Segunda oportunidad

De madonnav19

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Alec y Jane Vulturi son conocidos por ser los vampiros más jóvenes, crueles, sádicos y fríos del mundo. Fuero... Mais

1. El comienzo
2. Los hombres de ojos rojos
3. Hipnos y Melpómene
4. La verdad
5. Transformación
6. Nueva vida
7. Problemas alimenticios
8. Parálisis sensorial
9. Navidad
10. Primer siglo
11. Niños inmortales
12. Demetri
13. Me gustas
14. Renata
15. Traidora
16. Recaída
17. Peste negra
18. La Tierra es redonda
19. Heidi
20. Eleazar
21. Hijo de la noche
22. El vampiro de ojos dorados
23. Corrigiendo desviaciones
24. Sangre animal
25. Ciao Volterra
26. Nuevo Mundo, nueva vida
27. Enamorada
28. Guerra del sur
29. El caballero de ojos dorados
30. La gripe española
31. Renesmee
32. Cita
33. ¿Quieres casarte conmigo?
34. Esme
35. Intuición femenina
36. Vendetta
37. Universitarios
38. Agrandando el clan Cullen
39. Emmett
40. Intento fallido de amor
41. Golpe bajo
42. El precio de la culpa
43. Rosalie, la bella
44. Neófita
45. La novia de ojos rojos
46. Esperanza
47. Agrandando la familia
48. Amigos
49. Entre drogas, The Beatles y transplantes de corazón
50. Resaca, caos y la gran boda
51. Alaska
52. Clan Denali
53. Seduciendo a Jane
54. Thomas
55. La cruda verdad
56. Like a Virgin
57. La carta
58. Volterra
Epílogo
59. ¿Ser o no ser?
60. La invitada
61. Amalia
63. ¡¿Dónde está?!
64. Buscando ayuda
65. Condenada a muerte
Epílogo
Agradecimientos

62. Conflicto de intereses

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De madonnav19

Jane se apresuró en llegar a su habitación, temerosa de que Aro y Caius fueran a buscarla. Estaba lo suficientemente enojada para volver a verles la cara y continuar discutiendo.

Sin detenerse en ningún momento, subió las escaleras que la llevaban al piso de los maestros, sin embargo, al pasar por su antiguo piso vió a Benjamín merodeando con la niña en brazos. Lo fulminó con la mirada mientras se acercaba a él.

–¿Qué estás haciendo? –bramó–. Te dije que lleves a la niña a su habitación, no que la lleves en brazos por todo el palacio.

Al escuchar a Jane, Benjamín la observó con alivio, no obstante, al ver y escuchar que parecía molesta, el optó por enfrentarla. Él sabe que provocarla no es lo correcto, aún así decidió hacerlo y asumir las consecuencias.

—Mi deber es protegerte de cualquier ataque físico. En ningún momento me dijeron que eso incluye ser tu saco de boxeo emocional —apretó los labios y ladeo la cabeza–. Ve a buscar humanos y utiliza tu don, o busca a algún otro vampiro. Vuelve a hablarme cuando estes calmada —sin darle tiempo a contestar, depositó a la miña en sus brazos–. Soy el Jefe de la Guardia, no un niñero.

Con torpeza, aún impactada por la sorpresa, Jane sostuvo a la niña y observó como Benjamín se marchaba. Sacudió la cabeza mientras suspiraba y reflexionaba sobre sus palabras. En el fondo ella sabía que él tiene razón, pero su ego no le permitirá seguirlo para pedirle disculpas.

Sola y perdida, miró a su alrededor tratando de buscar algo que le indicara qué hacer con la niña. No podía dejarla en cualquier lado, abandonada a su suerte, eso sería negligencia. Jane desvió su mirada hacia Amalia, quien gimoteo en sueños. La rubia es una vampira, por lo que perfectamente puede cargarla en brazos durante horas sin cansarse, aunque eso no debe ser muy cómodo para Amalia.

En Volterra nunca hay huéspedes, por lo que todas las habitaciones están asignadas a un guardia. Ellos no suelen usarlas durante la mayor parte del día, pero no esta segura de que alguno sea capaz de ceder su cama para que una niña semi humana sea capaz de descansar cómodamente. Por un instante se le paso por la mente la idea de dejarla en su antigua habitación. No es un mal plan dado que Benjamín estaría cerca, al igual que Natasha. Con un gruñido de irritación descubrió que solo existía un lugar en que ella podría descansar sin que nadie la molestara: su propia habitación.

Solo los maestros y las esposas podían estar allí. Tal vez Corin y algún que otro guardia puede entrar de forma ocasional, pero hasta ahí. Ella es maestra, puede hacer lo que quiera. Ignorando las miradas escépticas de las esposas, Jane se dirigió a su habitación con seguridad, cerrando la puerta detrás de ella. Dejó a Amalia sobre su cama, cubriendola con una manta y acomodando la almohada bajo su cabeza.

Retrocedió procurando hacer el menor ruido posible, contemplando como el pecho de esa pequeña cosita sube y baja lentamente, acompasado al lento ritmo de su corazón.

Que bello debe ser dormir, poder aislarse del mundo y replegarse en el interior durante unas horas. Si pudiera, Jane daría todo lo que tuviera para poder ser humana durante un día y dormir como Amalia lo esta haciendo. Por desgracia eso es imposible. Jane esta condenada a una eternidad llena de insomnio, una eternidad donde sus pensamientos la acosan constamente, una eternidad de frío e indiferencia, una eternidad sin fecha de caducidad.

Al ver la sonrisa que se formaba en la sonrisa de la niña, Jane apartó la mirada con violencia, cruzando sus brazos sobre su pecho y dirigiéndose a la ventana. Contemplar el atardecer era mejor que verla dormir. Eso era insoportable y doloroso, ella solo es una molestia.

¿Cómo llegó a eso? ¿Cómo es que la vampiresa más sadica del mundo acaba convertida en niñera? Es ridículo, absurdo y estúpido.

Ella debería ser fría y distante, debería permitir que Aro y Caius se la lleven y la traigan dentro de años para hacerle experimentos. Eso es lo aue ella debería hacer, pero no, en lugar de eso, ella la deja dormir en su habitación y esta dispuesta a defenderla de cualquier peligro que amenace su integridad, aunque ello implique ir en contra de sus creencias y en contra de las pocas personas que aprecia.

Sus pensamientos caóticos la llevaron hacia Esme, su dulce madre adoptiva.

Una de las cosas que más extraña de vivir con los Cullen, aparte de Alec, es la presencia de Esme. Por primera vez en siglos desde que se convirtió, puede contar con la presencia de una madre, alguien dulce que la ama de forma incondiciomal, algo que ella nunca logró comprender. Jane es un témpano de hielo, así que, ¿cómo es que Esme puede amarla? Ese es un de los grandes misterios que jamás comprenderá.

¿Cómo sería vivir con los Cullen en este momento? ¿Qué hubiera pasado si la niña hubiera aparecido mientras ella aún vivía con los Cullen?

Probablemente Carlisle no la hubiera llevado a la policia, Rosalie y Esme no se lo permitirían. Carlisle podría tener sus propias opiniones, pero en el fondo nunca se atrevería a contradecir a su amada Esme. Lo más seguro es que el doctor Cullen se viera cautivado por la naturaleza híbrida de la pequeña. Él nunca la enviaría a aislamiento, ni la obligaría a copular y reproducirse con un Denali para ver el fruto de la unión de un vampiro puro y un medio vampiro. No, Carlisle no es como Aro y Caius. Carlisle es bueno, muy bueno y gentil.

Si estuviera con los Cullen, Carlisle observaria a Amalia, tal vez mida sus signos vitales, su altura y peso cada día, de esa forma trataría de encontrar un patrón para determinar el ritmo de su crecimiento. Carlisle incluso tomaría nota de cómo es la interacción de Amalia con al resto de los Cullen, aunque él tendría la precaución de hacerlo sin que Amalia se sienta analizada. No, Carlisle es tan bueno que incluso le tomaría cariño porque Esme la amaría, y todo lo que Esme ama es digno del cariño de Carlisle Cullen.

Tal vez Rosalie y Esme se pelearán por ser la madre de Amalia, aunque Esme es tan dulce que dejaría que Rosalie cumpla su sueño de ser madre. Esme se conformaría con ser la abuela dulce que prepara galletas, pastel y todas las delicias que la princesa del hogar deseé. Esme la dejaría decorar los pasteles y galletas que ella misma se comería, quizás hasta le enseñaría a tejer, aunque lo más probable es que Esme la llene de besos y abrazos.

Rosalie se encargaría de darle amor, mucho amor. Ella le leería cuentos antes de ir a dormir, le daría el beso de las buenas noches y la educaría para que se convierta en una dulce y bella joven. Si, Rosalie convertiría a Amalia en la princesa del hogar, o puede que en el centro de su universo, dejando de lado a Emmett, quien se vería obligado a compartir a su esposa con una niña.

Emmett sufriría un poco a causa de Amalia, solo podría disponer de Rosalie durante las noches, aunque nadie asegura que Rosalie este dispuesta a alejarse de Amalia para mantener una sesión de sexo intenso con Emmett. Tal vez si mantengan sus noches de pasión, pero se irían para no molestar a Amalia y volverían antes de que ella despierte. Gracias a Amalia, los Cullen se librarían de los gemidos intensos de Rosalie y Emmett, por fin podrían disponer de noches silenciosas y tranquilas. Bendita y poderosa Amalia.

Jasper se sentiría complacido con la inteligencia de la pequeña, ambos mantendrían largas charlas filosóficas, divagando sobre cualquier tipo de cuestión que se les presente. Alice sería más que feliz de tener a una niña para vestir y sacarle fotos a cada instante. Incluso Alec y Renesmee serían felices con ella, quién sabe por qué, pero ellos serían felices dado que son un par de almas bondadosas que son felices al ver que aquellos que los rodean son felices.

Sería toda tan sencillo y simple sin los Cullen hubiesen encontrado a Amalia. Lamentablemente no era así.

Jane fue a au sillón favotito, el único de la habitación, y se sentó para observar a Amalia y esperar a que despierte.


Los días pasaron a gran velocidad para Jane. Las noches eran eternas, y los días apenas tenían horas suficientes. Por regla general, ella siempre consideraba que los días son largos y las noches cortas, pero desde la llegada de Amalia todo cambio.

Sin proponérselo, se había convertido en la guardiana y compañera de Amalia. Pasaba todo el día junto a ella, llevándola a restaurantes a la hora de comer, escuchando sus desvarios infantiles y su filosofía a partes iguales. Aro y Caius estaban distantes, por lo que no aparentaban ser una amenaza real a corto plazo. Incluso los guardias parecían estar tranquilos.

Cuando podía y sus obligaciones se lo permitían, Benjamín se unía a ellas, divirtiendo y asombrando a la niña con pequeñas bolas de fuego, remolinos y cascadas. Ella lo observaba con atención y luego intentaba imitarlo, aunque no era tan sencillo. El egipcio era cruel y se reía de sus intentos frustrados. Ella lo miraba mal y le imploraba a Jane que le enseñara su don para molestarlo, algo que la rubia negaba rotundamente.

—Por favor –imploró la pequeña, con una cara que pretendía expresar ternura.

—No lo haré. El don de Benjamín es peligroso si se usa con malas intenciones, pero también puede ser divertido si lo usa para impresionar y alardear —el egipcio le dedicó una breve y fugaz sonrisa—. Mi don no es como el suyo, el mío solo provoca dolor, demasiado dolor.

–Pero quiero aprender. Intento imitarlo, pero no puedo porque nunca podré hacerlo hasta que no vea como es –protestó ella.

–No es algo que una niña quiera hacer –Jane se cruzó de brazos, mirándola con desdén.

—Creí que tu lo habías descubierto cuando eras niña –replicó ella con inocencia.

Jane apartó la mirada para que ella no viera lo mucho que había calado ese comentario. Por supuesto que lo había descubierto cuando era una niña, ella lo había hecho antes que Alec.

Sin desearlo, su mente viajó hacia su infancia, cuando aún era humana y libre, un tiempo en que su única preocupación era que que sus padres no se enojaran con ellos. Dicen que los vampiros son incapaces de recordar su vida humana, y que su único recuerdo humano es el proceso de transformación, el cual se ve empañado por una espesa neblina, similar a una ceguera.

Ella puede recordar más cosas, no solo su transformación. Jane recuerda lo mucho que odiaba a sus padres, sus primeros experimentos con su don, algunos momentos de su adolescencia... Momentos fugaces que tuvieron mucha importancia para ella, marcandola lo suficiente para que el recuerdo sea inmortal.

Jane siempre tuvo una vena sádica, por lo que sintió un verdadero placer cada vez que torturaba animales con el fin de probar que su don era algo real. Ella sabía muy bien cómo se sentía. Amalia no debía sentirlo, ella es pura e inocente, no merece ser corrompida por algo tan cruel.

—No te enseñaré a usar mi don, ni lo usaré delante de ti. Eres muy joven para eso –sentenció la rubia con firmeza.

Sin agregar más palabras, Jane se alejó de ellos a gran velocidad. Se conocía lo suficientemente bien para saber que si se enoja es capaz de ser cruel e hiriente, mucho más de lo normal. Por el bien de Amalia y Benjamín, lo mejor era irse y estar sola durante un momento.

¿Por qué estaba sintiéndose así? ¿Por qué se preocupa tanto de cuidarla? Ella odia a los niños, los torturó sin piedad durante la epidemia de Niños Inmortales, ¿qué tiene Amalia que la vuelve especial? ¿Qué tiene Amalia para que ella este cuidandola todo el día? Es tan frustrante sentirse así.

Negando repetidas veces, ella se dirigió a su habitación, tomó su capa y saltó por la ventana, con la clara intención de alejarse del palacio tanto como le fuera posible. Amalia estaría bien sin ella, tiene a Benjamín para cuidarla. Cuando aterrizó en el suelo, comenzó a correr a gran velocidad, disfrutando del viento golpeando su rostro y haciendo flotar su cabello detrás de ella. Espo es lo que necesita, evadirse de todo durante un momento.


Las estrellas comenzaron a perderse entre la incipiente e inminente claridad del nuevo día.

Después de reflexionar durante varias horas, Jane llegó a la conclusión de que debía dejar de cuidar de Amalia. Ella solo era una niña que crecería y se convertiría en alguna cosa extraña con figura de mujer. Si quería ser una maestra, debía actuar como una, debía dejar de ser tan empatica con los demás. Ya no es una Cullen para alardear de sentimentalismos, ella es una Vulturi y los Vulturi no exhiben sus sentimientos ante criaturas inferiores.

Con eso en mente y la frente en alto, Jane ingresó por la puerta principal del palacio. Podría haberlo hecho por la misma ventana donde se escapó, pero no estaba dispuesta a arruinarse su manicura para trepar paredes, eso no es propio de una dama.

Ni bien puso un pie dentro del palacio, los murmullos de conversaciones ajenas comenzaron a inundarla. No es extraño, se supone que el lugar esta lleno de vampiros y que estos interactuan entre si. Por regla general ella los ignoraba ya que no le interesaba en lo más mínimo lo que ellos hagan. Sin embargo, esta ocasión fue diferente, esta vez el tema general de conversación captó su atención.

—Ya era hora de que lo hicieran, esa cosa no puede quedarse más tiempo aquí —la voz chillona de Natasha provenía de algún punto por encima de ella, probablemente de su habitación.

–No sé a qué juega la bruja, pero es bueno que los Maestros hayan decidido quitarle su asqueroso juguete.

–Opino que Aro tomó la decisión correcta –comentó Heidi con cierto desdén–. Lo mejor es que se vaya de aquí y vuelva en unos años.

—¿Creen que Benjamín será el elegido? –aventuró Natasha–. Es el vampiro más poderoso y atractivo, será interesante ver cómo serán sus hijos.

–Esa criatura tiene suerte, aunque Benjamín parece el perrito faldero de la bruja, no me extrañaría que comiencen a ligar y que él se vuelva un Esposo Real –Renata chasqueó la lengua con asco–. Aún no entiendo qué le ve a esa bruja de hielo.

Jane apretó los puños y los dientes con fuerza. ¿Cómo se atrevían a hablar de esa forma? Solo eran unas arpías, pero eso no les daba derecho a cotillear de esa manera sobre ella. En sus tiempos como guardia jamás hubieron rumores sobre los maestros. Al parecer sería necesario hacer que Benjamín sea más firme, o hacerlo ella misma para que tuviera más impacto.

Tuvo la intención de ir junto a ellas para frenarlas, sin embargo, las voces masculinas de Felix, Demetri y Santiago captaron su atención.

—Ya era hora de que se lleven a esa cría. Es impoible contenerse cuando su peste esta en cada rincón del palacio –bufó Felix.

—¿Y Jane? ¿Desde cuándo le gustan los niños? Jamás creí que diría esto, pero... Extraño a la bruja sádica que era antes de irse con el rarito de ojos amarillos.

—Eso lo dices porque sigues enamorado –le recriminó Santiago–, aunque tienes razón, esa Jane era mejor. La que volvió es muy blanda, además de que Benjamín no sabe qué hacer. Siempre fue tonto, pero ahora es peor.

—Da igual lo que pase con ellos, lo que importa es que la mocosa se irá y no tendremos que verla.

Harta, llena de confusión e indignación, Jane fue a buscar a la única persona que le daría información sin oponer resistencia. Esa era una de las pocas personas que realmente respeta su autoridad.

A pesar de que su don no es una gran maravilla en la ofensiva o defensiva, y de que casi no sale en misiones, Corin es una paria dentro de la guardia. Pocos saben de su existencia, pero ella siempre sabe todo. Aro y Caius a veces cometen el error de hablar de cosas importantes frente a ella.

Al convivir tanto tiempo con las esposas, Corin sentía y manifestaba un profundo respeto hacia las monarquías. Eso la convierte en una guardia obediente y sumisa. No obstante, hay ocasiones en que es capaz de revelar secretos de los maestros o las esposas si alguien manifiesta un mínimo interés en ella.

Jane lo sabe muy bien. Ella misma es consciente de la necesidad de hablar con un igual que tiene Corin. Ella lo sabe muy bien y hay ocasiones en que no teme aprovecharse de ello. Sin pedir permiso, ella irrumpió en la habitación de las esposas y arrastró a Corin hacia su propia habitación.

–¿En qué puedo ayudarte? —preguntó Corin. Por más que lo intentó, fue imposible disimular su sorpresa ante el comportamiento frenético de Jane.

–¿Qué esta pasando? –exigió–. Todos están murmurando cosas, pero no entiendo por qué lo hacen.

–Oh, si. Los maestros anunciaron que se llevarán a la niña a un internado en Suiza. Dentro de unos años ella volverá a Volterra, así los maestros podrán estudiarla, luego harán que ella se reproduzca con un vampiro poderoso a modo de experimento. No lo dijeron explícitamente, pero todos creen que ese vampiro será Benjamín.

Si el corazón de Jane pudiera latir, en ese preciso instante se habría congelado. Con un movimiento de su mano, ella echó a Corin de su habitación. Necesitaba estar sola y tratar de poner en orden sus pensamientos. En ese instante no sabía si sentirse ansiosa o traicionada.

¿Acaso nadie la escucha? ¿Acaso ellos están dispuestos a ignorarla por siempre? Jane sacudió su cabeza con rabia. Tratar de intimidar a esos vampiros milenarios no había servido de nada, pues estaban dispuestos a ignorarla y hacer lo que quisieran.

¿Tan difícil es escucharla? ¿Acaso no se dan cuenta de que estan equivocados? Alejar a Amalia no los ayudaría a descubrir los misterios de la naturaleza híbrida. Es más, cualquier intento de cooperación por parte de Amalia se iría al infierno si ellos la encerraban en un internado y la obligaban a reproducirse, como si esa fuera la única cosa útil que ella puede hacer por ellos.

La rabia comenzaba a consumirla lenta y furiosamente. Ella no permitiria que ellos decidieran cada aspecto de su vida. No dejaría que ellos se salieran con la suya.

Sabiendo que su decisión es incorrecta y que va en contra de todas sus creencias, Jane atravesó los pasillos a gran velocidad, buscando a la única persona que tal vez podría entenderla.

Una vez que lo encontró, clavó su mirada febril en los profundos ojos carmesí del hombre que esta delante de ella, mirándola con curiosidad y preocupación al notar lo alterada que ella se encuentra.

–Te necesito –suplicó Jane–. Por favor, necesito que me ayudes.









Este es el momento en que debo avisar que nos estamos acercando al final. No pensaba hacerlo, pero como no quiero que se alarmen, les aviso que solo faltan 3 capítulos para terminar el capítulo. 3 capítulos, epílogo y adiós.

Antes de que pregunten, no, esta historia no va a tener una segunda parte, por lo que es un buen momento para asimilar que el fin es inminente.

Bueno, nos vemos en el próximo capítulo. Adióoooos.

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