Canela ©

By Karo_lovegood

33.6K 6.1K 17.6K

[COMPLETA]. La conocida teoría de los polos opuestos atrayéndose cierta vez toma poder en las relaciones, pe... More

Sinopsis
1. Un gran día
2. Es tu día
3. Piojo
4. No quiero un castigo
5. El idiota que ella dice que soy
6. Mi esencia favorita
7. No quiero ser más una niña herida
8. Ya no me odies
9. Cálmate, piojo
10. No puedo verla en todas partes
11. Estar enamorada de ese imbécil
12. No soy como él
13. No se trata de un juego
14. Es nuestra mesa
15. ¿Bailamos?
16. Está llena de sorpresas
17. Algo imposible
18. Pausa a tu juego
19. Canela
20. No gracias, Hestia
21. No es mi chica
22. ¿Nos llevamos bien?
23. Preocupada por la cuerda
24. Lo que sea por ti
25. Marcando territorio
26. Carterista
27. Esa cita
28. Tic-toc, linda
29. Hay otro chico
30. Lo admito
31. Yo siempre gano
32. Es fácil confiar cuando se trata de ti
34. Alguien se ha enamorado
35. Feliz navidad, Bonetti
36. Es la chica de la fiesta
37. Aida
38. Parte de la rutina
39. Eres la novia de mi hermano
40. Idioma Miller
41. "Quiero hablarte de algo"
42. Un fracaso
43. Naranja entera
44. Es su canción
45. Caramelo de ajo
46. No volveré a cruzarme en tu camino
47. ¿Mi novio?
48. Aliens, por favor, abdúzcanme
49. La copia exacta de James
50. Orgullo personificado
51. Maltrato animal
52. Supersticiones de abuela
53. Lunática
54. Ya tenías uno
55. Solo... un pedacito
56. Eres un osito panda
57. ¿Está soltero?
58. ¿Puedes abrazarme?
59. Es un mal chiste
60. Orangutanes cínicos
61. Te prometo que te quiero
62. No todo podía ser perfecto
63. ¿Mis ojos mienten?
64. Los planes para mi muerte
65. No puedo seguir engañando a ambos
66. Jugar a la casita
67. Su humor, mi enemigo
68. Su enamorado es Liam
69. Lo que ambos sentimos
70. Hay muchas formas de amar
71. Nuevamente lo detesto
Extra: Chrisand
72. Me haces daño
73. Jodidamente manipulable
74. Soy un títere
75. Sinónimo de dolor
76. No conozco de razones
77. Te quiero conmigo
78. Eres más que eso
79. Criadero de anfibios
80. Huele a canela, así como tú
81. Piezas similares de un puzzle
82. No estoy enamorado de ti
83. No pienses que te esperaré toda la vida
84. Un panda colgando de tus llaves
85. También el mar es muy cambiante
86. Que me pruebe lo que quiera
87. El final de nuestra canción
88. Tu apodo en mi café
89. Aún no termina tu día
90. Espinas en tu corazón
91. Será un reto
92. Ahora soy un egoísta decepcionado
93. Déjà vu
94. Uno, sin dejar de ser dos
Epílogo
Agradecimientos
Extra 1: Como el resto de tu vida
Anuncio

33. Siempre vuelvo a pensar en él

264 56 145
By Karo_lovegood

Sin que pueda prevenirlo, la sonrisa que me provoca la ilusión se borra de mis labios cuando, en medio de mi escrutinio, visualizo el piano y me golpea la ausencia de uno de los pilares que sostenía a la familia. No hay amenaza de derrumbe para la estructura Russo, pero la felicidad no está completa y siento que esa aura de júbilo ostencible que inundaba el hogar no ha hecho presencia este año, porque mi abuelo se la llevó consigo.

El nudo en mi garganta hace su aparición después de varios días de no haberme hecho visita cuando, todavía desde mi lugar, se evocan a mi memoria los recuerdos de navidades pasadas en una cronológica secuencia, como si se tratase de una película emotiva y llena de una alegría inquebrantable en la que Angelo está presente, convirtiendo esas noches en la víspera en un ridículo show de teatro; abriendo los regalos mucho antes de que llegue la hora como si de un niño impaciente, rebelde y maleducado se tratase o invitando a bailar a una pequeña Arya que se ubica sobre sus pies debido a sus torpes e inexpertos pasos, aun cuando los suyos tampoco son nada buenos.

Y sonrío con nostalgia, porque precisamente ese era mi abuelo.

Más que luchar por alcanzar su experticia en algo, él disfrutaba y admiraba el arte imperfección. Para él, el verdadero valor de la vida reside en la simpleza de ser humanos, tontos mortales, pero con todo lo necesario para ser felices y con esa muy necesaria dosis de suspicacia e inteligencia que ayudarían a solventar cualquier inconveniente que se atraviese enfrente, pero sin dejar de divertirse.

"La vida es una fiesta y yo soy el alcohol" solía decir él.

—Gab, ven —me habla Rugge, sacándome de mis pensamientos.

Le sonrío con vergüenza y le hago saber que lo entendí, antes de que él gire nuevamente al frente para seguir en lo suyo.

Observo a todos una vez más y antes de bajar los últimos escalones, inspiro y espiro una bocanada de aire al tiempo que pestañeo en repetidas ocasiones con la intención de alejar a las lágrimas que amenazan con escapar de mis ojos, porque a pesar de todo ellos se ven unidos y sé que nada más que eso haría feliz a mi abuelo.

Me acerco a la sala y me ubico en medio de Ale y Rugge, que mantienen una acalorada discusión donde la protagonista es la ridícula película que hemos visto esta tarde: Halloween. A mi parecer es un filme aburrido, con secuelas además innecesarias, y pienso que lo único atemorizante e interesante es la frialdad con la que el personaje principal comete sus crímenes. Ni siquiera debería entrar en la categoría del terror.

—Solo digo que debimos ver las películas anteriores —se queja Alessia.

—Jamás veré una película de esas, es un juramento inquebrantable —aseguro, inmiscuyéndome en la conversación y muy en desacuerdo con ella.

—Tú porque no le das una oportunidad a nada que no sea Harry Potter —me acusa Rugge, que usa su brazo derecho para rodearme los hombros en un abrazo.

—Claro que sí —me defiendo. Ellos me miran arqueando las cejas, sin dar crédito a mis palabras y quizá pensando que es ridículo lo que acabo de decir—. Me encanta Marvel, mucho el misterio y más fantasía, no inventen.

—Sí, claro —responde Rugge con sarcasmo, haciéndonos caer en el respaldo sin soltarme.

Voy a replicar con falsa indignación, pero las voces de niños discutiendo captan mi atención, entonces giro la cabeza para ver que se trata de mi tía Alessandra, ingresando con su actual pareja y sus mellizos, Antonella y Ángelo. Ella decidió ponerle los mismos nombres de sus padres a sus hijos.

Los niños tienen cinco años y hace tres, ella se divorció de su esposo tras enterarse de que le había sido infiel por más de siete. Afortunadamente ella pudo superarlo y ahora tiene una relación con una mujer de nombre Maritza, con quien se ve más feliz de lo que se veía cuando estaba con Patricio.

—Nonna! [¡Abuela!] —grita Anto, iniciando su carrera en busca de la señora. Su hermano, por el contrario, continúa sus pasos hasta situarse junto a sus otros primos, comenzando de inmediato a hablar sobre sus intereses.

La niña continúa a abrazar a mi tío y primos y yo me acerco a mi tía para saludarla. Ella es la antecesora de mi padre, pero solo por unos minutos, pues ellos también son mellizos.

—También nos alegra verte. ¿Tus papás están aquí? —pregunta mi tía, luego de que saludo a ambas. Ni siquiera alcanzo a responderle, ella encuentra su respuesta cuando ojea alrededor de la sala—. Entonces tenemos que igualar la navidad a la suya para que lo pases tan bien como todos los años —añade en complicidad con Maritza, que asiente con convicción procurando convencerme.

Quizá olvidan que ya no soy una niña que se deja nutrir con mentiras.

Le hago saber que solo el hecho de que hayan venido es suficiente y me despido por el momento para saludar a los pequeños con verdadera alegría. Siempre he tenido debilidad por los niños, y extrañamente tengo una especie de aura magnética que los atrae hacia mí.

Luego de abrazarlos y halagarlos, me retiro a tomar agua a la cocina, deseosa por un mínimo descanso de sentir y agobiada por muchos sentimientos entre los que predomina la tristeza, porque aunque parte de la familia está aquí, no están mis padres, y es la primera navidad que no estoy junto a ellos. Eso me deja inevitablemente triste.

O esa es la emoción que empieza a resurgir hasta que escucho a mi mamá a lo lejos.

Quiero creerlo.

Dejo el vaso en la cocina y corro dando trompicones de vuelta a la sala. Ellos se encuentran allí con algunas maletas y traen el mejor regalo que podría pedir: mi mejor amiga en Italia.

—¡Hey! —exclama Yul al verme, corriendo hacia mí con los brazos abiertos. En este momento no me importa ser el centro de atención de todas las miradas por una escena dramática, solo por ella, y también corro en su búsqueda—. No te haces una idea de lo que te he extrañado, estúpida. Te odio.

Me doy cuenta de que la he extrañado mucho más cuando escucho la forma en la que se dirige a mí, demandante y exigente pero cariñosa, e inevitablemente dejo salir una risita escandalosa.

—Y yo no puedo creer que te quiera tanto, Yulia —la molesto, apretándola con fuerza antes de apartarme.

—Es inevitable quererme, soy genial. —Guiñe, presuntuosa.

Niego con la cabeza, dispuesta a no alimentar su ego aunque pienso que tiene razón y la arrastro conmigo de vuelta a mis padres, a quienes abrazo en conjunto, realmente agradecida por la sorpresa. Estoy orgullosa incluso por haberme atrevido a comprarles algo esta mañana.

Les saludo y veo a mi amiga, que no ha tardado en integrarse a la familia y conversa con mis tíos animadamente. Observo que Rugge no le despega la mirada de encima y me despido de mis papás para ir a presentarlos, porque por cuestiones de la vida no he podido hacerlo antes y no hay nada que me urga más hacer.

Mis padres se acercan a saludar al resto de la familia y emocionados entre besos y abrazos, los dejo para volver junto a mis primos con Yulia a rastras.

—Tienes que conocer al chico más guapo del mundo entero —bromeo al colocarla frente a Rugge, quien me guiñe antes de levantarse del sofá y estirar su mano para presentarse decentemente a mi amiga.

Su formalidad me sorprende, pero sé que solo está nervioso por cumplir su bonito capricho y no lo molesto.

—H-hola —enuncia Juliana con timidez, y de nuevo no puedo hacer más que sorprenderme.

¿Es Juliana, mi mejor amiga, la que está loca, quien está nerviosa y sonrojada?

Rugge sonríe, mirándola fijamente a los ojos hasta que el contacto se pierde porque él se acerca para besar sus mejillas, a lo que ella reacciona con una sonrisa. Alessia me ve con gracia ocultando una risa que yo no me esfuerzo por ahogar, demasiado divertida por el cambio brusco de estos.

—Me alegra tenerte al fin frente a mis ojos —expone mi primo con coquetería, sin dejar de ser formal.

Ruedo los ojos aún riendo por su palabrería de telenovela, viendo que mi amiga parece no poder controlar la vergüenza que insiste en exhibirse en sus delicadas facciones.

—También me alegro de conocerte al fin, Ruggero —responde, exponiendo sus diminutos hoyuelos a la vista cuando sonríe.

Mi primo va a responder, pero el sonido de su celular lo interrumpe y se ve obligado a soltar la mano de Yulia para atender, en contra de su voluntad, y seguido retirarse tras una disculpa.

—Estoy realmente feliz de tenerte por aquí —comenta ella cuando Rugge nos deja.

—Tú eres quien vino —le recuerdo, viéndola poner por ojos en blanco antes de que la arrastre conmigo hasta el sofá.

—¿Siempre tienes que arruinar todo? —inquiere con gracia, y es suficiente para provocarnos una sonrisa.

No tardamos en iniciar una conversación donde los protagonistas son Rugge y su capacidad de fingir ser un humano decente. Juliana solo escucha y ríe mientras Alessia y yo despotricamos contra él, hasta que nos lo interrumpe el castaño en compañía de su mejor amigo.

Ahora quien parece ridícula soy yo, por su sola presencia y el recuerdo vívido de lo que pasó en la mañana.

Sus oscuros ojos se posan con suavidad en mí, y me levanto cuando se acerca hacia el sofá para volver a saludarlo, temiendo que mis torpes pasos me hagan notar nerviosa.

—Tú nunca dejas de deslumbrar —susurra, antes de besar mi mejilla, demorándose más de lo que se considera necesario.

Atino a exponer un débil agradecimiento, mientras observo sus ojos. Sé que no pasaré de este día en que el ahora yo sea el blanco de burlas, pero decido no pensar en eso por el momento y disfrutar de su presencia por nerviosa que me ponga. Luce muy guapo esta noche, y estoy dispuesta a admirarlo.

—Así que eres Mateo —expresa mi amiga, fingiendo muy mal su sorpresa cuando se levanta y obligándome a despegar la mirada de los oscuros ojos del chico, que asiente sin dejar de verme.

—Tú debes ser Juliana —contesta él, afirmando. Gira a verla y extiende su mano que mi amiga recibe y estrecha, mientras Mateo besa sus mejillas haciendo uso de lo que a mí me parece una reacción invasiva de la cultura italiana.

—Así es. Y he oído mucho de ti —apunta, feliz de molestarme.

Solo abro los ojos en su dirección, en una clara amenaza que ella me hace saber que comprende cuando ríe.

—Espero que hayan sido cosas buenas —sigue el otro. Me mira, y tengo que retractarme de rodar los ojos por aquel comentario cliché para sustituirlo por una sonrisa nerviosa.

No siempre he hablado maravillas.

—Todo perfecto, ahora mejor cuéntame cómo es que estás aquí —exijo a Yulia para cambiar de tema, invitándolos a todos a sentarse y escuchar.

Mateo se ubica a mi lado izquierdo y ella se sienta al otro, dejándome en medio; con Rugge y Alessia al otro lado del sofá en ele, y entonces empieza a explicar que sus padres viajarían a casa de una tía materna que tiene en Arizona por las fiestas. Juliana, al odiar tanto aquel lugar, les rogó para que la dejasen venir con los míos, pues ellos la invitaron y se ofrecieron a pagar todos los gastos. Por eso a los Taylor no les costó mucho aceptar.

La agradezco en silencio a todo el que se me cruza por la mente. No puedo estar más feliz de que haya venido; la necesito y también a su apoyo, porque durante mi ducha de esta tarde he tomado una decisión que será importante y permanente por un tiempo y ella será la primera en saberlo, aunque quiera matarme.

Después de un rato en el que mi familia y amiga parecen establecer un buen vínculo a primera vista, hablando como si incluso formaran parte del mismo círculo, pasamos a cenar, charlando hasta que incluso el momento de la comida pasa y volvemos nuevamente a la sala, donde me preparo para cumplir la promesa que le hice a Mateo de tocar el piano.

Me ubico frente al instrumento, presionando las teclas encaminada a reproducir una melodía que tengo arraigada a la memoria como mi mismo nombre. Alessia me acompaña y juntas presentamos una canción de navidad por petición de mi abuela, la favorita de Ángelo: A Natale puoi. Hago mi máximo esfuerzo para no dejarme llevar por la nostalgia como muchos de los presentes, que se emocionan e incluso lloran conmovidos porque es el primer año en el que mi abuelo no está presente para tocar él mismo, como todos los años, aquella composición.

También me lleno de tristeza, pero me propongo aferrarme al presente y no dejo que esta emoción arrase conmigo.

Al comer tantos dulces, los niños todavía conservan sus energías intactas y se mantienen despiertos al momento de abrir regalos. Para ellos, no es más que nuevos juegos de Playstation y sus consolas portátiles, además de muñecas para las dos niñas menores. La emoción de la noche para mí, más que recibir todo lo que me podrían dar, es ver los ojos iluminados y cristalizados de Rugge por la nueva cámara que compré hace apenas unas horas para él, porque sé lo importante que es la fotografía en su vida. Y más plena me siento cuando se asegura de capturar muchos momentos desde el minuto uno en el que encendió el aparato, repitiendo a cada segundo lo mucho que me ama.

No hay nada a lo que le dé más importancia que a eso.

Cuando el cansancio se adueña de todos, se despiden para retirarse a dormir; Mateo hace lo mismo para dirigirse en cambio a su casa.

—¿En qué momento lo compraste? —pregunta de camino a su auto, examinando la pulsera de cuero y acero que le regalé. Es una pieza en pareja, y la otra es para su hermano.

—Cuando fuiste a comprar los tuyos, que... por cierto, gracias también. El reloj está precioso —expongo, deteniéndome en la reja de la entrada.

No tengo el objeto en mis manos, pues se lo encargué a Juliana antes de salir, pero continúo pensado que es correcto agradecerle el gesto por más insistente que me muestre.

—Lo compré hace días —me cuenta al posicionarse frente a mí, con las manos dentro de los bolsillos de su chaqueta—. Estaba de paso con mi mamá por el centro y lo vi en una tienda. Cuando me fijé en la flor que lo adornaba tuve que desviarme para conseguirlo porque solo le faltaba tener plasmado tu nombre para decir que estaba hecho para ti —añade entusiasmado, pero no me da tiempo a contestar más que con una sonrisa antes de seguir—. Ahora, necesito que me expliques el significado le diste a estas pulseras, porque sé que lo has hecho con una intención —solicita, extrayendo las prendas del bolsillo derecho de su abrigo.

—Eh... sí, bueno. Leí un libro hace tiempo que me recuerda a la relación que tienes con tu hermano y me pareció una buena idea. No fue muy difícil conseguirlo... Las brújulas siempre nos guían, ¿no?, y todo barco necesita una que lo dirija. Para mí, tú serías la brújula que lleve a tu hermano, ese barco, a donde debe llegar, hacia el camino correcto como siempre has intentado hacerlo. Él no se ha dado cuenta y quizá tú tampoco, por eso solo falta que ustedes dos lo vean de ese modo —le explico, observando con detenimiento sus centellantes ojos, hasta que me despega la mirada para ver su mano donde sostiene las pulseras. Sencillas, pero delicadas, masculinas y bonitas—. Yo... no tengo hermanos, Mateo, y sabes el porqué, y aunque no me sentí sola nunca, sé que puede ser duro creer que se está.

—¿Por qué? —pesquisa, sin despegar la mirada de las prendas que sostiene en su mano y de las que cuelga un solo dije, una brújula y un barco respectivamente. No pasa mucho tiempo en el que vuelve su vista a mis ojos—. ¿Por qué lo sabes?

—Por algo que me pasó hace mucho —miento, restándole importancia para evitar hablar de Ian, que de cierto modo fue mi inspiración para esto—, pero ya es pasado, no importa... ¿Te has puesto a pensar en que quizá tu hermano quiera llevarse mejor contigo, que puede estar arrepentido y que también podría estar necesitando de tu compañía?

Antes con Ian me pasaba y yo sí intenté buscarlo, pero me rendí con la idea de que ya no hay nada que hacer. Tal vez con Mateo todavía quede tiempo.

—La verdad..., no. —Ladea la cabeza, mostrando una expresión analizante como si apenas ahora repara en la posibilidad—. Nunca le he puesto atención a eso, pero tienes razón. Yo jamás intenté arreglarlo tampoco y simplemente dejé al tiempo hacer lo que quiso.

—Creo que se merecen una oportunidad de escucharse.

Todos lo merecemos.

Mateo sonríe, vuelve a meter las pulseras en su chaqueta y se acerca para abrazarme. También le respondo, recibiendo un poco de su calor.

—Y se la ofreceré, gracias —afirma en un susurro—. Me habría gustado que estuvieras aquí antes, pero de cualquier modo me alegra que lo estés ahora, como pensar en que quizá no te quieras ir.

No digo nada, porque aunque no me siento presionada y fuera de lugar, sí me invaden los nervios y las interrogantes por sus últimas palabras. No puedo mentir. He pensado tanto en esto que admitirlo me da miedo, pero no quiero hacerle ilusiones hasta estar totalmente convencida de que es lo que quiero hacer. Casi lo estoy, pero pensar en la reacción de Juliana e incluso de Andrea me atemoriza.

A Mateo no parece importarle mi silencio y con delicadeza se aparta, toma mis manos para entrelazar nuestros dedos, dejando caer nuestros brazos a los costados con sutileza al hacerlo, y seguido acercar sus labios a los míos por segunda vez.

Pero en esta ocasión yo me adelanto, terminando por hacer que se junten.

El beso inicia lento, nervioso, temeroso por parte de ambos, pero al sentirme segura, continúo la acción dejándole saber que estoy de acuerdo y que es libre de seguir. Eso es lo que hace luego de soltar mis manos, llevando las suyas a mi rostro para sujetarme como si temiera que en algún momento pudiera escapar. A diferencia de lo que él piensa, esta vez no quiero hacerlo, y en su lugar también me animo a tocarlo, alzando mis brazos con la intención de rodear con ellos su cuello y darle mayor énfasis al ósculo.

Él parece captar que voy en serio cuando una de sus manos deja mi rostro y va a dar a mi cintura, de donde se sostiene para atraerme un poco más hacia él y besarme con más ímpetu y menos sutileza esta vez. Se siente distinto a mis primeros dos besos, menos intenso pese a que es más feroz, pero empiezo a sentirlo como una bonita experiencia digna de idelaizarse, hasta que mis pensamientos se trasladan a esos primeros roces que otra persona ha tenido contra mis labios como en una panorámica, y aunque intento continuar y parecer más segura con mis movimientos, no soy capaz de conseguirlo, por lo que me separo.

Quiero intentarlo.

¿Por qué no puedes dejarme en paz, estúpido Bonetti?

—Dime que de nuevo no lo he arruinado, por favor —pide con voz trémula, a causa de su agitada respiración.

Tomo una bocanada de aire que suelto junto a una débil risita y niego con la cabeza, antes de que haga aparición su caballerosidad y se despida. Me siento realmente extraña ahora, culpable inclusive, pero afortunadamente no parece percatarse de nada y me tranquilizo.

Espero a que suba a su auto y lo veo irse, mientras abrazo mi cuerpo para transmitirle un poco de calor a mis brazos descubiertos, sintiendo un frío ajeno al del clima. Cuando se ha alejado lo suficiente, doy media vuelta para volver a casa, odiándome por no poder dar todo lo que me gustaría, pensando inevitablemente en Liam y lo injusto que me parece que esté tan presente en mí aun estando tan lejos y reprochándome por no haber seguido.

Creo querer esto, y odio no ser capaz de controlar mis sentimientos. No es culpa de Mateo que se esfuerza por conquistarme, no es culpa de Liam o su sola confusa existencia y ni siquiera mía, porque no decido lo que debo y quiero sentir. De poder hacerlo, estoy segura de que no me arriesgaría con nadie por miedo a que me lastimen o a yo lastimar, y elegiría quedarme sola para siempre.

Al entrar, me fijo en que ya todos se han ido a dormir y por lo tanto también me dispongo a hacer lo mismo, después de apagar las luces que han dejado encendidas. Subo a mi habitación que ahora compartiré con Juliana y me la encuentro allí en ropa interior, a pesar del frío que hace y de que no ha encendido la calefacción, tecleando vehemente y como si no hubiera un mañana en su celular.

Gira a verme al escucharme entrar, entrecerrando los ojos para escudriñarme el rostro con detenimiento. Seguramente intuye que ha pasado algo.

—¿Tienes algo por contarme? —Arquea las cejas, incorporándose sobre el colchón al dejar su celular a un lado.

Me río, sin detener mis pasos directos hacia el armario, de donde saco un pijama que me coloco frente a ella, que sigue insistiendo.

—Sí tengo cosas por contarte, pero lo haré después —eludo un poco inquieta y sin mirarla, porque me concentro en quitarme el sujetador por debajo de la blusa de algodón para luego dejarlo en el cesto y acostarme en la cama a su lado—. Estoy feliz por ahora y quiero dormir así —miento, pero no es momento para ella saberlo.

Hoy ha pasado mucho, pero quiero mantenerme en mi burbuja de positivismo pensando que todo lo que está sucediendo está bien y que las decisiones en mis manos son las correctas; que voy por el camino adecuado. Tener cerca de mí a las personas que más me importan me hace sentir plena. Y con Mateo quiero que las cosas vayan como espero, porque me gusta como me siento a su lado. Quiero sentir algo diferente, necesito sentir algo nuevo, y él es la persona ideal para ayudarme con esto.

Estoy convencida de ello. Ahora solo me atormenta el hecho de que la noche pudo haber acabado magníficamente y mi felicidad podría estar completa de no ser por algo, o alguien, que me importa más de lo que debería y que no quiere escapar de mis pensamientos. Sé que todo sería perfecto, que todo pudo haber resultado de la mejor manera hoy y que mi futuro podría ser el mejor, si no estuviera presente él.

Porque siempre se trata de él.

Siempre vuelvo a pensar en él.

Y ni siquiera por eso puedo obligarme a odiarlo.

Por suerte Juliana respeta mi silencio esta noche, y solo me concentro en ver el techo mientras analizo los últimos acontecimientos, hasta que de nuevo con Liam en mis pensamientos recuerdo un asunto de importancia y vuelvo a verla, notando que ha vuelto a concentrarse en su celular.

—Yul, ¿compraste la guitarra? —inquiero. Mi amiga voltea a verme con lentitud y la miro expectante, esperando una respuesta afirmativa de su parte, pero ella solo me muestra sus dientes en esa sonrisa avergonzada que solo me da a entender una respuesta—. ¿Taylor? —insisto ante su silencio.

Juliana se encoge en su lugar, si dejar esa sonrisa arrepentida que sin mucho problema hace que me provoque asesinarla.

—Upsi.

___________________________________________________

¿Qué opinas de Mateo? Sé sincero conmigo y no me llenes la cara de m., por favor. Es un lindo chico, ¿a qué sí? 😂

¡Se nos viene maratón de Liam! (Se oyen los aplausos y gritos eufóricos).

Espero que este capítulo haya sido de tu agrado y que estés preparado para lo que viene en los siguientes. No diré más.

Abracitos psicológicos para el camino. ʕっ•ᴥ•ʔっ

Continue Reading

You'll Also Like

77.9K 4K 53
Eva, una talentosa fotógrafa en ascenso, y Jase, un apuesto modelo, se cruzan en una fiesta caótica donde Jase, tras beber en exceso, cuenta con la i...
14.4M 944K 39
| Historia publicada con Novacasa Editorial | En Denver High se dice que si pones tu nombre en el casillero 420, Cupido encontrará a tu pareja ideal...
125K 12.7K 52
Yo: Oye Violett: ¿Que quieres? Yo: Tienes una sonrisa muy linda. Violett: ¡Agh! Hazme un favor y cállate. Yo: Violett ¡No te enojes! ***No hace falta...
122K 18.7K 25
❝Noah ha esperado demasiado para decirle a Verónica que siente algo por ella. Ahora, con un nuevo pretendiente en la carrera, es cuestión de tiempo a...