Canela ©

By Karo_lovegood

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[COMPLETA]. La conocida teoría de los polos opuestos atrayéndose cierta vez toma poder en las relaciones, pe... More

Sinopsis
1. Un gran día
2. Es tu día
3. Piojo
4. No quiero un castigo
5. El idiota que ella dice que soy
6. Mi esencia favorita
7. No quiero ser más una niña herida
8. Ya no me odies
9. Cálmate, piojo
10. No puedo verla en todas partes
11. Estar enamorada de ese imbécil
12. No soy como él
13. No se trata de un juego
14. Es nuestra mesa
15. ¿Bailamos?
16. Está llena de sorpresas
17. Algo imposible
18. Pausa a tu juego
19. Canela
20. No gracias, Hestia
21. No es mi chica
22. ¿Nos llevamos bien?
23. Preocupada por la cuerda
24. Lo que sea por ti
25. Marcando territorio
26. Carterista
27. Esa cita
28. Tic-toc, linda
29. Hay otro chico
30. Lo admito
31. Yo siempre gano
32. Es fácil confiar cuando se trata de ti
33. Siempre vuelvo a pensar en él
34. Alguien se ha enamorado
35. Feliz navidad, Bonetti
36. Es la chica de la fiesta
37. Aida
38. Parte de la rutina
39. Eres la novia de mi hermano
40. Idioma Miller
41. "Quiero hablarte de algo"
42. Un fracaso
43. Naranja entera
44. Es su canción
45. Caramelo de ajo
46. No volveré a cruzarme en tu camino
47. ¿Mi novio?
48. Aliens, por favor, abdúzcanme
49. La copia exacta de James
50. Orgullo personificado
51. Maltrato animal
52. Supersticiones de abuela
53. Lunática
54. Ya tenías uno
55. Solo... un pedacito
56. Eres un osito panda
57. ¿Está soltero?
58. ¿Puedes abrazarme?
59. Es un mal chiste
60. Orangutanes cínicos
61. Te prometo que te quiero
62. No todo podía ser perfecto
63. ¿Mis ojos mienten?
64. Los planes para mi muerte
65. No puedo seguir engañando a ambos
66. Jugar a la casita
67. Su humor, mi enemigo
68. Su enamorado es Liam
69. Lo que ambos sentimos
70. Hay muchas formas de amar
71. Nuevamente lo detesto
Extra: Chrisand
72. Me haces daño
73. Jodidamente manipulable
74. Soy un títere
75. Sinónimo de dolor
77. Te quiero conmigo
78. Eres más que eso
79. Criadero de anfibios
80. Huele a canela, así como tú
81. Piezas similares de un puzzle
82. No estoy enamorado de ti
83. No pienses que te esperaré toda la vida
84. Un panda colgando de tus llaves
85. También el mar es muy cambiante
86. Que me pruebe lo que quiera
87. El final de nuestra canción
88. Tu apodo en mi café
89. Aún no termina tu día
90. Espinas en tu corazón
91. Será un reto
92. Ahora soy un egoísta decepcionado
93. Déjà vu
94. Uno, sin dejar de ser dos
Epílogo
Agradecimientos
Extra 1: Como el resto de tu vida
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76. No conozco de razones

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By Karo_lovegood

Verla así, confundida, hace que quiera abrazarla, pero sé que no me lo permitiría. Ella no sabía que yo estaba al tanto de su situación con la prueba porque eso, precisamente, era lo que me había mantenido al margen. Fue un error desde el principio, pero así lo decidí.

Hace semanas he vivido una tortura, martillándome con la culpa por no hablarle con la verdad cuando debí hacerlo, pero más que eso, por haber sido tan idiota como para caer en el juego de Verónica como un niño indefenso y además, ciego, para creer en sus amenazas y alejarme de Arya sin ninguna buena razón.

Todo es mi culpa y entiendo perfectamente que esté enojada, que me odie de nuevo o incluso que quiera matarme, pero no quiero dejar de intentar.

—¡Felicidades, preciosa! —le digo con una sonrisa sincera, porque a pesar de todo lo que ha pasado últimamente, sigo sintiendo lo mismo por ella. Creo que incluso más, y me alegra mucho que las cosas le salgan bien, porque se lo merece—. No sé de qué te sorprendes.

—Hay mucho de lo que me sorprendo —murmura, todavía sin salir de su asombro y viendo fijamente el papel que aún sostiene en sus manos.

Entiendo su sorpresa, ella creyó haber perdido esa prueba y de hecho, iba a continuar así, porque en este instituto son unos ineptos que no se estaban esforzando por solucionarlo, con excepción de Mariana.

Arya ve el contenido de los papeles que sostiene en sus manos una vez más con detenimiento, y luego de firmar los resultados, le devuelve la carpeta a Susy, que la recibe inexpresiva para regresarla dentro de los archivos.

—No entiendo nada —dice a nadie en particular, pero luego se dirige a Susy con interés, con una voz sorpresivamente cándida considerando que no le agrada la secretaria—. ¿Sabes cómo solucionaron el inconveniente?

Susy no dice nada porque quizá no entiende. Me mira y eso atrae la atención de Arya, que también gira a verme.

—¿Cuál inconveniente? —contesta ella, y no sé si dice la verdad.

Eso no resuelve la duda de Arya y la invito a salir con un movimiento de cabeza para aclarárselo, pero ella me ignora y devuelve su atención a la secretaria.

—Necesito saber qué fue lo que pasó, ¿cómo solucionaron esto y...

—Arya, te lo explicaré yo, bonita —le hablo esta vez, acercándome para tocar su brazo.

Ella me observa la mano como si mi tacto le quemara y la dejo de inmediato para no incomodarla.

La conozco, sé que el camino que tengo por recorrer, si no es imposible, será jodidamente difícil de atravesar, y prefiero ir con paciencia. Ahora solo me urge explicarle el porqué de mi estúpida actitud.

Una mezcla de entre confusión y curiosidad asoma en su mirada y después de murmurar un agradecimiento a la secretaria, me esquiva para salir de la pequeña oficina. Me despido también de Susy y sigo sus apresurados pasos hacia el exterior, deteniéndola en medio de su caminata.

—¿Qué es lo que tienes que decirme? —inquiere álgida, soltándose de mi agarre para cruzarse de brazos—. ¿Por qué tú sabrías más que estas personas?

—Porque es mi culpa —le explico viendo sus ojos, esos que por más molesta que ella esté, no dejan de parecerme bonitos y capaces de transmitirme tanta calma. Arya arruga la frente sin darle crédito a mis palabras y continúo—. Sé que puede parecer que no tiene sentido, pero lo tiene. Solo necesito que me escuches con atención, te prometo que todo tiene una explicación.

—¿Y crees que ahora me interesa?

—Lo mereces. Déjame explicarte, por favor —insisto con el corazón en la mano. Jamás me perdonaré perderla por algo que no supe manejar y este no es el momento para volver a ser un cobarde. La quiero demasiado como para permitir que se vaya sin al menos darle la explicación que merece.

Me examina por segundos que me parecen eternos y luego de un rato, finalmente accede a escucharme sin interrupciones. 

Con su dura expresión, se adelanta de vuelta al patio central y se sienta en uno de los bancos que se encuentran al costado izquierdo, bajo techo, para no mojarnos de nuevo con la lluvia. Eso no me importa, lo único que quiero es que podamos solucionar las cosas entre nosotros y ni siquiera la gripe que estuvo jodiéndome por el fin de semana y el inicio de esta, logró limitar mi interés en repararlo.

Decidí darle su espacio luego de haberme enterado de lo sucedido con Christian, pero ahora no puedo seguir viéndola mal ni tampoco quiero estarlo yo, por eso le explico con detalles todo lo ocurrido y el cómo llegué a la solución del problema con su examen.

***

Luego de que Chris nos explicó sus hazañas en la biblioteca del instituto, lo volví a golpear. Solo que en esta ocasión lo hice con una mezcla de entre frustración, enojo y decepción, pero también de alegría y esperanza, por extraño que parezca.

Tenía posibilidades de solucionar todo, nada me importaba más y eso me tenía felíz.

El sábado, después de meditarlo durante el día entero y aún con el malestar de la gripe apoderado de mi cuerpo, decidí que no le contaría a Arya hasta llegar a una solución razonable en la que nadie de los que me importan pierda, y eso la pone a ella en primer lugar. Por eso decido venir hoy lunes al colegio y enfrentar a la culpable de todo: Verónica, después de tener una conversación previa con alguien importante.

Igual que el día de nuestra última conversación en la que me confesó lo del examen, la detengo en la entrada de la institución, esta vez con una repulsión que no me permite fungir amabilidad.

—Hola, bebé. ¿Me extrañaste? —inquiere al acercarse del todo, batiendo las pestañas en un acto que incrementa mi enojo. Se acerca para besarme en la cara, pero la esquivo antes de que llegue siquiera a rozarme y la aparto tomándola por los hombros sin llegar a ser brusco.

—Hay cambio de planes —contesto frígido—. Resulta que ya no me importa que Christian se vaya a la mierda con eso de su examen y además de acusarte, volveré al lado de Arya. No pienso caer más en tu juego.

—No seas ridículo, por favor. Jamás querrías ver a tu mojigata mal.

—Arya, se llama Arya, y no la veré mal, porque como te digo, tengo bases para acusarte.

—No mientas, no... no tienes pruebas, n-nadie te va a creer —titubea, y aunque al terminar quiere mostrarse segura, puedo vislumbrar un atisbo de miedo en su expresión.

Sonrío y regodeándome con la satisfacción de fastidiarle sus planes, extraigo el celular del bolsillo de mi pantalón para mostrarle la foto que ya tenía preparada desde que llegué, donde se ve claramente a Christian en sus andadas en compañía de una chica.

—Susy no es rubia —le pico con diversión, ella observa con detenimiento la pantalla del aparato, con los ojos exageradamente abiertos a causa de la sorpresa.

No es capaz de mirarme, porque en este instante se sabe derrotada.

—Esa foto no es real —se defiende, intenta acercarse para arrebatarme el celular ahora a mí, pero retrocedo, impidiéndoselo.

Verónica me mira con esa expresión de cachorro abandonado. Tiene una mezcla de entre desesperación, miedo y rabia, su labio inferior tiembla por el inminente llanto que intenta contener y de los míos solo puede brotar una sonrisa triunfal.

No me importa lo que esté sintiendo ahora, esto fue lo que ella quiso, y nada me hace mejor que verla pagar por lo que ha hecho con toda la mala intención que puede tener una persona.

—¿No? —cuestiono con la frente arrugada, siguiéndole el juego con fingida confusión—. No sé, pero me parece que esto es una captura del video que hiciste con Chris en la biblioteca, porque era un video, ¿lo sabías? Claro que lo sabías, porque es un video al que supiste sacarle provecho y del cual solo tú ganarías, pero no contabas con que mis amigos, son mis amigos, y la lealtad entre nosotros va antes que todo lo demás. ¿Recuerdas cuando te dije que saldrías salpicada de tu propia mierda? Llegó el momento, y no tengo ni servilletas para que te limpies, porque esto te lo buscaste sola y de aquí vas a salir sola. ¿Qué vamos a hacer entonces, bebé? —pregunto con cinismo, repitiendo la misma cochina pregunta que me hizo ella hace semanas.

—¿Por qué me estás haciendo esto? — pregunta con voz trémula, haciéndose la víctima.

Ella sabe que no tiene escapatoria y que su situación es mucho peor que la de Christian. No solo por el hecho de no haber tenido pudor o la capacidad de controlar su líbido en la institución, sino porque, además, robó el examen de Arya. El asunto es más delicado, y si a esto se le suma la cantidad de problemas que ha tenido por su mala conducta, no habrá muchas posibilidades de salvarla.

—¿Yo estoy haciendo? —Niego con la cabeza, luego la meneo de un lado a otro hasta detenerla y ver a la chica a sus oscuros y empeñados ojos—. Bueno, hago lo mismo que tú, estoy poniendo mis intereses por encima de los del resto. Eso fue lo que hiciste. —Asiento con una mueca, todavía dentro de mi papel de villano. Es la primera vez que el drama rinde frutos en mi vida, y no voy a desaprovechar la oportunidad—. ¿Qué haremos entonces, Verónica? Eres tú quien lleva las de perder ahora...

—El idiota de tu amigo también perdería —advierte desesperada, yo vuelvo a negar.

—A Christian no le importa irse del colegio —miento, esto ya lo hemos conversado con los chicos—. Te dije que nuestra amistad va encima de todo, él sabe que la cagó y está dispuesto a abandonar esto solo por remediar lo que hizo, no es como si le importara de todos modos. Además, no cuentas con que su padre lo consiente en todo, pagará algo al viejo Simón y todo arreglado. Tú, por el contrario, bueno... —añado, ella niega frenéticamente, comprendiendo mis palabras.

—Yo no me puedo ir del colegio, estamos por acabar y no tengo dinero para pagar un soborno.

—Ah, ¿pero sí eres capaz de hacerlo? ¿Por qué no pensaste en todo eso antes de meterte con las personas que quiero? Pudiste haberte esforzado en estudiar, pedir ayuda, incluso te la habría dado. Pero preferiste joder a alguien que nunca te ha molestado por un capricho tuyo, porque te gusta lo fácil, e hiciste todo esto sabiendo que no ibas a conseguir nada de mí. Todo es por ti, y lo que haces solo habla muy bien de lo venenosa que eres.

—¿Qué quieres que haga para que no diga nada? Puedo ofrecerle una disculpa a ella y... —suplica en medio de un débil sollozo, pero la interrumpo. Ahora las lágrimas resbalan por sus mejillas con fluidez y por primera vez en mi vida, eso no remueve ningún sentimiento en mi interior.

Ni siquiera soy capaz de creer en sus palabras. Todo en ella me parece falso.

—¿Una disculpa sincera? No sé si seas capaz de darlas, pero de cualquier modo ni a Arya ni a mí eso nos interesa, porque no soluciona nada —aclaro, mientras introduzco las manos en los bolsillos de mi pantalón, despreocupado—. Así que... no sé, dime tú. Podemos ir con el viejo Simón para contarle lo que hiciste con el examen y en la biblioteca, o muy bien puedes hacer lo mismo que al principio con la prueba y el resto queda en el olvido, solo que esta vez tú serás quien pierda. Devolverás su código a Arya y recuperarás el tuyo, todo fácil y nadie pierde mucho. Yo no quiero joderte, tampoco es que quiera que tus estudios queden a la mitad por tu inmadurez. También tengo una opción más inteligente, pero esa depende de ti.

—¿De qué hablas? Yo pierdo mucho —se queja entre lágrimas, con la voz rasposa a causa del llanto. Me encojo de hombros.

—Tú ya venías perdiendo, solo hiciste un buen movimiento que te aseguró la victoria por momentos, pero te confiaste. Olvidaste que el ajedrez no se juega solo y peor aún, que había muchas piezas que faltaban por mover, y lamentablemente eres muy inexperta —digo con calma, todavía con las manos dentro de los bolsillos de mi pantalón, muy confiado de que esto saldrá bien—. No puedes tener el control de todo, Verónica, así que dime qué coño es lo que piensas hacer porque no quiero perder más tiempo.

La rubia me ve suplicante y al notar que no cambiaré de parecer, limpia sus lágrimas y me invita a seguirla hacia la banca de la entrada para explicarme nuevamente sus infundadas razones. No pretendo seguir discutiendo lo mismo con ella, lo único que quiero son soluciones, y por eso le exijo que me siga hasta donde sé que podremos darle fin a esto que no me deja dormir en paz, porque toda esta mierda me supera.

***

Siempre me he visto pagando las consecuencias por cargar el peso de los demás a mis espaldas, por eso agradezco que Christian haya actuado con madurez en esta ocasión y decidiera arriesgarse a ser expulsado para que Arya no tuviese que pagar por esto, porque de todos nosotros, quien más pierde es ella.

Sin embargo, jamás consideré la opción de perjudicar a mi amigo. Ese día yo tenía un plan que preparé junto a Andrés y en él hacía parte Mariana. Sé que se arriesgó mucho en su cargo, pero ella aceptó ayudarme cuando le conté lo que sabía, solo debía guardar discreción y obtendríamos el resultado esperado. El único problema radicaba en que ya los resultados estaban por entregarse y las calificaciones por subirse a la plataforma, si no lo habían hecho ya, lo que implicaba que ella debía ingresar al sistema para hacer el cambio correspondiente.

No sé cómo lo hizo, pero ella me aseguró que mi parte ya estaba hecha y llegamos al acuerdo de que me olvidara del asunto porque se encargaría de solucionarlo sin que nadie perdiera.

Pude simplemente negarme y acusar a la rubia con el director, pero soy lo suficientemente estúpido como para no querer joderla, aun cuando a ella no le importa fastidiarnos a nosotros. Lo único que quería, era que Arya saliera bien parada de todo esto, porque no podía vivir con la culpa de haberle hecho tanto daño.

—¿Y ella lo hizo? Mariana, ella... ¿Ella cambió los resultados? —pregunta Arya con calma cuando acabo de contarle, deteniéndose a analizar cada una de las palabras que me ha permitido expresarle sin interrupciones.

Me ha escuchado atenta, y aunque se sorprendió en más de una ocasión y tenía dudas, respetó su promesa. Tampoco me sorprende que ni siquiera le importó el hecho de que yo no haya acusado a la rubia, lo único que le interesa es que se le haga justicia a ella y al pacto que tenía con sus amigas.

—Sí, yo le conté todo y creo que tus resultados demuestran que lo hizo, no solo porque es justa, sino porque tiene fe en ti y te aprecia mucho. Y sobre Verónica, ella no te hará más daño porque no le conviene. Aún tengo su video, y a Christian no le importa que lo expulsen —aseguro con una sonrisa que no me devuelve, pero mueve la cabeza en señal de afirmación.

—Todo me parece bien, excepto por el hecho de que tú tomaste toda esta decisión solo. Ni siquiera te importó mi sentir y ese día, precisamente ese día que te alejaste, yo estaba muy mal, y te necesitaba, pero me dejaste y con muchas dudas —me acusa con pesadumbre.

—Lo sé, Arya, no estoy orgulloso de eso y sé que hice todo mal, porque siempre la cago aunque no quiera. No intento excusarme, pero no sabía qué hacer, no quería que ella...

—¿No crees que debiste decirme? —me corta. Ahora su voz no parece molesta o confusa, sino decepcionada, dolida, y creo que eso me duele aún más. Sus ojos han comenzado a cristalizarse y su tono suena quebrado. Conociéndola, estoy seguro de que en instantes la tendré llorando frente a mí—. Pudimos encontrar una solución juntos, pudimos habernos alejado tal como ella quería, pero yo merecía una explicación porque esto no se trataba solo de ti. Ni siquiera yo salía ganando con esto que decidiste hacer, era la única que perdía, de hecho.

—Lo sé... no estaba pensando bien. Lo único que se pasó por mi mente en ese momento es que yo conseguiría una solución, y que, si te lo decía, se lo dirías a tu amiga y ella sí acusaría a Verónica. Todo sería peor.

—Es decir, que no confías en mí —concluye, erradamente—. ¿No me crees capaz de mantener la boca cerrada?

—No es por eso, es porque sé qué tipo de relación tienes con tu amiga, porque es igual a la mía con Max y los chicos, y ella no tardaría en averiguarlo de todos modos. Corríamos el riesgo de que también saliera perjudicado Chris si ella se enteraba y...

—Entonces lo hiciste por tu amigo —sentencia resentida, y tal como lo supuse, ya las lágrimas comienzan a escapar de sus ojos.

Me acerco un poco para quedar más cerca y con mis manos limpio sus mejillas, ella me lo permite, porque no parece tener las fuerzas suficientes para alejarse de mí.

—También por ti —explico con paciencia. Podría jurar que mis ojos no hacen más que suplicarle una comprensión que tengo claro, no merezco—, no quería que ella te hiciera más daño.

Arya niega con la cabeza, antes de expulsar una risa nasal.

—Ella me haría el daño que tú le permitieras hacerme, y le permitiste mucho, porque decidiste mal y la dejaste ganar. Siempre permites que ella te maneje, siempre dejas que la confusión hable por nosotros en lugar de darnos el tiempo de entendernos —reclama, apartando mis manos de su rostro—. Todo el tiempo permites que cualquier pequeñez o cualquier otro idiota se atraviese en medio.

—No sé hacer estas cosas, Arya —me defiendo desesperado.

—¿Y crees que yo sí, Liam? He tenido una sola relación en mi vida y eso no salió nada bien. Y aun así decidí arriesgarme contigo, porque me sentía tan bien, tan feliz y distinta, que creí que valdría la pena porque tú estabas siendo el mejor y muy lindo conmigo, pero algo pudo más. Siempre hay algo que puede más.

—No es lo que yo pretendo hacer. Eso de ser mejor persona se me da fácil estando junto a ti, pero esto era demasiado enredo y... suponía que debíamos solucionarlo juntos.

—¿Cómo solucionamos algo juntos si tú no me hablas? No me tienes la confianza suficiente para contarme. ¿Crees que tengo la capacidad de leer mentes?

—No, no es eso. Es que... —Hago una pausa en la que resoplo, para luego estrujar mi rostro con frustración—. Mierda, Arya, no sé hacer nada bien —me lamento. Bajo las manos y la miro—, contigo es diferente todo, y siento que todo es más difícil porque estoy enamorado de ti y solo porque eso me hace bien, me esfuerzo por hacer lo mejor, pero no puedo. ¿Crees que yo lo pasé bien ignorándote, lejos de ti? No quería estar así, no quiero estar así...

—Pero tampoco te importó...

—No digas eso. Me importa más de lo que crees y si hice todo esto es porque quería verte bien a ti, no solo había sido la prueba, antes Verónica te hizo mal con el tinte, la serpiente y...

—No me pasó nada grave en esas ocasiones... —justifica, pero no se trata de eso.

—Pero pudo haber pasado, ella no se detendría hasta ver que ganaba y yo no quería eso, pero tampoco quería perderte para siempre.

—Pero lo hiciste de todos modos, porque no llegamos a ningún lado si no confías en mí.

—Tú tampoco confías en mí —digo, sin poder evitar que las palabras vengan cargadas de dolor, y no lo niega, porque sabe tan bien como yo que tengo razón. Sin embargo, no me molesto, porque sé que es algo que tiene solución si hablamos. La miro dolida, sin fuerzas, tomo sus manos y ella no se aleja, así permanezco—. Podemos volver a intentarlo y esta vez no habrá nada en medio que nos joda, porque sabemos que no lo vamos a permitir —le pido suplicante, ella sorbe su nariz, mientras niega con la cabeza mostrándome una mala señal.

—Te quiero, Liam, y lo lamento mucho, pero ahora no puedo. —Es lo último que dice, antes de ponerse de pie y dejarme solo en la banca. Ambos estamos peor que antes.

—Las invité, Liam, pero Juliana me dijo que ninguna va a venir —contesta Max. Su voz incluso lleva un atisbo de pena. El hombre siente pena ajena por mí, porque estas dos semanas mis ánimos dan lástima, yo la doy.

Esta es la tercera vez en una hora que le pregunto si Arya vendría a su casa, y es la ternera vez que él me responde del mismo modo. Como si yo fuese un niño pequeño al que no le están complaciendo su antojo de comer chocolate y le deben hablar pausadamente para que entienda.

Esto es muchísimo peor, y por mucho.

Asiento como respuesta ante mi amigo y sin decir nada, me encamino hacia la cocina. Ya no le preguntaré más para no torturarme, pero necesito tomar alcohol y hoy que me quedaré en su casa, no me preocupo por privarme del tan necesario líquido. Es su fiesta de cumpleaños y aun así, no me importa que sea a él a quien le toque cuidar de mí ahora.

Ya bastante me ha tocado hacerlo y hoy lo merezco.

Hace dos semanas no hablo con Arya. Ella me pidió que no la buscara con mucho dolor en su voz y aunque me está costando hacerlo, decidí respetar su petición, porque a pesar de que me duela admitirlo, sé que le he hecho muchísimo daño. Pero la extraño demasiado y me gustaría tenerla cerca.

En el instituto pasa de mí y a pesar de que entiendo que es lo correcto, no puedo mentir al decir que su indiferencia no me está destrozando, porque lo hace y mucho.

Me siento tal como ella siempre me dijo que era, un idiota, y no es porque ahora esté haciendo mal, sino porque parezco perdido. Me enamoré de la peor manera y me volví débil. No me da pena decirlo, tampoco me arrepiento, mucho menos porque se trata de ella; pero sin duda alguna me está jodiendo admitir que nada de lo que hicimos sirvió.

Me esforcé por conquistarla y cuando finalmente ella aceptó que sentía algo por mí, cuando dijo que me quería, yo dejé que alguien más se interpusiera y decidiera por nosotros. Le di más poder a un tercero sobre nuestra relación y no me detuve a pensar con mayor detenimiento lo que eso sería para ella, porque por un momento olvidé que es sumamente frágil aunque intente mostrarse fuerte, y la herí sin buscarlo y sin darme cuenta de ello.

De eso me arrepiento, por eso me considero un idiota.

Luego de pasar de las personas que se me atraviesan en frente, ingreso a la cocina y tomo una botella sellada de Absolut Berri Acaí. No me preocupo por tomar un vaso, solo cojo el recipiente de vidrio que voy destapando de camino y me dirijo al patio, donde se encuentra más desolado.

Me ubico en la banca de madera oscura que se encuentra al borde de la piscina y allí, con la mirada fija en el agua que se mueve ligeramente gracias a la fría brisa, doy un largo trago tras otro.

No pienso en nada. Mis pensamientos están suspendidos y toda mi atención se la lleva la estructura rectangular frente a mis ojos, además del chat de Arya del que espero un mensaje que nunca llega, mientras tomo con premura de la botella que contiene el líquido caliente y que abrasa sin consideración mi garganta.

Lo necesito hoy, las consecuencias ahora no me importan y además, sé cuándo detenerme.

Dejo el aparato a un lado cuando comprendo que no recibiré ningún mensaje suyo y me concentro únicamente en la botella. Siempre he sido de buen tomar, tengo resistencia, y es por eso que no me preocupo mucho por perder el control porque eso jamás me ha pasado.

Minutos más tarde en los que continúo bebiendo sin frenos, y aunque casi me acabo la botella, sigo parcialmente consciente de mis acciones. Pero solo de eso, porque no significa que no tomo decisiones estúpidas, al contrario.

Y justo ahora acabo de tomar una estúpida y muy necesaria decisión.

Me levanto decidido, bebo el resto del contenido del recipiente de cristal y tomo con mi mano derecha el celular que se encuentra a un lado en la banca, para luego encaminar mis torpes pasos hacia en interior de la casa.

Empujo sin cuidado a quienes me estorban y maldicen en el camino y vuelvo a ingresar a la cocina, donde tomo otra botella nueva, después camino hacia la entrada de la casa.

—¿A dónde vas? —me increpa Andrés, con ese típico tono paternal que ahora no me viene bien, deteniéndome en medio de la pista.

—¿Sabes dónde vive Arya? Necesito que me lleves —pido tras eructarle en la cara, él me ve con vergüenza.

—No pienso llevarte así a ningún lado. ¿No te has visto? Nos matará a ambos.

—Yo lo llevaré, creo que esto es mi culpa y... —ofrece Chris.

Últimamente se ha sentido muy culpable. Incluso admitió en voz alta que Arya no merece ser tratada de ese modo por nadie y que le debe una disculpa.

—Tú no puedes, estás igual o peor que este —explica Andrés y lo miro.

—Entonces hazme el favor, Andy, y llévame. Si no lo haces, igual iré en taxi y me pueden violar. Tú no quieres que me violen, ¿verdad? —insisto suplicante, mi amigo sonríe un poco y luego asiente. Chris se carcajea.

El chantaje emocional siempre funciona.

Me despido de Christian con un movimiento de cabeza y dejo que Andrés me guíe con cuidado hacia el exterior de la casa, sujetando con firmeza mi hombro izquierdo para que, debido a mis flaqueantes pasos, no me vaya de boca contra el suelo. Tampoco creo estar tan mal, pero no tengo fuerzas para resistirme por mí mismo y no me quejo.

—¿No has tomado? Tampoco queremos ir presos —le pregunto de camino a la reja, él ríe.

—No, Liam, hoy no me toca beber. ¿Qué es lo que piensas hacer?

Me encojo de hombros.

—No lo sé, tú dime qué propones —respondo tranquilo, Andrés me detiene.

—No sé por qué te estoy haciendo caso, porque estás como la mierda y das pena, así que al menos dame una buena razón para llevarte a joder a esa niña que justo ahora, a las dos de la mañana, debe estar durmiendo.

—Andy, estoy borracho, no conozco de razones ahora. Solo quiero verla y pedirle perdón de nuevo, ¿sí? No necesito nada más.

—¿Justo ahora? ¿Y qué más pretendes, llamar a la reja y tener una charla con sus padres sobre el calentamiento global y las elecciones presidenciales?

—No uses el sarcasmo conmigo, jovencito, no te queda bien —le digo, apuntándolo con mi dedo índice, para luego girar y continuar hacia la salida.

—Hablo en serio, Bonetti —dice, alcanzándome.

—También yo, Jones. —Giro a verlo de nuevo, tambaleándome un poco—. Mira, iré aunque no me lleves, subiré a su habitación aunque me lleven preso por allanamiento de morada y le hablaré esta noche. ¿Me ayudarás con esto o no? —inquiero serio, él suspira y vuelve a asentir poco convencido, para luego continuar hacia el exterior.

Me ubico en el asiento del copiloto cuando Andrés abre la puerta y después de que me obliga a ponerme el cinturón de seguridad, destapo la botella para dar un largo trago y llenarme de valor. No sé qué es lo que estoy haciendo, solo estoy seguro de que no quiero retractarme.

Me urge verla.

Es la primera vez que falto a la ley —he robado a Arya, pero se lo devolví así que ahora lo considero un préstamo—, y no creo que el mundo se acabe por eso, mucho menos por tratarse de ir a ver a la chica que me trae loco en todos los sentidos. Estoy siendo egoísta, pero la necesito hoy y sé que esto valdrá la pena.

Durante el camino no paro de tomar de la botella aunque Andrés insiste. Ahora él no entiende que necesito de un empujón que me ayude a no ser tan cobarde y por eso no le hago caso, aunque sí reduzco un poco cada trago que doy.

Jamás entenderé cómo me seleccionaron para Gryffindor, porque no tengo valentía ni en los dientes.

Mi amigo se mantiene en silencio y luego de un rato en el que todavía tengo la frente pegada a la ventana y siento el auto detenerse, me incorporo para ver que hemos llegado.

—¿Qué harás ahora? —pregunta serio.

—Piernas, ¿para qué las quiero? —Andrés bufa—. Voy a saltar la reja, no es tan alto y ya lo he hecho antes en casa. De cualquier modo, valdría la pena morir en el intento. Dile a todos que los amo y a Arya... a ella dile que...

—Déjate de mariqueras y no hagas que me arrepienta de hacer esto —me corta álgido, yo asiento efusivamente en un gesto robotizado—. Baja para ayudarte —me indica y lo obedezco.

Andrés desciende del auto y luego de indicarme que me calle porque no paro de soltar estupideces, me arrebata la botella que le quito de nuevo para pasarla al interior a través de la reja. No planeo dejarla fuera, esta noche esa botella es mi mejor amiga.

Dejo el recipiente de vidrio dentro y con la ayuda de Andrés, quien me ayuda a subir el pie a sus manos entrelazadas, me sujeto de la reja con fuerzas. Agradezco que la zona sea segura y los Russo no se hayan preocupado por ponerle electricidad a la cerca, porque ya estaría muerto. Y el perro que tienen, ese es casi un adorno que me adora.

Me elevo un poco más y ya desde la punta, salto hasta el otro lado, cayendo sobre mis pies. Me tambaleo por mi condición, pero eso no me impide tomar la botella cuando me estabilizo.

—¿Te espero?

—No, me iré en taxi después —respondo al verlo.

—Es tarde, Liam, no hay taxis.

—Me iré caminando o como sea, no importa. Gracias, amigo.

Andrés asiente y yo giro para continuar mi camino sin esperar respuesta. No tengo tiempo que perder.

Dirijo mis flaqueantes piernas al costado izquierdo como primera opción de búsqueda. Nunca he estado en la habitación de Arya y tampoco sé dónde se encuentra, pero le escuché decir a Juliana una vez que la de ella era la única en casa que tenía balcón, y con esa idea continúo caminando.

La poca prudencia de esa chica siempre me es de ayuda.

Ubico con rapidez el objeto de mi interés al encontrarla en el medio y con cuidado, guardo la botella en el bolsillo delantero de mi suéter de algodón. No es muy grande, pero confío en él. Agradezco en voz alta al árbol que acertadamente se encuentra junto al balcón, que no me responde, y con precaución, comienzo a escalar. Es un segundo piso y no está tan alto, tampoco me cuesta mucho llegar y reírme de mí mismo por la locura que estoy haciendo.

Al poner un pie en la superficie de madera del balcón, extraigo la botella del suéter y levanto la mirada para ver al frente. Veo que una delgada cortina de tela cubre mi visión y no puedo ver mucho hacia adentro porque las luces de la habitación están apagadas, pero eso no me detiene y camino hacia adelante.

Tomo la manija de mi izquierda y la deslizo con suavidad hacia abajo para entrar y agradezco que, por suerte, la puerta corrediza no está cerrada con seguro y se desliza con fluidez cuando la arrastro hacia el lado derecho, con la dificultad que la botella en mi mano izquierda me proporciona.

Me esfuerzo un poco y la arrastro, dejando solo un pequeño espacio por el que soy capaz de ingresar, pero me arrepiento de no haberla abierto un poco más cuando, con la misma puerta, tropiezo y me voy de boca contra el suelo, dejando caer la botella que no tarda en hacerse añicos alertando a Arya, que se incorpora en la cama de un respingo, sobresaltada.

Sonrío, porque ahora confirmo que soy realmente estúpido. Ella, con premura, enciende la lámpara y gira en todas las direcciones en la búsqueda del intruso, hasta que repara en la puerta de su balcón y con su voz cándida, ahora ronca, habla.

—¿Liam? ¿Qué estás haciendo aquí?

_____________________________________________________

¡Hola! 💚 Perdón por este capítulo tan largo (habrá otros con los que espero no ser asesinada😬), es que la inspiración habló en una noche de desvelo sin electricidad y no pude reclamarle.

Los borrachos hacen cosas extrañas y Liam, que sobrio es experto en cagarla, no es la excepción.

No quiero que estos dos niños estén separados porque lastiman mi pútrido corazón, así que agradezco que Liam se esfuerce.

¿Qué opinas de todo? El borracho, Verónica, la decisión de Arya... Házmelo saber, leo todos los comentarios.

Te amo, ratón. Nos leemos pronto. 💚

Abracitos psicológicos. ʕっ•ᴥ•ʔっ

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