【Yugi Amane - Angst】
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Aquella pequeña niña caminaba al lado de su madre por la inmensa casa, llevando entre sus brazos una cesta tejida, y sin percatarse que una mirada brillante la vigilaba desde atrás de unas paredes. Yugi Amane, en compañia de su hermano gemelo Yugi Tsukasa, vigilaban a la pequeña hija de su criada y niñera.
Siguiendo los pasos de su madre con cuidado de no dejar caer el contenido de la cesta al pulido suelo de madera. La pequeña ____ de corta edad llenaba sus mejillas con aire para retener detener nervios por unos minutos hasta llegar a la puerta corrediza, donde estaba la madre de la casa. La señora Yugi, entrelazando cuerdas con una sonrisa, vió a ambas féminas.
La madre de la niña hablaba para la satisfacción de la señora de la casa, y su hija bajaba la cabeza en señal de respeto. Amane y Tsukasa, espiando por la puerta corrediza, miraban a la niña, uno con confusión y el otro con preocupación.
— Oye, Amane — el menor de los gemelos llamó la atención de su querido hermano mayor, y ganó un gesto de sorpresa — ¿por qué estamos espiando a ____-chan?
— ¡¿Desde cuándo estás aquí?!
— Mis amados hijos.
La señora del hogar sonrió con dulzura a los niños que estaban en la puerta. Allí sus miradas conectaron con la soledad de los cristales finos de la niña, Amane sintió que su alrededor empezaba a flotar cuando ____ tembló ante la presencia de los hijos Yugi, y bajó la cabeza. Para el chico fue un golpe de cordura.
¿De dónde salió esa extraña y tranquila melodía, junto al viento leve y los rosados pétalos de sakura que caían alrededor de ambos chiquillos? ¿Cómo una sola conexión de miradas logró enderezar la espalda de aquel tímido chico y calentar sus mejillas con pudor? ¿Desde cuándo le era relevante si vestía sus mejores prendas para alguién, si estas eran muy simples o muy llamativas?. ¿A la niña le habría pasado lo mismo, y sentiría la vergüenza de tener la dulce mirada del gemelo mayor recorriendo su rostro?. Así empezó la travesía de dos dulces niños que no sabían acerca de un futuro juntos.
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— ¡____-chan! — Amane llamó el nombre de aquella chiquilla con emoción y un rosado esparcido en su nariz — ¡Hoy vamos a ir al festival! ¿Lo recuerdas?
— Sí, ya lo sé — los labios levemente teñidos de la menor dejaron escapar un suspiro cansado, causando la pregunta en el chico con ropa pesada — no me ocurre nada importante, sólo estuve practicando caligrafía con mi madre.
— Oh, eso debió ser interesante — Yugi Amane, como de costumbre, sonrió para su gran amiga.
— ¡No es divertido cuando confundes los kanjis!
Amane y ____ tenían dos años de una gran amistad, la mayoría del tiempo a espaldas del padre Yugi, pero que resultaba muy tranquilizados para las madres de ambos. Al pertenecer a una familia llena de varones militares o dedicados a la lucha por el Imperio, los gemelos Yugi nunca pudieron tener amistades que no fueran relacionadas a las prácticas de ejercicios familiares y que, según su padre, eran la manera más gratificante de alcanzar el mayor honor y brindarlo a su familia. Para la señora, ____ era tan servicial y callada que veía en ella a la nuera perfecta: Sabía las labores del hogar, el cuidado de sus cuatro hermanitos menores,y la satisfacción de sus dos hijos. ¿El problema? La abuela de la niña había querido que su hija se volviera una tan aclamada Geisha, y por lo tanto estaba obligada a seguir las áreas de estudio de dichas mujeres. La madre de Amane deseó hablarle de ____ a su marido, hasta que se enteró de los deseos de la abuela de la niña. El señor Yugi jamás aceptaría a una Geisha en la familia, y lo consideraría una infamia. ¿Y si no le daba hijos varones a Amane? ¡La degollaría él mismo por tal falta de respeto!
— ¿No te irás a cambiar?
— ¿Para qué? — cuestionó Amane — el traje militar es más cómodo que un yukata — opinó sonriendo a su amiga, quien bajó la cabeza con un suspiro — ¿no has pensado dejar de usar kimono? Últimamente ya no se ven mucho.
— Es una tradición, y mi familia las adora. Por lo tanto, no debo interferir en las tradiciones familiares, no me conciernen.
El chico no negaba que la chica a su lado lucía muy bonita con el kimono rojo que acostumbraban a usar en su femenina familia, así como la belleza de su cabello arreglado y su cara sin estar limpia completamente. Para él, incluso llena de barro apestoso, era hermosa.
— ¡Mañana tienes que acompañarme a mi práctica con katana!
— ¿De verdad tengo que estar ahí? Digo, tu padre estará presente — ____ tembló al recordar lo dura que era el aura de ese hombre — yo no voy a estar para servir de algo.
— ¡Pero quiero que estés conmigo!
— ¿Es necesario? He estado a tu lado una semana y media, las horas que restan del día desde que terminó mis clases. Antes no hacías esto.
____ era una buena chica, por su educación, pero esa misma la mantenía tan abajo que no podía subir más.
Al ser la primera hija de una mujer proveniente de una familia en donde las mujeres lideraban, era repudiada y usada de mal ejemplo por otras buenas damas de la época. Así mismo, el nacer como una fémina había causado el abandono de su padre, decepcionado de no tener un heredero varón. ¿Había sido su culpa el que su madre la cuidara sola? ¿Estaba destinada a estar tan arriba como su madre le afirmaba, y merecerlo? Dudas y dudas llenaban su mente desde su más tierna infancia, y la quebraron tanto que terminó creyendo en los demás.
Una buena mujer es recatada, habla poco, y se abstiene de reclamar por sí misma. Una buena mujer sabe escribir, leer, coser, mantener un hogar, y cuidar de sus hijos. ¿Para qué más funcionaba? No había respuesta.
El haber nacido en una familia equivocada la mantenía dañada, y cada mañana se repetía lo mismo. Si no puedo ser una buena mujer, ¿de qué sirvo en este mundo? ¿Qué tanto valgo? ¿Por qué no simplemente muero?. Sin voz, sin voto, sin libertad. ¿De qué servía vivir?
Yugi Amane, como el caballero que su padre le enseñó a ser, era valiente y determinado en dar la vida por el honor familiar. Pero así mismo conocía a su mejor amiga como a la palma de su mano, y no dejaría que cayera en sus pensamientos venenosos.
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— No debí haber venido — susurró ____ para sí misma al sentir la filosa mirada del señor Yugi en su pequeño cuerpo — no debería estar aquí.
— ¡La espalda recta! — gritó el hombre de la casa con total enfado — ¡podrías morir en la guerra si no tienes la postura correcta! Maldita sea... ¡La espalda recta, Amane! Y Tsukasa, ¡deja de jugar con la katana! Es un arma, no un vulgar juguete.
— ¡Mira, padre! — como siempre, el juguetón Tsukasa sonrió de esa forma, aquella que sólo él sabe, y empezó a lanzar golpes con la katana al muñeco de prueba — ¡soy un samurái!
Gracias a Tsukasa y su hambre de juegos violentos, su padre se hartó y finalizó la práctica. No sin antes recriminarles que nunca llegarían a nada y que ensuciarían el apellido Yugi.
Después del golpe para ambos gemelos, Amane caminó hacia ____ y se extrañó al verla parada.
— No quería sentarme — explicó — sentí que sería una ofensa sentarme estando tu padre aquí.
— Dije que podías sentarte en el borde de la casa, no había problema.
Amane ignoró a su avergonzada amiga y la sacó de allí, procurando no ser vistos por su padre. Y salieron.
— ¿Volverás a ayudar a tu madre en mi casa?
— No voy a ayudarla, voy a sustituirla. Mi madre ha enfermado, y debemos conseguir dinero para sus medicamentos.
— ¿Dejarás de estudiar entonces? — preguntó Amane mirando el cielo — por lo menos estaremos más tiempo juntos, esto es bueno ¿no?
Claramente, el chico notó que el suspiro de la contraria era de fastidio, ¿había hecho algo malo? Y cuando preguntó por ello, la bomba explotó. El rostro de ____ se llenó de lágrimas y su piel roja simulaba una ardiente hoguera, con fuego que salía de su boca y sus palabras apuñalaban el corazón del joven enamorado.
¿Desde cuándo ____ sentía que la usaba para sentirse superior? Como si intentar calmar su miseria lo ayudaría a creer que es un buen hombre, amable y caritativo. ¿Ella no veía que no soportar respirar si ella no sonreía? ¿Que sus lamentos eran flechas en llamas que carbonizaban su corazón, y que su intranquilidad eran mil agujas encajadas en su piel desnuda? Pues ____ no notaba que Yugi Amane estaba enamorado de unos simples pliegues de kimono rojo, y unos ojos cálidos que lloraban por desgracia.
Amane era valiente y fuerte, veloz y audaz, pero en temas de amor y ____, estaba perdido y era un cobarde. Y sobretodo un idiota. Pues su enojo provocó que le gritara a la chica, intentando callar su palabrería y dejarle en claro que la amaba. Pero todo acabó peor.
¿Qué habías hecho ahora, Yugi Amane? Pues incendiaste un corazón destruído y lo volviste cenizas. ¿Y tenías razón? ____ destrozó un corazón puro e indefenso a causa del complejo amor.
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Lunes 5 de Agosto de 1945 - Hiroshima - Japón
— Debería disculparme... — susurró ____ con la mirada baja, siguiendo a Amane por la calle, hacia quién-sabe-dónde se dirigía el chico al que le ordenaron seguir y vigilar.
Por otro lado, él se encontraba mínimamente tranquilo, pues sentía la necesidad de acercarse a hablar con su querida, sin embargo ese lujo era tan ajeno en ese momento que planeaba conseguir su nuevo puñal y volver a casa para no verla más en todo el día. Puesto que en el egundo que la veía, sentía la necesidad de abrazarla. ¿Debía disculparse? Y si ese era el caso, ¿cuáles eran las mejores palabras para hacerlo? ¿Ó cuál era el motivo de su disculpa?
Todo eso se transformó en algo lejano al escuchar a una anciana:
— ¿Un avión tan cerca?
Todos los que pasaban por aquella calle miraron al cielo, incluido ambos niños, y miraron el avión que pasaba por el cielo. ¿Siempre habían tenido esa forma?
Algo dentro de Amane le gritaba que tomara a su amada y corriera lo más rápido posible, que algo malo iba a pasar. Pero ¿era realmente algo alarmante? En esas calles no había delincuencia y nada malo les podría pasar. Y con ese pensamiento aún calentando sus ideas, siguió caminando siendo seguido por la chica de su edad. Quien, al fin, tomó parte de la camisa de su amigo por detrás y bajó la cabeza con vergüenza.
— Amane-kun — susurró ella con el rostro sonrojados — , yo realmente-.
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Gritos. Gritos de terror era lo que entraba por los oídos de los niños, que en ningún momento llegaron a mirarse, sino que su visita fue al cielo, en donde ese curioso avión bajaba con una velocidad terriblemente abrumadora. Y, aquella mañana tan pacífica para todos, a las 8:15, lo último que pudo llegar a ver ____ fue la silueta de la espalda de su amado Yugi Amane.
El Lunes 6 de Agosto de 1945, en Japón, se lanzó la primera bomba atómica en Hiroshima. Esta fue bautizada como Little Boy.
Posteriormente, el 9 de Agosto del mismo año, fue lanzada la bomba atómica bautizada como Fat Man en Nagasaki. Estos han sido los únicos ataques nucleares en la historia.
Ambas almas murieron en aquella catástrofe, juntos a miles de millones de otras personas. Pero, sin duda, las inocentes almas de Yugi Amane y su amada ____ no llegarían a Nirvana sin antes encontrarse y poder unirse con tranquilidad.
Tal vez en el otro lado, tal vez entre los restos de aquella calle en la que murieron. Pero ese deseo tenía tanta potencia que incluso podría llevarlos a una siguiente vida juntos.
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Ann's note: Aprecien la hermosa narración de Julie, por favor 💖🥺.