Canela ©

By Karo_lovegood

33.6K 6.1K 17.6K

[COMPLETA]. La conocida teoría de los polos opuestos atrayéndose cierta vez toma poder en las relaciones, pe... More

Sinopsis
1. Un gran día
2. Es tu día
3. Piojo
4. No quiero un castigo
5. El idiota que ella dice que soy
6. Mi esencia favorita
7. No quiero ser más una niña herida
8. Ya no me odies
9. Cálmate, piojo
10. No puedo verla en todas partes
11. Estar enamorada de ese imbécil
12. No soy como él
13. No se trata de un juego
14. Es nuestra mesa
15. ¿Bailamos?
16. Está llena de sorpresas
17. Algo imposible
18. Pausa a tu juego
19. Canela
20. No gracias, Hestia
21. No es mi chica
22. ¿Nos llevamos bien?
23. Preocupada por la cuerda
24. Lo que sea por ti
25. Marcando territorio
26. Carterista
27. Esa cita
28. Tic-toc, linda
29. Hay otro chico
30. Lo admito
31. Yo siempre gano
32. Es fácil confiar cuando se trata de ti
33. Siempre vuelvo a pensar en él
34. Alguien se ha enamorado
35. Feliz navidad, Bonetti
36. Es la chica de la fiesta
37. Aida
38. Parte de la rutina
39. Eres la novia de mi hermano
40. Idioma Miller
41. "Quiero hablarte de algo"
43. Naranja entera
44. Es su canción
45. Caramelo de ajo
46. No volveré a cruzarme en tu camino
47. ¿Mi novio?
48. Aliens, por favor, abdúzcanme
49. La copia exacta de James
50. Orgullo personificado
51. Maltrato animal
52. Supersticiones de abuela
53. Lunática
54. Ya tenías uno
55. Solo... un pedacito
56. Eres un osito panda
57. ¿Está soltero?
58. ¿Puedes abrazarme?
59. Es un mal chiste
60. Orangutanes cínicos
61. Te prometo que te quiero
62. No todo podía ser perfecto
63. ¿Mis ojos mienten?
64. Los planes para mi muerte
65. No puedo seguir engañando a ambos
66. Jugar a la casita
67. Su humor, mi enemigo
68. Su enamorado es Liam
69. Lo que ambos sentimos
70. Hay muchas formas de amar
71. Nuevamente lo detesto
Extra: Chrisand
72. Me haces daño
73. Jodidamente manipulable
74. Soy un títere
75. Sinónimo de dolor
76. No conozco de razones
77. Te quiero conmigo
78. Eres más que eso
79. Criadero de anfibios
80. Huele a canela, así como tú
81. Piezas similares de un puzzle
82. No estoy enamorado de ti
83. No pienses que te esperaré toda la vida
84. Un panda colgando de tus llaves
85. También el mar es muy cambiante
86. Que me pruebe lo que quiera
87. El final de nuestra canción
88. Tu apodo en mi café
89. Aún no termina tu día
90. Espinas en tu corazón
91. Será un reto
92. Ahora soy un egoísta decepcionado
93. Déjà vu
94. Uno, sin dejar de ser dos
Epílogo
Agradecimientos
Extra 1: Como el resto de tu vida
Anuncio

42. Un fracaso

246 50 195
By Karo_lovegood


Cierro los ojos de forma inconsciente, apretándolos como si de este modo pudiera hacer acopio de todas mis energías y que estas se concentren para aumentar mi fuerza física. Tomo los hombros de Mateo entre mis manos, presionando al momento de empujarlo un poco para sacármelo de encima, cosa que no resulta.

No solo su fuerza física es mayor a la mía, a esta se le suma la excitación que justo ahora le nubla la razón.

—Para —me quejo, intentando apartar sus labios de mi cuello, donde besa voraz aun cuando llevo tiempo pidiéndole que se detenga. En su lugar, él se aferra más a mí, tomando mi cintura con menos delicadeza—. Ya basta, Mateo, por favor.

—¿Por qué? —gruñe, apartándose al fin. Mateo me observa con una mezcla entre frustración y molestia, con su pecho elevándose frenético, a la espera de mi respuesta—. ¿Por qué tengo que parar?

—Porque te lo estoy pidiendo. Ya esto lo hemos hablado antes —reitero con la voz entrecortada, y con la fuerza que soy capaz de ejercer, lo tumbo al otro lado de la cama para incorporarme—. No quiero hacer esto, esa es razón suficiente para que te detengas.

—No aún, no aún... —repite molesto, rezongando para sí mismo las palabras que siempre uso como justificación para no seguir—. Se supone que me quieres, ¿eso no es suficiente para ti? —inquiere, haciéndose oír decepcionado. Pero su decepción es lo que menos me importa ahora.

Ni siquiera me digno a mirarlo. Si él está molesto yo también puedo estarlo.

—Si tengo que tener sexo contigo para demostrarte que te quiero entonces prefiero que lo dudes. No puedo, no haré esto solo por ti y no lo siento.

—Porque eres tonta y mojigata —agrega con desgana, viendo sin mucho interés su blanco techo.

Formo una mueca ante sus palabras, mismas que cada vez se hacen más recurrentes, que con el paso de los días soporto menos y que me lastiman sin que pueda evitarlo. No porque me lo crea, sino porque es mi novio. No es el tipo de expresiones que él ni nadie deba usar para referirse a mí.

Ni siquiera le contesto. Estoy cansada de esta situación que cada vez es más repetitiva y que no tengo idea de por qué sigo soportando, porque sé que esto no es lo que quiero. Lo aprecio, le tengo mucho cariño, pero ceder y dejar mi cuerpo en sus manos por un deseo líbido de él no está en mis planes para esta relación. No estoy lista, me da miedo apresurarme, y su actitud cada día me desiluciona un poco más. Es evidente que hoy, luego de tantos intentos su impaciencia me frustre.

Suspiro sonoramente y me levanto de su cama para irme a casa, luego de arreglar mi ropa arrugada y a duras penas el cabello. Él fue quien me trajo, pero sé que cuando se pone en ese plan de hacerse el indignado e intenta ignorarme no se ablandará, mucho menos dejará de lado su molestia para ir a llevarme, ha sido así las últimas veces.

Evito mirarlo antes de cruzar la puerta, así que tomo mi celular de la mesa de noche y abandono su habitación para bajar las escaleras hacia la primera planta con mucha precaución.

Hoy en la mañana me invitó a ver una película y accedí. No era la primera vez que salíamos juntos y tampoco que venía a su casa, por eso no me sorprendí cuando me trajo acá y no al cine, pero una vez más su actitud impaciente me indicó que sus deseos de ver una película tenían una intención sublimada a la que yo no estaría dispuesta a ceder. Con él me ha quedado claro que no puedo darle rienda suelta a lo que inicia con una sesión de besos, porque erradamente cree que voy a su ritmo, intenta avanzar y cuando lo detengo es quien queda con ganas. Ha ocurrido esto en más de una oportunidad, en la que también acaba molesto conmigo.

Intento forzar una sonrisa para enfrentarme a la señora Zinerva al bajar, no queriendo exponer con mi semblante que de nuevo algo anda mal con su hijo. No obstante, agradezco no tener que fingir cuando noto que no es ella quien se encuentra en el salón, sino Phillip, que le aspira los sesos por medio de la boca a aquella chica que le gustaba y que al fin logró conquistar.

Cuando la presentó a su hermano y a mí ella y yo congeniamos fácilmente, supongo que se debe a los gustos que compartimos y al hecho de que tenemos la misma edad.

—¡Hola! —saluda Bianca después de apartarse de su novio, con los labios exageradamente rojos para tratarse de un color natural, hinchados, y con la respiración acelerada.

Me doy cuenta de que acabo de cortar una escena intensa, pero en mi defensa, la sala no es el lugar más apropiado para tener sexo cuando hay más personas en casa.

—Hola, chicos. —Saludo con una sonrisa a ambos, intentando demostrar que no me avergüenza interrumpir su calentura.

No me acerco a saludar, lo único que quiero es irme de aquí.

—¿Ya te vas? —pregunta Phillip, incorporándose en el sofá.

Asiento con la cabeza.

—Sí, tengo cosas que hacer —miento—. Los veo luego.

El chico se despide vivaz, Bianca agita su mano en forma de despedida y yo me apresuro a salir de la casa.

Decido caminar a una cafetería cercana a la casa de Mateo y de camino le escribo un mensaje a Rugge para que pase por mí. Nuestra casa se encuentra más lejos y sé que esperarlo puede demorar unos minutos que prefiero invertir en algo que valga la pena, como un buen café. Ingreso al lugar después de caminar algunos minutos y me ubico en una mesa vacía a la espera de ser atendida y de Ruggero, quien me asegura estar por llegar y me pide que lo espere para tomar algo juntos y conversar.

Durante la espera no recibo ningún mensaje de Mateo. No me sorprende. Estoy tan acostumbrada que ya ni siquiera me provoca molestia, sino indiferencia. No pienso que siempre deba ser él quien intente solucionar nuestros problemas, pero sí que debería poner un poco más de su parte. Lo soporté por mucho, se lo hice saber, pero luego de muchos intentos decidí que no quería seguir intentando, no cuando el interés parecía aflorar únicamente de mi parte. Es como si todo lo lindo que tenía se le hubiese agotado después de conquistarme, como si ya hubiera conseguido lo que quería y nada más le importa, y esto tampoco me alienta a continuar por él o por los dos.

Cuando discutimos siempre soy yo quien da el primer paso para intentar solucionar las cosas, aun cuando he sido yo la que se molesta en un principio, y eso es agotador. Es mi primera relación de noviazgo, y sinceramente esperaba que fuese mucho mejor de lo que ha sido.

Desde antes de cumplir el primer mes juntos él ha estado intentando tener relaciones sexuales. Al principio aceptó que yo no quería porque apenas estábamos empezando y porque sería mi primera vez, pero ahora con poco más de tres meses no toma del mismo modo que yo mantenga mi postura de esperar. Tenemos muy poco tiempo, y aunque yo pronto me iré a casa, me gusta llevar las cosas con calma y que todo fluya con naturalidad.

No quiero forzarme a sentir algo de este estilo por él, pero sí recordar mi primera vez como una bonita experiencia, eso no significa que soy una mojigata.

—Gab, ¿qué pasó? —enuncia Rugge al acercarse a la mesa, sacándome de mis pensamientos.

Giro a verlo y le sonrío cuando se ubica, viéndolo acicalado con una camisa de cuadros negros que lo presenta decente. Incluso se peinó, cosa que me impresiona.

—¿Tienes una cita o estás a punto de morir? —pregunto en broma, aunque sorprendida por la elegancia impropia del sujeto frente a mí.

Él mofa, divertido.

—Iba a salir con alguien, pero se puso intensa y me arrepentí a tiempo. Le dije que me hizo daño la cena y tengo diarrea —justifica sosegado, arremangándose la camisa hasta los codos.

El extraño me observa con las cejas alzadas, mientras yo me ahogo de la risa.

—Hace menos de dos semanas rompiste con Alexa, ¿y ya le estás buscando reemplazo?

—¿Qué? La vida sigue, Gabriela bonita.

Ruedo los ojos, incapaz de creer su argumento.

—Tú no sirves, Ru, ojalá el karma no te pase factura luego.

El italiano chasquea la lengua, agitando su mano al aire para restarle importancia.

—Seguro que no, cálmate. Mejor cuéntame qué pasó, porque esta no es tu cafetería favorita y tampoco está muy cerca de casa. ¿Otra pelea con Pastore?

Asiento con aprobio. Aunque no es una pelea como tal, no me complace demasiado hablar de estos temas con Rugge que sé que lo dejarían mal al punto de ocasionar conflictos. No obstante, decido contarle algo. Es mi mejor amigo después de todo.

Voy a responder, pero una mesera se acerca a tomar nuestros pedidos y me lo impide. Tampoco es que quiera divulgar los problemas de impaciencia de mi novio a los cuatro vientos. Y ella puede ser italiana, pero muchas personas dominan mi idioma aquí.

—No fue precisamente una pelea, pero ya no sé si quiero seguir, Rugge. Siempre soy yo quien está detrás de él... Sé que es tu amigo y que tal vez no te guste que hable de él, pero aunque es el único novio que he tenido siento que es pésimo. No es como que tenga experiencia o sepa cómo debe ser una relación, pero sé que no debería ser como esto. Me parece injusto que ahora no muestre interés y que a veces sea egoísta... entre otras cosas —respondo cuando la chica se ha ido, omitiendo muchos detalles que sé que a él no le agradarían.

—Pero tú eres mi hermana y siempre estarás delante de él para mí —asegura con una sonrisa—. Mateo casi no me dice nada sobre ustedes, pero lo conozco desde hace muchos años y sé cómo es. Por algo te lo advertí, ¿no? —Afirmo con un asentimiento, dándole la razón—. Pero puedo hablar con él si quieres, o si no quieres perder esto.

Niego con la cabeza. Una pareja se conforma de dos, y el hecho de que él intervenga podría resultar en lo opuesto a lo que quiero.

—Esto es entre nosotros, pero gracias.

—¿Ha intentado pasarse contigo? —demanda con los ojos entornandos, receloso.

Vuelvo a negar, presurosa. Eso es precisamente lo que ha hecho su amigo, pero no me arriesgaré a decirle, no cuando eso podría afectar su amistad.

—No, no. Nada de eso. Es solo que... Yo... En verdad creo que fue un error haber aceptado ser su novia. Lo quiero, Rugge, pero sigo pensando que no debí darle esperanzas...

—Y pronto te vas —completa acertadamente.

Asiento una vez más. Apoyo los codos sobre la mesa y sostengo de ese modo mis mejillas con las manos en puños, viéndolo mientras medito mis opciones.

Suspiro.

—¿Tú qué crees que deba hacer?

—¿Tú qué crees que debes hacer? —pregunta, enfundado en la sorprendente madurez que muestra en temas serios, luego desvía su mirada de la mía para observar a la chica que ha vuelto con nuestros pedidos y sonreírle amablemente. Me aparto un poco, bajando los brazos para dejarle el espacio en la mesa—. Grazie, amore [Gracias, linda].

—Terminar —retomo cuando la chica se retira.

Mi primo asiente tras dar un trago de su café. Me mira unos instantes sin decir nada y toma mi mano izquierda como apoyo.

—Si es lo que crees correcto, yo te voy a apoyar. Además de que no confío en esas relaciones a distancia y estarán bastante lejos del otro. Creo que es mejor cerrar con eso antes de que avance más.

—¿Por qué eres tan fantástico? —pregunto con una sonrisa que él me devuelve. Y ahora me arrepiento al percatarme de que estoy alimentando su inquebrantable ego.

—Lo soy, solo acéptalo.

Ruedo los ojos, dándome internamente dos cachetadas. Es mi mejor amigo, pero tanta pretención a veces fastidia.

Mientras comemos de los cannolis que mi primo me roba, conversamos sobre diferentes temas que él saca a relucir para intentar relajarme de mi inminente ruptura, además de que me alienta y sugiere alguna que otra palabra con la que pretende, golpee a Mateo si las cosas no salen bien.

Las palabras pueden destruir más que los golpes físicos, y es a eso a lo que él se refiere.

Luego de unos minutos escucho a mi primo en silencio, incapaz de responder porque me encuentro inhábil de centrarme en lo que dice por mucho que lo intento. Mis pensamientos viajan a Mateo, mi cerebro trabaja en la búsqueda de la opción más viable, sana y serena para acabar con esta relación y en una respuesta que me asegure cómo continuaremos luego de la ruptura.

Lo quiero, de eso no tengo dudas, y aunque el cariño que le tengo es mucho, no me es suficiente para sostener una relación, o al menos así lo siento. Él no me ayudó a sentirlo así, no obstante, me conformo con saber que me he esforzado por mantener las cosas bien entre nosotros y tener un noviazgo bonito que ya debe terminar. No todo ha ido como me habría gustado que lo hiciera y cada día pienso que todo esfuerzo de mi parte por arreglar esto ha sido infructuoso, pero sigo queriéndolo; me gustaría que esto acabe en buenos términos y podamos seguir siendo amigos como antes.

No creo que sea algo muy difícil de conseguir.

—Volveré a su casa ahora —digo decidida, antes de acabar mi merienda—. ¿Me puedes esperar?

—Claro, cuando termine aquí te esperaré frente a su casa, ¿está bien?

—Gracias, Ru. —Me levanto, beso su mejilla sonoramente y salgo de la cafetería hacia la casa de Mateo, convencida de que si no quiero que esto empeore debo acabarlo de una vez. Además, ya el curso está por terminar y no pasará mucho tiempo en el que yo esté de vuelta en casa.

Sé que esto tiene que pasar, porque si de algo estoy segura es de que quiero volver a mi vida de antes.

Durante las dos cuadras que separan la cafetería de la casa de Mateo intento vaciar mi mente de cualquier asunto externo para centrarme solo en lo importante, todo en vano. Incluso controlar mi respiración se convierte en una tarea compleja, y lo asumo comprensible. Estoy por acabar mi primera relación de noviazgo, que aunque no ha sido perfecta, ha tenido sus momentos bonitos.

Antes de formalizar la relación solíamos compartir mucho para conocernos, fue lo que me llevó a asumir lo que creía sentir por él, y todo aquello que vivimos me hacía percibirme apreciada. Él era muy lindo conmigo y cuando la palabra novio se hizo presente en medio de ambos aquello no parecía cambiar. Constantemente salíamos los dos solos a cualquier entretenido lugar, yo lo acompañaba en varias ocasiones a sus prácticas de natación o comíamos con nuestras familias, hasta que con el avance del tiempo su trato empezó a tener variaciones.

Hace un mes fuimos a una feria y hace dos visitamos el Coliseo junto a mi familia. Phillip también fue para el segundo viaje y tuvimos un buen día sin discusiones, donde nos hicimos algunas fotos juntos, compartimos algún que otro gesto cariñoso y demás. Eso hasta el día siguiente, donde a mi novio le dio uno de esos ataques de celos porque vio que recibí un mensaje de texto de parte de Oliver que decía: "Hola linda, ¿cómo estás?".

En esa ocasión también me enojé, por su errada opinión de que yo siendo mujer no debería tener amigos hombres, y estuvimos cuatro días sin hablar. Nuevamente fui quien dio el paso y decidió buscarlo para solucionar la tontería que nos había llevado a discusión, disculpándome por algo que ni siquiera había hecho.

Él aceptó mis disculpas sin mucho problema, diría que ni le importó demasiado, y todo quedó resuelto. No habíamos discutido más desde entonces, hasta ahora que él no dice nada y simplemente prefiere dejar que el tiempo transcurra sin solucionarlo.

Cuando llego finalmente, saludo a la madre de Mateo que me recibe con amabilidad frente a la casa. Le dedico una sonrisa, y al percatarme de que algunas bolsas le dificultan sus intentos de abrir la reja, me apresuro para ayudarla. Parece que recién llega del mercado.

—Gracias, linda. Creí que ibas a venir antes —me comunica durante el corto camino que separa ambas puertas.

—Sí, de hecho lo hice, pero tengo que hablar algunas cosas con Mateo ahora —le explico.

Al entrar a casa, veo que Phill y Bianca ya no se encuentran allí, pero sí está el bolso de la chica en uno de los sofás. No alcanzo a especular sobre lo que deben estar haciendo en este instante, porque mis pensamientos se van al chico que dejé enojado hace un rato en la planta de arriba.

—Gracias, corazón. Yo me encargo del resto —asegura la señora, agradeciendo que le haya ayudado con las bolsas trayéndolas a la cocina.

Le sonrío como única respuesta y tomo aire que exhalo en una larga secuencia antes de acercarme a mi destino final. Seguro Rugge no tardará mucho en pasar a recogerme y yo necesito respirar con calma de una vez.

Subo las escaleras de vuelta a la habitación de Mateo y al pararme frente a su puerta, nerviosa, inhalo y exhalo otra bocanada de aire, creyendo tontamente que esto me servirá para llenarme de valor y mantenerme inquebrantable en lo que estoy próxima a hacer. Segundos más tarde, decidida a no postergarlo, doy tres leves toques, mordiendo con fuerza mi labio inferior mientras espero su respuesta que demora.

—Sono occupato, mamma [¡Estoy ocupado, mamá!] —grita él desde el otro lado, pero insisto en tocar nuevamente.

Toco un par de veces seguidas y espero más de un minuto, tiempo que se me hace eterno tomando en cuenta mis nervios, hasta que finalmente él aparece al otro lado, asomando su cabeza por un pequeño resquicio que deja entre el marco y la puerta. Frunzo el ceño cuando él me observa ojiplático sin decir nada, sobresaltado y sorprendido, como si no esperaba verme aquí. Cosa que podría entender, pues se supone que ya me había ido.

Sin embargo, una inquietud me embarga cuando veo que por su frente, misma que se exhibe perlada, se deslizan con lentitud diminutas gotas de agua; una cantidad tan mínima que solo intuyo como sudor. Además, no pasa desapercibido a mis ojos que su pecho al descubierto se eleva con frenesí por los bruscos golpeteos de su corazón.

—¿Corriste una maratón? —intento bromear, a pesar de que me consumen los nervios. Busco adentrarme, pero él me frena, todavía incrédulo—. ¿Qué ocurre? —le pregunto, ahora yo también estoy confundida.

No creo que solo haya decidido hacer ejercicio en cuanto me fui.

—¿No te habías ido? —consulta él, desviando mi pregunta.

—Sí, pero quería hablar contigo, ¿puedo pasar? —insisto, más confundida e interesada en saber qué está pasando.

—Yo... no...

—Maty, c'è qualcosa che non va? [Maty, ¿pasa algo?] —Una voz femenina dentro de la habitación lo interrumpe, y mis fuerzas que apenas empezaban a instalarse me abandonan.

No tengo que pensar mucho para comprenderlo. Sé perfectamente lo que pasaba hace instantes allí dentro.

Paso a mirarlo a los ojos, pidiéndole una explicación con la mirada pese a estar convencida de que lo que intuyo es real. Ni siquiera puedo verlo con claridad, porque la misma sensación de que todo dentro de mí se quiebra me nubla la visión cuando las lágrimas asoman, herida por su cobardía, por su poco valor, más que por la misma traición.

Él se muestra preocupado, incapaz de añadir algo para contradecir lo que intuye, ya en mi mente se estar formando. 

No digo nada al ver que tampoco piensa hacerlo, solo intento mostrar una sonrisa apretada y seguido doy media vuelta para irme, convenciéndome de que no necesito sentirme más estúpida al escuchar de su boca sus absurdas excusas. Solo quiero irme corriendo, retroceder el tiempo para evitar venir y darme cuenta por mis ojos que es un asqueroso ser humano; para evitar tocarlo y que él me haya tocado y besado alguna vez; para no haber aceptado perder el tiempo en esta relación ridícula que nunca tuvo sentido.

Él intenta frenarme, pero no dejo que me toque antes de bajar apremiante las escaleras, ya con las lágrimas deslizando por mis mejillas y ese nudo que hace tiempo no me visitaba instalándose en mi garganta.

El dolor que siento no es porque afecte a mis sentimientos, pues hace mucho tiempo descubrí que no estoy enamorada de Mateo, sino por haberme traicionado a mí misma cuando decidí seguir a sabiendas que esto no estaba funcionando. Accedí a actuar diferente a lo que soy más de una vez por él, cedí ante mí misma a ser una extraña aun a mis ojos porque pensé que sentir por alguien no era tan malo. Quise darme una oportunidad, dársela a él, y simplemente no le importó.

Él cambió conmigo, me desplazó, me hizo sentir menos, y yo me di cuenta desde el principio, pero seguí porque creí que era cuestión de tiempo para que todo fuese diferente. No tardé en percatarme de que no iba a pasar y me desilusioné, pero eso no significa que esto no deba doler. Duele tanto como molesta.

Siento mucho asco, por lo que apenas me demuestra que es y porque se lo permití. Ni siquiera puedo ver lo positivo en esto, que me viene a la perfección para darle fin a la relación, porque su actuar solo me confirma las ideas que siempre he tenido instauradas en mi mente como la piel arraigada a mis tejidos, que te abres al otro y sin darle importancia te traicionan, y que jamás debí iniciar con esto.

Él no tenía derecho a hacerme esto, nadie lo tiene, pero tampoco puedo dejar de culparme por haberme mantenido a su lado aun cuando no me sentía cómoda, y darme cuenta de que también soy parte de esto, duele.

Es la primera vez que no huyo, y todo fue un fracaso.

Ni siquiera me detengo cuando Zinerva me grita vocablos indescifrables, solo atravieso la puerta del exterior sin mirar a los lados ni despedirme y sigo a pasos agigantados dejando la reja abierta para subir de inmediato al auto de Rugge, pero él no me espera fuera.

Me dispongo a caminar de vuelta hacia la cafetería donde debe encontrarse aún, pero Mateo me detiene sujetando mi mano antes de que dé un quinto paso.

—Arya, no... Espera —suplica, arrastrando su tono con desespero y resignación. Me detengo en contra de mi voluntad, pensando en que con su tacto frío no me haga daño—. No es lo que estás pensado —intenta explicar con ese estúpido argumento.

Y aunque estoy dolida, ridiculizada y frágil, me suelto de su cochino agarre con brusquedad, seco mis lágrimas y me armo de valor para plantarle cara y dejar mi mano marcada en su rostro luego de abofetearlo con fuerza en la mejilla derecha, molesta por su cobardía y su escasa inteligencia. Él no se inmuta, como si supiera que es lo que merece, y lleva su mano izquierda al lugar del golpe.

—Todo era un juego, una apuesta, en serio, y...

—Si vas a hacer de tus cochinadas al menos toma valentía para asumirlo o busca una excusa menos cansada —escupo entre dientes, interrumpiéndolo, firme hasta en la voz aunque todavía las gotas de agua salada surcan mi rostro—. Pensé que valías la pena, pero igual que muchos me das asco.

—No, es que... Déjame explicarte antes, por favor —insiste, suplicando con la mirada.

Veo que se ha puesto la camiseta al revés y está descalzo, supongo que por las prisas de venir a llenarme la cara de mierda.

—¿Qué me vas a decir? ¿Que lo hiciste porque yo no te demostré que te quiero del modo que tú querías?

—Ese es precisamente el problema, tú jamás quieres —confirma, como si esa fuese justificación suficiente—. No es importante en serio, Arya. Solo era una distracción, un reemplazo a lo que tú me negabas y...

Suelto una risita nasal y niego con la cabeza, ahora la indignada soy yo y más que tristeza, siento decepción y rabia. Nuevamente no digo nada que solo me haría perder el tiempo, menos lo dejo terminar antes de dar media vuelta para seguir mi camino.

Esto no es lo que quiero para mí, no una relación como esta ni a alguien como él, que me haga sentir miserable y como si no valiera nada por negarle una sesión de sexo. Y supongo que en parte lo agradezco, que me haya demostrado que una cara bonita no determina el trato, que puede ser la peor basura a la que me pudiera enfrentar y sobre todo, que siempre debo tener más precaución a la hora de confiar.

¿Así funcionan estas cosas? ¿No das lo que la otra persona quiere y así de fácil buscan algo más?

Siempre pensé que en medio de dos personas y el amor entraba la paciencia, el respeto y la empatía; es lo que mis padres me han demostrado que debe haber incluso entre la amistad, no correr a perseguir la opción más fácil cuando una dificultad se presenta.

No me esfuerzo por limpiar mi rostro ni reparo en lo que vayan a pensar las personas que me ven pasar a su paso, porque además de que no es su problema, no me conocen y yo necesito drenar mi frustración. Después de todo, no es la primera vez que una adolescente a la cual le han sido infiel llora.

Doy algunos pasos y cuando atravieso la primera cuadra, la bocina del auto de Rugge me hace frenar mis pasos. Ahora sí limpio mis lágrimas porque si él me ve mal, tendrá problemas con su amigo y no quiero meterlo en esto que es entre Mateo y yo.

—¿Lo hiciste? —consulta precavido al acercarse, corriendo tras bajar del auto al ver que no me moví en su dirección y que permanezco en mi sitio sobre la acera. Toma mis hombros con delicadeza para verme a los ojos con suavidad y cariño, como si quisiera asegurarse de que estoy bien y que con cualquier paso que dé no corre el riesgo de romperme. Solo asiento con lentitud, sorbiendo mi nariz—. ¿Qué pasó, peque? —Limpia mis lágrimas, esas que emergen apenas pronuncia esas palabras, para después abrazarme.

De nuevo no digo nada, solo extiendo mis brazos para rodear su torso y me aferro con fuerza a su cariño. Sé que eso basta para confirmarle que esto que jamás debió iniciar ya se acabó.

__________________________________________________

No creí necesario añadir mucha interacción entre esta pareja, pero si quieres un cap dedicado a ellos, pídelo que con gusto lo armo.

¡Mateo es un desgraciado! 💔 Lastimó el corazón de Ari porque es un idiota con fallas neuronales, y yo creo que eso va a traer problemas después para esa cabezona. O no... ¿Quién sabe?

Hasta aquí el capítulo de hoy, fue feo, pero cosas como estas hacen que me enamore más de Rugge y aquí lo positivo del día.

¡Nos leemos pronto para el regreso! ♪┌|∵|┘♪

Abracitos para el camino. ʕっ•ᴥ•ʔっ

Continue Reading

You'll Also Like

14.4K 2K 80
¿Alguna vez oíste de la Maldición de la Luna Negra? Conoce la historia del amor de Ahmena y Dhivano, dos amantes unidos por el destino y esta maldici...
2.9K 409 34
El país de Soros es famoso por dos cosas: su riqueza y el desfile de reinas ahogadas que sucede en palacio desde hace dos años. Cuando la orden real...
55.8K 1.7K 48
"me gustaría ser más cercana los chicos del club, pero supongo que todo seguirá siendo igual, no?"
1.5K 288 37
Un trauma. Un contacto. Una sanción. Dos involucrados. Todo es culpa suya, pensó ella. Merecía la pena, consideró él. Todos los derechos reservado...