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El Callejón Diagon .
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Las clases se asomaban a la vuelta de la esquina. Otro primero de Septiembre estaba llegando, por lo que la mayoría de los estudiantes de Hogwarts se apostaron en las inmediaciones del Callejón Diagon para poder comprar todas las cosas que requerían para volver a las clases ese año. Chicos iban con sus padres, entraban y salían de las distintas tiendas apostadas allí.
Ese año Luna Lovegood entraría a la escuela, por lo que junto a su padre y los Illich habían ido en conjunto a comprar los elementos necesarios. Nina estaba muy emocionada de que su amiga iba a entrar en Hogwarts y seguía haciendo esfuerzos mentales y rogando para que quedara en la casa de las serpientes.
— Ahora iremos por tu varita cariño. — le comentó Xenophilus, luego de haber ido a Madame Marklin por el uniforme escolar.
— ¿Si la corbata es negra? ¿Cómo puede tener después los colores de las respectivas casas? — se preguntó Luna.
— ¡Oh, estas se colorean solas amiga, después de la elección del sombrero seleccionador tu corbata asimila los colores de tu selección! — contestó Nina — claramente es un encantamiento complicado, aún no descubro como se implementa.
—¿Y las insignias? — volvió a preguntar la rubia mientras caminaban a Ollivander.
— Pues esas no, esas te las entregan una vez que llegues a la sala común, las reparten los delegados o prefectos. — le contó Nina con emoción.
Luna entró junto a su padre a la tienda de varitas y Nina junto a sus padres esperaron afuera ya que dentro habían muchas personas y no querían generar más tumulto. Durante el lapsus que esperaban los aurores saludaron y comenzaron plática con varias personas, algunos eran sus compañeros de trabajo en el ministerio.
Mientras eso ocurría la niña comenzó a observar a sus alrededores haber si Draco aparecía por allí junto a sus padres. Sabía que él estaría algo molesto con ella, no le había visto en todo el verano a pesar de las invitaciones que su amigo había enviado para ella. No era que no quisiera, sus padres se negaban en rotundo de que ella fuera a la casa de los Malfoy sin supervisión. Era sabido de que el padre de Draco era coleccionista de objetos malditos y los aurores Illich querían mantenerla alejada de todas esas cosas tan oscuras.
— ¡Amiga esta es mi varita! ¡Mira!— salió Luna de la tienda con una varita muy extraña. Claramente se asemejaba a su personalidad.
— ¡Cuéntame de qué es! — preguntó con curiosidad su amiga que dejó de buscar a Draco con la vista — es muy extraña.— añadió.
— Pues es de roble, flexible y con crin de unicornio. — respondió contenta al mostrarla, orgullosa.
— Es muy bella. — comentó Nina, tocándola y dándose cuenta de las bellotas que estaban talladas en el mango del objeto mágico.
Ambas niñas se fueron caminando de la mano, en su mundo, dentro de su conversación sobre las varitas.
— ¡Niñas! ¡No se alejen! — gritó Amelie— debemos ir a Flourish y Blotts por sus libros, después pueden ir a pasear un momento si quieren.
Nina al oír el nombre de la librería volvió de inmediato en la dirección en la que su madre les llamaba. Era su oportunidad para observar y poder pedirle a sus padres que le compraran uno que otro libro extra. El grupo de magos se encaminó y se dieron cuenta de que estaba lleno, no sabían porqué habían tantas personas acumuladas ante el mostrador –sobre todo público femenino – hasta que oyeron una particular voz.
— ¡Harry Potter no se imaginaba que hoy saldría con mi colección completa de libros, totalmente gratis y autografiada por mí! — un mago de capa celeste y cabellera rubia hacía suspirar a las féminas.
— Cuando me avisen que esta ridiculez terminó, me avisan. — murmuró John y se fue entre los pasillos y escaparates de la tienda. Gilderoy Lockhart estaba haciendo promoción a sus supuestos escritos y exhibiendose como un pavo real.
— ¿Quién es ese tipo? — preguntó Luna.
— Es un charlatán, que por desgracia es el nuevo maestro de artes oscuras, son sus libros los que debemos comprar — dijo Nina comenzando a explicarle a su amiga — papá dice que todas sus historias son basura y que no tiene ningún conocimiento. — explicó.
— ¿Cómo lo sabe? ¿Lo conoce?
— Lockhart fue a probarse al departamento de aurores y salió huyendo —rió la madre de Nina — Es algo fantasioso, espero aprendan algo este año niñas.
La mayoría de las personas estaban esperando a que el mago les firmara los libros, entre ellos la señora Weasley, quien cargaba tanto los libros de Harry y Ronald. Nina se puso a observar a ver si buscaba una cabeza pelirroja, sin saber el porqué desde que supo que los Weasley estaban lo había comenzado a tratar de buscar con la vista, al igual que a Draco.
Hasta que distinguió a un par de ojos azules, que estaban entre la multitud y ya la estaban observando. Ella sonrió e hizo un gesto con la mano, a lo que él respondió, enzanchando su sonrisa.
— ¿Él es quien creo que es? ¿El chico del cual me has contado? — susurró la rubia que se había percatado de todo.
Nina sintió que sus mejillas se coloraban inmediatamente de un rubor, por lo que decidió solamente asentir con la cabeza y desvíar la vista del chico de inmediato, por lo que sus ojos se pusieron en el segundo piso y allí por fin, pudo distinguir a su amigo, quien venía bajando las escaleras de caracol un poco ofuscado.
— Ahí está Draco Luna, vengo en un momento así los puedo presentar. — resolvió la niña y se alejó un instante.
Más no pudo abordarlo de inmediato porque el rubio de inmediato se puso a molestar a Harry y su grupo de amigos. A medida que la niña se acercó podía escuchar las burlas y la risa sarcástica de su amigo. Vió cómo un hombre rubio se acercó al grupo, obviamente debía de ser el padre del menor.
—Draco — habló Nina cuando decidió acercarse por completo.
— ¡Vaya, creo que Harry no es el único al que lo defienden las chicas! — se burló Ronald — mira Malfoy, Nina vino a defenderte, ya que no lo puedes hacer sólo.
El rubio se volvió a ella sin decirle nada.
Estaba molesto con ella por no ir a su casa, eso podía percibirse, aunque no le daría la satisfacción a Ronald por lo que ignoró su broma carente de sentido.
—Draco — mencionó su padre —Así que esta es la chica de la que tanto hablaste en casa, tu amiga ¿Illich?
— Sí padre, ella es Nina — indicó Draco — Nina te presento a mi padre.
— Es un gusto linda ¿Dime cómo están tus padres? ¿Acaso has venido sola? Puedes quedarte con nosotros si quieres, mi esposa viene en unos segundos, conversa fuera con sus amistades.
— Es un gusto Señor Malfoy, no he venido sola, ellos están allí — apuntó con su dedo.
El hombre se volvió y se percató de que John ya le estaba observando atento y muy serio y asintió.
Nina pudo comprobar que claramente a su padre no le gustaba nada el de su amigo. Por lo que decidió decirle a Draco que se vieran fuera. Volvió a donde sus padres, quienes terminaban de pagar los textos escolares. John hizo a su hija a un lado y le conversó.
— Hija, yo sé que tú y Draco son muy cercanos y eso me parece genial, más no quiero que estés cerca de su padre. —aconsejó — Lucius es un hombre sin escrúpulos y no es de fíar, promete que me harás caso.
— Está bien, no te preocupes papá.
Antes de decir algo más, se sintió un estruendo, un hombre alto y pelirrojo acababa de darle un puñetazo a Lucius. Era el señor Weasley, Arthur.
Su padre se volvió a ella antes de ir a averguar que pasaba.
— Te lo dije, nadie quiere cerca a Lucius Malfoy, quédate con tu madre cariño. Niñas no se separen. — mencionó y fue lo único que dijo antes de ir a ver qué sucedía y a ayudar en caso de ser necesario.
Nina y Luna resolvieron salir de la librería y Amelie les dió unos galeones para que fueran por unos helados a la fuente de soda Fortescue, algo así como para alejarlas de todo el caos que se había armado.
— ¡Espera, iré a buscar a mi padre!¡Quiero que ne dé la bolsa con la caja de mi varita! — dijo Luna, recordando que se la había dado a él. — ¡Vuelvo en un segundo! — señaló y salió corriendo en dirección a donde estaban las dependencias del Profeta, ya que lo veía observando en los escaparates a lo lejos, ajeno a todo lo que sucedía, con los brazos cargados de las bolsas.
En eso Nina no supo que hacer, por lo que fue a hacer la fila por el helado.
— Vaya, ahora sé de dónde tu amigo sacó ese carácter. — la chica se volvió y tras ella estaba Fred. — No puedes negar que su padre es un plomo.
Nina sonrió,eso no podía negarlo.
— ¿Cómo estás? ¿Qué tal el verano?¿Vienes por helado? — por lo general, cuando se hallaba nerviosa, la bruja hacía muchas preguntas juntas, lo hacía para esconder el nerviosismo y no hacía más que delatarla.
El pelirrojo rió ante ello.
— Estoy muy bien, orgulloso del puñetazo que papá le dió al tipo ese — comentó frunciendo el ceño. — las vacaciones bastante buenas, hay una playa cerca de casa así que disfrute mucho y no pasamos nada de calor. — le contó el muchacho — y sí, mi hermano está haciendo la fila más adelante, estoy acompañándole.
Nina observó y divisó a Percyval a sólo dos personas del mostrador. No quiso mencionar el tema de su padre y el de Draco, prefería preguntárselo a su amigo, aunque sabía que este cambiaría muchas cosas se los hechos, más no quería tener que tomar partido por alguien.
— ¿Y tú? ¿Qué hiciste? ¿Viniste a comprar tus libros? —él estaba emocionado de verla, por lo que no se percató de la obviedad que había preguntado.
— Mis vacaciones fueron bastante buenas, fuí a ver un campo de criaturas mágicas a Escocia junto a Luna, que es mi mejor amiga.
— Eso suena de lujo — indicó Fred, esbozando una sonrisa.
La voz de su hermano a lo lejos, llamándolo para que fuera a ayudarle con los helados les interrumpió.
— Bueno, nos vemos el primero. Cuídate.
— Adiós Fred, espero que disfrutes estos últimos días. — se despidió la chica, ese pequeño encuentro le dejó una sonrisa en la cara.
Pensó en el encuentro hasta que la exigente voz de Draco la sacó de sus pensamientos.
— ¡Te busqué por todo el callejón! ¿Dónde estabas? ¡Te dije que fueras a mi casa! ¡Me aburrí de manera horrenda! ¡Eres la peor mejor amiga que he tenido!
— ¡Miren quien está aquí! — se burló Nina — Draco y sus dramas de princesa, ven aquí y dame un abrazo. —sonrió, poniendo un puchero en su cara oara evitar que él siguiera molesto.
—¡Esa cara no funciona conmigo, quizás con el torpe Weasley! ¿Qué hablaba contigo? — exigió saber.
— Ahora se puede observar y percibir al Draco celoso. — le volvió a molestar. — Eso no es algo que a tí te importe, quiero saber qué pasó en la tienda.
— Eso ya no importa, ya pasé una vergüenza. Mamá está muy enojada con mi padre. — escupió Draco — todo por culpa de la comadreja padre de todad las comadrejas pobretonas.
Nina se volvió y le ignoró por decir eso.
— ¡Lo siento! ¡Verdad que al parecer te gusta una! — ahora era él quien la molestaba a ella. — Pues la verdad duele, si se llegan a casar tendrás que mantenerle, acostúmbrate.
— ¡Eres un idiota Malfoy, cállate! — chilló la niña aguantando la risa, no podía colocarse seria cuando él usaba su humor negro.
Draco le abrazó al fin. Había pasado mucho tiempo desde que se vieron por última vez.
— Te eché de menos. — le susurró.
— Y yo a tí ¿Te irás ahora? ¿Quieres helado? Quiero presentarte a mi amiga, aunque no le coquetees, ella es muy buena para tí incluso.
El rubio rodó los ojos.
— Debo ir con mi madre, así que nos vemos el primero en el Expreso.
— Nos vemos Draco, espero que esta semana pase pronto.
— Pienso lo mismo, no saben cuanto quiero que lleguen las clases.
— ¿Porqué? No sabía que te agradacen tanto las clases.
— Pues quiero aventuras, más aventuras contigo, en verdad eres la mejor amiga que he tenido. —declaró.
Y eso era cierto.
—Además no aguanto el querer saber las intenciones de la fotocopia Weasley contigo. — le instó —voy a averiguarlo, ya lo veras.