miedo terminara pronto. Que papá dejara de venir a casa ebrio, que dejara de golpear a la mamma... y así él dejaría de intentar callar a Taylor porque no podía soportar que llorara.

Todas las noches traía a Taylor a nuestra estrecha habitación. Todas las noches la bañaba, le daba de comer, la cambiaba y la mecía hasta dormirla cantándole una canción de cuna... todo eso para que mi mamma pudiera evitar que papá la lastimara cuando viniera golpeando la puerta, buscando una razón para pelear.

Le rezaba a Dios cada noche para que un día papá simplemente dejara de venir a casa. Que nos dejara solas así podríamos vivir en paz.

Justo cuando me permití relajarme, el ruido de pasos vino a través del angosto pasillo, y un segundo después, Dinah entró corriendo por la puerta. Su rostro estaba sonrojado y sus ojos marrones oscuros muy abiertos. Cada parte de mí se congeló y escuché la puerta principal cerrarse de un golpe.

—Está de vuelva —dijo Dinah, luchando contra su miedo. Sólo tenía ocho años, yo tenía once y Taylor, sólo unos meses—. Y está verdaderamente ebrio esta noche. Lo vi balancearse por el camino del parque. Estaba gritándole a todo el mundo.

Mi estómago cayó y, mirando a Taylor otra vez, gruñí cuando escuché a la mamma gritar desde la otra habitación.
Los ojos de Taylor se abrieron de golpe con el ruido y su carita se arrugó cuando comenzó a llorar en mis brazos. Mi mirada encontró a Dinah, quien estaba congelada en la puerta.

—Llévate a nuestro Sorella —ordené.
Corrió hacia adelante y tomó a Taylor de mis manos, y se dejó caer en nuestra pequeña cama compartida.

Un ruido sonó en el cuarto de estar y Dinah me miró, las lágrimas también caían de sus ojos. Lucia tan indefensa que se atragantó con un nudo en su garganta.

—Él va a lastimarla otra vez, ¿verdad? —dijo con voz temblorosa—. Luego nos lastimará.

Tomando una respiración profunda, dije:

—No lo hará. Lo juro. —Señalé a mis dos hermanitas sentadas perdidas y asustadas en esa cama y dije—: Cuida de Tay, ¿está bien? Intenta mantenerla en silencio.

Dinah asintió mientras dejaba la habitación, cerrando la puerta. Mi corazón latía rápido en mi pecho, cuando los gritos de mi mamma vinieron por el pasillo. Podía escuchar a mi padre maldiciendo y a mi mamma rogándole que se detuviera. Cuando alcancé el final del pasillo, vi a papá sujetando a Mamma contra el suelo, su rostro estaba ensangrentado mientras intentaba con sus manos alejarlo.

Los ojos de ella estaban cerrados, pero como si pudiera sentirme de pie allí mirando, se abrieron. Su mirada encontró la mía y negó lentamente. Sabía que quería que me fuera, sabía que quería que corriera y me escondiera. Pero no podía. Él estaba lastimándola, y sabía que iría a por mis hermanas después. Tenía que protegerlas. Debía hacer que quisiera solo golpearme a mí.

Taylor gritó desde nuestro dormitorio justo cuando papá pateó a Mamma en el estómago. Escuchando el llanto del bebé, mi padre se dio la vuelta, con su rostro furioso.

—¡Esa maldita niña! —Arrastró las palabras dirigiéndose hacia mí. Iba por mis hermanas... no podía dejar que llegara a mis hermanas.

Dando un paso adelante, mi padre me vio e intentó apartarme del camino.

—¡Muévete! —gruñó. Pero no lo hice.
Miré a mi madre jadeando por aire en el suelo, su cuerpo enroscado, escuché a mi hermana pequeña llorando en la habitación, y escuché a Dinah rogándole que se detuviera.

Encontrado los ojos oscuros de papá, intentando no temblar, di otro paso adelante y observé una lenta sonrisa esparcirse en su rostro. Sin palabras. Sin decir nada levantó su puño y golpeó mi rostro. Sin una palabra me levantó del suelo y me arrojó contra la pared, quebrando con mi espalda el frágil yeso.

Intenté bloquearlo. Me enfoqué en mis hermanas y mi mamma llorando... me enfoqué en que papá me usara como un saco de boxeo para que no se acercara a ellas.

No supe cuánto duró esta paliza, pero se sintió como una eternidad. Finalmente, la respiración de mi padre disminuyó y sus golpes se volvieron débiles y lentos. Me arrojó al suelo y pude probar la sangre en mi boca.
Yací quieta, rezando para que éste fuera el final de su ira, cuando la puerta se abrió y se cerró de un golpe.

Se había ido... al menos por ahora.

Mia cara —gimió mamma y sostuve mi cabeza lo suficiente para verla levantarse. Usando mis manos, me puse de pie y me moví a través de la pequeña habitación para ayudarla a caminar.

—Ayúdame a llegar a mi habitación, mia cara —dijo en un susurro y, envolviendo mi brazo alrededor de su cintura, la ayudé a entrar a su habitación y en la cama.

Fui al baño y humedecí una toalla, llevándola de vuelta para limpiar la sangre de su rostro.

Mientras limpiaba su labio hinchado, levantó su mano temblorosa para pasarla por mi rostro. Me estremecí cuando las puntas de sus dedos tocaron un corte en mi mejilla y las lágrimas cayeron por su rostro.

—Lo siento mucho, mia cara, —dijo dolorosamente, pero yo negué.

—Está bien, mamma, no estoy herida.

Una sonrisa triste tiró de sus labios y sus dedos pasaron por mi cabello.

—Una chica tan valiente. Estás herida, aun así no muestras miedo o dolor.

Alejé la toalla de su labio así no sentiría mis manos temblar. No quería que supiera que estaba asustada... que mi rostro dolía.

—No estoy herida, mamma. Lo juro.

Mamma me observó en silencio y, todo el tiempo que lloró intenté no llorar también. Sabía que si lo hacía, rompería su corazón... ella ya estaba lo suficientemente triste.

Sólo quería hacerla sonreír otra vez. Extrañaba su sonrisa.

—Ahí tienes, mamma, estás limpia ahora, —dije y la mamma se recostó en su cama, sosteniendo su estómago magullado, pero sus ojos tristes nunca dejaron los míos. Me volví para al baño a limpiarme cuando se estiró y tomó mi brazo.

Cuando miré hacia atrás, ella dijo:

Lauren, mia cara, no tienes que ser siempre tan dura, tan fuerte.

Observando a mi madre rota en la cama, dije:

—Pero tengo que serlo. Tengo que protegerlas a ustedes de papá sin importar como.

La mamna gimió flojito.

—Ese no es tu trabajo, mia cara.

No dije nada y el remolque se quedó en silencio. Pero entonces escuché a Dinah cantando silenciosamente la canción de cuna favorita de mamma a Taylor y asentí.

—Sí, mamma. Este es mi trabajo. Necesito cuidar de todos ustedes, y prometo que siempre lo haré... Nunca dejaré que alguien las lastime a ti o a mis hermanas otra vez. Siempre las mantendré a salvo...

***
Unas gruesas lágrimas cayeron por mis mejillas, mezclándose con la lluvia fría mientras ese recuerdo se reproducía en mi mente.

Siempre las mantendré a salvo...

Mientras pensaba en Dinah y Taylor, me sentí de pronto en paz. Sin mí, estarían a salvo. No habría más vínculos con nuestro pasado. Sin mí, la nueva familia de Dinah estaría a salvo y Taylor ya no sentiría más dolor.

Siempre las mantendré a salvo...

Sonreí mientras la lluvia caía más fuerte. Finalmente lo había hecho.
Finalmente estarían a salvo.

Cerrando mis ojos, el entumecimiento se apoderó de mí. Vi a Camz con la barbilla en su puño, su cabello suelto a un lado mientras sonreía en la cama. Le agradecía malditamente a Dios cada segundo que ella estuvo conmigo... que la había tenido, incluso si fue por poco tiempo. Al menos llegué a sentir como era ese tipo de amor, incluso aunque fuera por un breve momento.

Intenté aferrarme a la visión del rostro de Camz, hasta que ya no pude aferrarme a la imagen... hasta que todo se desvaneció en la nada.

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