Zoe & Axel ✔️

By ines_garber

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Zoe y Axel son polos opuestos y, a la vez, muy similares. A él le encantan las matemáticas; ella las odia. Él... More

P r ó l o g o .
U n o .
D o s .
T r e s .
C u a t r o .
C i n c o .
S e i s .
S i e t e .
O c h o .
N u e v e .
D i e z .
O n c e .
D o c e .
T r e c e .
C a t o r c e .
Q u i n c e .
D i e c i s é i s .
D i e c i o c h o .
D i e c i n u e v e .
V e i n t e .
V e i n t i u n o .
V e i n t i d ó s .
V e i n t i t r é s .
V e i n t i c u a t r o .
V e i n t i c i n c o .
V e i n t i s é i s .
E p í l o g o .
E s p e c i a l .
E x t r a 1.
E x t r a 2 .
E x t r a 3 .
E x t r a 4 .
E x t r a 5 .
E x t r a 6 .
E x t r a 7 .

D i e c i s i e t e .

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By ines_garber

19 de julio de 2019

Dejé el batido de Nutella en la mesa cuatro y me dirigí de nuevo al mostrador para preparar el siguiente pedido. Los viernes, como siempre, eran mucho más ajetreados.

Dirigí mi vista hacia Axel durante un segundo. Estaba atendiendo a los clientes de forma relajada pero eficaz. Apenas había cola. Era mucho más hábil que yo en ese sentido, porque aunque yo tampoco me ponía nerviosa al tomar los pedidos, sí que me confundía muchas veces. Escribía mal los pedidos y tenía que tacharlos y escribirlos de nuevo, tardaba más que él en calcular el precio total... En fin. Un desastre, si nos comparaban. Tampoco lo hacía tan mal, solo es que a veces me distraía con facilidad. Sobre todo por las mañanas de los viernes. Esas me costaban mucho más.

Me dediqué a limpiar mesas y llevar pedidos durante más de una hora. Ese día también hacía mucho calor y yo me moría por que mi jornada acabase. Me gustaba el ambiente de la cafetería, pero en ocasiones se me antojaba huir del local y correr hacia la plaza que había a una manzana de este para tumbarme en la hierba bajo un árbol que me diera sombra y entonces echarme la siesta. Grandes sueños, los míos.

Volví a mirar hacia el mostrador y me sorprendió encontrar a Kate frente a Axel. Llevaba el pelo lacio y suelto. Con lo largo que era y el calor que hacía, yo no podía entender como era capaz de llevarlo así. Su ropa encajaba a la perfección con el aspecto del local. Su top era de color rosa pastel y dejaba sus hombros al descubierto. Los vaqueros eran cortos y combinaban con el azul de los moldes para cupcakes que decoraban el mostrador.

En cuanto hizo el pedido y se sentó en una de las mesas, yo me dirigí hacia el mostrador para preparar su pedido y servírselo cuánto antes.

—Zumo de fresa y kiwi y tarta de queso —señalé —. ¿Por qué será que no me sorprende?

—¿Me estás llamando predecible? —se quejó con una indignación fingida.

—Sabes que lo eres.

—Pues si ser predecible significa poder seguir comiendo esta delicia, entonces no me importa serlo —sonrió.

Le dio un sobro a su zumo y probó su tarta. Qué envidia, bebiendo y comiendo algo fresquito mientras yo seguía trabajando.

—No mires mi pastel así. No te voy a dar, estás trabajando. —Fruncí el ceño e hice un mohín. Kate rió. Cogió una cucharada de la tarta y le extendió hacia mí —. Es broma. Toma.

Probablemente no diese una imagen demasiado profesional, pero acepté el trocito de tarta igualmente.

—¿A qué hora acaba tu turno? —me preguntó.

—A la una. Después estoy libre.

Kate asintió con la cabeza y miró la hora en su teléfono. Sonreí al ver la foto que tenía de fondo de pantalla. Era relativamente reciente, del veintiocho de junio, y en ella salíamos los cuatro, cada uno sujetando una de las banderas pertenecientes al colectivo LGBT.

—¿Te apetece ir a comer conmigo a algún sitio cuándo termines?

—Claro. La verdad es que me muero por salir un rato y tomarme algo fresquito.

—Perfecto —sonrió —. ¿Crees que a Lydia le importará si te espero aquí?

Me encogí de hombros. Probablemente no, pero tampoco podía asegurarle nada.

—Siempre puedes preguntarle. Está en la cocina pero sale de vez en cuando —dije. Más clientes comenzaron a entrar a la cafetería —. Hablamos luego. No quiero que Axel me lance una de sus miradas asesinas por dejar que se acumulen los pedidos.

Kate soltó una carcajada y yo me fui hacia el mostrador. Menos mal que Axel no me había escuchado, si no me habría lanzado sin duda una de esas miradas.

Me apreté la coleta y me puse a preparar los pedidos que Axel había tomado mientras yo hablaba con Kate. Miré los post its que había dejado sobre el mostrador. No solo escribía sin tachones, sino que su letra era mucho más bonita y elegante que la mía. Qué injusto.

Leí una nota más después de terminar tres pedidos. Me sorprendió ver que, además de los productos del menú, había escrito algo más en la parte inferior del papel.

"¿Vas a ir a la fiesta de Audrey?"

No sé por qué, pero me pareció adorable que me dejase un mensaje de esa forma. Guardé el post it en el bolsillo de mi pantalón y seguí trabajando. Ya me había distraído lo suficiente; ahora tenía que centrarme en mi trabajo. Le respondería más tarde.

Tendría que haberme imaginado que Kate no me dejaría tomar helado como comida principal. En lugar de eso, me llevo al restaurante italiano del centro comercial. A ella le encantaba ese restaurante y aunque yo me moría por comer algo que me refrescara un poco, no le podía poner ninguna pega a la pizza griega que me pedí.

—Ahora que lo pienso, la pizza griega debe de ser un gran interrogante para el mundo. Se supone que la pizza viene de Italia, pero esta en concreto fue creada en Estados Unidos, y aún así le ponen un nombre que deja entender que viene de Grecia —comenté —. La vida está llena de preguntas que nadie me puede responder.

—Me parece increíble que sepas todo eso y que además te dediques a filosofar sobre ello —señaló Kate.

—No he encontrado otra cosa sobre lo que merezca la pena filosofar.

—¿El universo? ¿Los viajes en el tiempo? ¿La existencia de los seres vivos? —dijo.

—Nah, eso es una perdida de tiempo.

Me llevé el último trozo de pizza a la boca. El plato de Kate estaba aún casi lleno. Me criticaba por querer comer helado en vez de una comida como Dios manda, pero ella se había tomado un zumo y una tarta de queso antes de venir. Probablemente me acabaría dando una parte de su plato, pero yo tenía tanta hambre que me habría terminado su comida encantada.

—He estado hablando con Lydia antes —mencionó —. Me ha hablado sobre la fiesta de Audrey. Es la novia de Axel, ¿verdad? —Asentí con la cabeza —. ¿Piensas ir? Tengo planes con Ethan esta tarde pero puedo posponerlos si quieres que te acompañe.

—No te preocupes, no voy a ir —aseguré.

—¿Estás segura? Puede que no sea tan mala idea.

—Ya fui a la última fiesta a la que me invitaron y sinceramente, prefiero estar en casa —dije —. Además, estoy segura de que esta vez será peor. ¿Ver como Audrey y Axel se comen la boca el uno al otro toda la noche mientras yo me quedo en una esquina sin saber qué hacer? Gracias, pero paso.

—Hay más gente aparte de ellos, Zoe. De hecho, es precisamente por eso que me parece una buena idea que vayas.

—Pensé que habías dicho que lo de "un clavo saca a otro clavo" era mentira.

—También dije que la situación era diferente —puntualizó —. Es más fácil que tú olvides a Axel a que yo olvide a alguien con quien he pasado toda mi vida. Y desde luego, ligar no te va a suponer ningún problema.

—Kate, por si no te has dado cuenta, no me gusta conocer a gente nueva. Ya tuve suficiente al comenzar a trabajar en la cafetería.

—Está bien. Era solo una idea —alzó las manos, haciéndome ver que se rendía —. Solo quiero que sepas que si quieres ir, puedo acompañarte.

—Vale. Lo tendré en cuenta —dije, aunque sabía de sobra que eso no iba a pasar.

Estuvimos hablando de otras cosas hasta que ella terminó de comer. Me había prometido que pasaríamos por la tienda de yogur helado antes de volver a casa, así que eso hicimos.

Y justo cuando bajé del autobús —ya sin Kate— y me disponía a caminar hacia mi edificio, me vibró el teléfono. Tenía una llamada entrante de Axel.

Respondí tan rápido como la última vez. Tenía la esperanza de que necesitase hablar con alguien de nuevo, porque la noche en la que habíamos estado hablando en el parque cerca de mi casa había sido uno de mis momentos favoritos junto a él. Lo había disfrutado incluso más que el beso y, de alguna forma, lo había sentido más íntimo también.

—¿Hola?

—Hola —escuché su voz —. No sé si has leído lo que he escrito en uno de los post its, pero...

—Ah, sí. Pensaba responderte cuando terminásemos de trabajar pero se me ha olvidado totalmente —le interrumpí sin querer —. No tengo pensado ir a la fiesta.

—Lo suponía —dijo —. En fin, tenía que intentarlo de todas formas.

¿Cómo que intentarlo? ¿Intentar el qué? Pensé.

—¿A qué te refieres?

Lo escuché resoplar levemente al otro lado de la llamada.

—A mi tampoco me apetece nada ir. Y sé que esto va a sonar muy egoísta, de hecho, probablemente lo sea, pero... Esperaba que vinieras —admitió —. Se me haría mucho más amena la noche si tú estuvieses allí.

Mi corazón latió tan fuerte que pensé que se rompería. Como le odiaba por haber dicho eso. Por despertar esas cosas en mí. Como le amaba por ello.

No estaba acostumbrada a que nadie me dijera algo así y que justo él lo dijera era... No lo sé. Hacía que algo se rompiese en mi interior, pero en el buen sentido.

—Perdón. —se disculpó de repente —. Sé que estoy siendo súper confuso. Lo que quiero decir es que gustaría que vinieses porque me siento a gusto contigo.

—Manteniendo las distancias —recordé, más para mí que para él.

—Manteniendo las distancias —asintió él, aunque no había sido una pregunta.

En ese momento descubrí que las películas tienen razón. El amor nos hace estúpidos a los adolescentes.

—Está bien —acepté finalmente —. Pero me llevas tú.

—Gracias. Te debo una.

—Puedes regalarme pastelitos otra vez —reí —. Los cake pops están muy buenos, no me quejo si me das.

—Hecho. —De alguna forma, podía "escuchar" su sonrisa a través de la llamada. Algo me decía que estaba sonriendo —. Te veo luego, entonces.

—Sí.

Una de las razones por las que odio las llamadas es porque nunca sé como colgar. Siempre parece que la otra persona espera que digas algo más o quiere agregar algo. Se hizo un silencio un poco incómodo antes de que nos despidiéramos definitivamente y colgásemos la llamada.

Entré a mi edificio y nada más llegar a mi casa me quité las zapatillas y corrí hasta mi habitación. Salté sobre mi cama y sentí lo agradable que eran las sábanas frías contra mi piel.

Me levanté solo para quitarme la ropa y volví a tumbarme, esta vez con los ojos cerrados.

Pasaron tan solo un par de minutos antes de que me quedase dormida.

Esa siesta me dejó como nueva. Me levanté con el pelo hecho un desastre y las marcas de la almohada por toda mi cara, pero mereció la pena totalmente. Bostecé antes de abrir los ojos del todo y después me pasé por lo menos un cuarto de hora dando vueltas en la cama, estirándome y terminando de despejarme.

Me puse el pijama, ya que había dormido tan solo en sujetador y bragas, y salí de la habitación.

Eran las siete de la tarde y quedaba poco para que mis padres me llamasen a preparar la cena. En la entrada estaban las zapatillas de Kate, las reconocí en seguida. Habría ido a saludarla, pero desde que habían comenzado a salir evitaba lo máximo posible entrar a la habitación de mi hermano cuando estaba con ella. No quería encontrarme nada que no debiese ver. Llevaba casi dieciocho años sin traumas y no pensaba adquirir ninguno a estas alturas.

Cogí algo de ropa en mi habitación y me metí a la ducha. No soportaba el calor que hacía en toda la ciudad.

En el momento en el que el agua comenzó a caer sobre mi cuerpo recordé la fiesta a la que había aceptado asistir.

Maldito Axel, ¿por qué narices me había dejado convencer por él? Con el calor que hacía, me apetecía incluso menos que de costumbre salir de casa. Por no hablar del hecho de que no tenía ninguna razón por la que querer estar allí. Axel estaría con Audrey y yo me pasaría la fiesta entera tratando de no morirme del aburrimiento antes de salir pitando hacia mi casa otra vez.

Tampoco pensaba obligar a Kate a cambiar sus planes con Ethan para acompañarme. Era egoísta, pero no tanto. Supongo que me limitaría a soportar una hora en casa de Audrey y después le pediría a mis padres que me recogiesen.

Nada más salir de la ducha decidí que no le daría más vueltas. Ya le había prometido a Axel que iría así que no me quedaba más remedio que hacerlo.

Abrí el armario y me senté sobre mi cama para observar toda mi ropa antes de escoger qué ponerme. Normalmente solo cogía las prendas al azar, pero para una fiesta era diferente. En las fiestas destaca más el que no intenta destacar que el que lo hace. Es como ir a una boda en pijama. Seguro que la gente se fija más en eso que en los que se van a casar.

Mis ojos se posaron en un vestido negro sencillo pero ajustado que había en un rincón de mi armario. Me lo había puesto en varias ocasiones porque era perfecto para los días calurosos como ese. Lo saqué del armario y me lo puse sin pensármelo dos veces.

Me llegaba por encima de las rodillas y al ser de tirantes el escote era bastante prominente. Kate había dicho en varias ocasiones que con sus curvas, vestir algo así llamaría demasiado la atención, pero yo no tenía tanto pecho como ella.

Nunca antes me había parado frente al espejo a observar realmente como me quedaba, pero esa vez lo hice y no me disgustó en absoluto lo que vi. En el momento en el que vi mi figura en el espejo me imaginé como sería la expresión de Axel al verme. ¿Seguiría siendo inexpresiva?

Sentí un cosquilleo en el estómago al imaginarle recorriendo mi cuerpo con la mirada.

¿Querer que me mirara estaba dentro de las cosas que no me podía permitir? Por alguna razón, sentía que estaba mal. Y sin embargo... No podía mentirme a mí misma. Podía sentirme culpable por ello, pero era un hecho. Quería llamar su atención. Acapararla, incluso.

Alguien tocó a mi puerta un par de veces antes de abrirla. Kate me observó sorprendida al verme con el vestido puesto.

—Pagaría por tener esas piernas —murmuró —. Pensaba que no ibas a ir a la fiesta.

—Ya. Y sigo sin querer ir.

—¿Entonces? —alzó una ceja. Apreté los labios antes de darle una respuesta. No creo que a Kate le pareciese muy correcto que fuese a la fiesta tan solo porque Axel me había dicho que le gustaría tenerme allí. Dicho así, tampoco me parecía la mejor idea a mí.

Me limité a encogerme de hombros.

—Deberías dejarte el pelo suelto, tal y como lo llevas ahora —me dijo —. Dios, es que pareces una modelo. Ahora mismo te tengo una envidia muy poco sana.

Solté una carcajada y me pasé una mano por el pelo, el cual seguía muy húmedo.

—Pues no deberías —aseguré. Kate era muy mona. Tenía los ojos muy azules y una figura muy femenina. Algunas personas tienen la suerte de encajar a en los estereotipos de belleza más que otros, pero Kate no estaba tan lejos de ellos.

—Me dan ganas de llamar a Heather y pedirle que te maquille y te haga una sesión de fotos.

—No, por Dios. Suficiente tuve ya con posar durante una hora para que Ethan pudiese aprender a pintar un rostro realista.

—A mí eso me parece una buena inversión de tiempo.

—Para él sí. Para mí, no tanto —me quejé —. ¿Tú sabes maquillar?

Kate entró a mi habitación, ya que hasta entonces se había quedado junto a la puerta. Caminó hasta mi cama y se sentó sobre ella.

—Sé hacer lo básico —dijo —. ¿Por qué lo preguntas?

Me miré en el espejo otra vez y observé mis ojos tratando de imaginar como quedarían maquillados. Mis conocimientos sobre el maquillaje eran nulos pero había visto a Kate llevar una raya negra al ras de las pestañas y le quedaba muy bien. ¿Quedarían igual de bien con mis ojos?

—Me apetece probar algo nuevo. ¿Me podrías maquillar un poco?

Pude ver, como siempre, que a Kate le sorprendió mi petición. La verdad es que el maquillaje no me había llamado nunca la atención, pero en estos momentos me sentía la protagonista de una película para adolescentes y la sensación me gustaba. Probablemente al acabar el verano volvería a mi monotonía, la cual amaba, pero supongo que, ya que iba a ir a una fiesta a la cual no quería ir, no pasaba nada por experimentar un poco y tratar de hacer todas esas cosas que caracterizan a los adolescentes de las películas americanas.

—Claro. Aunque te aviso que no soy ninguna experta. Sé hacer la raya, maquillar los labios, y poco más.

—No te preocupes —la tranquilicé —. Si no me gusta, me lo quito y punto.

Salí de mi habitación para preguntarle a Louise si me dejaba usar su maquillaje. Al principio me miró escéptica. La idea de prestarme sus productos carísimos de Sephora no le hacía mucha gracia, claramente. Sobre todo por el hecho de que, si yo sé lo que es Sephora, es porque me había visto obligada a acompañarla a la tienda de maquillaje en varias ocasiones.

Finalmente me lo terminó prestando. Me dio un neceser lleno de cosas que costaban más que todo mi armario junto y yo lo llevé hasta mi habitación.

—Será pija... —murmuré al sacar un colorete de la marca Charlotte Tilbury. Palidecí al cogerlo. Pesaba bastante para ser una simple cajita, daba la sensación de que costaba un pastizal.

A Louise le encantaba todo lo que tenía que ver con la moda y la belleza. Coleccionaba tanto maquillaje como zapatos. Una pena que yo no supiese apreciar ninguna de las dos cosas, porque podrían haberme servido.

—Si se rompe algo, la bronca te la llevas tú —me avisó Kate. Asentí con la cabeza —. Siéntate en la silla.

Le hice caso y me senté frente a mi escritorio. Kate me echó la cabeza para atrás para que la luz de mi lámpara iluminase mejor mi cara. Me dijo que cerrase los ojos y comenzó a maquillarme. Sentí algo fresco rozar la línea de mis pestañas.

—No te muevas —ordenó. Traté de quedarme lo más quieta posible —. Tengo una pregunta —advirtió —. No, espera, no respondas. Quédate quieta. Te haré la pregunta igualmente.

Reprimí el impulso de asentir con la cabeza y dejé que continuara.

—¿Todo esto es por Axel? —preguntó —. Quiero decir, no hay nada malo en que quieras maquillarte, pero nunca antes habías querido arreglarte, ni siquiera para una fiesta.

»Sé que si pudieses, irías hasta a correr en pijama.

Solté una pequeña carcajada y Kate maldijo por lo bajo antes de correr a por un bastoncillo para los oídos y bañarlo en desmaquillador para arreglar el error. Aproveché entonces para hablar.

—No es solo por él —admití —. A veces me siento un poco... desplazada. No sé como explicarlo. No es algo que me moleste demasiado, pero a veces siento que me estoy perdiendo una etapa de mi vida que nunca volverá.

»Ir a fiestas, maquillarme, que me guste alguien... Me hace sentir un poco más cercana a todo lo que debería ser la adolescencia.

—Zoe, tú ya eres una adolescente. Con o sin todo eso. —aseguró —. Si para ti la adolescencia son las siestas de cuatro horas después del instituto, que lo sean.

Reí una vez más.

—Primero de todo: las siestas de cuatro horas no son una etapa, son un estilo de vida —bromeé —. Y segundo: no me siento obligada a nada. Sabes que no soy el tipo de persona que haría algo que no quisiese solo para encajar.

—Lo sé.

—Adoro las siestas, adoro pasarme la tarde sola en mi habitación viendo series y adoro ir contigo a algún sitio para tomar un helado o un batido de oreo —dije —. Por eso lo hago, porque me gusta y porque me siento bien al hacerlo. Y ahora mismo, estar con Axel también me hace sentir bien. No me estoy maquillando únicamente por el, pero... no puedo evitar querer que él me mire.

Kate me indicó que cerrara los ojos y volvió a trazar una línea sobre ellos. Sabía que no volvería a echarme un sermón sobre que debía dejar de pensar en Axel, ya que él estaba con Audrey. Pero tampoco quería que, al no poder decir lo que realmente pensaba, se quedase callada. Me había sincerado y necesitaba alguna reacción por su parte, la que fuese.

—No hay nada de malo en querer ser deseada por alguien, Zoe —dijo finalmente —. Es algo natural.

Sonreí aliviada al saber que contaba con el apoyo de Kate. Podemos ser independientes, pero en el fondo, todos dudamos de nosotros mismos alguna vez, y no está de más tener a alguien que te de su aprobación y te haga sentir mejor.

¡Saludos virtuales!

Justo he terminado de escribir el capítulo antes del comienzo de mi segunda clase. Quería traérnoslo lo antes posible, así que aquí lo tenéis.

Este capítulo es más bien tranquilito, pero no viene mal ya que los siguientes van a venir un poco más cargados. ¡Me muero de ganas de escribirlos!

Estas son las preguntas de hoy:

¿Qué canción os recuerda a Zoe y a Axel?

¿Cuál es vuestra asignatura favorita? ¿Y la que más odiáis?

¿Soléis recordar vuestros sueños? ¡Contadme alguno, si os acordáis! Me parecen súper interesantes.

Os tengo que dejar porque ha empezado mi clase de matemáticas. Os adoro.

¡Abrazos virtuales!

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