La stripper - Luimelia

Від PimPamLimpiando

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Con ese titulo mucha descripcion no creo que necesite, solo que es una adaptacion Luimelia de esta adaptacion... Більше

Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21
Capitulo 22
Capitulo 23
Capitulo 24
Capitulo 25
Capitulo 26
Capitulo 27
Capitulo 28
Capitulo 29
Capitulo 30
Capitulo 31
Capitulo 32
Capitulo 33
Capitulo 34
Capitulo 35
Capitulo 36
Capitulo 38
Capitulo 39
Capitulo 40
Capitulo 41
Capitulo 42
Capitulo 43
Capitulo 44
Capitulo 45
Capitulo 46
Capitulo 47
Capitulo 48
Capitulo 49
Capitulo 50
Capitulo 51
Capitulo 52
Capitulo 53
Capitulo 54
Capitulo 55
Epilogo Parte 1
Epilogo parte 2
Epilogo parte 3
Epilogo Parte 4 (Final)

Capitulo 37

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Від PimPamLimpiando

POV Luisita

-No, no has entendido, si queres estar conmigo, salir conmigo, ¿sabes a lo que me refiero?

Amelia preguntó con una mirada esperanzada. Yo todavía estaba procesando las palabras que habían salido de su boca. Confieso que todo me estaba dando vueltas lentamente, no sé si son los efectos del alcohol o mi mente me estaba jugando trucos.

- ¿Me estás preguntando...

Susurré las palabras mirándola de reojo. Amelia formó una pequeña sonrisa, tímida, pero aún preciosa. La penumbra de la noche dejaba su cara parcialmente iluminada, resaltando sus muy bien dibujadas líneas faciales.

-Sí, Gomez ¿Quieres ser mi novia?

La sonreí ampliamente, recibiendo la pregunta de Amelia que me había dejado muy sorprendida.

- ¿Es enserio?

Amelia se sentó, por lo tanto, quede sentada yo también. Nos miramos la una a la otra por largos segundos, delicadamente, ella colocó unos mechones de pelo que insistían en caer por mi cara, detrás de mi oreja.

-Nunca hable más enserio, sé que recién volvimos, y que todavía tenemos cosas que hablar..

La morocha habló con la mayor de las calmas, con sus ojos fijos en los míos mientras sus dedos me hacían ligeras caricias en mi fría mano.

-...Pero estoy segura de lo que siento por ti. Te amo Luisita, y quiero que estar con vos. Sé de todos tus problemas y dificultades, pero creo que podemos solucionarlos todos. No sé si tú quieres lo mismo, estoy muy nerviosa por estar hablando de esto. Pero simplemente necesito esto, necesito estar con vos.

Ella sonrió tímidamente, haciendo mi corazón derretirse. Miré a la mujer frente a mí y la vi tan frágil y delicada. Debo confesar que no tenía suficientes palabras para expresar lo que estaba sintiendo en ese momento. Amaba a Amelia de una manera que nunca pensé que fuera posible. En medio de todas las incertidumbres de mi vida, sabía que ese sentimiento era real. Y recíproco.

Lentamente moví mi mano a la mejilla de la mujer, haciendo que me mirara. Sus ojos miraban algo temerosos en mi dirección. Sonreí y lentamente acerqué su rostro al mío sellando nuestros labios.

En perfecta sincronización sus labios se movían sobre los míos, causando ese sentimiento en mi interior. Las famosas mariposas en mi estómago. En efecto eran reales, estar con Amelia siempre era tan intenso y confuso. ¿Podría ser alguien una tormenta en un mar revuelto y al día siguiente la calmada mañana con un brillante cielo abierto? Sí, era posible. Amelia era así. Ella era mi cielo y mi infierno. Lentamente dejé ir los labios de la mujer que se abrieron con una sonrisa divina. Estábamos tan cerca que teníamos nuestras frentes pegadas. Tomé una profunda respiración.

-Realmente pensaba que sería yo la que hiciera esta propuesta, señorita Ledesma. Pero como siempre no para usted de sorprenderme.

Ella sonrió bajando la cabeza tímidamente. Tomé una profunda inspiración y dije:

-Acepto.

Ella subió la cabeza y me miró confusa, probablemente todavía no creyendo mi respuesta. Su expresión sería muy cómica si no fuera tan preciosa viéndose confusa.

-Estás diciendo...

Comenzó a decir con una gran sonrisa. Rápidamente me ocupé de empujarla cuidadosamente contra la cama. Quedándome encima de la mujer que rió. Aprisioné la mano de Amelia encima de su cabeza justo como ya había hecho un largo rato antes. Miré a la mujer la cual me miraba con un feliz rostro.

-Estoy diciendo sí, quiero ser su novia señorita Ledesma. Te necesito y quiero en mi vida. Cualquier duda que tenías de mí, ya no la tengas. Simplemente no puedo estar sin ti, Ameli.

Por breves segundos nos mantuvimos en silencio, solo mirándonos la una a otra.

Amelia se veía hermosa. Sus rosados labios se encontraban entreabiertos dejándome sentir su calmada respiración. Su cabello desordenado en acuerdo a lo que estuvimos haciendo anteriormente, extendido por la almohada con un aire sexy. Dejé ir sus muñecas, apoyándome en el colchón.

-Te amo mucho.

Las palabras salieron de la boca de la morocha casi por accidente. Como si hubiese estado pensando en voz alta. Sonreí, haciendo ligeras caricias en su mejilla con mi pulgar, lo que hizo que cerrar los ojos.

-También te amo Ameli.

Ella abrió los ojos y lentamente hice descender mi cuerpo. Apoyando mi cabeza en la suya. Tomando sus delicados labios en un beso intenso. Un beso que duró mucho tiempo. Las manos de Amelia lentamente fueron a mi espalda, acariciándola de calmada manera de arriba abajo. Separe nuestros labios repartiendo besos por su cuello, terminando con una ligera mordida, lo que hizo que la mujer clavara sus uñas en mi espalda.

Sonreí en su piel, sabiendo que todavía quedaban muchas cosas por pasar esa noche.

---------------

Moví mi cuerpo un poco en la cama, sintiéndome relajada esa mañana. ¿Cómo no iba a estarlo después de esa noche? Sonreí aún con mis ojos cerrados, moviendo mis manos por la sábana de seda hasta topar con el cuerpo de Amelia a mi lado. Abrí mis ojos notando que ella todavía estaba durmiendo. Aproveché para hacerle suaves caricias en su espalda. Ella tenía una pacífica respiración y una feliz y serena expresión en su rostro.

Con las yemas de mis dedos dibujé pequeños círculos en su espalda, haciendo a la mujer moverse un poco más cerca de mí. Ella era simplemente preciosa, incluso durmiendo.

Su oscuro cabello hecho un desastre caía sobre sus hombros. Recorrí con mis ojos desde su cuello hasta su trasero cubierto por el edredón. Puede que nunca me canse de admirar la belleza del cuerpo de la morocha echada frente a mí. Podría pasarme minutos, horas, interminables meses analizando cada parte de su cuerpo y sus tan bien hechas expresiones.

Estaba feliz esa mañana, feliz como no había estado en años. Poco a poco Amelia me conquistó, abriendo pasajes de mi misma que no sabía que existían siquiera. Con su cálida sonrisa, su apasionada y atractiva manera desactivó las bombas del campo de batalla que me atormentaba. Estaba completamente perdida por lo que la morena que me hacía sentir. En el camino en busca de seguridad, Amelia me capturó.

La amaba.

Sí. La amaba.

Y la amo.

Sonreí recordando la pasada noche, su inesperada propuesta y la fluidez con la que las palabras salieron de su boca. Confieso que el corazón me latía muy rápido y después se calmó. Quería tener suficientes palabras para poder describir como era estar con Amelia, pero no existían. Nada en este mundo podía explicar el sentimiento. Tal vez haya caído bastante profundo en este sentimiento, tal vez no haya vuelta atrás.

Me giré de nuevo y vi a Amelia despierta. Y me di cuenta de que ya no hay vuelta atrás, soy suya y ella es mía.

Amelia que estaba boca abajo, utilizó sus codos para elevar su cuerpo de la cama. Su pelo todavía cubría su cara desde mi línea de mi visión, pero la imagen era hermosa.

-¿Has estado despierta por mucho tiempo? -susurró mirándome con una sonrisa.

Ella bajó su cuerpo de nuevo pero esta vez moviendo su cuerpo para ponerse cara a mí.

-No, Ameli, desperté hace unos minutos.

- ¿Por qué no me has despertado?

-Porque imaginé que estabas cansada.

Amelia sonrió y mordió su labio inferior.

-Y realmente lo estoy, ¿sabes qué hora es?

Sacudí mi cabeza a modo de negación.

-Tiene que ser realmente tarde, ¡Tenemos que levantarnos Luisita! -dijo sentándose rápidamente a la vez que pasaba sus pequeñas manos por la cara.

Me incliné hacia delante, sentándome detrás de ella. Todavía estábamos desnudas, así que deslicé mis manos por sus hombros.

-No, no tenemos que levantarnos, nos quedaremos aquí todo el día cariño.

Agachó la cabeza, pero sabía que estaba sonriendo.

- ¿Acaso has olvidado que estamos en la casa de tus padres?

Realmente lo había olvidado, ¿pero que podía hacer? Amelia tenía el poder de hacerme desconectar del resto del mundo. Cerré mis ojos y me acerqué aún más a ella colocando un suave beso en su espalda.

- ¿Y? Habrá un montón de invitados y ni siquiera notarán nuestra ausencia.

Hablé todavía distribuyendo besos por su espalda. Amelia se quedó sentada recibiendo mis caricias.

-No empieces, es difícil parar cuando estás así.

La morocha se giró para verme. Yo solo sonreí.

-No te vayas, no hace falta que vayamos abajo ¡Ameli!

-Tenemos, no quiero a tus padres pensando mal de mi, ¡Imagínate que me ven llevando la misma ropa que ayer en la fiesta! -Amelia se levantó de la cama con la sábana alrededor de su cuerpo

-No somos niñas, ahora eres oficialmente mi novia, ¿verdad?

Ella sonrió mientras agarraba la sábana para que no se cayera.

-Pero eso ellos no lo saben.

Asentí, pasando la mirada por la vista que tenía.

-Quítate esa sábana Amelia.

-De ninguna manera, si lo hago no me dejarás salir de aquí hoy.

-Es lo más probable.

Ella negó, yendo hacia el baño dejó caer la sábana y yo me tiré de nuevo a la cama sonriendo como una jodida idiota.

Dios.

POV Amelia

En contra de los deseos de Luisita, estaba dispuesta a salir de esa habitación sin que nadie me viera. Caminé con pasos apresurados hasta la habitación en la que me estaba quedando, esta estaba vacía, Mónica y Ana seguramente ya hayan bajado. A la petición de Catalina de que ninguna de nosotras puede irse, la más joven prácticamente nos ordenó pasar el domingo todas juntas y yo no me iba a quejar de una tan genial decisión que tomó la menor.

Tomé una larga y cálida ducha, dándome así tiempo a recordar los eventos que pasaron a la noche. Todo iba perfectamente bien. ¿Acaso estaba esto pasando realmente?

Cerré los ojos recreando la imagen de Luisita diciendo sí a mi propuesta. No sé de donde había sacado tanto coraje para pedirle a Luisita Gomez ser mi novia. Dios, su expresión sorprendida fue inconfundible. Pero para mi sorpresa y mi completa alegría, ella aceptó. Ella es oficialmente mi novia.

Salí de la ducha y me sequé rápidamente, mientras buscaba algunas prendas de ropa.

No me llevó mucho terminar de vestirme y descender hasta la primera planta de la casa. Ya podía oír las risas provenientes de la mesa de afuera. Caminé lentamente viendo la gran mesa con el tan apetecible desayuno.

-¡Finalmente Ameli!-dijo Catalina sonriendo.

-Únase a nosotros, señorita Ledesma.

Marcelino habló animadamente señalando la silla al lado de Catalina y por consiguiente enfrente de Luisita. Me acerqué lentamente un poco avergonzada.

-No quiero interrumpir señor, ¿Dónde están las demás? -pregunté girándome hacia Catalina.

-Ellas fueron a dar un paseo por la playa, Maria despertó a todos muy temprano.

-Típico. – Dijo Luisita

-Pero siéntate de todos modos y desayuna con nosotros.

Asentí y me senté. Miré a Luisita a los ojos los cuales me miraban fijamente desde el otro lado de la mesa con una sonrisa ligera en sus labios.

-No te vi irte de la fiesta ayer Luisita- Marcelino habló bebiendo jugo.

Bajé mi cabeza, tratando de no mirar a nadie allí, Catalina dejó salir una risita como si ella supiera algo.

-Me fui con la señorita Ledesma.

Miré a la mujer de enfrente con los ojos bien abiertos ¿Cómo siquiera podía tener coraje?

-Se perdieron el final de la fiesta chicas, muchas cosas pasaron de las que no tienen idea. -Catalina dijo sonriendo.

-Puedo decir lo mismo- Luisita dijo sonriendo.

Nos quedamos todos en silencio y Marcelino rio.

-La fiesta fue sensacional chicas, ¡Bailé un montón!

-Lo vi, papá -Catalina jadeó y Luisita rio.

- ¡Catalina estaba avergonzada cuando empecé a bailar! -Marcelino dijo mientras se limpiaba la boca con una servilleta.

-¡Por supuesto! ¡Te pusiste a bailar en medio de todo el mundo!

-¿Y dónde si no iba a bailar Catalina?

-Tu turno ha llegado hermanita pequeña -Luisita se mofó.

-¡Él no hizo eso en tus fiestas!

-¡Él lo hizo peor!

Marcelino y Manolita rieron en alto.

-¡Aún peor! Tu padre incluso quería cantar en las fiestas de Luisita.-Manolita dijo riéndose.

-¡Y él no tenía buena voz!-ella explicó mirándome con una preciosa sonrisa.

-Suficiente chicas, van a terminar prohibiéndome ir a las fiestas. ¡Es absurdo! ¿No cree señorita Ledesma? ¿No cree que soy genial para las fiestas?

Sonreí al señor.

- Creo que sí señor Gomez.

-¿Ven? Amelia está de mi lado.

-¡Es porque tú nunca has bailado en ninguna de sus fiestas! -Catalina murmuró.

-Pero lo hará- dijo Luisita sonriendo.

Estuvimos hablando por unos minutos mientras tomábamos el desayuno. Marcelino estaba de muy buen humor. Cada tanto notamos algún lapsus de memoria por su parte, pero nada fuera de lo ordinario. Luisita estaba comenzando a acostumbrarse a ello, lo cual me hacía feliz por supuesto. Ver que Luisita estaba venciendo la enfermedad de su padre o mejor dicho, aprendiendo a vivir con ello, era muy bueno. Marcelino estuvo todo el tiempo contándonos historias de cuando Luisita era una niña pequeña, lo que nos produjo un montón de risas de nuestra parte y muchas avergonzadas expresiones por parte de Luisita.

-¡Papá suficiente! Estás hundiendo mi reputación con la señorita Ledesma.

-¿Qué? A Amelia no la importa, ¿Verdad? ¿A quién le importa si solo podías dormir con aquel osito Teddy?

-Papá...

-Necesitamos hacer saber a Amelia más de nosotros, especialmente de ti- el hombre habló como sabiendo lo que estaba pasando entre Luisita y yo-Y eso obviamente incluye tu miedo por dormir sin ese osito Teddy.

-No me importa Luisita, en serio. Incluso quiero conocer a tu amigo de la infancia.

Luisita me hizo una cara de burla, lo que me causó una buena carcajada.

-El señor oso está en mi departamento hasta el día de hoy, está guardado claro, diferente a lo que piensas ya no duermo con él.

-No lo sé, si yo fuera tú, Amelia, lo comprobaría.

-Déjemelo a mí, señor Gomez, lo comprobaré.

-¡No te atrevas a tocarlo, Amelia!

Dejamos salir una carcajada, lo que hizo a Luisita quejarse.

-Bueno, cariños, el desayuno fue genial, pero necesito irme. Voy a pescar al club con los chicos. He sido retado a pescar la mayor cantidad de peces.

-Papá, tu apestas pescando. -Catalina dijo mientras lo miraba.

- ¿Quién te dijo eso?

-Todas las veces que he ido contigo al club.

Luisita y yo reprimimos una risa.

-Habrás ido con otro padre, ¡Soy genial pescando Catalina!

- ¿Y la última vez que te caíste en el riachuelo?

-¡Tú me empujaste!

-¡Papá, eso es mentira!

Los dos se fueron discutiendo si Marcelino era bueno en la pesca o no, y quien le había empujado al riachuelo en el club de pesca. Los vi caminar lejos, Luisita se acercó a mí, sentándose a mi lado con una sonrisa preciosa.

- ¿Por qué me estás mirando así?

Luisita no dijo nada, se acercó aún más a mí, poniéndome un mechón de cabello tras mi oreja. Sus ojos esa mañana eran un tono mas claro y tenía una mirada feliz.

-Me gusta ver como de preciosa es mi novia.

Sonreí tímidamente, es nuevo tener esta cantidad de afectos con Luisita. Nuestra relación, la mayor parte del tiempo se veía envuelta en nuestros deseos carnales. Pero ahora, estamos en otro nivel.

-Estás haciendo que me avergüence.

-Lo siento.

-Vamos, tenemos que encontrar a las otras- hablé levantándome, pero Luisita se levantó y me sentó de nuevo agarrándome por la cintura.

-Ameli, realmente no quiero estar con las otras hoy. Tengo un programa diferente para nosotras.

Traté de adivinar en sus ojos cuales iban a ser los planes para hoy, pero fue en vano. Luisita me sonrió, todavía con sus posesivos brazos alrededor de mi cintura. Estábamos en el jardín de la mansión Gomez y podíamos ser vistas por cualquiera.

-Los planes no incluyen estar todo el día en la cama, ¿cierto?

Luisita rió.

-No cariño, incluye pasar el día en una casa maravillosa que tengo un poco más alejada. Se encuentra bastante desierta.

-¿Desierta? Luisita estás....

Empecé a hablar, pero rápidamente Luisita me calló con sus suaves labios.

-Estoy haciendo nuestro día mejor -susurró entre mis labios -empaca tus cosas, nos vamos en media hora.

Ella me guiñó para después irse.

Me quedé ahí unos momentos mientras veía a Luisita marcharse. ¿Podría ser todo mucho mejor?

-----------

En exactamente media hora, Luisita y yo estábamos entrando en un coche. Diferente a los otros, este era más deportivo. Un jeep negro. La mujer estaba colocando el equipaje en los asientos traseros mientras que yo ya estaba sentada en el asiento del co-piloto, pasando por las estaciones de radio.

- ¿Les has dichos a tus amigas que nos estamos yendo? -la mujer preguntó sentándose a mi lado.

-Llamé a Ana me atendió el contestador. Dejé una nota en su cama, espero que la vea.

-No te preocupes, le he dicho a Catalina que las avise también.

Sonreí robando a Luisita un pequeño beso.

POV Carolina

Caminaba de un lado a otro en esa pequeña oficina. Si había una cosa que odiaba era tener que esperar. Estuve una hora entera viendo a las bailarinas del "King's" en un duro ensayo escaleras abajo. Ya estaba impaciente, hasta que Ascensión apareció. Ella rió en el teléfono mientras hablaba con alguien. Tan pronto como posó sus ojos en mí, puso una sonrisa sarcástica. Terminando la llamada.

- ¿La fiesta no fue buena?

La morocha se sentó en su sillón mientras encendía un cigarrillo.

- ¿Cómo crees que estuvo? -pregunté de mal humor.

-Por tu cara, horrible.

Me quejé sentándome frente a ella.

-No fue buena obviamente, pero tengo buena información que nos puede ayudar muchísimo.

Ascensión entrecerró sus ojos en mi dirección, inhalando el humo para luego proceder a expulsarlo.

- ¿Viste a Amelia allí?

-Sí, ambas estaban pegadas todo el rato, Luisita ha debido de perder la cabeza y estar bajo un hechizo por esa mujer o algo así.

La rubia rio, con un tono sarcástico.

-El poder de Carol, ella seduce a todos los que quiere.

- ¡Ella no es como todos! -dije furiosa.

-Ella es como todos y muchos más. Gracias a mí, Amelia se ha convertido en una máquina de seducción.

-Tu máquina estará perdida, ¿sabes eso verdad?

- ¿Y qué si no lo hace?

- ¡Oh mi Dios! Para de ser ingenua, conozco a Luisita como la palma de mi mano, nunca permitirá a Amelia seguir exponiéndose de esa manera.

-No lo sé, Carolina...

-Ascensión, ¡Despierta! Estás al borde de perder tu piedra preciosa.

Ascensión cambió su expresión, parecía estar enfadada ahora.

-No puedo, el "King's" se mantiene en pie gracias a Carol.

-Ok, entonces deja de soñar con que Carol no dejará este lugar un día.

- ¿Qué encontraste entonces?

- ¿Conoces a Lourdes Ordoñez?

- ¡Por supuesto! Lourdes a veces visita el "King's" en las pocas veces que viene desde Europa, es una muy importante mujer de negocios.

-Exacto, oí una corta conversación entre Maria y Catalina la noche anterior. Me enteré de que Lourdes tiene interés en Amelia y al parecer Luisita la odia con todas sus fuerzas, tienen como una rivalidad al ser ambas mujeres empresarias de gran nivel.

-Me imagino, ambas son poderosas y trabajan en esa área. ¿Pero cómo puede eso ayudarnos?

-La mejor parte es que Lourdes demostró interés por Amelia delante de Luisita, y eso solo hizo incrementar su odio. Luisita es celosa y posesiva, Maria dijo "Luisita la mataría si se involucra con Amelia"

Por un instante, Ascensión se quedó mirándome tal vez, analizándome y tratando de saber lo que estaba maquinando en mi cabeza.

-Sabes que Amelia ni siquiera le daría la hora a Lourdes, ¿verdad? Es demasiado fiel como para engañar a Luisita.

Bufé, eso era obvio Amelia tenía un comportamiento ridículamente correcto, no iba a engañar a Luisita.

-Amelia no lo haría, pero Carol si, si tú estás de acuerdo claro.

- ¡Solo dilo de una vez y ya! -Ascensión habló furiosamente.

-Hagamos a Lourdes Ordoñez entrar en el juego, hagamos que la seduzca Carol.

- ¿Cuántas veces he de decirte que ella no le dará ninguna oportunidad a nadie?

-Sabemos eso, pero no estoy diciendo que vayan a estar juntas. Solo digo que Amelia siendo tu bailarina tendrá que bailar con quien tú le digas. -dije tomando su cigarrillo de entre sus dedos. - ¿Y que, si por casualidad eliges a Lourdes?

Ascensión sonrió, entendiendo ahora lo que quise decir. Inhalé el humo sintiéndome más relajada al instante.

- ¿Estás tratando de que Lourdes tome el puesto de Luisita verdad?

-Exacto, por lo que he entendido, ella solía salir con un montón de chicas, te dejo a ti que Lourdes tome interés por Carol.

-Lo que no es difícil, un baile, y estará a sus pies.

-Cuento con eso Ascensión.

POV Amelia

Me senté en la playa escribiendo con un palo sobre la arena, mientras Luisita se encargaba de darle un baño a Pepe. Era bueno ver a Luisita teniendo un poco de diversión, dejando a la Luisita mujer de negocios de lado incluso si fuese por unas horas. Pepe era el labrador que estaba en la casa de playa, aparentemente el ya conocía a Luisita, porque cuando ambas bajamos del auto el labrador fue directo a posar sus patas delanteras en el estómago de Luisita y ella lo abrazo. La rubia me presentó al perro como si estuviera presentado a alguien de la familia, el perro solo olió mi ropa y movió su cola, lo que a nosotras nos hizo reír.

Mire a la mujer que se acercaba con un short de mezclilla y un top de bikini negro con una enorme sonrisa. Se veía hermosa. Su cabello ligeramente despeinado voló un poco con la brisa del mar y su pálida piel estaba un poco roja por el sol.

- ¿Cansada Ameli? -Preguntó sentándose al lado mio.

Gire mi vista hacia ella sonriendo.

-Tu perro me tiro. -Hable haciendo un puchero.

-Lo siento bebe, ya te acostumbrarás a él.

-No soy fan de los perros grandes.

-Bueno yo los amo, tendremos uno en nuestra casa.

Vi al perro que se acercaba con una pelota en su boca. Luisita le sonrió, agarrando la pelota del suelo y lanzándola lejos.

- ¿En nuestra casa? -Pregunté sugestivamente.

Giró su cara hacia mí, sentándose más cerca.

-Claro, cuando nos casemos quiero un labrador corriendo por nuestra casa.

Sonreí, no por la idea de tener un labrador, después de todo tener un perro grande destruyendo mis muebles no era parte del plan que tenía en mente. Pero sonreí cuando vi que Luisita tenía grandes planes en su futuro conmigo. Matrimonio. Wow.

-No sé si quiero un perro destruyendo nuestra casa, Gomez.

-Él se sabrá comportar Ameli, lo prometo.

- ¿Quién te garantiza eso?

Le pregunté mientras ella lanzaba de nuevo la pelota a Pepe.

-Yo! Digamos que sé cómo domar bestias. -Dijo Luisita, dando una mirada traviesa en mi dirección.

Deje salir un travieso sonido, montándome a horcadas sobre la mujer que rápidamente me tomó por la cintura.

- ¿Eso es cierto?

Puse mis brazos alrededor del cuello de Luisita, mientras sus manos hacían caricias un poco traviesas por mi espalda.

-Sí, domé a la más grande.

- ¿En serio? Dime más. -Susurre mirándola a los ojos.

-Carol Rovira, ¿has oído de ella?

Mordí mi labio haciendo una sonrisa traviesa.

-Claro. Veo que realmente tienes poder, pero que pasa con Amelia, ¿también la puedes domar?

-Lo podemos probar ahora.

Luisita no me dio tiempo ni de contestar, rápidamente su mano fue a mi cuello acercándome a su cara y sentí sus labios en un fuerte beso. Sus manos bajaron a mi cintura apretando fuerte contra ella, hasta llegar a mi espalda. Enredo su lengua con la mía de una manera deliciosa, me empezaba a sentirme un poco excitada, empezaba, ya que tuvimos la intervención del perro al lado de nosotras. La bocanada de aire que provenía del perro empezó a molestarnos. Luisita desconecto nuestros labios soltando una risita.

-Pepe, ahora no amigo, ¿no ves que estoy ocupada? -Hablo como si le pudiera entender.

-Debería matarlo. -Dije mientras me paraba de su regazo.

-Ves la hiciste enojar. ¿Qué haré para arreglarlo ahora? -Le susurró al perro que la miraba feliz.

Me adelanté a caminar. Hasta que sentí su mano en mi cintura.

-No te enojes Ameli, Pepe es un buen chico.

-No me cae bien Pepe, él no ha hecho nada bien desde que llegamos.

Luisita rio, y caminamos dentro de la enorme casa. Camine rápido al baño mientras Luisita cerraba rápido la puerta evitando que el perro entrara todo sucio.

Me mire en el espejo viendo la pequeña marca del bikini que estaba usando esa mañana. Mi piel estaba bronceada, pero no en una manera exagerada. Lentamente baje mi short de mezclilla notando una pequeña cantidad de arena cayendo al suelo de porcelana del baño.

Tan pronto como bajé mis shorts sentí el cuerpo caliente de Luisita uniéndose al mío desde atrás.

- ¿Es necesario que diga lo sexy que te ves con este bikini? -Susurro en mi oído, provocando que se me erizara la piel.

Mordí mi labio, cerrando mis ojos cuando sentí sus labios deslizándose por mi piel caliente, y sus manos lentamente acariciando mi estómago.

- ¿Porque no podemos estar lejos una de la otra ni un día?

- ¿Porque estar lejos, cuando podemos disfrutar?

Abrí mis ojos viendo nuestros reflejos en el espejo. Era la vista perfecta de lujuria y deseo, pero también amor. Luisita, de un momento a otro me giro para quedar frente a frente pegándome al lavamanos. Sus ojos eran diferentes a los que eran hace unos minutos. Estaban más oscuros.

Cerré mis ojos tan pronto su boca tomó la mía en un feroz beso. Sus labios maltrataban a los míos con movimientos agresivos pero placenteros. Ella se movió, para poder arrojarme a la fría pared del baño pegándome a su cuerpo. Casi en una fusión con el alma. Jadeé en el momento exacto en que sus labios comenzaron una danza sincronizada en mi cuello, terminó con una mordida, que seguramente dejaría marca en mi cuello. Sus manos apretaron mi cola, ganando un involuntario gemido. Pronto bajaron a mis muslos levantándome del suelo, clavando sus uñas de una manera deliciosa en mí.

-Oh Dios...

Murmuré perdida, perdida en el deseo que me consumía, que me quemaba. Luisita había succionado toda mi cordura, mi vergüenza. Sus manos se deslizaron con deseo de mis muslos a mi trasero. Mientras las mías se perdían en su cabello jalando su boca para un beso sin aliento.

Hice que me bajara lentamente para después empujarla contra el lavamanos. Ahora yo estaría a cargo.

Nuestro beso era desesperado, como si fuera el último. Deje ir sus labios mordiendo su labio al final haciéndola sonreír maliciosamente. Mis manos subieron al top de su bikini, el cual rápidamente cayó al piso. Nos miramos por unos cuantos segundos, hasta que mis manos apretaron sus pechos. Ella se mordió el labio aguantando un fuerte gemido que insistía en salir.

Lentamente me agaché para agarrar uno de sus pechos con mi boca.

-Oh por dios, Amelia...

Ella susurro mientras le lamia lentamente el pezón. Ella era tan deliciosa que podría hacer esto todo el día. Succione su pecho como un felino sediento de lo que Luisita me podría dar, placer.

-Voy a acabar si sigues así, Amelia necesito más...

Y le daría más, mucho más. Deje ir su pecho, bajando por su suave estomago dándole besos. Abrí mis ojos y vi a Luisita viéndome intensamente, prestando atención a cada movimiento que hacía. Daba pequeñas mordidas en su estómago mientras que me encargaba de quitarle su short mojado.

Me arrodillé frente a ella, sabiendo cuanto la enloquece, me acerqué dándole un beso en su muslo, dando lamidas en él. Luisita abrió su boca y gimió cuando me acerqué a su centro.

-Shh, quédate quieta. -Susurre con una sonrisa en el rostro.

Su cuerpo estaba inquieto, ansioso por lo que vendría. Lentamente lamí parte de sus muslos dando pequeñas mordidas que la hicieron suspirar.

-Más te vale que dejes los juegos de una vez por todas, señorita Ledesma.

-Como desee señorita Gomez. -Deje las palabras salir con un poco de malicia.

Acerque mi boca a su centro que aún estaba cubierto por el bikini aspirando su delicioso aroma. Con mis dedos lo hice a un lado y empecé a lamer.

-Oh, sí. -Dio un fuerte gemido, apretando sus dedos en el lavamanos detrás de ella.

Succione y deslice mi lengua por su mojado centro. Ella se retorció por las caricias que mi lengua le hacía. Luisita trató de abrirse lo más posible para poder sentirme con mayor intensidad. De una manera devota seguí lamiendo su centro que ansiaba mucho más.

-Chupa... Mm...

Luisita era simplemente deliciosa.

Adictiva.

Cerré mis ojos y me concentré en darle placer. Deslizando mi lengua de arriba hacia abajo. Ella prácticamente rogaba por más contacto. Lentamente deslice mi lengua y presione su centro. La respiración de la mujer estaba alterada, su pecho se alzaba y caía agonizante.

-Más. Sólo hazlo!

Sentí su mano desesperada empujarme hasta que mi lengua hizo contacto donde ella más lo deseaba. Su clítoris.

-Sí, chupa justo ahí, Amelia. Y hazlo duro. -Ordenó con una voz rasposa y sexy.

Y así lo hice. Baje su ropa interior mirando su rosado y mojado centro enfrente de mí. Deslice mi lengua por su húmedo centro bajo la intensa y mirada de Luisita. Después la saboree otra vez, moviendo mi lengua en forma circular sobre el lugar, rápido y fuerte.

Haciendo que dejara salir un fuerte gemido, Luisita se inclinó hacia delante ofreciéndome más.

Abrí mis ojos y la vi que estaba con su espalda arqueada, mientras que sus gemidos llenaban mis oídos. El lugar estaba caliente, como un sauna. Podía ver el sudor de la mujer caer por todo su cuerpo.

-Oh ! Maldición !

Ella gimió cerrando fuerte sus ojos. Forzando sus caderas contra mi boca. Seguí succionándola con ganas. Su cuerpo carecía de control, se movía rápido y con necesidad.

-Oh, ¡voy a acabar Amelia! -Dijo con gemidos.

La succione más rápido y fuerte. Sintiendo sus dedos apretarme más fuerte. Dándome un pequeño dolor placentero por poseerla. Cuando él cuerpos de Luisita empezó a temblar moviéndose fuerte y rápido en mi hambrienta lengua. Ella estaba sin aliento y con una respiración pesada. Su cuerpo estaba apoyado en el lavamanos, fui subiendo dejando un camino de besos hasta sus labios, los cuales bese, haciendo que Luisita se probará a sí misma.

Cuando sus manos se atrevieron a tomarme de la cintura, retrocedí con una sonrisa maliciosa.

-Ni siquiera lo pienses Gomez, ve a bañarte, yo me bañare en otro baño.

-De ninguna manera, tú te bañarás conmigo. -Hablo mientras me sujetaba fuerte contra su cuerpo.

-Luisita...

-Es una orden señorita Ledesma.

Amaba profundamente cuando hablaba así, de una manera autoritaria. Le sonreí a la mujer que me jalaba hacia la dicha bañera junto con ella. Y como lo esperaba seguimos con lo que estábamos haciendo. Después de eso, Luisita me dio un baño, algo a lo que me podría acostumbrar, acompañado de besos y caricias.

Después de nuestra ducha nos acostamos en la gran cama que estaba en el cuarto y pusimos una película a la que no le prestamos atención. Estaba tan cansada ese día, recibiendo las caricias de Luisita en el ambiente fresco que tenía la habitación, que todo contribuyo a que me quedara dormida.

----

Me desperté unas horas después, sintiendo mucho frío abrí mis ojos y me encontre con la obscuridad de la habitación que estaba parcialmente iluminada por las imágenes de la TV. Me estiré lentamente notando que Luisita no estaba. Me senté en la cama girando para prender la lámpara que estaba al lado de la cama, donde vi una nota:

"Te espero afuera a las 8 PM, no tardes Ameli, te amo. L. Gomez"

Sonreí sosteniendo el pequeño pedazo de papel, imaginando que se traía Luisita entre manos. Mire mi teléfono y me espante. Eran las 7:10 PM y aún no me arreglaba.

POV Luisita

Todo estaba listo. Mire por décima vez, en menos de media hora, el reloj. Y todavía faltaba cuarto para las 8. Decidí tratar de esperar tranquila mientras bebía un poco de vino tinto.

Por suerte o destino la noche era increíble, el cielo estaba totalmente despejado siendo iluminado solamente por las estrellas. Todo era pacifico. Había puesto música de fondo para la cena que había preparado a luz de las velas para Amelia.

Sonreí al pensar lo tonta que podría estar siendo, pero no me importaba. ¿A toda mujer no le gusta estas cosas no? Tal vez con esto ella se dará cuenta de que en verdad la amo y que mis intenciones eran en serio. O tal vez que solo quería hacer sus días mejores a mi lado.

Cerré mis ojos sintiendo la fría brisa de la noche pegar en mi cara trayendo consigo una paz y alivio que no había sentido en mucho tiempo.

Abrí mis ojos viendo el reloj por una vez más. 8 PM. Gire para ver la entrada de la casa y la vi saliendo. Ella estaba hermosa caminando por el pasillo iluminado por las velas.

Amelia estaba usando un vestido rosa que llegaba a la mitad de sus muslos. Dando un aire totalmente delicado. En sus pies unos tacones color crema. Y su cabello ondulado, atado parcialmente de un lado dejando el otro un poco suelto. No sé por cuantos minutos admiré a la mujer, pero pronto sentí sus manos tocando las mías.

-Te ves hermosa. -Dije mirando a sus ojos brillosos.

Ella sonrió tímidamente.

Lentamente me acerqué robando un beso a sus labios, los cuales sabían a cereza.

Amelia se quedó por unos instantes con su frente pegada a la mía disfrutando el momento. Hasta que nos separamos y la morocha miro alrededor de la cubierta. Mirando una mesa cerca de nosotras acomodada apropiadamente con cubiertos y velas.

-Tenías esto planeado desde hace tiempo? -Preguntó alzando una de sus cejas.

-No amor, se me ocurrió hoy y pensé en sorprenderte.

Caminé hasta una de las sillas la cual corrí, indicándole educadamente que se sentara. Y así lo hizo. Me senté frente a ella sirviendo un poco del vino tinto, que siempre bebíamos juntas. Amelia parecía realmente asombrada con todo, su expresión era de asombro y emoción.

- ¿Te gusta?

-Es perfecto.

- ¡Es gracioso! Una vez te dije que tenía excelentes habilidades culinarias y ha llegado el tiempo de que las pruebes.

-Veamos si eres buena en la cocina, Luisita.

Lentamente puse una pieza de carne en el plato de Amelia. Ella lo corto delicadamente poniéndolo en su boca. Espere a ver su reacción, que gracias a dios fue la mejor de todas.

- ¡Esto es maravilloso!

- ¡Ves! Te dije que era buena en la cocina.

-Cocinaras para mí el resto de mi vida Luisita.

-Cocinare para ti cada vez que tenga tiempo. Cuando nos casemos lo haré.

Amelia me miro por unos segundos.

- ¿En serio te quieres casar?

-Si Ameli, quiero que un día tú seas Amelia Ledesma Gomez. -Dije tomando un sorbo de vino.

- ¿Quieres que me olvide de Carol Rovira? -Amelia pregunto deslizando sus dedos sobre el borde de la copa.

-Quiero que exista solo para mí. Y pronto.

Amelia me miro por un momento sin entender lo que decía.

- ¿A qué te refieres con eso?

Tome un profundo respiro colocando mi mano en la de ella haciendo caricias.

-Quiero que dejes el"King's"    

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