- Hola. - Habló la mujer, entrecortada, ligeramente confusa ante la situación.
El Ghoul devolvió el saludo, casi en un susurro.
Ambos permanecieron en silencio y unidos, sin moverse, sumidos en sus pensamientos.
* Flashback: *
Ruisu observaba por última vez a la adulta que se disponía ante él. Un ligero sentimiento de orgullo recorrió su cuerpo, mientras deseaba que ambos jóvenes se cuidasen mutuamente, cerrando sus ojos por última vez.
Amargas lágrimas rodaban por las mejillas de Rorēna, observando el cuerpo inerte del Investigador.
Un charco de sangre, proveniente de la herida abierta del cuello del hombre de mediana edad, se mezclaba con la que caía del muñón de la chica, tiñendo el suelo de carmín.
El canoso, por otra parte, se acercaba suavemente a la mujer, con el rostro bajo y un nudo en la garganta.
Su mano acarició la espalda de Rorēna, reconfortándola.
Ella rodó sus ojos hacia las heridas del Ghoul, en un gesto agravante. - ¿Estás bien? -
Renji asintió, disponiéndose a agarrar cuidadosamente el brazo de su amiga, echándolo sobre su hombro, de tal manera que le sirviese de apoyo a la hora de andar.
- Volvamos a casa. -
Rorēna río, irónicamente. - ¿Volvamos? Estoy destinada a no tener ningún hogar. -
- Sí, sí lo tienes. Yo soy tu hogar. - Afirmó el canoso, penetrante, causando que la chica se ruborizase.
Esta le dirigió una mirada devastada de dolor, mientras se separaba suavemente de él. - Sé que puede sonar contradictorio a todo lo ocurrido pero, de verdad, te pido por favor que no te intereses en volver a saber nada de mí. Sólo te traigo problemas. - Concluyó, seriamente. - Te pido la mayor disculpa por haberme tomado tan a la ligera nuestra amistad, y por haberme dirigido a ti como lo he hecho, sin tener en cuenta tus sentimientos. -
El Ghoul negaba, de manera rotunda, cada palabra, nervioso. - ¡No!... No tienes la razón. -
Rorēna le observaba fijamente, con ternura. Sus manos agarraron fuerte a las del canoso. - Es mi decisión. Deseo, de corazón, que seas feliz. -
- Pero... Yo... -
- No insistas en preocuparte más por mí. Ya oíste acerca de mi pasado, has visto que he asesinado a la persona que más he querido. Has comprobado que... Nozomi nunca ha existido. ¿Acaso... - Hablaba de manera costosa, entre lágrimas, mientras señalaba todo su cuerpo, haciendo un claro énfasis en su amputación. - ... No ves que soy un Monstruo?
Renji abrió los ojos, atónito a causa de las palabras de la chica, invadido por recuerdos pasados. Sacudió la cabeza, en un gesto de desacuerdo.
El Ghoul reconocía que no era bueno para expresar sus sentimientos. Sabía que ese muro interior e inquebrantable, entre él y la sociedad, le causaba un gran problema y, en ese instante, se quedó paralizado por completo.
Quería expresar tantas cosas, escapar de esa celda anímica en la que él mismo se encerró... Que todos esos deseos sólo le sirvieron para ver cómo la mujer se alejaba y, nisiquiera, tuvo el suficiente valor de correr a detenerla.
* Fin del Flashback. *
La voz de Rorēna, en un murmuro, interrumpió las cavilaciones en las que se encontraban sumergidos. - Me alegro de verte. - Renji asintió, entrecortado. La chica suspiró amargamente, desviando su mirada. - Creo que debería irme, se me hace tarde. -
Un gesto de rechazo y de abatimiento agravó el semblante del hombre, que soltaba a la mujer de entre sus brazos, preocupado de haberla incomodado.
Ella, en cambio, quiso decir algo que decidió callar.
Humana y Ghoul se observaron mutuamente, de nuevo, durante algunos minutos. Rorēna agitó su cabeza, rompiendo el contacto visual, como si le costara separarse de las tristes pupilas de su contrario.
Como un déjà vu, Renji volvió a presenciar como la mujer se alejaba de él. Apretó sus puños, temblando de desamparo, siendo incapaz de articular palabra.
Rorēna adelantaba cada vez más su paso, haciendo un esfuerzo insano de reprimir sus sentimientos.
Sabía que compartir gran parte de su vida con él, desde su llegada a Tokio, había hecho que aflorase poco a poco, y por primera vez, el amor en su corazón.
Pero también sabía que no era posible, ella sólo era una amiga y una simple humana y, a la vez, causante de muchos problemas.
Quería garantizar su seguridad, y para ello reflexionó que lo correcto era distanciarse.
Llegó a la conclusión de que, a veces, la mejor muestra de cariño es huir, y dejar que la otra persona alcance la felicidad.
Aunque eso implicase no amar a nadie como le amaba a él.
Renji, por otra parte, seguía luchando contra él mismo, contra esa fría armadura que le arropaba, mientras sentía un fuerte dolor en el pecho que causó que casi desfalleciera.
- Por favor... Por favor... - Imploraba hacia sí, viendo disminuir de tamaño a la figura de la humana, cada vez más.
Rorēna cerró sus ojos, fuerte, intentando contener las lágrimas. Alzó su vista atrás, viendo como el canoso seguía, cabizbajo, en la misma posición en la que lo dejó.
Decidió seguir alejándose, mordiendo sus labios, impotente.
Él no la merecía, no merecía a una asesina.
De repente, como por arte de magia, los dos volvieron a chocar sus miradas. Comenzaron a correr, empapados por la lluvia, el uno hacia el otro, impulsados por algo que ardía en su interior efusivamente.
Rorēna agarraba su muslo, intentando facilitar a la prótesis su rapidez, mientras Renji se libraba de su larga gabardina, lanzándola contra el suelo, la cual se había vuelto pesada por encontrarse calada.
Humana y Ghoul se abrazaron, con brusquedad, casi pareciendo que formaban una sola pieza.
Rorēna buscó acomodarse en el hombro del hombre, mientras este se agachaba a apoyarse en el pecho de la chica, como un niño pequeño.
Casi con desesperación, la fuerza que los mantenía unidos aumentaba cada segundo.
La mujer peinaba los cabellos plateados y mojados del Ghoul, arropándolo más sobre su pequeño cuerpo, en comparación con el del hombre.
Pasado esto, Renji volvió a colocarse firme ante ella.
Este observaba a su amiga como quien admiraba una obra de arte.
Rorēna le devolvía su atención, inquieta, mientras hacia el intento de ponerse de puntillas, para alcanzar a rebañar las lágrimas que caían de él, y que se mezclaban con las gotas de lluvia.
Renji aguardó el rostro de la mujer entre sus manos, acercándolo hacia sí. Y, acariciando sus mejillas tímidamente, susurró: - Quiero que sepas que eres el Monstruo más bonito que alguna vez ha llegado a existir. -
Rorēna quedó en shock por un breve instante, asimilando las palabras de su contrario y, tras esto, comenzó a llorar.
Ahí, logró comprender cuánto le había echado de menos.
Renji la volvió a abrazar.
- Déjame permanecer a tu lado. - Murmuró, cercano a su oído, mientras hundía su rostro en el pelo de la chica.
- Lo siento, de verdad, en realidad... No quiero que te vayas nunca. - Balbuceaba, atragantada por su llanto.
Y, pasada más de una década en la que Renji no conseguía sentirse pleno, notó como esa jaula que encerraba a su interior se abría ante él, escapando de esa prisión, y logrando desvestirse de cada pieza de su armadura anímica.
El Ghoul se sintió liberado, mientras miraba al cielo, nostálgico.
( Lo he conseguido hermana... A pesar de tu partida, he conseguido sentirme feliz. El más dichoso del mundo. )
Pensó, fundiendo un beso en la cabeza de la mujer.
Ambos volvieron a mirarse, entre lágrimas.
- Rorēna. - Volvía a decir Renji. Esta atendió rápidamente, atónita, sintiéndose ligeramente extraña ante alguien que la reconocía por su verdadero nombre.
- ¿Sí? - Contestó, casi por inconsciencia.
Y, ante esto, tras apenas recordar cuando fue la última vez que lo hizo, el canoso se dispuso a sonreír.
La chica quedaba maravillada por la sonrisa que esbozaba su contrario, sintiendo que era verdaderamente preciosa.
Como respuesta, ella también volvió a hacerlo, desde lo más profundo de su ser.
- ¿Tienes miedo? - Preguntó la mujer, ruborizada, mientras bajaba su rostro para observarse a sí misma, con inseguridad.
- Siempre lo he tenido. - Concluyó el canoso, alzando el mentón de su amiga, aproximándose a ella, haciendo que ambos rozaran la punta de su nariz.
- Y, aún así... ¿Por qué tienes que pelear sólo?
Puedo ayudarte. Así que, dime adónde vas, y a quién te enfrentas. Esta vez pelearé por ti. Haré que te quedes tranquilo... -
Renji interrumpió las palabras de Rorēna, silenciándole suavemente, acariciando las comisuras de la chica.
La humana temblaba ante el Ghoul, mientras este le miraba fijamente, con dulzura.
Y, entre espasmos de una emoción terrible, tras la sentencia de un amor condenado, sus labios se sellaron, en un beso apasionado.