✓DEMON'S FEARS ⎯⎯ ᴛᴡᴅ

By OrdinaryRu

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𝘁𝗵𝗲 𝘄𝗮𝗹𝗸𝗶𝗻𝗴 𝗱𝗲𝗮𝗱 𝗳𝗮𝗻𝗳𝗶𝗰𝘁𝗶𝗼𝗻 [terminada en 2022] Riley apenas puede soportar su propia... More

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the end?
epilogue I
epilogue II

chapter XXII

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By OrdinaryRu

Flashback

Eres mía. Esas fueron las palabras que me susurró Negan, justo antes de tomarme bruscamente del brazo. Me arrastró lejos del cuerpo aún caliente de Daniel, todo porque acababa de herir su orgullo de un puñetazo. Me revolví desesperada, rasguñé sus manos y, aun así, no dejó de sonreír mientras me sacaba hasta las puertas de Hilltop. Entonces comprendí cuan jodida estaba y, que muy probablemente, no me quedaba mucho de vida. 

Me giré asustada, solo quería ver a mi hermano, como si aquello pudiera cambiar lo que iba a pasarme. Sin embargo, él no estaba mirándome, seguía con la vista perdida en la distancia, completamente ido. 

— ¡Hermano! —grité para que reaccionara, y lo hizo, al instante. 

Se levantó de golpe, aturdido por unos segundos hasta que cayó de bruces contra la realidad. Nos miramos y jadeó, tan asustado, que alcancé a ver como sus manos temblaban a cada lado de su cuerpo. Corrió en mi dirección, importándole una mierda los hombres armados, aunque estos, consiguieron atraparlo a pocos metros de llegar a mí.

Una tosca carcajada se oyó a mi lado. Negan observaba la escena con superioridad, con orgullo incluso.

— Suéltala, por favor. —rogó Jesús siendo apresado por cada brazo— Lo entendemos, cumpliremos lo que nos pidas. Obedeceremos. 

—Sé que cumplirán. —habló el líder— Pero esto... —se volvió hacia mí con una sonrisa ladeada, y con una de sus manos me sostuvo la mandíbula— Esto es personal.

— ¡No, espera! —mi hermano intentó llegar a mí, de nuevo en vano— Llévame a mí, llévame en su lugar. —mi pecho se comprimió al escuchar su voz quebrada.

Era la primera vez lo veía suplicar por algo, implorar con tanto desespero que parecía estar a punto de romperse frente a mis ojos. Mi hermano era el fuerte de los dos, el que rebosaba esperanza por cada poro de su piel. Aquello no estaba bien, nada de esto debía estar pasándonos. 

No me di cuenta de que estaba llorando, hasta que Negan me retiró un par de lágrimas con sus pulgares.

— Eh, eh, comprendo que es un momento difícil. —su semblante cambió al soltarme, otros hombres me sostuvieron y él, se acercó a mi hermano con un paso lento que asemejaba al de un auténtico depredador— Eres su hermano, entiendo que quieras protegerla. —cada vello de mi cuerpo se erizó cuando Negan decidió que era buen momento para hacer bailar su bate en círculos— Pero... como vuelvas a abrir la jodida boca... —bruscamente, me apuntó con el arma de alambres— Le reventaré la cabeza, ¿está claro, amigo?

Y su amenaza fue un detonante para las lágrimas retenidas de mi hermano, que bajó su cabeza, derrotado. Se resignó, y no iba a culparlo por ello. Nos doblaban en número y en armas, sobrevivir a una horda de muertos habría sido más sencillo que echar a aquellos hombres de nuestro hogar. Negan regresó a mi lado, posando el bate sobre su hombro e ignorando la sangre que este desprendía sobre su chaqueta. Me instó a caminar, y lo hice, por mi hermano, por su seguridad. Alcancé a encontrarme con su mirada una última vez antes de perderlo por completo, y me atreví a susurrarle un "te quiero". Y no pude ver su reacción, no alcancé a hacerlo cuando mi cuerpo se vio propulsado con fuerza hacia el interior de un furgón.

— Quietecita ahí, ¿de acuerdo? —no respondí, no me moví, porque no quería darle el gusto de verme destrozada, aquello solo hincharía aún más su ego— Tengo papeleo que arreglar con tu maravillosa comunidad. —y la ironía era latente en cada una de sus palabras, y la burla no abandonó su cara mientras cerraba las puertas del vehículo sumiéndome en la oscuridad.

Me pareció una auténtica eternidad la espera, aunque quizás no llegaron a ser ni diez minutos. Pero el silencio, la oscuridad y la incertidumbre de no saber que podía estar pasando en mi hogar, era peor tormento que cualquier tortura que pudieran hacerme después. De golpe, el vehículo se puso en marcha y fue como si alguien oprimiera un botón en mí. Estaba sola, y me iban a alejar de la única persona que me quedaba en este asqueroso mundo. Mi cuerpo resbaló agotado por la pared del furgón. El ambiente era frío, desolador, pero las lágrimas calientes que me bajaban por la barbilla evitaban que pensara en la temperatura de allí dentro. Y llegó entonces la rabia, me cayó en un rayo la realización de que, jamás, podría regresar con Daniel. Él ya no estaba, no era más que una masa de sesos esparcida en mitad de la plaza de Hilltop. Golpeé con mis nudillos las paredes, una y otra vez, hasta que la sangre me bajó de entre los dedos. Y me caí, convirtiéndome en alguien absolutamente destrozado, pues en apenas una hora, todo mi futuro se me había arrancado de las manos como si nada. No era justo, no era jodidamente justo. 

Me mecí apretujando las rodillas contra mi pecho.

— Todo esto es mi culpa... —me repetí constantemente— Daniel ha muerto por mi culpa...

Y antes de que pudiera hundirme en una espiral de la que no me creía capaz de salir por mi misma, un poco de esperanza apareció cuando el furgón dio un volantazo frenando en seco. Algo había saltado sobre el techo, quizás, alguien...

Los hombres de Negan abrieron las puertas traseras, cegándome con la luz del sol. Y cuando fui a abrir la boca para maldecirlos, una figura bajó de las alturas cayendo sobre ellos.

— Hermano... —susurré atónita justo antes de que se lanzara para abarcarme con sus brazos.

— Vámonos de aquí, pequeñaja. —sonrió con seguridad besando mi frente.

Entrelazamos nuestras manos, firmando así una silenciosa promesa de no volver a separarnos nunca.

Cuando miré a mi alrededor, me encontré totalmente perdida, pero él no. Nos guio hasta el bosque y emprendimos la carrera de nuestras malditas vidas. Esquivamos árboles, ramas y piedras en nuestro camino y, aún con todo ello, su mano seguía pegada a la mía. Cuanto más nos alejábamos de la carretera, más alivio se instauraba en mi pecho, podía saborear en la punta de mi lengua la felicidad de estar de nuevo junto a mi hermano. Él y yo, porque no necesitábamos más.

Nos miramos de reojo, cansados pero eufóricos, y no tuvimos que decirnos nada que ya no supiéramos. Yo no podría soportar este mundo de mierda sin él, y él no lograría aguantar un día de apocalipsis, sin mí. Éramos tan necesarios como el aire para el otro.

Pero aquello solo eran pensamientos que teníamos, que creíamos sobre nosotros, frágiles, como las promesas que nos hacíamos, porque, cuando las balas empezaron a volar en nuestra dirección, todo podía irse al infierno en segundos. Y estaba a punto de pasarnos. Jesús disparó contra ellos, pero era inútil, eran demasiados.

La jodida esperanza que había acumulado en los pulmones, se exhaló ella sola cuando el impacto de una bala nos detuvo a los dos. La puta y cruda realidad me abofeteó en la cara, me gritó lo ilusa que era y el tormento que estaba por llegarme. Únicamente bastó un segundo, un disparo, para perderlo todo. Caí de rodillas al lado de Jesús, de su herida brotando sangre del abdomen. Busqué por reflejo al tirador, y la bilis me subió por la garganta cuando encontré a Negan con un rifle entre las manos.

— ¿Hermano? —tragué con fuerza colocando mis manos sobre la herida. La sangre era caliente y resbaladiza, y no cesaba ni por un instante— Te pondrás bien, te pondrás bien, ya verás... —agolpé todo el llanto en mi garganta, no quería llorar, no podía resignarme, no a esto— Estoy contigo, ¿de acuerdo? Estoy aquí, contigo.

Sus ojos me encontraron, de un puro azul plagado de lágrimas. Su mano subió tambaleante hasta abarcarme la mejilla, acariciándome aún a pesar de estar dejando un rastro de sangre sobre mi piel.

— Yo también te quiero. —murmuró con lentitud, tranquilo aun cuando todo se acababa de ir a la más absoluta mierda. 

Intentó abrazarme, pero la bala se lo impidió, sacándole un quejido de dolor. Con los labios temblando me acerqué a su pecho, apretando entre mis manos su ropa. Inspiré su aroma, noté el calor de su respiración errática, y lo abracé.

— No me abandones. —supliqué contra su cuello— Te necesito, no puedo hacer esto sin ti. T-te necesito...

— Creo que está bastante muerto, querida. 

Su voz, su horrible e irritante voz. Con el dolor más atroz que jamás había experimentado me giré para encarar al hombre que me lo había arrebatado todo y, antes de que pudiera detenerme, desenfundé la pistola del cinturón de Jesús y disparé. Disparé tantas veces como mi cuerpo me lo permitió, pero el mundo me escupió en la cara. 

— ¿Sin balas? —se burló.— Ya te dije que era mala idea dejar entrar al lobo a tu casa.

— Voy a matarte. —rugí regresando la vista al cuerpo de mi hermano, aunque Negan no me lo permitió por mucho tiempo.

Me arrancó de un tirón, dejándome contra él.

— Masca la mierda rápido, porque solo acabo de empezar.

Jesús quedó allí, en mitad del bosque y sobre un charco de sangre que solo iría en aumento hasta drenarlo por completo. Había muerto, lo había perdido. Quería arrancarme el corazón de cuajo, directamente del pecho, para no sentir nada. Ni tristeza, ni rabia, no quería los recuerdos de Jesús, lo quería a él. Me hundí un poco más en la esquina del furgón, el mismo que me había alejado de mi hermano por primera vez.

— Desde este momento... estoy muerta. —el rostro de Negan apreció en mi mente— Pero voy a hacer de tu vida un jodido infierno.

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