Habían pasado varios días desde el accidente que, aunque imperceptible, había causado un gran daño. No había visto a Everett desde esa noche y tampoco había asistido al trabajo. Estaba en la sala de su casa mirando sus manos, intentaba separar sus dedos pero no había resultados positivos. Pateó la mesa de café frustrado y soltó un suspiro, ni Peter ni Levi se atrevían a hablarle o siquiera acercarse. El chico se la pasaba trabajando en sus proyectos o leyendo, algunas veces intentaba hacer la cena pero terminaba ordenando pizza. Cuando se dio cuenta ya habían pasado tres días desde que Stephen estaba en ese estado y una semana desde que él había llegado
Esa tarde mientras regresaba de la escuela, encontró un conocido auto frente a la casa del doctor y entró emocionado
-¡Papás!
Abrazó a sus padres con enorme cariño y mostró una gran sonrisa.
-¿Cómo estuvo el viaje?
-Placentero
-Estuvo bien, Pete. ¿Qué hay de ti?
-Fueron unos días muy divertidos. Conocí nuevas personas y hay un invitado extra a mi fiesta. Todo estuvo bien hasta los ultimos días
-Lo sabemos. Tony envió al Dr. Strange con Happy a la torre para ayudarlo
-¿Happy estuvo aquí?
-Te extraña mucho. No lo dijo pero lo se
-¿Y Wanda y Pietro?
-También te extrañan. Ya debemos irnos, toma tus cosas y al auto
Peter recogió su bolso, metió a Levi dentro y bajó corriendo. Sus padres lo esperaban en el auto de Tony. Les contó de sus días en Londres durante el viaje y lo interesantes que habían sido. A mitad del viaje cayó dormido. Cuando llegaron a su hogar, Stephen los recibió con frialdad
-¿Qué hago aquí?
-Busco ayudarte, Stephen
-Ya intenté de todo, es imposible. No volveré a operar jamas
-Pero aún puedes ejercer en medicina
-Los demas pacientes son aburridos. Mi trabajo era el mejor, yo era el mejor. Ahora no tengo nada
-Tienes una familia
-A ellos no les afecta en nada
-Tienes al Sr. Ross
-El agente Ross esta muy ocupado estos días, Peter
-¿Has intentado yoga?
-Adiós, Stark. Capitán Rogers, Peter
Sin poder hacer nada lo dejaron ir. Stephen regresó a su solitaria casa, sin percatarse de la ausencia de alguien. Volvió a sumergirse en su miseria hasta aue sonó el teléfono
-Hola
-Habla Everett
-Ever, me alegra escuchar tu voz
-Necesito que me lleves
-¿A dónde?
-La fiesta de Peter, no se donde es. Te veré ese día a las 12
Esa fue toda la llamada. Stephen soltó un suspiro y se molestó aun mas consigo mismo. Había arruinado la perfecta relación que tenía con su ego y ahora Everett nisiquiera le hablaba. Dejó el teléfono y se fue a dormir, no tenía ganas de nada y su barba lo reflejaba.