Segunda oportunidad

41. Golpe bajo

Las semanas pasaban y la familia continuaba adaptándose a Emmett, de igual forma Emmett se adaptaba a la familia. Desde que Carlisle y Esme hablaron con Jane, la rubia se vio libre de tener que cuidar al neófito, dado que no es bueno que una joven casadera este sola con un hombre soltero.

Después del caos inicial, Emmett estaba superando la fase de neófito y ya era capaz de controlarse. El deseo de sangre aún era alto, pero estaba aprendiendo a dominarlo y sus ojos ya eran dorados. Según Carlisle, si Emmett continuaba perfeccionando su autocontrol, pronto serían capaces de mudarse y establecerse en un lugar durante algunos años. Si algo le molestaba al doctor Cullen era no poder permanecer en un lugar el tiempo suficiente para conocer a sus pacientes. Él era consciente de que los terminaría abandonando, pero al menos intentaba mejorar sus vidas mientras pudiera ser parte de ellas.

Era una noche especial para Carlisle. Durante los últimos meses, había trabajado en una forma de prevenir ciertas enfermedades bajo un seudónimo. La American Doctor's Society había organizado una fiesta para premiarlo y entregarle un premio honorífico por su labor. Esme se sentía orgullosa por su marido, aunque no creía que fuera un buen momento para ir a una fiesta y dejar a los jóvenes solos con Emmett.

–No les pasará nada, amor —trataba de tranquilizarla Carlisle.

—¿Y si pasa?

–Confía en ellos, Jane y Alec saben qué hacer sí Emmett pierde el control.

Esme aún no estaba segura, pero dejó que Carlisle la convenciera. Era una noche especial para su marido, no podía dejarlo solo. Con un suspiro, decidió dejar de lado sus miedos y procedió a vestirse para asistir a dicha fiesta. Escogió un vestido violeta oscuro, zapatos de tacón negros, un tapado de piel y un collar de perlas. Ella era una mujer discreta y elegante, por lo que optó por un maquillaje delicado y el cabello recogido. Carlisle se decidió por un traje formal.

Luego de hablar con los chicos y que estos prometieran que iban a comportarse, el doctor y la señora Cullen abandonaron su mansión, partiendo hacia la fiesta.

Una vez que los adultos se fueron, Emmett se puso de pie para hablar con sus nuevos hermanos. Los gemelos creyeron que tendrían una noche tranquila, no obstante, Emmett se encargó de arruinar la que podría haber sido una apacible velada con música clásica y libros. Emmett necesitaba ruido, fiestas, escándalos, movimiento. La vida y costumbres burguesas no eran para él.

–Hay que bailar, mover el esqueleto. No pueden vivir leyendo como personas aburridas. ¡Vamos! Cuando los padres no están, los jovenes hacen fiesta –trató de arengar Emmett.

Jane lo ignoró soberanamente. Alec y Renesmee intercambiaron una mirada, dudando entre hacerle caso o continuar con su libro. Ambos habían adquirido la costumbre de leer juntos, Alec sosteniendo el libro y Renesmee apoyada sobre su hombro o sentada en su regazo. Emmett no espero a que decidieran, simplemente fue hacia la radio, puso una emisora de música Swing y comenzó a bailar. Renesmee y Alec lo miraron con curiosidad, Jane lo fulminaba con la mirada.

Renesmee y Alec dudaron, sin embargo, se pusieron de pie para imitar los movimientos y bailar ese extraño baile. Jane los observaba con desagrado, irritada por el ruido que causaban. Emmett trató de sacarla a bailar, pero solo obtuvo miradas llenas de veneno por parte de la rubia. Sí dependiera de Jane, ella utilizaría su don cada vez que Emmett la molesta, sin embargo, la presencia de Alec se lo impedía. Ella no deseaba que su hermano la regañara, podía soportar cualquier cosa, excepto que él se enoje con ella.

Paso una hora en la que todos bailaron. Jane se mantenía firme en su asiento, tratando de concentrarse en su libro. Alec y Renesmee se dejaron caer en el sillón cuando la música terminó. No estaban agotados, simplemente sentían que ya habían bailado mucho. Emmett también se sentó, aunque él se sentía lleno de energía y deseos de conocer a sus nuevos hermanos.