Manipulado por mi Secretaria...

By Naomi_A_C

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SINOPSIS « Todo por tu amor» Cuando todo cae... Tu también lo haces. Ver sus lágrimas caer, sentirte el ser m... More

SINOPSIS
INTRODUCCIÓN
Capítulo 1 Estoy dispuesta
Capítulo 2 Pérdida irreparable
Capítulo 3 No lo acepto
Capítulo 4 Dolor irreconocible
Capítulo 5 ¿Hermanos?
Capítulo 6 No son míos
POR FAVOR 😨
Capítulo 7 No hay nada que perdonar
Capítulo 8 Gritos desesperados
Capitulo 10 La embarazada soy yo
Capítulo 11 Incluye Morir
Capítulo 12 ¿Qué has hecho?
PORTADAS
Capítulo 13 Miedo
Capítulo 14 Mentira
Capítulo 15 Protección
Capitulo 16 Inmaduro
Capitulo 17 Viejo
Capitulo 18 Intercambio
Capítulo 20 Quiero saber
REDES SOCIALES
Capitulo 21 Supuesta llamada
Capítulo 22 Tengo que confiar
Capítulo 23 Persiste su amenaza
Capitulo 24 Duras y sinceras palabras
Capítulo 25 Dulce Fragancia
Capítulo 26 Cariño Mío
Capítulo 27 Sueño desvanecido
Capítulo 28 Dímelo a mí
[Fragmento] N° 1
[Fragmento] N° 2
[Fragmento] N°3
Capítulo 29 Me tienes en tus manos
[Fragmento] N° 1
Capítulo 30 Agonía dolorosa
FRAGMENTO N° 1
FRAGMENTO N°2
FRAGMENTO N°3
FRAGMENTO N° 4
Capítulo 31 Lindo e inesperado destino
EPÍLOGO

Capítulo 9 Escúchame

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By Naomi_A_C

Día del juicio

03 de junio 2019

11:34 a.m.

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Los gritos de ayuda que ignoré.
Ahora son sollozos de rabia

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— Señor aquí tiene el currículum de la señorita Samantha — María traía los labios en una mueca de desagrado. Evitando a toda costa verme.

— gracias — mis manos toman la carpeta de una nueva empleada, para recursos humanos.

— Me retiro sin más — ese tono, brusco un con desprecio, se ha hecho muy común escucharlo, en especial de parte de mis amigos, o lo que quedaban de ellos

— Espera por favor — blanquea los ojos y se sienta frente a mí. — Espera — Intento corregir mis palabras  — ¿Cómo está ella? — Pregunto. Noto la rabia que irradia de sus ojos tras escuchar lo que dije.

— No comprendo nada, enserio — Me hago el desentendido — ¡ Estas loco! — si, esperaba ese tipo de reacción por parte de ella — Feliz, saltando en un pie. ¿Cómo crees que está? — su mirada era acusatoria, y no me niego , he sido una mierda estos días.

Y tengo que seguir siendo una mierda

— Es una pregunta — Digo con cinismo.

— Cínico, hijo de la grandísima... — Se lo que me va a decir — Cumple con ir al palacio de Justicia. No puedes tenerla así de por vida. — ¿Así? ¿Qué le pasa?. Sus manos me dejan algo en la mesa. — esta es a la Ámbar que estás dejando, a la que estás formando. — Era su celular, María me muestra una foto de ella.

Llorando, llorando mientras miraba la televisión.

— Necesita de tu apoyo. No te necesita como esposo, ya no, te necesita por los bebés — Me aconseja quitando la foto de mi vista.

Quiero seguir viéndola

No importa si es así, apenas dejaba ver a una Ámbar devastada, cansada.

Quiero verla de cerca.

De cerca.

— Te necesita y es enserio —me trago el nudo en la garganta. Disimulo ajustando mi corbata

— Puedes irte, solo pregunte algo insignificante — Podía meterme mis mentiras por cualquier lado. Pero quería información, Paúl ya no me habla. Y solamente Miguel , me dijo que ella volvió a la normalidad. Que está bien de salud y mis hijos igual.

Mis hijos, no podía gritarlo, no podía ir y hablarles o susurrarles cuanto los amo.

Pero no respondí, no respondí nada más y ella se salió, tumbando la silla en que se sentó, cerro la puerta con fuerza.

Ni bien salió, tome mi pelo con desesperación.

Yo no quiero esto, yo no quiero ir a ese lugar.

— Esa muchachita, me está sacando de quicio — Su voz, su molestosa voz me tiene acomplejado, deshecho mentalmente. — Deberías de despedirla — Nunca, es a la única persona que puedo preguntar,sin que me deje con dudas.

— Lárgate sino me estás trayendo papeles, te lo he dicho — Escucho los chirrido del arrastró de la silla.

Podía matarla simplemente, podía hacer que alguien la dejará en medio del océano Atlántico si yo quisiera ahora mismo.

Pero ella estaba ahí, con Lorena.

— Me das pena Octavio — dejo de jalonear mi cabello para dirigir mi vista a la víbora maldita frente a mí — Simplemente podrías, olvidar a esa mujer — mueve su pelo claro, dejando su claro escote operado.

No trae el uniforme, simplemente viene como le da la gana, y me he cansado de decirle que se cambié

— Y enamorarte de mí. Al igual que ella, no hay diferencias — No, hay mucha demasiada diferencia entre ella y Ámbar.

Ámbar, era mi mujer. Una linda chica, que se enamoró de un ogro como yo. Que me dió su vida, su cariño y su corazón, las dejo en mis manos.

— Tú eres una... — Quería gritarle todo lo que aguanto — Tú no tienes nada de lo que es ella — Veo si decepción y molestia en sus ojos y sus labios dejan esa sonrisa arrogante — Nada, entiéndelo. Hay una razón por la que estoy contigo, pagando tus cirugías, tus estúpidas compras y tus viajes.  Ámbar no tiene ni siquiera el pelo teñido, mételo eso en la cabeza. Realmente no eras nadie hasta hace unos meses.  — Lo solté.

Se lo dije.

— Estás conmigo por el contrato que tengo entre tú y esa. Sientes algo por mí — mi sonrisa aparece.

— Estoy contigo, porque la amo. Amo a mi esposa, la amo demasiado — Se lo digo poniendo las manos en mi mesa, dejando que se arruguen algunos papeles. — La estoy protegiendo de tus malditas garras que lo única que quieres lograr es que me aleje más de ella. — Cierra los ojos.

— Lo estoy haciendo, claramente — asegura.

No sé que pensará después de todo.

— Sabes que — Calla abriendo los ojos , teniendo furia en ellos. — Se que hablarán de el embarazo de ella. Pero que... Tú dirás — Se levanta caminando a  pasos ordinarios — Que no son tuyos. Van a ver muchos problemas, pero  niegate — ¿Estoy escuchando bien?

— Te estás pasando de lanza, eso es mucho. No lo haré ¡No lo haré! — Grito caminando a la mesa donde estaban las bebidas — Andate a donde quieras... Pero no negaré a mis hijos. Yo... — Me callo teniendo la vista en la botella de Vodka — Son míos, son mis hijos — Me servi con desesperación la bebida en uno de los vasos y lo bebí enseguida.

— Sabes que nunca me alejaré de ti. Eso significa que no los verás. ¿Para qué ponerle alas a las mentiras? , mi amor — No quiero oírla — Dilo, di que la dejaras sola y que te valen esos niños...

Pero comencé a sollozar, comencé a sentirme desagradable, sucio. Un maldito que estaba cayendo más y más en una trampa. En una mentira sin fin.

— Lo harás ¿no?

¿Dónde?

¿Dónde están esos malditos papeles?

......

1:54 p.m.

La rabia, la molestia y decepción en sus ojos, me tenían rendido.

Mi abogado, intento que no hablará. Pero lo hice, hice que ella me odiara, más de lo que ahora lo hace.

Traté de decirle otra cosa. Un mensaje subliminal, pero esto, esto es mucho para ella. Palabras sin sentido salían de mis labios.

Cuando hizo, la lectura del acta de divorcio que yo le mandé a ella.

Breves recuerdos de ella pasaron por mi cerebro. El día en que aquella mujer de lindos ojos azules, entraba triste a mi oficina y cuando le dije que sí, esa alegría que ella misma soltaba.

Me hizo sentir débil.

El juicio termino, y no de la  mejor forma que ella había elegido.

Me negué a mis hijos. Pero ahora todo se tiene que comprobar, por medio de una prueba de paternidad.

¿Por qué lo hice?

Por el simple hecho, que ver avergonzada a Ámbar de manera nacional, me destroza. He visto lo que Lorena es capaz. El contrato puede caer en manos de  Balak, mi padre me odiara de por vida. Y ni que decir de Ámbar.

Tras dejar algunos documentos, salgo antes que ella, pero quería sentirla cerca. Tomar un mechón de su pelo y guardar el recuerdo y aroma de ella.

Pero me detengo al verla que ella aún no se  ha ido.

Aquel vestido, le queda precioso. Tantos días sin admirar su belleza, me ha tenido loco, envuelto entre las sábanas con dolores en el corazón

— Hubiera preferido mil veces seguir siendo una camarera — Dice de repente y siento aquel estremecimiento por mi cuerpo. Ese tono de voz, lo escuché unas tres veces. — A ser tu secretaria , a ser parte de tu vida. No se lástima a la gente que amas — se gira para darme la cara — Pero tú... Ni me amaste , no hubo rastro de amor de ti hacia mí. ¿No tuviste compasión de mí? Cuando te conté todo ¿no te conmovió nada ?— Por sus palabras, sentí aquel revoltijo en el Estómago. De mis ojos salieron unas lágrimas, pero las limpie rápidamente antes de que sus bellos y apagados ojos me dejarán verla.  —  Dime una cosa... ¿Te gustó jugar conmigo? ¿Te gustó verme caída? ¿Te gustó saber que pudiste jugar conmigo? — tantas preguntas, tantas preguntas que tienen su repuesta.

No,  a mí no me gustó verla así, no me gusta verla así. Ella no es nada de la Ámbar que conozco.

Es por su bien

"¿A pesar que con cada maldita palabras, la destrozas y ella pierde la fé y confianza que tenía en tí?"

Esa pregunta que mi propia cabeza formuló, me hizo dudar de responder.

— Si... — El estremecimiento en su cuerpo, la fuerza que empeñaba en sus puños, su ceño fruncido me hizo ver lo último de Ámbar, de una mujer amorosa.

— Gracias por ser sincero. Me hubiera gustado que seas así... — quiero Besarla, abrazarla y caer delante de ella, con las rodillas en el suelo y la cabeza agachada — Me hubiera gustado que seas así desde el comienzo , que hubieras dicho esto , antes de todo.  Hasta nunca — Me ha hechado de su vida. Tras desahogar sus dolores, teniendo a gente alrededor.

Pude ver como sus piernas flaquearon al caminar, por ello la mujer que vino con ella tuvo que agarrarle la mano y llevarla hacía el ascensor.

Antes de que cierren las puertas, ella no deja de ver sus sandalias. Dirijo mi mirada a la mujer que me saca el dedo de en medio mostrando el odio que me está teniendo ella  y las puertas se cierran.

Bien.

Todo el mundo está a mi contra.

Pero me lo merezco, me lo merezco al hacer sufrir a mi mujer, a mis hijos.

Tengo que hacer algo, hacer algo, para al menos tener el amor de mis hijos.

Porque el de Ámbar, lo tengo perdido.

Perdido para siempre.

......

— ¡Que no me agrada! — La voz retumbaba por toda la casa. Mi madre dejo el cuchillo en la tabla de picar mientras cerraba los puños sobre la mesa.

La chica de la limpieza, se asusto por el golpe que hizo mi madre.

— Te juro que le voy a arrancar  todas las extensiones que trae puesta. — bebo un vaso con agua, quitándole importancia a ella.

Me importa poco lo que le pase a esa mujer.

— Madre...

— ¿Qué hiciste hoy? ¿Como fue lo del divorcio? Dime que te arrepentiste por favor — Mi madre, mi adorada madre tenía la esperanza.

La esperanza que cambiará de decisión.

— Tengo que hacerme una prueba de paternidad cuando nazcan. Y se firmara el divorcio — Pero está vez, no solo un cuchillo fue el sonido que me estremeció por completo.

— ¡Estás loco! — Escucho los pasos de mi madre acercándose. Hasta que el golpe en mi hombro me hace suspirar antes de ver a mi madre y mentirle a la cara. — No te crié así Octavio Black. ¿Qué has hecho? ¿Qué...? — Pero las palabras son cortadas cuando una de las chicas de limpieza aparece corriendo.

— Señora y Joven... Hay alguien en la puerta y no quiere irse sino habla con usted joven — mi madre se aleja dejándome solo. — Es el joven Alexis — Y sin más. Camino hasta llegar a la puerta principal de mi casa.

Mi madre ya estaba ahí, y pude ver como algo se destruía en mi madre, mientras Alexis le contaba.

— ¿Pasa algo?  — mi madre, por unos momentos me mira con odio para después dejarme saber que todo lo que he hecho. Lágrimas descendían de sus mejillas mientras intentaba cubrirlas.

La ira, miedo y pánico me hizo correr hasta tenerlo a él, frente mío.

Cuando trato de hablar o calmar a mi madre, el impacto de un puño en mi quijada me hizo desequilibrar un poco, escuchando el grito desgarrador de mi madre.

— ¡Por mierda! — abrí mis ojos, sintiendo dolor en esa parte de mi rostro. Dirigí mi mirada a Alexis, que traía los ojos rojos de furia. — ¡¿Qué pasó por tu cabeza al decirle eso a mi hermana?! — Pregunta gritando, causando temor en mi madre, quien intentaba limpiar la poca sangre que brotaba de la herida — ¡Le has dicho a tu madre lo que le dijiste! ¿Fuiste capaz? — Mi madre grita el nombre de Roberto — ¿Le dijiste que negaste tus hijos?. ¿Qué te gustó jugar con mi hermana? — La mirada que mi madre me da es de pura decepción notable.

— Roberto, llévate al muchacho de aquí — mi madre ordena.

Roberto intenta llevárselo, pero se quita el agarré de Roberto, para acercarse a mí, tenerlo cara a cara.

— Es lindo verla así — Desesperado saca una foto de su bolsillo trasero, toda doblada, pero dejaba ver a Ámbar, acostada en su cama, con los ojos cerrados, teniendo las mejillas coloradas y aún se notan las lágrimas en las esquinas de su ojos — ¿Se ve bien mi hermana? — Le muestra la foto a mi madre y después a Roberto, quienes miran sorprendidos — Mi hermana está más que bien ¿No Octavio? — La foto vuelve a mí, y con ese tono de voz, tan irónico me hace ver por breves momentos al piso — ¿Por qué lo haces? ¿Por qué te  has empeñado en causarle tanto dolor? Mi hermana te dió su confianza maldito infeliz. Te dió algo que ella dudaba en tener. Te dijo sobre nuestra vida, algo que ella nunca, nunca en su vida dijo.  — Golpe tras golpe en mi abdomen hacen que retroceda y nos metemos más a mi casa. — Ella es lo único que nos queda, lo sabes tan bien Octavio. No tengo madre, no tengo padre. Ella... Ella es lo único que nos queda — Explica mientras mi madre intenta pararlo — Lo sabes tan bien. Sabes todo Octavio... — Tira la foto al piso dejando que mi alma caiga con ella

— Yo...— Pero ninguna palabra más, sale de mí.

— Haré que te arrepientas de cada lágrima que has hecho caer a mi hermana. Te haré sentir el dolor de perder a alguien tan importante. Te haré sufrir, lo que es perder a tus hijos. — Amenaza con odio en su voz.

Mi cabeza trata de descifrar palabras para decirle. Mis puños se cierran por la rabia acumulada en mi cuerpo.

Le doy un puñetazo en la comisura del labio, teniendo que ser agarrado por Roberto, deteniendo mis pasos hacía él.

— Sabes que son tus hijos... Lo sabes, pero te lo niegas ante todos. Eres el ser más despreciable en este mundo — Limpia con el dorso de su mano la sangre que sale de él, haciendo una mueca en ellos.

Quiero acercarme a él y golpearlo, que él reciba mis golpes, pero no. Él no es el causante de mi rabia.

Pero más gente se adentra a mi casa.

— Vámonos.. ¡¿Alexis estás bien?! — La voz de Liliana llena el pequeño círculo de tensión. Ella agarra su mandíbula inferior y lo inspecciona — Vámonos ahora. Tenemos que tapar eso para que Ámbar no lo veo — Paúl y Miguel aparecen trae unos segundos después.

Muevo mis brazos, para que Roberto me deje en paz.

—  Les dije que vendría aquí... Vamos muchacho, ya veo lo que has hecho — la mirada de Paul, recae en mi quijada.

Alexis sale con los jalones de Liliana, que se lo lleva fuera de mi casa.

Miguel y Paúl, se quedan viendo como mi madre sale huyendo del momento y Roberto camina hacía el pasillo de la cocina.

Quedando solo con ellos.

— ¿Ninguno dirá nada? — Pregunto

— ¿Para qué? — Los brazos de Paul estaban tras de él. No me miran, sino que algo atrás mío

— Si tú, te sabes la respuesta — Y sin más, Leila aparece y les dice algo al oído de ambos, estos asienten mientras salen sin decirme nada.

.....

07 de Junio 2019

— Tienen que viajar ahora mismo — Informe dejando de beber el vino de mi copa.

— Si , tu padre nos llamó anoche. — Miguel deja de jugar con su llavero y me mira

— Queremos el informe de los gastos del último mes — Paúl entra dejando algunos papeles.

— ¿Por qué? Mi padre los tiene cada fin de mes — Les digo.

— Tenemos que llevar algo. El nivel del dinero de la empresa está bajando Octavio — Paúl abre la carpeta que traía — Fíjate... Mucha plata está siendo malgastada en cosas que ni de la empresa es. — Cierro los ojos. Paul sabe que ese dinero que falta son gastos en mi nombre. — Explícale eso a tu padre y a Damián — Como él es quien está al pendiente en el departamento de finanzas de la empresa en Bolivia.

— Lo haré — Miguel se levanta de su asiento y acomoda su saco para caminar a la puerta. Sale y cierra la puerta sin decir ninguna palabra.

— No dije nada porque esto es entre nosotros — Paúl toma el lugar de Miguel hablándome — Habla con tu hermano. El dinero que está faltando es mucho. Octavio deja de darle esos gustos a la chica...

— Eres la primera persona que no se dirige a ella como una zorra o trepadora — Él no sonríe, sino que me mira molesto.

— Sino fuera por la empresa y  porque aún te guardo un poco de apreció, no te dirigiría la palabra Octavio — Y sí, tiempo que la única persona que no me ha ignorado por completo. — Aún no te entiendo amigo, no logro comprender lo que haces — Ahora soy yo, quien lo busca con la mirada. Pero él, se rasca la nuca con cierta incomodidad. — Me voy. Estoy mal con tenerte aquí — ¿Por qué?

— ¿Por qué?

— Porque estoy del lado de ella. Estoy con ella, remplazandote a tí. Y créeme, se ha hecho muy difícil amigo — Deja de rescarse para irse sin decirme más nada.

......

18:32 p.m.

— Señor, la señora Lorena lo espera en la mesa — La cocinera me mira molesta para después sentirse intimidada.

— No tengo apetito, que terminé de comer y vaya a su cuarto. No quiero que me moleste hoy — Ella asiente y baja a la primera planta de la casa.

Camino hacía mi despacho, el único lugar, donde me he estado refugiando de ella.

Entró al lugar. Dejo mi chaqueta en un mueble y salgo de ese lugar.

Con cada paso, saco la llave que llevo todo el tiempo. Llego hasta aquella puerta, donde antes era dormitorio de ambos. Muevo el pomo de la puerta, y el olor del perfume que puse sigue en todo el cuarto.

Cierro con cuidado la puerta y pongo el seguro para que nadie entre a molestar.

El tocador con lo que ella utilizaba, estaba intacto, cada labial, cada rimel o polvo seguían en su lugar.

Dejé de mirar ese lado y avancé hasta la cama. Donde estaba tendido un par de pijamas.

Ers ropa mía, pero una era de Ámbar y la otra de mí.

Camino hasta la cama, quien tiene nuevas sábanas tendidas y las almohadas acomodadas en su lugar. En la mesita de noche, el computador y una cartera estaba a su lado.

Por un momento, por un breve momento, pequeños recuerdos hicieron acto presente, tras sentarme en la cama.

Su risa.

Su mirada.

Su forma de ser tan perfectamente imperfecta. Tener sus errores, tener sus virtudes que la llenaban de alegría y gozo.

Retiré la camisa de mi cuerpo y la tire a alguna parte del cuarto, me puse la polera y me puse el pantalón de tela para dormir.

Antes de acomodarme en la cama, agarré mi celular y su computador y me acomode con ellos.

Conecte el celular al computador. Busque aquellas carpetas que había hecho.

— ¿Estás celosa? — ella hace puchero frente a la cámara, pero intenta taparlo — Dilo — su cabello estaba esparcido por toda la cama

— No, bueno si... ¡ Deja de grabar! — Mi risa en aquél vídeo es tan natural, que ahora mismo mis labios se forma una sonrisa. — Octavio ya basta, hombre — Y el vídeo termina.

Quedo callado viendo que en la portada del vídeo, ella está sonriendo en ese momento.

Busco el siguiente video que tenía

— Saludé señorita — Mi voz, hace que ella deje de leer unos papeles. Pero tenía algo mío, aparte de mi ropa.

Mis lentes

— Hola — Saluda moviendo frenéticamente la mano en dirección de la cámara

— Usted tiene algo mío, demeloExijo, veo como intento quitarle mis lentes, pero ella se mueve más a la orilla de la cama — Dame — Niega con la cabeza, teniendo una sonrisa superior en su rostro.

— No, me siento más intelectual — Nuestra carcajada hace que yo mueva la cámara constantemente.

Y el video se corta.

Pocos segundos, pocos segundos de grabación, que me dejan ver, que era feliz.

Sin querer queriendo, yo ya era feliz con ella. Con cada sonrisa, con cada gesto o con cada ocurrencia, era algo tan llamativo de Ámbar. Algo que te enamora sin querer queriendo, me enamoré de una gran mujer.

Y por primera vez, me arrepiento mil veces de mis decisiones.

Entiendo aquellas personas que dicen, que en los momentos más felices y que nosotros los tomamos como insignificante, en un futuro lejano, llegan a ser recuerdos memorables. Y que daría todo, para retroceder el tiempo y disfrutar al máximo esos instantes con la personas que amas.

Y es cierto, nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde.
.....

08 de Junio 2019

04: 32 p.m.

— ¿No piensa bajar a comer? — Carmen, la cocinera habla entrando a mi despacho.

— Se me ha ido el apetito...

— Estos días, mucho se te ha ido el apetito — Asegura mirándome molesta por mis actitudes

— Por cierto... ¿Roberto?

— Le dió el día libre y salió a Porongo a ver a su hija — tras la mención de la palabra hija, me siento distinto.

— Saldré a tomar aire — Apartó los papeles que tenía en la mesa.

— Aún guardas el vestido — dejo lo que hago para ver a donde esta colgado el vestido de novia.

— Si... — El recuerdo sigue ahí.

— Sal de aquí... Necesitas unos momentos a solas — asegura dejando algunos adornos acomodados en sus lugares.

— Tienes razón — Agradezco que alguien diga algo que pueda traerme paz.

....

18:32 p.m.

— Gracias — digo a la niña que me pasa la servilleta.

Termino de comer los nuggets de pollo y salgo del lugar.

Podría ir a uno de los juegos del cine, al menos despejar mi mente. Aunque me vería muy infantil.

Mejor una película, una de esas románticas, de las que Ámbar anhelaba ver en estad fechas.

Llego hasta la escalera electrónico, delante mío, hay una pareja de jóvenes. Quienes discutían por cual película verían.

— Pero yo quiero esa... — La chica se apoya en el hombro del chico, quien cansado asiente.

Sonrió sin detener mis pensamientos, ella era igual de insiste en todo y más, testaruda.

Cuando llegamos a la segunda planta, camino para ir a pedir mi boleto.

Su película que ella quería ver era la de:

Atentamente:  Pablo

Y por la portada de la película, se nota que es de esas que hace llorar a las mujeres e intentan matar a la persona que creo la película.

Con razón Ámbar era obsesionada en que si o si debíamos verla.

De mi chaqueta suena aquel sonido que me dice que es una llamada.

Si es Lorena, lo apago.

Lo saco de mi bolsillo, mientras espero para comprar pipoca y una soda.

Ámbar

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Me aleje de la fila para leer si, de verdad era ella.

Llamada

— ¿Hola? — Hablo, pero se escucha un gran alboroto. — ¿Ámbar?

— Disculpe por llamarlo, pero ha sido el único número que me ha contestado hasta ahorita... ¡Denle agua!

— ¿Por qué tiene el celular de...

— Octavio... — Parece que le acerco el celular a Ámbar.

Su voz débil y rasposa me hizo mirar hacía el ascensor para caminar hasta el

— ¿Ámbar? ¿Qué pasa? — Pregunto presionando el botón del ascensor para que se abra— . Mierda... — digo ya el ascensor se abre y  que de este, sale mucha gente.

— Señor, la señora se ha puesto muy mal. Me ha dicho que busqué a un tal Alexis, los comunarios lo están buscando. Pero no hay nada — Me adentro al ascensor y me apuro a cerrarlo.

— ¿Qué más dice ella?

— ¿Qué? Ricardo... Dice Ricardo — Golpeo con mi mano libre a la puerta del ascensor, que no llega rápido hacía el estacionamiento.

Ricardo.

— ¿Dónde está?

— No sé si sea seguro

— Soy su marido, dígame¿Dónde está mi esposa? — Las puertas se abren y busco el lugar donde estacione mi coche.

Porongo, señor

— Dígale que iré en minutos. Ayudenla por favor. — Roberto dijo que fue allí — Que no le pase nada a mis hijos y pueden buscar a Roberto, Hanna, Anahí y Alexis. Los tres últimos son sus hermanos. Deberían estar con ella. — En el GPS, buscó la ruta más rápida de llegar a ese lugar — No dejen que nadie salga de su comunidad.

— Señor... Ya ayudamos a la señora. Pero no hemos pillado a ese tal Alexis, el pueblo se esta moviendo por los alrededores.

— Háganlo, busquen por favor —  arranco con fuerza el coche. Siguiendo las indicaciones del GPS.

— Bien...

— Díganle a ella — ¿Qué? — Que no se preocupe, por favor

Fin de la llamada

Piso el acelerador mientras el GPS me indica las  calles.

— ¡HEY CUIDADO ESTÚPIDO! — levanto el brazo sacándole el dedo de en medio al auto que esquive.

.....

— Soy al que llamaron — Exclamo pisando el freno pero no apagando el auto.

La señora, que traía un palo en mano me deja pasar y arranco rápidamente. Hasta ver a varías personas caminando por todos lados.

Niños estaban sentados en la cancha de Fútbol, alumbrados por los faroles del alrededor.

Pare el coche, baje de él para caminar hasta uno de las casas.

— ¿Disculpe? — detuve a un señor con barba — La chica embarazada, eh... ¿Dónde está? — Veo la confusión del hombre, hasta que una señorita, viene corriendo hasta el hombre.

— Papá, necesito gasa y alcohol... — Me exaspera escuchar eso, que le habló a la chica.

— ¿Para quién es?

— Es para... — La chica antes de responder, se calla. — Eres tú, eres el de la foto. Ve hacia donde dice alcaldía de Porongo y entra. La chica está un poco consciente...

— Gracias — corro hasta llegar donde ella me informó.

Dos jovencitos, me detienen.

— Vengo por ella. — Los niños me dejan pasar, entro a ese lugar y escucho como la gente habla cuando me ven entrar.

Camino entre los pasillos, hasta que una mujer muy mayor. Me apunta una puerta.

Sin pensarlo entro a ese lugar.

Mis piernas flaquean al verla así.

Camino hasta ella, tomo su mano delicada y fría para llevarla a mis labios y besarla.

La perdía, estuve a punto de perderla para siempre, no que se alejaba. Sino que moría ,iba a morir.

— Octavio... — Sus ojos se abrieron apenas, pero logro verme antes de cerrarlos y tomar aire pausadamente. — Mis hermanos... Mis hermanos... — miro a la chica quien limpia algo en sus rodillas.

— Al chico le están limpiando la sangre de su cabeza, pero tenemos a una sola niña — La escucho sollozar, ya que ella lo ha escuchado. — Están entrando casa por casa para ver si no tienen a la otra niña — Mierda.

La delicadeza de su agarré desaparece para ser una de más fuerza.

— Por favor, por favor búscala. Busca a mi hermana — Limpio las lágrimas que salen de sus ojos.

Me acerco y beso su frente, tardando en despegar mis labios de su piel.

— Lo haré — Y no pude. No pude aguantar mi indiferencia que quería decirle. No aguanto mis ganas, y le doy un beso casto en sus labios, para salir de ese cuarto.

— Octavio — Miro hacía la derecha y estaba Alexis con Hanna de la mano — Mi hermana no está — Solloza molesto.

La niña que me miraba, con cierta rabia se aleja de su hermana y camina hasta tomar mi mano.

— Se la llevo un tipo de capucha. Yo... Yo salí corriendo, pero la atrapó a ella — Empieza a llorar mientras aferra sus manos en mi pantalón.

— Necesito que me acompañes y me digas donde estaban. Tal vez, no se la hayan llevado — Alzo a la pequeña y salimos del lugar. — Hanna... ¿Dime dónde estaban? ¿Te acuerdas?

— Por ahí — Me apunta a la calle lateral de aquí. Camino, y siento la presencia de la gente atrás mío.

Camino con la niña, y ella me guía por donde vino corriendo.

Mosquitos empiezan hacer acto presente.

— ¡Ayuda! — Todos nos ponemos alerta al escuchar la voz de una mujer.

Corro como puedo con Hanna en mis brazos.

Llego hasta casi mi auto, de nuevo.

Al lado de este, en el suelo hay una mujer desmayada y la puerta de mi auto abierto.

Bajo a Hanna de mí, la dejo cerca de una señora y le pido que me dé su palo.

Con pasos sigilosos, me acerco a la puerta abierta.

— Octavio — la pequeña niña estaba metida en el piso de la parte trasera del auto. — Octavio — La niña al verme, sale del coche colgándose de mi cuello.

Todos que me seguían se dispersan a los costados buscando a la persona que tomo Anahí.

— ¿Estás bien? ¿Te toco algo ese tipo? — Anahí niega con la cabeza.

— No era un chico — Me dice muy segura — Si, era una señora — ¿Una mujer? — Me estaba llevando con la boca tapada. Pero se la mordí y corrí hasta este auto. Lo siento

— Tranquila... Ámbar está un poco mal

— ¡Anahí! — Hanna grita al ver a su hermana en mis brazos.

Bajo a la niña, mientras estás se abrazan.

.....

09 de Junio 2019

03:21 a.m.

Todos estaban durmiendo, a excepción de Ámbar, quien tenía las manos en su vientre tocándola.

Roberto se quedó en casa de su hija, ya que le habían golpeado con un fierro la piernas y al parecer va a necesitar asistencia médica.

Alexis había recibido un golpe en la cabeza con una piedra, según él. Un hombre desconocido se abalanzó a él y después recuerda estar rodeado de personas.

— Gracias — Un momento incomodo se forma entre nosotros — No supe que te habían llamado a ti. De seguro interrumpí algo importante — Habla con ironía

— No — digo — Bueno no me dejaste ver:  Atentamente Pablo — Miro por unos momentos su reacción.

Ella no evita su cara de sorpresa

— Como está en estreno, quise ir a verla. Para ver, si era tan buena como me dijiste — Ella me mira por un momento.

— Lo había olvidado

— Yo no. Me acuerdo cuando me dijiste que iríamos a verlo así, si el cielo se caía — Me rio, al recordar como ella no dejaba de recordarme durante casi un mes.

— Creo que después de todo, me olvidé de eso — Y todo eso, era nuestra boda fallida. Nuestro rompimiento, nuestro encuentro en el palacio de Justicia.

— Quiero hablar contigo, ahora — Le digo firmemente

— Bueno, yo no quiero — Aparco el coche a un lado de la carretera.— Agradezco todo. Pero está actuación ya puede terminar — Estoy siendo sincero.

Estoy siendo directo

— Bueno, hoy haré lo que yo quiero. Y uno de ello, es que tú me escuches — Decido lo que hoy , voy hacer.

Ya no aguanto más.

Tenerla lejos, me tiene en un constante bajoneo, en que mi cabeza no deja de rondar a cada segundo que ella, ella a tomado mis palabras como un trago amargo y que puede alejarla más de lo que ya esta.

— Me da chiste que tú, ahora quieras hablar conmigo — la ironía y la rabia es muy molestosa.

Pero tiene razón, estoy tratándola de una manera que a cualquiera lo confunde a quien sea.

— Juegas conmigo — La miro — Juegas como si fuera tu juguete y créeme me he vuelto más rabiosa de lo normal, créeme que ahora mismo, quiero arrancarte los ojos — Y si, está más rabiosa de lo que pensé. — Además ¿Por qué?. Tú y yo no tenemos nada que hablar... Yo que recuerde dijiste que no son tus hijos, que no sé qué más y que querías el divorcio ya. Además que estás con esa mujercita que... De verdad — Se mueve para quedar mirándome — De verdad estoy muy, muy confundida. Llévame a mi casa o me voy como sea de aquí. Pero hablar más de lo normal, tú y yo. Ya no más — Sus manos juegan con un cordón que había en el auto.

— Escúchame... — Y me atreví. Tomé sus mejillas entre mis manos. Sus grandes y lindos ojos quedan fijos en los míos, pero sus manos no tardaron en arañar las mías — Quiero que me escuches... Porque ya no aguanto más, no aguanto seguir mintiendo, seguir viendo como yo soy causante del dolor que prometí alejar de ti — Sus manos, poco a poco dejan de intentar safarse de mi agarré. — Te amo mucho, más de lo que pensé. Más de lo que pude aguantar este tiempo. Te amo — Sus manos se ponen encima de las mías, ya no poniendo resistencia.

— No me mientas más... Ya no más — Limpió las lágrimas que escurren. Trato de no hacer ruido para poder acercarme a ella. — ¿Por qué ahora?

— Porque, por una llamada, pude sentir el peor temor de mi vida. No solo te podía perder a ti, podía perder a mis hijos — Apoyo mi frente a la de ella susurrando — Porque al igual que tú. Ya no puedo con una mentira, que solo ocasiona un dolor inconfundible. Que con recordar los momentos lindos junto a ti, me han hecho desear retroceder el tiempo y disfrutar todo a lo máximo al tenerte a mi lado. Me he dado cuenta que tú eres ese algo, que alguna vez busqué y soy el causante que te vayas de mi lado. Que vivas y te hundas en un dolor...

— Pero... — Y callo su susurro besando sus labios sin su consentimiento de ella. Y volví a sentir lo que extrañaba, lo que me completaba como hombre. Pero tan especial fueron estos segundos, ella logra empujarme

— No — Dice negándose — Aléjate de mí Octavio.

— Pero Ámbar...

— ¿Qué crees? Me has sido infiel, te has acostado con esa mujer — su gesto me trae muy consternado — Y ahora esto... De verdad no te entiendo, enserio no logró comprender nada.

— Tenemos que hablar. Quiero que me escuches

— Lo traté. Traté de escucharte. Pero ya me has dicho tantas cosas, que no se cual creerte, Octavio. No sé que creer en tí. Porque no es lo mismo, no es bueno lo que tú me haces a mí.

— Pero... — Ella hace gesto de que no hablé tan fuerte — Tengo que hablar, esta vez te hablo yo

— ¿Quién me hablaba hace semanas entonces? ¿Tu hermano gemelo malvado? No seas ridículo, por favor — Ríe con ironía mientras apreta sus manos una con las otras.

— Te hablaba una persona que te quiere y te está protegiendo

— ¿Protegerme de qué? Ricardo estuvo cerca mío, pero... Mierda ya no — Veo su confusión, porque está tratando de creerme — No...

— Te salvó de lo único, que puede destruir nuestra vida.

— ¿Qué?

— El contrato — Y su rostro se palidece en el momento que susurro aquellas palabras. Sino fuera por la luz que el poste da, me deja ver su rostro de miedo.

— Octavio... ¿Qué mierda?







Holi...

¿Qué tal?

Les gusto el primer capítulo narrado por Octavio, quería darles un poco de felicidad a ustedes.

Espero que les guste...

Atte:

Naomi_A_C

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