Canela ©

By Karo_lovegood

36.4K 6.1K 17.6K

[COMPLETA]. La conocida teoría de los polos opuestos atrayéndose cierta vez toma poder en las relaciones, pe... More

Sinopsis
1. Un gran día
2. Es tu día
3. Piojo
4. No quiero un castigo
5. El idiota que ella dice que soy
6. Mi esencia favorita
7. No quiero ser más una niña herida
8. Ya no me odies
9. Cálmate, piojo
10. No puedo verla en todas partes
11. Estar enamorada de ese imbécil
12. No soy como él
13. No se trata de un juego
14. Es nuestra mesa
15. ¿Bailamos?
16. Está llena de sorpresas
17. Algo imposible
18. Pausa a tu juego
19. Canela
20. No gracias, Hestia
21. No es mi chica
22. ¿Nos llevamos bien?
23. Preocupada por la cuerda
24. Lo que sea por ti
25. Marcando territorio
27. Esa cita
28. Tic-toc, linda
29. Hay otro chico
30. Lo admito
31. Yo siempre gano
32. Es fácil confiar cuando se trata de ti
33. Siempre vuelvo a pensar en él
34. Alguien se ha enamorado
35. Feliz navidad, Bonetti
36. Es la chica de la fiesta
37. Aida
38. Parte de la rutina
39. Eres la novia de mi hermano
40. Idioma Miller
41. "Quiero hablarte de algo"
42. Un fracaso
43. Naranja entera
44. Es su canción
45. Caramelo de ajo
46. No volveré a cruzarme en tu camino
47. ¿Mi novio?
48. Aliens, por favor, abdúzcanme
49. La copia exacta de James
50. Orgullo personificado
51. Maltrato animal
52. Supersticiones de abuela
53. Lunática
54. Ya tenías uno
55. Solo... un pedacito
56. Eres un osito panda
57. ¿Está soltero?
58. ¿Puedes abrazarme?
59. Es un mal chiste
60. Orangutanes cínicos
61. Te prometo que te quiero
62. No todo podía ser perfecto
63. ¿Mis ojos mienten?
64. Los planes para mi muerte
65. No puedo seguir engañando a ambos
66. Jugar a la casita
67. Su humor, mi enemigo
68. Su enamorado es Liam
69. Lo que ambos sentimos
70. Hay muchas formas de amar
71. Nuevamente lo detesto
Extra: Chrisand
72. Me haces daño
73. Jodidamente manipulable
74. Soy un títere
75. Sinónimo de dolor
76. No conozco de razones
77. Te quiero conmigo
78. Eres más que eso
79. Criadero de anfibios
80. Huele a canela, así como tú
81. Piezas similares de un puzzle
82. No estoy enamorado de ti
83. No pienses que te esperaré toda la vida
84. Un panda colgando de tus llaves
85. También el mar es muy cambiante
86. Que me pruebe lo que quiera
87. El final de nuestra canción
88. Tu apodo en mi café
89. Aún no termina tu día
90. Espinas en tu corazón
91. Será un reto
92. Ahora soy un egoísta decepcionado
93. Déjà vu
94. Uno, sin dejar de ser dos
Epílogo
Agradecimientos
Extra 1: Como el resto de tu vida
Anuncio

26. Carterista

427 81 270
By Karo_lovegood

Finalmente es el último día de este paseo sin sentido. Hoy en la mañana después de desayunar, nos informaron que éramos libres de disfrutar del río el tiempo a elección y por eso ahora nos encontramos aquí, yo feliz porque no estoy obligada a estar al lado de la gente que no quiero.

—¿Es nueva esa bata? —pregunta mi amiga cuando nos sentamos al borde de la cascada, sobre unas piedras.

—Te he dicho un centenar de veces que no te la voy a dejar —contesto, cansada de sus intentos de despojarme de la prenda playera.

—Bueno, tenía que volver a intentarlo —murmura tras reír, luego hace una pausa por minutos en los que nadie dice nada, hasta que vuelve a intervenir—. ¿Liam habló contigo? —me pregunta con precaución, como si me tuviese miedo—. Él se fue detrás de ti anoche y creí que te buscaría.

No lo hizo. Y quizás, tontamente, en el fondo esperaba que lo hiciera.

Ayer en la noche después de lo pasó con Deisy tras escuchar la bonita canción, volví a la cabaña sintiéndome molesta sin ninguna razón. Fue una tontería, pero lo suficientemente considerable como para impedirme conciliar el sueño. No dormí mucho, pero le hice creer a Juliana que ya estaba dormitando cuando ella volvió a la habitación y así evité hablar con ella, cosa que por más que me gustaría no puedo hacer por siempre.

—¿Sobre qué? —Finjo confusión, mientras observo con detenimiento a la ardilla que trepa despreocupada en un árbol al otro lado del río para no verla a ella.

—Sobre que te molestó lo que hizo Deisy con tu guitarra —resume.

Dejo salir un inoportuno suspiro. Ella lo dejaría pasar, pero en su opinión ese gesto confirma su teoría.

—Lo hizo Deisy, no él. Y se la presté porque gracias a mí no tiene la suya. Se lo debía, no importa lo que pasó.

—Sí, pero igual no...

—Hola, hola —la interrumpe Andrea, que aparece canturreando y desbordando esa alegría que no la abandona, seguida por Camila y Vanessa.

—¡Hola! —exclama Juliana en el mismo tono, pero sin dejar de mirarme—. ¿Qué tal todo?

—Todo bien —responde la castaña, sentándose a un lado—. Tengo algo de lo que quiero hablarte, Arya.

—¿Y eso es? —pregunto a Andrea, viéndola también.

—Te lo diré después —murmura.

Supongo que es algo que debe quedar entre ambas, por lo tanto asiento para hacerle ver que entiendo y vuelvo mi vista al frente, donde se encuentran los chicos jugando con una pequeña pelota de plástico dentro del agua que decido analizar.

Algunos de los amigos de Liam están entre el grupo, él entre ellos, y como siempre parece sumergido en otro mundo haciendo lo que le gusta.

Si no fuera él, incluso diría que disfruto de mis vistas.

—Me gustaría seguir viendo sus aburridos rostros, pero me iré al agua —habla Vanessa con simpatía después de un rato, y se levanta seguida de Camila.

Yulia también se despide y se marchan juntas, dejándome con Andrea. No digo nada, y mi mirada se mantiene en el grupo hasta que ella me habla.

—¿Pasa algo entre tu y Liam? —pregunta sin tapujos apenas quedamos solas.

—¿Qué? —Frunzo en ceño, descolocada, y giro a verla—. ¿Por qué me preguntas eso? Nos odiamos los dos, eso es lo que pasa.

—No, no es eso. Ni siquiera creo que sea como lo dices. Mira... no sé, Arya, es que las cosas entre ustedes son extrañas, y creo que sabes que él te mira... diferente.

Suelto una risa nasal.

¿Qué es lo que está diciéndome?

—¿Diferente? ¿Cómo es mirar diferente?

—No sé, lindo, como si quisiera algo de ti. Anoche durante su canción, él no paraba de mirarte y... —Se encoge de hombros—. No sé, es que me parece raro.

—No sé qué es lo que estás pensando, per... —No termino, porque un toque en mi hombro me interrumpe y giro la cabeza a mi izquierda, viendo la pelota que ahora se encuentra a un lado en el suelo tras golpearme.

—Lo siento, Arya. —Resoplo al oír la voz de Liam. Lo observo con hastío. Siempre está en todo, fastidiando cual mosca, sin embargo, todo el tiempo luce interesante al mismo nivel que se muestra imbécil. Lleva un bañador azul rey, el cabello totalmente mojado y destilando agua que cae en una corriente ligera sobre su torso desnudo, que se cubre de pequeñas gotas. El idiota se ve sexy en esta imagen, y ahora me ha dejado sin habla—. Disculpa, de verdad. No he sido yo y...

—No importa, Bonetti, no me ha golpeado fuerte
—Le resto importancia para que se vaya. Tampoco miento al decirle que no me dolió.

Despego la mirada de su cuerpo, porque no planeo verme tan tonta en la mañana. Él asiente con la mirada cargada de culpa, me muestra una pequeña sonrisa incómoda que no le devuelvo y se marcha entre trotes con la pelota en manos.

Y me cuesta admitirlo, pero no le despego la mirada de encima.

—Eres muy dura con él —habla mi amiga, quien hasta ahora solo observaba.

—Él me ha fastidiado por años, ¿por qué ahora yo soy la mala?

—Lo sé, lo sé, pero me parece que él está intentando llevarse bien contigo y tú no te esfuerzas ni un poco.

—¿Será porque no me importa llevarme bien con él? —ataco seria, volteando a mirarla—. No me interesa hacerlo, y tampoco me importa si él quiere que ahora sea diferente. No soy injusta por eso y lamento que no pienses igual, pero no cambiaré de opinión.

Andrea medita mis palabras, y afortunadamente no insiste en el tema. En su lugar, me invita al agua. Acepto, porque a diferencia de la playa, los ríos me parecen bastante limpios y frescos, y no soy capaz de negarme a algo como esto.

Luego de cenar, todos nos reunimos nuevamente en el centro del patio, donde nos indican formar grupos y los profesores nos entregan las libretas que llevan nuestros nombres, las cuales les hemos entregado esta tarde.

Sentados en un círculo, cada grupo empieza a compartir sus hallazgos y en el nuestro, yo espero a mi turno en el antepenúltimo lugar. Ya han hecho sus revisiones Juliana, a quien Max se encargó de estudiar. También Deisy y Sofía, quienes se evaluaron la una a la otra; mi amiga hizo su resumen bastante acertado pero muy corto de Liam y ahora llega el turno de Maximiliano de leer su libreta.

Me muerdo el interior de la mejilla en espera. Creo haber hecho un buen trabajo, pero eso no significa que no tenga nervios.

—Bueno, según dice aquí, me gusta el rock, leer mangas y jugar videojuegos de carreras y peleas. Amo el chocolate y sus derivados, como seis veces al día sin importar qué y adoro a los animales, sobre todo a los perros y hurones. Tengo dos hermanas mayores que son un caos y que me tratan como al bebé de la casa, cosa que odio —recita. Despega la mirada del papel y ve hacia la lejanía, como meditando lo último que acaba de decir—. Mierda, sí, detesto a esas dos ardillas ponzoñasas. —Vuelve a ver el papel y suelta una risotada para seguir.

≈Dice que soy una piedra al dormir y es dificil despertarme. Coño, Liam, me estás difamando ante mis fans, desgraciado —se queja. Su amigo ríe, encongiéndose de hombros sin darle importancia—. Claro que nada me importa más que mi familia y amigos, me gusta dibujar y me encantaría estudiar ingeniería civil en la universidad. ¡Y por supuesto que siempre he querido hacer motocross!, lástima que mamá nunca me dejó hacerlo... Ya lo superé. —Avienta la libreta en el césped, eufórico, y me mira con esos ojos grises desbordantes de emoción—. Sé que eres tú, Arya, por desgracia ya vi tu letra antes —se lamenta. Me muestra una sonrisa tierna que le devuelvo, y sigue—. Pero eres muy buena investigando, es cierto todo esto y diste en los puntos exactos.

—Digamos que tampoco me lo pones muy difícil. Hablas demasiado —bromeo, sorprendiéndome a mí misma al hacerlo.

Max se hace el ofendido, llevando su mano al pecho y logrando que la mayoría se ría de él. Yo ahora intento mantenerme serena, pues es mi turno de hablar.

—Sigues tú, Arya —me alienta Oliver y asiento, mientras tomo la libreta para empezar.

Tomo aire que dejo salir en un ligero suspiro y me fijo en la libreta.

No creí que me importaría tanto lo que el resto de las personas opine de mí hasta ahora, y mentiría si dijera que no he estado todo el día nerviosa.

—Aquí dice que amo las fresas y que prefiero comer frutas antes que cualquier otro postre, a menos que se trate de donas. Soy sencilla, despreocupada, gentil y atenta, pero más orgullosa que ningún otro ser en el mundo; además de odiosa e irascible. —Miro a todos con los ojos achinados, sin alguna idea de cómo debería sentirme al respecto, pero parecen inexpresivos y muy buenos actores. Solo Deisy muestra una sonrisa burlona—. Amo la naturaleza y los animales, mi color favorito es el verde, me gusta el misterio, la fantasía y los detalles pequeños, sobre todo si estos traen algún significado. Estoy obsesionada por Harry Potter y no es un secreto, pero me gusta la música y a veces escribo.

Despego la mirada de la libreta para ver a Yulia, que se disculpa esbozando una sonrisa avergonzada. Ella me sobreexpone sin reparo.

Le sonrío negando con la cabeza y vuelvo al papel para seguir. No me molesta lo que ha hecho.

—Soy sincera, pero a veces finjo preocuparme por las cuerdas cuando en realidad me importan las personas. —Ahora, con una sonrisa que se forma sola, veo a Liam que se encoge de hombros. Es obvio que esto se trata de él, y no creo ser la única que se percata de ello—. No acepto comer galletas a cambio de un módico precio. —Lo miro de nuevo, y esta vez se ríe el descarado—. ¿En serio? —gesticulo, él asiente seguro, sin dejar de reír, y yo no tengo dónde ocultarme de la vergüenza y las miradas curiosas del resto. No es capaz de ser objetivo y serio alguna vez—. También dice que estoy dispuesta a perder algo que me importa mucho por el bienestar de las personas que quiero y que eso le encanta a quien sea que haya hecho esto que obviamente nunca sabré quién es porque es increíblemente misterioso —finalizo con apremio, deseosa por acabar con esto.

Sin embargo, no puedo evitar soltar una carcajada sin darle importancia a quienes me ven, solo bajo la mirada renuente a exponer mi aciaga existencia a ellos y cierro la libreta con precaución.

—¿Quién es? Dime, ¿quién es? —inquiere Sofía con ilusión.

Deisy bufa y afortunadamente no tengo que responder, porque por gracia divina nos apresuran a seguir para no excedernos en tiempo, y eso hacemos.

Agradezco al universo en silencio y procuro concentrarme en el resto, cosa que me resulta bastante difícil. Apoyo la cabeza en el hombro de Juliana y oigo, pero no escucho por más que me esfuerzo. Liam permanece rondando en mis pensamientos como estrellas flotantes en el cielo, llevándose toda mi atención, y tampoco puedo sacarlo.

Eso sí, le huyo a su mirada como me es posible.

Cuando el resto de los chicos termina, volvemos a la cabaña a descansar. Mañana volveremos temprano y yo, más que dormir, quiero huir de lo extraño que ha sido este fin de semana, encontrar un poco de tranquilidad dentro de todo.

Ingreso directamente a la habitación, me siento en la cama y apoyo la espalda en el respaldo para continuar con mi lectura, mientras Juliana se queda afuera en compañía de los chicos jugando con su celular a esa imitación de aplicación que se puede usar sin acceso a internet, ya que aquí no hay señal.

—Ya no aguanto más el sueño —comenta mi amiga, irrumpiendo en la habitación una hora más tarde. Deja su celular a un lado en el velador y se lanza en la cama, como si se tratara de una piscina llena de agua.

—¿Te lavaste los dientes? —pregunto sin desviar la mirada de mi libro, pero conozco su respuesta. Pierdo el tiempo al interrogarla.

—¡Ay, no! ¡Qué flojera!

Niego con la cabeza, pero no digo nada más y ella tampoco lo hace, pues no tarda quedarse dormida.

Yo continúo mi lectura por un rato más. A diferencia de ella, me cuesta conciliar el sueño en una cama que no es la mía, así ha ocurrido siempre y estos días aquí han sido agotadores también por eso, porque no descanso como debería y me encantaría hacerlo.

Cierro el libro minutos después y me recuesto para intentar dormirme, pero al darme cuenta de que no lo voy a lograr y tras dar vueltas y más vueltas en la cama, me incorporo convencida de que pasará mucho tiempo más en el que pueda alcanzar los preciosos sueños que me esperan en la fase REM.

—Hey, Yulia —llamo su atención en un susurro. En vano, porque sé que no será fácil despertarla después de que se ha dormido.

A veces la envidio, pero ahora estoy aburrida y quiero hablar con alguien.

Veo que el reloj de mi celular en la mesita de noche marca poco más de la una de la madrugada y es de suponerlo. Estamos cansados y deberíamos dormir, la única desdichada que no puede hacerlo soy yo.

Dejo mi teléfono nuevamente en su lugar, me levanto y salgo a la sala para ver un poco de televisión con mi pijama corta. Abro la puerta sin nada de cuidado y ahora me arrepiento al ver a Liam de espaldas a mí, sentado en el sofá viendo lo que parece una película. Intento no hacer más ruido para regresar a mi habitación y hacer como si nada ha pasado, pero es demasiado tarde, ya notó mi presencia y se gira a verme, curioso.

—¿Problemas para dormir? —cuestiona interesado.

Me encojo de hombros y camino hacia la cocina sin responderle con palabras. Me sirvo un vaso de agua y salgo al porche de la cabaña con mi bebida en manos, después de ponerme el abrigo que he dejado en el perchero de la entrada al volver de la actividad. Cierro la puerta detrás de mí y me siento en un bonito banco acolchado que cuelga en el techo de la entrada.

La luz de la Luna en fase gibosa creciente es la que resplandece tenue el lugar, alumbrando con la ayuda de una farola a pocos metros de distancia. La brisa es fría, y aunque es suave, logra golpear mis mejillas y mover mi cabello que aún está suelto.

Es una bonita imagen, y a esto se le suma el insistente ulular de un búho que aguarda la aparición de su presa en alguno de los árboles cercanos. Aun así, no lo disfruto como me gustaría, porque aunque me concentro en ver al frente y procuro hacerlo, mi atención inconsciente está en la presencia de Liam en la entrada, que se mantiene silencioso.

—¿Por qué estás aquí afuera?... ¿No tienes frío? —inquiere minutos después.

Volteo, viéndolo recostado sobre el marco de la puerta con los brazos cruzados.

—No —respondo cortante, vuelvo al frente y bebo un sorbo. Solo cubro la mitad de mis muslos con el abrigo, por lo que sí tengo frío.

—¿Crees que pueda sentarme allí? —pregunta luego de unos minutos de silencio.

Giro a verlo de nuevo, notando que señala la banca con su dedo índice de la mano izquierda, confirmándome sin palabras que no parece ser diestro. Vuelvo a ver al frente antes de responder, desinteresada.

—Pregúntaselo a tus nalgas o al banco, en todo caso —subrayo.

Él ríe, y yo sonrío inevitablemente.

—Ambos parecen estar de acuerdo, así que me sentaré.

Se ubica a mi lado izquierdo en silencio y así permanecemos por varios minutos. El ambiente es incómodo, tenso, mas por alguna razón no creo querer moverme. Logro ver por el rabillo del ojo que él mantiene su vista al frente y yo solo me dedico a beber de mi vaso pausadamente. Ya no tengo sed, pero no tengo nada mejor que hacer que distraerme con esto y procurar de este modo que el agua se lleve consigo mis repentinos e injustificados nervios.

—Ten —me dice. El sonido de una bolsa capta mi atención junto a sus palabras y volteo a verlo curiosa, él me extiende su mano izquierda, con la que sostiene un paquete de galletas igual al que no quise compartir en el bus el día que vinimos.

—¿Qué? —cuestiono, aunque sé de qué se trata.

—Tus galletas —responde en tono obvio.

—No son mis galletas. —Hago énfasis en las últimas palabras y regreso mi vista al frente.

—Ahora lo son. Lo siento, solo quería molestarte ese día... Quería compartirlas contigo, pero cuando te negaste, te iba a dar este. Sé que eran para ambos, te dije que no soy tan idiota como crees —aclara con voz impostada, ganando mi atención.

Aun así, no tomo las galletas.

—¡Oh!, y el rey Bonetti se está rebajando a pedir disculpas —me burlo, llevando mi mano al pecho con falsa sorpresa.

—No soy un monstruo, Arya —murmura cabizbajo—. Siempre quieres dejarme como uno.

—Porque conmigo siempre te has comportado como uno. No veo por qué ahora te interesa tanto que no te odie si antes era, a ver... —finjo recordar— un piojo que molesta y ensucia, ¿no era así como decías?

Es cierto, aunque también es verdad que últimamente su actitud conmigo ha cambiado mucho. Sin embargo, no me importa. Un bonito gesto no le resta peso a todos los malos que él ha tenido conmigo antes.

—Era un niño. No exageres, yo... —aclara titubeante, pero lo interrumpo.

No quiero escucharlo. Sé que era un niño, pero creció hace mucho y nunca dejó de meterse conmigo a pesar de que jamás le hice nada.

Él decidió que nuestra relación iba a funcionar así, entonces no me interesan sus excusas.

—Mira, no digas nada. Ya no me importa a estas alturas, y a ti tampoco debería hacerlo. Deja todo como está y... ¿Por qué no te vas? —apunto, pensando que es la mejor opción.

—¿Por qué no lo haces tú? Tienes frío —afirma, muy seguro en sus palabras.

Y no es por darle el gusto, pero me levanto para entrar en la cabaña solo para no tenerlo cerca. Ha pasado demasiado y ya necesito resguardo. Sin embargo, no alcanzo a irme. Él me detiene suavemente, sujetando mi muñeca izquierda con su mano.

Esto se le está haciendo recurrente.

—No, espera. No... no te vayas.

—¿Qué es lo que quieres? —consulto fastidiada. Él suelta mi mano al ver que no forcejeo y yo tomo asiento de vuelta en mi lugar, viéndole a la cara bajo la tenue luz, solo que esta vez más cerca. Liam también me mira, con los ojos encendidos por un deseo de retarme—. Tengo frío y quiero entrar.

—Creí que dijiste hace un momento que no tenías frío.

—Y yo creí que asegurabas hace un momento que sí lo tengo —retruco—. Ahora lo tengo —respondo sin dejar mi tono burlón.

Él suspira sonoramente, haciéndose oír derrotado.

—¿Por qué siempre estás... enojada conmigo? —indaga, haciendo uso de un grácil tono de voz cargado de pesadez, como si le doliera incluso pronunciar estos vocablos.

Suelto una risa nasal y desvío la mirada unos segundos. Necesito confirmar que es cierto que acabo de oír esto.

—¿De verdad me estás preguntando eso? Tú no puedes ser más cínico —respondo, cruzándome de brazos con indignación.

—No soy tu enemigo, ni tampoco quiero serlo —hace una pausa—. Ya no.

—Y yo no quiero ser tu amiga. Jamás seré tu amiga —aseguro con convicción.

—No habría nada de mal en eso —refuta, encogiéndose de hombros—. A mí me gusta la idea.

—A mí no, sinceramente.

—Bueno... supongo que lo merezco —musita débilmente.

Se oye tan apagado, que hasta siento pena por lo que he dicho y me gustaría retractarme, pero no lo hago. Hace tiempo me prometí que no sentiría pena por él.

Nadie dice nada, y yo le sostengo la mirada por pesada que me parezca. Sé que si la desvío lo estaría dejando ganar, y tampoco quiero eso.

Lo siento diferente. En sus ojos no se muestra esa burla o arrogancia que siempre transmitía, ahora parece amigable, sincero, pero no pienso volver a creer que las cosas han cambiado e ilusionarme con la idea de que podemos llevarnos mejor, porque ya antes lo imaginé, me equivoqué, y nuevamente terminé lastimada.

Ahora, como consecuencia, tengo una cita a la que no estoy segura de asistir que solo se ha pospuesto por las circunstancias, y el recuerdo de un torpe beso que no deja de atormentarme ni en sueños.

—Escucha, Arya..., so... sobre la canción... —habla después de un rato. No quiero hablar sobre ese tema que me molestó sin motivos, así que lo interrumpo para que no siga.

—No importa lo de la guitarra, fue Deisy y sé que no tienes que ver con eso.

—No, es que... —insiste, y parece desesperado por continuar, pero lo interrumpo nuevamente.

—No importa, Bonetti. Ya déjalo.

Tampoco quiero seguir hablando y por error admitir que la música me ha gustado tanto, que lo he grabado desprevenido. Eso sería muy bajo y me dejaría nuevamente como blanco de sus burlas.

¿Cómo puede ser que cante tan bonito y que sea tan miserable al mismo tiempo?

Sé que no hay relación, pero me entiendo en medio del desastre que ahora son mis pensamientos.

Derrotado, deja de insistir.

Lo observo a los ojos y él también me mira. Parece tranquilo aunque su actitud antaño era suplicante, pero yo no. Ahora solo puedo escuchar los pálpitos de mi corazón retumbarme en los oídos con fuerza, acelerados por el nerviosismo que me provoca el percatarme de que estamos solos y muy cerca por mucho más tiempo del que hemos estado antes; también porque se trata de él y su cercanía me atormenta. Hemos discutido tantas veces, que ver su mirada apagada, vacía, y no esa retadora, petulante y desinteresada, me abruma.

Me deja entumecida, más aún cuando se acerca a mí un poco más y presa de los nervios, me lleva a girar a otro lugar renuente a su mirada. La cabeza me pesa, porque la sangre parece estar recorriendo mi sistema con una apremiante intensidad que amenaza con arrebatarme el aliento.

Quisiera moverme, pero mis pies no me lo permiten y permanezco estática en mi lugar, con la cabeza gacha y el labio inferior cerca de reventar a causa de mi mordida.

Él toma mi mentón con suavidad, obligándome a verlo, pero vuelvo la cabeza a un lado porque me intimida. Agarra mi mentón una vez más con su mano derecha y nuestros ojos se encuentran de nuevo, tal como lo quiere. Su mirada ahora se suaviza, tierna y expresiva, y penetra mis ojos logrando que mis defensas y fortalezas huyan, que desaparezcan de súbito dejándome vulnerable otra vez. Acerca su rostro un poco más, dejándonos muy cerca, y de nuevo quiero huir, pero soy mi propio enemigo y no lo hago. Tampoco me atrevo a dejar de mirarlo.

Creo que no quiero.

—No quiero ser tu enemigo —susurra con una voz tan ronca y seductora, que me disgrego.

Él continúa mirándome a los ojos y ya no sé qué hacer porque siento que es más fuerte que yo, que su mirada me hará cenizas. Todavía no suelta mi barbilla, así que la eleva un poco con mucha facilidad y yo se lo hago más fácil. Pasa un mechón de cabello detrás de mi oreja derecha y roza mi mejilla con su cálida mano, provocando una corriente eléctrica más intensa que la última vez y que aumenta la sequedad que han dejado los nervios sobre mi boca. Y nuevamente lo hace, corta la estúpida distancia juntando sus labios con los míos.

Ni siquiera sé cómo reaccionar, pero al principio no respondo. No sé cómo o si debería hacerlo aunque algo en mi interior me insta a que lo haga. Entonces no pasa mucho tiempo en el que aún con su boca en la mía decido obedecer a mi locura y también lo beso.

Cierro los ojos después que él, quien parece debatir consigo mismo si está bien o no lo que está haciendo y parece tan confundido como yo.

Esta vez sí correspondo.

Nuestros labios se acarician con excesivo temor y suavidad, como si ambos fuésemos nuevos en esto, y aunque de mi parte es torpe e inexperto, siento que algo extraño baila en mi pecho. Un delicado hormigueo recorre mi cuerpo, atravesando mi columna vertebral hasta llegar a mi abdomen donde se siente con mayor intensidad y se instala, invadiéndome de sensaciones.

Sus manos van a cada una de mis mejillas y continúa el contacto con suavidad y ternura, como si temiera que pueda romperme en cualquier momento, hasta que estas se van hacia mi nuca y paulatinamente se cuelan entre las hembras de mi cabello, seguras y en confianza porque tampoco alcanzo a detenerlas. Nuestras respiraciones van en ascenso desenfrenado y el silencio que nos envuelve tampoco ayuda mucho a que reaccione y consiga parar, y es que tampoco estoy segura de querer hacerlo.

No sé lo que estoy haciendo, solo sé que me gusta tanto, que me siento tan tonta y que se siente tan jodidamente bien, que me da miedo lo que termine de mí si continúo, así que abro los ojos y de inmediato me obligo a parar.

No puedo permitir que esto siga pasando entre nosotros.

Me hago consciente del momento y separo con delicadeza nuestros labios. Siento cómo se forma una sonrisa en los suyos que me gusta, pero la ignoro antes de que la debilidad vuelva y me alejo un poco más cuando él intenta acercarme atrayendo mi rostro hacia sí para besarme nuevamente. Sus ojos me observan chispeantes, y uniendo fuerzas de donde no tengo, tomo sus manos y las despego de mis mejillas.

No puedo volver a caer en él.

Suspiro con pesadez, aspirando una última vez del oxígeno que aún compartimos y me separo por completo.

—No... n-no vuelvas a hacer eso —le pido con voz trémula, casi como súplica, y todavía sin fuerzas, me levanto.

No sé si dice algo, pero entro a la cabaña todavía nerviosa y sin quitarme el abrigo, coloco el vaso en la encimera y camino flaqueando y presurosa hacia mi habitación, como si alguien me estuviese siguiendo. Juliana permanece profundamente dormida y no se percata de mi existencia, y lo agradezco, porque siento todo tan vivo dentro de mí que no quiero compartirlo con nadie por el momento, ni siquiera con ella.

Cierro la puerta por completo y me recuesto sobre ella mordiendo mi labio inferior, todavía con la sensación de calidez que me han dejado sus labios y el cosquilleo en mi estómago.

Me asusta y me odio por haberme permitido llegar a tanto, por corresponderle de esa manera, pero todavía lo recuerdo como una extraña y placentera sensación, una que desaparece cuando dejo de recordar lo bonito que se sintió porque me invade el arrepentimiento, la culpa por ser tan tonta.

Introduzco mis dedos en las hebras de mi cabello, frustrada, enojada conmigo misma y sin saber qué cara debo mostrar al mundo en la mañana después de haber cometido semejante estupidez, y así me mantengo, lamentándome, hasta que el ruido provocando por algo que cae al suelo me hace volver a la realidad. Miro al piso curiosa, sobresaltada, y me agacho para recogerlo al darme cuenta de que son sus galletas que otra vez, no sé cómo ha logrado meter en el bolsillo de mi abrigo sin que me haya dado cuenta, pero me ha provocado una sonrisa.

El muy tonto tiene habilidades de carterista.

___________________________________________________

¡Tenemos beso! 💚

Te encantó, ¿verdad? Porque a mí sí.

Si tienes alguna queja por haberlo cortado, recuerda que la culpa es de Arya y no mía, yo jamás haría semejante atrocidad. 😬

Nos leemos en el siguiente, ratón. Abracitos psicológicos. ʕっ•ᴥ•ʔっ

Continue Reading

You'll Also Like

2.9K 564 47
«Recuerdo que odiaba sentir algo más que amistad por alguien, pero luego me encantó continuar sintiendo» ••••••••••• ...
18.3K 1.8K 27
Ella odia a la gente, él ama ser el centro de atención. Ella ama el silencio, él adora las fiestas. A ella le encanta leer, a él le encanta el arte. ...
39.7K 2.3K 17
Arodmy Darotski, no se enamora él se obsesiona. Su pensamiento siempre fue no perder el tiempo con crías menores que él, seres inexpertos como suele...
Invisible By Eneate

Teen Fiction

258K 15.2K 68
Sara Blake. Una chica de 17 años con un pasado difícil y lleno de preguntas sin respuestas. Su vida dejó de ser la misma cuando su madre, Samantha...