As de Corazones

By baymax36

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Cuesta trabajo ser asexual en un mundo sexualizado donde hay sexo hasta en el shampoo. Y a Marco Rivera le va... More

Nada te va a salir bien
Como gordo en tobogán
Una dona sin hoyo
Mole Con Pollación
Cosechas lo que siembras

Marco intenta coger por 30 paginas con música sexy de fondo

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By baymax36

Marco nunca había entendido el por qué la gente insistía en pasar tanto tiempo con su pareja, ni por qué los novios estrenando relación siempre parecían estar pegados por la boca, como si la otra persona fuera a desaparecer si dejaban de tocarse. 

Pero, como uno suele hacer con las cosas incómodas pero irremediables, se aguantó como un campeón. Y se aguantó cuando Miguel empezó a hacer lo mismo con Hiro, pareciendo estar pegado a su cadera cuando no estaba en la escuela, y también se aguantó cuando Abel se apendejó tanto con su novia que casi casi le puso casa aunque llevaban apenas dos meses de conocerse (no mames, pinche Abel).

Pero, si le preguntaban a él, simplemente no le veía sentido a estar como pendejo bien enculado con alguien. Era incómodo de mirar y, si le preguntaban, rayando en lo codependiente.

Claro, hasta que el acabo pendejamente enculado con alguien, porque el karma funciona de modos extraños.

Después de sus primeros besos y una confesión de sus sentimientos se había vuelto novio de Kyle, y todo lo anterior había empezado a cobrar sentido, y era la mejor cosa que le había pasado en la perra vida (al menos, hablando de amor, porque con la música nadie se mete). 

Kyle ya había sido su revelación sexual, pero nunca contó lo mucho que lo iba a afectar empezar una relación con él. Sus besos, maldita sea. Sus besos le doblaban las rodillas, hacían su corazón correr, sus mejillas enrojecer y no podía evitar sonreír aun mientras se besaban. Le encantaba la forma en que tomaba su rostro en sus grandes manos acariciando sus mejillas, como movía sus labios contra los suyos y el calor de su cuerpo. 

Podían pasar horas besándose hasta que les dolieran los labios y Marco no se quejaría, pero como seguía siendo Marco, obviamente empezó a querer acaparar más: rápidamente había descubierto la magia del faje, de los besos en el cuello, los toqueteos y los suspiros contra la piel. Se sentía bien y bonito… pero por supuesto, tuvo que toparse con la primera pared.

El problema era que ahora que Marco quería seguir avanzando, Kyle no quería hacer nada más que meter el freno. Era como si las manos se le quemaran cada vez que le tocaba bajo la cintura: las quitaba de inmediato. Y cada bendita vez que Marco intentaba llevarlo más allá, su novio se separaba de él para poner espacio entre ellos. Proseguía a darle un besito de piquito para después irse a otra habitación.

Y pues no se vale. No se vale que el único hombre que le despierta ese tipo de deseos lo aleje.

Sí, era caballeroso, tierno, y una parte de él agradecía lo mucho que lo respetaba su novio porque sentía claramente que él también se prendia cuando estaban juntos… y aún así, Kyle siempre lograba conservar la cabeza fría para alejarse. Suponía que era para no espantarlo ni presionarlo, y era muy dulce de su parte, realmente se había sacado la lotería…

Pero a él le gustaría que lo presionara contra la cama todo un fin de semana sin parar.

Estaba tratando de hacer que la cosa fuera orgánica, natural, y “que sólo fluyera”, pero maldita sea, ¡no estaba funcionando! ¿qué acaso tenía que decirle “oye me gustaría que me la metieras y metertela un día de éstos también”? ¿No era obvio lo mucho que lo deseaba?

Como en éste momento en que estaba sentado sobre él, besándolo y suspirando abiertamente cada vez que se separaban por aire. Poco le faltaba para restregarse contra la deliciosa erección que podía empezar a sentir presionar contra su trasero. Las manos de Kyle bajaron de su cintura a su cadera, sacándole un escalofrío que se sintió como una victoria. 

Excepto que el chef aprovechó su agarre en su cadera para apartarlo.

—Espera. Para un poco… Marco, quiero hablar contigo sobre algo... —Susurró el chef con la voz rasposa por los minutos que llevaban besándose, para frustración del moreno.

Chiiiinnnnnngadamadreeeeeee.

Encima, su cabello había quedado despeinado cortesía de las manos de Marco y sus pupilas estaban dilatadas, dándole un irresistible aspecto de “mira todo lo que te podrías comer pero se interrumpió antes de tiempo, ja”.

—...Es algo un poco delicado. —Continuó Kyle.

...Oh.

Olviden todo. Tal vez ahora Kyle por fin le explicaría porque se rehusaba a llevar su relación al siguiente nivel... o… quizá, era algo más serio.

Sintiendo que los nervios empezaban a subirle por el cuerpo y pasando la calentura a segundo plano, El moreno se alejó de él para sentarse a su lado en el sillón, poniendo su cabeza contra el hombro del chef y olvidándose del contacto íntimo para poder consolarlo.

—¿Qué pasa, mi amor? —Preguntó con cariño.

A Kyle se le subieron los colores al rostro. Aún no se acostumbraba a lo cariñoso que era el moreno.

—Bueno... tú sabes que yo considero que nuestra relación es seria, y estoy comprometido con ésto... —Inició, evitando la mirada de su novio con bochorno. —Y… uhm… bueno pues, me gustaría que… que…. que…

—…¿Qué...? —Animó Marco.

Kyle se detuvo con un suspiro.

—Ay no, olvídalo.

—¿Qué? ¿Qué pasa, qué?

—Es que... quiero que le digamos a tu familia que somos pareja. —Dijo tapándose la cara con las manos por la pena.

...Ésto era algo que definitivamente no se esperaba.

—...Ah, pues... si es eso, podemos hacerlo en la comida de pasado mañana... —Murmuró Marco arrugando la cara extrañado. —Aunque… la mayoría ya cree que somos pareja.

—No. Yo digo en serio. —Reafirmó Kyle.

—¿A qué te refieres? —Preguntó Marco temiendo no estar en el mismo canal.

—Mira… —Inició su novio, acercándose a él. —Yo se que la mayoría bromean y te molestan sobre ello, pero no sé qué tanto es que sí lo creen, o que solo les es divertido molestarte.

—Bueeeno… sí creo que mi familia es puede ser algo jodona y troll, —aceptó asintiendo con la cabeza, —pero te puedo decir que mi abuela está convencida de que llevamos casi un año de novios.

—…¿En serio…?

—Sí.

Kyle pareció pensarlo por un momento, como preguntándose si eso era suficiente para él. Luego lo miró.

—Aún así. Me gustaría que les dijéramos de cualquier manera, al menos para que no haya malentendidos.

—¡Claro que sí! Tú no te preocupes —Sonrió el mexicano para luego abrazarlo con cariño.

La mirada de alivio de su novio era demasiado tierna como para siquiera pensar en continuar con lo que estaban haciendo antes. Bueno, suponía que ya en otra ocasión podrían hablar sobre otros temas, como el por qué rayos Kyle no le quería meter mano... pero eso podía esperar para otro día.

Así que fue y organizó un momento en el cual pudiera comunicarle la noticia al resto del clan Rivera.

Y, claro, resultó que decirle a su familia que eran novios fue un gran error porque todo jodido mundo tenía una opinión y una versión de los hechos, así que cuando Marco lo soltó, la cosa resultó en confusión masiva.

Si lo pensaba, era parecido a lo que había sucedido cuando cursaba la prepa. Pero Marco, en el rezago de buena fe e inocencia que le quedaba, continuamente cometía el error de pensar que su familia no era del tipo de tropezarse con la misma piedra dos veces, que era sensata y que podía reaccionar con calma y buen juicio a las cosas…

Pues no, no lo era.

Sus padres lo felicitaron con confusión por su “aniversario” y “salida oficial del clóset”, pero fuera de eso su mamá de todos modos le dio un abrazo a Kyle diciéndole que de cualquier manera era de la familia desde mucho antes. Dentro del caos, eso fue bonito y Marco agradecia mucho lo razonables que eran sus papás por lo general.

Un par de tías gritaron e hicieron mohines para luego darle dinero a su tía Gloria, que había apostado a que se juntarían éste mes y al parecer eran de las pocas que sí se habían dado cuenta que la cosa no era oficial.

Sus sobrinos y primos más pequeños casi no prestaron atención, pero un par se alegraron de que iba a seguir Kyle con la piñata mientras que otros se subieron al mismo camión de perdidos que sus papás al preguntar si era “su aniversario” o por qué les salían con esas palabras tan extrañas si según ellos ya eran novios desde antes.

—¡Aaaay, al fin, virgencitaaa! —Exclamó Miguel con júbilo, levantando los brazos en señal de victoria. —No manches, hasta el airecito me llegó.

—¿Pero si tú ya sabías…? —Se extrañó Hiro. —¿Fuimos de los primeros en saber…?

—Yo sé, pero igual fue doloroso verlos.

Y por supuesto, la cereza del pastel caótico: su abuela. Su querida y extrañada abuela, mamá Elena.

—Pero Marco, si ustedes ya hasta van a cumplir un año de novios. —Preguntó Mamá Elena confundida. —¿Por qué nos andas diciendo que son novios ahorita? Ya sabíamos.

—Mamá Elena, que no eramos novios. —Contestó Marco a punto de arrancarse el cabello. Ésto era exactamente igual a lo que había pasado en la prepa, lo juraba.

—Yo tambien pensaba que ya eran novios. —Comentó su tío Berto.

—Yo también, se me hace que nos están tomando el pelo.

—No, es que no eran novios, solo querían ser novios. —Aclaró una de sus tías. —Por eso teníamos la apuesta.

—¿Ay pero y si ya eran novios antes y nada más se pusieron de acuerdo con Gloria para cobrarnos?

—¡No, tía, no sabíamos nada de eso! —Se defendió Marco.

—Ay, pues yo pensaba que nos iban a decir que se iban a casar. —Pronunció Abel con cara de decepción.— Ya me había emocionado por la cena de la boda. 

—Pinche Abel, nada mas piensas en comer. —Le dijo Rosa sin poder creer lo burro que era su primo. —Por esto no te duran las novias.

—Ay, a tí tampoco te duran. —Le regresó.

—Porque yo las corto, baboso.

Así se siguió la discusión sin que Marco ni Kyle pudieran decir nada por la cantidad de personas que estaban hablando, mientras que el rumor se hacía más y más grande entre todos, y fechas aproximadas de noviazgo empezaban a salir por todos lados.

Ah, sí... definitivamente era como en la prepa.

—Bueno... al menos se lo tomaron a bien. —Comentó Kyle con una pequeña sonrisa de alivio.

Al oír eso, todos de hablar y voltearon a verle con extrañeza. Hasta Marco lo miró con la misma cara de circunstancia.

—...Kyle, mi amor, mi vida, mi cielo... ¿Es neta? —Preguntó Marco casi sin poder creerlo.

—No manches, si eres el nieto favorito de Mamá Elena. —Dijo Rosa, incrédula. —Nada más que se casen y ya será oficial. 

—La verdad es que es el menos latoso de todos ustedes. —Confirmó la señora. —Y el único que llega temprano a ayudarme a cocinar.

—De hecho, hasta estas en el grupo de Whatsapp de las comidas. —Comentó Miguel comiéndose sus tacos de guisado. —Eso es más que oficial.

Hiro sólo sonrió feliz porque él también estaba en el grupo de las comidas, y le levantó un pulgar a Kyle en señal de aprobación y apoyo.

—¿Todos estamos de acuerdo en que Hiro es el segundo nieto favorito verdad? —Preguntó la tía Gloria. —Sobre todo después de que arreglo la tele, el refri y la wafflera.

—¡Y sin cobrar! —Confirmó otro de los tíos.

Los demás nietos protestaron. Sí, Kyle era el favorito, pero el segundo lugar se lo iban a pelear a la muerte. Con eso entraron también los tíos, tías, sobrinos y demás sobre en qué orden estaba la lista de favoritos, mientras Hiro, la manzana de la discordia, sólo se ocupaba de preguntarle a Miguel qué salsa estaba más sabrosa para echarle a su guisado.

—¿Ya ves, amor? —Le dijo Marco a Kyle en voz baja. —No puedo creer que de veras estuvieras preocupado.

El chino solo asintió, pero su novio lo conocía lo suficiente para saber que estaba realmente conmovido de que todos lo quisieran tanto en su familia. 

.-.-.-.-.-.

Pues el incidente pasó. Sí, pasó. Y el tiempo también pasó. Y su novio chef ahora estaba seguro de su lugar en la familia Rivera, su tía Gloria era un 20% más rica y se había cobrado de medio Santa Cecilia, y todo había vuelto a la normalidad, excepto que con una preocupación menos para Kyle, y Marco estaba feliz, sí.

Entonces...

¿¿¿Por qué cuernos seguía virgen y sin cogerse a Kyle???

Todo había avanzado, menos eso. En ese aspecto seguían atorados en el mismo punto: empezaban a besarse, Marco se empezaba a calentar de más, fajaban, y justo en lo más bueno de todo Kyle se retiraba antes de completar el delicioso, y Marco, con cero experiencia, se quedaba demasiado aturdido para poder protestar o preguntar al respecto.

A éste paso se le iba a caer el pito de la frustración sexual.

Por supuesto que podía ir y hablar con él durante un momento calmado, pero, oye, ¿qué tenía eso de romántico o sexy? No era que estuviera en contra de ello, era que quería dejarlo como su última y desesperada opción.

¿Que por qué?

¡¡¡PUES PORQUE NO ES JUSTO QUE PUEDA SEDUCIR A MEDIO MUNDO SIN HABLARLES PERO JUSTAMENTE KYLE, SU NOVIO, LA ÚNICA PERSONA CUYA ATENCIÓN QUERÍA Y DUEÑO DE SU CORAZÓN Y SUS NALGAS, FUERA EL ÚNICO QUE SE LE RESISTIERA!!! ¡Se le escapaba una y otra vez como agua entre las manos! Y eso no podía ser posible. ¡Hasta el pendejo de Miguel podía seducir a Hiro! ¡Y ni siquiera tenía que esforzarse tanto, el tarado sólo tenía que decirle que tenía casa sola y ahí iba el pelos de puercoespín como si le hubieran puesto carnada!

¡¿Cómo iba a ser posible ésto?! ¡Era un golpe masivo a su orgullo y a su autoestima! ¿Acaso le vio desnudo en alguna ocasión y pensó que era feo? ¿Ser virgen tendría algo que ver en ésto? ¿Kyle estaba más nervioso que él? ¿Es porque ser asexual automáticamente te alinea de todo el sexo de por vida? ¡¿Había un protocolo a seguir que no conocía o algo así?!

Quería demostrarse a sí mismo que él también podía ser arrebatadoramente sexy, que podía crear una situación que les permitiera “dejarse llevar” por el momento. Que las cosas “fluyeran” sin tener que ser entorpecidas, que Kyle no sintiera la necesidad de irse, si no de quedarse con él y abrirle las piernas hasta hacerlo gritar.

¡Quería saber qué se sentía el que su pareja le considerara sexualmente atractivo, maldición! ¡¿Era mucho pedir?!

Por lo tanto, y en medio de sus berrinches, ahora estaba trazando un plan. Bueno, tal vez decir que era un “plan” formal era algo ambicioso, pero tenía algo SIMILAR a un plan para seducir a Kyle. 

En realidad era muy sencillo, provocarlo para que entendiera que le encantaría que se lo cogiera de mil modos posibles (y en éste siglo de preferencia). Sabía que Kyle se sentía atraído por él al menos hasta cierto punto, estaba bastante seguro de que después de que se iba a su cara, el chino o se la jalaba un buen rato o tomaba un baño frío. Solo necesitaba entender que quería que le dieran como si no hubiera un mañana, un pequeño empujoncito.

Y si eso no servía pues a lO MEJOR ES QUE NO ES ATRACTIVO Y ESTÁ BIEN CULERO O ES QUE ES ASEXUAL Y KYLE NUNCA EN LA VIDA SE LO VA A QUERER COGER, SE VA A METER AL GIMNASIO, SE VA A PONER A DIE- cálmate, Marco, decirle adiós a las enchiladas ya está muy radical. No seas dramático y no saques conclusiones aún.

Fue así como se puso una camisa blanca muy delgada comprada en Forever 21 especial para esta ocasión. También se puso sus jeans apretados de tiro bajo que caían justo sobre sus caderas abrazando su trasero de manera provocativa. Tal vez se haya comprado ropa interior nueva especial para esto, y un sexy liguero masculino hecho para sostener su camiseta. Tal vez, él no iba a confirmar nada. 

Ya en el departamento de Kyle se tiró un enorme vaso de agua sobre su camisa por accidente. “Por accidente” ajá. El resultado fue que su camisa quedó completamente transparentada y pegada a su pecho y abdomen, justo como quería.

—Ay, me tiré el agua sin querer. —Se quejó con el aire de inocencia de quien no tenía nada que ver.

—Ten más cuidado, se te puede caer el vaso y no tengo tantos para empezar. —Le dijo Kyle desde donde estaba sentado.

—Tienes literal cuatro vasos. —Marco respondió dolido de que le hubieran ignorado.

—Por eso.

—...Bueno, estoy empapado y muy mojado. —Retomó las riendas de la conversación, decidido a no rendirse. —No te importa si me quito ésto, ¿verdad?

Prosiguió a quitarse la playera lentamente, revelando su abdomen y su torso moreno con los ojos entrecerrados y un suave ronroneo. Pudo ver como las orejas de Kyle se tornaron rojas y sus ojos se abrieron con una mezcla entre lujuria y sorpresa.

Con eso el mexicano sonrió de medio lado y dio un par de pasos para agacharse y plantarle un beso. Empezó con un leve toque de labios pero lo fue profundizando poco a poco, sentándose sobre las piernas de Kyle y acariciando levemente su cabello mientras los besos se fueron volviendo más abiertos y húmedos. Notó como su novio le abrazaba, y jadeó.

Siguió besándolo, esperando por el momento en que Kyle se atreviera a tocar su piel desnuda como él quería... pero no.

Lo estaba besando, pero las manos de Kyle continuaban firmemente asidas de sus costados. Al notar sus manos no parecían querer bajar, Marco se le pegó aún más, optando por tomar aún más la iniciativa, y… bueno, al menos de los besos, su novio sí parecía corresponder: Kyle mordía, jalaba, y besaba su boca y su lengua de modos que le estaban volviendo loco, matándolo de desesperación de querer saber si era un sí o un no. El moreno se estaba empezando a prender (y confundir) un montón solo de besar a su novio y podía sentir como ciertas partes del chef estaban empezando a reaccionar también, a pesar de que sus manos no lo hicieran. Era difícil resistir la tentación de presionarse contra su bulto.

Entonces Kyle se separó con cuidado de él y, aún asiéndole la piel, le dijo con su voz sexy y ronca...

—Oye, te va a dar algo y luego vas a estar llorando porque te sientes mal. —Le dijo en tono de regaño.

...

Marco parpadeó.

—¿...Q-qué? —Preguntó con un hilito de voz porque en su fantasía, veía ésto progresar de modo diferente.

—Entre el frío y el agua que te echaste te vas a enfermar. —Le dijo Kyle parándose del sillón y yendo hacia su cuarto.

Marco se quedó ahí sentado, mojado y a medio desvestir mientras trataba de procesar lo que estaba pasando. Kyle era muy dulce y preocupado de él, eso no lo negaba. Pero entonces… ¿Por qué súbitamente se sentía humillado? Y para nada sexy en su atuendo.

Más bien, se sentía ridículo y quería cambiarse de ropa.

—O-oye… —Intentó. —Pero... pero estábamos...

—Al rato te vas a quejar de que no puedes cantar y que te sientes mal. —Contestó desde su clóset. —Te conozco y no quiero lidiar con eso, muchas gracias.

—¿No me vas a cuidar cuando me enferme? —Contestó Marco con un puchero leve, porque sólo eso faltaría para hacerle sentir un idiota aún más grande.

—Claro que te voy a cuidar, pero preferiría evitar tus lloriqueos.

—No voy a lloriquear…

—"Ay nooooo, soy cantanteeeee, no puedo enfermarme de la gargantaaaa, li disgrici mi pirsigui ñiñiñi"

—Eso no es lloriquear, es una razón legítima.

Dejó de hablar cuando Kyle le ofreció una playera negra. Bueno, se la lanzó a la cara, pero contaba como ofrecimiento. Y bueno, a éstas alturas lo agradecía porque su plan no había funcionado, NUNCA parecían funcionar, Kyle era demasiado bueno para su propia líbido y ésto era vergonzoso, quería taparse antes de que se le cayera la cara de vergüenza.

Se quedó viendo la playera con un puchero. Enojado consigo mismo.

—No te va a morder, Marco. 

—Eso ya lo sé. —Bufó, sabiendo bien que no era eso lo que le molestaba.

—Bueno, póntela para que no te de frío. —Le dijo para después darle un beso en la mejilla.

Marco suspiró y, a modo de aceptar su derrota y la dulzura de su extremadamente respetuoso novio que a veces le sacaba de quicio, se puso la playera a regañadientes. Igual pronto se le olvidó porque oh dios mío, qué suave que era. Ni de chiste se la iba a devolver a Kyle, ahora era su playera, eso le pasa por hacerle cockblock.

Ni modo. Ya sería para otra ocasión.

.-.-.-.-.-.-.

Una de las tristes realidades de la vida de Kyle era que vivir en Santa Úrsula era algo peligroso. Se inundaba cuando había lluvia (aunque de cierto modo era así como había podido acercarse más a Marco así que, not bad) y los partidos del América implicaban que a veces le cerraban las calles que lo llevaban a su casa. También ocasionalmente se le iba el agua.

Bueno, okay, sí estaba un poco de la verga vivir en Santa Úrsula, aunque ya se llevaba bien con sus vecinos y la pinta de matón que se cargaba le había salvado de que lo asaltaran durante un año.

Aún así, con frecuencia se encontraba pensando en que le gustaría vivir en otro lado, tal vez más cercano al trabajo para ahorrar en gasolina y corajes. Ahora que no le mandaba todo su dinero a su hermano y se empezaba a administrar mejor, se daba cuenta de que en realidad ganaba bastante bien. No se iba a volver millonario, pero si le podía alcanzar para vivir en un lugar más decente.

Y tal vez estaba soñando de más, tal vez se estaba haciendo demasiadas ilusiones de que su vida podía mejorar, pero entre una y otra fantasía al final le había pedido a Marco que lo acompañara a buscar departamentos y preguntar precios.

—¿Me estas pidiendo que me mude contigo? ¿Quieres estrenar tu cama nueva conmigo? —Dijo Marco alzando las cejas repetidamente. El tono claramente le decía que era una broma, pero tenía una pizca de esperanza de que Kyle captara el mensaje..

—Sí, claro. Después de menos de seis meses de novios ya te voy a pedir que vivamos juntos. —Contestó poniendo los ojos en blanco. —Porque soy bien pendejo.

Chale, sí se lo tomó a broma. ¿Ven por qué es malo coquetear de juego? Porque cuando sí te interesa no te toman en serio.

—Bueno, Miguel estuvo a nada de pedirle a Hiro que se mudara al departamento el segundo en que puso un pie en México. —Elaboró Marco.

—No te ofendas, pero eso solo prueba mi punto.

Pasaron una tarde entera buscando y viendo departamentos. Debía admitir que tener a Marco ayudándolo lo alejó de zonas que estaban bien ubicadas, pero que tenían muchos problemas de delincuencia o con mucho tráfico. También a él se le ocurrió hablar con los vecinos para saber si tenían problemas con el mantenimiento, el agua y la luz.

Ahora estaban en un edificio de departamentos en una zona dentro de Coyoacán pero aún alejada del centro. No podía pagar lo que Cass con el restaurante casi en el mero centro de Coyoacán, pero sí podía permitirse uno en el área satelital gracias al éxito que tenía su cocina, y eso ya era un avance. 

—Como pueden ver, el departamento es bastante amplio, —les explicó la corredora de bienes raíces, —tiene un cuarto, un cuarto de servicio, un baño y la cocina la verdad está muy bonita. 

—Es agradable. —Concedió Kyle revisándola. Su anterior departamento tenía una cocina muy pequeña en la cual era difícil preparar cosas muy elaboradas sin que se le terminará el espacio. Le gustaría poder contar con más del mismo.

—Me gusta la sala. —Comentó Marco. —Quedaría mamalona una televisión aquí.

—Uy, sí, veo la televisión siempre.

—Tranquilo que yo la puedo ver por ti.

—Ya tienes una en tu departamento, con todo y Netflix.

—Ah ¿No se van a mudar ambos? —Preguntó la señorita educadamente.

—No. —Contestaron a la par.

—Bueno, son una bonita pareja de cualquier manera. —Les sonrió amablemente. —También les quería comentar que en este lugar sí se aceptan mascotas.

—¿Mascotas?

—¡Oh, Kyle! Tú siempre has querido un perro ¿no? —Exclamó Marco entusiasmado. Le gustaban los animales pero entre Pepita y Dante tenían suficientes mascotas en la familia Rivera.

—Bueno... ¿Sí? Pero no sé...

—Se lo comento por si un día se anima a tener uno. No tendrá problema en tenerle aquí.

Dieron un recorrido por todo el espacio, platicaron con los vecinos y la señorita les explicó que ahí cerca había parques, supermercados y un par de gimnasios. Kyle no creía en los departamentos perfectos, pero ése estaba bastante bien. Hasta tenía un espacio especial para motocicletas por lo que le podía ceder un espacio de estacionamiento a un vecino.

Eso hasta que vio el precio de la renta.

—Está dentro del rango que tu dijiste que podías pagar. —Dijo Marco confundido por su semblante preocupado.

—Sí, pero... está en la parte más alta.

Kyle frunció las cejas por la preocupación. Sí podía pagarlo con su sueldo, lo admitía. Y tenía ahorros que lo ponían en un lugar con algo de estabilidad. Pero…

—¿Entonces? —Marco empezaba a contagiarse de su preocupación.

—...Te vas a enojar.

—No, tú dime.

Kyle se preparó mentalmente para el regaño.

—...Me preocupa el día que Kevin me agarre desprevenido y me convenza de mandarle mas dinero de lo que le he estado mandando. —Confesó con algo de decepción en sí mismo.

No se atrevió a alzar la cara, pero Marco alzó una ceja.

—Amor… déjame decirte que el dinero que tu le mandas no es tan “poco”. —Le dijo con un claro tono de molestia.

—Yo sé, yo sé... —Kyle suspiró, pellizcándose el puente de la nariz. —...Lo sé muy bien.

—Además, pensé que ya habían quedado en que tú le mandabas esa cantidad y él ya no te pedía más. —Gruñó. Su tono ahora era más enojado, y es que odiaba que el único familiar de Kyle sólamente le buscara para aprovecharse de él.

—Tú y yo sabemos que no me pide más dinero sólo porque evito sus llamadas lo más que puedo e intento cortarlas rápido. —Murmuró. Cómo desearía no tener que preocuparse por éstas cosas.

—¿Crees que vas a caer un día? —Marco le miró preocupado.

Kyle se tensó. Su novio había dado en el blanco.

—...Temo que un día pueda convencerme de mandarle hasta lo que no tengo. Que me agarre con una renta más elevada y luego no poder pagarla. —Aceptó desviando la mirada para no ver la decepción en la cara de Marco. —No quiero quedarme sin un lugar donde vivir por eso.

—Sabes que yo no te dejaría solo si fuera necesario. —Le dijo tomando su mano. —Yo te ayudaría si...

—¡Pero no quiero que me ayudes! —Le levantó la voz.

La cara de tristeza de Marco lo hizo arrepentirse al momento. El moreno soltó su mano para poner algo de distancia entre ellos.

—No me tienes que levantar la voz ni mucho meno. —Dijo manteniendo la calma pero dejándole claro con su tono que no le iba a aguantar que le volviera a levantar la voz. 

—Perdón, no fue mi intención. —Se acercó con cuidado para buscar su mano. —Sólo no quiero que ésto meta problemas en nuestra relación.

—Lo hace si me levantas la voz por querer ayudarte.

—No, Marco. Es que... ya me ha pasado mil veces. —Bajó la mirada con tristeza.

—¿Cómo? ¿De qué hablas? —Marco estaba confundido.

—...No sabes la cantidad de gente que ha querido ayudarme cuando tengo problemas con Kevin... y que acaba huyendo en la dirección opuesta. Hay un límite a cuánto dinero me puedes prestar, a cuánto apoyo me puedes dar, antes de hartarte porque no le sé poner límites al inútil de mi hermano. —Suspiró. —Y no quiero perderte a ti como he perdido a toda persona que ha querido acercarse a mí. A ti no. Preferiría que no me ayudes.

La respuesta del moreno fue abrazarlo con fuerza, tomándolo en sus brazos con cariño.

—Mi amor, creo que subestimas lo fuerte que eres y lo lejos que has llegado. —Le dijo en el oído tranquilizándolo. —Lograste ponerle muchos altos a tu hermano éste año.

—¿Supongo…? No sé. Me inspiras, pero no fue por mi iniciativa…

—Pero lo has mantenido. Y se que te costó mucho trabajo pero veo que cada vez puedes más.

—No… sólo trato de no decepcionarte… Pero si algún día vuelvo a caer… yo… no sé si…

—No lo harás. Eres más fuerte que eso.

—… —Kyle sintió una mezcla de náuseas y miedo agolparse dentro de él. Sin poder evitarlo, ahora fue él quien rodeó a Marco con sus brazos para acercarlo y sentirlo.

El moreno tomó sus mejillas para poder verlo a los ojos. Podía ver lo asustado que Kyle estaba, y le partía el corazón.

—No puedes vivir tu vida esperando que un día tu hermano llegué a echarla a perder. Esa no es forma de vivir.

—No, y no quiero...

—Exacto. Y por eso, yo sé que no lo vas a hacer. Tú no quieres, y él se tiene que acoplar a eso, le guste o no. No vas a regresar a ello, y yo te apoyaré para que puedas cumplirlo y vivir como tú quieres, y él se aguanta. Punto. ¿Está bien?

Marco tenía razón. Siempre que era algo serio y real tenía razón el bendito músico, y además, no le dejaba sólo. Ni siquiera cuando Kyle no confiaba en sí mismo para poder salir adelante. Cuando eso pasaba, Marco simplemente le ayudaba. Y a veces le costaba contener las lágrimas cuando eso pasaba.

Como quería a éste hombre. ¿Qué hizo de bueno para merecerlo?

—...Le voy a hablar ahorita a la chica para decirle que quiero el departamento. —Dijo con determinación con una pequeña sonrisa en el rostro.

El beso que le clavó Marco lo hizo sonreír como solo él podía.

.-.-.-.-.-.-.-.

Esta vez Marco tenía un plan de verdad. Ahora sí, ahora SÍ iba a funcionarle, sí señor, ahora o nunca.

Después de ayudarle a Kyle a mudarse a su nuevo departamento y de ayudarle a conseguir dos sillas decentes… después, también, de darse un tiempo para lamerse las heridas de su magullado orgullo y reparar su autoestima para recuperar la confianza en su propio atractivo, había decidido que el lugar perfecto para su siguiente seducción.

Ahora sí no había falla. POR FIN iba a obtener el día del plátano que se merecía como canelita sabrosón que era, chi cheñol.

Primero compró unas velas blancas para decorar el cuarto de Kyle, que gracias a Dios ahora era más grande, y ya se podía caminar cómodamente alrededor de la cama. Luego pasó horas armando una playlist llena de música seductora y romántica que fuera del gusto de los dos. Más allá de que quisiera tener sexo desenfrenado con su sensual novio, quería que fuera algo romántico, pleno y bonito para los dos.

Eso de “es que no puedes decidir cómo va a ser tu primera vez, nunca es ideal” era para débiles, pero Marco era de los que agarraban al toro por los cuernos, al conejo por la zanahoria, y al novio por el rabo. Y si quería algo bonito, iba a esforzarse para obtenerlo, cómo chinga’os no. 

Para que no hubiera forma de que Kyle malentendiera OTRA VEZ lo que estaba pasando decidió que lo más sencillo sería saltarse el paso en que lo desvestía y mejor presentarse directamente en ropa interior. Se había puesto unos boxers negros y apretados que mostraban perfectamente su trasero, y ahora nada de liguero masculino, porque necesitaba una camiseta para verse sexy, y no estaba para arriesgarse otra vez.

Después de prender las velas se sentó en la cama pacientemente sabiendo que en cualquier minuto estaría llegando Kyle a casa. En cuanto escuchó que se abrió la puerta se sentó en una pose seductora marca Ariana Grande.

—¿Marco? —Llamó Kyle desde la entrada. —¿Estás aquí?

—Estoy en el cuarto. —Contestó antes de poner la playlist en la que había trabajado. 

—¿Estabas durmiendo? No inventes, si al rato no vas a poder…

Kyle se quedó sin habla por la escena que tenía frente a él.

Marco en ropa interior y nada más ropa interior, posando sobre la cama y mirándole con ojos entrecerrados. Música sexy de fondo. Velas por todos lados. Y, por si fuera poco, su novio lentamente se acercó a él. Primero a gatas, luego, lentamente, levantándose de la cama para abrazarlo, fácilmente dejándole sin aliento y con un escalofrío constante que parecía recorrerle todos los nervios del cuerpo..

—Bienvenido a casa. —Le susurró parándose de puntitas para luego para unir sus labios. 

El beso que le dio fue lento, sensual y húmedo. Dejó que sus lenguas se encontraran juguetonamente, pasando sus brazos alrededor del cuello de su novio para pegar sus cuerpos.

Entonces lo fue jalando poco a poco hacia la cama, dejándose caer sobre la misma para que Kyle quedará arriba de él.

Perfecto.

Podía sentir la erección de Kyle contra su pierna a pesar de que el chef había metido sus brazos para sostenerse un poco sobre él para no aplastarlo. El chino le regresaba los besos con el mismo cariño y pasión con que siempre lo hacía, dejando que salieran un par de suspiros de su boca que no hacían más que prender a Marco.

El moreno levantó la cadera para restregarse contra Kyle mientras le mordía levemente los labios de manera seductora, muriéndose por un poco de contacto, deseándolo más y más.

...Y entonces sintió como su novio se separó de él una vez más.

Nooooooooooo. No otra veeeeez.

Como por instinto, en medio de su desesperación por estar a punto de fracasar otra vez y resistirse a ello, el moreno le tomó de la mano y le miró con cara de ruego.

—No te vayas. —Pidió. —No te vayas otra vez.

Kyle le miró con una expresión que parecía sorpresa… algo que descolocó por completo al moreno. ¿Es que ni siquiera cuando lo intentaba de un modo tan pinches perras obvio, Kyle podía creerle que de verdad, DE VERDAD quería hacerle el amor?

Lo sabía, ésto debía de ser su culpa de nuevo. Marco ya empezaba a preguntarse qué había hecho mal ésta vez, cómo diablos ésto podía malinterpretarse de nuevo como una de sus estúpidas bromas coquetas que nunca llegaban a nada, y pateándose mentalmente por quién sabe qué porquería habría hecho mal ésta vez.

...Pero, a diferencia de otras ocasiones… ésta vez Kyle suspiró y le ayudó a levantarse.

—...Mi amor, paremos. —Pidió Kyle viéndolo con tanto cariño que se le fue un poquito el enojo. —Tú me encantas, y sé que te gusta hacer éste tipo de cosas de modo casual, pero... si me sigues provocando tanto, me da miedo no poder parar.

—No quiero que pares. -—Rogó Marco intentando jalarlo a la cama de nuevo. —Quiero que sigas.

La cara de Kyle pasó por mil expresiones hasta que se asentó en el entendimiento y un extraño trazo de tristeza que confundió aún más al moreno. Pronto, Kyle tomó las manos de Marco entre las suyas.

—Marco. Yo te adoro, pero... no tienes que hacer nada con lo que no estés cómodo.

¿Qué?

Marco parpadeó porque ahora el confundido era él. Ante su silencio, Kyle lo interpretó como que había dado en el clavo. Dedicándole una sonrisa dulce, prosiguió con su interpretación.

—Mira. Sé que eres asexual y que el sexo no te interesa. —Le dijo tranquilamente. —Así que no debes presionarte a ésto. Yo estoy perfectamente feliz con lo que hemos hecho hasta ahora. No hace falta.

...Ay.

Kyle era probablemente la persona mas linda, tierna y estúpida de todo el mundo, y a Marco le quedaba claro que se había sacado la lotería. 

Se sentiría más afortunado si no estuviera a punto de explotar por la frustración sexual acumulada en meses, todo por culpa de su identidad sexual y la rara excepción que parecía haber cometido con Kyle.

Misma frustración que le estaba sacando de quicio, así que terminó por mandar la paciencia y la sutileza a la quinta chingada a la hora de contestarle a su novio, con su dulce voz de trino:

—¡PERO YO SI QUIERO COGER! —Le gritó el moreno con desesperación. —¡CONTIGO SÍ QUIERO COGER! ¡MÍNIMO DÉJAME CHUPARTE UN HUEVO, CHINGADA MADRE!

La cara de pato en shock que su novio  acababa de poner era suficiente para saber que la había cagado monumental y espectacularmente. El moreno se sonrojó de vergüenza. Ya podía imaginarse el chisme sobre su declaración que los vecinos harían correr por la mañana.

—¿...Qué? —Preguntó Kyle.

Total, ya se había metido tan hondo, ya que más podía hacer. Marco suspiró de hartazgo y por fin, al suponer que ya no había nada más que hacer para cumplir su fantasía de “seducción”, se decidió a hablar fuerte y claro.

—¡Q-que contigo si quiero coger! ¡Desde hace meses me empezaste a prender como nada en esta vida lo había hecho! —Confesó aún sonrojado por sus gritos anteriores. —Desde antes que fuéramos novios quiero coger contigo, maldita sea, ¡llevo mucho tiempo tratando de seducirte para que me lleves a la cama! ¡¿Tan malo soy en ésto o qué?!

—...Aaaaaaah… algunas interacciones de los últimos meses me estan empezando a hacer sentido ahora… —Dijo el chino con cara de que por fin estaba entendiendo que pasaba a su alrededor, y Marco lanzó un gritito ahogado de frustración al ver ésto. —¿Por qué no dijiste algo?

—¡Lo estoy haciendo ahora!

—No, digo antes ANTES.

—¡También! Intenté hacerlo desde antes que empezáramos a salir, pero no entendiste lo que te dije. —Respondió refunfuñando.

—¿...Cuándo demonios me dijiste que querías coger conmigo? —Preguntó confundido. Estaba seguro que se acordaría de eso.

—¡Con lo de la dona! ¡La dona de Selena Quintanilla!

—…¿La dona? Pero... eso era que estábamos hablando de donas… y ya. ¿Cuándo me lo dijiste?

—¡Agh, Kyle! ¡Te dije de una dona sin hoyo! ¡Mis nalgas eran la dona sin hoyo y tu pito era el hacedor de hoyos!—Replicó enojado.

—¿Qué? ¿Cómo se supone que entendiera eso? —Preguntó Kyle ahora más confundido.

—Es una metáfora.

—Tú sabes que apesto con las metáforas. —Reclamó con el ceño fruncido. —A mí me tienen que decir las cosas claras.

—Bueno, yo quería seducirte, pero ya que no me dejas…

—Era una dona.

—¡Deja la maldita dona, m e refiero a después!

—¿Cómo? ¿Volviste a hablar de donas aunque no le entendí a la primera?

—¡Nooooo! —Chilló Marco, en plena desesperación y a nada de arrancarse el cabello. —¡Estaba tratando de seducirte! Las velas, el vaso de agua, tú sabes, ¡¿hacer algo bonito para ti para que estuvieras cómodo y fuera memorable, en lugar de preguntar a lo estúpido como si fuera un trámite?! ¡Pero noooo! Y ya que no funcionó, y te tuve que decir de todos modos, mejor te lo dejo bien claro: Sí, quiero coger contigo. ¡Gracias por nada!

—Sí, gracias, ahora ya sé. Luego de que me gritaste por diez minutos, pero ya sé.

—¡Jódete!

—Jódeme.

—¡¿Qué crees que he estado intentando hacer?!

—Hablar de donas ineficientemente. —Kyle se cruzó de brazos con el ceño fruncido.

—¡Aaaaaggghhh! ¡Deja la maldita dona, ya!

Se quedaron unos segundos viéndose molestos a los ojos hasta que les ganó la risa por lo ridículo de su pelea.

—Ay, qué tontos somos. —Dijo Marco entre risas. —Estamos discutiendo por una dona.

—-La verdad es que sí… Y... creo que yo soy un poquito ciego. —Admitió Kyle. —Lo de la playera mojada ahora parece hasta sacado de una porno.

-Lo saque de una para que fuera más obvio. —Confesó el mexicano. Luego, tragó saliva y le miró con ojos de ilusión. —Entonces... bueno, sé que el momento se arruinó un poco, pero… ¿aún podemos coger…?

Kyle se sonrojó de golpe, recordando que su novio seguía 100% con tales intenciones y que ésto no era un simulacro.

—Espera, dame un segundo para hacerme a la idea. —Le pidió el chino levantando la mano pidiendo paciencia. —Yo me había resuelto a sólo masturbarme el resto de mi vida.

—...Eso es lo más extrañamente adorable que he oído en toda mi vida. —Contestó el músico legítimamente conmovido de lo comprometido que estaba Kyle con nunca incomodarlo. —Al menos dame un beso, para que te pongas de humor.

La sonrisa depredadora de su novio fue suficiente advertencia antes de que se lanzara encima de él. 

Fue como destapar de golpe todo lo que había estado estorbando hasta ese momento.

Kyle fue deslizando sus manos por el cuerpo de Marco, pasando desde sus hombros, bajando juguetonamente por su torso y su cintura hasta llegar a su cadera. Siempre había tenido cuidado de no tocar de más al moreno para no incomodarlo, pero ahora podía admitir que le gustaba la suave piel canela que estaba tocando ahora. 

Rompió el beso para empezar a besar la cara de Marco para luego bajar a su cuello a dejar besos y pequeñas mordidas que le pusieron la piel de gallina al mexicano. No le iba a dejar marcas en el cuello como vil puberto, pero nada le detenía de dejarle un par en los hombros y el pecho donde nadie lo iba a ver más que él.  

Marco disfrutaba de las atenciones del chef, dejando que lo tocara con toda la libertad que quisiera luego de meses de tener que aguantarse que frenara antes de tiempo. Y se sentía como estar en la gloria.

Pronto se volvió a prender con sus atenciones y le dio a él la necesidad de también tocar más, de estar en las mismas condiciones para balancear la situación. Empezó a jalar la playera de Kyle con desesperación, dividido entre no querer dejar de ser tocado y querer ver a su sensual novio sin camisa.

El chino entendió a la perfección su mensaje, parándose para quitarse la playera con una maniobra eficiente que a Marco le pareció más sensual que cualquier strip tease. Aprovechando empezó a quitarle el cinturón a Kyle y empezar a bajarle el pantalón.

Ésta vez, Kyle no se quitó. Marco escuchó un “aleluya” en su interior.

Terminaron ambos en ropa interior, besandose y tocandose en la cama. Ya entrado en confianza Kyle tomó el trasero de Marco entre sus manos para pegarlo contra su cuerpo completamente, haciendo que sus erecciones se tocaran a través de la tela. El sonido que el moreno dejó salir, como un jadeo de placer, no hizo más que prenderlo de nuevo para volver a rozarlo.

Y de nuevo. Y de nuevo.

Pero, de pronto, Marco hizo un ruido que sonaba como “iiiiii” a la par que se tensaba, sacando a Kyle del momento.

Se separó para ver la cara del mexicano. Podía ver sus mejillas aun rojas, su boca jalando aire y sus pupilas dilatadas, pero también era claro en su expresión ligeramente angustiada que no estaba tan cómodo como lo había estado hasta hace unos segundos. 

—¿Estás bien? —Preguntó poniendo su mano en su mejilla. —¿Hice algo que te asustara o te lastimara?

—No, no fue nada que tu hicieras... —Dijo Marco negando con la cabeza. —Solo como que... Q-quiero coger contigo y mucho pero… uhm… es sólo que… me acaba de caer el veinte de que ahora sí se me va a hacer y... me empezó a dar miedo.

El moreno tragó saliva y miró a su novio ligeramente asustado. Kyle súbitamente recordó que, efectivamente, ésta era la primera vez de su novio.

—Vamos a parar. Tienes miedo y así no vas a disfrutar nada.

—No… sí… no sé… Perdón. —Se confundió el moreno

—Está bien, tranquilo.

Marco suspiró. Tanto esperar y tanto prepararse para que, a la mera hora, fuera él quien tuviera que frenar todo.

—Es que realmente si quiero pero… no mames, ya me dio cosa no poder caminar mañana. —Confesó abriendo los ojos con duda y terror. —Y es que… ay, sí la tienes bastante grande. ¿Qué tal que me rompes? ¿Qué tal que acabamos en la sala de urgencias como Alejandro Fernandez? No, qué pena. 

Kyle parpadeó procesando todo lo que le estaba diciendo Marco. Independientemente del pequeño bono a su autoestima que se había ganado al escuchar que estaba grande, había algo en esa frase que le preocupaba.

—Marco, si sabes que el sexo no es solo que te la meta... ¿verdad? —Preguntó casi sabiendo la respuesta.

—...

La cara de completa confusión de Marco fue toda la respuesta que necesitaba.

—¿...De dónde sacaste que era así?

—Uhm. Bueno, vi porno antes de intentar ésto. —Admitió apenado el moreno.

—Sólo porno, ¿eh…? —Sí, definitivamente acababa de confirmarlo. Kyle pensó. —¿Alguna vez tuviste algún tipo de educación sexual?

—¿Enseñan éstas cosas en educación sexual?

—Idealmente. ¿Qué te dijeron?

—Pues... tuve clase de salud en la prepa, pero era puro sexo hetero y enfocado a la reproducción, no a la... ¿recreación? —Admitió desviando un poco la mirada. —No es que la educación sexual aquí sea super abierta e inclusiva.

—Sí, ya me di cuenta.

Kyle negó con la cabeza para después envolver a su novio entre sus brazos para darle un beso en su cabello. Olía rico, a su shampoo especial y al olor delicioso que era puramente Marco.

—Lo siento. —Murmuró el mexicano.

—No, no te disculpes. Igual no tenemos que coger hoy ni mañana si no te sientes listo.

—Es que… sí quiero. No sabes cuánto quiero. —Dijo contra la piel de Kyle. —Solo que ahorita me di cuenta que hay un gran espacio entre lo que soñé donde todo es genial y se siente genial... y la realidad en la que no se prácticamente nada.

Se quedaron unos minutos en silencio con Kyle acariciando el cabello de Marco con cariño. 

—Yo podría intentar explicarte, pero la verdad no soy un experto. —Admitió con trabajo. —He estado con un par de personas, pero no sé lo suficiente y prefiero no equivocarme.

—...Entonces ¿qué hacemos? —Preguntó Marco algo frustrado. —¿Buscamos en Google a ver qué encontramos?

—No estoy seguro. No quiero lastimarte porque alguien decidió trollear o algo así. —Contestó ya con una idea formada en su cabeza. —Pero creo que hay sexólogos o algo así que nos pueden ayudar. Deberíamos buscar uno.

 —¿De verdad? Qué alivio. Está bien. —Aceptó el mexicano con un leve suspiro.

—Si quieres podemos abrazarnos un rato y ver una serie en tu computadora.

—Mmmm… no se me antoja la serie. Pero sí al abrazo y ...podemos escuchar música. O podcasts. —Dijo Marco con un tono mucho más feliz antes de acurrucarse a un costado de su novio, quien sonrió y tomó el celular, dispuesto a cambiar la playlist por algo que les pudiera entretener más.

.-.-.-.-.-.

La señora Cass tenía una gran facilidad para hacer amistades y conocer a la gente, por lo que había recabado una gran cantidad de amigos y conocidos en la ciudad. Una de sus conocidas era una sexóloga llamada Alejandra que tenía toda la pinta relajada de su profesión, con su largo cabello, sus faldas largas y los diversos anillos que usaba en sus manos.

Conseguir su número y sacar una cita con ella fue relativamente fácil, más allá de las risitas que tuvo Cass cuando Kyle le pidió el contacto.

Alejandra accedió a verlos en pareja, y hasta les hizo un pequeño descuento por su relación con Cass.

—Bueno, muchachos. Platíquenme por qué han venido conmigo hoy. —Les dijo una vez que estuvieron sentados en su consultorio.

—Pues verá, yo soy mas virgen que el aceite de oliva y necesito ayuda para dejar de serlo sin acabar en el hospital. —Soltó Marco con desvergüenza. 

Kyle soltó un grito semi ahogado.

—¡MARCO!

—¿Qué? Es la verdad. —Le recordó el mexicano.— No creo que sea la cosa más rara que haya escuchado en su vida.

—De hecho, no lo es. —Le aseguró Alejandra con una sonrisa. —Es preferible que sean directos conmigo a que le den vueltas. 

—¿Ves? Así todo es más fácil. —Dijo Marco satisfecho porque le dieron la razón. —¡Ah! Y soy súper virgen porque soy asexual.

—Eso es interesante. No mucha gente admite abiertamente ser asexual. —Comentó la sexóloga. —Perdona la pregunta, pero si eres asexual, ¿por qué quieres tener relaciones?

—Ah, resulta que Kyle sí me prende como el sol de verano desde hace varios meses. Desde antes de que fuéramos novios de hecho. —Dijo quitado de la pena. —Si muero de ganas de tener relaciones con él, pero pues yo no sé realmente nada y Kyle no está seguro de saber lo suficiente como para lanzarse a enseñarme o al menos no lastimarme. 

—¿Oh? Ya veo. —La sexóloga parecía estar pensando en algo. —¿Ese interés surgió en cuanto se conocieron? ¿O fue después?

—Fue cuando ya éramos amigos. Sabía que Kyle era guapo, pero eso realmente nunca me llamó la atención. La primera vez que me prendió fue un día que estábamos cocinando en mi casa, y cuando se agacho a buscar algo en el refri le vi el trasero y de la nada se me paró. —Contó Marco alegremente. —Todavía después de eso me tarde un rato en darme cuenta que me había enamorado de él. 

—...Eso no lo sabía. —Comentó Kyle con la cara y hasta sus orejas rojas, recordando cuándo había sido ese acontecimiento y lo mucho que Marco había tardado en el baño.

—Ah, sí, se me olvidó contarte. —Contestó Marco quitándole importancia. —Pero bueno, me gustaría saber de sexo gay para no acabar en el hospital sin poder sentarme.

Alejandra soltó una alegre carcajada por los comentarios de Marco.

—Bueno, me da mucho gusto que hayan venido conmigo y que no hayan recurrido a buscar en Google todas las respuestas. —Les dijo con una sonrisa. —Aunque antes de empezar a decirles todo eso, me gustaría comentarte algo, Marco. ¿Has considerado que tal vez seas demisexual?

—¿Demi que? —Preguntó Marco arrugando el ceño.

—Demisexual. Digo tu eres libre de seguirte identificando como asexual si así lo deseas, realmente el término entra en la asexualidad, —explico tranquilamente, —sólo significa que solo desarrollas atracción sexual cuando hay una conexión emocional importante. Mira.

La sexóloga entonces se levantó para ir por algo a su escritorio. Luego regresó con un manejo de cuatro ases de cartas: corazones, picas, diamantes y tréboles, para la curiosidad de ambos muchachos.

—Dentro de la comunidad que se identifica como asexual, suelen llamarse a sí mismos “As”, como éstas cartas. Por las primeras letras de la palabra. Por ello existen algunas divisiones bastamente generalizadas que algunos gustan de usar para identificarse.

La sexóloga le extendió el as de corazones a Marco, que lo tomó en una mano.

—El as de corazones comúnmente se usa para identificar a asexuales capaces de sentir atracción romántica. Es decir, asexuales que pueden enamorarse, pero sólamente no sienten atracción sexual por nadie.

Luego le extendió el as de picas, que Marco tomó en su otra mano.

—El as de picas se utiliza más para asexuales que tampoco tienen atracción romántica por nadie. Ni uno, ni otro.

Como Marco ya se había quedado sin manos libres, optó por pasar ambas cartas a una sola mano para poder tomar el nuevo as de diamantes que Alejandra le ofreció.

—El as de diamantes no tiene una definición tan cementada como los corazones y las picas, pero es posible que lo veas representando las áreas de asexualidad gris y demisexualidad.

—¿Gris?

—Son asexuales que pueden experimentar muy ocasionalmente algún tipo de atracción sexual. Mientras que los demisexuales sólo pueden sentirla con alguien con quien ya tienen una conexión.

—Aaah. —Marco asintió, mirando a Kyle con una sonrisa. —¿Ves? Brillo como un diamante.

Finalmente, Marco tomó el as de tréboles que le fue ofrecido.

—El as de tréboles tampoco está tan cementado como el corazón y las picas. Pero, en general, se suele usar para personas que no están seguras de su asexualidad o que siguen descubriéndola.

—Oh. —Dijo quedamente el mexicano, repasando todas las cartas antes de detenerse en el as de diamantes. Luego miró el de corazones. Kyle pareció imigarlo.

Así que no era un as de corazones como él creía... 

—Ésto… ¿suele pasar? ¿Es normal confundirse?

—Es normal para los demisexuales confundirse con asexuales hasta que llega una persona muy específica a su vida. Así que sí, es normal y no tiene nada de malo.

—Ya… —Marco continuó contemplando el as de diamantes. —En realidad, ésto explicaría muchas cosas. Kyle solo me empezó a atraer así cuando ya lo conocía. Ni siquiera fue por su personalidad, sólo fue como si algo se… desbloqueara, una vez que lo conocí. De pronto, realmente me pareció muy atractivo en ese ámbito.

—Me siento honrado. —Sonrió Kyle.

—Ahora. Tú puedes identificarte como quieras o incluso dejar las etiquetas de lado si quieres. —Le dedicó una leve sonrisa de ánimo. —Solo pensé que tal vez quisieras saber que existe el término por si lo quieres usar. Algunos asexuales encuentran que les ayuda bastante.

-Lo considerare. Gracias -tomó la mano de Kyle para calmar un poco la confusión que estaba sintiendo por tener una vez más un nombre bien definido para lo que era.

Demisexual… un as de diamantes.

De algún modo, para él era un alivio saber que no estaba roto ni solo en el mundo, y que tenía un símbolo específico, un nombre determinado, que le permitiera buscar más al respecto.

—Bueno, ahora podemos empezar con lo que los trae por aquí.

—Sí, por favor. —Pidió Kyle.

—Bueno, para empezar, me parece importante decirles que el sexo debe ser siempre con consentimiento de las personas que participan en él. —Comenzó hablando. —Me parece que ustedes dos son bastante maduros y seguro lo intuían, pero nunca está de más recordarles.

Ambos asintieron. Si en algo podían confiar es que, a pesar de las bromas y los chistes, se respetaban el uno al otro. Nunca harían algo que el otro no quisiera.

—El sexo tampoco se reduce a la penetración, hay muchas cosas que se pueden hacer. Ninguna de éstas es menos válida o importante, depende mucho de lo que ustedes consideren cómodo.

—Yyyy okay aquí es donde yo me pierdo. -Dijo Marco. —Kyle ya me había dicho ésto, pero la verdad es que no se qué más hay.

—Bueno, hay cosas como masturbación mutua y el sexo oral para empezar. También se pueden masturbar juntos. Incluso hay sexo por internet y eso ni siquiera implica que estén en el mismo lugar.

—Ah...¿eso tambien cuenta como sexo? -preguntó Marco legitimamente intrigado.

—Sí.

—Según yo si contaba pero la verdad no estaba seguro -comentó Kyle.

—¿Entonces eso también te puede quitar la virginidad?

—Depende. —Contestó Alejandra. —Cada persona y grupo social tiene un concepto diferente de virginidad, porque es un constructo social que no está cementado como tal. Hay quienes consideran perderla sólo por penetración, otros por contacto sexual de cualquier tipo, y hay otros para quienes no tiene importancia o incluso, ¡no existe! Tú decides en qué momento la pierdes o no, y qué peso tendrá mientras no te reste calidad de vida.

—¿Y cuenta como experiencia sexual? Porque quizá es posible que mi experiencia no sea reducida a las 4 personas que creía. —Preguntó Kyle.

—Sí, cuenta. —Dijo Alejandra.

—Uy sí, ahora resulta que eres el más experimentado del mundo. —Le hizo burla Marco sacándole la lengua.

—Sí, claro. Sube a 6 personas. Gran número de conquistador. —Dijo Kyle rodando los ojos.

—¿Eso es algo que te preocupa? —preguntó Alejandra suavemente. —No es mi intención cuestionarlos tanto, solo creo que es algo de lo que deberían de hablar.

Marco movió su cabeza como acomodando sus pensamientos antes de hablar.

—Pues... sí me preocupa un poco, porque de cualquier manera Kyle tiene más experiencia que yo y me da algo de cosa ser malo en la cama. —Admitió con algo de renuencia. —No quiero tener una primera vez desastrosa... Por eso me estaba esforzando tanto en hacerlo algo agradable.

—Bueno, no les puedo prometer que su primera vez sea perfecta ni nada por el estilo, pero el hecho de que hayan venido ya les da las de ganar porque estarán más preparados. —Les aseguró a ambos.

—Supongo que también me preocupa de manera irracional que... si no soy bueno... Kyle ya no quiera estar conmigo. —Confesó un poco avergonzado. Sintió la mano de su novio enlazarse con la suya transmitiendo todo el cariño que sentía por él. —La parte lógica de mí sabe que Kyle nunca me haría eso.

—Todos tenemos pensamientos irracionales así a veces.

—Yo nunca te dejaría por algo como eso. —Le dijo Kyle apretando su mano. —Quiero que lo sepas. Yo estoy contigo por ti, porque me gusta estar contigo.

—Yo sé... —Le contestó viéndolo con los ojos acuosos. —Creo que no te había dicho esto porque sé que es un poco... tonto.

—Si es importante para ti, no es tonto. —Le aseguró Alejandra una vez más. —A veces solo hablar de las cosas que nos molestan o nos preocupan puede ser un gran alivio.

—Creo que lo fue. —Aseguró Marco limpiándose los ojos. —¿Seguimos?

—Bueno ya que hablamos de sexo penetrativo entran en juego una serie de pasos y cuidados por lo que tienen que pasar....

Fue más de una hora en la que Alejandra les explicó todo lo que pudieran necesitar y tal vez un poco más.

Marco aprendió que había que prepararse antes, porque al contrario de la creencia popular más apretado no quiere decir que algo sea mejor. De hecho, eso podía quitarle la erección a la persona por el dolor y la incomodidad, pero que si se hacía bien no tenía porqué andar sufriendo varios días.

También, que el aspecto físico no era obligatorio como lo que veía en las películas, si no que era una preferencia personal de cada pareja. Que había muchos modos de estimular los sentidos a la hora de tener relaciones, no sólo el de la vista. Que sí se podía ser sexy sin tener que ir y tirarse encima un vaso de agua. Que el tamaño no necesariamente era importante, que había lubricantes que podían causar alergias. Lo que era una palabra de seguridad y un sistema de semáforo en el BDSM, lo que significaban las siglas.

Cosas que no pasan en el porno porque no es sexy, pero que ahora que las descubría, empezaba a morir de curiosidad por probar y comprobar todas o casi todas. Y, por supuesto, las inseguridades que había tenido antes respecto a seducir a su pareja se fueron disipando.

Kyle por su parte aprendió de manera más detallada cosas que sabía y confirmó sus sospechas que los niños mayores en el orfanato y el pendejo de su hermano no tenían ni puta idea de nada.

Cuando ya se iban a retirar, Kyle se quedó un segundo atrás.

—Muchas gracias.

—No hay de qué. —Le dijo estrechando la mano del chef con alegría. —Me da gusto que hayan venido.

—También quería preguntarle si... —Se rascó la cabeza con algo de pena y duda. —Bueno, si es no es mucha molestia y si pudiera... si me podría dar la recomendación de un terapeuta. Un psicólogo o no sé. No puedo pagar mucho pero...

—¡Ah! ¡Desde luego! —Le dijo buscando entre las tarjetas que traía en su bolsa. —Tenemos un lugar en que damos terapia a un costo menor para quieres quieren ir pero no tienen mucho dinero. Te recomiendo a Emilia, es magnífica y creo que se llevarán bien.

Con un gran paso hacia su superación personal Kyle tomó la tarjeta y le dio las gracias.

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A Kyle y a Marco le gustaría decir que después de esa sesión habían empezado a tener sexo como conejos, pero habían terminado emocionalmente agotados, por lo cual llegaron a descansar a sus respectivas casas. Y pues, tenían obligaciones con las cuáles cumplir que no podían abandonar nada más por andar de calientes. Tendrían que hacerse un tiempo para ello como los adultos dizque responsables que eran, y quizá, tal vez así Marco podría darse tiempo para preparar su siguiente “técnica de seducción”.

(Que pues, Kyle ya estaba al tanto de que lo estaba intentando, pero de algún modo sorprendente, en lugar de que eso le restara el factor sorpresa, saber que su novio estaba atento a su siguiente movimiento sólo hacía todo más divertido y sexy).

Así que se dieron una pausa momentánea. Total, ya habían esperado tanto, podían esperar un poco más.

Un día de esos, iba Kyle caminando tranquilamente del parque relativamente cercano a su casa cuando un movimiento en un callejón llamó su atención.

La experiencia le decía que podía ser algo peligroso, pero también, que podía haber alguien indefenso en necesidad de ayuda. Y como su instinto de supervivencia era menor a su instinto de protección, se acercó a ver qué estaba moviendo los botes de basura de la pizzería que estaba al lado. Cuando se asomó vio algo que le estrujo el corazón.

Era un perrito. Un pitbull que en algunas partes se notaba que era chocolate, pero que estaba tan sucio que no dejaba su pelaje brillar. Tenía unas pequeñas heridas en su cabeza y su delgadez y costillar marcados le indicaban que estaba desnutrido. El perro estaba rebuscando entre los botes de basura alguna sobra que comer. Era claro que era un perro callejero.

Escuchó barullo en la pizzería indicándole que iban a salir por la puerta de servicio y no pudo evitar alarmarse. El dueño de ese local tenía reputación de ser muy grosero, tanto con sus clientes como con los animales. Si lo veía ahí, el perro no se iba a salvar de que le dieran con la escoba o de un par de patadas.

Pensando rápido sacó el sándwich de mortadela que traía en su mochila y le ofreció un pedazo al perrito.

Su cara pasó de hambre y tristeza a una de total interés y felicidad, lo cual volvió a hacer que su corazón sintiera feo. ¿Cuánto tiempo llevaría sin comer bien?

Logró llamar su atención con el sándwich, lo suficiente para que saliera del callejón y lo siguiera de regreso al parque donde no corría el riesgo de que lo corrieran. Una vez ahí, ya podía alimentarlo sin que nadie interrumpiera. Se sentó en una banca para poder darle cachos de comida al perro que lo veía con alegría mientras movía su cola., y aprovechó para sacar su botella de agua y ofrecerle un poco.

En agradecimiento el pitbull se le acercó a la pierna y recargó su cabeza en su rodilla.

Kyle le acarició la cabeza con delicadeza, intentando no tocar sus heridas. Cuando le lamió la mano con cariño se dió cuenta que dejarlo en el parque no era una opción. Ese perro estaba solo en este mundo y no iba a dejar que siguiera luchando por vivir, no cuando él podía hacer algo al respecto. No sabía mucho de perros, pero sí de compasión.

—Ven, amigo, sígueme. —Le pidió.

Cuando se paró y empezó a caminar a su departamento, el perro lo siguió con toda la confianza del mundo, y con eso le bastaba para saber que definitivamente no iba a sobrevivir mucho tiempo solo si se confiaba de cualquier persona que le diera un poco de comida.

Pasó a un veterinario, pidiendo que por favor le revisaran y curaran las heridas que necesitasen de atención más inmediata. Aprovechó el momento para comprar un poco de la comida que vio en la clínica y un jabón neutro con el cual bañarlo.

Después de unas dos horas, el perrito estaba bañado y hecho bolita en la alfombra de su sala, y Kyle, agotado, descansaba en el sillón de la misma, mirándolo entre meditaciones mientras se mordía el interior de la mejilla.

Bueno… ¿Ahora qué?

No estaba muy seguro de cómo cuidar a un perro, en el orfanato lo más interesante que llegaron a tener fueron unos peces que se murieron en menos de un año. Por lo mismo se veía tentado a hablarle a Rosa para que lo fuera moviendo con los grupos de adopción responsable a los que pertenecía. Tal vez hubiera alguien más preparado para cuidar al perrito.

Terminó por mandarle un mensaje rápido y de paso preguntarle cómo demonios cuidar un perro aunque fuera de manera temporal.  El perrito soltó un leve sonido de satisfacción que le removió el corazón.

Entonces llegó Marco al departamento con su escándalo usual. Porque, sí, Kyle le había dado una copia de la llave.

—¡BOOM, BABY! ¡Cariño! ¡Ya llegué! —Gritó animadamente, pasándose con una gran sonrisa en la cara para luego darle un beso en la mejilla . —¿Cómo te fue en tuuuuuuuuhhh....?

Se detuvo poniendo el freno progresivamente cuando vio al perro hecho bolita en medio de la sala. El animal subió la cabeza con curiosidad y parando las orejas, como preguntándose si quien acababa de entrar sería amigable.

—Hey, Marco. —Atinó a saludar Kyle en medio de su agotamiento. —Mira qué encontré.

Marco bajó sus cosas al piso con cuidado para luego ponerse en cuclillas para acercarse con cautela al perro, dándole espacio por si tenía miedo y se quería mover para que no se le acercara, pero por fuerte no fue así. Ya cerca, levantó la mano lentamente para depositarla sobre la cabeza del animal, en un espacio sin heridas que encontró. Éste respondió con un movimiento alegre de su cola y una sonrisa.

—¿Quién es este pequeño? ¿Qué le pasó? —Le preguntó con curiosidad a Kyle.

—Lo encontré al lado de la pizzería buscando comida, debe ser callejero. —Le contestó. —Me sentí mal de dejarlo ahí abandonado y me lo traje. No sé qué le haya pasado, pero me dieron medicinas para él.

—Está bien bonito éste perrito. —Le dijo con una sonrisa por las lamidas que le estaba dando en la mano. —Y así lo salvaste de que el culero de Tomás le pegara con la escoba. 

—La verdad es que fue buena parte de por qué me acerqué.

—Pinche vato traumado, como lo odio a él y a su pizza desabrida. —Gruñó haciendo un gesto de disgusto. —Y ¿cuál es tu plan para este muchacho?

—Eso estaba pensando. No lo sé. —Respondió encogiéndose en hombros mientras se acercaba a la alfombra para acariciar al pequeño. —No estoy seguro de cómo cuidar un perro, tal vez sería mejor darlo en adopción. Ya le pregunté a tu prima qué opina.

—¡Aww! ¡Está todo bonito! —Se enterneció ante la forma en que el perrito se abalanzó sobre Kyle como queriendo darle un abrazo. —Y le caes bien a pesar de tu jetota de mala leche.

—Tal vez es porque cuando no sonríe igual tiene cara de mala leche. —Contestó rascándole las orejas. —Es lindo.

En ese momento sonó el celular de Kyle con la respuesta de Rosa.

“Aww, que bueno que lo rescataste!!! Por eso eres mi primo favorito!

Voy a ver que pasa en los grupos que estoy… pero si te soy sincera es muy difícil de mover un pitbull incluso para adopción temporal. :/ Todavía plaga mucho la idea de que son perros de pelea y que son agresivos.

Si pudieras al menos que tenerlo de manera temporal sería súper!!! Podrías?

Te digo bien que onda cuando pueda.”

—Dice que ve difícil que lo acepten temporalmente y que lo adopte. —-Informó Kyle intentando ocultar su tristeza porque alguien no quisiera al perro por un estúpido mito.

—Bueno, no importa, al menos ahora ya tuvo la fortuna de que te lo trajeras. —Le sonrió. —¿Ya le compraste algo?

—Shampoo, un sándwich y 30 pesos de comida. El veterinario me dijo que ese jabón era bueno para él.

Marco se le quedó viendo con cara de no mames, fuiste al veterinario y no se te ocurrió preguntarle.

—...Hay que comprarle un platito, más comida y una camita. —Le dijo enumerando cosas. —Una correa para que pueda salir a caminar y un juguete para que sea feliz. Posiblemente necesite más cosas, pero por el momento no urgen.

Fue así como acabaron amarrando al pitbull con una cuerda para llevarlo a la tienda para mascotas más cercana. Lo primero que hicieron al entrar fue comprarle su collar y correa para que las personas los dejaran de ver raro por traerlo con una cuerda. 

Kyle se sentía sobrecogido por todas las opciones de comida, platos, camas, juguetes, ropa y hasta disfraces. Cuando sintió un pequeño mareo por tanto estímulo se ocupó por mejor acariciar al perrito. Éste le miró con una sonrisa y la lengua de fuera, y fue suficiente para que Kyle sonriera de vuelta antes de tomar la mano de Marco para aventurarse a la tienda.

—Yo digo que le compremos unos platos de metal sencillos porque realmente no necesita nada mucho más elegante. —Opinó Marco escogiendo unos y metiéndolos a la canasta. —La cama igual, los perros no necesitan cosas ergonómicas y en mi experiencia acaban durmiendo en lugares bien extraños que ni son para eso. Dante amaba meterse entre el refri y la pared hasta que mi abuela se lo prohibió porque se ensuciaba mucho.

—Me pregunto que pensará Dante si conoce a éste amiguito. —Comentó Kyle escogiendo una cama negra que se veía suave y no estaba tan cara.

Marco se rió.

—¿Bromeas? ¡Dante es bien amigable! —Contestó el músico con una sonrisa. —Seguro estaría bien pinches feliz de tener alguien con quien jugar aparte de los gatos.

—Oye, ¿cuál comida le llevamos? —Preguntó viendo la filas y filas de estantes con comida para perros. —Sólo sé que la Pedigree es como basura porque Rosa grita mucho al respecto.

—Para ésto si se inventó Google. —Le dijo sacando su celular y buscando varias marcas para ver las reseñas. —Creo que estas naranjitas están bien. ¡Ay, mira, tienen 2x1! A huevo.

Se saltaron la parte de la ropa y disfraces porque para empezar, no era época, y en segundo lugar... que no mamen, los perros no necesitan ropa si tienen pelo, y sólo iba a estar con ellos de modo temporal. Dante si necesitaba un suéter, pero en el invierno y porque él sí estaba pelón. Así que siguieron de largo.

—¿Sí necesitará un juguete? —Preguntó Kyle viendo la cantidad ridicula de opciones que había.

—Sí, a menos que quieras que empiece a masticar zapatos. —Dijo Marco asintiendo la cabeza. —Aunque si te soy sincero... Dante juega hasta con la basura, y él es mi único referente, así que no sé qué le pueda gustar a otro perro.

—Podemos acercarle distintas cosas a ver que le gusta. —Sugirió Kyle.

Probaron a acercarle una pelota, pero no parecía emocionarse más allá de olerla. Numerosos peluches tampoco parecían ser de su interés. Los juguetes con ruido le hicieron soltar un llanto tan lastimero que Kyle lo abrazó para tranquilizarlo.

—Voooy, tan grandote y tan chillón. Pero está bien, nada de juguetes con ruido. —Se rió disimuladamente el mexicano, antes de apartar el juguete y proceder a alejarlos de esa sección. —¿Qué tal un nudo para que jale? —Preguntó acercándolo a la boca del perro.

El perrito pareció feliz de agarrar el nudo y se mostró alegre cuando Marco se lo jalo en juego.

—Ése sí le gusta. A huevo, soy un genio. —Afirmó sonriente Marco para después echarlo en la misma canasta. —¿Algo más?

—Yo creo que con eso basta. —Dijo Kyle cuando se dio cuenta de la cantidad enorme de cosas que se estaban llevando.

—¡Awww, que bonito pitbull!—Comentó una chica que se había acercado a ellos jalando su propia canasta de cosas. —¡Es hermoso!

Kyle se quedó callado, al no estar acostumbrado a ser dueño de una mascota. Marco le dio un codazo para que respondiera algo y no fuera maleducado. El chino pareció despejarse y reaccionar, recordando que sí, efectivamente, al menos por ahora era responsable del perro.

—Gracias. —Contestó Kyle por inercia.

—¿Lo puedo acariciar? —Preguntó levantando la mano tímidamente. Kyle miró a Marco. Marco le sonrió y se encogió de hombros. Al final el chef le dio permiso con un asentimiento de su cabeza y el Pitbull agitó la cola de nuevo. —Es un buen chico. ¿Cómo se llama?

—Ah…Eso… —Se quedó en blanco el mayor.

—Sí, Kyle, ¿cómo se llama? —Azuzó el mexicano con una risita para ponerlo más nervioso.

El chef contuvo las  ganas de darle un zape al chaneque de su novio. Carajo, no le había puesto nombre. Una parte de él sabía que si le ponía nombre se iba a encariñar mucho con él, pero tampoco quería estarle diciendo perro para todo, y además Marco ya lo había lanzado bajo el bus. Se le quedó viendo por un segundo antes de que le viniera a la mente el nombre perfecto.

—Se llama Soufflé. —Le contestó con una pequeña sonrisa. Por el rabillo del ojo pudo ver que su novio se aguantaba la risa y la disimulaba con tos.

—Awww, le queda bien su nombre. —Comentó la chica antes de separarse, sin notar a Marco. —¡Que tengan un bonito día! ¡Adiós, Soufflé!

Se despidió y se fue para seguir con sus compras.

—Con que se llama Soufflé, como el postre de chocolate. —Le dijo Marco medio en burla.

—Cállate, me estabas poniendo nervioso. —Protestó Kyle. —Fue lo primero que se me ocurrió.

—Está bien, creo que sí le queda. Parece un postrecito. —Le dijo dándole una pequeña palmada en su cabeza al susodicho. 

Ya en la caja a Kyle casi le dio un pequeño infarto cuando vio el total y se acordó que aún tenía que llevarlo al veterinario cuando empezara a recuperar peso, y para seguir adelante con tratamientos médicos de desparasitación y otras cosas que por el momento no podían hacerle hasta que recuperara algo de peso.

—Cóbrese la mitad de aquí. —Dijo Marco sacándolo de sus pensamientos, extendiendo una tarjeta de débito al cajero con elegancia.

—¿Qué? No, Marco. No es necesario. —Entró en pánico Kyle, pero su novio por toda respuesta colocó su índice sobre sus labios, mirándolo con una media sonrisa.

—A ver, Soufflé necesita cosas y cuidados. Te voy a ayudar porque salvarlo fue algo bueno, y porque eres una buena persona. Y no me lo vas a impedir porque nadie me dice qué hacer. —Le dijo insistiéndole a la cajera. —Si le sigues, le digo que tu dinero es falso y compro todo yo solito.

Kyle se calló, optando por simplemente acariciar a Soufflé. Sabía que era afortunado de haber encontrado a Marco... pero, en ese momento, supo que se había ganado la lotería.

.-.-.-.-.-.

Soufflé llegó para ser una gran alegría en la vida de Kyle y por consecuencia de Marco. Para Kyle era una gran dicha tener un perro que lo recibía cuando llegaba de trabajar con toda la alegría del mundo. Marco por su parte era feliz de ver a Kyle y al mismo tiempo disfrutaba de jugar con Soufflé y ayudar a educarlo para que le fuera a ir bien con su nueva futura familia. Cuando Kyle tenía turnos muy largos era Marco quien iba a atender un rato al perrito y a pasearlo para que no se aburriera.

Toda la familia Rivera los había felicitado por su “bendición” y la amistad que habían desarrollado Soufflé y Dante fue la cosa más adorable del mundo. Pero el más contento de todos era Kyle. Aún recordaba la primera vez que, en medio de su chamba, había recibido a su celular una fotografía de Marco paseando al perro por la calle y enseñándole un pulgar arriba. 

“Ando paseando a Soufflé, venimos al parque a molestar ardillas y biejos lesvianos”.

“Te quiero tanto que ando recogiendo sus cacas tibiecitas y recién hechas por ti.”

“Consiénteme mucho para que no me vaya nunca, chefcito, o lo vas a tener que hacer tú.”

Le había sacado una sonrisa. A veces hasta le parecía que todo era un sueño demasiado perfecto para ser real, pero siempre que despertaba al día siguiente, las cosas seguían siendo buenas para él y en toda su vida.

Era tan distinto a como había sido hace unos años, que costaba de creer.

Otra de las cosas más divertidas con Soufflé es que se podía entretener con cualquier cosa. Una vez lo habían visto perseguir una hoja de árbol durante 10 minutos. Podrías dejarlo solo con relativa tranquilidad de que no le pasaba nada y cuando se aburría tomaba una siesta. Cosa que Marco solía aprovechar para hacerle correr tras un puntero láser y así no cansarse él…

...Pero ahora mismo, el moreno tenía planes de aprovechar el bug para invertir el tiempo libre en algo diferente.

Quería (ahora sí, por fin) coger con Kyle.

No había hecho nada porque las cosas se les habían apilado una sobre otra. Primero, tuvieron la reunión con la sexóloga. Luego, se puso a averiguar más sobre demisexualidad y a ahondar más en los temas que ella le había dado. Luego llegó Soufflé. Y entonces, para cuando tuvo que empezar a pensar en, por fin, un modo de seducir a su novio (que estaba seguro ahora SÍ LE FUNCIONARÍA) tuvo que hacerse algunas pruebas con varios lubricantes y condones por si acaso resultaba ser alérgico a algo.

Una vez y sólamente por trollear, mandó a Hiro y a Miguel a comprarle una botellita de lubricante a una sex shop como modo de que le regresaran el favor por darles tregua varios días a que Hiro se quedara a dormir con ellos mientras él se iba con Kyle

¿Por qué? Por la gloria de Satán y por ver el mundo arder, por supuesto.

Pero ahora que ya estaba completamente listo, empezaba a ser tiempo de ahora sí, por fin, poner en marcha su fantasía.

Ya no tenía miedo como antes. Si la cosa empezaba a salirse de control, sabía que la masturbación acompañada podía ser un total éxito. Había algo muy erótico de pensar en ver a la persona que te prende tocarse a sí misma, y moría por probarlo. La masturbación mutua también prometía ser toda una experiencia, y ya había practicado algo de tiempo con un plátano en el sexo oral por si cualquier cosa. Parecía chango comprando tantos racimos de bananas, pero lo valió.

Estrictamente hablando, ya estaba en el mindset correcto para por fin abordar su sexualidad del modo que quería, con la persona que quería.

Pero pues… esperaba que sí funcionara. Marco realmente esperaba que Kyle se la metiera.

Así fue como terminó yendo al departamento de Kyle y recostándose sobre su cama con la lencería masculina más sexy y favorecedora que pudo encontrar para su cuerpo, con música lo-fi de fondo en su spotify y apenas una lámpara encendida con la luz cálida bañando su cuerpo. La pura mirada que le lanzó su novio al verlo darle la bienvenida de ese modo bastó para que Marco sintiera que estaba triunfando en la vida.

—Bienvenido a casa, Kyle. —Le había saludado con los ojos entrecerrados. —¿Te me unes?

Y así fue como se encontró en la cama con el chef, besándolo mientras sentía claramente cómo le agarraba las nalgas con una mano mientras con la otra buscaba la botella de lubricante en la cómoda. Lo único que quedaba de la lencería eran sus calzoncillos, y estaba seguro de que esos pronto también iban a valer cake.

No iba a mentir, al inicio estuvo tentado a meter reversa por miedo a necesitar ir al baño, aún sabiendo que estaba limpio, pero ahora poco a poco se estaba relajando y empezaba a disfrutar de sus manos. Solo pensar que era su novio, su Kyle, preparándose para entrar a su cuerpo lo excitaba un montón.

Kyle estaba fascinado por la visión que tenía frente a él. Nunca pensó que Marco pudiera llegar a ser más sexy de lo que ya era pero al parecer se había equivocado. Podría vivir únicamente viéndolo retorcerse de placer con sus besos y manoseos leves mientras suspiraba y decía su nombre, restregando su erección contra él... y eso que aún no le había quitado la ropa.

Al diablo con el trabajo, con la cocina, con la renta con todo. No podía esperar a estar dentro de él para causarle aun más placer. Así que tomó la botella y la abrió, no sin antes mirar a su pareja.

—¿Estás seguro? —Preguntó el chef, sólo para asegurarse.

—Sí, muy seguro. —Le sonrió el moreno. —Quiero hacerlo.

La sonrisa de Marco era contagiosa, y provocó que Kyle le sonriera de vuelta, antes de darle la vuelta para tomar el elástico de su ropa.

Estaban tan ensimismados que no notaron que Soufflé había entrado por la puerta entreabierta hasta que lo tuvieron al lado.

—WOOF. —Escucharon.

Marco parpadeó y volteó a la par que su novio. Sí… ese era Soufflé… y loS ESTABA VIENDO OH DIOS NO.

—¡S-SOUFFLÉ, NO! —Gritó Marco entre asustado y apenado, moviéndose de su posición. —¡Ésto no es para perritos!

—¡No, no, no, no! —Dijo Kyle tratando de cubrirse a las prisas con una almohada. —¡Es demasiado puro para ver este tipo de cosas!

El perro simplemente se les quedó viendo confundido por sus reacciones y volvió a ladrar. Usualmente estaban felices de verlo, pero parecía que los había interrumpido en dormir la siesta o algo así.

—Soufflé, bebé... Salte. —Le pidió Kyle haciendo un gesto con la mano que se invalidaba por completo por la voz suave con la que dio la orden.

El perro gimoteó.

—Ay, no, ¿cree que lo regañé? —Kyle no sabía si meter reversa o no. —No, dile tú, conmigo se pone triste.

—Eh… Uhm… Vamos, Soufflé, ve a cuidar la sala. —Dijo Marco más firme y sin tener ni idea de si así se hacían las cosas o no. —Ve a proteger la casa. ¿Sí?

El perro miró a Marco. Luego miró a Kyle. Y con eso Soufflé salió corriendo hacia la sala felizmente. Le encantaba cuidar su casa.

—...Okay, eso fue el equivalente a que entrara un hijo y te vea coger, puedo tacharlo de mi lista de cosas vergonzosas con las que tendré que lidiar en mi vida. —Comentó Marco algo agitado.

Se le había bajado un poco la erección y podía ver claramente que la de Kyle había desaparecido casi en su totalidad. La cara de consternación del asiático le dijo que el ambiente se había roto bastante.

Pero eso no lo iba a desanimar. No, señor, no, la decimocuarta vez es la vencida, y se había molestado en buscar éste atuendo y todo como para que las cosas acabaran así. Mínimo quería irse de aquí con una masturbada.

Jaló a Kyle a un pequeño beso que fue volviendo cada vez más pasional intentando recapturar la atención de su novio. El sucio beso de lengua que le dio de vuelta le dijo que estaba encaminado a volver a prender al chino cuando escucharon el ruido de algo rompiéndose y un chillido canino que no sabían si fue de susto o de dolor.

OKAY, NO, DEFINITIVAMENTE ÉSTO PODÍA ESPERAR, CANCELEN TODO, EL PERRO SE PUDO LASTIMAR.

Salieron los dos corriendo en chinga con Kyle casi rompiendo la puerta para abrirla, y así fue como encontraron a Soufflé tirado al lado de una pequeña maceta rota, aún lloriqueando. 

—¡Ven ven! Tranquilo, no pasa nada. No pasa nada. —Le dijo Kyle al perro, consolándolo con apapachos mientras revisaba si no se había herido. —Estás bien, yo estoy aquí. Ven, chiquito.

—No veo sangre ni nada raro por ningún lado. ¿Qué demonios habrá pasado? —Preguntó Marco acariciándole la cabeza al perro intentando calmarlo igual.

—No sé, no es nada destructivo. —Comentó Kyle aún revisándolo en busca de alguna herida o de algo clavado que pudiera estarlo lastimando. —¿Deberíamos llevarlo al veterinario?

—Pues no veo que le salga sangre ni nada del estilo por el cuarto. —Respondió el mexicano, ayudando a revisar su costado y sus patas. —Ni veo que le duela algo o que tenga cerámica enterrada.

—Pero...¿Qué tal que está lastimado y nos confiamos y se lastima más? —Preguntó Kyle ya consternado.

Fue cuando vieron una pequeña mariposa verde posándose sobre una silla.

Acto seguido, Soufflé salió disparado hacia ella ladrando y brincando contra todos los muebles, valiéndole real sombrilla que la mariposa volviera a volar para mantenerse lejos de su alcance. El perro tiró la silla en su afán de atraparla, y parecía que no le importaba nada en el mundo mientras estuviera la mariposa.

—Soufflé, ¡no, espera! —Gritó Kyle, tratando de alcanzar al perro para tranquilizarlo o contenerlo.

—Aaah... supongo que algo así fue lo que pasó. —Comentó Marco mientras veía a Kyle perseguir a Soufflé, ayudando en poco y en nada. —Bueno, eso nos confirma que no está lastimado, sobre todo si puede correr así.

—¡Ayúdame!

—Estoy supervisando, estoy ayudando. —Rió Marco.

Kyle logró por fin alcanzar a Soufflé y detenerlo mientras Marco, en una especie de rara burla, se ponía a cantar el tema de Miraculous Ladybug de fondo. La mariposa pareció compadecerse de su agotado ser (o decidir que no quería pasar un segundo más en ésta casa de locos) y se salió por la ventana.

—Podemos ahorrarnos el viaje al veterinario. —Aseguró Marco. Lo bueno es que no pasó nada.

—Creo que sí. —Dijo Kyle ya más tranquilo de que no le había pasado nada a su bebé. —¿Me ayudas a limpiar éste desastre?

—Claro, amor. Pero... deberíamos vestirnos —Comentó el moreno con una risita. —Le estamos dando un show a los vecinos de enfrente, unos minutos más y tendremos que cobrarles.

Kyle parpadeó. Miró hacia abajo. Luego a Marco. Se dio cuenta que en efecto, ambos estaban usando nada más que calzoncillos (lencería en el caso de su novio) y algunos vecinos se les habían quedado viendo tratando de sacar algún sentido al hecho de que dos hombres adultos en ropa interior estuvieran persiguiendo a un perro.

—¡NO JODAS! —Gritó, tratando de cubrirse detrás del sillón mientras Marco se reía. —¡AVISA, MARCO!

Marco sólo se siguió riendo mientras se retiraba al cuarto en pos de ropa y algo de dignidad para Kyle. Su novio se quedó un poco atrás, para tratar de discretamente bajar las cortinas del departamento.

Bueno. De nuevo no se le había hecho. Pero no pasaba nada, el perrito estaba bien y él también. Pronto ya tendrían alguna otra oportunidad de hacerlo, se estaba acercando más y más cada vez.

Por el momento, le bastaba con que la vida fuera bien.






Hola! Aquí tienen el nuevo capitulo de este bonito fic donde pasan cosas cagadas porque no nos podemos tomar en serio la vida. También les venimos a decir que si tienes dudas sobre la asexualidad consulten la página de Aven y si tienen dudas sobre qué pedo con eso del sexo vayan con un profesional para que lo acaben en el hospital como Alejandro Fernández.

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