El trabajo se había extendido más de lo que hubieran querido, y Alfa y Omega se encontraron pasando las tardes el uno con el otro en la biblioteca, mientras tres alumnos observaban molestos y rencorosos desde las estanterías.
-¿Comprendes? Platón decía que había un mundo que no conocemos, un mundo perfecto del que provienen todas las cosas físicas que podemos sentir con los sentidos. En ese mundo estaba el mundo de las ideas, y con ellas quería explicarnos el "molde" con el que se creó cada objeto tangible. Por ejemplo. Una manzana. Tú sabes que una manzana tiene una forma determinada, un color, un sabor, y la sabes diferenciar de otra fruta, pero existen distintos tipos de manzana, distintos colores, distintos sabores, entonces... ¿Qué criterio estás utilizando realmente para saber que una manzana es una manzana o no? A esa esencia que no se puede percibir por los sentidos Platón la llamó idea, y existe una idea para cada cosa que hay en este mundo. ¿Lo has entendido ahora?
El Alfa tenía una de sus tatuadas manos apoyando su barbilla. Asentía lentamente, pero lo que realmente hacía era cabecear y luchar con todas sus fuerzas para que sus ojos no se cerraran y su cabeza terminara estampándose contra la mesa.
Sintió una palmada frente a su cara y abrió los ojos de golpe.
-¿¡Eh!? -exclamó abriendo los ojos desorbitados.
-Te estás durmiendo- Jimin puchereó.
-Lo siento, cachorro, esto es un auténtico coñazo.
-Pero si es super interesante. ¿Quieres que te lo explique otra vez? -sonrió algo cansado.
Jungkook sintió la ansiedad inundar su pecho. No, por favor. Otra vez no.
-Déjalo. Voy a comprar algo de bebida energética antes de que me dé algo- se levantó y anduvo unos pasos. Después frenó de golpe y se giró, metiendo las manos en sus bolsillos. ¿Tímido, quizás? -Esto... ¿Quieres algo para ti?
El rostro del Omega se enrojeció.
Pero eso es lo que hacían los amigos ¿no?
Porque ellos eran amigos. Llevaban toda la semana quedando para hacer aquel trabajo, y después se iban por las ramas hablando de cualquier cosa. Era demasiado tarde como para pensar que no eran nada, y Jungkook se sintió repentinamente amable y de buen humor.
-N-no, gracias. Merendé antes de venir- su sonrisa tímida apareciendo y ojos brillantes.
Jungkook aparta la vista, joder.
Con un asentimiento brusco de cabeza se marchó.
-Qué cojones- El Alfa revolvió su pelo largo saliendo de la Biblioteca.
Jimin, por su parte, era un tornado de emociones. Sonriente, miró sus apuntes donde aquella mañana había escrito más libros que necesitaría para hacer el trabajo tras consultarle al profesor, y aprovechando que Jungkook se había ido, decidió buscarlos él mismo en el registro.
-Pasillo A, Estantería 4 -musitó con un asentimiento.
Se levantó risueño y contento y se dirigió hasta allí. Todo hubiera seguido el curso de las cosas y su sonrisa se habría mantenido bonita y espléndida si no fuera porque justo donde reposaba uno de los libros que necesitaba estaban aquellos chicos reorganizando la estantería.
Jimin, que era prudente ante todo, decidió coger primero los más accesibles y que también estaban cerca de la zona, pero obvió acercarse a ellos hasta que no fue absolutamente necesario.
Con tres libros pesados contra su pecho y sus gafas dejándose llevar por la gravedad, Jimin los encaró desde su altura y valentía.
Antes de que pudiera hablar, uno de ellos lo vió y avisó con su mirada al resto para que se giraran. Seis ojos depredadores sobre él.
Genial.
-H-hola- inspiró. Tampoco quería ser amable, porque esos idiotas habían molestado a Jungkook, y por mucho que él odiara la violencia, no iba a ser amable con quien no se lo mereciese -Necesito ese libro.
Señaló con su dedo índice el libro de portada roñosa que necesitaba. Por suerte, accesible a su estatura.
-¿Este? -Uno de ellos, Minho, lo alcanzó.
Jimin asintió con la cabeza. Alargó su mano para cogerlo pero entonces el chico hizo algo que lo dejó estático.
-Claro, cógelo tú mismo.
Lo dejó en lo alto de la estantería.
Los ojos del Omega se abrieron desorbitados.
Se estaban burlando de él, lo estaban haciendo en su cara. Hinchó sus mejillas molesto, pero su cuerpo comenzó a tener un miedo irracional y la extraña sensación de inseguridad.
Se sintió vulnerable.
Su Omega llamando a Jungkook inconscientemente a pesar de que no había ningún vínculo. No había nada. Se sintió increíblemente idiota por hacer aquello y reprendió a su Omega.
Su lobo estaba demasiado alterado últimamente.
Sólo es una tontería, no es para tanto. Se mentalizó.
Inhaló hondo y pensó, que si le pedía a Jungkook que fuera por el libro, porque seguro que él sí lo alcanzaría debido a su altura, tendría que establecer contacto con esos idiotas y aquello era lo último que quería.
Tenía que conseguirlo antes de que el Alfa llegara.
Pero cómo.
Sus ojos se desviaron lentamente a la escalera abandonada cerca de la puerta.
Suspiró tembloroso, y se dirigió hasta ella.
Minutos después, logró llegar a su destino, abrirla y posicionarla donde quiso. Los tres Alfas se habían movido un poco de zona, pero no habían dejado de reírse mientras lo observaban de brazos cruzados. Jimin no quiso mirarlos. Eran tres Alfas y él un Omega. Estaba en las de perder.
Abrió hasta el tope la escalera y comenzó a subirse en ella.
-Sólo... No te caigas- musitó para sí mismo.
Por suerte, llegó al escalón conveniente, agarró el libro con rapidez y volvió al suelo sano y salvo. Una pequeña sonrisa tirando de sus labios. Era una nimiedad, pero la había logrado y se sentía orgulloso de sí mismo.
Se giró para recoger el resto de libros, los cuales había depositado sobre una mesa cualquiera para poder subirse a la escalera sin problemas, y como si la vida se estuviera burlando de él, cuando miró hacia allá lo único que vio fue nada.
Observó por todas partes por si su cabeza le había jugado una mala pasada, pero él tenía una memoria envidiable y estaba seguro de que lo había dejado justo allí.
Su Omega se enfadó.
-¿Y mis libros? -preguntó cauteloso antes de poder frenar las palabras en su boca.
Los Alfas hablaban entre ellos, riendo e ignorando al pequeño.
-¡H-he dicho que dónde están mis libros!
Entonces se callaron y se giraron. Wang anduvo hacia él con la ceja alzada y el Omega sólo fue consciente de que estaba retrocediendo.
-¿Nos has gritado? -preguntó ladeando la cabeza.
-Devolvedme mis libros- musitó mirando al suelo.
-¿Cómo puede ser que el Omega que hace apenas un mes andaba con la nariz metida en los libros ahora nos esté gritando? ¿Es Jeon? ¿Acaso le has chupado la polla y te sientes poderoso o algo así?
Sus ojos se alzaron abiertos como platos.
-¿Q-qué dices? -jadeó en un hilito- Sólo quiero hacer el trabajo en paz. Dadme los libros o...
-Joder, me está amenazando- se rió- ¿O sino qué? ¿Se lo dirás a Jeon?
Jimin sintió la angustia burbujear en su interior. Angustia y algo más. Y como si no fuera suficiente que esos Alfas estuvieran riéndose de él y se sintiera completamente sólo e indefenso, su lobo decidió que era el mejor momento para entrar en celo.
Mandándolo todo a la más remota mierda.
Algo hizo crack dentro de él, sus pupilas se dilataron negras y gigantes en sus pálidos ojos y exhaló entrecortado. A su vez trastabilló hacia atrás, porque sus piernas comenzaron a fallar entre calambres. Miró hacia abajo, hacia el suelo, pero donde realmente quería mirar era tras él, en su trasero, donde una mancha de lubricante natural estaba comenzando a formarse.
Había olvidado su celo.
Había olvidado su maldito celo por completo, y no le había hecho ni maldito caso al calendario porque había decidido mantener su mente ocupada en otras cosas, o mejor dicho, en cierto Alfa tatuado. Y ahora que inhalaba tembloroso y sentía a Wang olisquear el ambiente como un perro sediento y hambriento, su mente sólo podía pensar de nuevo en Jungkook.
Jungkook.
Sus pensamientos en bucle cesaron cuando sintió un gruñido frente a él. Alzando la vista, comprobó que Wang tenía la mirada oscurecida.
Sólo pudo tragar saliva y correr.
...
Jungkook caminaba pasándose la lata de bebida energética de mano a mano y agotando su contenido. En su pequeña caminata, llegó a la conclusión de que aquel día no era el mejor para tratar de comprender las explicaciones pesadas y largas que daba el cachorro, pero había tratado de poner todo su esfuerzo en escucharlas y comprenderlas. Usualmente le daba igual hacer algo por alguien, no se sentía en la obligación de tener que hacerlo porque no daba una mierda por nada ni por nadie, pero el Omega estaba de nuevo sacrificándose por él, quedándose más tiempo del que tocaba para explicarle las cosas y haciendo un trabajo individual en pareja con tal de que Jungkook no volviese a catear.
La última vez que Jimin había ayudado a Jungkook, había perdido un bus, y por su culpa, aunque puede que en su momento tampoco hubiese sido su intención, se dió un porrazo importante contra el suelo que dejó sus rodillas sangrando.
Eran los detalles. La sensación de que ese Omega lo daba todo por él, y el creciente sentimiento en el pecho de Jungkook por hacer lo mismo de vuelta. Sin esperar nada a cambio.
Y eso era lo más jodido.
No sabía si a Jimin le gustaban los ositos de gominola, era una gilipollez, pero los llevaba en un bolsillo interno de su cazadora después de haberlos sacado de la máquina, y sólo esperaba con todo su ser que realmente le gustaran.
Porque los había comprado para él.
Se sentía ridículo a la vez que ligero. Estar con él era eso, sentirse ligero. Nada del peso de la máscara que tenía que ponerse con el resto del mundo, esa máscara de indiferencia para que nadie se metiera demasiado hondo. Y no, Jungkook no era ningún tipo de angelito bajo esa máscara, pero era necesaria para evitarse problemas.
Para evitar el dolor.
Y de eso había sentido mucho hacía mucho tiempo.
Desde aquella maldita noche en la discoteca, Jungkook sólo podía pensar en sus padres, y era un tema que había estado enterrado y sepultado por dos años. Dos años de lapsus mental. Y de repente llegaban esos gilipollas y jodían su cabeza de nuevo.
No había sido tan doloroso porque su muerte ya no era reciente, pero eso no quitó que llevara algunas noches durmiendo de pena, levantándose entre pesadillas y fumando más de lo necesario para calmar su ansiedad.
Ahora veía un cigarro y le daba angustia de tanto que los había fumado, pero sentía que tenía que volver a ellos antes de que la ansiedad se lo comiera por dentro.
El miedo. La sensación de estar sólo.
Y, paradójicamente, había terminado creando una coraza para estarlo.
Porque era mucho mejor estar sólo por voluntad propia que porque no le quedara de otra.
Pero ya no lo estaba.
Ya no se sentía así.
Entró en la biblioteca tratando de despejar su mente y buscar al Omega. Si veía su rostro fruncido de concentración y gafas en la punta de su nariz se sentiría mejor.
Pero no lo hizo y su ceño se frunció.
¿Dónde estaba?
Miró hacia el mostrador y comprobó que su mochila y chaqueta estaban en su sitio, se acercó y también vió el registro abierto e indicando un libro en uno de los pasillos.
Jungkook se encaminó hacia allí por si resultaba que Jimin había decidido coger algún libro por su cuenta, pero cuánto más se escondía por los pasillos más se daba cuenta de que no había absolutamente nadie, y eso, que no hubiera nadie, fue lo que le hizo reaccionar.
Dónde estaban los otros tres.
-¿Jimin? -anduvo veloz para revisar la biblioteca lo más rápido posible. Su cuerpo sintiéndose irracionalmente tenso -¿Jimin?
Su Alfa agudizó sentidos. El del oído, el de la vista.
El del olfato.
Justo cuando su frecuencia respiratoria aumentó debido a la adrenalina inhaló una potente carga de feromonas dulces y ácidas. Tan intenso que se sintió noqueado por segundos. Y luego, luego pensó.
-Cachorro- susurró.
...
Siguió el aroma hasta que su lobo escuchó golpes provenir del baño de la Biblioteca, entonces se dirigió allí como si no tuviera otro objetivo en su vida.
Quiso creer que la escena le sorprendió, pero sumando dos más dos, Jungkook supo que lo que se iba a encontrar en el baño no tendría buena pinta.
Pero definitivamente aquello iba más allá de lo que su Alfa podía soportar.
Justo en el momento en el que entró a los baños, Minho daba una patada a uno de los cubículos. Dentro, Jimin estaba totalmente pegado a la pared preso del pánico, y el Alfa del equipo de fútbol no tardó en ir por él y tratar de sacarlo a la fuerza. Kai entró al mismo tiempo para ayudarlo, y Wang fue el único que vió a Jeon irrumpiendo.
Los gruñidos temblorosos de Jimin y sus gritos sin voz fueron lo único que se escuchó antes de que el azabache se impulsara hacia delante y tirara con fuerza de la camiseta de Minho, hasta hacerlo impactar contra los azulejos de la pared.
-¿¡Qué cojones estáis haciendo!?
Él Alfa frente a él tenía la mirada sucia y dilatada. Los ojos de Jungkook se entrecerraron, estudiándolo.
Comprendiendo.
-Tú, Jeon... -Escuchó a Kai tras él.
Después, un pitido inundó sus canales auditivos así que no pudo volver a escuchar nada más.
Se giró, y sus ojos impactaron con Jimin todavía dentro del cubículo del baño. Respiraba agitado, su pecho se elevab frenéticamente, y tenía el rostro rojo y húmedo, porque había llorado, lo estaba haciendo aún, lagrimeando por aquellos ojos de pupilas dilatadas. Además, sus facciones eran más suaves que nunca, como las de un cachorro y el baño estaba infestado de aroma a malvaviscos y bayas ácidas.
Estaba en celo.
Había entrado en celo.
Y esos hijos de puta habían intentado abusar de él.
Entonces fue el primer puñetazo. Y luego otro. Se estamparon contra el rostro de Minho y lo deformaron, era duro, y a veces Jungkook no sabía si estaba golpeándolo a él o a la pared porque se había dejado a merced de su lobo. No podría retenerlo para aquellos entonces. Sintió unos brazos tratar de separarlo, y otros intentando ahogarlo. Cuando tuvo al Alfa frente a él en el suelo, se giró e hizo lo mismo con los otros dos.
Porque se lo merecían.
El pitido en sus oídos fue despejándose poco a poco sólo cuando los tres estuvieron en el suelo. Había entrado en un ataque de ira, otra vez, había perdido la batalla con su lobo de nuevo, y había sucumbido a sus impulsos, a los más crudos y fuertes, de un modo que nunca antes había sentido, hasta el punto de desconectar y dejar de sentir su razón.
Por suerte la cordura volvió a tiempo. Sacudió su mente nublada y en ese instante, los nudillos empezaron a escocer como el infierno, escuchó de nuevo su arrítmico corazón y pudo respirar.
Lo primero que inhaló fue el angustioso aroma a Omega que lo bañaba todo.
Alzó su cabeza lentamente.
Jimin miraba con los ojos muy abiertos los cuerpos en el suelo y de ahí no se despegaban. No lo hicieron hasta que Jungkook dio un paso cauteloso hacia delante y su rostro se elevó rápidamente.
Estaba asustado, estaba temblando de miedo.
-¿Estás bien?- apretó sus puños sin saber qué hacer o qué decir.
El cachorro frente a él sólo parpadeó.
El Alfa decidió acercarse un poco más, pero esa fue una terrible idea porque Jimin era más Omega que persona en aquel momento, y sintió a un Alfa aproximándose. Después de ser asustado por aquellos tres Alfas, todo para él significaba peligro y amenaza. Porque estaba en celo, estaba vulnerable e indefenso, y hacía apenas unos instantes lo habían perseguido y acorralado en aquel baño que ahora era su refugio.
Gruñó fuerte mostrando sus colmillos y Jungkook se detuvo de golpe.
-Cachorro, soy yo. No te voy a hacer daño- musitó suave, y si apenas podía pensar con claridad por su olor inundándolo todo, no lo dijo.
El Omega volvió a parpadear y se pegó más a la pared tras él.
Le tenía miedo.
El Alfa supo entonces que estaba tratando con su lobo, no con él, y que definitivamente, había entrado en celo.
Mordiéndose los labios, hizo algo que nunca creyó que haría. Agachó la cabeza y enseñó su cuello. Los ojos de Jimin abriéndose lentamente.
-Tenemos que irnos de aquí, ¿vale? - se acercó poco a poco sin dejar de mostrar sumisión- Tengo que llevarte a tu casa.
Un Alfa mostrando sumisión a un Omega era un gran daño para el orgullo del Alfa. Sin embargo, ahí estaba Jungkook, haciéndolo, sometiéndose a un Omega en celo. Porque Jungkook sabía que Jimin confiaba en él, pero necesitaba que su lobo también lo hiciera.
Mostró las palmas de sus manos en señal de que no le haría daño.
Jimin las miró y después le miró a los ojos. El Alfa hizo lo mismo.
-Puedes confiar en mí. Puedes hacerlo, soy Jungkook, jamás te haría daño, cachorro.
El Omega, inhalando tembloroso y mirándolo con angustia, se lanzó a su cuello en un abrazo torpe. Pero más que un abrazo fue un agarre, la necesidad de sostenerse a algo y que ese algo lo sostuviese de vuelta.
Jungkook se tambaleó algo descolocado, parpadeó aturdido por las feromonas ahogadas, cada vez más intensas, el foco justo entre sus brazos, pero lo abrazó de vuelta. Un gimoteo leve surgió de los labios del Omega, quien para ese entonces había perdido la capacidad de hablar y de ser independiente.
Pero estaba con Jungkook, y su Omega, después de que la nube de miedo se despejara, lo reconoció al instante.
Estaba a salvo.