Cuando desperté sentí un extraño vacío a mi lado, por lo que abriendo lentamente los ojos, me dispuse a observar todo a mi alrededor. El lugar parecía en orden, y mi ropa, que anteriormente se encontraba en el suelo, ahora estaba acomodada en el tocador; yo estaba abrazada a una almohada y cubierta hasta el cuello con una manta.
Repentinamente temía que todo fuese un sueño. Me destapé rápidamente, encontrándome en ropa interior y el sonrojo invadió mis mejillas. Mis muslos se encontraban un poco pegajosos así que me dispuse a ingresar al baño para tomar una ducha.
Al finalizar, me cambié la ropa interior dejándome la ropa que me había quitado. No estaba sucia después de todo. Y afortunadamente para mí, las sábanas de mi cama tampoco parecían sucias.
Sonreí y caminé escaleras abajo en busca de Lisa y de algo para comer. Mi estómago empezaba a rugir.
Cuando bajé y empecé a caminar por toda la casa, finalmente me encontré con un cuadro que definitivamente debía estar en un álbum familiar.
Minji limpiaba las mejillas cubiertas de harina de Jisoo, quien mantenía un puchero en sus labios. Mi tía Dara, por otra parte, intentaba acomodar la masa en los moldes mientras Jennie y Lisa se encargaban de mezclar algunas cosas, con las mejillas llenas de harina, sus lenguas fuera y unas expresiones sumamente adorables de concentración en los rostros.
Me dio tanta ternura que lamenté interrumpir, sin embargo, aún tenía hambre. Saqué mi teléfono y capturé el momento en una foto, para después acercarme a Lisa con cuidado y limpiar su sucia mejilla antes de besarla.
Ella volteó hacia mí con una adorable sonrisa.
—¡Rosie! —canturreó y de inmediato posó el bowl con la mezcla frente a mí—. ¡Mira lo que hice!
Solté una risa y me dispuse a limpiar su otra mejilla antes de hablar.
—Se ve bien, Lili. ¿Qué es?
—Hacemos postres —contestó y siguió batiendo la mezcla con efusividad y concentración—. Estoy ayudando con las galletas. Jisoo y Minji preparan la crema para el pastel.
Asentí y le planté un beso en la otra mejilla cuando terminé de limpiarla, recibiendo otra de esas adorables sonrisas.
—Listo —murmuré, sonrojándome levemente.
—Gracias.
—¿No te parece una escena rara, Dara? —como estaba acostumbrada, Jennie interrumpió nuestro momento mientras batía algo en su tazón.
La tía Dara rió, pero negó con la cabeza.
—En absoluto. Ellas siempre han sido así.
—A mí sí me parece sospechoso —murmuró la castaña, observándonos con los ojos entrecerrados.
Yo le saqué la lengua y me volteé para buscar algo en el refrigerador.
—Oh, cariño. Hay ramen instantáneo en el refrigerador —me habló mi tía.
—Está bien —tomé el ramen en mis manos y cuando pasé al lado de mi tía para prepararlo, metí el dedo en la masa para probarla. Desafortunadamente ella se dio cuenta y me golpeó con una cuchara de madera en la mejilla porque fue el único lugar que alcanzó a tocar antes de que yo saliera corriendo hacia Lisa. Suavemente, por supuesto.
Hice un puchero cuando noté mi mejilla pegajosa y Lisa se echó a reír, lamiendo la masa incrustada allí.
—¡Lisa! —chillé, golpeándole el brazo.
Ella volvió a reír.
Observé de reojo a mi tía, quien negaba con una sonrisa y continuaba batiendo la mezcla.
Jennie, frente a ella, observó nuestra interacción unos segundos antes de apartar la vista cuando nuestros ojos se encontraron y no pude evitar sentirme un poco mal por ella. Sabía que, en el fondo, ella deseaba tener una interacción así con alguien. Específicamente con cierta chica de cabello negro que tanto la ignoraba últimamente.
Y sí, días atrás, Jennie nos había confesado a Lisa y a mí que se había llegado a enamorar de mi mejor amiga. No fue una sorpresa en lo absoluto, Lili y yo ya nos lo esperábamos; es decir, la forma en la que interactuaban y las miradas que compartían... Lo que sí me sorprendió fue notar como Jisoo se tensaba cada vez que yo intentaba inmiscuirme en el tema y empezaba a evadirme.
Ella y yo definitivamente necesitábamos una conversación urgente.
Salí de mi trance momentáneo cuando Lisa me besó la mejilla que había lamido anteriormente.
—Deberías preparar el ramen, Rosie. No has comido nada y ya casi es hora de la cena.
—Lalisa tiene razón, hija. Tienes que hacerlo, no es bueno saltarse las comidas —murmuró Minji, señalándome con una de las aspas de la batidora, la cual estaba cubierta de chocolate.
—Está bien, está bien. Ya voy —hice un puchero y, cuando volteé, Lisa permanecía allí frente a mí observándome mientras se mordía el labio inferior. No pude evitar sonrojarme.
Por supuesto, aquella interacción no pasó desapercibida por Jennie, quien realizó un comentario como siempre.
—Ya bésala.
Al instante, sonrojadas, ambas observamos a otra parte y Lisa frunció el ceño.
—Cállate, Kim.
—Vamos, se nota a kilómetros que quieres hacerlo.
Bufó, sin embargo, la rubia no dijo nada más y se dispuso a batir la mezcla nuevamente. Jennie, por su parte, se echó a reír.
Negué con la cabeza y me dispuse a preparar ese ramen.
Al pasar algo de tiempo, el lugar se encontraba en absoluto silencio; al menos por nuestra parte, porque lo único que se escuchaban eran las direcciones de Jennie hacia todas. Al parecer era ella quien tenía el mando.
En una de esas interacciones, a Jisoo le tocaba batir algunas cosas más para finalizar la crema que decoraría el pastel, sin embargo como ella usaba una camiseta con mangas algo largas —que no tengo idea de por qué usó si estábamos en verano— y podía mancharse, Minji quiso intervenir.
—Jennie, cariño. ¿Podrías hacerme un favor?
Jennie, quien se encontraba ayudando a Lisa a poner la masa para galletas en el molde, volteó hacia ella y asintió con una sonrisa.
—Por supuesto.
—¿Crees que podrías acomodarle las mangas a Jisoo? Se va a manchar y si lo hago yo será peor. También tengo crema en las manos.
La castaña titubeó y estuvo a punto de negarse ante tal pedido, sin embargo, al dar un rápido vistazo hacia mí y recibir un asentimiento como respuesta, suspiró y asintió mientras se acercaba a Jisoo.
—Yo...
Jisoo bufó y apartó la mirada, concentrándose esta vez en la crema. Sabía perfectamente que no podía objetar contra nada que su madre dijera.
—Hazlo rápido.
Jennie asintió tímidamente —lo cual fue muy extraño— y se situó detrás de ella.
Todas nos encontrábamos expectantes ante lo que ocurría, inclusive mi tía y Minji, quienes habían dejado de preparar las cosas para prestar atención a ese par.
Jennie pasó sus brazos por la cintura de Jisoo, con cuidado de no tocarla mucho, y acomodó suavemente las manga, subiéndolas hasta sus antebrazos para que no hubiese problema.
Su barbilla casi tocaba el hombro de Jisoo, quien por cierto, aunque parecía actuar natural, yo sabía que se encontraba algo nerviosa por la cercanía con la menor. A pesar de que ella no lo admitía, yo tenía mis ligeras sospechas sobre qué era lo que le ocurría.
Una vez terminó, Jennie se apartó de mi mejor amiga con un leve sonrojo en sus mejillas, carraspeó y continuó con su labor.
Lisa y yo intercambiamos miradas.
—Son tan raras —murmuré, comiendo un poco de ramen.
—Mucho —rió Lisa—. Todo es tan tenso cuando se trata de ellas.
Asentí.
—¿Y qué piensan hacer hoy, niñas? —preguntó mi tía Dara, luego de que el silencio incómodo inundara el lugar.
—Quizá ver películas —opiné.
—¡Sí! Podemos acurrucarnos en el sofá y ver películas. Es bastante cómodo para una pijamada —Lisa asintió ante mi idea y sonrió con efusividad, volteándose luego para poder ver a nuestras mayores—. ¿Qué opinan ustedes, chicas?
—Supongo que está bien —dijo Jennie.
—Da igual —contestó Jisoo.
La rubia y yo volvimos a compartir miradas.
Sólo esperaba que esta noche todo saliera bien...
...
Una vez anocheció, y todas nos habíamos puesto las pijamas —porque no sería una pijamada si no lo hacíamos—, la tía Dara y Minji se despidieron de nosotras advirtiéndonos que no nos quedáramos tan tarde —puesto que se suponía que empezaríamos nuestras actividades en la playa mañana por la mañana— y que recogiéramos todo lo que desecháramos.
Asintiendo ante todo, las chicas y yo nos aventuramos a escoger qué película ver mientras tomamos mantas para acurrucarnos en el gran sofá. Era extraño, pero a pesar de ser verano las noches podían llegar a ser bastante frías.
Mientras Jisoo buscaba una película en Netflix desde la otra punta del sofá, yo me acurruqué más cerca de Lisa y posé mi cabeza en su hombro; al instante, Lisa me envolvió con uno de sus brazos y besó mi cabeza.
—Vamos, ni siquiera ha empezado la película y ya están de melosas —musitó Jennie, quien traía dos tazones de palomitas en las manos.
Lisa se echó a reír y recibió uno de los tazones.
—No somos melosas. Simplemente nos abrazamos.
—Ya, claro —siendo tan sarcástica como siempre, Jennie bufó y se dirigió a Jisoo esta vez, con un tono de voz un poco más suave—. ¿Quieres palomitas, Jisoo?
Jisoo levantó una ceja y la observó sólo por unos instantes, antes de apartar la mirada nuevamente hacia el televisor.
—Puedo conseguir mis propias palomitas.
Y dicho eso, se levantó del sofá para caminar directamente hacia la cocina.
Jennie hizo una mueca y suspiró, tomando asiento a mi lado en el sofá en completo silencio.
Tiempo después, cuando Jisoo regresó con un tazón de palomitas en las manos, la película dio inicio y todas guardamos silencio.
No tenía idea de qué se trataba, pero no porque no fuese interesante, sino porque en esos momentos estaba más ocupada intentando tranquilizar el cosquilleo enorme en mi vientre que empecé a sentir cuando la mano de Lisa se deslizó dentro de la manta y me envolvió la cintura, acariciándola suavemente con los dedos; su otra mano estaba fuera, pero también se encargaba de acariciar mis piernas.
Si Jennie o Jisoo lo vieron, no dijeron absolutamente nada al respecto. Ambas estaban en su mundo, a pesar de que veían totalmente la pantalla.
Suspiré cuando la mano traviesa de Lisa se coló debajo de mi camiseta y empezó a trazar patrones con sus dedos sobre la piel de mi abdomen, quien se tensaba ante el cosquilleo. Lisa besó mi cabeza nuevamente y sus labios permanecieron allí, sin moverse, simplemente disfrutando el toque. Por supuesto, yo también lo disfruté y me acerqué más a su cuerpo. Mi espalda se apegó a su pecho caliente y cómodo, y finalmente sacó la mano del interior de mi camiseta para que sus brazos me envolvieron más fuerza, pero conservando siempre aquella delicadeza que la caracterizaba.
Evidentemente este no era un momento erótico como los vividos anteriormente, era más algo dulce y sutil, delicado pero al mismo tiempo cálido. Supongo que era uno de los momentos a lo que ella se refería cuando decía que en una relación no todo eran cosas fogosas.
Una relación... ¿Es así como se sentía realmente estar con alguien, sea quien fuere? ¿O simplemente se sentía así porque lo hacía con Lisa? Si era así, ¿qué lo hacía diferente? ¿Cómo podía diferenciar las sensaciones? Después de todo yo jamás había estado con nadie de esa forma, esta era mi primera experiencia... ¿Tendrá algo que ver con lo cercanas que somos? ¿O con el hecho de que todo en compañía de Lisa parecía sentirse apropiadamente bien?
Todo era tan confuso...
Volví a la realidad cuando la canción final y los créditos aparecieron frente a mí, e inmediatamente Jisoo quitó la película ya terminada para poder buscar otra.
—No estuvo tan mal —comentó Lisa.
«¿Ella de verdad estaba viendo la película? ¿Fui la única que se entretuvo?»
—Sí... En fin, voy al baño —comentó Jennie, levantándose de su asiento y estirándose.
Como parte de su abdomen quedó al descubierto, aproveché para golpearlo ligeramente. Jennie, al sentir mi mano en aquel lugar, la golpeó sutilmente y se echó a reír.
—Sé que soy irresistible, Rosie. Pero aquí no, tu novia está viendo. Tal vez luego —me guiñó un ojo juguetonamente y Lisa, frunciendo el ceño, bufó.
No obstante, extrañamente no fue ella la que hizo el primer comentario.
—¿Qué no ibas al baño? —preguntó Jisoo, observándola con una expresión molesta en el rostro
—Sí, ya lárgate —apoyó Lisa.
Jennie, encogiéndose de hombros, se marchó.
Acto seguido, Jisoo se levantó del sofá con su tazón vacío en la mano.
—¿Quieren más palomitas?
—Síp —asentí.
Ella asintió de vuelta y tomó los dos tazones vacíos restantes —porque Lisa y yo habíamos compartido—, marchándose hacia la cocina.
Una vez quedamos a solas, Lisa y yo nos quedamos en silencio unos instantes. Ella aún mantenía su brazo sobre el espaldar del sofá —el cual había puesto ahí cuando la película se acabó—, y yo aún me acurrucaba en su pecho con la manta a nuestro alrededor.
De repente, Lisa sonrió y empezó a plantar suaves besos en mi frente, haciéndome reír.
—Lili, ¿qué haces? —pregunté entre risas.
—Contando.
—¿Contando qué?
—Cuantos besos le caben a tu frentecita.
—¡Lisa! —reí y golpeé su pecho con suavidad.
Ella rió, y siguiendo con su extraña actitud, colocó su mano en mi rostro.
—¿Qué estás haciendo ahora?
—Mido tu sonrisa.
—¿Y ahora? —le pregunté en cuanto se separó de mí y me observó con dulzura.
—El brillo de tus ojos. ¿Sabías que brillan más cuando ríes o sonríes?
—¿D-de qué estás hablando? Para ya, tonta —volví a golpear su pecho y mis mejillas empezaron a encenderse ante sus lindas palabras.
—Solo digo la verdad, Rosie Pooh —sonrió nuevamente—. Si tu... si fueras mi novia, me encargaría de presumirte todo el tiempo. El brillo de tus ojos, tu hermosa sonrisa... Esa risa tan adorable... O esos adorables pucheros que haces cuando no consigues lo que quieres... La forma en la que arrugas tu nariz cada vez que algo te desagrada... Tus hermosos, rosados y perfectos labios... Lo perfecta que eres.
«Muy bien, definitivamente no me esperaba eso...»
Mis labios se entreabrieron ligeramente pero no dije absolutamente nada. No podía, Lisa me había dejado sin palabras una vez más.
Sin embargo, unas de las muchas palabras hermosas se quedaron impregnadas en mi mente.
«Si fuese su novia...»
¿Qué pasaría si fuese novia de Lalisa Manoban? ¿Cómo sería mi vida? ¿Podría ser incluso mejor que ahora?
Salí de mi trance momentáneo cuando sentí como una de sus manos acariciaba suavemente mi mejilla, para posar después un mechón de cabello detrás de mi oreja.
—Eres tan hermosa —susurró, inclinándose levemente hacia mí.
Para mi desgracia, no llegó a más que eso. Quería y anhelaba que me besara en ese instante; que sus labios conectaran con los míos para poder sentir finalmente la paz y la calidez que ellos me transmitían.
En su lugar, nos observamos a los ojos durante algunos instantes, incapaces de decir alguna palabra. Lisa titubeó unos instantes, abriendo y cerrando sus labios antes de tartamudear hacia mí.
—Rosie, yo... Yo te-
No obstante, antes de que pudiera decir algo, nos tuvimos que separar abruptamente cuando Jennie pareció y se tiró a mi lado en el sofá, posando los brazos sobre el espaldar y sonriendo pícaramente.
—No se preocupen por mí. Sigan en lo que estaban.
Lisa chasqueó la lengua, un tanto irritada y me envolvió la cintura para alejarme un poco de Jennie.
No tengo idea de por qué lo hizo, pero no me quejé.
Unos instantes después, Jisoo apareció por el umbral de la cocina y supe de inmediato que Lisa y yo no volveríamos a hablar tan íntimamente durante el resto de la noche, dejándome con una gran incógnita.
«¿Qué iba a decir?»