✓DEMON'S FEARS ⎯⎯ ᴛᴡᴅ

By OrdinaryRue

181K 16.8K 3.3K

𝘁𝗵𝗲 𝘄𝗮𝗹𝗸𝗶𝗻𝗴 𝗱𝗲𝗮𝗱 𝗳𝗮𝗻𝗳𝗶𝗰𝘁𝗶𝗼𝗻 [TERMINADA] Riley apenas puede soportar su propia mente... More

Inicio
chapter II
chapter III
chapter IV
chapter V
chapter VI
chapter VII
chapter VIII
chapter IX
chapter X
chapter XI
chapter XII
chapter XIII
chapter XIV
chapter XV
chapter XVI
chapter XVII
chapter XVIII
chapter XIX
chapter XX
chapter XXI
chapter XXII
chapter XXIII
chapter XXIV
chapter XXV
chapter XXVI
chapter XXVII
chapter XXVIII
chapter XXIX
chapter XXX
chapter XXXI
chapter XXXII
chapter XXXIII
chapter XXXIV
chapter XXXV
chapter XXXVI
chapter XXXVII
chapter XXXVIII
chapter XXXIX
chapter XL
chapter XLI
chapter XLII
chapter XLIII
chapter XLIV
chapter XLV
chapter XLVI
chapter XLVII
chapter XLVIII
chapter XLIX
chapter L
chapter LI
chapter LII
chapter LIII
chapter LIV
chapter LV
chapter LVI
chapter LVII
chapter LVIII
chapter LIX
chapter LX
chapter LXI +18
chapter LXII
chapter LXIII +18
chapter LXIV
chapter LXV
chapter LXVI
chapter LXVII
chapter LXVIII
chapter LXIX
chapter LXX
the end?
epilogue I
epilogue II

chapter I

11K 572 73
By OrdinaryRue

Estaba anocheciendo, y podíamos ver como poco a poco la luz desaparecía entre los huecos de los árboles. Pronto nos quedaríamos completamente a oscuras. Aunque me gustaba pasar la noche entre la espesura del bosque, esta vez algo me decía que no era buena idea quedarnos allí. 

—Oye, Jesús —le llamé desde la distancia, ya que él iba unos pasos más adelantado.

Siempre le gustaba ir en la vanguardia, y a veces se volvía demasiado protector conmigo. Me impedía seguirle el ritmo para que él fuera el primero en divisar las amenazas. Si alguno de aquellos muertos se presentaba, Jesús era el primero en encontrarlo y eliminarlo.

—¿Y si hacemos una paradita? —continué hablando a pesar de que ignoraba mis palabras— Hay algo raro... no sé como explicarlo. Siento que será mejor si descansamos sobre un árbol a esperar a que amanezca.

Se giró de inmediato, mostrando una de esas sonrisas que tanto le caracterizaban. Su pelo había crecido después de tantos meses vagando a la intemperie, y sin tiempo para asentarnos en algún sitio por más de dos días. Su barba le cubría por completo la cara, haciendolo casi irreconocible a mis ojos.

—Hermanita... —rió agitando sus manos en el aire—¿No me digas que tienes miedo a la oscuridad?—entretenido por mi actitud, fue acercándose hasta mí con pasos lentos, y golpeandome suavemente la frente con su índice volvió a reir en mi cara.

—¡Claro que no! —respondí a la defensiva cruzandome de brazos— Es un presentimiento hermano... solo eso.

—¡Corre! —me gritó marcando sus dedos fuertemente en mi antebrazo.

Una pequeña horda de muertos nos tomó por sorpresa en la oscuridad, no mucho tiempo después de que yo misma pidiera refugiarnos debido a mi corazonada. No tuve tiempo de sacar mi arco, cuando ya nos encontrábamos entre docenas de ellos. Dejé de contarlos cuando superaron la veintena. 

Eran demasiados, hasta para nosotros dos. Y mientras Jesús clavaba sus cuchillos a aquellos pocos que nos tapaban la huida, yo me limitaba a correr detrás de él. Mentiría si no dijera que tenía miedo. Un sudor frío nubló mi vista y con el borde de la manga de mi camisa, la que no se encontraba empapada de sangre, froté mis ojos sin detenerme. No quería morir, pero peor sería que mi hermano lo hiciera. No podría soportarlo, no de nuevo.

Las horas pasaron mientras seguíamos corriendo como locos, y cuando la luz del Sol empezó a filtrarse entre las copas de los árboles, me giré exhausta para observar a mi espalda. Afortunadamente ya no nos seguía ninguno. La mano de Jesús aún se aferraba con vehemencia a mí, arrastrándome a la vez que corría sin mirar sobre su hombro. 

—Ya no hay.  —verbalicé con dificultad, con los pulmones ardiendo bajo mi pecho. 

Él pareció no escucharme, pues seguía tirando de mí con la vista clavada en un horizonte cada vez más iluminado por el día. 

—¡Ya no están! —grité finalmente haciendo eco en un silencioso bosque.

Se volteó, confuso y agitado. Sus ojos azules escrutaron cada tronco y arbusto no hallando absolutamente nada. Tras comprobar una y otra vez si lo que yo decía era cierto, soltó un suspiro de alivio dejando caer sin cuidado alguno, su espalda contra el árbol más cercano.

—Estuvo cerca... —habló mostrando su perfecta dentadura.

Me recosté a su lado. Y tras tener al fin un instante de paz, apretujé todo mi pelo, oscuro y sudoroso, en un recogido.

—Sí que lo estuvo. —respondí apoyando mi cabeza en su hombro, con cada segundo mi respiración se acompasaba un poco más— Te lo dije —resoplé con una ligera sonrisa— tendríamos que haber subido a un árbol.

De un brusco movimiento retiró su hombro dejándome sin soporte. Mi cabeza cayó por inercia y solté un gruñido molesto que causó que carcajeara. Fruncí el ceño, intentando lucir en enfadada, pero mi aniñado rostro no consiguió ni inmutarlo. Aumentó su sonrisa, con algo de dulzura brillando en sus ojos.

—Está bien, está bien... —alzó las manos en símbolo de paz, concediéndome algo de satisfacción— La próxima vez te haré caso hermanita.

Estaba tan cansada, que a los pocos minutos de detenernos ya me encontraba sumida en el sueño más profundo. Habíamos recorrido largos kilómetros durante la noche y el día, mis músculos, así como todo mi cuerpo, clamaba por un sueño reparador.

Casi una hora después de mi descanso, desperté restregando ambas manos en mi rostro ojeroso y empalidecido por la falta de comida. Una rancia lata de comida y media botella de agua era lo único que teníamos en aquel momento.

—Yo vigilaré un rato. —dije levantándome, a la vez que sacudía mis pantalones llenos de suciedad y sangre oscurecida— Duerme un poco, luces como uno de ellos. —me burlé refiriéndome a los muertos.

Sonrió sentándose en el mismo lugar donde yo había decidido tomar mi siesta.

—Solo un par de horas. —justo tras decir aquello bostezó provocándome ternura—Tenemos que encontrar un refugio, algo... No podemos estar otros ocho meses en el bosque. —continuó, ocultando su cara con el gorro de lana negro que siempre llevaba atado a su cintura— Aunque me encante tu compañía —aclaró sin la necesidad de ver mi rostro contrariado— deberíamos buscar un grupo, es imposible que solo quedemos nosotros dos.

Quise responder a aquello último, ya que él bien sabía que no me agradaba la idea de unirnos a un grupo de supervivientes. La gente conllevaba problemas, y los problemas, en estos días, solo se resolvían con violencia. 

Abrí la boca para soltar mi negativa, pero supe por su respiración lenta y los rasgos relajados de su cara, que ya estaba dormido. 

—Ay pequeño... —susurré arrodillándome a su lado— Te quiero. —besé su frente antes de centrarme por completo en hacer la guardia.

—¡Ni de coña! —respondí con mis labios arrugados en una mueca claramente molesta— No pienso entrar ahí a salvarle el culo a un desconocido. —señalé con desgana la estructura.

Vaya mala suerte la nuestra, que en nuestro camino tras escapar de la horda, tuvimos la desgracia de toparnos con un superviviente. 

Unos muertos golpeaban la puerta de una pequeña tienda. Berreaban y marcaban sus manos pútridas contra los escaparates. Al parecer, un hombre se encontraba dentro, y por los chillidos que este soltaba parecía bastante aterrado. Aunque más bien, aterrado no hacía justicia a los gritos desgarradores y agudos que soltaba inundando la calle de aquel pequeño pueblo.

—¡Ayuda! ¡Socorro! —gritó el hombre al vernos en la lejanía.

Las paredes eran de cristal, al igual que la puerta, aquello volvía sus posibilidades de supervivencia en nulas. La estructura no resistiría mucho más los golpes de aquellos muertos. Se veían desesperados, rabiosos, y sus molestos gruñidos no conseguían ensordecer los gritos del superviviente, y si no dejaba pronto de llamar la atención, aquellos muertos no serían los únicos en ir a por él. 

—Ese estúpido no sabe que si sigue gritando atraerá medio pueblo. —solté con desgana, contemplando con indiferencia la escena frente a mis ojos. 

—Tenemos que ayudarlo. —me instó Jesús, aunque más me pareció una suplica que una orden. 

Rodé los ojos, resignada ante la mirada de mi hermano. Si de verdad íbamos a ayudarlo, sería a mi manera. Aparté a mi hermano con un pequeño empujón, haciendole saber que necesitaba espacio, así como también que iba a aceptar su pedido, aunque yo no quisiera. Saqué el arco que colgaba de mi espalda, y agarré una de las flecha que guardaba en el carcaj. Tensé la cuerda, y tras respirar pausadamente mientras enfocaba mi mirada en el sujeto, dejé la flecha volar cortando el aire. Atravesó con una facilidad apabullante el cráneo de uno de los muertos. Saqué otra flecha, mientras veía como Jesús rodeaba la tienda para aparecer por detrás de ellos. Sostenía con ambas manos sus dos cuchillos, y silencioso como era terminó a la espalda de los muertos. Dejé volar otra flecha cuando él incrustó sus dos hojas en una de las cabezas putrefactas. Uno a uno fueron cayendo a manos de mi hermano y mi arco. A los pocos segundos de empezar aquella carnicería, ya no quedó ninguno.

—Ya puedes salir. —habló Jesús, viendo como el desconocido temblaba aún sosteniendo la puerta con sus manos— Ya no hay más. —aclaró en un suspiro al ver las nulas intenciones del hombre por abrir la puerta.

—¡Quieres salir de una maldita vez! —grité más fuerte de lo que esperaba, pero la sangre me hervía al ver su mirada aterrorizada aún cuando nosotros habíamos hecho todo el trabajo.

¿Qué coño le pasa a este tipo?  Me triplica la edad y parece no ser capaz ni de mirar a los ojos de un muerto sin echar a llorar.

El desconocido salió poco convencido, sosteniendo con ambas manos un pequeño cuchillo completamente limpio. 

Con esa mierda no conseguirá ni matar una ardilla.

Reí ante mis propios pensamientos.

Jesús al ver que en mi rostro se dibujaba una pequeña sonrisa ladeada, me golpeó para que me mostrara algo más comprensiva con el desconocido.

—Perdón. —respondí inocente haciendo que él soltara una risilla. 

—Gracias... —susurró por primera vez el hombre, aún en shock y con los ojos desorbitados.

Entonces fruncí mi ceño al percatarme de su aspecto cuidado. Llevaba un traje oscuro con una camisa blanca, estaba bastante limpio dadas las circunstancias. Tenía la barba recortada y se encontraba bien alimentado a primera vista.

—De nada. —respondió mi hermano al ver que yo no tenía intención de dirigirle la palabra— Yo soy Paul, Paul Rovia. —palmeó su pecho sonriente— Aunque mis amigos me llaman Jesús.

No pude evitar soltar una carcajada al ver como señalaba su barba y su pelo haciendo énfasis en el apodo. Aquello sin duda le daban un aspecto idéntico al hijo de Dios. 

Yo soy la única que te llama Jesús estúpido, solo estamos tu y yo ¿Quién más te iba a llamar así?

No aporté nada a aquella extraña e innecesaria conversación para mi gusto, porque siendo sinceros, entre mi hermano y yo, él era el que había heredado el carisma.

—Y esta... —continuó señalando mi rostro asqueado— esta es mi hermana Riley. 

Bufé asintiendo levemente con la cabeza. 

—Gracias. —repitió de nuevo, sus manos aún temblaban pero ya no sostenía el cuchillo con miedo— Yo soy Gregory.

━ Gracias por leer y no olvides votar ♡

Continue Reading

You'll Also Like

64.5K 15.4K 129
400-FINAL LA HISTORIA NO ES MÍA EL CREDITO PARA EL AUTOR
18.9K 2.1K 21
Hacia ya tiempo que el deportista de el clan Asahina se veía distraído, "ido" como decían algunos de su hermanos, más fue necesaria la llegada de el...
3.2K 274 19
Rachel tenía la esperanza de impulsar su carrera artística con la película "Piratas del Caribe: La Descendiente", pero lamentablemente no logró alcan...
385K 30.9K 93
U.T.E.E.F.D.M -Primera Parte- Estaba harta de ir por la vida con su traje azul lleno de distintos tipos de sangre de las cuales no tenía idea a quién...