El beso fue suave, sentía la suavidad de sus labios junto con los míos como si fueran dos plumas rozándose, era como si el mundo alrededor de pronto dejara de existir, se congelara, en ese simple instante que hacía estallar de rubor mis mejillas. Nuestras respiraciones se entrecortaban y podía jurar que los labios de Oliver provocaron la sensación de tocar el cielo. Mis manos estaban aferradas a su cara, e inclusive podía sentir su rostro arder también. Era un instante que creí que se volvería eterno, y en cierto punto lo fue, pero en el momento que nuestros labios se despegaron y nuestras frentes quedaron juntas, una bocanada de aire me hizo volver a la realidad, como si está hubiera desaparecido por un minuto.
-Creí que no querías saber nada conmigo.
-Bueno, quizás no era así.
No pude evitar la sonrisa creciendo por mi cara.
Eso fue hace dos horas, ahora me encuentro en mi habitación tratando de componer una canción con mi guitarra.
G - Am - Em - C
They are making my head explote.
Nonono, lo borro con mi goma y reescribo la frase.
Silence makes my head explote.
Necesito un piano. Tengo la sensación de que esta melodía sonaría mucho mejor.
¿Quién tiene un piano?
Bajo las escaleras. Mi padre se encuentra barriendo el piso del comedor.
-Pa.
Levanta la mirada.
-¿Sí?
-¿Conoces a alguien que tenga un piano?
Pone las manos en las caderas.
-¿De dónde sale este repentino interés por la música?
-Siempre estuvo. -susurro por lo bajo.
-Nunca me lo habías dicho antes.
-Ahora te lo estoy diciendo.
-¿Puedo escucharte en algún momento?
-Si levantas mi castigo, sí.
-Ja ja ja.
Hoy es la obra de teatro, si dijera que no estoy nada nerviosa, estaría mintiendo.
Las clases pasan normalmente. Quisiera decir que toda mi popularidad se ha ido al retrete luego de lo sucedido con Caroline, pero no. Sólo ha incrementado.
Las personas siguen sintiendo curiosidad por mi repentino cambio y no entienden cómo de un día para otro fui una alguien completamente distinto.
No entienden por qué yo misma elegí desechar la posición social por la que la anterior Amelia tanto había trabajado ni por qué mis aficiones se habían corrido de sendero tan fácil y drásticamente.
Es decir, ¿qué chica preferiría aquí el teatro antes que el fútbol?
Hablando del deporte, cada vez que me encuentro a alguna jugadora ésta me fulmina con la mirada. Cada vez.
Quizás están resentidas porque las he abandonado.
Como sea, sorprendentemente, Tyler, desde la otra noche, ha cambiado su trato con nosotros al 100%. Es como si fuéramos amigos.
Hoy a la primera hora se acercó a pedirme disculpas por cómo fue su trato conmigo durante y al finalizar nuestra relación. Yo decidí hacer lo mismo ya que estaba consciente de cómo mi otro yo lo había tratado.
Caroline me esquiva cada vez que me ve, yo sé que está herida. También se que ella apreciaba a la dueña del cuerpo que estoy habitando, pero no puedo superar el hecho de haber sido maltratada físicamente de esa manera, me llevé la peor parte.
Por eso no hago el más mínimo esfuerzo por recuperar su amistad, dejaré que eso se encargue la otra Amelia. Ella la cagó, ella debe solucionarlo.
Si es que alguna vez vuelvo.
Mi relación con Johann está por los suelos, lo cual me tiene muy angustiada. Pero ya lo he intendado y entiendo su enojo. El pensamiento de que ella no sea la misma Johann de mi realidad me tranquiliza.
Además, aquí me he hecho nuevos amigos, como Francis.
A Oliver no lo he visto en toda la mañana, me pregunto si habrá faltado mientras me dijiro al aula de teatro. Él es protagonista, no puede hacer eso, ¿verdad?
Mi pregunta se contesta sola cuando lo veo ensayando arriba del escenario con otros de los chicos.
Se me forma una sonrisa.
Él me ve e imita mi acto.
Subo al escenario de un salto y le doy un pequeño abrazo, él me corresponde.
-¿Nervioso?
Asiente frenéticamente como un niño.
-Todo saldrá bien, no te hagas problema.
Él esta ligeramente maquillado, vestido todo de blanco. Comienza a caminar de un lado a otro. Lo detengo posicionando una mano en su hombro.
-Saldrá bien.
-¡Vayan todos a cambiarse!
Dice la que dirige la obra y yo hago como dice.
Ensayamos un par de veces y llega un momento en que me canso.
Los que hacemos teatro nos podemos saltear un par de clases para hacerlo.
Mientras que pasan las otras escenas, (en las que no estoy, las cuales son la mayoría) empiezo a recorrer otras habitaciones del lugar.
Este salón es enorme y no entiendo cómo no me había tomado el tiempo de explorarlo antes.
Paso los camarines con el vestuario y hay una puerta en la parte trasera. Camino hasta allí y miro hacia todos lados antes de abrirla.
Es un cuarto lleno de instrumentos musicales, las paredes son marrones y lo que más llama mi atención es un piano de cola gigante en el centro de éste.
-Jesús.
Prácticamente me avalanzo encima del objeto y levanto la tapa. Me siento, posiciono mis dedos sobre las teclas y disfruto la sensación.
Me doy cuenta de que no había estado cerca de un piano desde antes del cambio con Amelia2.
Empiezo a tocar la canción que estoy componiendo y, definitivamente, sonó mucho mejor.
La inspiración me sirve para terminar algunas de las frases que me faltaban y eso hace que la canción esté casi completa.
Al terminar, escucho unos aplausos y giro la cabeza.
Parada en la puerta, hay una chica con una boina recostada en la pared. Supongo que ella debe ser la que normalmente se encuentra aquí y se encarga de cuidar los intrumentos.
-Hola. -saludo.
-Es una canción muy linda. ¿Es tuya?
Asiento.
-¿Me la podrías enseñar?
-Claro.
Le anoto los acordes rápidamente y pasamos unos minutos cantándola. Es una chica muy dulce, me agrada.
-¿Cómo te llamas?
-Soy Melanie. ¿Y tú?
-Amelia.
Se le escapa una pequeña risa.
-¿Tú eres la famosa Amelia?
Me encojo de hombros.
-Supongo.
-Lo siento, pero te imaginé un poco más como una cretina. Escuché rumores y fui un poco prejuiciosa.
-No pasa nada.
La puerta es abierta de golpe y uno de los chicos de teatro aparece.
-¡Amelia! ¡Aquí estabas! ¡Ven rápido que la obra ha comenzado!
Ups.
Corro junto a él y a medida que me acerco, escucho las voces de los que están actuando.
Detrás del escenario, están todos los actores esperando por salir.
-¡Amelia! -grita la directora en un susurro. -¡Que sea la última vez que nos haces algo así!
-Lo siento.
Camino por entre los actores para llegar a la cortina. La corro un poco para poder ver lo que sucede del otro lado.
Oliver está desarrollando su papel con facilidad y la obra transcurre con éxito.
Veo que las gradas están llenas con toda la escuela y siento pánico.
¿Por qué me metí en esto?
El pecho se me llena con una sensación extraña de nervios que, por más que me esfuerce y trate de actuar con normalidad, no se quiere ir.
¿Qué es esto? ¿Cómo rayos hago que se vaya?
Pasan unos minutos y llega mi turno.
Respiro hondo y atravieso las cortinas.
A medida que avanzo todos se van quedando en silencio, quizás sorprendidos de que vaya a actuar.
Oliver me da ánimos con la mirada para que continúe.
Quedo frente suyo y digo la primera palabra.
-Hola.
-¡Amelia! ¡¿Crees que porque no sirves más para el equipo te puedes convertir en una actriz exitosa?! ¡¿Qué te sucede?! -escucho cómo una chica grita.
El alma se me cae al suelo al escuchar a toda la escuela romper en carcajadas.
Me siento pequeña al dejar la mirada de preocupación de Oliver para ver a la gran masa de personas riéndose a mi costa.
-¡La chica se dio por vencida de querer estar a nuestra altura y ahora tiene complejos de actriz de Hollywood!
Las piernas me tiemblan. ¿Cómo alguna vez podría en contra de tanta gente? ¿Por qué todos me odian?
-¡Pobre! ¡Se cree que tiene talento!
Una lágrima se me escapa al ver que todos comienzan a decir cosas hirientes.
Estoy sola.
-¡Acéptalo Amelia! ¡Te has vuelto marica y no hay nada que puedas hacer para salvarte a ti o a tu carrera! ¡Diste tu futuro por vencido al abandonar el equipo!
Me quedo sin aire al escuchar cómo el público comienza a cantar en coro. "Vete Amelia"
Y lo último que escucho son sus ovaciones al salir corriendo.