El amor en los tiempos del in...

By Cambel_a

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¡Vamos, conéctate! ¿Qué es lo peor que podría ocurrir? ¿Enamorarte de una extraña a miles de kilómetros? ¡Por... More

Dedicatoria
Nota
PARTE 1: DEL AMOR Y OTROS VICIOS
Capítulo 1: La maga
Capítulo 2: Un fin de semana cualquiera
Capítulo 3: Solicitud de amistad
ANEXO 1: Perfiles de facebook
Capítulo 4: La noticia
Capítulo 5: Trampolín
Capítulo 6: ¡Skype!
Capítulo 7: Noche de fiesta
ANEXO 2: Perfil de facebook
Capítulo 8: Adrenalina
Capítulo 9: Récord
Capítulo 10: Magnus
ANEXO 3: Personajes de Magnus
Capítulo 12: Día de campo
Capítulo 13: Confusiones
Capítulo 14: Direcciones
Capítulo 15: Feliz cumpleaños
Capítulo 16: Sin conexión
Capítulo 17: System error
PARTE II: CORAZÓN CORAZA
Capítulo 18: Fiebre
Capítulo 19: Achicopales
Capítulo 20: Conexión virtual
Capítulo 21: Ponerse al día
Capítulo 22: Lenguaje
ANEXO 4: Diccionario de Leanguadismos
Capítulo 23: Nuevas experiencias
Capítulo 24: Bloqueado
Capítulo 25: Signa amoris
Capítulo 26: Abstinencia y reencuentro
Capítulo 27: Dulces quince años
Capítulo 28: Tenemos que hablar
Capítulo 29: Hablar de amor
Capítulo 30: Magia y Arte
ANEXO 5: ¿Qué es el amor?
Capítulo 31: Moulin Rouge
Capítulo 32: Hermandad
Capítulo 33: A la distancia de un clic
Capítulo 34: Navidad
PARTE III: AMOR ETERNO
Capítulo 35: Una rosa
Capítulo 36: La persona más afortunada del planeta
Capítulo 37: Nuevos sabores
Capítulo 38: Arte
ANEXO 6: Diccionario de Leanguadismos, segunda edición
Capítulo 39: 14 de febrero
Capítulo 40: Crisis
Capítulo 41
Capítulo 42: En el puff con forma de pelota de fútbol
Epílogo: Último anexo: Cosmos*
Nota final y agradecimientos
Instagram

Capítulo 11: Terapia a la distancia

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By Cambel_a

En julio comenzaron mis dos semanas de vacaciones de invierno que coincidían con los tres meses de vacaciones de verano que tenía Guada. Se me estaba haciendo costumbre, desde entonces y sin darme cuenta, charlar todos los días con Lutina. Nos contábamos cómo estábamos, cómo nos había ido en el día, lo que opinábamos sobre ciertos temas, y a veces también charlábamos para simplemente reírnos, para distendernos de nuestras rutinas y para aconsejarnos.

El hecho de que los dos tuviéramos más tiempo libre en estas semanas hizo que charláramos y jugáramos aún más. Magnus se había convertido en el más favorito de mis juegos preferidos. No solo por el juego en sí, sino por lo divertido que era jugarlo con ella. El récord que habíamos hecho de seis horas seguidas solo charlando ya lo habíamos batido. Habíamos logrado el sábado el nuevo récord de diez horas ininterrumpidas de pura charla y juegos.

Nos hicimos demasiado cercanos, sabíamos bastante el uno del otro y quizá el hecho de vivir lejos y de pensar que jamás nos conoceríamos en persona nos hacía entrar más en confianza, o al menos esa era nuestra teoría de por qué nos llevábamos tan bien.

Ese día, Guada y yo estábamos charlando en una llamada por skype, y hablábamos sobre Gus, el chico que a ella le gustaba. No era precisamente el estilo de chico que a mí me gustaría que estuviera junto a ella. De hecho, parecía que la consideraba una conquista más, me hacía acordar un poco a la actitud que tenía Bruno con las chicas con las que salía. Yo pensaba que la maga merecía más, aunque no se lo decía, ya que por las respuestas que me daba, al parecer ella estaba consciente de que Gus no era, ni sería, el amor de su vida. Eso me tranquilizaba.

Además, ya lo había visto en algunas de las fotos que la maga subía a su Facebook y físicamente tampoco me parecía la gran cosa. Era rubio, su mandíbula era demasiado grande y prominente y tenía ojos de sapo, no literalmente, por supuesto, pero me recordaban a ese animal. No era feo, aunque su cara no me terminaba de agradar, además hacía comentarios estúpidos en las fotos de la maga, se podía notar que no era muy listo.

Guada me estaba contando que a su amiga Paula también le gustaba Gus. De nuevo, no sé qué le veían a ese chico.

—Parece que a Paula le gustaba desde antes, aunque nunca me lo había dicho –me explicaba—, y ahora está algo enojada conmigo porque Gus y yo nos besamos cada vez que nos vemos.

No pude evitar sentir celos de que él tuviera la oportunidad de besarla a ella repetidas veces y que para colmo no la conociera lo suficiente como para apreciar a quién estaba besando y lo valioso que eso era.

—¿Y a Gus le gusta Paula? –le pregunté.

—Ni idea –me respondió—, él es un alma libre, no estamos en un compromiso ni nada por el estilo. El problema no es él, es que Paula se enoje conmigo por eso.

—Pues que se joda Paula –comenté, después de evaluar la situación—, si tanto le gustaba Gus pues se lo hubiera dicho, y ya.

—Sí –me contestó la maga—, es lo que pienso. Creo que es de cobarde no decirle a alguien que te gusta –se quedó callada unos momentos—. Por ejemplo, tú...

Pero justo interrumpió nuestra conversación el sonido de una notificación en mi celular. ¡Era un mensaje de Macarena! Un mensaje de texto, por supuesto, en ese entonces mi celular era un nokia, un ladrillo que solo recibía mensajes y llamadas, pero tenía algunos juegos adictivos como el de la viborita. Los Smartphone ya eran bastante populares en el mercado, pero sucedía que mi familia no podía darse ese lujo.

—Wow, tengo un mensaje de Maca, no sabía que ella tenía mi número de celular –le comenté a la maga.

—¿Qué dice? –se interesó ella.

—"¡Hola, Lean! Espero que podamos vernos pronto. Sos muy tierno y me encantaría que se repitiera lo de la otra noche" –le leí a Guada—. Y me adjuntó un emoji guiñando un ojo.

—¡Wow! –comentó ella—. Veo que Maca sí dice lo que piensa, me agrada eso. ¿Y qué le vas a responder? ¿A ti te gustaría volver a besarla?

—Bueno, sí –le respondí sinceramente—, lo malo es que tendré que vivir con mi padre durante el fin de semana.

—Ya veo, entiendo tu problema –me respondió la maga, con tono desanimado—. Pues respóndele eso, que te gustaría besarla otra vez. ¡No! ¡Sé más romántico! Dile que no pudiste dejar de pensar en ella y que estás ansioso por que se repita el beso.

—¡Wow! ¡No sabía que eras una romántica! –Me reí por su consejo—. Pero no voy a mentirle a Maca, no estuve pensando en ella todo el tiempo.

—No tiene que ser verdad –rió ella—, ¡tiene que ser romántico! Ella te escribió varias palabras. ¿Qué le vas a decir? –Y se burló con una voz gruesa que denotaba estupidez—: ¿"Sí, besémonos pronto"?

—¿No es eso lo que te dice Gus y a vos te gusta? –la inquirí.

—Mi relación con Gus es muy diferente –me detuvo fríamente—. Maca parece una niña tierna que hasta se esforzó por preguntar por ti y conseguir tu número para mandarte un mensaje adorable. No seas frío con ella.

—¡No voy a ser frío! Pero tampoco voy a mentirle.

—¿A ver? ¿Qué vas a ponerle?

—Le voy a decir algo como: "¡Hola, Maca! El próximo finde voy para allá y nos vemos", con una carita feliz o algo así.

—¿No vas a mencionar lo del beso? Ella lo hizo.

—No, mejor así –le respondí—. No sé cómo agregar que quiero besarla sin sonar mal.

Lutina volvió a reírse de mí con su melodiosa voz.

—Eres increíble. Ella te dijo "tierno", tienes que decirle algún cumplido también. Solo pon "besas excelente, quiero hacerte mía".

—¡No!

Lutina se rió más fuerte aún.

—De acuerdo, de acuerdo. ¿Qué te parece así? –me propuso después—: "No puedo esperar para verte el próximo finde, también me encantaría que se repitiera."

Lo medité unos segundos, estaba bien, sonaba más cálido, pero tampoco era una mentira romántica.

—De acuerdo –acepté—. Wow, nunca pensé que mandar un mensaje fuera tan complicado.

—No lo es –me respondió—, es que eres hombre y tus funciones básicas no vienen con la función de mandar lindos mensajes.

—¡Ey! ¡Nada que ver!

—Claro que sí –rió ella—, no tengo pruebas pero tampoco dudas.

—¡Qué sexista! –me enojé en tono bromista.

Charlé un poco más con Maca, quedamos en que le avisaría cuando fuera al campo y que nos veríamos, quizá podríamos ir a tomar un helado o algo así. Guada me dio esa idea y me pareció muy buena, cuando se la propuse a Maca ella estuvo más que contenta. Luego, casi de inmediato, me llegó una solicitud a Facebook de Macarena Rivas, y obviamente la acepté.

—Recuerda no asustarte la próxima vez que ella te bese –se volvió a burlar de mí Guada.

Puse los ojos en blanco y continuamos charlando, de hecho, el resto del día lo dediqué sin darme cuenta a hablar con la maga hasta muy tarde.

Mi madre estaba cenando con su novio Darío, de modo que yo preferí dejarles intimidad y cenar en mi habitación mientras charlaba con la maga. Era extraño, pero no me sentía cómodo en mi casa con Darío presente, supongo que me tendría que ir acostumbrando, ya que era el futuro padre de mi futuro hermano. Pensé que tampoco me sentía cómodo en el campo. Sentía que no pertenecía a ningún lugar.

—Yo siento algo parecido –me confesó Guada cuando se lo comenté—, no es lindo que tus padres estén cuestionando todo lo que una hace. Y que prefieran a mi hermano ante todo, él hace todo bien, saca buenas notas, no sale a bailar, es perfecto. ¡Pues porque el mocoso tiene doce años! Y es de lo más molesto, pero claro, a él nunca lo regañan y siempre yo tengo que quedarme a cargo de la casa. ¡Él no hace nada, jamás ha colaborado con los quehaceres domésticos! Como dirías tú: "un bajón".

—Te entiendo, de verdad te entiendo –le respondí, intentando darle ánimos—, y nadie es perfecto, cada uno es diferente y en eso tus padres están muy equivocados. Vos sos una chica inteligente y divertida y además con un increíble talento artístico. Tu hermano es un niño de doce años, no deberían ni siquiera compararlos.

—Pero lo hacen... y me hacen sentir sola.

Me sentí muy identificado con esas palabras que quedaron en el aire por unos momentos. De haberla tenido en persona la hubiera abrazado y le hubiera susurrado que no estaba sola, que ya vería cómo se arreglaría todo, aunque no fuera cierto, pero con el simple objetivo de reconfortarla.

—Creo que los padres no nacen sabiendo cómo ser padres –reflexioné en voz alta, pensando también en los míos—. Ellos simplemente son seres humanos, con sus fallas, y no se dan cuenta de cuando nos lastiman.

—Deberían.

Y entonces pensé que ella tenía razón, quizás deberían. Recordé a mi padre y comencé a contarle cómo era conmigo y lo mal que me hacía sentir muchas veces. Hablé y hablé, sin parar, como nunca antes. Jamás me había sentido tan escuchado antes.

Le conté que me había abofeteado cuando salimos del boliche el día de mi pelea con Ramiro, y lo desamparado que me solía sentir siempre que me había golpeado. Nunca antes había hablado sobre esos temas, ni siquiera conmigo mismo, ni yo sabía cuánto me podían llegar a afectar realmente y jamás se me había ocurrido contárselo a alguien.

Guada primero me escuchó atentamente, después me consoló y finalmente me dio algunos consejos, según ella yo tenía que negarme a subirme al auto de mi padre en forma de protesta.

—¿Y por qué no les dices que no quieres ir todos los fines de semana a ver a tu padre?

—Las veces que lo he hecho, todo ha salido peor. Entonces supongo que prefiero dejar las cosas en el status quo.

La verdad era que la opción de la rebeldía nunca se me había ocurrido, simplemente no lo había pensado así, no estaba entre mis posibilidades. Quizá era por mi personalidad, o quizá por la costumbre de haber sido siempre dócil con mis padres.

Después ella habló un poco más sobre los suyos. Al parecer tenían algunos problemas económicos, y ya la habían amenazado varias veces con que no iban a pagarle su Universidad si planeaba estudiar Arte. Pero Guada decía que no le importaba, que trabajaría y se pagaría ella sola su propia carrera.

—Acá las Universidades más prestigiosas son del estado –le comenté—. Es muy buena educación y gratuita.

La simple idea de que quizás ella podría venir a estudiar a mi país me regocijó.

—Me estás dando una buena razón para viajar a Argentina a conocerte. –Su voz sonó mucho más alegre y eliminó los tonos de frustración que estaba manejando mientras me contaba sus problemas.

—Yo estaría encantado de ser tu guía turístico y de alojarte mientras estudies.

Ella se rió y yo sonreí.

—Suena a un muy buen plan, pero habría que ver qué opinan tus padres.

—Nah, ya estaré viviendo solo para ese entonces –soñé.

—Lo único malo es que extrañaré a Paula –comentó. Y entonces retomamos el tema que había quedado pendiente.

Al parecer a Guada le dolía que Paula estuviera alejada de ella, pero tampoco le parecía justo dejar de besar a Gus solo porque su amiga estaba celosa.

—Pienso que está siendo una idiota por cómo está actuando –me comentó—, además, Gus siempre me ha gustado a mí también y ella lo sabía. Pero a la vez es mi mejor amiga y la extraño mucho y odio que esté enojada conmigo.

Me dieron muchas ganas de abrazarla muy fuerte en cuanto la escuché decir eso con la voz quebrada. Pero como solo podía hablarle, tuve que usar mis palabras para consolarla sin contacto físico.

—Ustedes han sido mejores amigas durante mucho tiempo –le dije—, estoy seguro de que Paula va a recapacitar y se va a dar cuenta de lo estúpido que es enojarse por eso. Estarán bien, no es tu culpa que a ella también le gustara Gus. –Me respondió un silencio pensativo del otro lado de la línea. Rápido, debía hacerla reír—. Chicks before dicks* –agregué, con mi mejor acento inglés.

Y lo logré, una pequeña risita se asomó y su humor cambió a uno más positivo. Mi alma se regodeó de alegría al notar que podía cambiar su estado de ánimo aunque no estuviéramos juntos, aunque nos separaran varios miles de kilómetros. Me encantaba saber que podía aconsejarla, estar para ella y sobre todo, hacerla sentir mejor, porque Guada se merecía estar bien.

—No conocía esa frase, pero cuánta sabiduría –me respondió entre risitas.

Hablamos hasta muy tarde ese día, tanto que sin darnos cuenta se hicieron las doce de la noche en mi país, por lo que tendríamos que dejar de hablar para poder dormir. Al otro día sería lunes, y sería un día largo para mí, ya había creado varios currículums para llevar a diferentes lugares y así conseguir un trabajo de medio tiempo. Necesitaba dinero para reponerle la camisa rota al hermano de Maca y también porque no venía nada mal tener algo de efectivo para mis propios gastos.

—Hasta mañana, curanderito –me saludó—, ya es muy tarde en tu planeta de argentinos.

—Hasta mañana, maguita –le respondí entonces—, un placer charlar con vos, en serio.

—Sí, es terapéutico –se rió ella—. Fue como una terapia a distancia –agregó, reflexiva.

—Ojalá estuvieras acá –le dije sin pensar—, me gustaría darte un abrazo.

Era increíble, pero en muy poco tiempo había desarrollado una conexión muy fuerte con esa chica que había conocido a través de una pantalla.

—Algún día, cuando saltemos en paracaídas, ahí nos abrazamos –me respondió ella. ¡Qué pesada con lo del paracaídas! Lo repetía siempre que tenía oportunidad.

—Te recuerdo que voy a saltar en paracaídas cuando tenga cáncer terminal o algo así –le expliqué—, no tengo intenciones de morir de un paro cardíaco antes.

De nuevo, su risa melodiosa.

—Qué exagerado eres. Ya, ve a dormir, que se te hace tarde. Yo voy a seguir aquí despierta, tengo tres horas menos que tú, ya veré qué más puedo hacer antes de dormir, seguro en un rato voy a cenar algo. Pero tú tienes que dormir porque estás tres horas en el futuro –me ordenó en tono maternal—, y tres horas en el futuro se duerme. ¿O quieres que te cuente un cuento para dormir?

Lo decía en broma lo sé, pero le tomé la palabra, la verdad era que no quería dejar de hablar con ella.

—De acuerdo –le respondí, retándola a que lo haga—. Podés intentarlo, quizás me duerma.

—Bien –me dijo ella una vez que estuve listo para escuchar y dormir—. Pero quiero que te prepares, será una historia digna de un Premio Nobel.

Me reí y me acomodé en mi cama con la computadora, de tal manera de poder seguir hablando con ella.

—Esta es la historia de una hechicera muy poderosa llamada Lutina –comenzó a narrar ella.

—Hm, ese nombre me suena.

—¡Calla! Yo estoy narrando la historia, tú duérmete –me ordenó y yo me reí—. Lutina, la bella hechicera, quería dominar todo el mundo.

—Ah, era malvada entonces -comenté.

—No, nunca dije eso –me aclaró.

—Solo los malvados quieren dominar el mundo.

—¡Dominar al mundo no es exclusivo de malvados! ¿ok? –se enojó ella—. Pero esta maga tenía un amigo que por alguna razón sus padres lo habían llamado Sunspeaker, él era un sacerdote y entonces no le parecía bien que ella quisiera dominar el mundo y siempre se lo cuestionaba y le decía que "solo los malvados quieren dominar el mundo" –lo último lo dijo imitando una voz muy graciosa y molesta—. Porque era un fanático religioso.

—Yo creo que ese sacerdote tenía razón –le respondí para molestarla.

—Pues no la tenía –me respondió ella enojada—. Estaba muy equivocado, y como Lutina era muy poderosa lo mandó a dormir durante mil años con un hechizo nivel diez y entonces él la dejó de molestar y ella dominó el mundo. Fin.

—¿Qué? ¡Termina muy rápido! No me pude dormir así.

—Claro que sí, Lutina te hechizó para que durmieras –se rió ella—. Y es corto porque es un micro relato –me explicó con tono orgulloso.— ¡Te toca contarme un cuento a mí! Te reto a que me hagas dormir, vas a ver qué difícil.

Sonreí y comencé a contarle una de las historias que había escrito hacía un tiempo. Era sobre un hombre mayor que se cuestionaba sus acciones pasadas, había tenido varias profesiones a lo largo de su vida pero ninguna le había gustado. Su trabajo actual consistía en vigilar varias cámaras de seguridad de un edificio.

Pero esa noche había ocurrido algo mágico, nunca antes se había encontrado en un momento parecido a este: las diferentes cámaras de seguridad ya no mostraban al edificio, sino imágenes de su pasado, diferentes flashes, y algunas quizá del futuro y otras sobre sus personas cercanas.

Se daba cuenta entonces de que la vida no era algo lineal, sino una acumulación de sucesos, de momentos. Vio sus errores, aprendió de ellos, descubrió la importancia del prójimo y de la naturaleza. Todo en los segundos que duró su epifanía. Cuando el hombre volvió en sí, las cámaras volvían a mostrar el edificio, se descubrió a sí mismo en su trabajo, en su rutina. Pero ahora veía el mundo con otros ojos, era un hombre nuevo.

Guadalupe me escuchaba y cada tanto comentaba algo sobre la historia, me decía que le gustaba y que yo era un muy buen narrador. Hasta que finalmente dejó de comentar y comencé a escuchar que su respiración se hacía más lenta y profunda.

—¿Guada? –pregunté de forma suave, pero ya no obtuve respuesta.

Qué bien, mi historia había hecho el efecto de dormirla, no sabía si sentirme orgulloso por haber cumplido mi objetivo o entristecerme porque mi historia había sido aburrida y Guada se había perdido el "gran final".

Pero de todas formas, nada de eso me importó, porque escucharla dormir comenzó a hacer efecto en mí. Ella respiraba a un ritmo acompasado bastante arrullador que me indujo a relajarme tanto que finalmente me quedé dormido yo también.

********

*"Chicks before dicks", es la expresión inglesa contraria a "Bros before hoes". El sentido de la primera frase es que las amigas deben estar antes que los chicos, aunque literalmente significa "chicas antes que órgano sexual masculino", bueno, en inglés rima y suena mejor. 

Holaaa, sí, hoy hay nota de autora a pedido de @La_letra_Escarlata  :D

Los chicos se están haciendo cada vez más y más cercanos, ¡por fin Lean se animó a mostrarle uno de sus cuentos a alguien! Y han hablado varios temas personales más, la carrera de Artes de la maga, su sueño personal; la relación de Lean con su padre y la pelea de Guadalupe con su amiga Paula :/ 

¿Y qué hay de Maca? :O Consiguió el número de Lean y ya han quedado en verse el próximo fin de semana ;) 

¡Gracias por leer!

Y hasta el próximo domingo :D

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