โœ“DEMON'S FEARS โŽฏโŽฏ แด›แดกแด…

By OrdinaryRue

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chapter LXVI
chapter LXVII
chapter LXVIII
chapter LXIX
chapter LXX
the end?
epilogue I
epilogue II

chapter XLVIII

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By OrdinaryRue

— Deberías irte. —miré hacia la puerta, por donde la voz de Rick conseguía filtrarse hasta mi habitación— Abraham y Jesús también quisieron quedarse, pero... —hubo un breve silencio— Hilltop es más seguro para vosotros.

— Dame solo un momento. —insistió Daryl sin dejarse convencer— Ella podría venir conmigo, aquí no está a salvo. —Rick no contestó, y yo regresé los ojos a la bandeja de comida en mis piernas— Joder, hasta tú opinas igual. ¿Por qué no la sacamos de aquí?

— Porque no me lo ha pedido. —respondió con sinceridad.

— Gilipolleces. —masculló, y sus pasos resonaron un poco más cerca— Tiene que superar esa mierda, salir de aquí, Rick.

La puerta amagó con abrirse, pero rápidamente fue cerrada de nuevo.

— Daryl, espera. 

Dejé la bandeja en la mesita, sin haber probado nada de la comida.

— Esperar a qué, ¿a qué Negan regrese a por ella? —la mención de su nombre me provocó un sudor frío al instante— Vuestras "terapias psicológicas" no la ponen a salvo, pero yo puedo hacerlo. —Daryl se mostró seguro de sus palabras— Hermano, yo podría alejarla de aquí. 

No se escuchó respuesta por parte de Rick, y mi cabeza giró en dirección opuesta a ellos cuando escuché el chirriar de la puerta. Solo se oyeron un par de pasos entrar en la habitación.

— Dejar de comer no te ayudará en nada. —encaré a Daryl, encontrándolo de brazos cruzados cerca de mi cama— Y-yo... ehm... —hizo una mueca tensa, no acostumbrado a ser el que debe empezar las conversaciones— Come. —soltó en un intento nefasto de orden. 

— No tengo hambre. 

Relajó su postura al oír mi voz.

— Cabezota. —se acercó hasta mí, sin embargo, decidió no sentarse en la silla y permaneció en pie. Al tenerlo cerca, fui capaz de ver que tenía mi pañuelo rojo enredado en la muñeca. Daryl siguió el rumbo de mis ojos— ¿Lo quieres de vuelta? —negué al instante, importándome poco esa tela dada mi situación— Sabes que no soy bueno con las palabras. —alcé una ceja— Lo estoy intentando, ¿vale? —sus labios exhalaron un suspiro pesado— ¿Cómo te sientes? —preguntó, esforzándose por no fastidiar nada.

— Horrible. 

Daryl hizo una mueca, y colocó toda su atención en aquel pañuelo de su muñeca. Empezó a darle vueltas, como si fuera lo más interesante del mundo. Se quedó en silencio, y no soltó palabra hasta que decidí ponerme en pie fuera de la cama.

— Lo siento. —frené mi caminar hacia la ventana— Riley, lo siento. —lo miré sobre mi hombro, sin comprender por qué se disculpaba exactamente. Dio un paso en mi dirección— Podríamos haberte sacado de allí, pero no lo hicimos. —se detuvo a centímetros de mí— No estarías así si...

— Yo no quería que vinierais a por mí. —le corté. Arrugó el ceño, sintiéndose confundido por mi confesión— No debisteis hacerlo.

— N-no entiendo...

— Le pedí a Rick que no luchara por mí. —su expresión no cambió, revelándome que ya sabía sobre aquello— Pero tú, Abraham y mi hermano... —me senté en el alféizar de la ventana, y Daryl no tardó en imitar mi acción— Complicasteis las cosas.

— No puedes decirlo en serio. —dijo con irritación— Mierda, ¿de verdad piensas esa gilipollez? 

— Sé que lo hicisteis por mí, porque me queréis. —alejó su cuerpo, como si acabara de soltarle una jodida bomba en la cara— Pero Olivia murió, Spencer murió y... Rosita. Ni siquiera la he visto desde que llegué. —subí las piernas para atraparlas entre mis brazos— Debe de culparme por lo que le ocurrió. —suspiré recobrando la compostura— No quiero que te disculpes por no salvarme. —giré mi cuerpo para poder mirarlo con facilidad— No por eso.

Tensó la mandíbula y, subiendo una pierna al alféizar, se apoyó en su rodilla para tenerme más cerca.

— Entonces qué, ¿debería disculparme por intentarlo? —ironizó, claramente en contra de ello. Negué con la cabeza— Si no es eso, ¿qué es, qué es lo que quieres?

— No quiero discutir, no ahora. 

Hubo un corto e incómodo silencio, donde ninguno apartó la mirada del otro.

— Tengo que irme. —se mordió el labio, inquieto— Pero podrías venir conmigo. —intenté ponerme en pie, pero él atrapó mi mano regresándome a su lado. Clavé mis ojos en aquel gesto, y la respiración se me aceleró ante su contacto. El pánico amenazó con controlarme, pero mantuve la compostura— No puedes quedarte aquí. 

— Pero quiero hacerlo. —respondí, y me sorprendió la rapidez con la que había dicho aquello.

— Ahora mismo no estás pensando con puta claridad, Riley. —soltó mi mano, adoptando una postura defensiva, y sin darme cuenta exhalé un suspiro— Comprendo que...

Dejé de oír sus palabras al escucharle soltar eso.

¿Comprender?

Él no puede comprender una mierda de lo que está pasándome.

— Si no quiero irme... —se silenció de golpe ante mis palabras— ¿Vas a obligarme? —crucé mis brazos poniéndome en pie, esta vez no me retuvo— ¿Cómo hiciste en el Santuario?

Chasqueó la lengua, y por su expresión entendí que estaba esforzándose por mantenerse tranquilo.

— Tú lo dijiste, solo intentaba sacarte de allí. 

— Responde a la pregunta, Daryl. 

No hizo expresión alguna, mostrándose mortalmente serio.

— Nena... —apretó los labios, acercándose con cautela— Tampoco voy a disculparme por eso. —cerré brevemente los ojos, serenando mi respiración— Me importas, ¿vale? Es muy jodido y si... —la tensión de todo su cuerpo fue visible para mí— Y si tengo que arrastrar tu culo fuera de aquí para que sigas con vida, lo haré.

— Capullo. —mascullé sin alejarme.

— ¿Me vas a obligar a hacerlo? Sabes que Negan podría venir en cualquier momento. —el corazón se me aceleró ante los recuerdos— Te ayudaré a esconderte en el bosque, lo suficiente hasta que acabamos con él.

— No quiero huir. —hizo una mueca que me crispó los nervios— Quiero estar ahí cuando ocurra. —mordí mi labio, notando como la ansiedad me dominaba al imaginar su rostro— Porque quiero ser la última persona que vea antes de morir.

— Si perdemos...

— Perderé junto a vosotros, no escondida en un puto bosque. —chasqueé la lengua— Sé que no estoy bien, Daryl, no tienes por qué recordármelo. —agachó la cabeza— Y no finjas que tú harías algo distinto de ser yo. —esquivó brevemente mi mirada, pero se vio arrastrado de nuevo hacia mis ojos— No sé si podré ser fuerte de nuevo, pero quiero intentarlo solo... necesito tiempo. Dame un poco de tiempo, ¿vale?

Separó los labios para decir algo, cuando la puerta de la habitación fue abierta de un portazo.

— Riley. —Rick se sostuvo del marco, con la respiración acelerada como si hubiera llegado corriendo hasta aquí. Intercaló mirada entre ambos, y pareció no afectarle en nada el hecho de que Daryl estuviera muy cerca— Está aquí. —se acercó hasta nosotros— Tienes que irte. —amagué con fruncir el ceño ante sus palabras, pero cuando reparé que no iban dirigidas a mí, contuve una ligera sonrisa de alivio.

— Podemos salir por el muro Sur, no nos verán. 

Rick exhaló con fuerza al oír como me incluía en aquello.

— Riley. —no atendí a mi nombre, demasiado centrada en Daryl. Rick finalmente tomó mi mano para atraer mi mirada, sin embargo, me soltó casi al instante tras recordar que podía sentirme incómoda por ello— Puedes intentar salir antes de que lleguen a la calle principal... o puedes quedarte. Es decisión tuya.

Era evidente cuál era la opción más sensata, pero no me encontraba en mi mejor momento y, lo único que deseaba, era no sentirme débil. No quería aceptar el hecho de que estaba aterrada de él, ni de que las pesadillas me iban a impedir vivir plenamente por su culpa. Y, por encima de todo, no quería abandonar lo único que me era familiar. ¿Era una insensatez? Sí. Pero mantenerme en Alexandria evitaba que perdiera mi cordura.

— Me quedo. 

Daryl soltó un gruñido bajo alejándose de nosotros.

— De acuerdo. —Rick asintió, aunque podía ver que no le había gustado mi respuesta y, aun así, la aceptó sin rechistar— Creo que lo mejor será que te escondas aquí. 

Miró a su alrededor, en una búsqueda desesperada por encontrar un buen lugar donde ocultarme.

— Thomas tenía una bodega en el piso de abajo. 

— ¿En serio? —sonrió incrédulo, y los tres bajamos las escaleras sin perder ni un segundo más.

— Es una puta estupidez. —Daryl clavó la mirada en nosotros mientras apartábamos la alfombra del salón— Volveré mañana al amanecer. —masculló en la puerta.

— Ten cuidado. —fue lo último que escuchó de Rick, antes de salir en dirección a la muralla Sur.

— Supongo que iba a ser un regalo para vosotros. —al mirar en el interior, vimos decenas de botellas de alcohol casero— Aún muerto me sigue sorprendiendo. 

Rick apretó mi hombro con afecto.

— Tengo que irme. —asentí, bajando las pequeñas escaleras— Intentaré que se vayan cuanto antes.

RICK

— Siempre haciéndote de rogar, Rick. —Negan bajó de un salto del camión— ¿Dónde estabas esta vez? ¿Buscando más suministros para mí? —conseguí mantenerme impasible ante su sonrisa despreocupada. De manera inesperada, Negan abandonó sus aires de superioridad y formó una mueca— Tengo que contarte algo, y es una mierda que no te va a gustar. —chasqueó la lengua, y casi pareció verdaderamente afectado— Es sobre nuestra Riley. —colocó su brazo sobre mi hombro y, antes de verme arrastrado por él, conseguí ver de reojo como Dwight apretaba los puños ante la mención de Riley— Alegaré en mi defensa, que no tuve nada que ver con lo ocurrido. —sentí mis ojos enrojecerse por la rabia, porque me consumía por dentro el hecho de no poder hacer nada y tenerlo tan cerca— Nuestro médico la encontró con una sobredosis en la enfermería. —Negan me observó con cautela, atento a mi reacción— ¿No dices nada?

Pasé la lengua por mis labios, reflexionando sobre cómo debería actuar. Con los pensamientos fríos, cruzamos miradas y este se apartó de mí con genuino interés.

— ¿Dónde está su cuerpo? 

Negan asintió, habiendo esperado esa pregunta.

— La enterramos, por supuesto. —balanceó a Lucille hasta dejarla sobre su hombro— No soy un puto monstruo, Rick. —de repente sonrió victorioso— Lo maté.

— ¿Cómo? —inquirí muy confundido.

— Al doctor. —soltó con obviedad— No podía dejarla sin supervisión, había ordenado claramente que la vigilaran. —su rostro se contrajo tras recordar la ineptitud de aquel hombre— Es una mierda, al fin habíamos conseguido entendernos ella y yo.

Inspiré con fuerza, dominando mi necesidad de golpearlo en la cara. 

Al fin habíamos conseguido entendernos ella y yo.

Sujeté el puente de mi nariz, y una rabia indescriptible me quemó por dentro. Negan resopló fingiendo una lástima que me puso muy difícil seguir con mi papel.

— Marchaos. —gruñí alzando de nuevo la cabeza— Por favor. 

Negan asintió, comprendiendo el enfado que era inevitable que mostrara.

— Antes quiero visitar su casa. —negué con la mandíbula tensa— No es una petición, Rick.

 — Y lo creas o no, me ha jodido su muerte. Es una putada que no esperaba, no así al menos... —miró a su alrededor con cansancio— Creo que oí a Carl decir que habían sido vecinos, que tierno. —empezó a caminar calle arriba— Sé donde está tu casa, Rick, pero preferiría que me acompañaras en estos duros momentos. —añadió lo último con cierto dramatismo.

RILEY

Escuché la puerta abrirse, y por reflejo di un paso hacia la escalera, sin embargo, una voz áspera hizo que me congelara en el sitio.

— No la imaginaba así.

Me dejé caer con suavidad en el suelo, buscando atrapar todo el aire que se me estaba escapando por la boca a toda velocidad.

— No estuvo mucho tiempo con nosotros. —respondió Rick.

Ambos hombres deambularon por el piso inferior, Negan inspeccionando cada rincón como si pudiera ver algo de mí en el entorno. Cuando se detuvieron en el salón, pude ver entre las rendijas de madera sus figuras. Cubrí mi boca, pareciéndome que mi respiración era un ruido ensordecedor que me delataría.

— Ella era distinta. —confesó paseándose sobre mi cabeza— Tenía pelotas. —Rick no respondió, y se situó justo sobre la alfombra cuando encontró que una de las esquinas estaba ligeramente doblada— ¿Su padre? —preguntó sosteniendo una fotografía. Gleen había sido el culpable de aquel recuerdo en papel, uno el cual no había tenido la valentía de mirar desde que perdí a Thomas. Rick asintió, y el hecho de que tuviera a Thomas como mi padre en su memoria, me provocó una felicidad agridulce— ¿Cómo murió?

— Lo mordieron. 

Negan echó un último vistazo a la fotografía antes de regresarla al mueble.

— Quiero tener un acto de buena fe contigo, por la pérdida. —noté como se me enrojecían las mejillas y, entre mis dedos, se colaban un par de lágrimas gruesas— Su hermano.

— Jesús. —asintió Rick.

— Él puede dejar de esconderse de mis hombres. No lo mataré a menos que haga alguna gilipollez. —Negan se acercó a Rick, y pude ver su rostro, lo que me causó un miedo irracional— ¿Te parece bien?

— ¿Y el resto? 

— El pelirrojo y el del chaleco... —soltó una risa seca— Lucille se encargará de ellos si tienen la desgracia de aparecer por aquí.

Trastabillé hacia atrás, asustada ante la idea de perder a Abraham o a Daryl. Una de las botellas de alcohol se balanceó provocando un suave tintineo. De golpe, sobre mi cabeza se formó un denso silencio.

Unos pasos resonaron sobre la madera, haciéndola crujir horriblemente. Y, sin previo aviso, se detuvieron justo sobre la alfombra.

— Rick... —tanteó Negan con sospecha y, fuera lo que fuera que intentó decir a continuación, quedó solapado por el ruido estridente de una botella cayendo al suelo.

— Perdón. —se disculpó Rosita, recogiendo los pedazos en el suelo de la cocina— Aún me cuesta adaptarme. —masculló en referencia a su brazo.

Negan retrocedió, alejándose hacia la entrada y, por ende, hacia la mujer que acababa de aparecer.

— Acostúmbrate rápido, o los muertos te convertirán en su cena, muñeca. —sonrió de lado, y Rosita asintió ocultando su rabia— A veces me olvido de que esos cabrones siguen ahí fuera. —abrió la puerta, dispuesto a abandonar al fin la casa— Mis hombres volverán dentro de una semana. Ten mis cosas preparadas, Rick.

Ni Rosita ni Rick se movieron un ápice, contemplando por la ventana como Negan desaparecía de sus vistas. Cuando estuvieron seguros de que había abandonado al fin Alexandria, se acercaron al salón apartando la alfombra en el proceso.

— ¿Estás bien? —Rick fue el primero en asomarse.

Con los labios apretados fuertemente, subí las escaleras en silencio. No tenía rastro alguno de lágrimas, sin embargo, era evidente que me había dominado el miedo.

— No lo soporto. —gruñí alzando la cabeza— No soporto a ese sádico. 

Rosita dio un paso en mi dirección, colocándose frente a mí. Mi mirada cayó inevitablemente en el espacio donde antes estaba su brazo.

— Yo tampoco. —coincidió, soportando en sus adentros la misma furia que yo tenía. 

Dio un paso más cerca, hasta que con su único brazo alcanzó a rodearme los hombros. Me abrazó, y al estar tan cerca pude sentir como tenía todos los músculos tensados— Se va a arrepentir de haberse cruzado con nosotros. 

━ ¿Qué os está pareciendo la historia? ¿Os está gustando? :')

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