EN EL ARMARIO (+18↔GAY)

By XimeSenSen

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La historia comienza con una persona huyendo de lo que lo rodea y encontrando finalmente refugio dentro del a... More

ADVERTENCIA.
El chico en el armario.
Cita en el armario.
Pasión en armario.
"Únicamente sexo" en el armario.
Límites en el armario.
Señales en el armario.
Cambios en el armario.
Diferencias en el armario.
Nuevas reglas en el armario.
Apuestas en el armario.
Cercanía en el armario.
Domando una bestia en el armario.
Soluciones en el armario.
Posesividad en el armario
Ocupados en el armario.
Dificultades en el armario.
Lujuria en el armario.
Honestidad en el armario.
Intrusos en el armario.
Rompiendo reglas en el armario
Rompiendo corazones en el armario.
NOTA
Arrepentimiento en el armario.
Distancia en el armario (1/2)
Distancia en el armario (2/2)
Malas noticias en el armario.
Reencuentros en el armario

Emociones en el armario.

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By XimeSenSen


—Oye, ¿Mañana harás algo en la noche? —preguntó Paris al otro lado del teléfono y bostecé estirándome sobre la cama.

Con mis ojos entreabiertos divisé la hora y eran pasadas las 7 de la noche.

—No, no creo hacer un carajo —contesté, recordé al enano follable y froté mi rostro—. Quizá, no lo sé, tal vez sí... De todas formas no esperes que te acompañe a algún pub o algo porque desde ya juro por mis huevos que no tengo ganas.

—Te estás volviendo viejo —rió y rodé los ojos—. Un cliente me regaló dos entradas para el concierto aniversario de esa banda ruidosa que te gustaba ¿Los quieres?

—Oh por Dios, ¿ quieres ir?

—¿Estás loco? Todos sudorosos y amontonados cantando a los gritos y estropeado mi atuendo y cabello, prefiero ir a un zoológico, suena más higiénico que un concierto.

—Tan putito —ironicé y lo oí resoplar—. Preferiría ir solo a tener que hacerlo con un quejoso como tú, rico mimado y elitista.

—Si no las quieres esta bien, las venderé ya que no son nada baratas o fáciles de conseguir por lo que sé. Además no deberías ir solo, aunque te de igual sigue siendo triste. —«Ni que me importara eso»— Y Christopher dijo que estará ocupado —«Como si fuese a aceptar mi estúpido hermano ir a un concierto, otro marica sin gusto musical»— y no tendrás con quien ir de todos mod... —Lo interrumpí.

—Sí las quiero.

—¿Ambas?

—Ajá. Ambas. Tengo a alguien.

Ni yo mismo podía creer esa frase y miré el techo varios segundos.

—Oh vaya... inusual. —Pude imaginar su inquisitiva mirada e hice una expresión de repudio.

—Cállate. Solo cállate ¿Va? —mascullé— ¿Estás en tu empresa? —Chasqueó la lengua varias veces, negando mi pregunta con sorna.

—Mmh, en realidad estaré algo ocupado... toda la tarde. —Oí la voz suave de otro sujeto y puse mis ojos en banco.

—No quiero saber detalles de nada. Solo dame las entradas mañana cuando estés libre —manifesté sin ganas.

—Pasaré de camino a una sesión de fotos por la estación del centro, cerca de las 17:30, ve y te las daré, junto a un lindo besit... —Colgué.

Sabe bien cómo hacerme enojar el idiota.

Froté mi rostro y estiré mis brazos apoyando mi cabeza sobre ellos.

—Sería divertido ir con el enano. —pensé en alto y busqué su número entre los pocos contactos en mi movil personal.

Pov Calem.

Llegué al lugar acordado y recordé la inusual forma de Stefan para invitarme a salir.

La verdad no entiendo cómo puedo pensar que un mensaje suyo diciendo "Mañana vendrás conmigo a un lugar" podría considerarse una cita, ni un secuestrador sería tan frío y cortante.

Pero cuando lo llamé pare confirmar de qué se trataba y me dijo que eran entradas para Eleutheromania casi me desmayo, amo esa banda.

Y recordar la llamada que tuvimos me hizo reír solo en la estación del centro.

"—Saldremos, a las seis te quiero listo.

—¿Cuándo? ¿A dónde iremos? Y sobre todo ¿Por qué? Y por cierto, se dice hola, neandertal —Cuestioné mientras Joey contestaba una llamada y jugaba con Anpan.

—Mañana. A un recital. No tienes pareja así que tienes tiempo libre y nada mejor que hacer. —Tan irónico que me fastidia.

—Pues perdón por ser incogible y estar bien asocial —contesté de forma desinteresada y fui a la cocina en busca de agua.

—Molesto quizá. Insoportable, puede ser. ¿Pero, incogible? Jamás, eres absolutamente follable.

—Ve a tu cita solo, animal. —Tomé un trago y lo oí reír bajo.

—Vamos, no seas tan quisquilloso, es un concierto ¿Te van esas cosas? Eres todo extremo y así.

—¿''Y así'' , cómo?

—Espontáneo.

—Bueno... No lo sé. No creo ser así... —ya no.

—Deja el drama de nenita preescolar y vamos, es de la banda Eleutheromania, vi que tienes sus discos.

—¡No puede ser! ¿Cómo las conseguiste? Oh cielos que genial, claro que iré, sí iré. Soy pobre pero no tan pobre, antes me daba mis lujitos e iba a todos sus conciertos. —pensé y rasqué mi mejilla— Ahora estoy en modo ahorro... pero joder, que emoción volver a ir a uno de sus conciertos.

—No pensé que te emocionaras tanto.

—¡Por supuesto que sí! Que nuestra primera cita sea en un concierto tan genial es wohaa, increíble, estoy emocionado por...

—C-Colgaré. Me fastidias. —Creí que era broma hasta que escuché el sonido del móvil, el muy maldito me había colgada en serio.

"Mañana. 18:00 hs. Estación principal del centro. Enano feo."

—Si será idiota y ¡Por qué carajo me dijo feo si veníamos hablando lo más bien? —Negué con la cabeza y corrí a contarle a Joey sobre el recital, ambos tenemos gustos musicales similares y seguro estará muy contenta."

Miré mi atuendo, sencillo, con una bermuda corta, zapatilla deportiva, una gorra negra a juego con mi hermosa camiseta con el logo de mis amados Eleutheromania.

Al levantar la cabeza ahí estaba la gente viéndome al pasar por mi lado. Me había puesto la prótesis curva para estar cómodo, saltar y caminar sin dolor en mi cita...

En medio de mi ensimismamiento algo golpeó mi cabeza sobre la gorra y al girar ahí estaba Stefan, verlo sin traje fue muy refrescante. Tenía musculosa negra, sudadera, jeans azul oscuro, zapatillas negras y unos lentes de sol puestos. Le favorecían mucho,la verdad era muy atractivo el animal, debía admitirlo.

—Buenas —saludé normalmente y me entregó las entradas a media oración.

—Ten —dicho esto evitó mi mirada.

—¿Estás bien? —Fruncí mis cejas y ahí sí sus ojos hallaron los míos.

—Sí... Solo, no sé, puta madre...

—De todos los tipos raros yo me busqué al más anormal ¿Algo te molesta? Me fastidia no saber qué pasa en tu cabeza... —Miré mi propio cuerpo y un nudo se formó en mi garganta— ¿Te molesta que nos miren por cómo vine vestido? —rogaba que no fuese así, Stefan no era así conmigo, no quería que lo fuese.

Bajé de mis cavilaciones con un golpe suyo en mi cara, con dos de sus dedos de bestia inhumana, que seguro dejaron una marca y obviamente se la devolví por impuso y le di un puntapié con mi prótesis.

—¡Imbécil! —Lo insulté mientras levantaba la vista a su rostro, mismo que no supe qué quería expresar viendo en otra dirección y cubriendo su boca con una mano.

—No he tenido citas. Jamás —murmuró casi inentendible.

Supongo, por lo que oí, dijo algo sobre no ir a citas antes, quizá estaba algo incómodo o... no sabía qué hacer exactamente.

Se apartó de mí y caminó hasta la esquina

—¿Te vas a quedar ahí? Muévete —Lo oí decir a unos metros y caminé por costumbre en au dirección, pero se plantó cierta indignación en mi entrecejo al reaccionar.

«¿Se cree que soy una mascota que me llama así y camina delante de mi? Solo le faltó silbar. Pfff, no mi cielo.» Me crucé de brazos y lo miré fijamente, mientras me daba la espalda.

Al ver a mi alrededor noté que ahora las miradas estaban sobre él. Es muy grandote, llamativo y atractivo como para no llamar la atención, de ese modo recordé que no importa quién observe, la gente simplemente mira a los demás.

Es como un instinto, no debería importar en absoluto si me ven con lástima o asco, probablemente no volveré a ver a ninguna de estas personas y ellos en unos días ni siquiera recordarán mi cara. Incomodarme, afectarme o sentirme intimidado por algo así no va conmigo, no me interesa ni un poco lo que puedan decir de mi prótesis o aspecto, no son parte de mi vida, no me conocen, no existen para mí.

—¡Stefan! —grité y todos se giraron, hasta él pareció dar un brinco.

Caminé tranquilo, prácticamente modelando el trayecto hasta él y tomé su mano sin preocupaciones.

—Ahora sí, así se va en las citas. —Levantó ambas cejas y juraría que sonrió un poco— Y ve despacio eh, dos pasos tuyos son como ocho míos, titán. —Le informé y rió socarrón.

—Debe ser duro admitir tu enanez, aceptarlo es el primer paso. —Me dio dos palmadas en la cabeza y le di un codazo.

—Si no fueses de tamaño mamut sería más fácil, pero no, tuve que conseguirme un rascacielos de colega sexual. —Una carcajada salió de su boca y mi ceño dejó de fruncirse con falsa molestia y sonreí como deseaba al oír su risa desde el fondo de su pecho.

Sigo creyendo que cuando ríe o sonríe es bastante... demasiado sexy.

—Dejé el auto aparcado a dos calles, iremos directamente al recital porque tenemos una hora de viaje, es en el estadio, oí que habrá fuegos artificiales y tenemos entradas para pasar directamente al centro del campo donde esta el escenario, prácticamente los tendremos a pocos metros de distancia —dijo eso con mucha ilusión y apreté su mano sin notarlo.

Me miró de costado y elevó una ceja.

—¿Qué?

—Cuando hablas de algo que te gusta te ves como un niño, tus ojos brillan y es... agradable verte así. —Apartó la vista y carraspeó la garganta.

«¿Eso que vi fue un sonrojo?»

—Hey, gigante, mírame, vamos quiero ver algo —insistí con cierta curiosidad y sorna.

Desde que llegó lo noto algo extraño y como... ¿Tímido? Seguro estoy imaginando cosas, pero si no es así sería muy, demasiado, lindo.

Estuve por detenerlo para que me viera frente a frente pero algo me descolocó de la realidad: una señora que rondaba la edad de mis abuelos golpeó a Stefan directamente en la cara con su cartera.

Si no me hubiese sorprendido tanto el ataque sorpresa de la señora, la hubiese felicitado por revolear de ese modo ágil, fuerte y certero su bolso a la altura de Stefan, y encima darle de lleno en la cara.

Mi yo interno dió pequeños aplausos felicitando la agilidad de la anciana.

—Deja de festejarle la estupidez a esta momia violenta —gruño Stefan y al parecer mi yo exterior también dio leves aplausos, ja.

—¿Q-Qué es esto...? —pregunté en dirección a la mujer y me ignoró atenta a mi colega.

—Irrespetuoso. —Se quejó y orgullosa, regia, potra y empoderada se fue caminando lentamente.

Yo seguía petrificado con más preguntas que respuestas, pero la bestia a mi lado solo acomodo su cabello y parecía tranquilo.

—Stefan... ¿Qué acaba de pasar?

—Pues una vieja me pegó ¿Tú que crees? —soltó desinteresado y sarcástico hasta la médula.

—¿Podrías explicarme qué le hiciste a la pobre? No tiene sentido ¿Las abuelitas te pegan seguido? ¿Por qué no estás en shock? —Se encogió de hombros.

—Tengo la remota, muy remota idea que me cagué en sus muertos y le dije fósil, esa puede ser una gran posibilidad de su rencor. Deduzco.

—Oh claro, tiene sentid¡Stefan! ¡No! Es una señora mayor, no puedes faltarle así el respeto. Mira que se quedó toda enojada, cielos.

—Ella no quiso abrirme, era un simple favor y se hizo la dura.

—No seas vulgar, es una persona de la tercera edad.

—¿Y? No la hace menos fastidiosa.

—No seas tan inmaduro y piensa antes de ser grosero con todo el mundo.

—Ese día no podía pensar... —murmuró y resopló hastiado— Ya, no importa. De todos modos no estará enojada tanto tiempo, si cuánto le queda en la tierra de los vivos ¿Un año o dos? Le conviene no empezar a ver una serie porque no va a llegar hasta el final —carcajeó y estreché mis ojos.

—Cállate, por lo que vi todavía pega fuerte, así que tiene para muchos años aquí. —Negué con la cabeza y reí por lo bajo.

Hacía mucho no me pasaban cosas inesperadas. Extrañaba este sentimiento de no saber qué sucederá después es algo que recuperé desde que acepté tener sexo casual con Stefan.

Luego del viaje en auto (vehículo nuevo, por cierto) donde descubrí que su canción favorita era una de las mejores de la banda, según yo, obvio. Y que tenemos muchas cosas en común, verlo tan alegre y honesto sobre algo fue una brisa de aire fresco.

Saqué mi mano por la ventana y empecé a jugar con el viento, sintiendo la resistencia contra mi palma y luego de varios minutos noté que Stefan me estaba mirando, quizá hacía bastante tiempo, con una tranquilidad que me hizo enrojecer el rostro.

«Cielos, no podía ponerme inquieto por una simple mirada ¿O sí?»

—Mira la cantidad de gente, no podemos avanzar más a este ritmo —afirmó y buscó un estacionamiento a pocas calles, donde tuvimos que seguir a pie.

—Woah, es inmenso —dije viendo el lugar a distancia y sonrió de lado.

—Es un estadio, pequeño no iba a ser. —Le hice una mueca y miró mi pierna— No estaba seguro qué harías hoy, creí que andarías con la prótesis habitual todo sufrido y tendría que soportar tus lloriqueos.

—Si lo que dijiste es que estaban preocupado entonces gracias. Y bien... —Estiré mis brazos y di unos leves trotes relajado— No me importa si gente sin importancia me ve así. No me afecta para nada que me discriminen, hablen de mí o murmuren, es algo inevitable y son personas que jamás veré de nuevo... Pero mis colegas de trabajo, ellos querrían ayudarme, me tratarían diferente, en el peor de los casos menospreciarme o ingenuamente querer hacer cosas por mí y ayudarme... No puedo soportar eso. No podría trabajar tranquilo. Tampoco encontraría la forma de negarme, sé que muchos no saben cómo reaccionar, hasta pueden sentirse mal con ellos mismos si me ven sobre esforzándome y no hacen nada... Solo me sentiría más culpable por su buena voluntad y los podría a ellos en una situación incómoda... no quiero que nadie sufra ni siquiera un poco de molestia por mi prótesis... Si eso pasa no creo poder seguir en la empresa.

Hizo un inusual silencio y tortuosos minutos después solo soltó un sonido con su garganta similar a "Ah hum".

Rasqué mi brazo y creo que no fue bueno hablar de mi pierna, nunca es bueno hacerlo.

—Dijiste... —Levanté la vista asombrado por su seriedad— que no te afectaba la pérdida de parte de tu pierna. —Me miró sin un ápice de burla o sorna— Yo creo que esto sí te afectó. Tu personalidad creció alrededor de ese sentimiento contaminado. Creo que podrías simplemente mostrarles a todos que eres alguien normal, que puedes superarte en lo que te propongas, como me lo enseñaste a mí. Sin miedo.

—Eso no... —articulé atónito por lo serio que se volvió el ambiente y no lograba asimilar que tuviese analogías tan profundas alguien que creí que era sumamente mezquino y vacío.

—Aunque no queramos, estamos algo jodidos, androide. —Esta vez su voz salió de manera cálida y hasta fraternal, despeinando mi cabello bruscamente— No soy el indicado para regañarte, tal vez estamos tan jodidos que intuitivamente quiero salvarte, para así tener esperanza en mí mismo —resopló como si guardase muchas cosas dentro— Te siento similar a mí, siendo sin duda polos opuestos.

No tenía palabras para decir en ese instante. Stefan era definitivamente todo un enigma. Su mente y corazón podrían ser más complejos de lo que supuse en un inicio.

Ya finalmente en la entrada del estadio, podía sentir mis manos sudar, la emoción que se me contagiaba de los grupos a nuestro alrededor e incluso la sonrisa relajada de Stefan me llenaba de sensaciones indescriptibles. Hacía años no me sentía tan libre.

Hicimos una fila en una de las entradas, el guardia nos detuvo cuando fue nuestro turno y nos indicó que este pase era especial, debíamos entregarlo directamente en la parte interna del estadio.

La mayoría iba a verlos desde las tribunas, nosotros estaríamos a unos pasos de la banda, en el mismísimo campo donde habían montado todo el escenario junto a un gran grupo de fanáticos igual de efusivos y que seguramente pagaron muchísimo por las entradas.

—Esto es algo... No puedo creerlo, gracias por invitarme, gracias de corazón. —Le dije a Stefan, seguido abracé su espalda mientras caminábamos entre la gente y se detuvo.

—No tenía a nadie más con quién venir. —Casi me desanimo por su comentario pero sonreí al notar algo.

—No eres tímido, tampoco tus gustos dependen de lo que otros digan o te acobardarías a venir solo por no tener con quién hacerlo. Así que me querías traer por propia voluntad y puro placer de estar conmigo —finalicé con falsa arrogancia y fingiendo que acomodaba mis gafas invisibles.

—Sí —susurró como si no quisiera soltar aquello y estiró uno de sus brazos frente a sí mientras lo sujetaba con el otro, a modo de elongación o algo similar.

Por mi parte quedé en absoluto silencio, mi boca estaba semiabierta y si fuese una caricatura tocaría el suelo ahora mismo. No podía creerlo.

Admitió que quería verme hoy, yo estaba bromeando un poco pero él dijo "Sí". Para cualquiera quizá no tendría importancia. Pero es de Stefan Diederich del que estamos hablando, la misma bestia musculosa y ruda que solo se interesa por follar.

Me asombré cuando llegamos al lugar donde hacían una fila, un poco amontonados e impacientes, para ir donde estaba el escenario y allí nos pusimos. Pero me bajó la presión al estar frente al guardia y no encontrar las entradas.

—Oh no, juro que las tenía aquí. —Busqué mejor en mis bolsillos y las miradas aumentaban— E-El guardia de la entrada principal las vio, juro que... Dios, las perdí, no puede ser.

—Sin entradas no van a pasar.

Stefan resopló entre arrogante, cómico y molesto.

—Dígame cuánto quiere porque dejarnos pasar y yo se lo pago. Lo que sea, pero rápido que ya estoy cabreado por su tono prepotente de mierda. Tiene tres segundos para darme un mont- —Lo tomé del brazo y alejé de ese hombre.

—Fue mi culpa, yo lo arreglaré —impuse sin vacilar con mirada seria.

Levantó una ceja y ladeó su rostro un poco.

—Como quieras.

—Dime, ¿Cuál es el tipo más drogado que veas? —pregunté y señaló a uno que parecía tranquilo.

—Ese —contestó.

—No uno drogado e idiota. —Señaló a otro que indudablemente quería llamar la atención y mostrarle a todos lo rudo que era mientras vociferaba con sus amigos— Ese es.

Me acerqué al intoxicado, miré a su derecha a otro hombre bastante robusto y serio hablando por teléfono mientras hacía la fila y sonreí.

Tomé el brazo de Stefan y me impulsé para acertarle una fuerte patada en medio de sus omóplatos, tirándolo sobre su grupo y tan rápido como lo patee me incliné para tocar mi prótesis y fingir inocencia absoluta. Como esperaba el adicto creyó que el hombre con sobrepeso fue y sin pensarlo siquiera le lanzó un puñetazo.

De ahí resultó un caos. Empezaron a pelar entre ambos grupos de dichos hombres y otros que solo querían pegarae y desastre antes de entrar al concierto. Golpes, forcejeo y patadas iban y venían mientras el guardia de la entrada usaba su comunicador para pedir que loa de seguridad intervinieran y calmaran el descontrol.

Mientras todo eso llamaba la atención de completamente todos, grabando, alentando, riendo, preocupados o simplemente curioseando el asunto, tomé la mano de mi gigantesco colega y llevando un dedo a mi boca hice la seña de silencio mientras sonreía con cierta picardía.

—¡Ta-dah! —dije ya en el centro del lugar rodeado de fanáticos viendo hacia el escenario donde en pocos minutos estaría la banda.

—Bueno, de una u otra forma lo solucionaste por tu cuenta... —Parecía muy sorprendido y deduje que se enfadaría por mi forma improvisada e irracional forma de resolver la situación.

Al darme cuenta había hecho algo realmente tonto, problemático y que pudo terminar mal para Stefan. «Podría haber terminado envuelto en la pelea, cielos ¿Si algo le sucedía por mi...» Me abrazó por el cuello alejando mis pensamiento negativos y revolvió mi cabello.

—Joder, eres una puta dinamita en miniatura. La próxima avisa o haz una señal, yo ya estaba preparado para que nos diéramos unos putazos todos contra todos.

Comencé a reír sin control.

Es verdad, Stefan es fuerte, no es alguien quién deba proteger contstantemente y no pueda soportar mis acciones improvisadas. Puedo relajarme estando a su alrededor.

Puedo dejar el estrés y la preocupación de no cargar a los demás cuando esta conmigo, es igual o más fuerte que yo en ese sentido, increíblemente rápido para recuperar y mantener el control. No va a odiarme. No tiene miedo a lo inesperado.

Todavía no entiendo qué causó ese tema de no besar, esa expresión de pánico y sus ojos gélidos cargados de repudio. Pero por alguna razón, después de tantas semanas negándolo, admito que quiero saberlo. Me gustaría algún día saber la razón.

Los dioses de mi vida, ea decir, los dos integrantes de Eleutheromania, aparecieron en el escenario y no pude contener mi emoción.

Levanté mis brazos y los comencé a mover al ritmo de la ola que hicieron todos y para mi sorpresa Stefan hacía lo mismo. Parecía un niño alegre y al mismo tiempo autoritario. Era... vaya, no sabría cómo decirlo, era diferente verlo así, tan él mismo sin pensar en nada más que la música y divertirnos.

Mientras cantaba y saltaba sin querer pisé a un sujeto, no hubiese sido problema si no hubiera sido mi prótesis la que lo hizo y claramente le dolió.

Se giró listo para empujarme, su amigo lo secundó y al ver mi pierna se detuvo.

—Ya, déjalo, es un discapacitado —dijo despectivamente, casi riéndose de la situación.

Eso hizo corto en los circuitos de mi cerebro, humedecí mis labios y empuñé ambas manos. Le sonreí, me acerqué y con ambas manos en sus hombros le di un cabezaso.

—¡Puto inválido de mierda! —gritoneó tomando su nariz y apreté los dientes.

—A tu vieja voy a dejar inválida de una follada —aseguró Stefan tomando por el hombro al sujeto sangrante y asombrando al amigo de éste.

—¿Qué dijiste! ¡No es asunto —Stefan le tapó la boca con su mano, mano realmente grande, parecía cubrir casi toda su cara.

—Ahora pon atención pedazo de impotente, hoy es un día especial y vienes a jodermelo, solo por eso debería romperte ese horrendo culo a golpes. Pero como estoy de buen humor ¡Hey! Te ofrezco esto: nunca tuve una pelea en serio con alguien, nadie se anima porque verás, soy algo... grande. Pero te dejaré ser el primero, si siquiera me miras feo, será la señal para derribar a puñetazos el cuerpecito de drogado que te cargas. Vamos. Mírame mal. Dile algo a él. Hazme el favor y déjame arrastrarte por todo el lugar.

Sin siquiera hablar se libró del agarre de Stefan y se alejaron. Por su parte mi colega hizo una expresión de "oh, se fue" y se encogió de hombros con toda la paz y tranquilidad del universo.

—Muy drogados, muy estúpidos, pero cero instinto suicida eh. —Se burló y comenzó a mover levemente la cabeza al escuchar una canción que le gustó.

Stefan los hubiese hecho pedazos sin siquiera esforzarse, pero igual algo me sabe mal al no hacerlo por mi cuenta.

—No necesito que otros arreglen mis problemas —afirmé con cierto estrés.

No me enoja que se haya metido, incluso me pone feliz, pero no puedo evitarlo, me duele el estómago cuando alguien hace algo por mí.

—Lo sé, ni que fuera los que rescatan a la princesita en apuros, solo quería golpear a alguien, es una lástima que se negaran.

Sentí cierto engaño en su tono, pero me pareció bastante lindo de su parte, porque quiera ocultarlo o no, intenta ser gentil.

—Gracias... —supongo que me oyó. Deseaba que lo hubiese hecho.

Luego de varias canciones unas chicas bastante altas se amontonaron frente a mí y chau visibilidad, chau oxígeno, chau todo. Pero eso no era algo nuevo, no digamos que me encogí mágicamente, nunca fui muy alto y pensé la situación, decidiendo rendirme sobre dar saltitos y simplemente escucharlos cantar.

O eso creí cuando de repente sentí a Stefan tomarme por la cadera, luego la cintura y finalmente me sentó sobre sus hombros, cual niño en parque de diversiones con su papá.

¿Pero saben qué? ¡Podía ver perfectamente el escenario! ¡Todo estaba tan cerca! Ventajas de ser alto que nunca más voy a experimentar.

—¡Te amo, Tyler! —Me vio moviendo mis brazos el otro integrante de la banda y sonrió— ¡Joder! ¡A ti también! ¡Ahhh joder! —Grité efusivamente, ignorando ese atípico mal vocabulario, pero es que eran ídolos, podía morir feliz.

—Ahí arriba no te llega oxígeno a la cabeza eh. —Sentí las manos de Stefan apretar mis muslos y los contraje.

—Shh quieto, déjame disfrutarlo, la vista es increíble.

—¿Estas bien con eso? Creí que te avergonzarías o algo —sonrió malicioso.

—¿Estás loco? De aquí veo perfecto. Si Si fuese por mí me colgaría a un poste con tal de estar más cerca, gracias por esto, eres genial Stefan —dije jugando con su cabello y respirando hondo.

—En esta posición puedo tocarte el trasero sin problemas, así que todos ganamos. —Acarició esa zona y le di un manotazo.

—¡Hey no... —Llamó mi atención cuando ambos hombres en el escenario firmaron tres camisetas y mis ojos brillaron— ¡Stefan, van a arrojarlas, ohh cielos! —Levantó la cabeza y sonrió.

Las primeras dos fueron en dirección muy lejana a la nuestra y la última iba a parar al centro de la multitud frente a mí. Pero igual no podría conseguirla y suspiré.

—¿La quieres? —La voz de Stefan me hizo asentir.

—Sí... Pero no importa, más adelante la conseguiré en algún modo por internet si esta barata o algo así. No importa tampoco, solo estar aquí ya es genial.

—Si la quieres —Me levantó sin dificultad hasta dejarme prácticamente sobre su hombro con el brazo derecho soportando mi peso— Cuando te diga tú agarrala ¿Entendido? —Parecía un muñeco en manos de semejante sujeto y no entendí bien qué estaba pasando hasta que vi la camiseta volar y al mismo tiempo yo.

El muy animal me arrojó cual mamá pájaro a sus pajaritos y sin desaprovechar la oportunidad tomé la camiseta. Claro luego caí sobre mucha gente y todos tiraban de la camiseta, me empujaban y amontonaban, luego vi una mano que tomó mi camiseta y me levantó de entre la muchedumbre.

—Esta cosa es mía gracias, larguense —espantó a los pocos que seguían con esperanza de tener la camisa autografiada y sonreí todavía abrazando la remera.

Me dejó de nuevo en tierra firme y lo abracé sin dudarlo.

—¡Eso fue asombroso! ¡Te adoro! Amo esto —Su cuerpo quedó inmóvil y lentamente deshice el abrazo, levantando mi rostro, cruzándome con esos indescifrables ojos.

Tenía mis manos en el pecho de Stefan, sujetando todavía la camiseta nueva, cuando cuando sentí mi estómago encogerse un poco mientras sus dedos se fijaban en mi cadera y se indicaba sutilmente hacia mí.

Seguido me movió a la izquierda, evadiendo a varios chicos que empezaron a saltar y volvió a erguirse.

Por alguna razón llevé una mano a mi rostro e intenté calmar mi respiración, repitiéndome a mí mismo que no debía dejarme alterar por algo así. No con Stefan. Cualquiera puede alterar mi corazón excepto él, es mi colega sexual y nada más.


—Joder, estoy todo sudado —vociferó Stefan quitándose la ropa y dirigiéndose al baño, una vez ambos llegamos a mi departamento.

—Claro tú haz como se te de la gana. —ironicé ya resignado.

—Como siempre —canturreó y suspiré como mi madre suspiraba conmigo, seguido llevé una mano al pecho al ver lo señora que me he vuelto.

Tomé el móvil, llamé al delivery y encargué unas pizzas. Mientras yo preparaba mi ensalada, me gustan mucho las verduras y descubrí que Stefan es un animal carnívoro. No puede subsistir con mis ensaladas de frutas o simples verduras.

Encendí el televisor y me senté a esperar a que la ducha estuviese libre, además que el pequeño calentador era eléctrico, así que luego de que saliese Stefan debía aguardar a que se calentase lentamente. Una de las tantas maravillas de ser pobre.

Salió de la ducha con una toalla cubriendo su cuerpo y sin darme cuenta apreté mis labios. Su físico es indudablemente magnífico.

Quizá a algunos no les gusten las personas tan grandes, altas y con esa apariencia de que te romperán los huesos de un abrazo. Pero extrañamente a mí me fascinaba, resulta que Stefan era, exteriormente, "mi tipo ideal".

Sin saberlo me perdía viéndolo y aparté la mirada con cierto calor en ambas mejillas luego de ser descubierto observándolo.

—Si quieres follar solo dilo —articuló secando su cabello y dejando su parte baja a plena vista, sentí que la tapa de mis sesos hizo "puf", mi cerebro estalló de pena y hundí la cara en un almohadón.

—No entiendo cómo hay gente tan descarada, en serio, no es l-lógico ¿Naciste sin "pudor" acaso? Puedes ser muy directo con estas cosas —Ni sabía lo que decía, pero cada vez que se comportaba así, despreocupado y exhibicionista, me ponía nervioso.

—No vivimos tanto tiempo como el que creemos. Si no somos directos ahora ¿Cuándo? —respondió con obviedad y levanté el rostro.

Día a día disminuía mi vergüenza al verlo desnudo, pero seguía siendo algo que me cohibía cuando era sin previo aviso o antelación, unos breves segundos de timidez hasta que lograba recuperarme.

—Ponte la camisa que ganamos hoy —dije y me miró extrañado.

—Es tuya, literalmente volaste sobre una multitud de fanáticos para obtenerla.

—Obvio, y como mía que es, ahora quiero que tú la uses. Una prestación. Tu ropa la metí al cesto, luego de lavarla pinte tu ropa y me la devolverás.

—Pues... bien. Supongo. —Rascó su hombro como hace cuando no sabe qué decir, por alguna razón, con una expresión llena de inseguridad.

De a poco aprendo sus manías y las cosas que le cuestan más exteriorizar.

Empecé a comer mi ensalada y apareció detrás del sillón, se apoyó en mi hombro sin cuidado y su rostro quedó junto al mío. Así mismo me robó el tenedor, pinchó muchos vegetales y los llevó a su boca.

—¿Qué mierda es esto? —inquirió con cierto rechazo hacia el maíz.

—Pues maíz, consentido carnívoro.

—Eso  ya lo sé, genio de la agricultura. ¿Pero por qué coño esta así? Debes cocinar la mazorca antes.

—No, también se come crudo.

—Eres un asco. Creo que nuestro acuerdo de colegas sexuales acaba aquí, no puedo follarme a un lunático que come el maíz así, lo siento —articuló sarcástico y despectivo a lo que le di un leve golpecito con mi mejilla en la suya.

—Ya deja de delirar. Que sí se come así también, si no te gusta pues come fideos. No hay otra cosa en las alacenas, así que decide. —Se sentó a mi lado.

—Ohh que pobre mendigo de mierda. —A regañadientes le dio otra bocanada y reí burlón mientras masticaba forzadamente.

—Oh cierto, encargué pizzas, ups. —Me pegó y me arrojé sobre él, dándole sin querer con la prótesis.

—Enano tramposo. —Se quejó sobándose el brazo enrojecido y lo tomé con ambas manos.

Acerqué mi rostro y dejé un beso donde lo raspé.

—No fue a propósito, nunca te lastimaría de verdad. —Levanté un poco su brazo, irguiéndome aún sobre sus piernas y levantando su antebrazo hacia mí—. Yo te curaré con besos y tú ¿Me perdonarías? —dije con cierta tranquilidad.

Haber raspado o lastimado a otra persona me hubiese puesto ansioso y paralizado entre disculpas y temblores si fuese cualquier otro al que sin querer raspé.

Pero con Stefan mi cuerpo se movió solo, por instinto terminé diciendo cosas vergonzosas, pero que salían de mi llenas de honestidad.

Con él, incluso lo que era tan difícil para mí, se volvía menos agotador. No era la culpa habitual, era una sensación de vértigo que me invadió al imaginarlo herido, incluso en algo tan pequeño, pero mi corazón se calmó cuando tuve su brazo entre mis manos, sintiendo que él no me odiaría o se odiaría si ambos terminábamos envueltos en algo doloroso, podríamos solucionarlo juntos.

Él escucharía lo que tuviese que decir, no se encerraría en una única postura, un espiral de culpabilidad, autocompasión y arrepentimientos, sin siquiera oírme. Stefan era bueno escuchando, mejor se lo que hubiese imaginado, y no tenía miedo de perderlo. No tenía miedo porque para mí era imposible esa opción.

Sin importar cuánto nos enojaramos o discutiesemos por estupideces, contaba con ver su ceño fruncido, ese enojo irradiando en su quijada apretada y expresión de mil demonios, que ocultaba a un niño caprichoso en el fondo de sus pupilas, para saber que no podríamos resistir mucho más enfadados el uno con el otro y todo se solucionaría al final.

Sus manos se adueñaron de mi cadera, apretando y acordando la distancia.

—No digas ese tipo de cosas. —Tragué con dificultad y mis músculos se tensaron mientras su rostro se acercaba al mío.

—Yo no quise...

—Además... —Cambió su expresión vulnerable siendo sustituida por intenso deseo— Si te subes así sobre mi entrepierna querré follarte.

Algo se removió en mi pecho y sentí mi rostro arder, para luego dejarme llevar por su insinuación cargada se lujuria y tomé nuevamente su brazo. Seguido saqué mi lengua y la rocé por la zona enrojecida, mirándolo directamente a la cara.

—Joder —jadeó y me acercó por completo a él, dejando mis manos en su pecho y recargándome sobre éste.

Creí que tendríamos sexo ahí mismo sobre el sillón, y si no fuese por el timbre, así hubiese pasado.

Me levanté rápidamente y fui algo estático a la entrada, tapando mis ojos unos segundos y respirando hondo. ¿Qué fue lo que hice? Dios, peor que en una porno barata mi acting. Suspiré y abrí la puerta con una sonrisa.

Luego me acerqué con las cajas a la mesita y no pude preocuparme por la pena de mi reciente comportamiento espontáneo, porque noté que Anpan no había corrido hacia mí al oler la pizza.

—Oye... Stefa... ¿Viste a Anpan? —Lo pensó, buscándolo con la mirada.

—No, a decir verdad no apareció desde que llegué.

—Ahora que lo mencionas... No lo oí ladrar cuando oyó las llaves, ni vino a hacernos una fiestita de bienvenida cuando llegamos...—Mi rostro empalideció— ¿Anpan? —pregunté buscando bajo la mesita, mientras todavía tenía cierta calma.

Fui de habitación en habitación llamándolo y buscándolo, y no eran muchas así que en cinco minutos ya me sentía morir, cosa que mi colega notó y se puso de pie.

—O-Oye ya, no te alteres, quizá esta con tu vecino o salió cuando entramos y no lo vimos. —Me tranquilizó y fui a hablar con los inquilinos de cada lado, ninguno lo vio.

—Y sí... ¿Y si olió la pizza y como yo estaba distraído no vi que salió detrás del repartidor? —Prácticamente sollocé lo último— Pudo haberse caído por las escaleras.

—Más bien rodando. —Me corrigió y lo empujé muy enojado.

—¡No digas eso! Ohh cielos, debo buscarlo, quizá llegó abajo, tal vez subió, ¿Si logró salir afuera? —Lo miré fijo y me desquité injustamente con Stefan— Quizá tú no ames a tus mascotas pero Anpan es como un hijo para mí, es familia. Si algo le ocurrió yo... —Llevé ambas manos a mi cabeza, esto nunca había pasado.

Lo vi de reojo ir a mi habitación, luego volvió con una bata holgada de dormir que encontró entre mis cosas y se dirigió a la puerta. Era lógico que pensara irse, no era su asunto y nunca quizo a Anpan, además yo estaba empezando a ponerme histérico y no era su responsabilidad soportarme todo idiota y desbordado.

—No me vas a hacer buscarlo solo, mueve tu puto culo, muévete —ordenó de pie junto a la puerta, sin paciencia.

—¿Qué... no entiendo... —Dio pisadas fuertes, tomó mi mano, me arrastró a la entrada y tomando mis llaves salimos del departamento hacia el pasillo del edificio.

—Buscaremos al perro feo ese, vamos.


¡Las notitas sobrevivieron! Al parecer sí les gustan :'D LOS AMO.

¿Vieron que cambié los títulos a partir de ahora? Porque alargué la novela de diez capítulos a veinte, así que nótese que cada diez capítulos cambiaré los fonts para obligarme a NO PASARME CON MIL CAPÍTULOS, QUE TIENEN QUE SER VEINTE Y PUNTO, SOLO VEINTE *yo retádome a mí misma*

Ahora sí, gracias por leer esta novela♥ Sé que a muchos no les gusta por su relación tan atípica y lo brusco vulgar que es Stefan, pero la verdad yo LOS AMO, él es un idiota y lo sé también, pero ¿Quién es perfecto? xd

Y quiero que a los que les guste puedan leer sobre los bebos hasta el final. Así que gracias de nuevo, los amo muchísimo ♥

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